Post de Naiara Salinas, Mariaje Ruiz y Rosana Rábago El eco de los aplausos se apaga en cuanto suena el primer acorde. Su semblante se muestra sereno, calmado, mientras sus dedos se convierten en un caos armónico de movimientos sobre las cuerdas de su guitarra. Es flamenco lo que tocan; ¿alguna bulería? No, es uno de los temas de Misión imposible 2, compuesto por Hans Zimmer. Y es que Amir John Haddad, o "El Amir", nacido en Freisburg (Alemania) en 1975, es uno de los muchos artistas internacionales que integran el espectáculo conocido como El mundo de Hans Zimmer, que se encuentra en plena gira por Europa y que los pasados 1, 3 y 5 de diciembre aterrizó en Bilbao, Madrid y Barcelona respectivamente llenando estadios para interpretar las bandas sonoras de más renombre de este compositor. Cuando hablamos con él por teléfono, su voz nos transmite la seguridad y la pasión que se aprecian igualmente sobre el escenario, incluso aunque nuestra fuente más directa sea una filmación en buena calidad de YouTube. Amir no solo trae un género musical poco corriente en una banda sonora de acción, sino también toda una trayectoria cruce entre distintos caminos, fruto de una herencia multicultural al tener padres de distinta procedencia, que lo han convertido en la actualidad en un "multi-instrumentista", puesto que no solo toca la guitarra española, sino también la eléctrica, el nylocaster (stratocaster con cuerdas de nylon), el laúd, el buzuki griego y el ukelele. Con su aspecto de pirata no nos sorprende esa actitud de "lanzarse a la mar" para disfrutar de lo que la vida le ofrece. Tras vivir en Alemania, Colombia, Andalucía y Madrid por un tiempo, aprendiendo de grandes maestros y colaborando con músicos de la talla de Marcus Miller o Stanley Clarke, en 2018 fue elegido por Hans Zimmer para ser el guitarrista solista de sus conciertos, y desde entonces vive en un mundo apasionante de ciudades, historias, épocas y sonidos diversos bajo la dirección de Gavin Greenaway. Pronto sacará un disco titulado Andalucía. Con él hablamos sobre Zimmer, sobre música, aprendizaje y sentimientos. Tienes un gran bagaje cultural, no solo por la cantidad de formación, sino también por tus orígenes. ¿De qué forma influye en tu música haberte criado con tantas culturas diferentes? Cada cultura tiene su identidad y cada identidad define una parte de tu personalidad y cómo sientes y vives la vida. Yo nací en Alemania, mi abuelo es alemán, mi madre viene de Colombia y mi padre, de Medio Oriente: tres culturas que a priori son tan diferentes confluyen en mí y me han impregnado desde pequeño, y eso a nivel musical me ha hecho abrirme mucho, interesarme por muchas músicas diversas de todos los continentes. Esa es mi identidad, que a cada persona ayuda a afrontar sus sentimientos. En esa mezcla cultural-musical, ¿crees que cada estilo se complementa de alguna manera particular que quizás de otras no sería posible? ¿Qué crees que aporta cada una de las culturas o estilos a esa mezcla? Lo bueno es que cada cultura tiene su forma de sentir, así que lo que amplifica es el abanico de posibilidades a la hora de transmitir emociones. Creo que la música en sí no tiene fronteras; cualquier nota, cualquier ritmo interpretado desde el corazón, tiene su impacto. Aparte, cada parte del mundo tiene una música personal, muy propia, y por eso existe la identidad de cada cultura. En mi caso, lo que aporta es que he podido ampliar mi forma de comunicar, de sentir y de percibir la vida misma. De todos los instrumentos que tocas, ¿cuál dirías que es el más difícil de aprender a dominar? De entrada pienso que cualquier instrumento que quieras aprender implica llevarte a un nivel de virtuosismo en el que el instrumento se convierte en medio para comunicar y transmitir. Requiere mucho trabajo evidentemente la guitarra flamenca, pues requiere mucha práctica para sacar un sonido limpio y bonito que diga algo, tardas muchos años y exige constancia. Es como el violín, que al principio también cuesta. ¿Y hay algún músico que te haya inspirado de forma especial? Primero mi padre, que es el que me enseñó a tocar el laúd y la guitarra española, y luego maestros de los que he tenido la suerte de aprender. También están los maestros que han marcado en el mundo de la guitarra flamenca, como Paco de Lucía, e incluso procedentes del mundo del rock, como Steve Vai. El bagaje también viene de mucho antes: Jimi Hendrix y toda esta gente de la época que me ha tocado vivir. Además, me encanta la música clásica: Beethoven, Bach, Mozart, Vivaldi... Hay que escuchar a los grandes compositores. ¿Qué experiencia te brinda una gira como esta donde el artista homenajeado no es un cantante o una banda, como es habitual, sino un compositor de bandas sonoras? ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con Hans Zimmer? ¿Cómo dirías que inspira su música? ¿Te identificas con ella? Lo primero que me gusta de trabajar con él y de poder interpretar su música es la música en sí. Es un genio, tiene una genialidad multicultural, ya que trabaja con sentimientos muy fuertes y por eso su obra llega al público de la misma forma. Yo me identifico con eso: soy un músico que siempre busca la melodía porque creo que es como una palabra o una frase con la que puedes expresar más. Para mí es un súper lujo y una alegría poder colaborar a ese nivel con un gran compositor y aprendo muchísimo. Hay que tener la mente abierta para empaparte e inspirarte de otros, ser humilde mientras forjas tu camino. Cuando escucho su música paso por muchos estados de ánimo, en el escenario hay momentos en los que incluso tenemos los ojos lacrimosos; es algo efímero, te mimetizas con el sonido. Me siento muy afortunado de tocar esa música. Además, estamos hablando de un espectáculo enorme donde actúan músicos de diferentes partes del mundo, estilos muy diferentes y a los que no siempre se conoce hasta llegar al escenario. ¿Cómo es entonces la preparación? Exacto, en este caso yo no conocía a ninguno de los músicos metidos en el proyecto, no habíamos coincidido personalmente nunca ni habíamos tocado juntos. Para un proyecto tan grande lo que hicieron fue mandarnos las partituras y los audios con mucha antelación, de manera que en casa te tenías que preparar muy bien para que los días de ensayo se pudiera abarcar todo el repertorio. Hicimos primero una tanda de ensayos con los solistas durante tres o cuatro días y luego otros dos días con toda la orquesta, el equipo técnico y de montaje, y de ahí al debut. En este tipo de espectáculos lo que se requiere es una gran profesionalidad, gran integridad y un buen nivel con tu instrumento, así como una personalidad adecuada para lidiar con muchas personas a la vez y que no te supere, porque estás expuesto en todo momento. Se requieren muchas virtudes, no solo saber tocar; actitud positiva para que en un conjunto todo vaya suave y sea agradable. Lo contrario no funciona en una orquesta. ¿Te eligió Zimmer personalmente? ¿Pudiste hablar con él sobre cómo abordar sus partituras? ¿Te dieron pautas o hubo también carta blanca?
Nos eligió Sandra Tommeck, de la productora artística que lleva el proyecto, pero el que al final da el visto bueno y elige es el propio Hans. Le pasaron muestras musicales mías, hice unas grabaciones encima de temas suyos que me mandaron y al cabo de un tiempo decidió que yo fuera el solista guitarrista. En las partituras ponen directamente las partes de guitarra que tengo que tocar porque cada instrumento tiene su rol, pero en otros casos por ejemplo pone "solo ad ibiduc", lo que significa que puedo interpretar mi propio solo, mi improvisación, en la obra de Zimmer, como hago en Misión imposible, que es un concierto de guitarra para orquesta donde me recreo y la modifico para que suene propia, con una intro con taranta, que es un palo flamenco. La verdad es que estoy muy agradecido de poder tener esos momentos de libertad en los que aportar mi granito de arena. ¿Cuál es el tema de Hans Zimmer que más te gusta interpretar y cuál el más complejo? Me gusta interpretar muchísimo Misión imposible porque me recreo y me divierto mucho. Luego hay un tema que parece más sencillo pero tiene un concepto impresionante, que es "Time", de la película Origen. También El código DaVici, que es una oda a la ópera, una obra clásica impresionante con muchas texturas y voces que dura como quince o veinte minutos. Gladiator me impacta también mucho porque tiene armonizaciones muy arriesgadas, disonantes, y contrapuntos llamativos. ¿Tienes alguna banda sonora favorita que no sea de Zimmer? Estas forman una parte importante de las películas, así que ¿hay algún filme en especial que te haya inspirado musicalmente? ¿En qué tipo de historias ves tu obra? Por ejemplo hay una, Paris, Texas (1984), en la que la música fue hecha por el guitarrista Ry Cooder y me parecía impresionante los paisajes que creaba. Años atrás, escuché Romeo y Julieta, aunque esa vez no me quedé con el nombre del compositor porque estaba más centrado en la música. Otra película llamada Dead Man (1995), con Johnny Depp, contiene solo una guitarra eléctrica que acompaña a todas las escenas, es muy minimalista. Respecto a dónde veo mi música, a mí realmente me gustan muchos aspectos de la vida y muchas historias. Cada persona tiene una y con todas podríamos hacer millones de películas. La cosa es, como compositor, adaptarte a la noción de cada largometraje, de cada escena, y encontrar el sonido que sabe captar eso y potenciar lo que sucede. Hay una frase muy bonita de Hans Zimmer que es: "La música tiene que transmitir lo que el ojo no ve", y es magnífica porque es la base de todo su concepto. ¿Hay algún instrumento que eches de menos en estas bandas sonoras o que te parezca que está infravalorado? En este espectáculo en particular cada instrumento tiene su momento, aunque aparezca en pocos compases, como por ejemplo el buzuki griego que toco en Gladiator en una intro improvisada. No genera un leivmotiv, pero si no estuviera no le aportaría el carácter que tiene la historia. Es responsabilidad del músico rebajar el ego, no tocar todo el rato, sino en las partes clave donde tenga sentido. Ya para acabar, si aparte de Zimmer algún otro compositor llamara a tu puerta y te pidiera tocar con él, ¿quién te gustaría que fuera? Hay dos compositores grandes de Hollywood, John Williams y Danny Elfman, con los que sería increíble hasta echar solo una tarde y aprender de su música. Para elegir con quién trabajar suelo fijarme en la autenticidad del personaje, de la música que hace, la emoción que transmite... Repito mucho lo de la emoción porque es algo en lo que hay que fijarse, ya que una cosa es la técnica, pero esta tiene que estar al servicio de lo otro y hacerle vibrar al que escucha, pues muchas veces quienes lo hacen no son músicos. Si me llega y tengo la piel de gallina, para mí es una buena señal. La gira acabará su ciclo de 2019-2020 en Budapest el próximo 17 de febrero. Para más información y entradas, consulta su web oficial.
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Agosto 2023
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