Post de Naiara Salinas Por mucho que digan que los blogueros y los youtubers son los periodistas freelance del siglo XXI y que tienen muchas oportunidades, una nunca espera que le llueva la suerte de la noche a la mañana. De modo que cuando conseguí invitaciones sin tener que hacer cola para algunos de los preestrenos del FesTVal organizado en Vitoria (País Vasco) me hinché de emoción. No obstante, ir a un evento de este calibre no solo me ofreció eso, sino más cosas que pienso relataros a continuación. Intento de divinización, ruta turística, pintxos, aprendizaje y mucho fangirleo El día (martes 5 de septiembre) comenzó ajetreado, con un madrugón de narices para coger a primera hora de la mañana el tren dirección a la ciudad vasca. Había tanto que ultimar en cuanto llegara (el check in en el albergue, recoger las invitaciones en la oficina de turismo, recoger la inscripción a las jornadas profesionales…). Todo se resolvió en cuestión de minutos, pero no había tiempo para el descanso, pues quería reunirme con mis dos allscreeners favoritas, Rose y Tessa, para acompañarlas a la primera rueda de prensa que cubrirían como buenas periodistas invitadas: la de Velvet Colección, cuyo photocall se realizaba al aire libre, visible para todo el mundo a nada que ese mundo lograra un buen ángulo o fuese más alto que el simpático grupo de reporteros y paparazzis. El equipo llegó en dos furgonetas levantando ya expectaciones. Sonrientes y glamurosos, posaron con la naturalidad que otorgan temporadas de práctica, e incluso hubo quien se atrevió a realizar poses de lo más divertidas. Entre ellos no solo había fotogénicos, sino también instagramers que decidieron inmortalizar sus propios recuerdos del momento. Esa no sería más que una de muchas interacciones con gente del mundillo, pero para mí fue una de las veladas más agradables (y para mis compañeras, que los tuvieron prácticamente pegados, también, aseguran). Antes de acudir a los preestrenos, no obstante, otras citas me dirigían por las tardes al Palacio de Congresos, centro neurálgico del festival, donde todo el fangirleo y la profesionalidad periodística se detenían por unas horas para asistir a reuniones más académicas, conferencias con diferentes trabajadores del mundo de la comunicación (asociaciones de propiedad intelectual, productores musicales, guionistas, directores…) en las que volvía a convertirme en una alumna escuchando a los ponentes debatir, reflexionar, contar o explicar diversas historias de su ámbito. Dispuesta a no perder el tiempo, con un cambio de look llamativo (de plebeya a “princesa del pueblo”, pues mi obsesión por la comodidad y la naturalidad pocas veces me deja llegar al nivel de “diva”) escuché dos temas interesantes sobre los que no me costará volver en un futuro, ya que tienen tela: cómo deberían funcionar los derechos de copyright en comparación con cómo funcionan realmente, más la novelización de un guion (y viceversa). La primera conferencia, impartida por AISGE (una asociación en defensa de los derechos actorales), expuso una historia sobre la propiedad intelectual desde la invención de la imprenta hasta nuestros días, haciendo hincapié en cómo el avance tecnológico supone nuevos retos para la legislación, sobre todo en lo que a plataformas digitales se refiere (como Netflix). Una de las charlas en la que estuvo abierto el debate, así como una mirada al modo en que la industria tecnológica batalla con la industria de contenidos continuamente, a la vez que surgen nuevas oportunidades, mayor dinamismo en las proyecciones y diversidad cultural. Una de las ideas que surgieron a raíz de esto es la necesidad que tiene la televisión actual de innovar en contenidos, dado que ya se da por sentado que las ficciones se concentrarán pronto en la web (algo con los que varios directores y actores no están de acuerdo, por cierto, como afirmaron en la última conferencia del sábado a mediodía). Otro de los debates tuvo que ver con el alcance de esa propiedad intelectual, es decir, quién se beneficiaba de ella, lo cual varía según los países, aunque todos en general coinciden en su definición como “fórmula económica de explotación de una obra propia”, es decir, la diferencia existente entre “proteger” la obra de un cantante, por ejemplo, y la de un arquitecto básicamente es la promoción. Por ello el contenido artístico se “beneficia” del copyright, porque su exportación se basa en campañas publicitarias (es algo muy interesante que yo no había sabido hasta ese momento). El problema reside en que, al menos en España, el 80% de los beneficios de esa propiedad van a parar a los productores, no a los artistas y realizadores, algunos tan importantes para la creación de la obra como el montador, el director de fotografía, etc. El ponente expresó rotundamente la necesidad que hay de cambiar la legislación al respecto, dado que las autorías también lo han hecho, pues a medida que la creación se ha ido complicando han surgido nuevos puestos, nuevas manos ayudantes. También opina que el trabajo de un actor merece gozar de protección, pues su interpretación siempre es única y no igual a la de otro. La segunda ponencia estuvo a cargo de Manuel Ríos San Martín, un guionista y director conocido por las series de Médico de familia y Sin identidad, que publicó el 12 de enero de este año su primera novela, Círculos, la cual ideó en 1989 en Chicago a raíz de una anécdota con su televisor. Una historia muy interesante sobre cómo este escritor trabajó años en su proyecto literario, puliéndolo, peleando con las editoriales, adecuándose al formato, aportando sus conocimientos y experiencia del sector audiovisual, reescribiendo varias veces el texto… El suyo es un ejemplo claro de autoedición y autopromoción por sistema de crowdfunding. Se abordaron muchos subtemas sobre este proceso: la importancia de la estructura de una historia para determinar su formato (guion de serie, de película, de cortometraje, novela, etc.); la inspiración como aquello que te mueve a escribir todos los días, no necesariamente una idea clara del asunto; cómo los tiempos cambian y el sentido de la historia con ellos, lo cual da a pie a que esta pierda “novedad” con respecto a otras ficciones (lo que podía ser revolucionario en los 80 se encontró de pronto con argumentos y estilos tan parecidos como el caso de Black Mirror. Eso, a su vez, garantizó que el público estuviera preparado para el libro) y cómo a veces uno puede aplicar su formación para tener éxito fuera de su ámbito. Nada llega a la primera, pero crear siempre es un proceso que requiere mucho tiempo, de meses a años. A veces el dedicarle tanta espera a un proyecto puede merecer la pena. Manuel no solo escribió el libro, sino que además lo guionizó para sentirse más cómodo, tomó las fotografías, grabó las promos, diseñó portadas y reunió a un casting para un cortometraje. A través de esas vías y contactos logró que Suma de letras se fijara en él y le ofreciera un contrato de publicación. Ahora tiene la esperanza de poder adaptarlo a serie. Pero la última de estas charlas fue verdaderamente especial, pues reunió a parejas de directores y actores de series diarias (Amar es para siempre, Acacias 38, La peluquería, El secreto de Puente Viejo, Gym Tony y Gym Tony LC). Durante la conferencia, cada uno compartió sus impresiones y experiencias sobre cómo es trabajar en una serie de esta clase. Itziar Miranda, por ejemplo, quien interpreta a Manolita en Amar es para siempre, afirmó: “Cada año aprendes. Yo me pongo nerviosa porque un nuevo elenco es como ir al colegio”. Y, por otra parte, que no se diga que pasan desapercibidos: “Te vas a Nueva York tras grabar una serie española y hay gente que te conoce. Los actores se ganan día a día a sus personajes, gente que es muy secundaria y logra crecer”. Pero una cosa es rodar un drama y otra muy distinta, una comedia. La pareja representante de Gym Tony y La peluquería reveló datos curiosos como que el director nunca se puede permitir ir al baño, más la importancia de conseguir el humor a la primera, pues no cuentan más que con unos treinta minutos de media para filmar. Por eso Ricardo A. Solla tiene claro que el director “es una persona que debe saber responder a unas doscientas preguntas diarias. No debe dudar nunca, sino tomar decisiones inmediatas”. Y uno de sus actores, Adam Jezierski (sí, el Gorka de Física o química), valora sobre todo el trabajo de los guionistas: “Puedes ser un cómico bueno, pero si no tienes un buen guion no hay nada que hacer”. Una charla muy instructiva donde los asistentes pudimos averiguar cómo trabaja el reparto, de los cuales la mayoría opta por estudiar los guiones de la semana durante el finde, mientras que hay quien le da un repasillo entre tomas. El director de Acacias 38, Luis Santamaría, contó cómo lograron solucionar un imprevisto (causado por un incendio en el plató): “Nos salvó que siempre vamos con un margen de emisión muy amplio de dos meses. Teníamos cuarenta capítulos escritos que no podíamos grabar, así que en dos semanas nos trasladamos al plató que no se había quemado, nos inventamos una esquina, escribimos treinta capítulos de colofón para que se rodaran allí y, mientras, reconstruimos el otro plató”. Otra de las cuestiones abordadas (ya os digo que esta jornada dio para mucho, tanto que se alargó más de hora y media) fue las diferencias con respecto a las ficciones de prime time, de entre las que destacaron el presupuesto y el tiempo (un prime time puede dedicar tres horas a rodar una secuencia, mientras que en una serie diaria la toma es de golpe. Supongamos que son de cien palabras: el resultado debe ser un minuto de metraje, aproximadamente). También opinaron que la supervivencia de los personajes difiere y que estos pueden durar más en una serie diaria que en un prime time (algo con lo que estoy de acuerdo). La cantidad de trabajo, por supuesto, tampoco es la misma, dado que un director diario debe manejar toneladas de guiones todos los días (una media de treinta), y si se muere algún actor hay que reescribir sus escenas. Muy interactivas y entretenidas dos horas, donde el público, al igual que en las otras jornadas, pudo preguntar directamente a los ponentes. Una de esas preguntas tuvo que ver con el futuro de las series con plataformas digitales como Netflix o productos transmedia (aprovechando el estreno de Si fueras tú), para lo que Raúl Peña (de El secreto de puente viejo) tenía una respuesta sólida: “Creo que no importa que el público tenga la posibilidad de elegir la historia, creo que si tenemos nosotros claro lo que queremos contar puede salir adelante”. En definitiva, nadie cree que este nuevo sistema de emisión vaya a sustitutir a las series diarias y que lo nuevo es perfectamente compatible con lo tradicional. La oferta se amplía, nada más. Ojalá hubierais estado ahí para disfrutar de todos estos secretos y curiosidades. Un festival muy histórico Tras ver al reparto de Velvet y hacerme un par de selfies con la escultura conocida de Ken Follet (que se sirvió de la catedral de Santa María de Vitoria para crear la de Los pilares de la tierra), conocer intrigas del mundillo en las jornadas, catar algunos pintxos de la ruta dispuesta por el festival, dominar el tranvía y las direcciones en cuestión de un par de viajes y morirme por correr con tacones, llegaron los platos fuertes de esta velada de tres días solo: los preestrenos, cuyas reseñas SIN spoilers ya habéis ido viendo a lo largo de esta semana (aquí, por ejemplo, tenéis la de Velvet Colección o la de El Ministerio del Tiempo) Una experiencia sublime el poder disfrutar de mis series favoritas en compañía de sus actores. Si bien solo con El ministerio del tiempo me congracié de estar en el patio, al acabar el resto de proyecciones pude asomarme desde el anfiteatro y tomar capturas como las que os ofrezco a continuación. Buenas vistas, ¿eh? No solo eso, sino que además tuve el mejor ángulo para observar al elenco tomarse unas copas (agua y Coca-Cola principalmente) en el bar del exterior. El edificio, por cierto, era una maravilla arquitectónica, muy digna de albergar este festival.
Previamente en la alfombra naranja uno podía encontrarse de todo, hasta gente que trataba de conseguir una entrada de última hora. Tal vez el momento más tedioso fue la espera de una hora para poder ver Velvet Colección (único retraso del festival), pero solo mi estómago que se quedó sin cenar esa noche lo lamenta. Mis ojos, en cambio, no. A Velvet Colección le seguirían El ministerio del tiempo, Tiempos de guerra y, en un súper salto de un día, La catedral del mar. Tres series sobre tiempos pasados que hicieron de esta velada casi una clase de Historia (podría haber sido una buena temática para el festival). No veo el momento de poder continuar con ellas, pues me enamoré de todas. Ver una serie en una pantalla grande a oscuras cual sala de cine no es algo novedoso para mí, pero sí es hacerlo en un teatro, rodeada de glamour y estrellas y antes de tiempo, de modo que si nunca habéis probado la experiencia, os digo que no es necesario ser periodista para conseguirlo y que merece la pena realizarlo al menos una vez en la vida. Y, por supuesto, que nunca falte tiempo para un poco de turismo, pues pronto se descubre que el FesTVal no es la única gran atracción de Vitoria y que, en la misma calle del lugar de las proyecciones puedes encontrar tiendas muy chulas y solo aptas para frikis.
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Octubre 2019
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