Post de Rosana Rábago y Naiara Salinas
El 2023 será recordado en el terreno cinematográfico por el éxito sin precedentes de Barbie y Oppenheimer. Un fenómeno que se vio impulsado cuando, debido a la huelga, la otra gran película esperada del año se pospuso hasta el viernes 1 de marzo: Dune: parte 2.
La continuación del éxito de 2021 ya está a punto de llegar a la gran pantalla y llega con un objetivo: el de desmentir una frase muy habitual en las sagas cinematográficas: "Las segundas partes nunca fueron buenas". Y con Dune: parte 2 el tópico se desmiente. La película protagonizada por Timothée Chalamet y Zendaya resulta mucho más entretenida que su primera parte debido a que ya no hay tanta presentación de Arrakis y a que, y esto quizás es un error aunque ayuda a que avance la trama, no se ve tanto componente político. La moralidad de Paul Atreides, a prueba en Dune: parte 2
Los que ven un desarrollo sin precedentes son los personajes principales. Si la primera película de Denis Villeneuve nos presentaba a un Paul Atreides inexperto y tratando de comprender la situación que está viviendo, un adolescente inteligente pero inocente, en Dune: parte 2 el personaje al que da vida Timothée Chalamet ha madurado, aunque sigue negando la realidad de quién es. Una lucha que vemos de primera mano durante toda esta película y que es, realmente, lo que motiva toda la trama. Su transformación atiende dos vertientes: por un lado, la impuesta por las figuras líderes sobre las que él vierte su apoyo mientras aprende; por otra, la consecuente una vez descubierta la traición gubernamental. Paul inicia su camino de la venganza y, haciendo referencia a la heredera popular de esta saga literaria (cuyo nombre empieza por “s”), ya sabemos qué conlleva para el personaje de turno.
Cuenta la leyenda que Frank Herbert nunca se sintió satisfecho por la acogida de su protagonista entre los lectores, quienes veían en él una víctima de los horrores Harkonnen, un caudillo liderando al pueblo oprimido… En definitiva, un héroe. Con la pretensión de abrirles los ojos, por tanto, escribió la secuela y, no sin cierta provocación, la tituló El mesías de Dune. Porque la historia, en el fondo, nunca fue solo un “juego de tronos”, sino una lección sobre las consecuencias de una fe descontrolada en una persona, el intento de controlar las acciones y de creer de forma desmedida en el destino; cuando algo pasa de una creencia pura a un fanatismo que no se diferencia del que origina muchos regímenes totalitarios, ya que la luz, al igual que la oscuridad, también puede cegar. Por suerte, Villeneuve entendió el mensaje y el propósito, y él, experto en recrearse en caídas, en atmósferas lúgubres y épicas, más en el cuestionamiento de la moral, lanza sobre su Paul toda la dualidad que requiere el sacrificio por el bien común y el ansia de justicia para la familia. A nivel narrativo se puede poner en cuestionamiento la actitud del personaje, pero quizá lo que más cojea en una escena muy concreta (que muestra por primera vez el culmen de este cambio) es la interpretación de Chalamet, muy en la línea de El rey, como ese joven rebelde empujado a la villanía y abrazándola con cierta exageración forzada. El componente político-religioso, la escisión entre los fremen
Los fremen fueron introducidos en la parte uno y en la dos ocupan casi todo el foco de la contienda. El guion no solo nos permite conocer más a fondo las tradiciones de este peculiar pueblo, sino también a secundarios de lujo. Chani, interpretada por Zendaya, también evoluciona y, en este caso, demuestra ser una mujer fuerte, con ideas propias y, lo más importante en Arrakis, independiente. No necesita a nadie y, a pesar de estar orgullosa de su cultura y de su gente, no dudará en señalar aquellas cosas que, a su parecer, podría mejorar su comunidad. Y una de ellas es precisamente la famosa profecía que involucra a Paul, en la que ella no acaba de creer.
La parte contraria a esta falta de creencia la encontramos en los personajes de Jessica Atreides y Stilgar, interpretados respectivamente por Rebecca Ferguson y el español Javier Bardem. En ellos encontramos el salto principal de la trama política a la religiosa, que a su vez se impone entre los antagonistas. Mientras unos alimentan el por y devenir de Muad’Dhib, los otros se encaminan a detener a quien es capaz de atraer a las masas y lograr que luchen en su bando.
En cuanto a las nuevas incorporaciones, nos deshacemos en elogios, tanto con un Austin Butler desatado en su sadismo como con una Florence Pugh elegante y estratega. Él es todo lo que pedíamos de este personaje complejo cuyo rol antagonista en cierta medida también es una imposición (aunque lo viva como regalo y gran oportunidad) y sus escenas logran dejar huella por lo bien que traza su perfil. Francamente es todo lo que Gurney Halleck prometió a su discípulo: un bestia, no un hombre. Pero un bestia con cierta sensibilidad bélica que no escapa a nadie y por la que se hace respetar entre los fans. La princesa Irulan, en comparación, no es tan emocionante, pero igualmente deja su interés entre el público, pues cuenta con el magnetismo de la propia actriz y su buena fe. En general, el reparto entero se luce, respaldados por una labor de dirección y guionismo excelentes, además de su talento para interpretar, por supuesto.
"La mejor película de ciencia ficción"
Todo esto queda brillantemente envuelto en una película que podría ser el mejor proyecto de Denis Villeneuve. El director, consciente de la importancia del libro, destina gran parte de su presupuesto a una ambientación y escenografías que hacen que el planeta de Arrakis, al igual que sucedió en la primera película, brille con luz propia.
Lo mismo sucede con la música. De esta forma, el cineasta vuelve a contar con Hans Zimmer que, de nuevo, es capaz de dar su toque y lograr que sus melodías acompañen perfectamente a las múltiples líneas argumentales, llegando a ser capaz de que combinen con un idioma completamente inventado para la película pero que tampoco sorprende debido a las decisiones artísticas de Villeneuve y donde, quizás, la única pega realmente importante reside en la duración, que llega a las cerca de tres horas.
Un tiempo que, visto en retrospectiva, puede ser el necesario para que la película cuente la historia correctamente pero que, para aquellos espectadores que sigan sin entrar en la historia, puede ser excesiva.
Decisiones que colaboran a que se cree una película de ciencia ficción con un tono serio, alejada de los blockbusters más recientes, y que demuestra, al igual que aseguran muchos críticos que Dune: parte 2 es la "mejor película de ciencia ficción" de la historia, al nivel de otras grandes sagas como El señor de los anillos: las dos torres o, incluso, La guerra de las galaxias: el Imperio contraataca.
Entre tantas palabras elogiosas destacan las de Brian Herbert, hijo del autor de la saga original. "Es gratificante ver la historia de mi padre contada con tanto cuidado", escribió el también reconocido escritor: "Cuando la nueva película se combina con Dune: parte 1 es, con diferencia, la mejor interpretación cinematográfica que se haya hecho jamás de DUNE, la novela clásica de Frank Herbert".
Nota de Rose: 9,5/10
Nota de Naia: 10/10 Nota media: 9,75/10 Lo mejor: la ambientación, la música y la trama, con muchísima más acción que en la primera parte que, al final, resulta necesaria para entender las bases de Arrakis. Dune: parte 2 es la máxima expresión artística de la franquicia por el momento, con un gran hilo conductor en este apartado con respecto a la entrega anterior, que causa que la experiencia espectadora alcance cuotas de fanatismo audiovisual equivalentes al de los fremen con Muad´Dhib (lo que en términos coloquiales hemos definido como un “orgasmo ocular y auditivo”). Lo peor (para Rose): el camino del villano a la imagen de Chalamet no se siente todo lo orgánico que debería. Naia opina que no es un camino del villano, sino del antihéroe, y que por eso es tan gris e imperfecto. Paul no es mal chico, solo el producto de un fanatismo exacerbado y un resentimiento puro.
1 Comentario
Post de Naiara Salinas Continuando con la tradición, tras las series, vamos con las pelis. Y esto sí que ha sido un ejercicio de conciencia importante, pero qué año no lo es. Estos son los personajes con los que me quedo este año. Menciones honoríficas Empecemos por trece nombres desordenados que no por no haber entrado en la clasificación oficial se quedan fuera del reconocimiento.
Top 10 10. Nora (Vidas pasadas) Cuando piensas que es la valiente de la pareja, llega una escena en la que se muestra tan vulnerable que te hace replantearte que quizá fue ella la que nunca se atrevió a dar el paso. Como sea, es un personaje muy estimulante para quien disfruta observar, analizar y escribir. Por fuera aparenta seguridad y determinación, pero sigo pensando que le gusta jugar sobre seguro, que en el fondo no es tan lanzada. Si lo fuera, a lo mejor hubiese tenido otro final. 9. Barbie (Barbie) Confieso que al principio no iba a añadirla, pero me parecería muy feo no concederle a esta rubia el protagonismo que ha tenido a lo largo de todo el año. Como interpretación, no me parece la mejor de Margot Robbie (Nelly arriba le da mil vueltas, insisto), pero como personaje tiene un proceso de transformación muy bonito. Es simpática y gentil, y va ganando en empatía y capas a medida que transcurre su viaje. Pasa de ser un estereotipo plano a humana con toda la complejidad que eso conlleva, y abraza ese cambio porque sabe que, aunque la fantasía sea muy divertida, no hay nada como la realidad. 8. Wade/Nilo (Elemental) Otro chico que para mí es lo que hoy en día se reconocería como PAS (persona altamente sensible). Y él adelante con ello, porque sabe que su sensibilidad es su mayor fuerte, no se avergüenza para nada de estallar en llanto cada dos por tres, comparte con la rubia de antes la empatía y es muy buen amigo, muy buen compañero y muy buen partido. ¡Lo tiene todo! El mundo necesita más personas como Nilo y yo necesito aprender más a aceptarme como se acepta él. 7. Charlie (La ballena) Hablando de sentimientos... Lo de Charlie es muy heavy. No suelo incluir personajes así en estos tops, pero, diantre, este creo que merece atención. A riesgo de ser contradicha en este mismo post, me atrevería a afirmar que no hay persona más altruista, ni más entregada, ni más pura que Charlie. La ballena es una experiencia que te deja mal cuerpo no por meterte de lleno en la cabeza de este hombre, porque esto no va de mentes, sino en su corazón, su alma. Es un protagonista injustamente maltratado por su entorno y por sí mismo, que solo tiene buenas palabras o buenos actos para todos. Ve en ellos todo lo que no puede ver en sí mismo, a pesar de que lo tiene, y por eso su experiencia te conmueve y te hunde. De él me quedo con el consejo que transmitió a sus alumnos: "Pensad en la autenticidad de vuestros argumentos, de vuestras palabras". Nunca te olvidaré, Charlie, gracias por aplastarme eso que tengo en el pecho. Merecido Oscar para Fraser, por cierto. PD: ojo, si no fuera Charlie, su hija es la que estaría en esta lista, que también se las trae. 6. Rocket (Guardianes de la Galaxia, vol. 3) "Mi querido mapache: esta fue tu historia desde el principio, solo que no lo sabías". En una sola frase, una nutria cyborg nos voló la cabeza y cambió todo el sentido de una trilogía. Echando la vista atrás, el viaje cobra otro cariz, cada escena de este personaje se ve con otros ojos, se comprende en una nueva dimensión y no puedo sino agradecer a James Gunn el habérsela concedido, porque Rocket se roba toda la última entrega incluso estando en coma la mayor parte. Conocer al fin su origen me dejó boquiabierta. No era mi favorito, pero ahora lo es. En fin, una imagen vale más que mil palabras (agarrad los pañuelos): 5. Antonio Benaiges (El maestro que prometió el mar) Este año inicié mi formación para la docencia (oh, the irony) y todos los grandes maestros reales y ficticios me vinieron a la mente, pero desconocía la existencia de este hasta que llegó este filme. Este hombre es todo lo que quiero ser, lo que quiero inspirar y lo que quiero hacer. Hombre y escritor libre a favor de la libertad de expresión, paciente, educado, comprensivo, original, práctico, flexible... Un modelo de educación y de para qué es esta: para ser personas completas y abiertas. 4. Willy Wonka (Wonka) Hablando de hombres que inspiran... de este es su optimismo, y su carácter de genio loco o de loco genio. Un poco excéntrico, a veces excesivamente soñador... Willy nos demuestra por qué es importante no solo luchar por nuestros sueños, sino también tenerlos. Querer hacer felices a los demás compartiendo su obra, usar sus dones para construir en lugar de destruir... La honradez, la juerga, el chocolate... Sin duda, me lo pasaría bien con esta versión joven. 3. Robert Oppenheimer (Oppenheimer) Sin él no hay guion (ni posiblemente más cosas, pero en este caso solo nos importa el guion). Comparte mucho con Nora en el sentido de que ambos tienen momentos de seguridad tantos como de bajona. De Oppie lo que sí sabemos es que es fiel a sus principios, sus ideales y sus matemáticas, así como a sus compañeros del Proyecto Manhattan. Como científico jefe de la operación está llamado a instruir y coordinar, pero la dualidad que se presenta cuando se da cuenta de que está creando un arma de destrucción masiva... Ahí es cuando cobra especial interés. Jamás se enorgulleció de lo que hizo, si acaso prefirió responder por ello. Comentaba lo del guion porque todo el concepto de esta trama gira en torno a la figura histórica de un modo introspectivo: qué pensaba Oppenheimer frente a cómo le concibieron los demás tras sus actos. Por eso el desarrollo del protagonista es la base; si no, la historia se cae. Y este desarrollo es redondo y merecedor de un premio (como mínimo). 2. Coriolanus Snow (Balada de pájaros cantores y serpientes) Existen historias de antihéroes e historias de villanos. Y en este siglo los villanos jamás nacen: se hacen. Así que cuando empieza este filme y ves a un estudiante educado y simpático que pasa hambre, que tiene dificultades para encontrar ropa presentable, que está al borde del desahucio y de quedarse sin una beca a pesar de sus buenas notas, convertirse en lo que es años más tarde... el cómo y el por qué causan que te sumerjas en su descenso a los infiernos. Lograr esta construcción sin que el personaje pierda coherencia es muy difícil. Tiene que haber algo desde el principio que lo justifique, que no es lo mismo que justificar sus acciones. Me refiero más bien a explicar; un pozo de ambición, egoísmo, rencor y miedo combinado para que la serpiente empiece a reptar e insinuarse. En todo eso primero sacó el sobresaliente la escritora y ahora, el director y los guionistas, aparte de por conseguir colarnos emociones que no esperábamos respecto a él (lástima, compasión, admiración y empatía, por ejemplo). Y por si alguien se preguntó alguna vez si lo de Katniss fue personal, esta trama no deja lugar a dudas: lo fue. 1. Numa Turcatti (La sociedad de la nieve)
Rompedor, una de las revelaciones del año, el personaje y el actor. Un chico muy tranquilo, introvertido, ganándose el respeto del grupo por su fortaleza y su entrega. De él cuentan los supervivientes: "Numa dio todo lo que tenía", y es lo que gráficamente recibe también el espectador. Ese momento de crisis que vive cuando ya no es capaz de ayudar más y le da vueltas al sentido de su presencia en ese páramo gélido es un punto de inflexión en su desarrollo. Gracias a este personaje todos los demás cobran vida, obtienen voz. Me llegué a preguntar por qué y no otro fue el narrador de esta adaptación y ahora entiendo que, entre los que no salieron de la montaña, él era la oportunidad, por su aguante, por su fe. Su último momento está lleno de madurez y sabiduría. Numa envejece en cuestión de días en esa montaña y se convierte en todo un hombre. Formidable. Por él he llorado lo que lloré por Rocket y por Charlie, pero en su caso hay algo más: al igual que Benaiges y Oppie, existió, vivió lo que vivió. Post de Rosana Rábago¡Hola, hola allscreeners! Vengo por aquí a levantar algo del polvo que yo misma he acumulado y para eso nada mejor que emplear polvo de estrellas y es que hace unas semanas pude ver en primicia Wish: El poder de los deseos, la nueva película con la que Disney celebra su centenario. Y como una piensa en vosotros, queridos allscreeners, aquí tenéis la crítica. Eso sí, prometo que esta es una reseña LIBRE DE SPOILERS para que aquellos que queráis disfrutar de Wish: El poder de los deseos podáis hacerlo sin miedo a leer esta crítica. Lo que sí puedo deciros es que Wish es, en mi humilde opinión, una forma perfecta para que Disney celebre sus 100 años de historias. No me entretengo más, ¡Dentro reseña! ¿Cómo celebrar cien años de historias? Walt Disney Studios tenía un reto complicado por delante pero, como desvelaba la propia compañía, estaba preparada para ello. "Una película que lleva cien años esperando a ser contada" aseguraban varios de los spots realizados por el gigante del entretenimiento para publicitar Wish, la historia con la que Disney se rendía homenaje a sí misma por su centenario y que llega a la gran pantalla el mañana, viernes, 24 de noviembre. Y lo cierto es que lo han hecho. Wish regresa a los orígenes de la empresa y nos regala una largometraje centrado en la estrella a la que todos los personajes de la compañía pedirán, posteriormente, sus deseos. Pero la protagonista no es sólo la estrella. Walt Disney Studios recupera una de sus tónicas y vuelve a poner la acción en un personaje femenino. Ahsa. Sin embargo, no es una princesa Disney, es una joven hispana con una misión: que los habitantes de Rosas (un pueblo situado en el Mar Mediterráneo, lo que convierte a Ahsa en la primera protagonista española de la historia de Disney) recuperen sus deseos. Para ello, ella pedirá un deseo a una estrella y ésta le responde. Conocemos así a Star, un personaje entrañable que se convertirá en el juguete favorito de estas Navidades para cualquier niño. Los adultos, por su parte, disfrutarán con todas las referencias que la compañía ha escondido en Wish. No somos indiferentes a los easter egg que Walt Disney Animation esconde en sus largometrajes pero aquí se convierten en un auténtico juego donde mayores y pequeños disfrutarán buscando cada mínima alusión a sus películas favoritas de la compañía. Magnífico, un villano de los de antañoVolviendo a la trama, Wish nos regala un villano en mayúsculas. El rey Magnífico, interpretado por un magistral Chris Pine, recupera el carisma al que los más mayores estamos acostumbrados y nos regala un villano a la altura de Jáfar o Hades. A pesar de que nadie en su sano juicio haría lo que él hace, le entendemos y más de uno incluso le justificaría. Él hace todo lo posible para evitar que nadie vuelva a pasar lo que pasó su familia y, para ello, arrebata a todo aquel al que considere peligroso su bien más preciado: su deseo. Eso hasta que se encuentra con la horma de su zapato, Ahsa, a quien da vida Ariana DeBosé. Ella comienza siendo su pupila pero pronto se da cuenta del terrible error que comete Magnífico y decide ponerle fin. Lo hace sin necesidad de un príncipe que la salve, recuperando este ideal que desde hace unos años viene aplicando Disney: que una mujer no necesita a un hombre para que la salve. Lo vimos ya en Brave, en Frozen y en Vaiana y ahora con Wish, la protagonista indiscutible vuelve a ser una joven, Ahsa, que no se enamora y no cuenta con una historia de amor clásica en el largometraje. No, ella cuenta con el poder de su deseo y el amor a su familia y amigos (grandes aportaciones a la historia) como única arma para vencer al rey Magnífico y recuperar todos los deseos de los habitantes de Rosas. La Península Ibérica, escenario en el que Disney se inspiró para crear 'Wish'Para ello, y al más puro estilo Disney, Ahsa entona sus cuerdas vocales y nos regala "Mi deseo", el tema principal de Wish con el que deja claras sus intenciones a lo largo de toda la película y la canción con la que despierta a Star. "Mi deseo" es el tema principal de la película pero no por ello el más importante. Hay infinidad de números musicales y se ve la cultura española en todos ellos. Un ejemplo de ello podría ser "Welcome to Rosas," uno de los primeros números musicales repletos de alusiones a la música flamenca y a la cultura mediterránea. El nivel técnico de la película también es de destacar. Disney es experta en innovar y en Wish vuelve a demostrarlo, la mezcla entre la ilustración en 2D y 3D es un total acierto y, de nuevo, vuelve a recordarnos ya no sólo a las últimas películas de la compañía, sino también a las primeras donde toda su animación se realizó en 2D.
En definitiva, Wish es un digno homenaje a los cien años de historia de Disney. Por primera vez la compañía nos regala una heroína hispana y nos demuestra, una vez más, que el pasado y el presente pueden coexistir. Aún es posible hacer películas que nos recuerden a la edad dorada de Disney y darles un toque algo más novedoso que no haga perder el encanto que la compañía del ratón ha logrado durante toda su historia. Y esa es la verdadera magia de Walt Disney Studios. NOTA: 8/10 Lo mejor: los continuos easter-eggs a las películas de la compañía, Star y, por supuesto, su música e influencias españolas. Lo peor: una película que puede pecar de previsible, aunque el grupo de amigos salva la historia. Post de Naiara Salinas Si nada más acabar de leer la última parte de la trilogía de Los Juegos del Hambre me hubiesen preguntado qué me parecía una historia sobre el pasado de su presidente, Coriolanus Snow, hubiese respondido sin tapujos que había mejores personajes por explorar, como el arisco mentor Haymitch, el elegante y revolucionario Cinna, el romántico Finnick o hasta el misterioso Distrito 13 al completo. Por suerte para mi yo adolescente, que no recibirá una colleja desde el futuro presente, tal decisión tardaría unos cuantos años en llegar, gestionándose desde las sombras pasito a pasito para no dejar ningún cabo suelto, esperando lo justo a que la sociedad (incluida yo) estuviera preparada para la respuesta a una pregunta que posiblemente se hubiese formulado en su día con cierta incomodidad (dejando a un lado las referencias históricas, por supuesto): cómo alguien puede ser tan vil como para enviar niños a la muerte todos los años. La primera edición de Balada de pájaros cantores y serpientes vio la luz en 2019 y salió al resto del mundo en 2020, año que no pudo ser más distópico y que precisamente nos llevó a mirar nuestro recorrido como humanidad para, durante al menos un lapso de tiempo, valorar todo lo que habíamos perdido y preguntarnos cómo habíamos podido llegar a eso. Vamos, que mejor momento para mostrar las consecuencias inmorales de un conflicto bélico por la explotación de recursos y la opresión al pueblo hasta caer en una sociedad languideciente y cada vez más desesperada por sobrevivir imposible. Ahora, esa precuela que partía de un éxito editorial, con mejor luz que otras, ha llegado a las salas justo cuando los conflictos armados son uno de los ejes noticiarios del día a día, quizá para que no olvidemos su mensaje (y para hacer cash también, claro). La Balada de Lucy Gray Cuando hablamos de balada, siempre pensamos en una composición musical triste o sentimental, lo que sin duda viene bien para anticipar una trama romántica con un final fatal. Pero durante el siglo XIX (época del Romanticismo) en Inglaterra también era un tipo de recital que narraba en tono épico una biografía o una serie de gestas, de forma bastante similar al cantar de gesta medieval. Como Suzanne Collins es una escritora que se precia de escoger muy meticulosamente los nombres, inspirándose en personajes literarios e históricos, achacamos este título a su intención para con el perfil de Snow partiendo de su popular reflexión: "Son las cosas que más queremos las que nos destruyen" (manifestada en cada promo que ha salido hasta ahora). La trilogía madre ya demostró que siempre hay hueco para el amor durante el horror y la autora está empeñada no solo en mantener la idea, sino también en profundizar. Se puede interpretar que ganar los Juegos es la gesta principal tanto para Snow como para su mentoranda (de la que hay que hablar también), pero esta historia no tendría sentido sin su tema de fondo, pues si de verdad hay amor en el mundo y en el Capitolio queda gente con moral (como la prima del protagonista, Tigris), ¿por qué se permite esta masacre? El título no solo existe para referenciar el romance y la música (un elemento clave en la trama), sino que también refleja la tragedia de una dualidad donde los pájaros cantores (los rebeldes, los sinsajos, la gente que no sigue las normas y pasa por la vida como una llama vibrante que hace algo más que calentar) conviven con serpientes que, si no envenenan, se enroscan poco a poco en su vida hasta asfixiarla. Es una historia situada entre dos frentes para mostrarnos la fina línea que los separa: la civilización y la barbarie, el bien y el mal, el amor y el odio... Y de forma inteligente los va tergiversando a través de personajes muy grises que se comportan como humanos en el frente salvaje, o como ovejas sin criterio en el frente civilizado. Por ello, no es de extrañar que Collins cediera la responsabilidad a un hombre con el que ya había trabajado y que había demostrado su eficacia para trasladar esa variedad de tonalidades a la gran pantalla: Francis Lawrence. Mantener casi el mismo equipo de producción que Los Juegos del Hambre es uno de los grandes aciertos de este regreso por la familiaridad con la que el fandom llega al cine, ya que el vínculo con la saga se mantiene bien fuerte hasta el punto de que, como ya comenté en mi repaso, esta se ve enriquecida con los acontecimientos de esta entrega. Y dentro de ese equipo, la mejor decisión ha sido dejarle a James Newton Howard el peso dramático por medio de su partitura, un compendio de notas tan estimulantes como terroríficas y melodramáticas que enaltecen sobre todo las escenas más luminosas y desgarradoras de la Arena. Lawrence agarra el guion con más valentía que en la trilogía y camina con seguridad en una propuesta que navega entre el cine bélico, la sátira, el biopic y el cine de espías sin olvidar ni por un segundo a su público original juvenil, ahora adulto. El largometraje mantiene la estructura de la novela, pero le otorga brío al último acto (originalmente descompensado en cuanto a ritmo). Quizá el nivel de tensión se ve algo perjudicado, pero de cara al final no fluctúa. En otras palabras: cualquier mínimo cambio con respecto al libro sienta de lujo a este viaje del villano. El reparto, por razones obvias, es lo único que no se recicla y ni falta que hace, pues la elección de tributos humildes, jóvenes mentores y personalidades ilustres no podría ser más acertada, cada uno bien acomodado en su papel como si se hubiera creado para él o ella. Es más, es una de esas adaptaciones donde la variedad y la inclusión se antojan esenciales para apoyar la universalidad de la franquicia y su tema de discusión. Entre los rostros conocidos brilla Rachel Zegler en la piel de la artista Lucy Gray Baird, la primera mitad de esta balada que conecta directamente con su origen literario, un poema del inglés romántico William Wordsworth adaptado convenientemente a una canción para el filme. Por si el nombre no nos diera suficientes pistas, nos encontramos ante una antítesis de Katniss (personaje que también se distinguía por su habilidad para el canto, por cierto) acostumbrada a jugar, a ganarse al público mediante una performance que hace dudar de sus verdaderos sentimientos, mas no de sus intenciones: sobrevivir. Es una chica que se recrea en su misterio y se comporta como una verdadera estrella, siempre destacando, que no teme jugar sucio y al mismo tiempo muestra bondad y sensibilidad en los momentos clave; un personaje tan gris como lo exigen el relato y su compañero, con una presentación que ya querrían muchos. El espíritu de Lucy Gray es tan fuerte que, a pesar de no haber sido mencionada nunca en la trilogía, deja huella poniendo banda sonora a la rebelión, porque en esta saga nunca ha sido tan importante el personaje como aquello que representa (y que solo tiene validez si el personaje está bien desarrollado, ojo). La Balada de Coriolanus Snow Tras hablar del interés amoroso, toca centrarse en el protagonista, que a la gran mayoría nos ha servido para conocer a Tom Blyth (para mí, el descubrimiento de la temporada). El inglés de 28 años se ha visto respaldado por la juventud de su personaje para justificar el marcado contraste con la fría elegancia de Donald Sutherland, pero, aun así, no lo ha tenido nada fácil, porque esta no es una historia de orígenes cualquiera: es el punto de inflexión en el que nuestro futuro antagonista abraza la idea de los Juegos, el momento en que inicia su descenso a los infiernos, un recorrido que se va mascando por tramos, porque, como afirma la propia Lucy Gray, "todos tenemos una inclinación natural hacia el bien". Pero viniendo de un mundo en guerra, tal inclinación se tambalea cuando existe la inseguridad, la desesperación, cuando se alzan las defensas para evitar una pérdida mayor. Y Snow es especialista en mantenerse a la defensiva, siempre cuestionando decisiones en su fuero interno, aunque por fuera de la imagen de la ejemplaridad como buena oveja de corral (o carnero). Su hambre no es tanto de poder como de seguridad; no soporta la incertidumbre, que es todo lo que implica unirse al bando rebelde, porque la incertidumbre es de débiles y cobardes que no tienen un plan de acción, una estrategia. Y Snow es un estratega de cuidado; lo suyo es el control, un deseo que se ve alimentado por su relación con Lucy Gray, a quien la improvisación le sale natural. Su progresivo ascenso no deja de equipararse al de otros líderes políticos totalitarios que aprovecharon las oportunidades para tejer sus artimañas (por ejemplo, Napoleón, que justo estrena biopic esta semana, tendría unas cuantas cosas que decir al respecto). Pero si Lucy Gray era un poema, ¿qué es Coriolano? Una tragedia, de Shakespeare esta vez, sobre un general romano de la República que tras ser desterrado de Roma decide asaltar la ciudad. Sin que valga como spoiler (porque la versión de Suzanne Collins tiene más chicha), es un dato que resulta... iluminador; no en vano estamos hablando del hombre que, pese a sus esfuerzos, condenará a su país a otra guerra que verá la caída del sistema que tanto defiende. Tom supera el obstáculo a la hora de implicarse en la evolución del futuro presidente con cada jarrón de agua fría que recibe hasta asumir esa frialdad como su nueva personalidad. Es más, no sería tan buen villano si no tuviera un motivo que los espectadores pueden comprender, de la misma forma que comprendieron a Thanos cuando explicó que la mitad de la población universal debía desaparecer para equilibrar las cosas (nota: comprender no es estar de acuerdo, eh). Snow no es un monstruo, a pesar de no tener reparos en asesinar, a pesar de ser partícipe de un castigo inhumano. Uno no acaba la película (como tampoco la novela) indiferente al razonamiento de este individuo, porque lo ha visto con sus propios ojos. ¿Que igual el pipiolo se pasó de dramático y listo? Bueno, ejemplos como ese pululan por nuestra historia en todos los siglos (para drama king, Hitler). Conclusión
Balada de pájaros cantores y serpientes es un relato estimulante y bien dividido que combina la acción de un coliseo con la oscuridad del contexto de entreguerras, así como adquiere escena tras escena un cariz cada vez más turbio. El que lleva siendo fan de toda la vida se va a sentir en casa con la cantidad de tributos (ejem) que el equipo ha dejado sutilmente repartido por el metraje, la banda sonora, las localizaciones, los nombres y hasta el vestuario. Y el que no era fan se verá atraído por la complejidad de los perfiles que se presentan y el cambio de tono en la peculiar historia de amor durante la segunda mitad de la película. Cuando las cosas se hacen bien, enriquecen, así que la dejo en un 9,7. Lo mejor: la química palpable entre Zegler y Blyth, la presentación rústica de la Arena, los momentos de acción intensa, el look de científica loca de Viola Davis (repelús, huh), los easter-eggs, la música y el tremendo perfil del villano. Joder, es que es una GRAN adaptación. Lo peor: aunque han recortado convenientemente la última parte de la novela, continúan siendo más atractivas las dos primeras, y de hecho es una pena no tener tiempo para explorar más el Capitolio o los pasajes de los Días Oscuros (ya se le podría haber ocurrido a Collins más precuelas, aunque fuesen como relato corto). Ah, y que hay canciones que se han quedado fuera del montaje final (se entiende, no obstante). Post de Naiara Salinas No hay muchos directores que conozca que se hayan especializado en drama musical (de hecho, no es un subgénero del que oiga hablar un montón, comparado con los musicales como tal), pero, de quedarme con un nombre, sin lugar a dudas ese sería John Carney (que, por cierto, también es uno de los que más ha pasado por las recomendaciones de este blog). Después de unir a una pareja en Once, mostrar el (re)inicio de la carrera de una cantautora y un productor musical en Begin Again y recorrer distintas décadas musicales a través de una banda de adolescentes en Sing Street, el cineasta y guionista irlandés nos sorprende con una mudanza a Apple TV+ para unir a una madre y su hijo por medio de la creatividad en Flora and Son, que se estrena mañana, viernes 29. La música como el reformatorio más sano La película presenta a una madre soltera, Flora, que apenas sabe compaginar su vida fiestera con la crianza de su hijo adolescente, Max, quien es obligado a buscarse un hobbie para aprovechar su tiempo libre y alejarse de la delincuencia. Si bien al principio la madre no quiere que tenga ninguna relación con la música por culpa de su padre, bajista de un grupo, al final ella misma encuentra para sí un profesor de guitarra acústica a distancia, el estadounidense Jack, quien no solo le ayudará a descubrir su talento, sino que además le abrirá la mente a un mundo emocional más rico. John Carney, que siempre tiene cosas muy positivas que señalar sobre la música y el papel que juega en los vínculos humanos, se abre ante los escépticos con esta familia de clase baja sin a priori ninguna ambición artística que termina demostrándose a sí misma y a los demás de lo que son capaces con poco. Gracias a este descubrimiento sinfónico, madre e hijo no solo experimentan un desarrollo interior, sino interpersonal, llegando a comprenderse mutuamente, a respaldarse e incluso a respetarse, pues, a pesar de sus diferencias y (en ocasiones) pereza, Flora nunca ha dejado de responsabilizarse del chico. Ahora bien, así expresado tampoco parece que diste mucho de las producciones anteriores del hombre, ¿no? ¿Por qué Flora and Son da un paso más, aparte de por centrarse en la familia, que también es un elemento importante en Sing Street y Begin Again? Hasta ahora, la aproximación de Carney a la música, sin dejar la psicología en ningún momento, había sido muy lúdica, experimental, gente pasando un buen rato creando y uniéndose para cumplir un sueño. En este largometraje diría que por fin se muestra el lado más educativo de esa creatividad, de qué forma una afición es capaz de reorientar el camino de la gente e invitarle a profundizar en su ser y conocerse, así como conocer su relación con los demás no aplicando más que la empatía. Esa faceta es explorada a través del personaje del profesor, que al mismo tiempo es un alumno de su circuito, siempre tratando de mejorar. La relación que construye con Flora no solo le abre la mente a ella, sino que le inspira a él, lo que muestra el modelo de enseñanza ideal, donde el aprendizaje es recíproco (puedo garantizarlo, ya que acabo de empezar a formarme para enseñar también). Entre dos países
John Carney nunca falla en presentar caras nuevas al mismo tiempo que cuenta con importantes estrellas. Tras viajar a América del Norte por primera vez en Begin Again, esta vez se queda entre ambas naciones con un elenco de lujo: en la piel de Flora, Eve Hewson, la hija de Bono (el cantante de U2) que seguramente ya había empezado a mostrar cualidades musicales bastante antes de este filme como digno retoño de su padre, y Joseph Gordon-Levitt que, aunque es más conocido como actor, no ha desaprovechado la ocasión de tocar en público cuando se le ha presentado. Aparte de ellos, repite con él tras Sing Street Jack Reynor y se presenta el joven Orén Kinlan. Eve y Orén se llevan todos los aplausos y justifican el foco central de la película sin apenas esfuerzo. Componen un dúo muy divertido y dinámico que evoluciona al compañerismo desde la jerarquía materno filial. Varios aspectos de su dinámica pueden sorprender, empezando por el nivel de apoyo. Por otro lado, Carney es un experto del rodaje natural, sencillo, sin artificios y a veces con la impresión de hasta ser improvisado, pero aquí obra magia para difuminar la distancia entre Jack y Flora, lo que vuelve su relación un ensueño durante estos breves momentos donde están tan unidos por la música y lo que esta les enseña que es como si interactuaran en la misma habitación. Nuevamente el director recurre a los géneros musicales más aptos para desarrollar este guion, incluyendo por primera vez el rap y el hip hop, mientras que la parte sentimental se refleja con el country. Conclusión Esta es una película que voy a recomendar mucho para educación no reglada y tutorías en los centros educativos. Su banda sonora es increíble, como siempre muy creativa y con la mejor producción musical detrás, y la química que desprenden todos los actores dentro de su contraste entre el desparpajo y la serenidad, brinda un relato ligero, sincero, gracioso y que desde la humildad te llega al alma y al corazón. No le puedo dar otra nota que no sea un 10. Lo mejor: el talento del reparto, la música y el nuevo trasfondo temático Lo peor: un diez es un diez, chatos. Post de Teresa Antón ¡Hola, hola! Hoy vengo a hablaros de Rojo, blanco y sangre azul la nueva película de Amazon Prime que se estrena mañana en la plataforma. La historia comienza con una boda en la que Alex, el guapo y carismático hijo de la actual presidenta de los EE.UU., y Henry, tienen un reencuentro que acabará en un desastre internacional por lo que tendrán que fingir una amistad para solucionarlo. Para aquellos que vimos las películas de Una hija diferente (Katie Holmes) y Un sueño para ella (Amanda Bynes) donde las historias de amor estaban marcadas por las dificultades de ser hijas de mandatarios, esta trama tiene buenos momentos esperados gracias al secretismo. Además, si te gustan las historias de amor, la proximidad forzada, los enemigos a amantes y un buen ‘él se enamora primero, pero él lo hace más fuertemente’, esta película va a ser para ti porque te dará todo eso y más. En su conjunto, la película creo que lleva un muy buen ritmo, con la trama avanzando sin descanso en una estructura que aunque es típica, funciona perfectamente. La evolución de la pareja está muy bien llevada y alterna con momentos de hubo, que aunque no la convierten en una romcom, te hacen pasarlo bien. Pero, preparaos para el momento clímax porque un final feliz se disfruta mejor cuando ha habido drama antes. En una trama secundaria tenemos la campaña electoral, con Uma Thurman siendo presidenta, y ahí me parece que sí que falla. Soy consciente de que han recortado bastante de esta trama del libro, pero tal vez se han pasado con las tijeras porque hay ciertas cosas que quedan sin explicar. Aunque también les concederé que para mí, en el libro en el que está basada la película, no llevaban excesivamente bien la parte política, pero yo habría agradecido algún cambio y corrección en el tema. Igualmente, para gustos los colores, aquí no llegan a darle nunca demasiado peso ya que quieren que te centres en Alex y Henry. Y hablemos de ellos. Alex es interpretado por Taylor Zakhar (Mi Primer Beso 2 y 3) y ofrece completamente la vibra que tratan de vendernos. En algunos momentos se me ha hecho un poco ingenuo y egoísta, pero las imperfecciones forman parte del realismo. Por otro lado, Henry está interpretado por Nicholas Galitzine (Cenicienta 2021) quien para mí borda el papel. Se convierte en mi personaje favorito al ser capaz de transmitirme perfectamente todas sus dudas y emociones, no me llamó mucho la atención en Cenicienta, pero aquí me ha hecho recordar su nombre. Por otro lado, los personajes secundarios son muy secundarios y, aunque me hayan gustado, tampoco puedo destacar demasiado de ellos ya que apenas tienen papel. Aún así mención especial a Sarah Shahi (Sexo y Vida) ya que resulta divertidísima como la Jefa de Gabinete.
Por último, quiero felicitar a la BSO porque me parece una selección musical muy adecuada para cada escena, que casa muy bien con los personajes y la ambientación. En conclusión, es una película romántica divertida, perfecta para pasar el rato y que hará a los corazoncitos de los espectadores sentirse abrazados. Post de Naiara Salinas Sé que llego unas semanas tarde, pero no logré rascar tiempo entre mis compromisos personales para cerrar mi exitoso maratón cinéfilo-crítico. Ha pasado mucho desde que vi la quinta entrega de la saga Indiana Jones y varias cosas han cambiado desde entonces (mi ránking original, sin ir más lejos. Lo sé, nada nuevo), pero no mi valoración general positiva, lo cual no era fácil sabiendo que Steven Spielberg cedía el manto y el cetro de su niño arqueólogo prodigio a James Mangold, catapultado por la nominada al Oscar Le Mans 66 y por cerrar magistralmente al mutante más hosco de X-Men. Y eso sin contar con el fiasco que resultó ser la cuarta entrega y que pudo desanimar a los fans menos acérrimos a continuar la franquicia. Tras abrir ese melón, parece un buen momento para reflexionar sobre la acogida general de Indiana Jones y el dial del destino, bastante en paralelo al decaimiento que atraviesa un personaje con la misma pasión por la historia pero agotado de tanta aventura y a las puertas de la jubilación. ¿Le ha sentado bien este último meneíto o el látigo le quedó demasiado largo? La saturación del héroe Nadie puede culpar los orígenes de una trilogía que no pretendía otra cosa que entretener y ser un reclamo para los sedientos de aventuras y mitos. Que Indiana Jones marcó a una generación y definió el género es algo que ni yo puedo negar y el camino hasta lo que es hoy fue enriqueciéndose a medida que el personaje maduraba y pasaba de ser otro Han Solo o James Bond de la arqueología a un adolescente intrépido, un hijo y un padre con principios más allá del cuidado patrimonial. La vida, a medida que envejecemos, deja de ser idílica: nuestros músculos se resienten, las penas son mayores y la ilusión tampoco es la misma. Mangold, experto en ilustrar esa decepción profunda, ese arrastre del alma, entronca al héroe con la realidad de su tiempo presente, su poca esperanza en el futuro y su nostalgia (mayor que nunca) por el pasado. Lo que fue (un grande lleno de pasión) es ahora apenas un eco destinado a desvanecerse. Este demonio interno que envuelve al protagonista en su última aventura puede no ser plato de buen gusto para sus seguidores, pero es justo, auténtico y lo desliza hacia el culmen de su desarrollo, la humanidad oculta bajo esa chaqueta de tipo duro y galanteador. Este Indiana es un sufridor porque pierde por el camino y, más en concreto, pierde la seguridad y la gallardía que tanto adorábamos (incluso idolatrábamos). Y lo cierto es que, por mucho que nos duela, ya nadie quiere ver a esos héroes modelo siempre tan fuertes, valientes, resistentes, atrevidos e ingeniosos. Nadie quiere ver héroes que, aun con la moral cuestionable, siempre parecen tener suerte. Incluso el calificativo «héroe» produce incomodidad según el contexto. No valen las mismas tramas superficiales, pero todos aplaudimos los tributos a ellas. Mangold sortea ese obstáculo como bien sabe, aun metiendo con calzador el relleno para cubrir las horas de metraje exigidas a los blockbusters actuales. Resalta la epicidad del personaje en un prólogo que se convierte en el mejor arranque de la saga a la par que el de La última cruzada. De pronto nos lanza un jarrón de agua fría con un salto temporal lleno de contrastes, pero el primer acto aun así aprueba por el simpático choque con los nuevos personajes. En el segundo acto comienzan a aparecer las irregularidades (en especial de ritmo), pero antes de llevarnos las manos a la cabeza llega el clímax y la dignidad de nuestro Indy es restaurada y con ella, el equilibrio. Todo ello sin perder de vista lo construido por Spielberg (eso es, amigos, la estructura sigue cumpliendo los viejos patrones). El conflicto de esta película pasa por hacer las paces con este presente decadente y dejar el pasado atrás al más puro estilo Timón y Pumba, lo cual me lleva a extrapolar la situación a la propia industria, tan aferrada igualmente a su mejor época. Si el protagonista del ayer pudiese elegir quedarse ahí, a lo mejor hasta retrocedería más, pues está más hecho para lo que ha conocido toda su vida que para lo que no; basta con ver las razones por las que medio Hollywood se manifiesta hoy. Por eso me parece tan maravilloso e inteligente que el objeto legendario elegido para esta trama sea uno relacionado con el tiempo. Por una vez, aunque parezca mentira, los deseos de ese protagonista y el antagonista de turno (caracterizado con la frialdad marca de la casa Mikkelsen) coinciden, cada cual con su punto de vista. El acierto de este desarrollo es que culmina hermosamente el viaje del héroe. Indy empatiza con la generación que le vio nacer, pero, como se ve durante su clase, no termina de conectar con la nueva, ni en la película ni en la taquilla. Y es una pena, sobre todo cuando logra levantarse tras el trompazo anterior (hablando por los demás, claro, porque yo sí rompo una lanza a favor. Quizá no tan legendaria como la Longinos, pero es una buena lanza). Tal vez los jóvenes no estén preparados para este profesor aventurero, antaño un entusiasta de su materia, hoy un hombre de luto con ganas de descansar. Es comprensible: no quieren llorar situaciones que les quedan lejanas, quieren pasarlo bien. ¿Y qué mejor que con una coprotagonista carismática que añade un contrapunto jugoso? Helena Shaw: la heredera que todos queremos Helena es todo lo que me gusta de los personajes de este siglo: una antiheroína con sus principios, ladrona, magnética, con gran labia... La presencia de Phoebe Waller-Bridge lo es todo para levantar el ánimo a un viejales zoquete y, de paso, a los espectadores. Es introducida como una contraparte al concepto de Indy; ambos entienden de historia y mitología, pero lo que uno quiere mandar al museo, la otra quiere venderlo. Si a ello sumamos la relación personal que les une... Helena es más escurridiza y menos solidaria que Mutt, pero igual de rebelde, el tipo de personaje que admiras o te irrita, una superviviente. Y es inevitable pensar en Indy como su padre, su tutor legal, su mentor... No lo es, pero es lo que va surgiendo, como si todas sus esperanzas estuvieran depositadas en esa joven desviada. Corregirla, inculcarle respeto, es una misión tan importante para él como completar y proteger el dial, porque Helena no es una simple aliada accidental: es el futuro. No es un personaje de relleno en la trama, sino que tiene el propósito de determinar si esta continúa o no, pues ya hemos concluido que esta década a Indy y sus viejos valores le vienen grande, mas no a un personaje tan gris y moldeable como Helena. No es difícil imaginar dentro de un par de años una serie en Disney Plus protagonizada por ella y su joven compinche (una reminiscencia de Tapón), pero si acabará tomando el testigo o no es algo que aún permanece en el aire. Cuestión de balance
Indiana Jones y el dial del destino expone ejemplarmente la inflación a la que ha llegado Hollywood por su ambición y su negación a mirar al futuro desde el presente en lugar desde el pasado. Injustamente le ha tocado el año y el semestre fatalista para las grandes producciones, que no dan ni un solo respiro al espectador deseoso de ahorrar, pero a su vez es una llamada de atención para todos aquellos que siguen creyendo que la nostalgia es el reclamo principal. Que una franquicia evolucione es natural, por lo que no es un delito volver a las mismas historias cada x tiempo para revalorizarlas y modernizarlas audiovisualmente. El problema es cuando llegan los desajustes, cuando crees que la generación de una década ama los mismos relatos que sus padres o sus abuelos y encima les das una media hora extra que no ayuda a perfeccionar el guion, sino solo a lucir un presupuesto exagerado. La realidad es que muchos de estos revivals son (o serán) de culto porque van dirigidos a los fans originales, mientras que para el resto solo son una muestra de una antigüedad en un museo que puede interesarles y llevarles a investigar o dejarles indiferentes. En este sentido, la veo tanto como un chicle estirado innecesariamente como una transición legítima para que, si de pronto llega la serie de Helena, a nadie le sorprenda o rechine porque ya hemos visto la ceremonia de abdicación y coronación en la gran pantalla (como debe ser). Es una buena técnica para calmar los ánimos a los puristas por parte de la misma compañía que quería reiniciar Piratas del Caribe sin el Jack Sparrow de Johnny Depp. Dejando a un lado la política empresarial de los ratones, es un largometraje estupendo, muy entretenido (buenos gags), con una resolución que tira más a la ciencia ficción de El reino de la calavera de cristal que a la fantasía de la trilogía (para todos los que se quejaban de esa fumada) pero que sin duda cumple con el protagonista y le da una despedida digna. No es perfecto, tiene partes estúpidas o inconclusas, pero, hablando como fan in extremis y no de toda la vida, las pelis anteriores también las tienen, así que, por lo que a mí respecta, le doy entre un 8 y 8,5, que una quiere ver más aventuras así en el cine y el streaming actuales, coñe. Lo mejor: ver por fin mi ansiado desarrollo de personaje, el evento histórico mítico escogido, Helena, los easter eggs sutiles, el prólogo y el buen antagonista que siempre es Mads Mikkelsen (aunque al final se espachurre). Lo peor: lo poco que se aprovecha a ciertos personajes o actores (cof, Antonio Banderas, cof), el ritmo del segundo acto y el exceso de metraje en las secuencias de acción. También falta Spielberg y se nota un poco, pero Mangold era el sustituto que pedía este cierre. Post de Naiara Salinas Se habla de carrera para muchas cosas: para los estudios, para las profesiones, para los premios... El universo nunca se detiene y el tiempo parece que no corre, sino vuela. En una época en la que el consumismo es cada vez más voraz, creadores y consumidores acceden a los productos con más impaciencia y superficialidad, sin permitirse a veces disfrutar del trayecto, sin recordar que una carrera se compone de varias fases y que es tan importante la velocidad como la resistencia. El DCEU concebido hace una década ha estado inmerso en una carrera de fondo agónica (con sus intersecciones afortunadas) que atraviesa por fin su última fase. The Flash es la película que, en términos tanto de cronología como de guion, marca ese acelerón esperanzador nada más atisbar la meta, el subidón de adrenalina que te da ser consciente de estar en la última etapa, un esfuerzo final antes de reiniciar y dar por zanjado este accidentado camino lleno de cuestas, tropiezos y buenas vistas (para colmo, no solo a grandes rasgos, sino también en cuanto al propio viaje que ha atravesado el filme, que parecía que nunca iba a salir). Resulta hasta poético, ¿no creéis? Esta metáfora para referirme al superhéroe más rápido de DC me parecía ideal por más de un factor en relación con las expectativas y el resultado obtenido. No necesariamente es el gran momento para empezar a replantearse el próximo curso de acciones porque lo importante aquí es cruzar la meta y pensar mucho nos puede distraer de ese objetivo. Como bloguera que ha estado muy inmersa en cada polémica en torno a esta producción, no puedo sino gritar a todo pulmón: «¡Corre, Flash, corre!» Fase uno: puesta en acción Como he abierto el melón, antes de meterme en materia voy a profundizar en su historial: cambio de guionistas, cambio de directores, cambio de productores ejecutivos, retrasos, reshoots... Con tantas idas y venidas, parecía que la película estaba sufriendo un flashpoint interno y que Ezra Miller era un velocista de verdad que la estaba liando parda al viajar por el tiempo... del rodaje. Sabiendo eso, para mí el éxito de este largometraje no radica en su taquilla (bueno, también), sino en el hecho de que esté en taquilla, de que haya entrado en la carrera. Puede que de cara al público general este sea el único objetivo, porque hasta ahora parecía que su gran obstáculo era estrenarse, no captar a los fans, pero Flash había quedado como una gran cuenta pendiente dentro del Snyderverse. Tras convertirse en el personaje con más cameos a lo largo de las series y películas de DC, contando incluso con una participación en el desprestigiado Arrowverse, lo justo era situarlo al fin bajo el foco, dejarle el protagonismo y aprovechar su trama para realizar un barrido completo y despedir a la Liga de la Justicia original. La excusa era muy buena, tanto, que quizá por eso han peleado tanto por sacarla adelante, porque si no era el flashpoint, ¿qué? Ni siquiera Aquaman 2, que se supone que es el punto final (el cruce de meta, por seguir con la metáfora), va a aportar tanto a la causa. Para muchos todo lo que es a.J.G. (antes de James Gunn) ha perdido sentido y no es más que migas para los snydictos, con lo que ¿por qué hacerle caso? En ese sentido, esta película ha tenido la mala fortuna de estrenarse en periodo de transición tratando de jugar un rol relevante que ya nadie es capaz de reconocer. Eso repercute en el tiempo de reacción del filme. Este, en física, es el que hay entre la llegada de un estímulo y la ejecución de la respuesta motriz. El argentino Andy Muschietti cogía hace unos años las riendas de un proyecto desbocado parar tratar de domarlo y que respondiera al pistoletazo de salida. Y su arranque es bueno, muy bueno. Cierto es que The Flash se permite muy poco descanso, es muy nerviosa, pero algo en lo que nadie puede negar que cumple es en el trato a su protagonista. La filosofía de Muschietti se resume en «Barry lo primero» y, si no hay nada garantizado, por lo menos que se disfrute un poco (aviso: me voy a centrar sobre todo en la parte narrativa, porque de la técnica... poco hay que salvar; ahí creo que estamos todos de acuerdo). Así, el primer acto es una introducción estimulante y sentimental. La película se aborda desde la esperanza, la duda y la impaciencia del personaje por arreglar su trauma infantil. Él ya sabe que puede viajar en el tiempo porque lo ha hecho antes. Es un Barry intentando reconstruir a su familia desde el pasado, vive en un bucle. Fase dos: aceleración Tanto la dedicación de Ezra Miller como la de Maribel Verdú (que ocupa el eje central de la trama) en sus respectivos roles es notable y el lazo entre ambos proporciona la conexión emocional que busca el espectador. Muschietti, valga el chiste, no pierde la dirección al respecto, lo que es de alabar teniendo en cuenta la complejidad del asunto (aunque estamos tan acostumbrados ya a las ramificaciones del multiverso en el continuo espacio-tiempo que ni los espaguetis nos hacen falta para entenderlo). El desarrollo de este Flash que ha pasado por tantas manos es icónico, ante la singularidad de ver interactuar a dos versiones opuestas, una fruto del sufrimiento y otra, del amor y la sencillez, sin que ninguna pierda su carisma particular. Esta interacción brinda los momentos más divertidos (y aquí aplaudo a nuestro actor de doblaje, Masumi Mutsuda, por el currazo a la hora de transmitir este caos enérgico y separar divinamente ambas personalidades). Más allá de los Allen, sin embargo, la cosa queda algo atropellada o inconclusa, lo cual puede generar confusión no solo en el fan dcista, sino (sobre todo) en el espectador común. En otras palabras: cuando nos desligamos un poco del hilo argumental, el filme da la impresión de ser un peluche viejo con parches por aquí y por allá de distintos colores, o un río con afluentes no señalados en el mapa. Es más, parece que han intentado camuflar ese detalle, pero es evidente que no lo han logrado. Por tanto, donde debería ser un cierre en regla, se abren caminos que posiblemente queden inexplorados, lo cual genera lagunas en un guion que es sólido y coherente en lo interno (lo más importante), pero no así en lo externo, ya que su promesa de continuidad, cuando ya sabemos lo del reinicio del DCEU, resulta muy floja y casi un mal chiste. Fase tres: velocidad máxima ¿Dónde quedan Michael Keaton y Sasha Calle, entonces? Tanto el regreso del primero como la presentación de la segunda son muy buenos, pero en este punto guion y montaje van muy acelerados y se comen a Supergirl, cuya presencia es magnética, muy en la línea de la nobleza de Henry Cavill, pero cuenta con tan escaso desarrollo que dan ganas de pedir un spin off (cosa que igual es demasiado a estas alturas). Keaton, por su parte, juega con la ventaja de ser un Batman integrado en la cultura popular desde hace tiempo y es la excusa perfecta para que Muschietti se recree en la nostalgia y juegue con los elementos oscuros en torno al personaje (lo suyo, friendly reminder, es el terror). Al margen del tiempo dedicado a cada uno, con ellos el segundo acto va progresivamente hacia arriba, anticipando lo que podría ser un gran clímax... Fase cuatro: resistencia a la velocidad
La resistencia a la velocidad es lo último que sucede en una carrera, cuando una vez que has pillado el ritmo debes mantenerlo el mayor tiempo posible. No me parece que The Flash tenga problemas de ritmo (ni de tono), pero el desglose de acción tampoco parece ser lo suyo y seguramente el canal de Agujeros de Guion tenga unas cuantas cosas que decir del tercer acto, que en comparación con los anteriores descuida todo lo que no sea Barry. El clímax es el peluche con parches definitivo, desde la batalla hasta el final. He visto opiniones muy dispares al respecto y es una pena que detrás de las cámaras tampoco exista una decisión unánime sobre lo que mantener y no. Este final es una dispersión de acción con doble antagonismo que se queda a medias. Lo que hasta ahora había ido bien se marca algún tropiezo, pero la marca prevalece y a los seguidores de toda la vida les gustarán los guiños. Barry culmina su viaje con emoción y los que se aferran aún al Snyderverse apreciarán el cariño, aunque todo vaya sonando a despedida, una, además, firmada por diferentes integrantes (porque lamento señalar que el estudio ha intervenido notoriamente, lo que para mí es un error garrafal). La escena final, por cierto, es marca Gunn del todo. CONCLUSIÓN: si estos fueran otros tiempos y DC estuviera mejor posicionada esta película no hubiese sufrido tanto como lo está haciendo. Puede gustar más o menos, pero tiene ingredientes más que suficientes para que la experiencia sea entretenida, a pesar de ese CGI deplorable que, sea decisión creativa o no, merece una revisión de cero. Es una película que por sí sola funciona correcta, pero como parte del DCEU y, más en concreto, el Snyderverse, es otra promesa incumplida, una campeona que se marca un sprint desesperado, casi jadeando de lo que le ha costado, sin darse cuenta de que el público general ha perdido el interés en su avance, por unas causas u otras (la más grave: la mala organización, que es la que define el lugar que ocupa en el entramado de DC). Aunque me atrevo a alegar que no solo ocurre (y ocurrirá) con los productos DC: podría detenerme a reflexionar sobre el agotamiento que se percibe en torno a los superhéroes (con excepciones muy aplaudidas en ambas casas, ojo), pero eso me llevaría a un trabajo de fin de grado. El germen puede que se encuentre en la confusión respecto al target. ¿A quién quieren agradar? Porque da la impresión de que, en lugar de ser abiertas, las películas cada vez se concentran en nichos más especializados. No contar con los espectadores que no devoran cómics, series o que no llevan siguiendo tanto tiempo el cine de superhéroes a la larga es un error y por eso quizá los easter-eggs ya no supongan la apuesta segura (ni los trailers detallados, ya de paso). Dejo eso como reflexión y zanjo con que aunque el Flash de Muschietti no sea perfecto, tampoco es un desastre como parecía y desde luego se merece una oportunidad. Por eso la premio con un 7. Lo mejor: la primera secuencia, el equilibrio entre humor, acción y drama, la interacción entre los Barrys, la química entre los Allen, el casting de Sasha, los guiños de Keaton, el manejo de los poderes y el desarrollo del Barry protagonista. Lo peor: el CGI, el desaprovechamiento de los antagonistas y de Iris (mucha insinuación, poco desarrollo), la ausencia de ciertos cameos (ejem), algún diálogo muy pobre, la escena post-créditos (muy sin más, no aporta nada) y que se queden cuestiones abiertas esperando que se concluyan en un futuro que puede que no llegue y, por tanto, frustre a los fans. Post de Teresa Antón y de Rosana RábagoVuelve lo mejor de Marvel y no nos referimos a los Guardianes de la Galaxia (aunque los amamos), sino a que con esta tercera entrega James Gunn nos ha devuelto la mejor Marvel, la esencia que nos ha hecho adictos a sus películas y series y hay un consenso general de que a todos los fans nos está encantando. El pasado jueves pudimos disfrutar del fan event que se organizó en Madrid (hilo de Twitter aquí) y hoy os traemos la crítica sobre qué nos ha parecido la película SIN SPOILERS y ya sabéis que nos ha gustado, pero también tenemos algunas quejas. Preparen sus emociones para una experiencia llena de acción y momentos inolvidables con una película que cierra con broche de oro una trilogía emocionante. Si bien la segunda parte no nos enamoró tanto, aquí se han resarcido de ello y estamos encantadas. El guión tiene un buen ritmo, juega con la introducción de flashbacks que lejos de cortar la historia, aportan más en su desarrollo. Poco a poco nos introducen una historia a base de pequeñas píldoras que encajan perfectamente con el momento de la película y van añadiendo más dramatismo e intensidad en la trama. Por otro lado, la trama principal tiene una arranque correcto que pronto encuentra su ritmo y nos va presentando al villano, sus motivaciones y a nuestros guardianes en su plena esencia. Las escenas de acción son absolutamente maravillosas y destacan en toda la película. La coreografía y las secuencias son brutales y conforme nos acercamos al final solo mejoran. En cierto momento hay una secuencia de acción que yo (Tessa) fácilmente vería en bucle porque soy fan de las escenas de acción en las películas y aquí esa es perfecta (o casi perfecta, pero luego hablamos de ese casi). Ahora pasemos a los personajes porque hay mucho de qué hablar. Con Infinity War nos dejaron a este grupo en un momento complicado, con el grupo roto y un poco en declive. Habían conseguido ser los guardianes que querían, pero la pérdida de Gamora había roto el equilibrio que mantenía al grupo. En esta película muestran muy bien las consecuencias de esto, tenemos una evolución muy buena de los personajes que nos asienta las bases para su futuro. Quizás aquí destacaríamos para mal a Peter. Comienza deprimido, pero es una depresión que nunca antes habíamos visto y que, literal, le dura los diez primeros minutos de la película. Es cierto que durante el resto del filme vemos cómo intenta recuperar a su Gamora y que poco a poco acepta a esta nueva versión pero no quita que a mi (Rose) me pareciese algo atropellado su momento más sensible. Una de nuestras mayores preocupaciones era Gamora y su trama. Yo (Tessa) no soy especialmente fan de este personaje (Rose sí lo es), pero he de decir que aquí lo han hecho muy bien con ellal. James Gunn ha sabido tratar el tema de la variante en su historia con mucho tacto. No apresura las cosas, sino que da una historia y una evolución verosímil para un personaje al que ha reseteado la historia y tiene que volver a desarrollarse. El resto juegan con ventaja, llevamos películas de desarrollo de personajes, pero ella está empezando casi de cero. Y es un cero que nos encanta. La vemos regresar a una versión de Gamora que se asemeja muchísimo a la de la primera película pero dejando claro que, por mucho que el resto de los Guardianes lo deseen, ella no es su Gamora. El resto de los Guardianes también tienen una buena trama, volviéndose más reales tal vez. Destaca Rocket, como esperábamos, del que ya conocemos más de su historia de una manera en la que terminan de cerrar su crecimiento y desarrollo hasta el momento. Una historia que, aunque nos parece terrible, esta relatada de una forma espectacular y, podríamos decir (entiendase la diferencia) que muy bonita. Es imposible no emocionarse cada vez que veíamos un flashback y que no quisiéramos tanto como lo hacía Rocket a Lylla, Dientes y Suelo. Mención aparte para Cosmo y Kraglin. A pesar de estar separados del resto de los Guardianes durante casi toda la película sus apariciones prometían momentos de lo más cómicos que aliviaban toda la emoción que, en líneas generales, rodeaban la película. Y os prometíamos quejas, así que aquí viene el mayor fallo en esta película: Warlock. El personaje interpretado por Will Poulter se siente innecesario y decepcionante. No logra conectarse con la trama principal de manera satisfactoria siendo la mayor decepción. No sabíamos nada del personaje, pero esperábamos algo más a un villano o a un antiheroe al menos y aquí es como que no saben qué hacer con él. En los pocos momentos donde se pudo arreglar su historia, no lo hacen. Acabas con la sensación de que si quitas al personaje de la película, no cambiaría nada. O de que Warlock sólo ha sido una mera introducción, algo que pronto podría ser más pero que aquí, simplemente, no ha servido para nada en concreto. Más allá que para acabar K.O. a manos de cualquiera de los Guardianes en cada encuentro que tenía con este variopinto grupo. En cuanto al villano, el Alto Evolucionador resulta un personaje genial que nos recuerda en parte a Thanos. Son personajes con una idea clara de cómo debería ser el mundo para ser mejor y ambos están dispuestos a todo por conseguirlo. Tal vez le faltaba un poco más de carisma, pero es cierto que no todos los villanos tienen que enamorarte (creemos que en un principio ninguno debería hacerlo, pero nadie ha dicho que estemos bien de la cabeza). Juega en la línea entre genio y locura y te deja odiarle a gusto, disfrutas de tu odio hacia él. Es un personaje con fuerza, muy bien interpretado y que podría funcionar como un villano más grande en el universo Marvel. De hecho, no entendemos como no es él y si Kang el villano de esta Fase. En cuanto a las emociones, esperabamos llorar más, pero la película sigue siendo emotiva en su conjunto. La historia está bien planteada y organizada, lo que permite que los momentos emotivos tengan un impacto significativo. Aunque no alcancé a soltar todas las lágrimas que esperaba, porque os juro que a mí se me había prometido más drama y, como llorona que soy (Tessa again) estaba preparada para deshidratarse ahí, pero no alcanzó ese punto. Es cierto que las expectativas jugaron conmigo aquí, por lo que en parte es culpa de ellas. Por último, volvemos a otro punto que mencionábamos anteriormente: la música. Cuando hablaba de que ESA escena es casi perfecta diría que habría sido mejor con otra música. En general para ser una película en la que sus antecesoras se han destacado del UCM por su BSO, aquí no han sabido escoger tan bien las canciones. Las otras tenían canciones muy famosas y épicas que tenemos grabadas en nuestras mentes y en esta, si bien no son malas y algunas incluso son muy buenas, no han conseguido el nivel de las anteriores. Incluso diríamos que en algún caso habríamos elegido otras. Igualmente en conclusión es una película que se disfruta en la pantalla grande y que tenemos ganas de revisionar. Hemos amado el cierre que le dan y dejan un futuro interesante para los personajes. PD: Recordad quedaros hasta el final, porque la película trae dos escenas post créditos que tenéis que ver. Nota de Tessa: 8.5/10. Nota de Rose: 9/10. Nota media: 8.75/10. Post de Teresa Antón y Rosana RábagoEl pasado domingo 12 de marzo pudimos asistir al fan event de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones, la nueva película basada en el famoso juego de fantasía. Y, entre espadas y butacas de cine, pudimos ver una película que está hecha para ser disfrutada y de la que os hablamos a continuación. Eso sí, colgando el cartelito de SIN SPOILERS. En la era del streaming, cada vez seleccionamos más cuidadosamente las películas que queremos disfrutar en la pantalla grande. Elegimos largometrajes con una dirección magnífica, con una fotografía bonita, con efectos especiales asombrosos y, por supuesto, aquellas de las que tenemos tanto hype que no queremos esperar unos meses a su estreno en alguna plataforma. En definitiva, elegimos películas que SE MERECEN ver en pantalla grande y dejad que os diga que Dungeons & Dragons, es una de esas. La película nos adentra en el mundo de fantasía del mítico juego Dragones y Mazmorras, nos lleva a una historia de aventuras que mezcla épica, acción y humor en una fórmula que funciona muy bien ante el espectador. Y, como toda gran historia de épica, presenta un universo tan rico visualmente que una pantalla de cine es lo que se necesita para apreciarlo. La historia lo tiene todo, un padre que ve como su familia se desmorona debido a malas decisiones del pasado, personajes que se aprovechan de la desgracia de otros, jóvenes talentos cuyo potencial desconocen, amistades épicas y entrañables, tesoros y como no, tanto dragones como mazmorras (aunque de estos últimos podríamos haber tenido algo más). Probablemente, lo mejor que podamos decir de esta película es que está hecha para que la disfrutes. Tal vez no sea la más profunda, ni la más compleja, pero no es su intención. Lo que sí consigue es que pases un buen rato, te relajes y te sumerjas en la historia. Y a veces, eso es todo lo que hay que pedir a una película, que te deje pasarlo bien. Y dejadnos decir, Dungeons & Dragons lo cumple a la perfección. Los gags sacan una sonrisa tanto a los niños como a los adultos pero sin perder un toque emotivo porque, un juego de rol como este también provoca eso en la vida real, tanto risas como alguna pequeña lagrimita. La historia cuenta con varios personajes que, como si fuera una partida, se complementan entre ellos. Así tenemos a cada una de las piezas de la partida y ver la película es como ver una campaña ocurrir con distintas etapas (nosotras la dividiríamos en 3 partes) hasta llegar al final de esta. Transmite las vibes del juego, pero al mismo tiempo ofrece una historia muy entretenida al espectador. Como mencionabamos, la historia tiene unas tres partes que corresponden más o menos a tres “misiones” que cumplir, unas de más acción y otras implicando más aventura de la búsqueda. Y esto es algo que nos ha gustado, está muy bien dividido, ya que habitualmente el “viaje” es un tema recurrente en la fantasía, pero que muchas veces se hace un poco eterno. Aquí lo sitúan en el medio, ofreciendo una introducción vistosa, con una breve misión, y una parte final más competitiva y de acción. Por otro lado, con un reparto lleno de caras conocidas (Michelle Rodríguez a quien disfrutamos en el spin-off de The Witcher; Chris Pine; el duque René Jean-Page de Los Bridgerton cuya aparición, aunque breve, nos pareció deliciosa y Hugh Grant, entre otros), los personajes están todos muy bien definidos y la mayoría de ellos destacan por su carisma. A nuestro parecer, el “villano” se ha quedado un poco flojo y tal vez habría apreciado algo más oscuro, pero reconoceré que el tono de la película es bastante ligero y familiar, por lo que algo así no habría encajado bien. Y ya que hablamos del tono familiar, esta es una película con mucho humor. D&D no nos ofrece solo una historia de aventuras, sino que juega con algunos de los tópicos más clásicos del género para reírse de ellos en clave de humor. Sin llegar a menospreciar los clichés, podemos ver cómo hace lo que podría ser metahumor al reírse del propio género. En cuanto al lore, podemos ver un mundo espectacular con escenarios y vestuario para enamorarse, un montón de criaturas diversas, distintos tipos de magia… En general, tenemos un mundo muy completo, que nos hubiera gustado conocer más. Como no somos jugadora, pero tendemos a ser más exploradoras que competidoras, nos encantaría una guía que extendiera más de esta película. Y, definitivamente, queremos una segunda parte. En conclusión, Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones es una película muy entretenida, que funciona para ver en familia o con los amigos. Nos presenta una historia autoconclusiva en un mundo rico de magia y fantasía que bien podría darnos una segunda parte con una nueva “campaña”. Una segunda parte de la que, desde ya, queremos más. Y eso que, os lo confesamos, las películas y series anteriores basadas en este juego nunca nos habían convencido. Pero esta sí. Así que, amantes del juego y de la fantasía, si lo que queréis es pasar un buen rato y disfrutar de este juego de rol de una forma distinta pero, al fin, muy lograda, guardad el 31 de marzo en los calendarios para ir a disfrutar de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones. Creednos, no os arrepentiréis. P.D.: Quedaros a ver los créditos, la música y el montaje merecen la pena. ¡Y hay escena post-créditos (eso sí, aclaramos que solo una)! Un dato muy relevante para que os quedéis en la butaca unos minutos más y disfrutéis, igual que hicimos nosotras, de los últimos minutos de una película que, esperamos, sea la primera de una productiva saga que ya tiene confirmada una serie en Paramount Plus. Habrá que ver que funciona. Por el momento, solo podemos aseguraros que queremos más. |
El diálogo cinéfilo de la semanaRuido de fondo
Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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