¡Buenos días! Eso, por decir algo. Os pongo en situación: ayer por la mañana, impaciente por ver si lo que era un secreto a voces era cierto, decidí ver el capítulo nuevo de Arrow.  A lo que no lo hayáis visto aún, no sé si quedará ya mucha gente, ¡ATENCIÓN A LOS SPOILERS!

Como os contaba y como ya todos sabíamos, este era el capítulo en el que nos tocaba decirle adiós a Laurel Lance, un personaje que desde el comienzo era la protagonista femenina y que ha ido perdiendo peso en la serie en pos de personajes más secundarios como Diggle, Thea, Felicity o su propio padre, el capitán Lance. No obstante, tengo que reconocer que era reacia a creerme que moriría Laurel y siempre aposté por su padre, pero la cosa acabó como ya sospechábamos y ayer nos tocó decirla adiós para siempre. Al menos de la serie madre, Arrow.
Pero antes de adelantarme a los acontecimientos, revisemos un poco el capítulo. El episodio, Eleven Fifty-Nine, nos mostraba tres acontecimientos distintos entre sí. Todos con dos nexos en común: Laurel Lance y el puñetero ídolo de las narices.

​Así, el capítulo nos vuelve a mostrar a un Oliver desconfiante de Andy y, con razón, mientras Laurel se debate entre si aceptar el nuevo puesto que le ofrece Ruvé Adams (también conocida como la mujer de Damien Dahrk) y con unos flashbacks (de relleno total) en los que vemos a Oliver con Taina intentando acabar con Reuter que se ha hecho con un ídolo que, misterio misterioso, es el mismo ídolo al que tanto cariño tiene Damien Dahrk. Pero, ¿cómo es posible entonces que si Reuter lo tenía hace tres años en Lian Yu, entonces Dahrk viviese allá por los 60 con el mismo aspecto que ahora? Parece algo incongruente. Como siempre, esta explicación tendremos que montarla en nuestra cabeza porque no creo que se molesten en darla.
Mientras nuestra cabeza divaga con estos misterios, Spartan y Green Arrow van con Andy a una trampa mientras Laurel y Thea se quedan a defender el bunker. Tarea que no logran conseguir ya que son superadas en número por los hombres de Malcolm Merlyn que acompañan al Mago a recuperar el ídolo de Damien, aunque al monumento le falte una piedra que Andy se encargará de recuperar, demostrándose como el traidor que es.

​Todo esto da pie a que Laurel decida aceptar el nuevo puesto de trabajo que Ruvé le ofrece ya que, según Ollie, “Star City necesita un héroe de día, no de noche” y esta es una labor que solo puede conseguir Laurel Lance. Aunque eso signifique tener que dejar de lado ser el Canario Negro. Sacrificio que ella está dispuesta a realizar.

​El capítulo en sí no ha sido el mejor, todo sea dicho, y ha estado lleno de errores. Pero todo esto queda de lado al ver la muerte de Laurel Lance en un acto de pura y dura venganza por parte de Damien Dahrk que descubre, gracias a Andy el traidor, que Oliver Queen es Green Arrow y a partir de ahí va uniendo piezas hasta llegar a la conclusión de que su ex novia, Laurel Lance, es Black Canary. Y tal y como le había prometido al ahora suspendido Capitán Lance, mataba a su hija delante de un Oliver incapaz de ayudarla y, para más inri, con una de las flechas verdes del arquero que él mismo había empleado en un intento de matarle, pero, sin éxito tras haber recuperado el villano de la temporada el ídolo que le concedía poderes sobrenaturales. A partir de ahí ya estoy viendo el festival de culpabilidad de Oliver.

​Esto nos lleva a la mejor escena que han grabado Katie Cassidy y Stephen Amell en Arrow. Una escena muy emotiva en la que Laurel, viendo que su final está cerca, deja salir sus emociones hacia Oliver y en la que Ollie debe decir adiós a su más leal compañera, aquella con la que acaba emparejado, al menos en los cómics, Laurel Lance.

​Este final de capítulo nos abre las puertas a otro capítulo que, desafortunadamente, no llegará hasta dentro de veinte días. Un nuevo episodio, Canary Cry, que promete ser aun más trágico que este y en el que finalmente nos despediremos tanto de Laurel Lance como de su alter ego, Canario Negro. Os dejo la promo del capítulo y nos vemos la semana que viene.