Post de Naiara Salinas Tras ser pesada durante todo el fin de semana, la etapa bellabestiantástica se cierra con esta crítica de la nueva adaptación que tanto tenía ganas de ver y tanto de reseñar (cuanto más te gusta algo más quieres hablar de ello). SPOILER ALERT. Venía advertida de los pros y los contras, pero previamente, tras verme todos los trailers y clips promocionales lanzados tanto en español como en inglés, ya me había configurado mis propias expectativas, y celebro que se hayan cumplido. ¿Que esta película es un calco de la de 1991? No. Estrictamente hablando, un calco es una copia igual, gemela, que la original. Pero esta readaptación no viene a ser precisamente un calco sino una revisión. Eso es lo que prometía el director, Bill Condon, y eso es, a mi modo de ver, lo que han hecho. Por supuesto que los escenarios, los personajes y el desarrollo de la trama son los mismos, pero también entran en vigor dos factores que obligan a modificar el guion irremediablemente: que ya no estamos ante una cinta de animación y que ya no estamos a finales del siglo XX. La historia se moderniza no solo para adaptarse y darse a conocer a las nuevas generaciones sino también para ofrecer a los viejos carcamales un poco de novedad, a través de esas curiosidades que no se satisficieron en su día y que para mí es lo más atractivo del filme. El hecho de aportar un pasado a todos los personajes les otorga mayor realismo, uno que, además, en una historia de fantasía con actores de carne y hueso resulta necesario porque cambia la forma en que el público la recibe y/o percibe. Prejuiciosamente uno siempre asocia la animación de Disney a lo infantil, a lo fantástico, a la explosión de luces y colores y ausencia de rasgos como la sangre (en otras palabras: a lo extravagante y artificial, que nada tiene que ver con el mundo real). Se cuentan historias presentes sin ningún background profundo porque, al igual que un cuento, parte del "Érase una vez" para mostrar la evolución de un protagonista y cómo llega a su final feliz. Es decir, si dibujamos una línea del tiempo, los dibujos de Disney siempre avanzan de un punto a otro, pero no dibujan un tercer punto más atrás. No sabemos cómo se criaron Mufasa y Scar, cómo fue la infancia de la Cenicienta con su padre y su madre, cómo fue la de Mulán, cómo llegó la madre de Dumbo al circo... Todo ello contribuye a agrupar a su público en una edad, ya que los mayores "no tragan tanta ñoñería" (en ese sentido Pixar se ha sabido acercar mejor a ellos). Repito, esto lo digo prejuiciosamente hablando, oseasé, desde una perspectiva general. Buena parte del trabajo que están realizando los remakes actuales es explorar ese pasado y no limitarse a contarlo con un narrador sino a mostrarlo, y, dado que el público ya conoce la versión animada, es una buena excusa para acercarse al mundo real y empezar a enganchar a adultos también, que se encuentran con una trama verosímil y psicológicamente mejor llevada, es decir, adiós al tópico de "Disney solo es para niños". Esta es una reflexión en la que llevaba tiempo trabajando y me alegra que este largometraje me haya ayudado a expresarla. La acción real ayuda a profundizar en temas, ya que la gente está viendo personajes reales y eso mueve su empatía hacia ellos. En La bella y la bestia tenemos a un príncipe y a una joven campesina que perdieron a sus madres siendo muy pequeños, lo que les ha marcado a su modo. Lo importante es que sabemos más de sus vidas personales más allá de la historia romántica, y no solo sucede con ellos sino con el resto del pueblo y los sirvientes. Cómo Gastón viene de la guerra y está un poco trastornado y asalvajado por ella, cómo LeFou le respalda tanto por ser su compañero como por sus sentimientos hacia él, cómo el padre de Bella arrastra el recuerdo de su difunta esposa e intenta proteger a su pequeña de cualquier mal, cómo son las relaciones entre los criados y los pueblerinos... La película añade aspectos que no solo la dotan de realismo sino que además la mejoran y la explican sutilmente, ya que se rompe la barrera escéptica que creaban las famosas preguntas sin respuesta de la versión de 1991: por qué los aldeanos no recuerdan que tienen un príncipe (todo forma parte del hechizo), si los criados tenían vida más allá del castillo (la tienen, vaya si la tienen), por qué el pueblo sigue tan ciegamente a Gastón (es un héroe a sus ojos, pero tampoco le atosigan. Le admiran, pero si comete errores lo paga. Solo cuando creen que tiene razón le siguen en serio)... Que se cuiden detalles como el analfabetismo de la población campesina, la situación de la librería en una iglesia y las costumbres de matrimonio suman puntos. Al mismo tiempo, esta explayación, que no hace que el filme sea más largo (un acierto del guion el lograr condensar la historia que conocemos más las nuevas aportaciones en el tiempo justo), sirve para incluir elementos del cuento original, algo modificados. Por ejemplo, vemos el momento en que Bella le pide la rosa a su padre, y otra gran alusión es el libro mágico que la bestia le muestra, que también es un elemento del original, solo que ahí era un anillo. En fin, todos los cambios que han metido en el argumento son excelentes y no tengo queja de ninguno. La intervención de la bruja, cómo Gastón al principio sí se muestra dispuesto a cooperar con Maurice para rescatar a Bella pero termina cambiando de opinión cuando él le niega a darle su bendición para casarse con ella... Desde el comportamiento de los personajes hasta la coreografía de los números musicales; todo logra que esta película no sea un calco y acapare más espectadores. Aunque, de todas formas, las partes que se "imitan" para mí no resultan desechables tampoco (¡me han devuelto la infancia!). Ahora bien, pese a esas bonitas palabras que le he dedicado, queda todavía muy alejada de la perfección. La revisión del clásico acierta en la profundidad, pero no demasiado en intentar mantener lo que considera "lo mejor" de la anterior, es decir, los números musicales. La crítica va en concreto para el más animado de todos, el de "Qué festín", que busca lucirse con exactamente la misma coreo que la original aprovechando el uso destacado del CGI, olvidándose de que el esplendor animado no es el mismo que el de la acción real, y en este caso los dibujos sí parecen más acordes para este espectáculo. Leí el sábado una crítica (creo recordar que de El palomitrón) que acusaba al filme de desmejora por intentar recuperar aspectos con los que solo la animación consigue causar admiración. La reitero porque creo que es una opinión muy acertada y aplicable a este caso, que se antoja un tanto extraño en ese nuevo mundo más realista. No por ello me cierro en banda y crucifico al director y al guionista, sino que tan solo declaro que no me pareció tan brillante. Otros números, por el contrario, como el de Gastón, quedaron excelentes. Las piezas musicales son buenas cuando logran adaptarse a las circunstancias, y las que mejor lo logran son aquellas que no imitan de pe a pa la versión de dibujos sino que se reelaboran como si esto fuera otro musical. En cierto modo lo es, ya que las motivaciones de los personajes cambian, o más bien son más complejas, y ello debe expresarse en las canciones. Por eso la adhesión de nuevos temas me pareció una idea preciosa, ya que no solo mantienen el listón sino que permiten oír más voces, como la del padre de Bella y la bestia. Esto me lleva a la siguiente pega: el doblaje. Si tenéis la suerte de tener unos cines que ofrezcan la película original con subtítulos, por favor, id a esos, porque seguro que gana mucho más, y no lo digo por los diálogos sino por la música. Para mí oír a Michelle Jenner volviendo a doblar a Emma Watson es exquisito, me devuelve a los tiempos de Harry Potter. Pero es la clase de adaptación cuya música haría bien en dejarse intacta. Entiendo que en esto han querido ser fieles al Disney antiguo, pero cuando podemos ver la cara de los actores ¿no es mucho más apetecible escuchar sus voces originales al cantar? Luke Evans, Josh Gad, Dan Stevens, Emma Watson, Emma Thompson... Todos tienen talento (algunos más que otros), pero nunca lo sabremos si nos limitamos al doblaje. Por eso, o escucháis la lista de reproducción disponible en YouTube o volvéis a ver la película en inglés. Aparte, en la actuación de Bestia se les va el tono de monstruo a uno más humano, se nota y queda mal. Para mí el doblaje musical es algo que solo queda bien en animación, no sé por qué. Así que podría decirse que mi visión global es de aplausos. El príncipe es mucho más atractivo y más divertido (esa sonrisa que ilumina, oins). El reparto realiza un buen trabajo y nadie como Emma (quien, por cierto, es mi actriz favorita) para encarnar a un personaje aventurero, feminista, independiente e intelectual como lo es Bella. Se nota enseguida qué hay de la actriz en la muchacha y qué de la muchacha en la actriz. Da la impresión de que ambas se sienten diferentes al resto. Aparte, convertir a Bella en un personaje creativo es acorde a los pájaros con los que convive en su cabeza. A algunos les parecerá sobreactuada, otros no la verían nunca interpretando a una princesa Disney... Yo, en cambio, las veo muy iguales: aman la literatura y no están dispuestas a dejar que un hombre gobierne sus vidas. Hablando de esto, la actualización del largometraje a la nueva era merece igualmente el elogio. No solo por el nuevo enfoque de la relación entre Bella y Bestia y el personaje homosexual, sino además por la inclusión de un transexual (o travesti, según se mire) que se ve a las claras en la escena del asalto al castillo, cuando el armario viste de mujeres a tres "mosqueteros" y uno de ellos se marcha con una sonrisa en los labios.
Ewan McGregor se sale. Su acento francés resulta muy creíble y aporta la gracia, la espontaneidad y la galantería que caracterizan a Lumière. Gastón y LeFou suman otra estrella. Y, por supuesto, la dirección de arte, por plasmar tan bien los objetos mágicos y el escenario. El efecto especial de destrucción y paralización a cada momento que cae un pétalo de la rosa genial también. La transformación final era lo que más ansiaba ver y pienso que se ha resuelto estupendamente, sobre todo en la parte tocante a los objetos (la del príncipe podría haber sido un pelín más esmerada). Me ha gustado este festín, me lo he pasado mejor que en los viejos tiempos (de pequeña era incapaz de ver la escena donde hieren a la bestia, no me preguntéis por qué. Y al menos en esta versión hay más sentimiento durante la muerte). La versión animada siempre tendrá los mejores números, pero Bill Condon y Alan Menken han hecho un buen trabajo con lo que tenían.
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Agosto 2023
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