Post de Naiara Salinas Dos meses han pasado ya desde que las allscreeners nos juntamos para ver el musical de Anastasia, que en España se representa(ba) en el Teatro Coliseum de la Gran Vía de Madrid, pero la ensoñación todavía perdura, y es que muchas alabanzas podemos cantar acerca de las maravillas de la escenificación, desde el decorado a la interpretación y las coreografías. A la historia que ya conocíamos se le añaden pasajes más históricos, nuevas canciones y un trasfondo mayor. Todo un espectáculo. Es difícil no conocer el argumento a estas alturas, bien sea gracias a la serie documental de Netflix Los últimos zares (2019) o, por supuesto, a la cinta animada de Fox de 1998. La obra entremezcla los contextos de ambas versiones y ofrece un híbrido bastante asequible más a favor del contenido histórico que de la imaginación del cine. En ella, regresan las viejas caras de Dimitri y el conde Vlad como los estafadores que buscan una actriz que interprete el papel de la legendaria hija menor del zar Nicolás II, desaparecida tras la masacre. Cuando Anya, una joven y humilde sirvienta con amnesia, se presenta ante ellos en busca de respuestas los dos lo tienen claro: es la candidata perfecta. Sin embargo, conforme progresa su relación y aprendizaje, comienzan a saltar recuerdos más cercanos a la verdad que lo cambian todo. Uno de los puntos más interesantes del libreto es cómo el villano cambia con respecto al clásico de Fox y se convierte en una facción política progresista y anti zarista que asola el palacio de San Petersburgo durante una noche de fiesta y provoca importantes pérdidas, entre ellas la familia de Anastasia, el clan de los Románov. Con un juego de luces y sonidos bastante elocuente la obra afronta la dolorosa realidad y expone al público adulto e infantil un "brujo" todavía más perverso que el mismísimo Rasputín: una sociedad nublada por el odio al que ha conducido la ira tras muchos años de represión y condiciones de vida paupérrimas. Sin embargo, la obra no suprime con ello el foco de la tragedia, los daños colaterales. El asesinato de los Románov sigue horrorizando por la crudeza del acto. ¿Mejora para la sociedad? ¿A qué precio? A raíz de este primer cambio se produce la presentación de un personaje nuevo, y es que, como digo, el villano aquí es el gobierno y las fuerzas armadas que dirige, cuyo objetivo es dejar cero rastro de la monarquía. El libreto sigue jugando con la leyenda, pero añade más fragmentos de esta. Gleb, así, el capitán de la policía, es la consecuencia y el reflejo de la dualidad entre lo que le dicta su deber como servidor de la nueva ley y su conciencia como ser humano (lo mismo que se podía ver en el personaje de Javert de Los miserables). Un cambio significativo que, aunque elimina uno de los números favoritos de la película, ofrece una perspectiva mucho más fresca. Otra modificación que obedece a derechos de autor es la letra de las canciones, que, sin mudar su esencia, contienen versos nuevos, sinónimos y más intervalos instrumentales, decisión con la que los nostálgicos pueden no estar de acuerdo (y yo lo entiendo) pero tampoco importa, gracias a que la novedad es mucho más general como para preocuparse de ese detalle. Nuevos temas como "Al soñar", "El niño nos trae la paz" o "Mi patria siempre serás tú" sacan a colación mensajes a favor de la memoria, del sueño que se vive cuando eres niño hasta que alguien te despierta bruscamente y el dolor de tener que exiliarse porque tu propio país te ha dado la espalda. Apuestas más maduras expresadas con sentimiento. La repartición de tiempo entre canciones y diálogos no es nada sobrecargada. En ese sentido es un musical muy peliculero. La puesta en escena es muy rica gracias a la dirección de vestuario y aspectos técnicos. El escenario de fondo está tan trabajado que poco hay que usar la imaginación. El espectador puede limitarse a descansar, disfrutar y sumergirse en la historia como si se tratara de una gran pantalla: es la magia de Broadway traída a España. Familiaridad, belleza escenográfica, interpretaciones más que decentes, entre las que Jana Gómez (Anastasia) se convierte en todo un descubrimiento junto al pamplonica Iñigo Etayo (Dimitri); una visión más política y transiciones entre escenas y actos bien coreografiadas que hacen que poder disfrutar este musical se convierta en una experiencia obligatoria para los amantes del género. Por lo que, cuando todo esto acabe, espero que podáis hacerlo.
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Archivos
Marzo 2023
All Screens by All Screens is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en http://allscreens.weebly.com. Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://allscreens.weebly.com |