Post de Naiara Salinas Como anuncié ayer, la película de hoy es muy, muy especial. Si estabais pensando cómo era posible que en este blog no hubiéramos dedicado ningún homenaje al Orgullo LGBT, que se ha celebrado esta semana a lo largo de todo el mundo, la espera se acabó. Y ya veréis que mi selección es perfecta en más de un sentido. Como cabe suponer, el filme se basa en los hechos reales que acaecieron en el distrito de Greenwich Village (Nueva York) el 28 de junio de 1969, donde un grupo de homosexuales y transexuales se revelaron contra los agentes de policía en las inmediaciones del local Stonewall como forma de reclamar sus derechos civiles. En lugar de centrarse en uno de los héroes más reputados de ese momento, se cuenta la historia desde el punto de vista de los que lo vivieron, personas normales y corrientes sufridoras de una sociedad opresora. El ejemplo perfecto es Danny, un chaval de Kansas que huye a Nueva York tras ser repudiado por su padre debido a su condición. En la gran ciudad espera encontrar un futuro al haber sido admitido en la Universidad de Columbia, pero hasta que su familia decida echarle un cable con la documentación para la beca vive como un sintecho que encuentra el apoyo en una comunidad de transexuales que se prostituyen para salir adelante. Entre ellos encontrará un amigo verdadero en Ray, quien no solo le introducirá en el universo neoyorquino sino que además le llevará a Stonewall, donde el chico podrá ser quien siempre ha deseado ser: libre. Como persona que no forma parte de esa comunidad, he considerado la película preciosa, muy humana, cruda e importante, pues si algo bueno se le puede achacar al cine es su capacidad de intermediar entre los acontecimientos históricos y el público, logrando que estos no solo los reciban y obtengan una versión diferente de la del mero documental, sino que también empaticen. Dicho de otra forma, la historia no solo deja huella a través de los libros, sino también del modo en que se transmite, y el cine ha cobrado una importancia mayoritaria hoy en día respecto a eso (lo suficiente como para que en mi universidad ofertaran una optativa llamada Narración audiovisual e Historia). Y en este caso concreto el director se solidariza con el colectivo que más ignorado se ha podido sentir en el último siglo. De manera que este largometraje no solo sirve como "muestra de origen de un acontecimiento histórico a nivel mundial" (la primera marcha del Orgullo), sino que también conciencia sobre la vida que llevaba mucha gente en la Norteamérica de los 60, donde prácticamente era un delito amar a un hombre o mujer, o travestirse. Por ello, para servir a su propósito, Roland Emmerich no perdona ni ofrece un relato amable, sino realista, donde los protagonistas sufren lo indecible hasta conseguir el respeto que merecen. Su ojo no quiere ensalzar al mismo héroe que los documentos y la prensa porque, a su razón, TODOS fueron héroes en aquel levantamiento. Ello explica que anteponga la vida de un chico gay de granja a la de un transexual hostigador. Lo de Danny es una tragedia: repudiado por sus compañeros y su padre, obligado a tener que dejar su hogar, rechazado por el chico que le gusta (el típico quarterback que no se atreve a salir del armario por temor a las repercusiones), teniendo que soportar el frío de las calles, las palizas de la policía..., hasta que Ray acude en su ayuda y le acoge en su apartamento. Cuando entra en Stonewall, su vida pega un giro de ciento cincuenta grados. A partir de ese momento el joven será testigo de la crueldad, pero también descubrirá que no está solo y que lo importante es hacerse valer y no dejar nunca de luchar por lo que se quiere. ¿Amor? Todo el mundo lo desea, pero hay algo todavía más importante: la libertad. Danny quiere ser amado como gay, sin tener que esconderse o avergonzarse. Lo mismo les sucede a los demás. Son personajes que tropiezan con la misma piedra hasta que no pueden más, hasta que explotan en un torrente de rabia, rencor y frustración. El guion está tan bien trabajado que el espectador es capaz de sentirlo también aunque no se sienta identificado. Y es que antes de eso hemos tenido tiempo de apreciar los pequeños y grandes gestos de la comunidad para con Danny. Hemos podido ver cómo ese grupo armaba jaleo entre tanta risa, cómo algunos habían vivido experiencias incluso peores, cómo otros se burlaban de los agentes en su cara. Lo grandioso del filme es que no pierde de vista el objetivo de hacer justicia al LGBT, pero también nos los presenta como humanos generales, con experiencias que podría vivir cualquiera de nosotros en el fondo. Es decir, ni somos peores ni mejores. Somos iguales. Y si los heteros pueden sufrir por amor, también los homos, ya lo veréis. Esta película cuenta con un gran narrador, especialista en luchar por los derechos LGBT. No he llegado a saber si Emmerich es homosexual (puede que en el fondo no tenga importancia, aunque pienso que es un dato que podría haber condicionado el punto de vista, en parte), pero, tras echarle un vistazo a su bio en Wikipedia, pienso que sin él tal vez esta historia habría tardado mucho más en llevarse a la gran pantalla, pues es la clase de director descontento con Hollywood por su actitud homofóbica y racista (al menos, en sus años jóvenes) que siempre ha intentado favorecer a los marginados. El mismo tipo que puso a Will Smith al frente de Independence Day y coló a una pareja interracial en El día de mañana ha vuelto la vista a otros que también necesitaban (y merecían) su voz. Su lucha empezó cuando donó varios miles de dólares a un proyecto destinado a la preservación del cine gay y lésbico en USA. ¿Es o no es un ejemplo? Por eso, sin saber lo que opina el colectivo protagonista de esta película, pienso que es un retrato bastante fiel y respetuoso. Y, dado que en el trailer no aparecen, he de advertir (porque he leído muchas quejas de gente que se había limitado al avance en lugar de ver la peli entera) que esos héroes que lucharon por los derechos LGBT y motivaron a esas marchas del Orgullo también tienen sus minutos de gloria (por ejemplo: Marsha P. Johnson). Osea, que hay más chicha de la que se piensa, lo que sucede es que el focalizador es un gay de a pie testigo de esos acontecimientos, como podría serlo cualquiera. Personalmente, me gusta más así. No te deja la misma sensación el que te cuenten la historia de una figura ilustre de la que puedes saber más gracias a los libros o Wikipedia, que el que el prota sea un ciudadano humilde. En resumen: un buen grito de exaltación al LGBT, crudo y desenfadado, que te acerca a un tiempo que te hará dar gracias por vivir en una sociedad de mente "más abierta", con interpretaciones que dejan huella (Jeremy Irvine y su sensibilidad son un regalo de los dioses, pero los que interpretan a los trans merecen ovaciones). Si no la habéis visto, ya estáis buscándola por Internet y despidiendo la festividad con ella. Ficha técnica Stonewall (Stonewall) 2015, USA Director: Roland Emmerich Reparto: Jeremy Irvine, Jonny Beauchamp (Penny Dreadful), Jonathan Rhys Meyers, Ron Perlman, Joey King, Caleb Landry Jones, Matt Craven, Atticus Mitchell, Otoja Abit y Mark Camacho. Puntuación: 10/10
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Agosto 2023
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