Post de Naiara Salinas Llega un día. Inesperadamente. Puedes estar haciendo cualquier cosa: cocinar, limpiar la casa, trabajar... La cuestión es que tienes un aparato electrónico encendido y, en un momento de evasión, optas por abrir YouTube antes que Spotify. Pinchas en un vídeo cualquiera, el que más rabia te de. Y entonces te salta la publicidad cojonera. Pero justo cuando estás a punto de rebobinarla, descubres que se trata de un pase especial, un pase del cual puedes sentirte afortunado, porque no a todo el mundo todos los días su amigaritmo le invita a adentrarse en semejante proyecto. Quizá no lo sabes entonces, quizá piensas que ese vídeo será fácil de encontrar después cuando te de. Pero no te equivoques: estás ante un billete dorado. Si tratas de encontrarlo de la forma habitual, se ocultará con su capa invisible a tu ojo muggle (a menos que seas premium). ¿Mi consejo? Dale al clic y guarda como sea el vídeo en tu biblioteca. Y cuando puedas, permítete disfrutar de este viaje, que forma parte de un día, pero para muchos es vida, literal y figuradamente. Hazme caso: es gratis. Una historia sobre historias Life in a Day es un proyecto que arranca en 2010 cuando el escocés Kevin McDonald decide que quiere hacer una película pero quiere algo diferente, no donde él pueda atribuirse todo el mérito, aunque se lo acabarán otorgando por su idea tan única y genial. Kevin siente ganas de retratar el mundo, la vida, con una visión auténtica, sin artificios, sin guion prescrito, sin actores profesionales. Y decide, de alguna forma, que las mejores historias son las que puede contar uno mismo o, mejor aún, mostrar. Así que invita a toda la humanidad, prácticamente, a grabar un día señalado de sus vidas, un día prefijado en el calendario, un día con horario distinto para las naciones, color, ritmo y aventuras diferentes..., pero común. Un mismo día desde todas las perspectivas que ofrece el planeta. Y la gente, emocionada por tener la oportunidad de ver su relato, sus palabras, en una pantalla a ojos de todos, por compartir esta experiencia con más personas, quizá conectar indirectamente con ellas, se anima. Solo hay una condición: deberán ser totalmente sinceros. Grabarnos con una cámara es algo que podemos hacer todos. Así expuesto, no parece difícil convertirse en director de cine. Solo necesitas algo: una acción, y qué significa para ti esa acción. La propuesta de MacDonald es genial no solo por considerar el término "global" como lo que es, sino porque su intención no da lugar a confusión, ni pérdidas, pero sí a la imaginación. El truco es muy sencillo: te levantas un día donde tal vez ya tengas una rutina, tal vez no, pero en tal caso dejas que la vida te lleve por donde te lleve. Si tienes algo que mostrarle al mundo este es el momento. Solo necesitas una cámara, y no importa que no sea una GoPro, un dron, una Canon o una Nikon: solo importa que los demás veamos el mundo como lo ves tú. Es una acción que ya ha quedado marcada como tradición y que a lo largo de la última década se ha centrado en explorar cada rincón del mundo: desde Italia hasta Panamá, pasando por España, India, Canadá... Diez años después, en el año más caótico y volátil que se recuerda, la vida universal es lo que vuelve a importar y Kevin McDonald decide que ya es hora de despertar a la siguiente generación de filmadores. Así que los convoca el día 25 de julio durante 24 horas... para volverlos a reunir el 6 de febrero de este año, en el momentazo del estreno mundial. Life in a Day 2020 cuenta muchísimas historias (324.000 vídeos fueron los enviados esa vez y, aunque parezca mentira que quepan todos en la hora y veinticinco minutos de metraje que tiene, para más de la mitad hay sitio de sobra) en un montaje que, lejos de reflejar el caos del año, se asienta y se armoniza con el lenguaje natural de las cosas, presentando un mash up de experiencias bien currado, mimado, con una edición de sonido impecable y vídeos que se disponen casi tal y como llegan, partidos para dar cabida en medio a muchos otros y configurar un guion que es especial porque tanto contrapone unas culturas o vidas con otras como las empareja. Y con ello demuestra que, así como existen muchas diferencias entre nosotros, también somos parte del mismo planeta. El documental vale para plasmar ideas y mensajes que pueden aplicarse al año entero. Se nota enseguida quién graba con conocimiento de causa y quién es un amateur, pero lo importante es la autenticidad que transmiten todos y cada uno de los fragmentos, cuya versatilidad de (sub)géneros es tan grande que todo el mundo está representado. En otras palabras: es el largometraje más completo que he visto en la vida: muy indie, muy musical, muy cómico, muy catastrófico, muy dramático, muy folkórico, muy de ciencia ficción... En español, en italiano, en inglés, en chino, en japonés, en coreano, en rumano, en árabe... No se dobla nada, pero se entiende todo. En todos esos idiomas somos testigos de un día en la vida de una persona trans; de cómo la comunidad afroamericana continúa lidiando con la violencia policial y el racismo. Vemos cómo una madre le dedica un homenaje a su hijo fallecido a causa del Covid-19 emitiendo el fragmento de su primer Life in a Day en 2010 (lo cual indica que para algunos la experiencia es tan enriquecedora que no dudan en repetir). Conocemos a un hombre para el que el perro de su difunta esposa se ha convertido en su centro. Vemos el reencuentro de una anciana con su antiguo hogar; el último día de clase de yoga de un profesor emocionado; una pareja que narra su historia de amor a través de Tinder; un soldado que expone sus miedos y deseos en plena pandemia; una mujer que pasea con un guacamayo azul de los que ya se han declarado extinguidos; una familia pasando el día juntos; un hombre que maneja un ejército de drones; fiestas a la intemperie; recién graduados; recién casados; excursionistas; médicos; trabajadores de fábrica; manifestantes... Life in a Day no está solo para recordarnos que todos llevamos a un narrador dentro, sino también que el mundo es demasiado enorme y demasiadas cosas pueden suceder en un día. Quizá este sistema sea la única manera de entender hasta qué punto. Quizá esta sea la mejor forma de asimilar que mientras tiene lugar una fiesta de cumpleaños en una zona, en otra un volcán ha entrado en erupción o hay inundaciones, mientras otras personas sufren los males del amor. El documental más emocionantemente emotivo El filme condensa tan bien lo que es la vida, aunque sea en un día, que es imposible no emocionarse. Como espectador atraviesas una montaña rusa de emociones; muchas veces observas a esos extraños con una familiaridad curiosa, simpatía, alucine... Tal vez justo por el batiburrillo de 2020 este documental toca la patata como ninguno. Claramente te entretienes más con unas historias que con otras, y hasta sientes la rabia de no poder seguir esas favoritas al completo, por no hablar de la envidia por no haber participado (lo intenté, mi gente y los dioses son testigo). Ante todo, a mí me fascina por la profunda reflexión que supone, ya que se les pide a los participantes que hablen de aspectos que no sacarían en una conversación casual, cosas que llevan dentro. Y acaba siendo una lección de vida (menudos filósofos estos directores de la calle). Así pues, Kevin McDonald tiene toda la razón del mundo: las mejores historias son las que puede reunir uno mismo. No siempre necesitas que salga Leonardo DiCaprio para tener éxito; a veces basta con rodearte de un MAGNÍFICO equipo de producción y un compositor (Harry Gregson-Williams) de sobresaliente. Como dato, existe un corte del director con dos minutos adicionales. No quiero que os perdáis este billete dorado que a mí me sorprendió hace dos días en plena jornada laboral, así que, esperando que nadie me mire mal desde YouTube, os dejo el enlace aquí. Y abajo:
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Agosto 2023
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