Post de Naiara Salinas ¡Buenas! Ya tocaba estrenarme en esta sección, ¿no creéis? Y es que no se puede decir que no haya trabajado mucho con el teatro este año. Imagino que si estáis de vacaciones en el extranjero (en concreto, Inglaterra) y sois potterheads, no habréis resistido la tentación de adquirir en exclusiva la octava entrega de la saga de Harry Potter, Harry Potter and the Cursed Child, que toma como referencia el guion de la obra estrenada el pasado junio. Yo, incapaz de aguantar hasta septiembre, he decidido degustar la historia en inglés gracias a una ofertilla de Kindle Amazon (luego es de esperar que la compre en papel en mi idioma). Algún día espero que la obra haga su tour mundial como ya hicieron tantas otras (Los miserables, Mamma Mia, Sistec Act, El rey león…) pero, hasta que llegue a España, todo lo que puedo -podemos- disfrutar de ella es este libro, ambientado diecinueve años después de Las reliquias de la muerte, donde el hijo mediano de los Potter, Albus Severus, toma el protagonismo. Aunque muchos (yo también) estaban deseando que llegara esta historia a sus manos, supongo que es raro tenerla en formato teatral y no verla representada, pues el teatro es un género sobre tablas más que sobre papel e incluso leyendo uno no se desliga del escenario, sino que lo va “viendo” a través de las acotaciones. A comienzos de este año, como editora de una obra de teatro, inicié con mis compañeros de clase la campaña #YoLeoTeatro en redes sociales para promover nuestro libro, que exigía dura publicidad al competir con los géneros favoritos de los lectores. Esto lo cuento para destacar la excepcionalidad de The Cursed Child, que probablemente se convierta en el primer best-seller teatral en mucho tiempo. Sin embargo, no penséis que estoy aquí para reseñar la obra y resumir mis impresiones (más que nada porque no deseo spoilear a nadie y, como alumna de Ravenclaw según Pottermore, me agarro a lo de Keep the Secret), sino darle la vuelta a la tortilla y pensar cómo sería ver esto en escena (esto es All Theatre, ¿no? Pues hablemos de teatro). Esta reflexión empezó cuando vi que no habían reducido la cantidad de magia pese a estar destinada al teatro y no al cine, dos ámbitos que funcionan de forma muy diferente, como sabéis. En el segundo puedes permitirte, con la ayuda de los efectos digitales, recrear con verosimilitud muchas cosas, pero ¿en lo primero? ¿Cómo añadir croma u otros artefactos caros cuando no se tiene apenas financiación? ¿Cómo jugar con explosiones en un recinto cerrado y limitado? Es la dura realidad del teatro: aunque la tecnología supla hoy muchas carencias, en el escenario poca evolución real puede haber por su poca recaudación. Ahí también existe una división entre grandes y pequeñas producciones que decide a quién se le da más dinero y quién tiene que explotar su fuerza interpretativa. Esta maravilla de J. K. Rowling y Jack Thorne ha tenido suerte, pero aun así no puede prescindir del ingrediente básico que convierte a este género en algo tan especial: la imaginación. Porque mientras que en pantalla Harry, Ron y Hermione pueden volverse invisibles al usar la capa, en nuestro mundo real no hay mayor magia que la de engañar al espectador y obligarle a seguir el juego, como cuando eres niño y conviertes el sofá de tu casa en un barco pirata por las buenas. Así que a continuación voy a enumerar una serie de elementos que aparecen en la obra (sin spoilers, tranquilos) e idear una forma de llevarlos a escena. En algunos casos, las acotaciones ayudan mucho a imaginárselo. 1. Hechizos Desde el Wingardium Leviosa, hasta el Expelliarmus y el Avada Kedavra. Molaría que funcionaran de verdad, ¿eh? Pero no lo harán. Lo que une al cine y al teatro es que los actores deben imaginárselo todo como si de verdad sucediera al representarlo. Lo que los separa es que los espectadores no tienen por qué, ya que el cine se lo da todo mascado y en teatro todos están al mismo nivel de visualización. Así que lo máximo que podemos esperarnos son cables, trampillas o trampolines que generen los efectos de vuelo, arrollamiento o choque. Si un actor le lanza a otro un Avada Kedavra puede que el técnico de luces y sonido active una pequeña chispa verde con un sonido estridente mientras la víctima finge su muerte inmediata. Si le lanza un Expelliarmus, el otro simplemente lanza la varita sutilmente como si nada hacia un lado o hacia atrás. Lo de los cables y los arneses bien valdría también para volar en escoba. 2. Capa de invisibilidad Estamos hablando de los Potter, así que puedo aseguraros que en algún momento veréis esta famosa reliquia tan bien diseñada. En las pelis usaron varios tipos: la de lucir diseño, otra de croma para añadir el efecto más tarde, otra enorme para que entrara el cámara y grabara desde dentro… En la obra de teatro es de esperar que solo haya una y que lo demás sea cosa de imaginación, que el actor que no está dentro de la capa recorra el escenario como si no hubiera nadie más. O puede que la capa, ya que se usa en un momento muy concreto, haya sido elaborada tomando como referencia el escenario de esa escena de modo que pueda “fundirse” con el entorno (es decir, que más se parecería a la capa que usan Frodo y Sam para camuflarse en El señor de los anillos). 3. Poción multijugos Oh, sí, esto es, en mi opinión, lo más difícil de representar de todo. ¿Cómo ejecutamos este cambio inmediato de personaje y por tanto de actor? De nuevo las luces podrían ser las maestras en generar este efecto, si por ejemplo colocan el foco en el actor y proyectan en él imágenes de la piel cambiando, igual que veríamos en una pantalla. Es una suposición muy atrevida para alguien que no tiene mucha idea de esto, así que no descarto equivocarme, aunque pocas opciones más puede haber. Otra posibilidad podrían ser máscaras con las caras de los personajes en quienes se transforman, o que ninguno de los actores esté visible para el espectador en el momento de la transformación y de pronto aparezcan aquellos que encarnan a los personajes en los que se han transformado. Creo que esas tres opciones son las únicas factibles, ¿y vosotros? 4. Flashbacks, recuerdos No, no hay un pensadero en la obra, aunque más de una vez se rinde tributo a la saga original y aparecen escenas que nos suenan. Sin entrar en detalles y dada la naturaleza de este proyecto y su impacto en los fans de toda la vida, no me extrañaría que el director hubiera colocado al fondo una pantalla de tamaño decente para proyectar todas esas imágenes y recuerdos que se corresponden con las películas y que no representan los actores. 5. Desapariciones Aquí el ilusionismo jugaría un papel importante. Recientemente vi una imagen de la representación en Londres donde los actores agitaban las capas ocultándose detrás para generar ese efecto de confusión y desaparición. Esto es viable si tras unos cuantos ensayos utilizan trampillas ocultas en el suelo del escenario para desaparecer y volver a aparecer. En el tiempo que ellos están bajo el suelo, el encargado de las luces apagaría los focos principales para dejar una luz tenue y que de esta forma los encargados del atrezzo pudieran cambiar los elementos del escenario sutilmente. Si el escenario fuese el mismo pero en un tiempo diferente, tal vez los actores ni tendrían por qué usar la trampilla y se quedarían tan a gusto con ese revuelo de túnicas. (ALERTA, LA SIGUIENTE APORTACIÓN PODRÍA DAR PISTAS DEL ARGUMENTO) 6. Viajes en el tiempo El tiempo es uno de los aspectos fundamentales de la obra, tanto desde un punto de vista mágico como de avance argumental. La historia comienza justo en el epílogo de Las reliquias de la muerte, pero el Albus Severus que vemos en las fotos promocionales no tiene mucha pinta de tener once años, ¿no? Eso es porque va creciendo, y en el libro eso se transmite a través de saltos de escena en los que cambia el actor (mientras que a los padres se les maquilla y se les añade alguna cana para que parezcan algo más viejos). Avanzar la trama es muy fácil en teatro mediante ese recurso, pero ¿generar el efecto del giratiempo? Más o menos así es como se explica en un momento dado, traducido de la mejor manera que he podido: Hay una gigante explosión de luz y ruido. Y el tiempo se para, entonces se vuelve, piensa un poco y empieza a moverse hacia atrás, lento al principio… y de pronto velozmente. Todos miran a su alrededor. Muy personificada esta acotación, ¿no creéis? Si decides tomarla literalmente, entonces se podría entender que hay una rueda en forma de reloj en ese momento encima del cual están los personajes y, al girar el giratiempo, gira y las luces, el sonido y probablemente el telón hacen el resto para simular el viaje. Si además quieres subrayar la acción, podrías usar la pantalla para mostrar imágenes de relojes retrocediendo. 7. Retratos vivos Esta es una tontería, no tiene mayor misterio que poner a un actor detrás de un marco grande, como de hecho vemos en esta imagen promocional: Llega la hora de cortarme la lengua (o los dedos) y acabar este post antes de informar demasiado. La conclusión que saco yo es que nada es más poderoso a la hora de contar una historia, independientemente de la forma, que el ser capaces de "verla" simplemente mediante recursos como la música, el ruido o las palabras. El teatro puede ser mágico en muchos sentidos, sabiendo que ocupamos el mismo espacio que los actores y que al final de la representación podemos aplaudir su trabajo y hasta acercarnos a fotografiarnos con ellos y felicitarles o hacerles preguntas. Lo mejor es disfrutar de la inmediatez que ofrece este género y volver a recordar nuestra infancia. No creo que nadie se decepcione por eso. Quién pudiera ver esta maravilla en directo (como si tengo que echar una moneda a la Fontana di Trevi para que se haga realidad mi deseo). No siempre se necesita ver para creer... Pero si tenéis la suerte de estar en Londres y veis esta obra, no dudéis en dejar comentarios sobre qué os ha parecido. Por el momento, ¡seguid viviendo la magia! Y, más importante, a los lectores del guion:
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Marzo 2023
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