Post de Naiara Salinas
Misterio, aventuras, viajes en el tiempo, historia, romance, ironía, humor y originalidad. Estos son los ingredientes que componen El ministerio del tiempo, probablemente el estreno español más esperado del año, tan esperado, que hasta TVE organizó el pasado jueves una premiere en la Gran Vía de Madrid, donde asistió todo el reparto, productores, directores y, sobre todo, docenas de fans. En dicho evento, los espectadores tuvieron la oportunidad de ver en primicia, en unas condiciones de lo más cineastas, el primer capítulo de la nueva temporada, esa por la que los ministéricos luchamos a base de voces a TVE (y luego no la querían renovar… Lo que se hubieran perdido de haber seguido en ese plan). Hasta Hitler montó el pollo:
De hecho, como prueba del amor del público por esta gran ficción, traigo para vosotros, amados lectores, una colecta de tweets que ejemplifican mi estado de ánimo (y el de más españoles), la noche del pasado lunes.
¿¿Pero qué es esto?? No recuerdo una serie que levantara tal movimiento fan desde… desde… ¿El internado? Y es que si algo tiene este Ministerio es que nos ofrece un recorrido por nuestra propia historia, lidiando con todos aquellos personajes, escritores, pintores, gobernadores, etc., que estudiamos en nuestros días. Incluso José Mota le ha dado caña con sus sketches (en el buen sentido, claro):
La primera temporada ya empezó con buen pie jugando con los acontecimientos en torno a Lope de Vega, Pablo Picasso, la reina Isabel, Federico García Lorca, Buñuel, Dalí, etc. Traiciones, segundas intrigas, la moral del viajero del tiempo… Pero lejos de explicarme con palabras, prefiero que lo veáis en imágenes (hoy ellas tienen el protagonismo, os lo puedo asegurar). Esto es lo que nos contó el comienzo de la serie:
Una creación bastante completa, que ha reiniciado el buen camino con el estreno de esta segunda temporada, de la que pasaré a hablar a continuación (cuelgo el cartel de ALERTA SPOILERS):
Tiempo de leyenda se titula el episodio (casi igual que nuestro blog, je) y sobre una leyenda debía tratar: el Cid Campeador, guerrero, héroe… y estafador. Vayamos por partes.
Empezamos con una escena de combate en pleno medievo. Un fiero guerrero contra varios enemigos. Los observan dos hombres y uno lleva una cámara… Un momento, ¿¿WTF?? ¿Una cámara? ¿Pero tú eres burro, zopenco? ¿Cómo se te ocurre traer una cámara al pasado y esconderte entre la maleza para filmar una pelea que promete acabar en sangre? Oh, ¿y encima me distraes al combatiente… y encima logras que lo maten? Oh, estupendo, y ahora resulta que es el Cid. Ole, viva la inteligencia humana, así que vas y te descubres ante el Cid con una cámara para conseguir que le maten por distracción y luego lo rematas disparando al otro con una pistola en plena Edad Media. ¡¡Di que sí!! Esto hoy en día merecería el despido inmediato. Perfecto, siglos de historia cargados por una chorrimemez. Aplausos. Mientras tanto, ¿qué es del futuro, es decir, el presente? Amelia y Alonso se reencuentran con su compañero Julián, al que, en una trama aparte, han permitido pasar un tiempo de duelo por la muerte de su mujer. El hombre vuelve más dispuesto que nunca a colaborar y con nuevo look (muy guapo, por cierto. Amelia bien que lo sabe, jeje). Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y en realidad el jefe se reserva a Julián para más adelante. Hablando de Salvador… Se reúne con la intermediaria entre el Ministerio y la presidente del Gobierno, pero…, dado los tiempos en que vivimos, ¿cuál de ellos? Tenía que preguntarlo, sorry (badum tsss). Por cierto, muy grande la frase: “A alguien podría ocurrírsele hacer una serie absurda sobre este Ministerio. Es que se me revuelven las tripas”. Humor bien clavado, guionistas. Mientras estos dos arreglan sus asuntos, vemos a Amelia y a Julián muy contentos en el bar, compartiendo anécdotas, palabras… Pero qué tiernos, ya no es ningún misterio ese sentimiento tan bonito ;)
Por fin el jefe llama al dueto (Julián está de baja otra vez) y les da la misión: el ADN del Cid ya no es el mismo que tenían cuando lo recogieron de pequeño. Pero la pregunta no es cómo se les ocurrió tal cosa, sino qué diantre es el ADN. Que Alonso lo pregunte lo podemos entender hasta cierto punto, pero ¿Amelia? En fin, muy divertida esta escena. Y el temita va a tener chistes para rato durante el capítulo.
Ir a la Edad Media y verificar la identidad del Cid es la misión de nuestros protagonistas, pero con la baja de Julián necesitan a alguien para completar el trío, y Salva elige… a Ambrosio Spinola (con más aspecto del Quijote que de Spinola, pero bueno). Una vez allí, nosotros, que hemos visto cómo unos idiotas, ejem, se cargan al personaje, esperamos que nuestros héroes se encuentren con un cadáver y tengan que recomponer la historia, pero en realidad… no es así. ¿El Cid tiene nueva cara? Amelia desconfía en cuanto el extraño les invita a cenar y les empieza a recitar fragmentos del romance. Alonso acosa al guerrero con preguntas como buen fan y Spinola… es Spinola (llegados a este punto tenemos dos bandos: chicos contra Amelia. Adivinad quién gana).
Las sospechas de Amelia encuentran su fundamento cuando descubre unas fotos que nada tienen que ver con la época ni con la cámara espía que filmó el combate (algo se podría aprovechar del material, digo yo). La mujer se acuesta con muchas dudas y, ais, cómo se nota que piensa en Julián, que enseguida lo vemos abrir los ojos de su propio sueño en el presente. Salvador tiene una charla con él después de que recaiga e intente usar las puertas del Ministerio para volver a ver a su mujer. Le da un discurso moralizante sobre superar el pasado y luego lo mete en la enfermería del centro a trabajar. Y entre bambalinas y bambilones, se codea con algunos grandes como Blasco Ibáñez:
Volviendo al pasado, gracias a Amelia la mentira del Cid no dura eternamente, sobre todo cuando descubre que una de las fotos está sacada en la sede del Ministerio. Hummm, interesante. Lo malo es que considera que Jimena, la esposa de Rodrigo, está de su parte y… va a ser que en principio no tanto.
El famoso Cid en realidad es Rogelio Buendía, el aspirante a cineasta que la cagó totalmente al principio del capítulo y que se revela como parte del Ministerio del Tiempo, de una brigada de 1980. La cosa es que nuestro amigo se metió en el embrollo por culpa de un director americano que quería filmar una película sobre el Cid y carecía de datos suficientes (anda que compararlo con Cristóbal Colón…). Por favor, no os perdáis la contestación del que era director del Ministerio por aquel entonces:
Rogelio intenta conseguir las imágenes documentales que le piden y después de cagarla… toma la drástica decisión de abandonar a su familia para convertirse en el Cid campeador. Bien por él.
Jimena también confiesa haber descubierto hace tiempo el engaño, pero no dijo nada porque aquel era el marido que había soñado y temía perderlo. Justo cuando le dice a Amelia algo como “Él no morirá”, aparece Rogelio todo ensangrentado, a pocas horas de su batalla clave. Mientras se lamenta por no cumplir con la historia, Alonso decide ponerse el traje serio de fanboy y sustituye al Cid liderando las tropas. Momento épico. El pobre Rogelio muere perdonado por todos (cómo no, es el creador de la leyenda).
Misión completada, vuelta a casa. Como decía, un comienzo potente, con bastantes guiños a la historia española. Mi galería de imágenes se completa con alguna joya como la del joven disfrazado que es atendido por Julián y le cuenta que viene de ayudar a Viriato en la guerra y que se despide diciendo “Adiós, George Clooney” (en referencia a la época en la que el actor trabajaba en Urgencias, serie de su año).
¡Pero alto, no os vayáis! No todo acaba aquí. ¿Qué sería de la vida sin buenos contenidos extra? Con la serie regresan también los Archivos, donde podéis adentraros en los entresijos del rodaje, de forma muy detallada. Por no hablar de Julián, que tiene su propia historia en Tiempo de valientes, disponible en la web de RTVE.
Y ahora, sí que sí, con estas imágenes me despido y os deseo buena semana. ¡Hasta la próxima, ministéricos!
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Octubre 2019
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