Post de Naiara Salinas En 1959, un estadounidense de Tacoma (Washington) viajó al Área recreativa nacional de dunas de Oregón como parte de una investigación para un artículo en una revista. Ese hombre, reputado periodista, fotógrafo, crítico literario y ecólogo, acabó con tanto material que se olvidó del artículo y comenzó a vaciarlo en un manuscrito. El periodista con pasión por la tierra se llamaba Frank Herbert y su manuscrito acabó publicándose en 1965... bajo el título de Dune. Apenas dos décadas después, un proyecto de adaptación cinematográfica que andaba cogiendo polvo en el armario acabó en manos del estrambótico David Lynch, que dio rienda «suelta» a su arte bajo la atenta mirada crítica de la productora y de paso se agenció a un protagonista para su futura Twin Peaks, Kyle MacLachlan (un pipiolo de 25 años por aquel entonces, exactamente la misma edad que Timothée Chalamet hoy). Curiosamente, a pesar del avance de la tecnología en el campo audiovisual, tras el fiasco del estreno de Lynch nadie más se volvió a atrever a tocar semejante epopeya de la ciencia ficción ganadora de varios premios literarios, entre ellos el Nebula (algo así como el Oscar de la ciencia ficción y la fantasía literarias). Hasta que, a puntito de entrar en el cambio de década, un canadiense de ahora 53 años agarró el toro por los cuernos como el abuelo Atreides y se puso manos a la obra para devolver a la franquicia la dignidad correspondiente. ¿Fue tan mala la de David Lynch? ¿Qué es lo que tiene la de Villeneuve que la haga tan especial? Dos veces he tenido que verme ambas versiones para esclarecer mi respuesta a estas preguntas. El viaje tan premeditado de Paul Atreides Como punto inicial, debería discutirse la definición de remake para la aventura de Denis Villeneuve y es que, aunque en algunas partes de la película se aprecia cierta inspiración en la versión del 84, una y otra distan tanto que, partiendo de un original en papel, sería injusto ligarlas de otra forma que no sea dos guiones adaptados del mismo libro, lo mismo que han sido las tropecientas versiones de Peter Pan, La bella y la bestia, James Bond, Batman, Superman, etc. que no denominamos remake (también porque este término, al igual que reboot, son bastante más recientes que esos filmes). Teniendo eso en cuenta, la he colocado aquí por el mero hecho de que esta sección me permite comparar ambas para ver qué tal le sientan los nuevos tiempos a una historia tan famosa. Tal historia nos sitúa en el año 10.191 (es decir, mucho más de lo que realmente vamos a vivir como no empecemos a mudarnos a Marte ya), donde los planetas se convierten en feudos gobernados por grandes casas nobles, dos de las cuales, los Atreides y los Harkonnen, llevan en guerrilla desde tiempos inmemorables. Cuando el emperador arrebata a los Harkonnen el feudo de Arrakis (planeta desértico conocido como Dune donde se cultiva la melange, una especia de inmenso poder que ayuda a viajar por el interespacio y a los humanos les amplía ciertas capacidades) y se lo entrega a los Atreides, comienza la cuenta atrás para un golpe inminente seguido de consecuencias catastróficas que sitúan en el centro de todo a Paul Atreides, el joven heredero de su casa al que le espera un destino más grande. Mientras que Lynch se enfrentó valientemente al primer volumen entero de una saga que en cuanto a legado a la ciencia ficción equivale a El señor de los anillos en fantasía épica, Villeneuve ha cogido solo las 200 primeras páginas (aproximadamente; no me he puesto a contarlas una por una). Esa decisión viene motivada por el hecho de que la novela es un ladrillo con una complejidad creativa inmensa, multitud de personajes, perspectivas y un estilo muy de la época que ya no tiene cabida en el siglo XXI. Ese corte no implica necesariamente una mejora del guion con respecto a la obra de David Lynch, pues, aunque ambos cocinan en su propia cocción el destino de Paul y su familia, el resultado en ambos casos es un largometraje extenso con variabilidad de ritmo. La cuestión no es qué se cuenta, sino cómo y por qué una experiencia se nos vuelve tediosa y la otra, más llevadera. David Lynch, al coger el texto completo, se podía permitir mantener la estructura original y un gran paso para las adaptaciones posteriores fue seleccionar muy agudamente los pasajes que eran pertinentes para la trama (más o menos). Sin embargo, hasta ahí llegó: contar la historia, incluir algunos de sus manierismos pero no tantos como le hemos visto en otras producciones, hasta el punto de que la Dune del 84 para algunos puede resultar más hija de su década que de su realizador. O al menos eso sería de no estar Star Wars, el gran blockbuster modelo del momento, en la ensalada. Y eso siempre me ha parecido irónico, dado que Star Wars le debe a Dune prácticamente TODO. Sin embargo, George Lucas supo exprimir buenamente los elementos cinematográficos con los que contaba para un guion original, mientras que la novela de Herbert fue... demasiado grande para Lynch, tal vez. El cineasta se preocupó por contar el viaje de Paul, plagado de detalles complejos como sus visiones y su interacción con el mundo, pero no acertó en la forma de transmitir al público (dejando a un lado los problemas de comunicación existentes de antes entre su filmografía y este). El elenco y los diálogos fueron muy correctos (varias frases calcadas de la novela), pero más que lograr una inmersión en el relato generó cierto alejamiento a pesar de mostrar un universo alucinante con un argumento más que prometedor y que siguió inspirando a las generaciones de autores venideras (George R. R. Martin, sin ir más lejos). En mi caso me valió para presentarme el mundo y animarme a leer la novela, ya que el concepto general sí me encandiló y quizá yo estaba tan ilusionada cuando vi el teaser de la nueva Dune que quería devorarlo todo para saciar la sed ante el desierto que se abría hasta la fecha del estreno. Fue más en la segunda visualización cuando me percaté de qué era lo que no acababa de rendir, pues rítmicamente era muy plana porque la narración era también muy plana (salvando unas pocas escenas míticas, claro), sin una banda sonora potente y envolvente como la de Hans Zimmer, sumado a mucho ASMR que dormía enseguida a nada que la vieras a deshora. Los efectos visuales, por otro lado, también podían ser extraños para la gente que no había leído las novelas y no tenía muy claro qué estaba viendo. Herbert fue un escritor muy adelantado a su tiempo, así que no es raro que entre 2019 y 2021 se tomase la decisión de readaptarlo corrigiendo toda la parte técnica. La lectura de Dune en el presente se acerca más a una profecía que años atrás. Cualquiera que se aproxime a los problemas que se presentan en la novela será capaz de ver ejemplos en la vida real: la deforestación industrial, el ataque a las tribus nativas que solo quieren proteger su hogar, un planeta que agoniza y que requiere del saber científico para salvarse aunque al Gobierno le importe más los beneficios, etc. Es decir, no pierde relevancia con el paso de los años, sino que la gana, lo cual lleva a que deje de ser una mera fantasía y se torne más lúgubre. Así, Villeneuve logra todo lo que no logró Lynch en su momento, volviendo Arrakis verdaderamente una tierra de desesperación, peligro, resistencia y rebelión. No es un relato de aventuras, sino claroscuro, y por ende no debería ser amable. Paradójicamente, toda esa contemplación y recreación en el paisaje y los pequeños actos, como el de Paul cogiendo arena o presenciando la última puesta de sol en su planeta natal, impactan porque se realizan en el tono adecuado, un tono que musicalmente resalta la magnitud de los sucesos y que narrativamente causa que la tensión palpite en cada tramo hasta el «falso clímax». El tono es el que dirige el ritmo aquí. Al contrario que Lynch, Villeneuve sumerge al público en su relato, logra impresionarlo, y por eso sus dos horas y media de metraje no cuesta tanto digerirlas. «El miedo mata la mente» A pesar de que cinematográficamente la versión de 2021 es más potente, no por ello está exenta de problemas. En su caso lo mismo que beneficia a la autoría de Villeneuve juega en su contra, ya que peca de la misma maldición que otras adaptaciones partidas por la mitad: un principio donde no ocurre casi nada y que debe ser adornado, frente a un final cargado de acción trepidante... que no nos queda más remedio que esperar. Si Lynch hubiese tirado por esa idea su película sería del todo indigerible, pero que el espectador consiga llegar al final del viaje de Paul de un «tirón» (incluso si sigue estando incompleto porque faltarían otras dos entregas como mínimo) es mejor promesa que la de tener que esperar a ver cuánto recauda el tesoro más caro de 2021 (quizá compitiendo solo con Marvel). Como comentaba antes, la novela de Herbert es un tocho, donde los problemas de ritmo se aprecian desde el principio. Como imaginador y creador de mundos es un maestro y es admirable su dominio sobre los elementos naturales, la tecnología y hasta la sociología (incluyendo la religión, los idiomas y demás). La profundidad de Las crónicas de Dune (nombre completo de la saga) es incuestionable y como obra clásica merece ser leída, respetada y recordada. Eso no quita que, también como todo clásico, esté un poco sobrevalorada. Herbert es buen escritor, pero no es buen narrador. Posee ideas muy interesantes que se denotan en las reflexiones de sus personajes. Pero manejando los puntos de vista puede ser muy caótico y no tiene mucha noción del ritmo. Por tanto, el ritmo era ya un problema del que partían las dos adaptaciones. Villeneuve logra erradicarlo con su tono, al mismo tiempo que bucea en entresijos de la novela que tan superficialmente pasaron por Lynch porque con su corte se lo puede permitir. La dimensión religiosa, por ejemplo, la vemos con detalle en 2021, no sin curiosidad (cualquier otro se la hubiera saltado por temor a «espantar» al espectador con mentalidad millenial y Z). Los villanos imponen mucho más en 2021 que en 1984, donde eran prácticamente una caricatura; Villeneuve no solo logra que los respetemos más, sino que los temamos. Peeero (la vida está llena de peros) no aprovecha lo bastante el tiempo que se le concede para activar el guion de cara al espectador común que no se ha leído los libros. Atmosféricamente parte la pana y para con la acción es sorprendentemente fiel al texto, pero en lo que a los personajes se refiere no va más allá ni siquiera un poco, salvando la interpretación de Timothée Chalamet, que le da más energía y juventud a un personaje que, debido a su condición, termina siendo muy melodramático. Muy bien porque no sobreexpone con dosis de información en forma de monólogo eterno (e innecesario) cada dos por tres; mal porque no dedica un momento a hablarte de otra gente que no sea Paul. Ya sabemos que es el protagonista y el focalizador principal, pero en la novela no es el único y, ya que tenemos dos horas y media por delante, qué menos que aprovechar el tiempo que están en pantalla esos grandísimos actores de Hollywood, antes de empezar a cargárselos (Leto sale muy poco y habla menos para mi gusto, por ejemplo). Ese detalle en la versión de Lynch no se echa tan de menos. Al final, el gran problema que comparten las dos versiones es que son demasiado fieles a Herbert. Cada una aporta su visión, por supuesto, pero dentro de un esquema narrativo con el que no somos muy pacientes. Lynch es el más leal; Denis todavía llega a introducir unos poquitos cambios bienvenidos con el fin de acelerar algunas partes, pero el tramo final, el punto del libro donde decide detenerse, está mal cortado. Es un clímax que sube y baja un par de veces en tono y ritmo. El truco para que esa estructura elegida fuera redonda radicaba en un cambio de enfoque, algo más en la línea de Vengadores: Infinity War: cosechando una resolución que, aparte de inevitable, dejara el destino de los personajes muy desoladoramente en suspense, para así empezar la segunda parte con algunos giros que son introducidos en esta y alargan el guion más de lo deseable. De todas formas, tras ver la película por segunda vez tengo dudas con esta idea. No me cuesta entender por qué se han tomado x decisiones, pero tampoco me parecen las mejores para la continuidad del ritmo en esos minutos cruciales. La experiencia me susurra que la mejor forma de adaptar Dune al final es abstrayéndose más del papel, tomando toda la esencia como buenamente hace Villeneuve y dándole una dimensión nueva no demasiado literal para conseguir un ritmo perfecto y convincente para todas las partes. Y creo que eso todavía puede lograrse en el cine; no es necesario pasarse a la tele. Conclusión: arriesgar más y no dejarse llevar por el miedo al que dirán los fieles puritanos. And the winner is... Aunque lo parezca, no pretendía cargar contra la versión de Lynch, que ya es de culto con sus imperfecciones. Sigo creyendo que tomó la mejor decisión al coger el libro entero y no solo la mitad (o menos); no deja de tener su gracia y sabe resumirte bien la novela. Para mí es como ver la primera versión de El planeta de los simios: es otra década con menos pretensiones épicas y más costumbrismo; otro estilo, punto. Pero valoro mucho más la forma en que Villeneuve ha logrado acercar el mundo ingente de Dune sin perder su firma. Es un tipo de blockbuster que no se ve todos los días, es poesía para la ciencia ficción y, a pesar de las pegas señaladas, está bien que llegue un director de este siglo para enseñarnos a observar y fijarnos en los detalles en vez de actuar sin descanso. Le funciona muy bien porque es mejor desarrollador de thriller que de acción, así que lo que no suple con una parte lo compensa con la tensión del ambiente. Otro rasgo muy a su favor en el que no me he detenido es la versatilidad del reparto; dudo mucho que Frank pensara en personajes blancos y «americanizados» todo el tiempo y Denis tampoco lo hace: hay enorme riqueza cultural con gente europea, latina, africana, china... Su Arrakis es el que yo me imaginaba. La he visto, como digo, dos veces y siento que podría ver una tercera en breves y no me cansaría, no me aburre para nada. Aparte, todavía está a tiempo de corregir los aspectos que restan y, dado que le quedan 500 y pico páginas, es posible que lo haga. ¿A vosotros qué versión os convence más?
1 Comentario
Grijander
1/24/2023 13:56:19
Prefiero la de Lynch, por muy buena que sea la nueva no creo que jamas se convierta en pelicula de culto.
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