Post de Naiara Salinas ¡Buenas, gente! Lo primero: me complace estrenar 2018 en All Series con dos propósitos cumplidos (que en realidad conforman uno solo). Como sabéis, la semana pasada me inflé un maratón de contenidos televisivos y cinematográficos únicamente de Netflix. ¿El objetivo? Acabar ciertas series y ver otras pendientes, más buscar nuevas recomendaciones cinéfilas. Se podría decir que lo conseguí, aunque no fue tan intenso como hubiera deseado (de hecho solo llegué a ver dos series, no las tres que me había planteado -no hay suficiente tiempo en esta vida-). Hoy os traigo mis reviews de esas joyas (SPOILER ALERT con la primera). Justicia con The Punisher Una serie que me ha costado un año ver (badum tss). Nah, es broma. Marvel y Netflix desde luego pueden sentirse orgullosos de esta ficción. Quien estuviera atento a la película de 2004 titulada igual (pero con traducción en España a El Castigador) ya se habría familiarizado con el personaje. Su mal y objetivo son los mismos, vengar el asesinato injustificado de su familia, pero el desarrollo difiere, y es que entran en juego más personajes y alusiones a los cómics. La evolución de la temporada ha sido para mí como una montaña rusa: intensa, con sus bajones, su lentitud hacia la cima... No estoy segura de que este símil pueda considerarse positivo o negativo (depende de si te gustan las montañas rusas o no), pero a una serie que en general me ha gustado he de achacarle varios defectos. Uno de ellos tiene que ver con la progresión. The Punisher no engancha desde su piloto, dado que la función de este es darnos a conocer el destino de Frank Castle tras despedirse de Daredevil y CIA. Con aires muy hipsters, el hombre se oculta y decide llevar una vida humilde lejos del castigo, trabajando en la construcción. Todo cambia cuando un tipo apodado Micro descubre que sigue vivo y empieza a acosarle con el objetivo de que se una a él para destapar el crimen de la misma organización a la que perseguía Frank, responsable de asesinatos y trapicheos en Afganistán, de la que aún quedan miembros vivos. Tras un rifi rafe muy serio, Castle termina por comprender y aceptar que Micro no es su enemigo y se alía con él, muy a su pesar. Esto ocurre en los tres siguientes capítulos, que activan la emoción, el interés y la admiración por ambos personajes. Con un ritmo inicial mejorado en cuanto a la otras producciones marvelitas, The Punisher no puede evitar decaer a mitad de temporada justo cuando la cosa se está poniendo intrigante, ya que la acción no avanza o el espectador tiene la sensación de que los personajes están atrapados en un círculo vicioso del que no logran salir. No es un "fallo" tan gordo, dado que acaba sirviendo a la trama en los episodios venideros; solo digo que tras el subidón del capítulo cuatro el cinco me aburrió enormemente, aunque hacia el final el ritmo intenso remontó. Uno de los rasgos más positivos de The Punisher es cómo se hace justicia a un antihéroe tan popular en la pantalla acomplejando un misterio que ya parecía haberse resuelto en Daredevil. Normalmente soy escéptica con los spin offs porque pienso que es intentar sacar más miga de la que hay, pero en este caso ha funcionado gracias al respeto y popurrí comicquero. Un acierto ha sido profundizar en un hombre que de toda la vida ha sido cerrado, hermético. Parece que no siente, pero sí lo hace, lo que pasa es que está sumido en una oscuridad. ¿Diferencias con el Frank que conocimos en Daredevil con respecto a este? Que no solo es oscuridad, que también muestra momentos de luz, aunque sean pequeños. Esta ficción es su oportunidad de reconectar con la sociedad, de volver a ser "humano". Veremos cómo van encajando las piezas y cómo el trauma persigue al Castigador a través de pesadillas que lo mantienen en insomnio, pesadillas que a su vez son un incentivo, un recordatorio de por qué hace lo que hace. Además, introducir personajes como Micro y la agente Madani y unir sus dramas a los de Castle convirtiendo la cosa un poco en el juego del gato y el ratón es una delicia. Lo mejor es que no se tarda mucho en conocerlos y empatizar con ellos; algo parecido a lo que ocurre con el personaje de Ben Barnes, Billy Russo (futuro Puzzle, uno de los enemigos más reconocidos de Frank), quien se presenta para variar como mejor amigo y colega del protagonista desde el ejército... que acaba jodiéndole pero bien. Osea, que es el clásico traidor, pero la forma en la que nos lo presentan logra que no tengamos muy claro si odiarle, pues su historia es quizá la más compleja, la más gris, y se puede llegar a entenderle hasta cierto punto (en el fondo no es más que un crío que ha accedido a todo con tal de prosperar y salir de la miseria en la que ha crecido, aunque para ello haya tenido que volverse contra los amigos que le sacaron del pozo). Un villano que gusta porque remite aun más a los cómics y deseamos verle en acción contra Frank tanto como al par que formaban Jessica Jones y Kilgrave. Es probablemente, de todas las historias de superhéroes que nos ha presentado Netflix, la más realista y verosímil, cuyo desarrollo y estilo recuerda más a una serie policíaca que a Marvel, sinceramente (y puede que de ahí venga su atractivo). Llena de investigaciones, crímenes... Nada de superpoderes, aunque sí un justiciero con traje. Se mantiene vivo el espíritu con el que nos encandiló Daredevil y, aunque no se mencione al diablo directamente (uno de los easter eggs que más he extrañado), tenemos a Karen Page, cuyo papel me ha convencido mucho (aunque la alusión a un posible romance con Frank me tiene en duda. La química con Matt aún está muy presente en mi cerebro, sorry). Las referencias no escasean y se cuelan de la forma más natural posible. El respeto que se le coge a cada personaje es bien grande. Aunque la historia tenga algún punto flaco, en general puedo sentirme libre de aplaudir. Sensiblería con Anne Con esta seré algo más breve, ya que es más corta. Cuando los compañeros de Tierra Cero recomiendan una serie como esta, que ya estaba en tu lista de pendientes, es inevitable sentir unas ganas repentinas de cumplir con tu propósito y disfrutar de esos siete capítulos que te ofrece la plataforma en bandeja. Una buena opción para degustar en UN SOLO DÍA, que es lo que me costó a mí, prácticamente (mi experiencia netflixiana más rápida, ya os digo). Basada en el mítico libro de Lucy Maud Montgomery, Anne nos cuenta la historia de una niña que acaba siendo adoptada por los hermanos Cuthbert pese a que estos querían un niño. La pequeña no tarda en ganarse su corazón con su verborrea y su ilusión, aunque le costará más a convencer al resto del pueblo de su valía. Es una ficción que engancha desde el principio a través de una historia y una protagonista que enamoran (la segunda con sus ocurrencias y paripés). Con unos aires muy a lo Heidi descubrimos a una niña que ha sufrido lo indecible en la vida, pero que aun así no puede evitar soñar. Su imaginación es su arma más fuerte cuando todo está en contra, unas fantasías alimentadas por su amor a la literatura (Jane Austen sobre todo) que también la vuelven una personita sensible e inteligente, capaz de absorber enseguida la información que llega a su alrededor. Parece mentira, ¿verdad? Creo que es la razón por la que se le coge tanto cariño, porque es el ejemplo del bien que hace la lectura y de cómo las historias constituyen una vía de escape a nuestros problemas, al tiempo que nos ayudan a afrontarlos. Muchas lecciones nos da la pequeña, un ejemplo de aceptación de la realidad..., aunque siempre dispuesta a mejorar. Si la comparo con Heidi es porque a sus aventuras en Avonlea se suman Diana, una niña de buena familia que se convertirá en su mejor amiga y guía en el nuevo mundo, y Jerry, el chico al que contratan los Cuthbert para ayudar con la granja mientras Anne está en la escuela. ¿No os recuerdan un poco a Clara y a Pedro? En fin, que me voy por las ramas. Luego tenemos a Gilbert, el personaje masculino que roba el show por su encanto natural, su buena fe, su disposición, su nobleza... y porque hasta a Anne llega a ponerla tan nerviosa que es inevitable pensar... que acabarán juntos tarde o temprano, je. Esta temporada no es capaz de contar toda la historia de Ana de las Tejas Verdes, pero resume muy bien su esencia y me pregunto si no habrá una segunda temporada en camino porque, la verdad, me parece muy pronto para decir adiós a estos personajes a los que suceden tantas alegrías como desgracias y cuyas relaciones se van reafirmando tras cada desventura. Tal vez la gente no entienda las rarezas y excentricidades de la niña, una drama queen bien curtida, pero no hay duda de que con su buen corazón esta es capaz de ganarse a todo quisqui. Por eso no deseo otra cosa que verla crecer y madurar más, en qué acaban convirtiéndose esas cualidades y cómo la apoyarán en una sociedad donde se empieza a pensar en el futuro de las mujeres más allá del hombre (una mirada feminista en tiempos antiguos). Un aluvión de emociones contradictorias llegan cuando sigues el porvenir de esta protagonista tan encantadora. Anne no te deja indiferente, sino que te lleva a un viaje plagado de ternura y sabiduría. Se abre el misterio sobre su pasado y el de los Cuthbert, el primero introducido por flashbacks debido a la memoria asociativa de la niña y el segundo, mediante diálogos. Esto es un cuento bien narrado y lo demás son tonterías. Pero como todo cuento necesita un final a la altura (no puede acabarse con el capítulo siete, ¡no!). Hasta aquí lo que se daba, pero esto no ha acabado. Próximo maratón Netflix: cuarta temporada de Black Mirror.
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Enero 2023
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