Post de Naiara Salinas Despertamos en un nuevo 8M que este año será más un homenaje virtual que avalanchas de gente que lucha por la igualdad y el reconocimiento en las calles, como siempre. Nosotras, como mujeres, casi nunca faltamos a esta cita y quería traeros películas que aprobasen estos ideales, hasta que el sábado pasado regresé a las salas de cine tras dos meses en stand by y me di cuenta de que mi película seleccionada, Raya y el último dragón, ya contenía todo lo que necesitaba para hoy. Y por eso, aparte de una review sin (muchos) spoilers, vengo a desgranar esos valores que hacen de este uno de los mejores estrenos de Disney en su nueva era. La película que Asia merecía La relación entre Disney y Asia no siempre ha sido muy fructífera. El continente tiene un largo historial de censuras con los productos occidentales y, pese al tradicionalismo que a menudo se le ha achacado a la casa de Mickey Mouse, cualquier paso progresista invertido en esta década se ha visto muy criticado por los vecinos del otro lado del océano. La frialdad ya estaba presente desde la fallida Mulán de los 90, que tan clásico se ha vuelto en Occidente. El año pasado Disney volvió a tender la mano con el live-action de esta heroína, pero el gozo se quedó en un pozo, contrariamente a lo que prometía. No obstante, es posible que Raya sea esa princesa que este pueblo merecía, pues sin recrearse en tradiciones locales, nos ofrece un paisaje muy atractivo, verídico y respetuoso para con esta cultura en medio de un relato sobresaliente que no pasa inadvertido y que rinde en entretenimiento. El argumento versa sobre una tierra ficticia llamada Kumandra, asediada por unas sombras conocidas como los Drunn que lo arrasan todo a su paso y dejan un mundo pétreo, cenizo y desolado. Tras el sacrificio de los dragones para generar una gema que proteja a la humanidad, Kumandra se divide en cinco naciones continuamente enfrentadas por el poder: Corazón, Garra, Cola, Columna y Colmillo, y son los habitantes de Corazón quienes se convierten en guardianes de la gema y prosperan protegidos por su magia. Raya obtiene el título de guardiana en el momento en que su padre decide invitar a las demás naciones para reestablecer la paz, pero un asalto de los Colmillo provoca que la gema se rompa en pedazos y los Drunn vuelvan a liberarse. Por ello la joven decide ir en busca del último dragón, Sisu, que le ayudará a recomponer la gema y derrotar de una vez a la oscuridad. Por el camino vivirán un sinfín de aventuras y harán aliados inesperados. Ni qué decir que la trama es lo bastante atractiva para acercarse a la puerta del cine o abrir el acceso premium a Disney Plus, pero a ello sumamos una construcción del mundo impresionante (de lo mejorcito del filme, tanto en el apartado interno como externo, con mención honorífica al diseño de animación súper cuidado y estiloso) que nos recuerda a las mejores sagas de fantasía, tanto por su originalidad y magnífico desarrollo como por los elementos prototípicos que la soportan (porque a todos los amantes del género nos encanta eso de la división por casas, países o tipologías muy características. Véase próximamente Sombra y hueso, en la que he pensado mucho últimamente). Con Raya y el último dragón volvemos a las viejas leyendas y aventuras que conducen a los personajes al clásico viaje del héroe, a través de una fórmula globalizada en medio de un contexto único que anima a repetir la jugada. Bien es verdad que cuenta con una ventaja con respecto a Mulán y es que no se basa en ninguna realidad, sino que es completamente nueva, con un guion que, de la forma más metonímica, toma fragmentos generales culturales como la importancia de los dragones (animal sagrado de Asia), los distintos escenarios que entroncan el árido desierto con el trópico, las artes marciales, la comida, la vestimenta... y el que en todo Kumandra se reflejen los países de los que hasta ahora se olvidaba la compañía del ratón (menos China). Ahora que lo pienso, de compararla con una película de la misma factoría a su altura en todos los aspectos, esa podría ser Vaiana, que me causó la misma impresión (las mitologías son lo que tienen). El mensaje: la confianza trae la unión y la unión hace la fuerza Retomando lo que planteaba en la introducción, lo más bello de este largometraje es todo lo que defiende: el sacrificarse por el bien de los demás en paralelo al confiar. La película acierta en mostrarnos la doble vertiente de esa confianza, que se destruye con tanta facilidad como puede generarse. La experiencia transforma la confianza de Raya en todo lo contrario y a menudo se demuestra que tiene razón, pero Sisu, un ser mitológico y poderoso, es un ejemplo cuando, lejos de la gallardía con la que siempre se muestra a su especie en el panorama fantástico, baja los humos y decide ponerse al servicio de la humanidad y confiarle su más sagrada posesión, pese a haber sido testigo de lo poco que dura esa paz y pese a dudar muchas veces de ella misma. La criatura que más razones que nadie tiene para desconfiar de los humanos en ningún momento los observa como enemigos y es a través del trauma de la pérdida con lo que consigue que sus alianzas acaben formando una piña, pues todos los que se unen al grupo son huérfanos de las distintas naciones. La realidad es que para resucitar Kumandra no basta con una sola nación, ya que el dragón no tiene solo corazón, sino también colmillo, garras... De lo más horroroso y sombrío, nos enseña Sisu, siempre hay belleza y luz que rescatar. Nadie está perdido realmente, solo necesita confianza (y polvo de dragón) para volar. Ya lo enseñaba Peter Pan. Confía en ti y en los demás, porque de todo se saca fuerzas. Sisu y sus hermanos son el modelo a seguir. Es tan noble que, aun con su torpeza y comicidad, es capaz de conservar su halo de guía espiritual y protectora. Es una visión de los dragones más próxima a la asiática, lejos del humor que ponía Mushu. Además, representa el agua, un elemento que fluye, otorga vida y conecta a las tierras más lejanas. La visión feminista ¿Cómo se aplica esto al Día de la Mujer? Para empezar, desde lo más superficial, con el considerable número de personajes femeninos importantes que presenta el largometraje, todos ellos encarnando aspectos positivos y negativos del ser humano: la valentía y honorabilidad de Raya frente a su desconfianza; el optimismo de Sisu frente a su aparente inocencia y poca autoestima; la habilidad de la bebé ladrona frente a su caradura; el respeto y sentido de la protección de Namaari frente a su carácter traicionero... por desconfianza (si es que Raya y ella son iguales. Más química no podían tener). Disney vuelve a ensalzar a una protagonista con mucho potencial y mucho equilibrio interior que se gana enseguida el corazón del público. La enfrenta a otra mujer y le permite recibir la ayuda de una hembra para, al final, convertir los opuestos en paralelos, para encontrar la semejanza en medio de las diferencias y formar equipo no solo ellas, sino todos, varones incluidos. Básicamente, si os fijáis, se parece muchísimo a lo que intentó el live-action de Mulan, pero en este caso cala mejor. ¿Por qué? Se percibe menos artificialidad en este guion animado, irónicamente. Conclusión
Con Raya y el último dragón la diversión está garantizada; el mundo es espectacular y, aunque puede dar la impresión de que los actos se suceden con bastante rapidez, el ritmo se relaja lo justo entre el segundo y el tercero para ahondar un poco en esta peña con buenos perfiles que conforman una pandilla legendaria y variopinta. Otra mención de honor a la banda sonora compuesta por James Newton Howard, de la que no he hablado nada hasta ahora aunque la admiro mogollón, ya que nos devuelve a este compositor con tantos matices y una facilidad extraordinaria para capturar la aventura y la fantasía de leyenda en sus partituras como logró en El planeta del tesoro, Dinosaurio, Maléfica y Atlantis, entre otras. Simplemente, muy buena elección (el prólogo es una gozada, una buena presentación de las dimensiones de esta trama). Contiene dolor, contiene acción, contiene épica y contiene risas. Su clímax es la bomba y su tema, digno de escucharse y de interiorizar para poder acabar de una vez con esta riña cultural, que ya va siendo hora. Desde aquí animo encarecidamente a Disney a atreverse con más historias así, en países o culturas menos conocidos. Lo mejor: todo. Lo peor: puede dar la sensación de que algunas cosas se resuelven antes de lo esperado, pero luego se compensa muy bien. Lo explica todo divinamente. Puntuación: 10 PD: el corto que precede al filme: otra maravilla.
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Agosto 2023
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