Post de Naiara Salinas Se habla de carrera para muchas cosas: para los estudios, para las profesiones, para los premios... El universo nunca se detiene y el tiempo parece que no corre, sino vuela. En una época en la que el consumismo es cada vez más voraz, creadores y consumidores acceden a los productos con más impaciencia y superficialidad, sin permitirse a veces disfrutar del trayecto, sin recordar que una carrera se compone de varias fases y que es tan importante la velocidad como la resistencia. El DCEU concebido hace una década ha estado inmerso en una carrera de fondo agónica (con sus intersecciones afortunadas) que atraviesa por fin su última fase. The Flash es la película que, en términos tanto de cronología como de guion, marca ese acelerón esperanzador nada más atisbar la meta, el subidón de adrenalina que te da ser consciente de estar en la última etapa, un esfuerzo final antes de reiniciar y dar por zanjado este accidentado camino lleno de cuestas, tropiezos y buenas vistas (para colmo, no solo a grandes rasgos, sino también en cuanto al propio viaje que ha atravesado el filme, que parecía que nunca iba a salir). Resulta hasta poético, ¿no creéis? Esta metáfora para referirme al superhéroe más rápido de DC me parecía ideal por más de un factor en relación con las expectativas y el resultado obtenido. No necesariamente es el gran momento para empezar a replantearse el próximo curso de acciones porque lo importante aquí es cruzar la meta y pensar mucho nos puede distraer de ese objetivo. Como bloguera que ha estado muy inmersa en cada polémica en torno a esta producción, no puedo sino gritar a todo pulmón: «¡Corre, Flash, corre!» Fase uno: puesta en acción Como he abierto el melón, antes de meterme en materia voy a profundizar en su historial: cambio de guionistas, cambio de directores, cambio de productores ejecutivos, retrasos, reshoots... Con tantas idas y venidas, parecía que la película estaba sufriendo un flashpoint interno y que Ezra Miller era un velocista de verdad que la estaba liando parda al viajar por el tiempo... del rodaje. Sabiendo eso, para mí el éxito de este largometraje no radica en su taquilla (bueno, también), sino en el hecho de que esté en taquilla, de que haya entrado en la carrera. Puede que de cara al público general este sea el único objetivo, porque hasta ahora parecía que su gran obstáculo era estrenarse, no captar a los fans, pero Flash había quedado como una gran cuenta pendiente dentro del Snyderverse. Tras convertirse en el personaje con más cameos a lo largo de las series y películas de DC, contando incluso con una participación en el desprestigiado Arrowverse, lo justo era situarlo al fin bajo el foco, dejarle el protagonismo y aprovechar su trama para realizar un barrido completo y despedir a la Liga de la Justicia original. La excusa era muy buena, tanto, que quizá por eso han peleado tanto por sacarla adelante, porque si no era el flashpoint, ¿qué? Ni siquiera Aquaman 2, que se supone que es el punto final (el cruce de meta, por seguir con la metáfora), va a aportar tanto a la causa. Para muchos todo lo que es a.J.G. (antes de James Gunn) ha perdido sentido y no es más que migas para los snydictos, con lo que ¿por qué hacerle caso? En ese sentido, esta película ha tenido la mala fortuna de estrenarse en periodo de transición tratando de jugar un rol relevante que ya nadie es capaz de reconocer. Eso repercute en el tiempo de reacción del filme. Este, en física, es el que hay entre la llegada de un estímulo y la ejecución de la respuesta motriz. El argentino Andy Muschietti cogía hace unos años las riendas de un proyecto desbocado parar tratar de domarlo y que respondiera al pistoletazo de salida. Y su arranque es bueno, muy bueno. Cierto es que The Flash se permite muy poco descanso, es muy nerviosa, pero algo en lo que nadie puede negar que cumple es en el trato a su protagonista. La filosofía de Muschietti se resume en «Barry lo primero» y, si no hay nada garantizado, por lo menos que se disfrute un poco (aviso: me voy a centrar sobre todo en la parte narrativa, porque de la técnica... poco hay que salvar; ahí creo que estamos todos de acuerdo). Así, el primer acto es una introducción estimulante y sentimental. La película se aborda desde la esperanza, la duda y la impaciencia del personaje por arreglar su trauma infantil. Él ya sabe que puede viajar en el tiempo porque lo ha hecho antes. Es un Barry intentando reconstruir a su familia desde el pasado, vive en un bucle. Fase dos: aceleración Tanto la dedicación de Ezra Miller como la de Maribel Verdú (que ocupa el eje central de la trama) en sus respectivos roles es notable y el lazo entre ambos proporciona la conexión emocional que busca el espectador. Muschietti, valga el chiste, no pierde la dirección al respecto, lo que es de alabar teniendo en cuenta la complejidad del asunto (aunque estamos tan acostumbrados ya a las ramificaciones del multiverso en el continuo espacio-tiempo que ni los espaguetis nos hacen falta para entenderlo). El desarrollo de este Flash que ha pasado por tantas manos es icónico, ante la singularidad de ver interactuar a dos versiones opuestas, una fruto del sufrimiento y otra, del amor y la sencillez, sin que ninguna pierda su carisma particular. Esta interacción brinda los momentos más divertidos (y aquí aplaudo a nuestro actor de doblaje, Masumi Mutsuda, por el currazo a la hora de transmitir este caos enérgico y separar divinamente ambas personalidades). Más allá de los Allen, sin embargo, la cosa queda algo atropellada o inconclusa, lo cual puede generar confusión no solo en el fan dcista, sino (sobre todo) en el espectador común. En otras palabras: cuando nos desligamos un poco del hilo argumental, el filme da la impresión de ser un peluche viejo con parches por aquí y por allá de distintos colores, o un río con afluentes no señalados en el mapa. Es más, parece que han intentado camuflar ese detalle, pero es evidente que no lo han logrado. Por tanto, donde debería ser un cierre en regla, se abren caminos que posiblemente queden inexplorados, lo cual genera lagunas en un guion que es sólido y coherente en lo interno (lo más importante), pero no así en lo externo, ya que su promesa de continuidad, cuando ya sabemos lo del reinicio del DCEU, resulta muy floja y casi un mal chiste. Fase tres: velocidad máxima ¿Dónde quedan Michael Keaton y Sasha Calle, entonces? Tanto el regreso del primero como la presentación de la segunda son muy buenos, pero en este punto guion y montaje van muy acelerados y se comen a Supergirl, cuya presencia es magnética, muy en la línea de la nobleza de Henry Cavill, pero cuenta con tan escaso desarrollo que dan ganas de pedir un spin off (cosa que igual es demasiado a estas alturas). Keaton, por su parte, juega con la ventaja de ser un Batman integrado en la cultura popular desde hace tiempo y es la excusa perfecta para que Muschietti se recree en la nostalgia y juegue con los elementos oscuros en torno al personaje (lo suyo, friendly reminder, es el terror). Al margen del tiempo dedicado a cada uno, con ellos el segundo acto va progresivamente hacia arriba, anticipando lo que podría ser un gran clímax... Fase cuatro: resistencia a la velocidad
La resistencia a la velocidad es lo último que sucede en una carrera, cuando una vez que has pillado el ritmo debes mantenerlo el mayor tiempo posible. No me parece que The Flash tenga problemas de ritmo (ni de tono), pero el desglose de acción tampoco parece ser lo suyo y seguramente el canal de Agujeros de Guion tenga unas cuantas cosas que decir del tercer acto, que en comparación con los anteriores descuida todo lo que no sea Barry. El clímax es el peluche con parches definitivo, desde la batalla hasta el final. He visto opiniones muy dispares al respecto y es una pena que detrás de las cámaras tampoco exista una decisión unánime sobre lo que mantener y no. Este final es una dispersión de acción con doble antagonismo que se queda a medias. Lo que hasta ahora había ido bien se marca algún tropiezo, pero la marca prevalece y a los seguidores de toda la vida les gustarán los guiños. Barry culmina su viaje con emoción y los que se aferran aún al Snyderverse apreciarán el cariño, aunque todo vaya sonando a despedida, una, además, firmada por diferentes integrantes (porque lamento señalar que el estudio ha intervenido notoriamente, lo que para mí es un error garrafal). La escena final, por cierto, es marca Gunn del todo. CONCLUSIÓN: si estos fueran otros tiempos y DC estuviera mejor posicionada esta película no hubiese sufrido tanto como lo está haciendo. Puede gustar más o menos, pero tiene ingredientes más que suficientes para que la experiencia sea entretenida, a pesar de ese CGI deplorable que, sea decisión creativa o no, merece una revisión de cero. Es una película que por sí sola funciona correcta, pero como parte del DCEU y, más en concreto, el Snyderverse, es otra promesa incumplida, una campeona que se marca un sprint desesperado, casi jadeando de lo que le ha costado, sin darse cuenta de que el público general ha perdido el interés en su avance, por unas causas u otras (la más grave: la mala organización, que es la que define el lugar que ocupa en el entramado de DC). Aunque me atrevo a alegar que no solo ocurre (y ocurrirá) con los productos DC: podría detenerme a reflexionar sobre el agotamiento que se percibe en torno a los superhéroes (con excepciones muy aplaudidas en ambas casas, ojo), pero eso me llevaría a un trabajo de fin de grado. El germen puede que se encuentre en la confusión respecto al target. ¿A quién quieren agradar? Porque da la impresión de que, en lugar de ser abiertas, las películas cada vez se concentran en nichos más especializados. No contar con los espectadores que no devoran cómics, series o que no llevan siguiendo tanto tiempo el cine de superhéroes a la larga es un error y por eso quizá los easter-eggs ya no supongan la apuesta segura (ni los trailers detallados, ya de paso). Dejo eso como reflexión y zanjo con que aunque el Flash de Muschietti no sea perfecto, tampoco es un desastre como parecía y desde luego se merece una oportunidad. Por eso la premio con un 7. Lo mejor: la primera secuencia, el equilibrio entre humor, acción y drama, la interacción entre los Barrys, la química entre los Allen, el casting de Sasha, los guiños de Keaton, el manejo de los poderes y el desarrollo del Barry protagonista. Lo peor: el CGI, el desaprovechamiento de los antagonistas y de Iris (mucha insinuación, poco desarrollo), la ausencia de ciertos cameos (ejem), algún diálogo muy pobre, la escena post-créditos (muy sin más, no aporta nada) y que se queden cuestiones abiertas esperando que se concluyan en un futuro que puede que no llegue y, por tanto, frustre a los fans.
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Post de Teresa Antón y de Rosana RábagoVuelve lo mejor de Marvel y no nos referimos a los Guardianes de la Galaxia (aunque los amamos), sino a que con esta tercera entrega James Gunn nos ha devuelto la mejor Marvel, la esencia que nos ha hecho adictos a sus películas y series y hay un consenso general de que a todos los fans nos está encantando. El pasado jueves pudimos disfrutar del fan event que se organizó en Madrid (hilo de Twitter aquí) y hoy os traemos la crítica sobre qué nos ha parecido la película SIN SPOILERS y ya sabéis que nos ha gustado, pero también tenemos algunas quejas. Preparen sus emociones para una experiencia llena de acción y momentos inolvidables con una película que cierra con broche de oro una trilogía emocionante. Si bien la segunda parte no nos enamoró tanto, aquí se han resarcido de ello y estamos encantadas. El guión tiene un buen ritmo, juega con la introducción de flashbacks que lejos de cortar la historia, aportan más en su desarrollo. Poco a poco nos introducen una historia a base de pequeñas píldoras que encajan perfectamente con el momento de la película y van añadiendo más dramatismo e intensidad en la trama. Por otro lado, la trama principal tiene una arranque correcto que pronto encuentra su ritmo y nos va presentando al villano, sus motivaciones y a nuestros guardianes en su plena esencia. Las escenas de acción son absolutamente maravillosas y destacan en toda la película. La coreografía y las secuencias son brutales y conforme nos acercamos al final solo mejoran. En cierto momento hay una secuencia de acción que yo (Tessa) fácilmente vería en bucle porque soy fan de las escenas de acción en las películas y aquí esa es perfecta (o casi perfecta, pero luego hablamos de ese casi). Ahora pasemos a los personajes porque hay mucho de qué hablar. Con Infinity War nos dejaron a este grupo en un momento complicado, con el grupo roto y un poco en declive. Habían conseguido ser los guardianes que querían, pero la pérdida de Gamora había roto el equilibrio que mantenía al grupo. En esta película muestran muy bien las consecuencias de esto, tenemos una evolución muy buena de los personajes que nos asienta las bases para su futuro. Quizás aquí destacaríamos para mal a Peter. Comienza deprimido, pero es una depresión que nunca antes habíamos visto y que, literal, le dura los diez primeros minutos de la película. Es cierto que durante el resto del filme vemos cómo intenta recuperar a su Gamora y que poco a poco acepta a esta nueva versión pero no quita que a mi (Rose) me pareciese algo atropellado su momento más sensible. Una de nuestras mayores preocupaciones era Gamora y su trama. Yo (Tessa) no soy especialmente fan de este personaje (Rose sí lo es), pero he de decir que aquí lo han hecho muy bien con ellal. James Gunn ha sabido tratar el tema de la variante en su historia con mucho tacto. No apresura las cosas, sino que da una historia y una evolución verosímil para un personaje al que ha reseteado la historia y tiene que volver a desarrollarse. El resto juegan con ventaja, llevamos películas de desarrollo de personajes, pero ella está empezando casi de cero. Y es un cero que nos encanta. La vemos regresar a una versión de Gamora que se asemeja muchísimo a la de la primera película pero dejando claro que, por mucho que el resto de los Guardianes lo deseen, ella no es su Gamora. El resto de los Guardianes también tienen una buena trama, volviéndose más reales tal vez. Destaca Rocket, como esperábamos, del que ya conocemos más de su historia de una manera en la que terminan de cerrar su crecimiento y desarrollo hasta el momento. Una historia que, aunque nos parece terrible, esta relatada de una forma espectacular y, podríamos decir (entiendase la diferencia) que muy bonita. Es imposible no emocionarse cada vez que veíamos un flashback y que no quisiéramos tanto como lo hacía Rocket a Lylla, Dientes y Suelo. Mención aparte para Cosmo y Kraglin. A pesar de estar separados del resto de los Guardianes durante casi toda la película sus apariciones prometían momentos de lo más cómicos que aliviaban toda la emoción que, en líneas generales, rodeaban la película. Y os prometíamos quejas, así que aquí viene el mayor fallo en esta película: Warlock. El personaje interpretado por Will Poulter se siente innecesario y decepcionante. No logra conectarse con la trama principal de manera satisfactoria siendo la mayor decepción. No sabíamos nada del personaje, pero esperábamos algo más a un villano o a un antiheroe al menos y aquí es como que no saben qué hacer con él. En los pocos momentos donde se pudo arreglar su historia, no lo hacen. Acabas con la sensación de que si quitas al personaje de la película, no cambiaría nada. O de que Warlock sólo ha sido una mera introducción, algo que pronto podría ser más pero que aquí, simplemente, no ha servido para nada en concreto. Más allá que para acabar K.O. a manos de cualquiera de los Guardianes en cada encuentro que tenía con este variopinto grupo. En cuanto al villano, el Alto Evolucionador resulta un personaje genial que nos recuerda en parte a Thanos. Son personajes con una idea clara de cómo debería ser el mundo para ser mejor y ambos están dispuestos a todo por conseguirlo. Tal vez le faltaba un poco más de carisma, pero es cierto que no todos los villanos tienen que enamorarte (creemos que en un principio ninguno debería hacerlo, pero nadie ha dicho que estemos bien de la cabeza). Juega en la línea entre genio y locura y te deja odiarle a gusto, disfrutas de tu odio hacia él. Es un personaje con fuerza, muy bien interpretado y que podría funcionar como un villano más grande en el universo Marvel. De hecho, no entendemos como no es él y si Kang el villano de esta Fase. En cuanto a las emociones, esperabamos llorar más, pero la película sigue siendo emotiva en su conjunto. La historia está bien planteada y organizada, lo que permite que los momentos emotivos tengan un impacto significativo. Aunque no alcancé a soltar todas las lágrimas que esperaba, porque os juro que a mí se me había prometido más drama y, como llorona que soy (Tessa again) estaba preparada para deshidratarse ahí, pero no alcanzó ese punto. Es cierto que las expectativas jugaron conmigo aquí, por lo que en parte es culpa de ellas. Por último, volvemos a otro punto que mencionábamos anteriormente: la música. Cuando hablaba de que ESA escena es casi perfecta diría que habría sido mejor con otra música. En general para ser una película en la que sus antecesoras se han destacado del UCM por su BSO, aquí no han sabido escoger tan bien las canciones. Las otras tenían canciones muy famosas y épicas que tenemos grabadas en nuestras mentes y en esta, si bien no son malas y algunas incluso son muy buenas, no han conseguido el nivel de las anteriores. Incluso diríamos que en algún caso habríamos elegido otras. Igualmente en conclusión es una película que se disfruta en la pantalla grande y que tenemos ganas de revisionar. Hemos amado el cierre que le dan y dejan un futuro interesante para los personajes. PD: Recordad quedaros hasta el final, porque la película trae dos escenas post créditos que tenéis que ver. Nota de Tessa: 8.5/10. Nota de Rose: 9/10. Nota media: 8.75/10. Post de Teresa Antón y Rosana RábagoEl pasado domingo 12 de marzo pudimos asistir al fan event de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones, la nueva película basada en el famoso juego de fantasía. Y, entre espadas y butacas de cine, pudimos ver una película que está hecha para ser disfrutada y de la que os hablamos a continuación. Eso sí, colgando el cartelito de SIN SPOILERS. ![]() En la era del streaming, cada vez seleccionamos más cuidadosamente las películas que queremos disfrutar en la pantalla grande. Elegimos largometrajes con una dirección magnífica, con una fotografía bonita, con efectos especiales asombrosos y, por supuesto, aquellas de las que tenemos tanto hype que no queremos esperar unos meses a su estreno en alguna plataforma. En definitiva, elegimos películas que SE MERECEN ver en pantalla grande y dejad que os diga que Dungeons & Dragons, es una de esas. La película nos adentra en el mundo de fantasía del mítico juego Dragones y Mazmorras, nos lleva a una historia de aventuras que mezcla épica, acción y humor en una fórmula que funciona muy bien ante el espectador. Y, como toda gran historia de épica, presenta un universo tan rico visualmente que una pantalla de cine es lo que se necesita para apreciarlo. La historia lo tiene todo, un padre que ve como su familia se desmorona debido a malas decisiones del pasado, personajes que se aprovechan de la desgracia de otros, jóvenes talentos cuyo potencial desconocen, amistades épicas y entrañables, tesoros y como no, tanto dragones como mazmorras (aunque de estos últimos podríamos haber tenido algo más). Probablemente, lo mejor que podamos decir de esta película es que está hecha para que la disfrutes. Tal vez no sea la más profunda, ni la más compleja, pero no es su intención. Lo que sí consigue es que pases un buen rato, te relajes y te sumerjas en la historia. Y a veces, eso es todo lo que hay que pedir a una película, que te deje pasarlo bien. Y dejadnos decir, Dungeons & Dragons lo cumple a la perfección. Los gags sacan una sonrisa tanto a los niños como a los adultos pero sin perder un toque emotivo porque, un juego de rol como este también provoca eso en la vida real, tanto risas como alguna pequeña lagrimita. La historia cuenta con varios personajes que, como si fuera una partida, se complementan entre ellos. Así tenemos a cada una de las piezas de la partida y ver la película es como ver una campaña ocurrir con distintas etapas (nosotras la dividiríamos en 3 partes) hasta llegar al final de esta. Transmite las vibes del juego, pero al mismo tiempo ofrece una historia muy entretenida al espectador. Como mencionabamos, la historia tiene unas tres partes que corresponden más o menos a tres “misiones” que cumplir, unas de más acción y otras implicando más aventura de la búsqueda. Y esto es algo que nos ha gustado, está muy bien dividido, ya que habitualmente el “viaje” es un tema recurrente en la fantasía, pero que muchas veces se hace un poco eterno. Aquí lo sitúan en el medio, ofreciendo una introducción vistosa, con una breve misión, y una parte final más competitiva y de acción. Por otro lado, con un reparto lleno de caras conocidas (Michelle Rodríguez a quien disfrutamos en el spin-off de The Witcher; Chris Pine; el duque René Jean-Page de Los Bridgerton cuya aparición, aunque breve, nos pareció deliciosa y Hugh Grant, entre otros), los personajes están todos muy bien definidos y la mayoría de ellos destacan por su carisma. A nuestro parecer, el “villano” se ha quedado un poco flojo y tal vez habría apreciado algo más oscuro, pero reconoceré que el tono de la película es bastante ligero y familiar, por lo que algo así no habría encajado bien. Y ya que hablamos del tono familiar, esta es una película con mucho humor. D&D no nos ofrece solo una historia de aventuras, sino que juega con algunos de los tópicos más clásicos del género para reírse de ellos en clave de humor. Sin llegar a menospreciar los clichés, podemos ver cómo hace lo que podría ser metahumor al reírse del propio género. En cuanto al lore, podemos ver un mundo espectacular con escenarios y vestuario para enamorarse, un montón de criaturas diversas, distintos tipos de magia… En general, tenemos un mundo muy completo, que nos hubiera gustado conocer más. Como no somos jugadora, pero tendemos a ser más exploradoras que competidoras, nos encantaría una guía que extendiera más de esta película. Y, definitivamente, queremos una segunda parte. En conclusión, Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones es una película muy entretenida, que funciona para ver en familia o con los amigos. Nos presenta una historia autoconclusiva en un mundo rico de magia y fantasía que bien podría darnos una segunda parte con una nueva “campaña”. Una segunda parte de la que, desde ya, queremos más. Y eso que, os lo confesamos, las películas y series anteriores basadas en este juego nunca nos habían convencido. Pero esta sí. Así que, amantes del juego y de la fantasía, si lo que queréis es pasar un buen rato y disfrutar de este juego de rol de una forma distinta pero, al fin, muy lograda, guardad el 31 de marzo en los calendarios para ir a disfrutar de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones. Creednos, no os arrepentiréis. P.D.: Quedaros a ver los créditos, la música y el montaje merecen la pena. ¡Y hay escena post-créditos (eso sí, aclaramos que solo una)! Un dato muy relevante para que os quedéis en la butaca unos minutos más y disfrutéis, igual que hicimos nosotras, de los últimos minutos de una película que, esperamos, sea la primera de una productiva saga que ya tiene confirmada una serie en Paramount Plus. Habrá que ver que funciona. Por el momento, solo podemos aseguraros que queremos más. Post de Naiara Salinas y Rosana Rábago El pasado jueves 16 Disney y el Corte Inglés nos dieron la oportunidad de ver Ant-Man y la Avispa: Quantumanía en primicia. Rodeadas de influencers, compañeros, amigos, palomitas y una voz legendaria nos sumergimos con gusto en el Reino Cuántico como si de una novela de aventuras de Julio Verne se tratase para despedirnos de un viejo amigo. La tercera entrega del «hombre hormiga» supone no solo la última de este icónico Vengador, sino también el inicio de la fase 5 y la presentación en condiciones del nuevo súper villano al que tendrá que hacer frente la nueva generación de superhéroes. Una gran misión tenía esta película para con su público marvelita. ¿La cumplió? Veamos... Scott Lang y Hope Van Dyne a la Verne salpicados de salsa Lucas Ant-Man y la Avispa siempre ha girado en torno a las posibilidades de la ciencia cuántica: encogerse, agrandarse, todo lo que nuestros átomos pueden hacer, de dónde vienen... En Marvel abundan los cerebritos, es como si formar parte de este universo viniera con un título de la disciplina más rara que se te ocurra en una caja de bombones. Es de agradecer que exista gente con la que podemos identificarnos porque dominan entre cero y menos diez el tema, y ahí entra Scott, el honorable padre de familia, ladrón ex presidiario y ahora también escritor. Puede que lleve doble vida, pero aporta normalidad a una franquicia donde no tenemos más remedio que creérnoslo todo (sonreír y saludar, dirían los pingüinos de Madagascar). ¿Cuál es su rol en todo esto? Fliparlo en colores, como nosotros. ¿Qué es lo guay de Quantumanía? Que, para variar, no está solo: los demás también alucinan como nunca, porque la trama da un salto mayor en su concepto y nos muestra por qué la ciencia ficción no puede desligarse de la fantasía y las novelas de aventuras decimonónicas. Así, la primera mitad de la película se empapa de todo ese carácter al presentarnos el reino del tamaño de nuestros átomos que te dará esperanzas de poder estar viviendo en una Tierra Media en tu escritorio. Como si hubieran robado la sinopsis de Cariño, nos hemos encogido a nosotros mismos pero a lo grande (o ultra mini, según se mire), la hija de Scott, Cassie, la lía con cierta máquina y acaban todos absorbidos por ella con pasaje directo al Reino Cuántico, donde hay amenazas en cada partícula. Si bien este espacio se nos presenta muy apresuradamente (más de lo que un/a fanático/a/e de los lores querría), basta para dejar una buena vibra y ganas de seguir explorándolo, pero no nos engañemos: aunque el Reino Cuántico da mucho de sí, la trama sigue avanzando y parece ser lo único verdaderamente importante, no la impresión que dejan los nuevos personajes en el espectador (aunque la mayoría caen bien). A favor juega la división (Julio César estaría orgulloso), pues teniendo a los protagonistas ubicados en dos puntos distintos se puede abarcar más y la acción y los giros nunca cesan, adentrándonos en una segunda mitad muy bélica, muy revolucionaria y muy... ¿galáctica? Ya somos varios en internet los que hemos mencionado el parecido con Star Wars, no solo en cuanto a la forma, sino el contenido, pero en el caso de Marvel es un súper cumplido, ¿o nadie más recuerda la referencia de Capitán América: Civil War cuando Spider-Man se enfrenta a Ant-Man? Es más, Quantumanía tiene un gag oportuno sobre estos dos al principio, como si te dijeran: «Acuérdate». Lazos más Lang y menos Van Dyne En cuanto a los personajes, vemos mucho poder femenino. Y nos encanta, aunque quizás a cierto tipo de espectador pueda rascarle un poco que de repente todas las superheroínas que nos presenten sean mujeres (si repasamos tenemos a Riri Williams en Black Panther: Wakanda Forever como la futura Ironheart; a Kate Bishop en Hawkeye; a Yelena en Black Widow; a Kamala en Ms. Marvel; a Jennifer Walters en She-Hulk y ahora a Cassie en Ant-Man y la Avispa: Quantumanía). Pero, dato aparte, la evolución de casi todos los personajes va en ascenso. Es verdad que, a excepción de Janet, la familia Van Dyne tiene escaso desarrollo y de hecho tenemos a Hope con muy poquitas líneas en esta tercera entrega. Sabemos que es la mandamás de la empresa de su padre, que siempre es el punto de apoyo para Scott y que se ha convertido en una especie de madrastra comprensiva para Cassie. Fuera de eso, poco más nos aporta su personaje y da pena porque tanto Ant-Man y la Avispa como Vengadores: Endgame nos prometía mucho más de ella. Justo lo contrario sucede con el padre: está ahí casi como mero capitular pero, al final, y al igual que en el resto de entregas de Ant-Man, su conexión con las hormigas será de lo más necesaria para la película y nos dará el toque cómico que buscamos en esta saga. Sobre Cassie, el cambio de la actriz sienta bien. Es verdad que el despido de la anterior intérprete nunca se justificó (más allá de por hacer algún que otro spoiler) pero la nueva Cassie llega pisando fuerte. La relación que mantiene con Scott es de lo más tierna y vemos cómo evoluciona y cómo ella intenta estar a la altura de su padre. Además, su temor a perderle tras lo que pasó anteriormente es de lo más comprensible. Y ese lado rebelde nos encanta. Quizás vemos algo apresurada su presentación como una nueva versión de Ant-Man pero una cosa tenemos clara: podría ser una digna sucesora. El tiempo lo es todo Si bien Kang el Conquistador se nos presenta en su esplendor aquí, no resulta novedoso para nadie que en 2021 devorara la primera temporada de Loki, a cuya variante conocimos en los últimos episodios (y ya por entonces garantizaba el caos en el multiverso espacio-temporal). Kang es un ser que encarna el tiempo y a su vez lo manipula, lo cual lo vuelve peligroso por encima de las gemas del infinito en manos de Thanos porque todo en el UCM se reduce al tiempo: el lapso, los viajes al pasado, los flashbacks, las visiones de futuro... En casi todas las historias, los héroes deben arreglar el presente para evitar un futuro catastrófico y para ello terminan enfrentándose al pasado. Kang es todo eso. ¿Está su presentación a la altura? Por lo pronto, sí. El filme flaquea con MODOK, pero sí nos da una pincelada de lo que puede hacer Kang, cómo piensa, cómo interactúa, y basta para considerarlo una amenaza porque Jonathan Majors impone su respeto. Conclusión
Puede que Ant-Man y la Avispa: Quantumanía no haya sido lo que muchos esperaban, ese anuncio trascendental sobre la fase 5 cargado de valor (aunque sus dos escenas postcréditos alegan lo contrario porque, ¡diablos!, incluso los haters acabaron con el vello en punta), pero se mantiene fiel a la esencia de su trilogía y contiene aspectos mucho más memorables que su entrega anterior, pudiendo tranquilamente situarse en lo alto del podio. No olvidemos que no deja de ser una historia muy familiar llena del humor y la naturalidad que aporta un tipo bastante corriente, el amigo y vecino de la costa oeste de Estados Unidos, que se enfrenta a problemas laborales y familiares como cualquiera. Scott Lang le da frescura y hasta ternura a un UCM donde parece que todos tienen la necesidad de ser especiales, bien sea por su pasado traumático, su gran despegue, sus poderes ocultos, etc. Si algo nos ha enseñado Ant-Man es que lo épico no tiene por qué ser obligatorio, pero nunca es demasiado tarde para crecer. Así que nuestra nota final es un 8 (Naia) y un 7.5 (Rose). Lo mejor: Scott y Cassie dándonos una relación atípica de padre-hija adolescente cargada de amor, admiración y respeto mutuos; el Reino Cuántico; Kang y las escenas postcréditos. Lo peor: lo eclipsada que se ve Hope en toda la movida, la escasa aportación de cierto personaje nuevo y el CGI de MODOK. Post de Naiara Salinas «Bien, voy a acceder a algunas cosas bastante personales de mi vida, y va a ser bastante crudo, y creo que no está precisamente de moda la forma en la que los sentimientos del personaje van a estar tan expuestos». Eso fue lo que le contó el escritor (también guionista) Samuel D. Hunter a la revista Esquire durante la promoción de su última película, la cual adapta una obra de teatro homónima que escribió en 2011. Una obra que suponía el reverso de su propia historia de superación, una obra que valientemente buceaba en busca de su Moby Dick a través de la pregunta «¿qué hubiera pasado si no hubiese salido de esta?». Todos los escritores tienen tanto la obligación como la habilidad natural de conectar con sus demonios internos, de invocarlos cuando se trata de abrirse en canal para exponer el flujo sanguíneo del que se nutre un corazón que el imaginario universal siempre va a relacionar con los sentimientos, con nuestra parte irracional e incluso animal. Si no lo hicieran, aquello que pretenden conseguir jamás funcionaría, puesto que presentar lo que verdaderamente uno es implica mostrar la cara entera, no una mitad. Exponer nuestro lado oscuro desde una zona luminosa tiene un efecto mágico en la gente que se halla del todo en la oscuridad: le demuestra que todavía hay belleza, que no está sola, que se puede convivir con esa mitad y, más importante, que todo es normal y tiene sentido porque lo bueno se define por lo malo y viceversa. Incluso a los que se encuentran en la luz se lo enseña. Si conectamos con las historias no es por lo cercanas que se encuentran a nuestra realidad, sino por la verdad profunda que encierran. Por eso, la sinceridad, la honestidad, es lo único capaz de levantar a un profesor de escritura creativa obeso y en depresión. Y, por eso, una ballena ficticia es capaz de reunir a dos corazones perdidos mientras los testigos nos deshacemos en lágrimas, sin importar cuál sea nuestra historia. El poder de la ballena Todo el mundo que se adentre en La ballena esperará un relato crudo sobre alguien muy gordo, pero eso es tan solo rascar la superficie. El primer plano de Charlie (el protagonista al que encarna Brendan Fraser) es un fondo negro. Esa es su presentación: una voz que se dirige a sus alumnos desde una pantalla central sin imagen. Mediante un zoom hacia esa negrura, Aronofsky nos advierte de que la experiencia no va a ser agradable: vamos a zambullirnos, figuradamente, en un océano oscuro habitado por una solitaria ballena blanca que apenas tiene pelo, se viste con ropa holgada y necesita un andador y un gancho para manejarse por una casa donde hasta el suelo se convierte en un obstáculo cada vez que se le cae un objeto. A esa ballena, sin embargo, le quedan varios amigos, o más bien una: una enfermera (Hong Chao) que le visita todos los días para darle apoyo moral, vigilar su estado y alimentarle pero que es incapaz de contener su frustración por la situación. Luego entra en combate un joven misionero (Ty Simpkins) que decide que la palabra del señor es lo que necesita esa ballena para reavivar su espíritu, porque solo la fe mueve montañas y a Charlie apenas le queda. Para mí la película tiene dos puntos y el primero y más importante es la conexión entre individuos. Las personas entran y salen de nuestras vidas continuamente en diferentes grados de cercanía y a lo largo del metraje vemos cómo Charlie se divide entre marcar una distancia con su entorno para ocultar su estado y al mismo tiempo obtener una relación pura. Viendo cómo la vida se le va, decide que es buen momento para conocer a su hija adolescente, Ellie (Sadie Sink), que le odia por abandonarla a los ocho años y crear una familia desestructurada. ¿Qué es lo que tienen estas personas en común? Moby Dick. Porque la novela de Herman Melville, tal y como la interpreta el filme, no va de un capitán persiguiendo a una ballena de forma obsesiva, sino de sueños frustrados, como el de la enfermera que quiere salvar a su amigo y no puede, el del misionero que quiere que encuentre la fe, el del padre que quiere reconectar con su hija y sea mejor de lo que lo ha sido él y el de una hija que ansía recuperar su vida anterior. La dinámica entre los personajes se desarrolla de forma paralela al libro sin que se den cuenta, porque todos van en busca de quimeras y se autoengañan sobre ellas, ya que en el fondo desean algo más; de ahí la importancia de la expresión y pensar en «la veracidad de nuestros argumentos». Aunque en realidad el principal paralelismo con Moby Dick sucede entre los dos que más conectan con esa historia: Charlie y Ellie, que se persiguen mutuamente, se hieren y no cesan en su empeño. Ambos actúan como ballena y capitán a la vez. Ya que la trama también explora la psicología, añadiré que la ballena simboliza por lo general la profundidad emocional. Son varios los artículos que inciden en el vínculo entre estos animales y las emociones, son criaturas especialmente sensibles. Ser psicológicamente una ballena es vivir en sintonía con la compasión, la soledad, la creatividad y el crecimiento. Por lo que Brendan Fraser encarna a una ballena no solo por fuera, sino sobre todo por dentro. ![]() «Es una manera para mí, espero, de escribir cosas que tengan utilidad para la gente. Porque si hay algo con lo que estoy luchando activamente o he luchado activamente con eso, es probable que haya otras personas en el mundo que también lo hayan hecho o que hayan tenido experiencias similares y puedan autenticar esa experiencia a través de la lente de sus propias luchas» (Samuel D. Hunter) Darren Aronofsky y los trastornos mentales Poner semejante argumento en manos de un director como Aronofsky podía resultar tanto la decisión más acertada como la más arriesgada (teniendo en cuenta su último largometraje, Madre!), pero por suerte ha terminado siendo lo primero. Y es que, de todos los directores, este es el que más conecta con la psicología humana; cada película de su filmografía es la exposición de un trastorno (la ansiedad y la bulimia en Cisne negro; el histerismo colectivo en Madre!, etc.). Más en concreto, es especialmente bueno abordando el delirio mediante imágenes que deconstruyen lo coherente y lo convierten en un esperpento onírico. En otras palabras: convive mucho con el plano fantástico, recreándose en su horror o trascendencia espiritual con alegorías visuales que siempre van de la mano con las argumentales. Sin embargo, en La ballena es más sutil, la primera propuesta que le veo donde ese plano desaparece o no importa porque la alegoría se encuentra ya en una novela y es toda la herramienta que necesita para dar cuerda a este drama de personas emocional o vitalmente arruinadas. El buen ojo de Aronofsky nos ayuda a comprender el impacto de las acciones y las palabras de cada uno en los demás. Nos ayuda a bucear por ese océano acercando esa profundidad oscura a la superficie, donde la ballena puede respirar. Me atrevo a pensar que su decisión de enmarcar el metraje en un plano cuadrado clásico se debe a que nos está plasmando la vida como es: agitada, contradictoria, lastimera, hermosa, una lucha constante, amorosa, ácida, cruda, sensible, empática... No romantiza ni poetiza el sufrimiento, siempre trabaja con una escala de grises. Su manejo del asunto es tan acertado y tan equilibrado..., que es un delito que no se le haya nominado al Oscar. Porque por un lado está la fuerza interpretativa del protagonista, sí, que eclipsa cualquier participación extra, vale, pero, por otra, la labor directiva es la que realmente logra sacar el potencial de todo el reparto y de la historia encontrando el tono y el ritmo idóneos en un tiempo récord. Conclusión
La ballena nos resulta dura y emotiva porque es real, porque el discurso autodestructivo de Charlie nos recuerda al pasado de Fraser y ansiamos justicia poética para él igual que Liz para Charlie, porque Aronofsky, de la forma más humilde, se rinde al mensaje de Samuel y lo apoya con una composición armónica de sus elementos y porque conectamos con el deseo de sentir y recibir un amor verdadero, de encontrar el bien en la humanidad y servir a nuestro propósito de vida. De cada uno depende que ese sueño no se convierta en una quimera. Así que le voy a dar un 9,5 por la valentía. Lo mejor: Aronofsky, Fraser, Sadie (tan Max de Stranger Things ella), ver a Ty tan mayor y la redacción de Moby Dick. Lo peor: que igual las lágrimas te dificultan la salida del cine y que lo mismo necesitas un barco de verdad, no metafórico. Si esta crítica es la mitad de buena que la famosa redacción, daré mi objetivo por cumplido. Y ahora, a seguir viviendo. ¡Feliz 2023! Hace un año y dieciocho días inauguramos nuestro primer reto cinéfilo y, aunque estábamos predispuestas a una nueva entrega, determinadas circunstancias nos llevaron a replantearnos las cosas. No queríamos dejar a los participantes más entregados colgados, así que al final hemos optado por una solución sencilla y para todos los públicos: ¡un canal de Telegram! Se acabaron los repasos en directo en YouTube, pero creemos que esta vía puede ser más adecuada para construir la comunidad cinéfila que tanto ansiamos, donde cada mes compartiremos las películas que vamos descubriendo gracias a este reto, independientemente de si os unís antes o después, y donde esperamos poder interactuar más con VOSOTROS, lectores y espectadores, porque si no, no sería lo mismo. Como nos encanta incentivaros por supuesto que mantenemos sorteo para todo aquel que complete todos los meses, aunque realmente creamos este grupo por amor al arte, para que sigamos animándonos a salir de la zona de confort y descubrir nuevos mundos. Cada persona puede retarse a una cosa diferente por cuenta propia, pero a menudo ni siquiera sabemos qué puede ser esa cosa hasta que alguien nos da una idea. Por eso, aquí os dejamos las nuestras (sabemos que hemos sido unas ratas con enero porque os dejamos menos tiempo, pero, oye, por experiencia también sabemos que la gente espera al último momento para verse la película jiji, así que tampoco nos pareció un problema sin solución): Como veis, empezamos fuertecito, con un plato que no suele gustar: ver una película de por sí «mala», pero es que si no, no se puede llamar reto. Nosotras llevaremos control todos los meses como siempre en Telegram: haremos encuestas, recordaremos semanalmente el reto, daremos ideas, mantendremos conversación, haremos críticas... La única diferencia es que, insistimos, VOSOTROS también colaboraréis más activamente. El único requisito para participar será unirse al canal y comentar ahí cada mes qué película has escogido, qué te ha parecido y si la recomiendas en general. No será necesario ya twittear con el hastag #RetoCinéfiloAS23 porque entendemos que si te unes al canal creado solo para esto estás participando. Sin embargo, nosotras sí mantendremos el recordatorio del reto que toca en nuestro perfil: Si este nuevo modelo te convence, no esperes más: empieza a seguir el canal, que te acogeremos muy cálidamente.
Mil gracias a todos los que apoyáis esta iniciativa. Post de Naiara Salinas Si os habéis pasado por el top de series, ya sabéis que esto es más de lo mismo, con un nivel de dificultad extra porque he visto demasiadas pelis este año. En serio, demasiadas. Menciones honoríficas Entre mis doce afortunados, se encuentran (e, insisto, sin orden de preferencia)...:
Top 10 10. Djinn (Tres mil años esperándote) Un djinn es un ser mágico destinado a cumplir los tres deseos de todo aquel que frote su lámpara, pero este djinn en concreto se convirtió en siervo del y por el deseo. Bajo esa premisa empezó un interés que se fue agrandando conforme proseguía el relato de la criatura, que vive la historia de la humanidad a través de cada amo y va adquiriendo una conciencia cada vez más terrenal. Para ser alguien tan legendario, sufre y ama como cualquier persona, se frustra y zarandea sus barrotes en vano, grita y se siente ignorado por las circunstancias. Es un personaje que aprende gracias a su condición el poder de la voluntad y de la honestidad con uno mismo, y se emplea a sí mismo como ejemplo para transmitir esa idea a su nueva ama, la única que se niega a ejercer su derecho. Lo que vengo a decir es que lo más especial de este personaje es que nadie como él sabe la importancia del acto de desear como incentivo vital. 9. America Chávez (Doctor Strange en el multiverso de la locura) Dejando claro que Wanda era, es y seguirá siendo el mejor personaje de esta franquicia, la introducción de America fue de las mejores partes de una película que, aunque visualmente fue una locura, narrativamente se quedó un poco a las puertas de lo que quería conseguir. America es una joven vibrante que llena de energía el escenario y contagia su buen humor a pesar de sus inseguridades. Desearía verla confiando más en sus poderes y aprendiendo a dominarlos en lugar de dejarlo todo a la fe y al polvo de hadas, pero creo que lo importante de esta frase es que deseo verla en el futuro de nuevo, así que, Kevin Feige, hazlo posible, porque esta chica podría ser un arma de fuego en la próxima generación. 8. Margot Mills (El menú) Oh, vaya, ¿yo metiendo a Anya Taylor-Joy en un top? Quién lo hubiera dicho (nótese la ironía). La cualidad que me atrae de ella en este contexto es llanamente su sencillez. Margot es una chica del montón, quizá algo idealizada por su compañero (aunque sea falsamente). Tiene mucho sentido común y va con la verdad por delante. No le van nada las extravagancias y es la única que desentona en el juego macabro que tiene lugar porque es la única que no está dispuesta a seguirlo, así que encima es fiel a sus principios. Huele el peligro a distancia, con lo cual la quiero a mi lado en cualquier batalla, ya sea una fiesta normal o... una reunión como la de la película. 7. Pinocho (Pinocho de Guillermo del Toro) Esta versión es única, por cuanto que su creador es único. Este Pinocho busca llenar el hueco de su predecesor mientras obtiene conciencia de sí mismo y de qué clase de ser vivo quiere ser. Es como ese hermanito a la sombra del mayor que ansía el amor tal y como es, sin comparaciones. En cuanto empieza a aclarar su identidad, gana autonomía y desatiende su rol, pero no su función. Pinocho siempre se va a desvivir por su familia y sacrificará su felicidad (y hasta su vida) por ella, currando como un esclavo, sorteando todo tipo de obstáculos. Es difícil porque el mundo le pide que crezca y no puede por su condición, pero al mismo tiempo también desea ser un niño y vivir como los demás. No se puede en ese contexto tan desolador y tendrá que hacer de tripas corazón. En fin, que me ha tocado la fibra el pequeñajo. 6. Leonard Burling (El sastre de la mafia) Leonard se presenta como un hombre amable, sociable y servicial, un personaje aparentemente sencillo que no se mete donde no le llaman y se limita a responder a sus encargos en la sastrería, sea cual sea el cliente. No hace preguntas y eso le convierte en el mejor aliado. Pero solo aparentemente. En realidad es una cebolla cuyas capas se van pelando poco a poco, tramo por tramo, secuencia tras secuencia, hasta desenmascarar a todo un maestro no solo de la alta costura. Ver el proceso es mágico, os lo prometo. La historia de este personaje funciona como un ciclo y no quisiera desvelar más para quien no haya visto la película porque merece la pena llevarse la sorpresa. Avisados estáis. 5. Enigma (The Batman) Para todo aquel que se sorprenda de que un villano haya llegado a este puesto, un dato: Enigma siempre ha sido mi favorito del DCEU, por encima del Joker, por encima de Capitán Frío, por encima de Lex Luthor... Bueno, está bien, siempre no, desde Gotham. Verlo esta vez encarnado por Paul Dano ha sido una delicia, toda una experiencia. Matt Reeves se ha encargado de perfilar a un tipo al que es muy difícil contrariar, pues su motivación lo cierto es que es justa y hasta algo noble: desenmascarar las mentiras. Por supuesto, muy irónico que lo haga a través de una máscara, pero ea, en este universo abunda la hipocresía. Me encanta porque es muy meticuloso, observador, analítico, cuida el detalle... Todo un cerebrito que juega con la mejor de las armas: su inteligencia y su confianza. Sabe la verdad y sabe cómo emplearla para manipular a todo el mundo, buenos y malos. Usa métodos poco ortodoxos y quizá es lo único que lo identifica como villano, pero en nada de lo que hay detrás se le puede quitar la razón, lo cual lo convierte en alguien verdaderamente admirable... y peligroso. 4. Lee (Hasta los huesos) Bienvenido una vez más al ránking, Timothée. Es un placer tenerte por segundo año consecutivo, esta vez en un puesto más adelantado. Lee es como su compañera Maren y a la vez distinto. El matiz que me ha llevado a considerarlo para el top es todo su trasfondo. Lee no huye de lo que es, ha asumido que tiene que comer carne humana, pero trata de conservar humanidad lanzándose solo a por la gente deplorable, en plan justiciero. Posee un buen corazón, tan bueno que en su caso es él quien abandona a la familia para encontrar su camino, para protegerlos, porque se siente algo avergonzado por lo que podrían pensar de él y porque está traumatizado por los abusos del pasado. Chalamet ya es un experto integrando la oscuridad y la luz de sus personajes a partir de la rebeldía natural y el buen humor. Lee es un personaje muy trágico, pero cuando ama lo hace por completo, se desvive por los demás. Luca Guadagnino sabe sacar lo mejor de sus actores, lo tengo clarísimo, porque solo a través de ellos una trama que genera asco o repelús como mínimo se vuelve romántica y adorable. 3. Julie (La peor persona del mundo) Vamos con la persona que es el prototipo de ser humano: el que tropieza dos veces con la misma piedra, y tres si cabe, el que no tiene claro lo que quiere y vaga de aquí para allá, probando de todo, no destacando en nada, volviendo a probar, yendo de flor en flor... Hay cosas que Julie cree que tiene claras, sin embargo, hasta que no las tiene. Es una chica que decide eliminar la responsabilidad del autoconocimiento mirándose con los ojos de los demás, confundiendo amor y deseo y rompiendo muchos corazones. Pero lo importante es que la vida la va orientando y ella sola se descubre madurando y observando sus errores, cambiando de opinión varias veces. Julie es el quebradero de cabeza que somos todos por dentro y, en algunos casos, por fuera también, uno de los personajes más complejos que he tenido el placer de conocer. Querida Julie, no eres la peor persona del mundo: solo eres una persona y te mereces más paz. Por eso entras en el podio, enhorabuena. 2. Andrew (Bailando por la vida) Nadie me ha enseñado tanto a superar los problemas y ver la vida de forma positiva y apasionada como Andrew, el protagonista de una de las mejores películas del año. Apple TV+ ha sido un descubrimiento, por cuanto que sus series y sus películas han sido un descubrimiento. Es impresionante la de calidad que alberga en su contenido y este filme me tocó todo: la patata, la fibra, la mente... Creo que nunca había visto un largometraje tan sincero y con tanta alma y corazón. Cooper Raiff ha sido mi descubrimiento del año y creo que si su historia funciona tan bien es porque pone mucho de su propia experiencia en ella, como estudiante, como aprendiente vital, como hombre joven abriéndose hueco en el gremio... Normal que su Andrew resulte tan natural, para mí no hay ningún artificio, no se inventa nada. Es él, jovial, carismático, divertido y empático, un Peter Pan dejando un poco más de luz para los niños perdidos. Gracias, Andrew. 1. Kiri (Avatar: el sentido del agua) Kiri es un poco la versión na'vi y femenina de Andrew, así que también fue amor a primera vista. Kiri es una adolescente con muchísima sensibilidad que conecta con todo el cosmos de un modo único y ejemplar. Es alguien que ama la vida y cuanto la rodea, pero es joven, está aprendiendo y tiene sus altibajos, se pelea con sus hermanos, es algo burlona y cabezota. ¿Lo más increíble? Es Sigourney Weaver a sus setenta y pico reencontrándose con su yo de catorce años. No sé si es por este caso tan extraño, por su buena escritura o por su buena dirección, pero Kiri es especial y, por favor, ¿habéis visto qué diseño tan chachi? ¡Me encanta! Hippie como su madre. Kiri es la clase de ser que me invita a forjar una amistad con ella y también es lo que necesita no solo Pandora, sino la Tierra. Ojalá más personas escucharan con tanta profundidad a su planeta y su rico mundo interior. Y aquí concluye mi aventura escrita. ¿Qué sabor os ha quedado? Sé que es difícil, pero ¿coincidís en algún personaje? ¿Qué otro hubierais añadido? ¡Nos vemos en Twitter y en YouTube para el resto de tops!
Post de Naiara Salinas En una era de avances tecnológicos, resulta bastante natural explorar los límites de dicha tecnología y ver cómo se cohesiona con las viejas formas. La gente que se dedica al apartado de los efectos visuales (los conocidos como VFX) se deja la piel frente al ordenador para convertir la imaginación de cineastas y guionistas en algo aparentemente tangible, pero quedarme en esa descripción no les haría auténtica justicia, ya que lo digital no se detiene en lo fantástico, sino que hoy en día lo podemos ver incluso en contextos realistas. El alcance actual de la posproducción ha facilitado los rodajes logrando, por ejemplo, que una escena filmada durante el día pueda transcurrir de noche en la ficción. Lo que quiero decir con esto es que el cine cada vez encuentra menos fronteras en su creatividad y los equipos se atreven a jugar en planos más conceptuales. Antaño, para rodar una batalla en un volcán seguramente los encargados de los efectos especiales (FX) habrían tenido que recrear la lava y causar alguna explosión en un monte, mientras que en el presente basta con un decorado rodeado de croma azul o verde. Supuestamente eso abarata los costes, así que es normal que su uso atraviese una época dorada sabiendo además que el público cada vez se sumerge más en (y gracias a) esta manera de presentar mundos. Sin embargo, también es una era dominada por la nostalgia donde perviven los artesanos que creen en el trabajo manual, no por tener menos imaginación, sino porque les apasionan los retos y sienten cariño por la animación partiendo de lo explícitamente físico. Tal y como lo veo, en la vida puedes ser como el hada de Cenicienta, que transforma lo ordinario en extraordinario dotándolo de belleza, o el hada de Pinocho, que otorga expresividad y movimiento a lo inerte sin modificar su apariencia. Ni una ni otra es mejor o peor: son dos tipos de visión laboriosa (una más intelectual y otra, más física) que cooperan para que las historias se nos transmitan y nos encandilen a primera vista. Aun así, llega un punto (y esto lo estamos notando mucho últimamente) donde lo visual se superpone sobre la narración. ¿Cuántas veces en los últimos años has acudido a ver un blockbuster y has pensado que técnicamente era espectacular pero la historia tampoco te había transmitido tanto? ¿Nos estamos dejando llevar por el síndrome Stendhal? ¿Ya no tenemos gusto por los guiones o es que todo resulta tan repetitivo a estas alturas que, ya que vamos a ver un producto AUDIOVISUAL, mejor que esté bien hecho? ¿Y no pueden conciliarse ambas cosas? Mi filosofía siempre se orienta hacia la narrativa y un buen diseño de producción no debería sino potenciarla, darle más appeal. Por supuesto que quiero ver producciones bonitas con una banda sonora excelente e interpretaciones de Oscar: el cine y las series se pueden dar el lujo de crear espectáculo como el teatro porque son espectáculo y entretenimiento. Pero hace mucho tiempo que se han convertido en algo más para los espectadores que, como yo, los ven como una especie de refugio, un reflejo subjetivo de lo cotidiano, los anhelos y los miedos que el ser humano no se atreve a expresar. Casualmente este mes se han estrenado dos largometrajes que encajan mucho en esta reflexión que planteo y, como tenía muchas ganas de dedicarles una reseña, he decidido unirlos en un solo artículo para analizar cómo se conjuga su tecnología y/o artesanía con su trama. ![]() El Pinocho de Guillermo del Toro: una aproximación más oscura y adulta Uno de mis estrenos más esperados este mes, a pesar de la pereza ante una nueva adaptación del clásico literario tras la última fallida de Disney, era la propuesta de uno de mis directores favoritos, caracterizado por su enfoque fantástico y sombrío, siempre muy vinculado a la muerte, la guerra y la pobreza. Que la de Guillermo iba a ser una versión más libre con respecto a las múltiples que conocemos era lo que esperaba, y precisamente esa concepción es la que ha jugado a favor de un guion que trastoca el nacionalismo italiano denunciando el efecto de un gran conflicto sobre la población más inocente: los niños. El relato del mexicano no solo contiene referencias a su original, sino que da un paso más al ubicarlo en el contexto del fascismo del siglo XX, con lo que se desvincula de casi todo lo anterior, tan solo manteniendo los personajes esenciales y algunos elementos mágicos. La moraleja se vuelve más compleja, alimentada por esta dimensión histórica, y el camino hacia ella resulta más crudo y emotivo. Teniendo en cuenta el salto importante que pega esta sinopsis, que nos regala momentos tiernos y simpáticos en una realidad dolorosa con un foco más general, lo del stop-motion es solo un plus. Mi admiración por esta técnica tan exigente de paciencia queda eclipsada por una historia que observo con la mano en el pecho y los ojos humedecidos en varias escenas. Tiene gracia que esta trate la imperfección (y no solo en el protagonista, ojo, eso es lo mejor), porque para mí se corona como el mejor estreno animado del año (con perdón de Chip y Chop), muy sincera y humana, realizada con mucho mimo, sí, pero sobre todo alma. Retomando el aspecto técnico, Del Toro continúa defendiendo con firmeza su fotografía tenebrista, la cual, en este caso, juega oportunamente con los contrastes más extremistas entre los tonos cálidos (muy naranjas) y fríos (azul marinos) como una forma de simbolizar el milagro que supone Pinocho en medio de tanto horror. En cuanto al diseño del muñeco de madera, llama la atención que siempre se presente desnudo salvo por los pies y no sea escandaloso porque se le trata como un ser completamente mágico en lugar de una persona. Que conste que con esto me refiero más a la parte externa; el cineasta conjuga tan bien como sabe el lado folklórico con el realista y emplea la condición de su protagonista para ensalzar el espectáculo (ficción) como una luz inspiradora en tiempos oscuros (incluso Pepito Grillo se nutre de esta filosofía al presentarse como autor de este cuento). Internamente, se aprovecha para abrir un diálogo sobre las expectativas en las relaciones paterno-filiales exponiendo mucho más de Geppetto como padre viudo (por cierto, el homenaje al escritor del libro, Carlo Collodi, a través del personaje del hijo me tocó demasiado la patata). Conclusión: en un filme donde Pinocho acierta y se equivoca continuamente (y no solo una cosa hasta el final) y el espectador puede mosquearse con el trato injusto que le da a veces su siempre tan afable padre, no se puede decir que no prime la narración. Aun así, mucho se comenta de lo que le ha costado a James Cameron traer sus secuelas de Avatar, pero a don Guille no le ha resultado más fácil: unos catorce años le ha costado, ¡catorce! Espera que ha valido la pena. Siempre he quedado encantada con los productos animados de su sello, pero este está en otro nivel. Es muy bello, dinámico, un poco más largo de lo habitual también (introduce unos cuantos conflictos nuevos) y me ha dejado una huella que no esperaba. Oscar YA. ![]() Avatar: el sentido del agua: Pandora se expande ¿Que Cameron y Del Toro son tan amiguis que hasta compartieron piso un tiempo? Pues también comparten esta entrada. Jake Sully y Neytiri regresan con una buena prole y, por rehuir un confrontamiento directo con un viejo enemigo, abandonan el nido y buscan refugio en una tribu más conectada con el océano, forjando nuevos lazos de amistad, rivalidad y romance y reaprendiendo las costumbres. No se puede decir que Jimmy no sea ambicioso (sí egocéntrico); su construcción de Pandora y sus habitantes me fascinó desde el principio y continúa en esa línea. Su imaginación a la hora de concebir mundos y culturas es tan admirable como su tecnología punta. ¿Ha hecho historia del cine? Ni siquiera los detractores lo niegan. Pero ¿hasta qué punto se justifica la espera de esta entrega, que ha estado horneándose trece años (con solo tres dedicados al rodaje)? Audiovisualmente es tan digna y maravillosa como se esperaba, pero tampoco puedo afirmar que perfecta porque, suponiendo que saldría de la sala ojiplática, tomé la decisión de verla primero en 2D para apreciar la narrativa sin esa «distracción». Y no estoy diciendo que no sea preciosa, ni logre unos planos de quitar el hipo, pero en comparación con su predecesora poco vi de especial, exceptuando las escenas acuáticas tan limpias (que como ocupan un 85% del metraje bastarían para el sobresaliente). Así que si queréis disfrutar de Avatar 2 en todo su esplendor os recomiendo encarecidamente ir directos/as/es al 3D (yo es que soy una rebelde). ¿Qué hay entonces de la trama, es tan ambiciosa como había prometido el director? Ahí sí me pongo más tiquismiquis y respondo... que no. O más bien regular. El lore se desarrolla increíblemente, ojo, ahí no pierde fuelle: me encanta la nueva tribu, me encanta su espacio, me encanta su diseño y cómo conectan con las criaturas marinas. Me gusta el desarrollo de Jake y Neytiri en un rol más pacifista como padres tanto como sigo disfrutando verles en acción, porque las batallas están súper bien coreografiadas y ellos son muy badass. Pero el único punto fuerte que tiene la historia y del que espero que siga tirando es la nueva generación. Toda la familia me ha calado, pero esta vez son los hijos y no los progenitores los que cargan con el mayor peso dramático y la mayor complejidad por cómo se ha generado su conflicto, desde el hijo humano adoptado que, aparte de ser despreciado por la madre debido a su origen, se ve entre la espada y la pared cuando se le presenta la ocasión de conocer en profundidad a ese «origen», pasando por el hijo mediano que intenta quitarse la etiqueta decepcionante acuñada por sus padres y llegando hasta la hija adoptada tan mística como su origen en incógnita. Spider, Lo'ak y Kiri son los mejores personajes de esta secuela de lejos, aunque mi Oscar va para Sigourney Weaver por hacerme creer que es una adolescente (el avatar ayuda mucho, cierto, pero no lo es todo). ¿Qué me pica, entonces? Principalmente dos aspectos y medio: 1) la estructura apenas innova con respecto a la primera y carece de esa diversidad y originalidad que Cameron aseguraba, repitiendo muchos momentos (solo que en otro contexto) y dejando casi en parálisis a Jake y Neytiri, lo cual causa que su duración tan extensa sea cuestionable, ya que, aunque nunca me canso de explorar Pandora y conocer a los personajes, apenas acontecen novedades y hasta el clímax anda ahí ahí (como batalla final me pareció más grandiosa la primera, confieso); 2) no soporto las resurrecciones. Los antagonistas de esta saga son los humanos colonizadores y de ahí se puede obtener suficiente para trazar cada ronda (de hecho, aquí entran en acción los cazadores y molan mucho). Aunque no tengo nada en contra de Stephen Lang, su presencia alimenta en buena parte la sensación de que se estira el chicle más que se inicia un capítulo nuevo y, si bien da mucho juego cuando hablamos de su relación con Spider, también acaba siendo cansino. Cada vez que se emplea este recurso en cualquier historia acuso una pereza creativa y un miedo a deshacerse de un gran personaje, lo que resta interés por su devenir. Conclusión: a pesar de que he terminado un poco a malas, lo cierto es que Avatar es una franquicia que siempre voy a apoyar por todo lo que ofrece, por su mensaje tan positivo y su riqueza digital y conceptual. Adoro a los na'vi: tanto ellos como su mundo son de lo más originales y hermosos. Cameron dirige con maestría a su reparto y a sus técnicos para que los admiremos, así como plantea reflexiones familiares y ecológicas muy importantes y profundas. Su posproducción es envolvente y, no sin gracia esta vez, sumergible de narices. Le pone toda su buena fe, no me cabe duda, pero esta vez sí diría que hay menos equilibrio en una historia que a grandes rasgos resulta muy simple para la magnitud de ese universo. Con todo, os animo a verla y a forjaros vuestra propia opinión (a menos que no os gustase la primera porque, como digo, son muy parecidas). Post de Rosana Rábago y Teresa Antón¡Hola, hola, allscreeners! Ya estoy de vuelta y hoy me traigo a la allscreener perdida, a nuestra querida Tessa (¡AL FIN! exclama Naia desde tierras logroñesas). Bien, os cuento, hace dos días, tuvimos la suerte de estar en el fan event de Black Panther: Wakanda Forever y claro, si hago una crítica para el periódico en el que trabajo, lo mínimo era hacer otra en All Screens. Así que nada, aquí vamos. Antes de nada, advertiros de que esta reseña es SIN SPOILERS. La crítica con spoilers, pues ya veremos cuando sale, pero mínimo le daremos unas semanas para que quién no haya visto la peli (no sé en qué estáis pensando sino la habéis visto) pues no quiera matarnos cuando acabe de leer esto. Dicho esto, ¡empezamos! ![]() Black Panther: Wakanda Forever es todo un homenaje al legado de Chadwick Boseman. Todos recordamos su muerte el 28 de agosto de 2020 y Marvel tenía que enfrentarse al reto de hacer una peli sin su protagonista. Y vaya si lo han hecho. La película es una carta de agradecimiento al T’Challa que interpretó Boseman. Él está siempre presente. Desde la intro de Marvel (gracias por hacerla con solo frases y escenas de Chadwick, Marvel) hasta el final, él siempre está ahí y claro, la emoción es fácil. No os sintáis avergonzados si acabáis llorando, alguna (ejem, Tessa y Naia, ejem) lo hicimos ya nada más empezar así seguro que duráis más que yo. De todas formas, quiero destacar que la película no se deja llevar por el melodrama en este momento. Decide hacer un homenaje, sí, pero también da el paso a la historia de Suri (Letitia Wright) pronto y no busca explotar los conductos lacrimales de los fans para hacerla “emotiva” y ser simplemente una forma de explotar a Boseman. Creo que es más digno lo que han hecho, y quiero aplaudirles por su decisión. La cultura africana continúa siendo la gran protagonistaBien, dicho esto, que es lo que más nos ha gustado, pasemos a la parte que hizo famosa a Black Panther desde el principio: esa representación de las minorías. Los negros siguen representados y, ahora, especialmente las mujeres. De hecho, quitando a Ross (Martin Freeman) el cast es puramente femenino (aunque mantengo que tengo la sensación de haber visto más bien poco a la Okoye de Danai Gurira) y es algo que agradezco sobremanera. Es seguir un poco el juego que ya había plantado She-Hulk y que Marvel mande el mensaje de “sí, nos gustan las mujeres superheroínas y las vamos a mantener”. ![]() Pero no solo las mujeres afroamericanas saldrán contentas de la sala de cine, también los latinos. Ellos se van a sentir muy identificados con el Namor de Tenoch Huerta. Él es el villano de esta película. Pero es un antagonista con el que empatizas. Comprendes por qué hace lo que hace y su evolución es de esas que te hacen decir, sí quiero más. Es un personaje que llega a Marvel para quedarse y se nota. Namor resulta uno de los puntos fuertes de la película. Funciona muy bien como villano, es interesante, bastante desconocido para alguno de nosotros, bebe de mitologías y folklore lo que le da un aire antiguo, y resulta diferente a lo que teníamos últimamente. Si bien sus motivaciones pueden ser poco originales, es por el hecho de que si un cliché se repite es porque funciona. Creo que la presentación y el desarrollo del personaje están muy bien llevados, pero también opino que solo han arañado la superficie y que queda mucho más por mostrarnos de su personalidad. O tal vez simplemente sea que amo a los villanos y soy cero objetiva, puede ser. Y pasemos ahora a la cultura. Si con la primera película ya reflejaron algunos aspectos de la cultura africana, aquí lo han conseguido aún más. La película muestra un gran trabajo de documentación para ser capaces de mezclar tanto la cultura africana con la wakandiana, como la maya con Talocan. Han utilizado elementos, construcciones, celebraciones, vestuario, incluso creencias de ambas culturas para otorgar a la película de una dimensión más profunda y se nota la dedicación que han puesto. La fusión de culturas antiguas y otras futuristas sigue siendo impecable. Y si en un punto de todo esto me parece que han destacado, es en la música. Esta película puede nominarse ya a mejor sonido score ya que tiene una selección musical maravillosa, que mezcla estilos modernos, latinos y africanos dependiendo de la trama de ese momento y el personaje en pantalla y la forma de jugar con la música me ha parecido preciosa. Con apunte especial a la edición de sonido y los juegos de silencio para resaltar algunas escenas. Riri Williams enamora![]() Y ahora, otra cosita que a mí personalmente me encanta pero que entiendo que muchos odiarán (sobre todo los que no tengan Disney Plus): la conexión entre series y películas de Marvel. Black Panther: Wakanda Forever sirve para introducir a Riri Williams (Dominique Thorne). Ella será la protagonista de Ironheart (por si alguno está escondido en una cueva, una de las series de la fase 5. Creo que prevista para primavera de 2023). Y os tengo que reconocer que, aunque al principio me rascó un poco ver un pseudo Iron-Man en esta película, cuando salí de la sala de cine solo quería saber cuándo llegaba Ironheart a Disney Plus. Me encanta la introducción que hacen de ella. Es un personaje que enamora desde el principio y que consigue lo mismo que he sentido con personajes como Kamala Khan en Ms. Marvel o América Chavez en Doctor Strange en el multiverso de la locura, querer saber más de ellos. Y eso que desde el principio no me hacía mucha gracia tanto personaje nuevo, pero que le vamos a hacer, Marvel sabe ganarme. Riri se presenta como un personaje divertido, con los toques de humor a los que nos ha acostumbrado Marvel. Es también nuestro primer vistazo a la vida universitaria en el UCM, aunque algunos ya apuntan para ahí, por lo que puede convertirse en una mezcla entre serie universitaria, serie de superhéroes y un poco de comedia. Igualmente, la primera impresión, aunque buena, no dio pie a pensar que será la serie más innovadora. ConclusiónUna película muy emotiva, con empoderamiento femenino y que sirve para que tanto los fans como la propia Marvel nos despidamos del T’Challa de Chadwick Boseman y agradezcamos al actor todo su trabajo. La parte visual, espectacular: Talokan nos encantó visualmente y queremos saber más de este pueblo submarino que seguro dará mucho que hablar. Pero no podíamos acabar esta review sin entonar estas palabras: ¡Wakanda por siempre!
Puntuación: 8 (para ser claros, Rose le da un 8; Tessa un 7,5 y Naia un 8,5) Post de Naiara Salinas El viernes pasado se estrenó en Amazon Prime Video Catherine called Birdy, adaptación de la novela homónima de Karen Cushman sobre una joven de catorce años a quien su padre se empeña en desposar con un hombre rico a cambio de tierras y dinero para paliar la crisis económica que afronta la familia. El caso es que la muchacha, un espíritu libre con gran imaginación e ingenio, se negará en rotundo a pasar por el altar y pondrá a prueba la paciencia y el amor de sus padres con sus múltiples contraataques a cada propuesta casamentera. ![]() Desparpajo liberal a la Dunham Quien tuviera el placer de conocer a Lena Dunham en la inolvidable Girls puede que no se sorprenda con la ligereza con la que la directora se adentra en el contexto medieval para enredar todo su sistema y anclarlo al nuestro, donde las niñas tienen derechos y deben unirse para batallar por ellos. Catherine called Birdy se nutre bastante del panorama actual y, como bien hizo Enola Holmes hace apenas dos años, se convierte en una comedia con una protagonista de armas tomar que se lía a leches con quien haga falta, le levanta la voz a su mismísimo padre autoritario, se va de juerga con su tío favorito y, sobre todo, repele y huye de las normas patriarcales que le obligan a ser una dama. Lecturas feministas a un lado, la película se desenvuelve con un tono muy jovial lo suficientemente entretenido, donde no faltan covers de canciones pop y gags satíricos que acentúan más la ruptura temporal y, por ende, la diversión. ¡Incluso rompe la cuarta pared alguna vez! Bella Ramsey sostiene la narración todo el tiempo (en más de un sentido, ya que también es la narradora de su diario) volviendo a demostrar por qué se hizo con nuestros corazones interpretando a la pequeña osa Mormont en Juego de tronos. Mismo espíritu aquí, en un contexto menos lúgubre, aunque la suya no es la única cara ponienti reconocible (también está Dean Charles-Chapman, el querido Tommen Baratheon, que interpreta a su hermano mayor un poco más atontado). Mejor resulta cuando interactúa con Andrew Scott y Joe Alwyn, dos hombres que son la cara y cruz de una moneda: el que le pone esposas y el que aboga por su libertad. Menos libre es su amigo monje (Archie Renaux, de Sombra y hueso), cuyos votos sellan su matrimonio con Dios (la gracia del filme es que, lejos de presentar ese momento como algo tan hermético, le pone su morbillo con un toque fresco. Para mí, de las escenas más divertidas). Billie Piper (Penny Dreadful, Doctor Who) es la sufrida madre destinada a parir herederos, pero siempre engendrados con amor porque, tan serio donde lo ves, en el fondo el patriarca es un modelo de cabeza de familia y nadie puede negar su amor por ella. La estructura es bastante determinante al presentar el mundo y los personajes de Catherine, cuyas peripecias seguimos al más puro estilo Dunham mezclado con novelas de coming of age. Tiene un rollo muy similar a Mi gato Angus, el primer morreo y el plasta de mi padre, para que me entendáis (no faltan el mejor amigo campesino y la mejor amiga guapa), pero por la importancia que se da a la figura de las aves (muy presentes en la trama) como metáfora de la madurez («volar del nido») y la propia búsqueda interna de «Birdy» (no confundir con la cantante), en mi caso también ha terminado recordándome a Lady Bird, el largometraje que firmó Greta Gerwig con una también rebelde Saoirse Ronan alzando las alas. Conclusión
Catherine called Birdy no es una película que te vaya a resultar imprescindible, pero sí garantiza un buen rato y una distracción con un reparto llamativo con química satisfactoria y donde hay papeles que simplemente por sus interacciones ya te sacan la risita (Scott está tremendo, todo hay que decirlo). Lanza un mensaje decisivo a favor de la autonomía en la toma de decisiones como parte del desarrollo (sobre el título de este post, casi sería mejor decir que Lady Bird revoluciona la Edad Media con esta modernización), aparte de ser una degustación muy ligera que no llega a las dos horas. Si os encanta la mezcla cultural random os animo a darle una oportunidad, desde luego. La Dunham sabe lo que se hace. Lo mejor: los personajes y sus interacciones, las idas de olla de Birdy para espantar a sus pretendientes y que una de las covers «medievalizadas» sea «Fade into you» (aunque el momento en el que suena da un poco qué pensar sobre la relación de los protagonistas... Nah, es broma, soy una espectadora de La casa del dragón, no se podía esperar menos, jiji). Lo peor: poca cosa, la verdad. El acento inglés es súper marcado, así que ojito con quitarle los subtítulos si la veis en V.O. Por lo demás, me parece que cumple su función. Quizá me hubiera gustado ver más de algunos secundarios cuyas historias se mencionan pero luego no se desarrollan, lástima. Puntuación: 7,5 |
El diálogo cinéfilo de la semanaRuido de fondo
Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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