Post de Naiara Salinas «Hay tres clases de personas: los de arriba, los de abajo, los que caen». Tras un paso muy imperceptible por las salas, en marzo de 2020 Netflix estrenó El hoyo, largometraje español dirigido por el bilbaíno Galder Gaztelu-Urrutia y presentado durante el Festival de Sitges en octubre de 2019. A pesar de haberla visto como tantos otros usuarios de la plataforma, jamás llegué a dedicarle ni un solo comentario..., aparte del tuit informativo donde indicaba que la había visto. Quizá, no sin ironía, todavía estaba digiriéndola. Y este año, tras acabar por fin El juego del calamar y echando la vista a un 2020 plagado de doble moralidad, encuentro razones para refrescarla. Como se suele decir, llegó en el momento preciso. En la película, un hombre llamado Goreng (Iván Massagué) se despierta en una celda en medio de un complejo hermético de varios niveles con un agujero en el centro donde aparece de vez en cuando una plataforma que baja con comida. El compañero de celda de Goreng, Trimagasi (Zorion Eguileor), le explica la situación: cada nivel está ocupado por dos personas a las que reasignan aleatoriamente a otro nivel cada mes. La plataforma que cruza de arriba abajo y se detiene un tiempo en cada planta se llena cada día de comida que solo los superiores llegan a engullir. El hoyo, por tanto, se convierte en una cadena alimenticia literal donde los de arriba viven sin mucha preocupación y los de abajo... adquieren un hambre mayor que el digestivo. El hoyo es una película en apariencia muy simple, de no más de una hora de metraje, que en su fondo agrupa varias interpretaciones condicionadas por un final que confunde, que rabia, que no deja indiferente. Nunca esclarece el propósito de ese englomerado de plantas donde todo el subsuelo pelea encarnadamente para sobrevivir mientras los de la superficie simplemente alivian su hambre. ¿Dónde ocurre esto? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Es este otro experimento sociológico macabra destinado a llevar al límite la individualidad humana hasta resquebrajar su moralidad? ¿Y con qué fin? Son preguntas que como espectadores nos dejan en la impotencia, porque nunca se responden. Si eres el tipo de persona que espera que se lo den todo mascado, quizá esta no sea tu película. Sin embargo, la historia entera te entrega a cambio un cúmulo de sensaciones a través del viaje de Goreng, un protagonista elegido muy concienzudamente para presentarte el lugar y sus normas, un individuo con ciertos principios que llega ignorante y virgen como el público y que, por no saber, solo puede reaccionar ante lo que ve y sufre. Es introducido como un hombre con recursos, con título homologado, gente culta..., al que destinan voluntariamente a un infierno, solo que él no es consciente porque comienza en un nivel seguro. En la evolución de este personaje puede esconderse la clave para comprender la motivación del filme, en cómo un tipo que lee a Cervantes (el artículo que escoge quedarse, a diferencia de su compañero, que elige un cuchillo) de pronto se encuentra matando para mantenerse con vida y se otorga a sí mismo una misión para darle un poco de sentido a todo. Es una situación límite donde el hambre despierta la voracidad y conduce a la locura colectiva y al canibalismo, donde todo rasgo de humanidad se difumina a favor de la bestialidad. Donde enseguida calas a aquellos que poseen fortaleza y tratan de cambiar ayudando, una mentalidad que en esta trama se percibe muy quijotesca, es decir, una fantasía, una misión imposible (¿o no?). En resumen: El hoyo está para bajarle los humos a los que por vivir mejor consideran que no tienen que preocuparse por los demás. Te presenta la sociedad de clases de una forma original y turbia pero verosímil, al darle la vuelta a la tortilla y situar a todos los prisioneros en un grado parecido de egoísmo cuando se trata de supervivencia. Lanza una crítica severa contra el hambre: la avaricia, la gula, no solo de comida, sino también de poder, por aquellos en la cima que no tienen reparos en acaparar más de lo que realmente necesitan y dejar sobras a los demás como si fueran perros, insectos. Al mismo tiempo pone el foco en la animalización rápida del hombre cuando escasea un bien tan preciado y tan básico, por lo que cualquier otra forma de vida más cultural (literatura) se vuelve surreal. Está llena de escenas incómodas de ver, puede ser grotesca pero nunca demasiado intensa. Hay muchos análisis interesantes que han salido para llegar al quid de la cuestión y cada cual destaca un aspecto; yo defiendo que el director construye así la trama adrede, para que solo importe el qué. No perdamos el foco en lo importante y es evidente que el contexto no lo es. Lo que sucede es horrible estés en el nivel en el que estés, en la época que sea y sea la razón que fuere. No hay forma de defender esa atrocidad. Ah, y para quien quiera entender el final, este artículo. Feliz Halloween a todos. Ficha técnica El hoyo 2019, España Thriller, terror psicológico, ficción Dirección: Galder Gaztelu-Urrutia Guion: David Desola y Pedro Rivero Reparto: Iván Massagué, Antonia San Juan, Zorion Eguileor, Emilio Buale y Alexandra Masangkay. Puntuación: 7/10 Disponible en: Netflix
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Marzo 2023
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