Post de Naiara Salinas Parecía que este día no llegaría nunca: el día en que viésemos por última vez a Hugh Jackman poniéndose en la piel de uno de los mutantes más carismáticos que propulsó la carrera del actor en Hollywood. Pero tarde o temprano el adiós llega, un momento agridulce para los fans que hemos crecido con este personaje, bien a través de las viñetas de los cómics o bien a través de la pantalla. El lunes fue mi turno de ver Logan y estas son mis impresiones, necesariamente CON SPOILERS, pero no demasiados. Lobezno es un personaje muy icónico que se ha ganado el cariño del público hasta estirar su aparición a lo largo de todas las franquicias de X-Men (como principal, secundario o mero cameo) y lograr la suya propia, cosa de la que no pueden presumir ni Magneto ni Mística (eran los otros dos de los que se rumoreó que caería spin off a la vez que el señor de las garras). Sus últimas apariciones ya denotaban un desgaste del pobre hombre y hasta podía sentirse cómo empezaban a aburrir al espectador de a pie, que no comprendía por qué de tan buenos mutantes que tiene la saga solo se exprimía ese. Jackman se ha metido de lleno en cada proyecto y ha terminado haciendo tan suyo el personaje que nadie se hace a la idea de ver a otro en ese papel, aunque acabará pasando (esperemos que al menos dejen pasar una buena temporada). Tras diecisiete años y dos trilogías como actor de reparto, Logan marca un punto y final en la historia de James Howlett, un largometraje que no solo le homenajea a él sino a todo lo vinculado con su pasado. Tal vez por eso uno sienta al ver Logan la madurez del protagonista en su último viaje. No solo suya sino también de la historia y la forma en que el concepto de "filme de superhéroes" adquiere tintes más psicológicos y, por ende, profundos. ¿Que hay peleas, sangre y mucha acción? Nadie lo niega. Pero es la última batalla por la supervivencia de la especie y, como tal, hay tiempo para detenerse, volver la vista atrás y realizar un repaso completo de la vida, preguntándose qué sentido tiene seguir adelante si estás solo. Los personajes que nos han acompañado toda una década han envejecido muy mal, por causa del sufrimiento padecido. Uno casi no reconoce al sabio profesor X y al guerrero Lobezno, en sus días llenos de fuerza. Ahora sus poderes han menguado y se han vuelto contra ellos, provocándoles severas enfermedades degenerativas. En el caso de Charles, uno de los mutantes más poderosos, vemos cómo eso supone un peligro no solo para su salud sino para el resto del mundo. Por eso el anciano que en su día cuidó de los jóvenes se convierte en dependiente de su ex alumno como si fuera un niño. Logan debe asumir el papel de líder que nunca deseó y por primera vez se enfrenta de forma consciente a la mortalidad, incluso más que en Lobezno Inmortal (donde perdía sus don regenerativo por causas químicas. Aquí lo hace de forma natural debido a su longevidad y al veneno que le corroe por dentro). Mientras que Charles conserva una pizca de esperanza y ganas de vivir, Logan, en cambio, asume que sus días están contados y espera el final con agotamiento, aburrimiento y cierta gana (es lo que da haber vivido tanto. Uno deja de ser consciente del tiempo y se aburre siempre). Me parece genial cómo se ha plasmado ese envejecimiento en el maquillaje y la peluquería, especialmente en el cuerpo lleno de cicatrices que le dan al héroe un aspecto demoledor, de lobo viejo que está esperando dónde aullar y caer muerto de una vez. Su propósito cambia cuando aparece en su vida la pequeña Laura, una niña mutante creada artificialmente a partir de los genes de una mexicana y otro mutante que resulta ser él mismo, así que prácticamente es su hija biológica. De modo que Lobezno no solo debe hacer de canguro de un abuelo sino también lidiar con la paternidad, algo a lo que nunca se había enfrentado, y esa parte es una de las mejores del largometraje porque resulta hasta más difícil que combatir contra un ejército de villanos por tener que ver con el talón de Aquiles del mutante: las emociones. Logan sigue siendo Logan: rudo, borde, sarcástico, realista, pesimista, terco. No cree en batallas a menos que estén perdidas. Sí cree en la independencia y en que cada uno se busque su camino. Por eso le cuesta tanto aceptar que solo él, el vejestorio que se muere lentamente, puede ayudar a la cría a llegar a su destino para salvarse. Lo único que quiere es que le dejen en paz. El viaje que emprende el mini grupo tiene motivaciones distintas. Charles todavía ejerce de protector de mutantes y es el más empático gracias a sus poderes mentales, pero la acción corre a cargo de Logan y él va en busca de su propio refugio para seguir con su vida pacífica, lejos de los problemas, ya que todo le había ido muy bien de esa manera. Laura le resulta toda una incógnita y da la impresión de que durante medio filme no sabe muy cómo sentirse respecto a ella, ya que por una parte es la causante de sus problemas y, por otro, está emparentada con él, ha nacido de su semilla y tiene sus mismos poderes. Como Xavier está inhabilitado es su turno de hacerse cargo de la enseñanza, pero nunca ha sido muy buen profesor, ya que es impaciente. Y como el contexto es de continua tensión y ambos son muy parecidos (no solo en habilidades sino también en carácter) los roces son inevitables y la relación acaba siendo complicada. Esto va cambiando y en el tercer acto se nota. La transformación de Laura empieza (SPOILER) en el momento en que habla por primera vez y comienza a mostrarse sentimental, más humana y menos animal fiero (que no es que antes no lo hiciera, pero tenía a Charles para comunicarse con su mente y dejaba que los demás la vieran como una extraña). Perder a Xavier les duele a ambos, era como el nexo que los unía. La niña entiende que su padre no lee mentes y que debe gritarle para que la escuche, y eso hace (FIN SPOILER). A nivel actoral la película se sale por todos los poros. Hugh Jackman convierte a Lobezno en una diana que recibe mazazos emocionales y físicos a partes iguales, además de concentrar en él la propia madurez del hombre que mejor lo conoce. No es de extrañar la implicación que ha tenido en los homenajes, ya que no solo van para el personaje sino también para sí mismo y la aventura que ha supuesto encarnarlo durante tanto tiempo. Se ven muchas referencias a la mansión X, a los X-Men originales, así como pequeñas alusiones a su trilogía, como las referencias a la katana de la segunda parte y al mutante Bolt de la primera, la transformación con el adamantium, el doctor que estuvo en la operación... ¡Incluso salen los cómics! POR FIN. Ver a Patrick Stewart tan debilitado asusta y enternece. Pero mis aplausos estelares, por supuesto, van para Dafne Keen, que tiene uno de los papeles más complejos por cuanto que es una sufridora que durante unos noventa minutos no debe mostrar apenas emotividad, que debe observar el mundo que conoce como si lo viera por primera vez, que es una niña que no ha conocido el amor verdadero y a la que han tratado tanto como un animal al que hay que cazar que casi se ha convertido en uno, y que ejerce mucho esfuerzo físico en sus escenas con esas volteretas, patadas, zarpazos, etc. Es dura de pelar, vale, pero ¿puede ser más adorable? Esa es la magia de la chica, que consigue que la respetes y al mismo tiempo quieras achucharla por lo mona que resulta en determinados momentos, como cuando monta en el caballito, roba las gafas, se pone a ver películas, escucha música y, sobre todo, cuando sonríe y tiene sus momentos con Logan. ¿Y qué hay del malo malote de turno? Boyd Holbrook tiene ese aire macarrilla que hace que no le tomes muy en serio, pero luego resulta ser tocapelotas de cuidado. Tal vez su mayor arma no es ese brazo metálico, ni su inteligencia (aunque tonto, lo que se dice tonto, tampoco es), sino su persistencia. Es el más duro de roer, aunque en el fondo solo sea un peón. Aparece cuando menos te lo esperas y a él le debemos el ritmo frenético y tenso de la película, ya que cuando sale hay mucho caos. Lo considero mejor villano que el doctor encargado del experimento, que por más que sea el cerebro de la operación (chistaco) resulta débil y hasta patético al lado de todos esos mutantes que utiliza. El otro no, el otro es un cazarrecompensas que viene de la vida dura y del esfuerzo físico, y cualquiera deseoso de perseguir a Lobezno debe poseer fortaleza. Por otra parte, tiene un humor negro que al señor de las garras irrita pero que al espectador causa cierta admiración y entretiene. Escenográficamente el filme es duro y sangriento, más gore que de costumbre, una alusión a las versiones más modernas del cómic, pienso yo (me parecía que esto podría haber dirigido por Quentin Tarantino o Frank Darabont). La trama contiene partes un tanto predecibles porque son como una costumbre asentada en cualquier historia protagonizada por Lobezno (a saber, SPOILERS: la familia amable que ayuda al mutante en su huida y la casca de forma violenta, peleas en los bosques, un doppelganger poderoso por ser cruce entre varios mutantes, un amigo traidor que revela, aunque no quiera, el paradero del grupo y la clásica alusión a los orígenes del prota. FIN SPOILERS). Eso no es malo esta vez porque se supedita al homenaje, es como si el director y el guionista dijeran: "Esto es lo que convierte una película de Lobezno en una auténtica película de Lobezno". Hay tiempo para risas, hay tiempo para exclamaciones de sorpresa, hay tiempo para horrores y hay tiempo para lágrimas. Logan es el mejor punto final por cuanto que es el punto más humano en toda la historia de este mutante. Te enseña que la vida es supervivencia, un viaje donde el pasado va de la mano y el futuro es una incógnita indescifrable. Por fin se puede decir que este hombre ha vivido de TODO.
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Agosto 2023
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