Post de Naiara Salinas Cuando entrevistas a tu amiga del alma por su nueva obra y luego no vas a verla queda muy feo, y más cuando te ha picado el gusanillo. Por eso el viernes pasado, a las 20 horas, me presenté en el colegio mayor Larraona de Pamplona como marcaba el folletín y junto a unos amigos disfruté de algo que echaba de menos sin darme cuenta: las tablas y el delicioso sonido directo. La obra apenas alcanzó la hora u hora y pico de duración, minutos más que suficientes para asombrarnos con un solo acto intenso lleno de palabras fuertes y reacciones aún más flipantes. Porque lo que tan bien nos vendió Lady Mariaje de los Ruiz de Estella acabó cumpliendo con las expectativas (y hasta diría que las superó) y el misterio nos hizo ascuas hasta que se reveló la verdad cruda del asunto, que me voy a callar porque considero que es un factor importante para el disfrute de la obra y nunca se sabe cuándo alguien que me esté leyendo ahora va a ver otra adaptación, bien en su ciudad o pueblo, bien fuera (por si acaso, la obra, como conté en aquella entrevista, es de David Harrower, y justo el mismo día del estreno me enteré de que el hombre había ganado un premio por ella). Como iba diciendo (no estoy muy acostumbrada a reseñar teatro, o más bien hace tiempo que dejé de estarlo), la obra plantea un dilema moral abierto a la reflexión y la libre interpretación de cada uno, y probablemente uno de los mejores rasgos del libreto es cómo los diálogos iniciales confunden al espectador dándole a entender que pueda ser cualquier otra cosa más típica hasta que surge la verdad. Sin duda un pastel que no se traga fácilmente ni sobre el asiento ni sobre el escenario, lo que me lleva a remarcar la actuación de ambos intérpretes, que no solo estuvieron a la altura de las circunstancias (lo primero que siempre aplaudo es la capacidad de memorización y cómo los pequeños fallos acaban apoyando la situación de nervios y tensión que se vive ficticiamente también), sino que además tuvieron el acierto de llevar sus personajes complejos a su terreno de manera que la naturalidad fuese el ingrediente principal. Aparte de eso, que esas dos personas aguantaran el tipo durante toda la hora sin que el público se cansara merece toda una condecoración. Hablando del público, he ahí posiblemente la mayor sorpresa de la obra: la risa. Tan sorprendente que ni siquiera el propio director, Raúl, se la esperaba. Y es que si el común mortal veía a una lunática ejerciendo de justiciera, a los que conocemos a la actriz principal (hablo al menos por mí) nos sorprendió tal arrebato hasta ese punto (¿quién no se ríe cuando ve a un amigo lanzar una silla a alguien en plan "Cuidao, que estoy muy loco"? XD). Ahora un poco más en serio, el enfoque a este personaje, orientándolo más hacia el cinismo y el humor negro, hicieron de la obra poco más que una tragicomedia, un tono inesperado para un tema tan duro que funcionó gracias a los arreglos del director, quien optó por eliminar escenas "grotescas" y darle algo más de misterio al protagonista varón, no confirmando sus verdaderas intenciones en un final que ya de por sí era abierto. En resumen: trama muy interesante y bien planteada en esta versión. La mejor hora invertida de aquel viernes, y que conste que no lo digo por conocer a los artistas. Sinceramente, deberíamos bucear más en el teatro inglés: tiene muchos tesoros ocultos y ojalá estos Indiana Jones del escenario sigan descubriéndolos. Mucha mierda.
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Post de Naiara Salinas ¡Buenas tardes, allscreeners! ¿Cómo va ese Día Mundial del Teatro? Continúo con otro especial. Quienes hayáis estado atentos a las redes sociales ya habréis oído hablar de la personaza que os presento hoy y que usualmente ocupa nuestro puesto de cámara chachi pistachi. Pues bien, resulta que también tiene talento para las artes escénicas y, con el afán de resaltar la labor de las jóvenes promesas o el teatro estudiantil (que abunda) en un día como hoy (aparte de aprovechar la amistad que nos une), he decidido entrevistarla. Su nombre completo es Lady Mariaje de los Ruiz de Estella (Navarra) de toda la vida. Compaginando con sus estudios de Periodismo, se inició en teatro a través del grupo Telón de la Universidad de Navarra, que llegó a dirigir en 2015, y actualmente tiene la gran ocasión de protagonizar una obra del escocés David Harrower, dirigida y adaptada por Raúl Meoz, estudiante de Historia del mismo centro. Preparaos para conocer a todo un mundo de teatrista. N: ¿Qué nos puedes contar de la obra en la que participas, Blackbird? M: De Blackbird te puedo decir que es una obra muy especial. Trata un tema fuerte con profundidad, con un diálogo fácil de entender pero intenso, duro de escuchar y difícil de interpretar. Nos muestra unos personajes con una psicología compleja, con matices y llenos de emociones. De algún modo está abierta a la interpretación, a que el espectador saque sus propias conclusiones sobre los propios personajes y sobre qué acaba sucediendo realmente. No es una obra moralista, simplemente expone unos hechos y es trabajo del que está en la butaca digerirlos y reflexionarlos. Además tiene el aliciente de que está basada en hechos reales, lo cual creo que de algún modo la redimensiona. Te puedo decir eso y que estoy muy contenta de representarla, de poder hacerla mía de algún modo y de poder acercársela a la gente. N: Llevas en el teatro universitario varios años. ¿Qué es lo que más te motiva o te llama la atención de este género? M: El teatro me interesa en sí mismo como dimensión artística (igual que lo hacen el cine, la música, la pintura, la literatura...) y en todos sus aspectos y particularidades: la dirección, la actuación, la iluminación, el atrezzo... Porque en la disciplina y en la obra artística es un todo, todos los elementos y todos los que participan en ella la construyen, le dan forma. Aunque principalmente me interesan los dos primeros roles que he citado, el de la dirección y la actuación. N: ¿Te ves haciendo teatro más allá de la universidad? ¿Te gustaría seguir en este mundillo o es algo pasajero? M: Sí, me gustaría seguir si salen proyectos interesantes o si tengo algún buen guion que representar. Y me gustaría seguir haciendo proyectos con Raúl. No tiene por qué ser solo él, pero me entusiasman las ideas que tiene, las obras que le gustan. Me gusta cómo funciona su cabeza y sé que tiene mucho que ofrecer. N: Además de actriz, has dirigido una obra (I Feel Good, de Alistair Beaton). ¿Qué nos puedes contar de la experiencia? ¿Qué es lo más difícil de adaptar un guion al escenario? M: Para mí no fue del todo sencillo porque yo no elegí la obra, entré en la compañía para actuar, después me pidieron que fuera ayudante de dirección y cuando el director se fue, me encargué yo de llevar el timón. Nunca había dirigido nada y no es que supiera gran cosa de teatro, no había visto casi obras y tampoco tenía muchas nociones de nada. Y me costó hacerme a la obra, entenderla. Todo empezó a encajar cuando comenzamos los ensayos, pero iba un poco sobre la marcha, de manera más o menos intuitiva. Y, bueno, no fue la obra del año, pero creo que después de todo no salió mal y todos disfrutamos mucho. Yo aprendía viéndoles actuar, aprendí a mirar para corregirles y que todo fuera acomodándose a lo que yo iba entendiendo que la obra requería. Para ser mi primera vez en la dirección de algo y pensando que muchos no habían actuado nunca, que era teatro universitario y no teníamos mucho tiempo para ensayar, creo que estuvo bien. Fue una buena experiencia y aprendí mucho haciendo algo que no había puesto a prueba nunca. Dirigir, reescribir algunas cosas del libreto, encargarme del atrezzo, de los efectos sonoros, pensar en la iluminación... Fue descubrir un mundo nuevo, lo que entraña. Y además aprendí mucho de la creatividad de mis actores, que muchas veces tenían buenas ideas que aportaban nuevos matices a la obra, a sus personajes. Era un proyecto al que íbamos dando vida entre todos. Lo más difícil a la hora de adaptar un guion creo que es saber realmente qué es lo que quieres y ver qué cosas funcionan y qué no, qué decisiones aportan a la obra y logran que esta avance. N: ¿Crees que los jóvenes pueden mantener en auge el escenario? Dado que no es un género que llame tanto la atención como el cine y teniendo en cuenta lo poco que se asiste ya a las salas... ¿qué crees que le hace falta al teatro para que no sucumba? M: Creo que los jóvenes pueden conectar con el teatro, hay muchos con inquietudes culturales y artísticas, pero quizá también hay que hacer una labor de visibilización y sensibilización sobre la cultura en general. Es una familiarización que se debería llevar en ámbitos educativos y culturales, pero impulsándose desde las instituciones políticas. N: Muy bien, hora de mojarse un poco. Vamos con algunas preguntas más curiosas. ¿Lista? 1. Última obra de teatro que has visto M: Melocotón en almíbar, una comedia que dirigió mi actual director (que en su momento fue mi actor, lo cual no deja de ser simpático y hermoso por el cambio de roles y el reencuentro). La dirigió por primera vez en 2016 con Telón, compañía de la que tomó las riendas cuando me gradué. El caso es que él quería seguir contando conmigo en la distancia, con mi opinión, así que leí el libreto y fui a ver algún ensayo, pero finalmente no pude acudir al estreno. Pero él decidió representarla también en Santacara, su pueblo, con la compañía de teatro que también dirige ahí. A él le gusta innovar y probar cosas rompedoras, hacer sus versiones de obras que pueden parecer un poco "manidas" pero aportando su toque personal. Y además le gusta repetir obras que ya ha representado y con las que ha disfrutado, reinventando situaciones, experimentando con otros actores... Así que gracias a eso tuve la oportunidad de ver la obra en Santacara. La verdad es que, aparte de que el género se presta a la risa y al entretenimiento, los actores tenían bastante gracia y soltura en general, un nivel interesante para ser gente amateur. Y con respecto a la obra en sí misma, se la recomendaría a gente que quiere pasar un buen rato en el teatro. 2. Última obra de teatro que has leído M: Un libreto de una obra de Alessandro Baricco que quería hacer Raúl pero al final no se llevó a término y dio lugar, precisamente, al nombre de nuestra compañía: Novecento. Trata de un niño que nació en un transatlántico y se convierte en un virtuoso pianista de jazz, pero jamás ha bajado del barco, nadie sabe muy bien por qué... Una historia diferente. Ahora mismo me estoy leyendo Peter and Alice, otra obra que quiere representar Raúl, en la que los niños que inspiraron los libros de Alicia en el País de las Maravillas y Peter Pan se encuentran siendo ya adultos. La acabo de empezar pero tengo buenas expectativas con respecto a ella. 3. Título que llevaría una obra sobre tu vida y de qué subgénero sería (drama, comedia, musical...) M: Es una pregunta difícil, pero creo que se podría llamar algo así como Providencia, que creo que es uno de los signos de Dios que he visto claro en mi vida, en distintas ocasiones. Por la forma que tiene Él de salirme al encuentro cuando me descarrilo un poco, cuando todo es doloroso. De algún modo Él siempre me hace saber que está ahí, que me conoce y que me quiere a través de la gente, las circunstancias... Siento que todo fluye bajo el dicho latino omnia in bonum, que significa 'todo para bien', que viene a querer decir que incluso de los peores males se saca algún provecho. Es una frase que en el fondo habla del abandono de Dios, por qué es omnisciente y tiene la visión de todas las cosas y por tanto sabe más. Mi experiencia de las cosas horribles es que siempre se han producido por un bien mayor y me han ayudado a ser quien soy, a ser mejor, limpiar la mirada y encontrarme con Él. Supongo que sería una tragicomedia, quizá con algún momento musical. 4. Quién sería la actriz que te interpretaría M: No sé gran cosa de actrices de teatro, pero se me ocurren varias del mundo del cine. Creo que me gustaría que me interpretaran unas jóvenes Ingrid Bergman, Audrey Hepburn o Catherine Deneuve. Quizá incluso Emma Stone. 5. Obra que te gustaría llevar a cabo en un escenario
M: En algún momento, si consigo escribir algo lo suficientemente decente, me gustaría representar algo de producción propia, pero por ahora, aunque he tenido alguna idea que quizá bien desarrollada podría funcionar como guion teatral, no dispongo de tal material. Pero, así de entrada, si pienso en obras que he leído, creo que me gustaría intentar representar una obra de Calderón de la Barca llamada La iglesia sitiada, que trata sobre la Iglesia Católica y sus opositores del momento. La mayoría de los personajes no son personas, sino entidades, corrientes religiosas o conceptos como la Iglesia, el Judaísmo, la Herejía, la Fe o la Discordia. Creo que es interesante pensar cómo se personificaría cada uno y cómo se materializaría ese diálogo que mantienen, porque todas esas palabras están llenas de significado, tienen muchos matices y no dejan de tener un carácter abstracto, cada una en su estilo. Entonces pienso que tratar de conseguir hacer eso visual teatralmente tiene que ser interesante. Ojalá algún día tenga una buena idea y lo haga. 6. ¿Protagonizar una obra o mejor estar tras el telón? M: Bueno, son roles diferentes y cada uno hermoso a su manera. No sabría elegir, creo que depende de la circunstancia. Creo que a veces puedes sentir que tienes muy claro cómo debería representarse un guion, el tipo de personaje que quieres, cómo es su psicología y cómo reacciona cada uno, o del atrezzo que hace falta para que la obra se lleve a buen término. Pero también puedes conectar con una historia de modo que te gustaría estar dentro y ser uno de esos personajes, y tratas de imaginarte cómo expresar sus emociones, cómo transmitirlo con tus propios estilo y corporalidad. Luego está la gente a la que le gusta hacer las dos cosas y funciona, como Woody Allen en sus películas o el propio Raúl, que además de dirigir ha tenido papeles en sus obras, aunque sean pequeños. Aunque llevarlo todo a la vez supone más complicación pese a que he visto que puede hacerse. Si tengo pensada una idea para un guion y del mismo modo me imagino más o menos cómo quiero que sea, supongo que yo podría ser una de las protagonistas, supongo porque también hay algunas ideas o vivencias personales que quisiera plasmar. Como digo, depende. 6. ¿A qué dramaturgo resucitarías y qué le dirías? M: Creo que resucitaría a Buero Vallejo. Es considerado uno de los más prestigiosos del siglo XX y creo que es uno de los mejores de todos los tiempos y, posiblemente, mi favorito. Él era dado al simbolismo, a la crítica social y al drama histórico. Sus obras tienen varios niveles de lectura y los temas que trataba conectan con la actualidad y su realidad social. Creo que era un autor muy profundo, muy conocedor de su entorno y de los sentimientos humanos en general. Y además fue muy prolífico. Me encantaría hablar con él sobre su trabajo teatral y pictórico, sobre cómo concebía el arte... También me gustaría hablar sobre la época que le tocó vivir social y políticamente, sobre la vida en general, conocer anécdotas de su vida, sus gustos... En definitiva, tener una conversación de amigos y conocerle. Muchas gracias por todo, Mariaje. Para los bienaventurados residentes en Pamplona, capital navarra, Blackbird se estrena el 13 de abril en el colegio Larraona a las 20h. Post de Rosana Rábago Los grandes actores ya no solo trabajan en el cine y la televisión, sino que cada vez es más habitual verlos en varias obras teatrales (e incluso algunos premiados se han estrenado en tablas antes que delante de una cámara). Por eso hoy, en honor al Día Mundial del Teatro, os traigo algunos de esos actores que han dado ya sus pasos en el escenario. ¡Allá vamos! Hoy en día, el que se dedica a actuar busca su hueco en el cine o la televisión. Pero no hay que olvidar que, en sus comienzos, muchos de los grandes nombres tanto españoles como extranjeros se iniciaron en un escenario teatral: Lea Michele, Kristen Bell, Casey Affleck, Bradley Cooper y Hugh Jackman (entre muchos otros en el terreno internacional), o Concha Velasco, Marta Hazas, Imanol Arias y Maxi Iglesias en el nacional. Todos ellos han ido equilibrando sus carreras en la televisión y el cine con diversas actuaciones en el teatro, lugar donde pueden interactuar más cómodamente con su público al poder ver sus reacciones e impresiones. Por este motivo, no es extraño ver a día de hoy a algunos actores desarrollados en pantalla en Broadway o algunos de los teatros más populares del mundo, mientras que, al mismo tiempo, continúan rodando series o películas. Siguiendo esta idea, no hará falta ser suscriptor de Movistar Plus y ver Velvet Colección o Toc Toc para poder disfrutar de las artes escénicas de Adrián Lastra, ya que el actor español también está actuando en la obra que se representa en el Teatro Alcalá de Madrid, Billy Elliot, donde por un precio de entre 25 a 90 euros, podréis disfrutar de su actuación dando vida a Tony en esta adaptación de la famosa película de 2000 basada en una novela igualmente homónima. Chris Evans, mayormente conocido por ser Steve Rogers (Capitán América) en muchas de las películas de Marvel, también pisará un escenario teatral. El actor norteamericano debuta en tablas con Lobby Hero, una obra teatral que se inauguró ayer mismito en el teatro Helen Hayes y donde Evans interpretará al encantador pero también manipulador policía Bill, el villano de esta obra dramática. Jim Parsons es otro de los grandes actores al que también podremos ver en Broadway. El actor, más conocido por ser el excéntrico Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, se pondrá en la piel de Michael en The Boy Band, que supone, además, la segunda representación de temática homosexual disponible en Broadway en este 2018. También estará acompañado por otro de los grandes actores del momento, Matt Bomer, en el que supondrá su debut broadwayano. The Boy Band se estrenará el 30 de abril y se mantendrá durante doce semanas en los escenarios de Nueva York. El drama The Iceman Cometh es otro que contará con un gran nombre en su reparto. En este caso, Denzel Washington interpretará a Hickey en una obra que tendrá una duración de catorce semanas en cartelera, comenzando el 26 de abril y acabando el 2 de julio de este mismo año. Los hombres, obviamente, no son los únicos que juegan a interpretar papeles en el cine, la televisión y el teatro. Este también es terreno femenino. De esta forma, Carmen Machi, nuestra particular Aída, ha protagonizado recientemente Cronología de las bestias en el Teatro Español de Madrid. En esta función cuyo precio ha rondado entre los 5 y los 22 euros, la actriz española ha tenido la oportunidad (tal y como indica el director de la obra, Lautaro Perotti, en la página web oficial de la obra) de “indagar hasta dónde es capaz el ser humano de mentir, de mentirse”. La actriz Vanessa Kirby (The Crown) ha dado el salto del Palacio de Buckingham al londinense Lyttelton Theatre para interpretar a Julie en la obra teatral que recibe el mismo nombre. En esta función, que se estrena el 31 de mayo de este año, la actriz inglesa se meterá en una lucha de poder con Jean que acabará convirtiéndose en una terrible lucha por la supervivencia.
Tina Fey es otra de las que también dan el salto a Broadway. En su caso no será como actriz, sino como guionista de Chicas malas, la obra teatral basada en la película del mismo nombre de la que ella misma también fue guionista. Esta obra, que tuvo su debut el pasado mes de diciembre en el National Theatre de Nueva York, estará protagonizada por actrices poco conocidas como Kate Rockwell, Taylor Louderman y Ashley Park. Colaboración especial de Amarás el cine Blanca, una española que va a vivir junto a su marido a la Varsovia actual, descubre en una exposición unas fotos que la llevan a una leyenda de un Cartógrafo y su nieta que vivieron el gueto judío, en esa misma ciudad, durante la II Guerra Mundial. Este cartógrafo, anciano imposibilitado en su casa, decidió llevar a cabo un mapa del propio gueto a través de los ojos de su pequeña nieta. Blanca comienza una investigación para saber más sobre este abuelo y su nieta, sobre lo sucedido en aquel gueto, lo que acabará inevitablemente en un encuentro consigo misma, con su propio mapa de vida. Esta obra gira en torno a una actriz, Blanca Portillo, y un actor, José Luis García-Pérez. Ambos darán vida a los distintos personajes que aparecen en esta historia, mostrando un trabajo interpretativo, en mi opinión, MA-GIS-TRAL. Cada personaje es representado desde la verdad, notándose verdaderas transformaciones, distintas máscaras. Sin embargo, debo señalar que Blanca Portillo a veces se come a su compañero sobre las tablas. Una Blanca Portillo que agarra al espectador, lo zarandea, y lo deja de nuevo en la butaca, a veces destrozado, con una facilidad que asombra. ENORME toda ella. Esto no significa que José Luis García-Pérez no esté a la altura. Sin duda es un ACTOR (en letras mayúsculas sí), que encarna nada más y nada menos que hasta 9 personajes distintos (frente a los 3 de su compañera). Todo este trabajo actoral se lleva a cabo en un escenario casi desnudo, con unas pocas sillas, un mueble y algún que otro elemento como una caja, unos lápices, un plástico… todo ello en rojo, junto al propio vestuario de los actores, que destacan sobre un fondo negro. Escenografía y atrezo más que suficientes cuando el trabajo actoral, la dirección y el propio texto (ambos de Juan Mayorga) son tan grandes. En cuanto a esto último, el texto, debo señalar que, aunque no tiene desperdicio cada una de las palabras que en él se recogen, sí que puede resultar algo denso y difícil de digerir. Si tuviese que señalar un aspecto “negativo” de esta obra sería esto mismo. La complejidad del texto, junto con las dos horas que dura la obra, puede resultar tediosa a más de un espectador. Esta obra requiere de mucha atención para no perder detalle, el argumento está sobrecargado de drama y esto puede ser el punto débil de El cartógrafo. Desde mi punto de vista, se podría haber recortado en ciertas escenas y dar mayor agilidad y rapidez a la historia; lo que haría que el público no se sintiese abrumado sintiendo momentos de sopor. Pero sin duda, si eres de los que disfruta del teatro, de los que buscan obras que te lleven a la reflexión y/o flotas cada vez que ves un buen trabajo de interpretación, entonces… no puedes perderte EL CARTÓGRAFO. Post de Naiara Salinas Hoy es el Día Mundial del Teatro y, como tal, no podía seguir ignorando esta sección como si nada. No soy persona que se precie de ir mucho al teatro, lo reconozco, pero cuando voy me aseguro de pasarlo como una niña en un parque acuático (vamos, que bien). He visto obras representadas de todo tipo: desde mi favorita (La importancia de llamarse Ernesto) a tragedias griegas (Elektra). Obras representadas por profesionales y obras representadas por alumnos (sobre todo por alumnos). Pero a día de hoy puedo seguir alegando que mi género favorito es el estrella del escenario, el origen de Broadway como se le conoce hoy en día (más o menos): el musical. Conocemos buena parte de ellos gracias al cine, pero sería injusto atribuirle todo el mérito teniendo unos premios como los Tony. De modo que me propongo resaltar diez musicales que se originaron en tablas y que han hecho las delicias hasta a los de Glee, encargados de versionarlos. 1. Los miserables Empezamos con mi favorito, como no podía ser de otra forma. Los miserables es una de las pocas obras que parten de un guion adaptado a través de la novela de Victor Hugo, como sabéis. Esta pieza obtuvo banda sonora en 1980 gracias a Claude-Michael Schönberg, Alain Boublil y Jean-Marc Natel. La gira dio un rodeo por Londres y EE.UU (con parada obligatoria en Broadway, por supuesto) antes de llegar a Madrid en 1992. En 1995 celebró su décimo aniversario con un concierto donde participaron Nick Jonas y Samantha Barks, que en 2012 retomaría su papel de Eponine en la gran pantalla. Desde ese mismo año hubo otra gira por España, gracias a la cual pude disfrutar por vez primera del espectáculo. ¿Por qué es mi favorito? Una buena ambientación, canciones pegadizas (la de "Lovely Ladies" tuvo además una parodia de mi cosecha: "Chicas guapas corren tras el bus...". En fin, qué tiempos) y una fiel adaptación a la historia de Victor Hugo, así como personajes humanos que lo pasan tan mal en la vida que es imposible no identificarse con ellos de algún modo (manos arriba si os sentís como Eponine y Fantine). Cuando llegó al cine fue cuando descubrí esta joya, primero leyendo la novela y luego observando a todos esos actorazos interpretando con sonido en directo, simulando un teatro de verdad. Tenía muchas ganas de saber cómo era la puesta en escena real y no me defraudó. Ya el número que sirve de opening, "Look Down", es potente, uno de los mejores principios que he visto en la vida. 2. Wicked A partir de aquí la lista es aleatoria. Eso quiere decir que Wicked (2003) no tiene por qué ser necesariamente mi siguiente musical favorito (de hecho no lo es), pero al estar basado en El mago de Oz es uno de los que fácilmente me acuerdo. Al igual que el anterior parte de un libro, Wicked: Memorias de una bruja mala, que cuenta la historia de las brujas antagonistas (Elphaba y Glinda) antes de la llegada de Dorothy a Oz. Su autor tiene trayectoria en el mundo de los musicales; Stephen Lawrence Schwartz ha compuesto también para Godspell (1971) y Pippin (1972) y, no os lo perdáis, a él le debemos las bandas sonoras de peliculones Disney como Pocahontas, El jorobado de Notre Dame (también basada en una novela de Victor Hugo), Encantada, etc. Esta producción sí que vio la luz en Broadway, con la gran Idina Menzel en la piel de Elphaba, y obtuvo tres Tony y seis Drama Desk. Nada mal, ¿no? Entre sus números destacados están "Defying Gravity" y "Popular", ambos versionados en Glee. Actualmente un nuevo reparto con Aaron Tveit (Enjolras en la película de Los miserables de 2012) ha resucitado estos temas en una nueva gira. 3. My Fair Lady Este es el primer musical de la lista que no está basado en una novela (aleluya), sino en la obra de teatro Pigmalión, de George Bernard Shaw. La música se la debemos a Frederik Loewe y el libreto a Alan Jay Lerner. Como tantos otros, se precia de adaptación cinematográfica (1964), pero nació en Broadway en 1956. Su premisa es atractiva como lo pudo ser Pretty Woman también en sus tiempos: una florista callejera, Eliza Doolittle, que habita en los barrios bajos de Londres, es rescatada de la calle por un profesor de fonética que, atraído por su lenguaje vulgar y su acento peculiar, decide apostar con un colega suyo a que logrará enseñarle a hablar bien y hacerla pasar por una mujer de alta sociedad. A España llegó por primera vez en 1982 y en 2012 repitió gira, aunque por desgracia no la vi. No puedo presumir entonces de conocerla a fondo (salvo si me veo la película, que me apunto en lista de pendientes), pero da la casualidad de que uno de sus temas ha logrado llegar hasta mí sin tener noción del musical (tal vez por vivir donde vivo): "The Rain in Spain" (muy apropiado, sí). Ah, tal vez os interese saber que Julie Andrews dirigió una de las miles de funciones. 4. Cats Viva este diamante en bruto que todavía no ha sido adaptado al cine (en vías está) por su originalidad. Cats es uno de los primeros musicales (no, de hecho creo que es EL primero) que disfruté en mi infancia... a través de la tele. Sí. Nunca lo vi en vivo y en directo, pero tengo un DVD donde se ven todos los números grabados. Cómo lo conseguí es cosa de mis padres y algún fascículo de coleccionista, supongo. En fin, lo que cuenta es que lo conozco. ¿Y qué puede llamar la atención de esta obra? Para empezar, sus protagonistas: gatos. ¿Cómo se come eso? Con un estupendo encargado de vestuario que disfraza y maquilla a humanos para que puedan dar vida a estos felinos que cantan por turnos su historia. Además, no son gatos corrientes, no. Son gatos jélicos, esto es, tienen tres nombres: el que les pone su dueño, su nombre personal y un nombre secreto que no revelan a nadie. Uno de los musicales más espléndidos, con canciones tan memorables como "Memory" (badum tss). Los trajes son maravillosos, muy logrados (quisiera uno para disfraz de Nochevieja). Mezclan el pelaje de los animales y la vestimenta humana. Es una puesta en escena tan suya que, sinceramente, no veo cómo lo llevarían a la gran pantalla, pero supongo que maneras hay (mientras no me creen gatos cantarines y bailarines por ordenador, Yisus Christ). 5. Chicago Otro de mis favoritos, hasta el punto de que si esto fuera un top subiría puesto sin dudarlo. Nace en 1975 en Broadway (cómo no), pero no encandila hasta la función de 1996, la más conocida. Es guion adaptado de otra obra homónima publicada en 1926 (OMG, el año donde se ambienta Animales fantásticos y dónde encontrarlos, ¡imaginación al poder!) por una periodista del Chicago Tribune, a raíz de crímenes auténticos que ella cubrió. Santa Wikipedia añade que supone "una crítica al sistema judicial y al concepto de criminales estrellas". Viendo el argumento es fácil entender por qué. Los jóvenes lo conoceremos más gracias al filme protagonizado por Catherine Zeta-Jones, Richard Gere, Renée Zellweger, John C. Reilly, Queen Latifah y Christine Baransky, dirigido por Rob Marshall. Eso o por las actuaciones de Glee. En cualquier caso, "All That Jazz", "Cell Block Tango" y "We Both Reach For The Gun" forman ya parte de mi repertorio. 6. Funny Girl Con el curro que se ha pegado Barbra Streisand para resucitar los musicales con actores de Hollywood en un disco especial, no podía faltar el que la puso en el punto de mira. En este caso la inspiración es una biografía, la de Fanny Brice, que tuvo una relación "tormentosa" con un jugador profesional, Nick Arnstein. Esta es una obra rodeada de polémicas, primero por la adquisición de los derechos, luego porque los guionistas eran sustituidos cada dos por tres (parecido a lo que está pasando con las películas de DC ahora mismo), luego porque nadie parecía contento con la protagonista al principio... Se preestrenó varias veces antes del estreno oficial en 1964, cambiándose por el camino las canciones y los diálogos en función de si gustaban o no a los críticos y al público (hasta ese punto les preocupaba la repercusión, sí). Streisand dejó la obra en 1965. Su título original era My Man, pero dado el parecido entre el adjetivo funny ('divertido') y Fanny, me alegro de que lo cambiaran. Es muy gracioso que en Glee parecieran no solo rendir tributo al musical sino también a sus vaivenes, ya que este supone el debut de Rachel Berry en Broadway como Fanny, algo que le garantiza el éxito, pero tras unas cuantas funciones lo deja para dedicarse fallidamente a la tele (una pequeña curiosidad sin más). Sin duda Lea Michele borda el "Don't Rain On My Parade" (boquitas afirman que incluso más que la propia Barbra), hasta el punto de que fue una de las actuaciones en los Tony de 2010 (año en el que Eddie Redmayne, por cierto, ganó un premio). 7. Annie Uno de los más divertidos y otro con los que he crecido. ¿Quién no recuerda esa monería de película de 1982? ¿Quién no ha cantado alguna vez "El sol brillará mañana..." cuando se ha sentido mal? Esa canción sirve tanto para comedia (por algo la cantó Asno en Shrek 2) como para drama. Bien, lo pongo en el puesto siete porque se estrenó en 1977. Destinado a conmover a pobres y ricos, a niños y adultos, las aventuras de una huérfana fugitiva en busca de sus padres que encuentra un nuevo hogar con un ricachón nos demostró que esta puede ser una "Hard Knock Life", pero que "Maybe" tengamos la suerte de mejorarla, y si no, al menos tendremos seguro que "I Don't Need Anything But You". No solo la historia y su repertorio son atractivos, sino el protagonismo del que gozan los niños, que ayuda a que sea uno de los pocos musicales para todos los públicos (los otros son demasiado "crudos" para que los peques los disfruten). La película de 2014 añadió un tema muy tierno, "Opportunity". 8. Rent Uno de los más rockeros, que he descubierto recientemente (hoy, sin ir más lejos), aunque parte de su banda sonora ya la había escuchado (de nuevo, gracias a Glee). Lejos del esplendor y el tono puramente Broadway, Rent supone una actualización a los tiempos modernos, y yo hasta lo consideraría pionero en cómo se escriben ahora los musicales. Su argumento es también muy juvenil y actual: unos jóvenes bohemios tratan de sobrevivir en Alphabet City, un barrio peligroso del East End de Nueva York, a principios del 90, con el SIDA de por medio. Con esta temática no extraña que sea de los más nuevos, estrenado en 1996, aunque su presentación ocurriese dos años antes como parte de un taller teatral en Nueva York. Se llevó el Tony a Mejor Musical y una adaptación al cine a cargo de Chris Columbus (exacto, el mismo de Harry Potter y Percy Jackson). Su inspiración es, curiosamente, una ópera del famoso Giacomo Puccini, La bohème. Volviendo al tono antes mencionado, lo que distingue este musical de otros es que sus canciones podrían pertenecer a cualquier banda sonora contemporánea o que incluso podrían sonar en la radio. El subgénero rock ayuda. Yo me quedo con "One Song Glory", "Seasons of Love", "Over the Moon" (que sí tiene más aspecto de musical)... No sé si me dejo alguna, pero podéis ver el largometraje. Por cierto, mirad quién sale en él (parece que Broadway también es un pañuelo). 9. Oliver! Oliver Twist no empieza precisamente siendo una comedia, pero el musical se propone amenizar su historia para los más pequeños, con números musicales entretenidos alejados del drama de Dickens. ¿A quién se lo debemos? A Lionel Bart, que lo estrenó en Londres en 1960, la época de oro para los musicales. Es de los más antiguos y de los que más representaciones tuvo a finales del siglo XX. En Inglaterra se representa mucho y Sam Mendes dirigió una de las producciones (dato que conozco gracias a Eddie Redmayne, que se presentó al casting). Resulta muy desconocido para mí, pese a estar en la lista (y si está es precisamente para recalcar su valor a las nuevas generaciones), pero de lo poco que he visto parece muy simpático y, siendo un clásico de un autor al que he leído unas cuantas veces (Grandes esperanzas sigue siendo mi novela suya favorita), le daría una oportunidad. 10. Mamma Mia! Y de un título con exclamación final pasamos a otro. El enredo con las canciones de ABBA de fondo cierra la lista principal. Lo culpo a él de crear la categoría de Comedia/Musical en los Globos de Oro (algo con lo que no estoy cien por cien de acuerdo, porque no todos los musicales son cómicos, mirad el primero de la lista). Cierto es que cantando las penas son menos, pero si hay una historia donde de verdad el repertorio del famoso grupo se usa en clave paródica es esta. La trama parece una comedia de la antigua Grecia por el enredo amoroso que presenta, y la música expresa la fiesta y el popurrí de sentimientos de los personajes. Debutó en Londres en 1999, pero muchos lo conocemos... por otra película. Y ya está. Esos son los musicales que he querido destacar en un día como este, casi todos adaptados con mucho éxito.
Hoy en día tenemos también el caso contrario, musicales rodados directamente para cine que se representan sobre tablas, como School of Rock, El rey león (que todavía no he visto, desgraciada de mí), Sister Act, La bella y la bestia... Pero, amigos, ese es otro post. Post de Naiara Salinas ¡Buenas! Ya tocaba estrenarme en esta sección, ¿no creéis? Y es que no se puede decir que no haya trabajado mucho con el teatro este año. Imagino que si estáis de vacaciones en el extranjero (en concreto, Inglaterra) y sois potterheads, no habréis resistido la tentación de adquirir en exclusiva la octava entrega de la saga de Harry Potter, Harry Potter and the Cursed Child, que toma como referencia el guion de la obra estrenada el pasado junio. Yo, incapaz de aguantar hasta septiembre, he decidido degustar la historia en inglés gracias a una ofertilla de Kindle Amazon (luego es de esperar que la compre en papel en mi idioma). Algún día espero que la obra haga su tour mundial como ya hicieron tantas otras (Los miserables, Mamma Mia, Sistec Act, El rey león…) pero, hasta que llegue a España, todo lo que puedo -podemos- disfrutar de ella es este libro, ambientado diecinueve años después de Las reliquias de la muerte, donde el hijo mediano de los Potter, Albus Severus, toma el protagonismo. Aunque muchos (yo también) estaban deseando que llegara esta historia a sus manos, supongo que es raro tenerla en formato teatral y no verla representada, pues el teatro es un género sobre tablas más que sobre papel e incluso leyendo uno no se desliga del escenario, sino que lo va “viendo” a través de las acotaciones. A comienzos de este año, como editora de una obra de teatro, inicié con mis compañeros de clase la campaña #YoLeoTeatro en redes sociales para promover nuestro libro, que exigía dura publicidad al competir con los géneros favoritos de los lectores. Esto lo cuento para destacar la excepcionalidad de The Cursed Child, que probablemente se convierta en el primer best-seller teatral en mucho tiempo. Sin embargo, no penséis que estoy aquí para reseñar la obra y resumir mis impresiones (más que nada porque no deseo spoilear a nadie y, como alumna de Ravenclaw según Pottermore, me agarro a lo de Keep the Secret), sino darle la vuelta a la tortilla y pensar cómo sería ver esto en escena (esto es All Theatre, ¿no? Pues hablemos de teatro). Esta reflexión empezó cuando vi que no habían reducido la cantidad de magia pese a estar destinada al teatro y no al cine, dos ámbitos que funcionan de forma muy diferente, como sabéis. En el segundo puedes permitirte, con la ayuda de los efectos digitales, recrear con verosimilitud muchas cosas, pero ¿en lo primero? ¿Cómo añadir croma u otros artefactos caros cuando no se tiene apenas financiación? ¿Cómo jugar con explosiones en un recinto cerrado y limitado? Es la dura realidad del teatro: aunque la tecnología supla hoy muchas carencias, en el escenario poca evolución real puede haber por su poca recaudación. Ahí también existe una división entre grandes y pequeñas producciones que decide a quién se le da más dinero y quién tiene que explotar su fuerza interpretativa. Esta maravilla de J. K. Rowling y Jack Thorne ha tenido suerte, pero aun así no puede prescindir del ingrediente básico que convierte a este género en algo tan especial: la imaginación. Porque mientras que en pantalla Harry, Ron y Hermione pueden volverse invisibles al usar la capa, en nuestro mundo real no hay mayor magia que la de engañar al espectador y obligarle a seguir el juego, como cuando eres niño y conviertes el sofá de tu casa en un barco pirata por las buenas. Así que a continuación voy a enumerar una serie de elementos que aparecen en la obra (sin spoilers, tranquilos) e idear una forma de llevarlos a escena. En algunos casos, las acotaciones ayudan mucho a imaginárselo. 1. Hechizos Desde el Wingardium Leviosa, hasta el Expelliarmus y el Avada Kedavra. Molaría que funcionaran de verdad, ¿eh? Pero no lo harán. Lo que une al cine y al teatro es que los actores deben imaginárselo todo como si de verdad sucediera al representarlo. Lo que los separa es que los espectadores no tienen por qué, ya que el cine se lo da todo mascado y en teatro todos están al mismo nivel de visualización. Así que lo máximo que podemos esperarnos son cables, trampillas o trampolines que generen los efectos de vuelo, arrollamiento o choque. Si un actor le lanza a otro un Avada Kedavra puede que el técnico de luces y sonido active una pequeña chispa verde con un sonido estridente mientras la víctima finge su muerte inmediata. Si le lanza un Expelliarmus, el otro simplemente lanza la varita sutilmente como si nada hacia un lado o hacia atrás. Lo de los cables y los arneses bien valdría también para volar en escoba. 2. Capa de invisibilidad Estamos hablando de los Potter, así que puedo aseguraros que en algún momento veréis esta famosa reliquia tan bien diseñada. En las pelis usaron varios tipos: la de lucir diseño, otra de croma para añadir el efecto más tarde, otra enorme para que entrara el cámara y grabara desde dentro… En la obra de teatro es de esperar que solo haya una y que lo demás sea cosa de imaginación, que el actor que no está dentro de la capa recorra el escenario como si no hubiera nadie más. O puede que la capa, ya que se usa en un momento muy concreto, haya sido elaborada tomando como referencia el escenario de esa escena de modo que pueda “fundirse” con el entorno (es decir, que más se parecería a la capa que usan Frodo y Sam para camuflarse en El señor de los anillos). 3. Poción multijugos Oh, sí, esto es, en mi opinión, lo más difícil de representar de todo. ¿Cómo ejecutamos este cambio inmediato de personaje y por tanto de actor? De nuevo las luces podrían ser las maestras en generar este efecto, si por ejemplo colocan el foco en el actor y proyectan en él imágenes de la piel cambiando, igual que veríamos en una pantalla. Es una suposición muy atrevida para alguien que no tiene mucha idea de esto, así que no descarto equivocarme, aunque pocas opciones más puede haber. Otra posibilidad podrían ser máscaras con las caras de los personajes en quienes se transforman, o que ninguno de los actores esté visible para el espectador en el momento de la transformación y de pronto aparezcan aquellos que encarnan a los personajes en los que se han transformado. Creo que esas tres opciones son las únicas factibles, ¿y vosotros? 4. Flashbacks, recuerdos No, no hay un pensadero en la obra, aunque más de una vez se rinde tributo a la saga original y aparecen escenas que nos suenan. Sin entrar en detalles y dada la naturaleza de este proyecto y su impacto en los fans de toda la vida, no me extrañaría que el director hubiera colocado al fondo una pantalla de tamaño decente para proyectar todas esas imágenes y recuerdos que se corresponden con las películas y que no representan los actores. 5. Desapariciones Aquí el ilusionismo jugaría un papel importante. Recientemente vi una imagen de la representación en Londres donde los actores agitaban las capas ocultándose detrás para generar ese efecto de confusión y desaparición. Esto es viable si tras unos cuantos ensayos utilizan trampillas ocultas en el suelo del escenario para desaparecer y volver a aparecer. En el tiempo que ellos están bajo el suelo, el encargado de las luces apagaría los focos principales para dejar una luz tenue y que de esta forma los encargados del atrezzo pudieran cambiar los elementos del escenario sutilmente. Si el escenario fuese el mismo pero en un tiempo diferente, tal vez los actores ni tendrían por qué usar la trampilla y se quedarían tan a gusto con ese revuelo de túnicas. (ALERTA, LA SIGUIENTE APORTACIÓN PODRÍA DAR PISTAS DEL ARGUMENTO) 6. Viajes en el tiempo El tiempo es uno de los aspectos fundamentales de la obra, tanto desde un punto de vista mágico como de avance argumental. La historia comienza justo en el epílogo de Las reliquias de la muerte, pero el Albus Severus que vemos en las fotos promocionales no tiene mucha pinta de tener once años, ¿no? Eso es porque va creciendo, y en el libro eso se transmite a través de saltos de escena en los que cambia el actor (mientras que a los padres se les maquilla y se les añade alguna cana para que parezcan algo más viejos). Avanzar la trama es muy fácil en teatro mediante ese recurso, pero ¿generar el efecto del giratiempo? Más o menos así es como se explica en un momento dado, traducido de la mejor manera que he podido: Hay una gigante explosión de luz y ruido. Y el tiempo se para, entonces se vuelve, piensa un poco y empieza a moverse hacia atrás, lento al principio… y de pronto velozmente. Todos miran a su alrededor. Muy personificada esta acotación, ¿no creéis? Si decides tomarla literalmente, entonces se podría entender que hay una rueda en forma de reloj en ese momento encima del cual están los personajes y, al girar el giratiempo, gira y las luces, el sonido y probablemente el telón hacen el resto para simular el viaje. Si además quieres subrayar la acción, podrías usar la pantalla para mostrar imágenes de relojes retrocediendo. 7. Retratos vivos Esta es una tontería, no tiene mayor misterio que poner a un actor detrás de un marco grande, como de hecho vemos en esta imagen promocional: Llega la hora de cortarme la lengua (o los dedos) y acabar este post antes de informar demasiado. La conclusión que saco yo es que nada es más poderoso a la hora de contar una historia, independientemente de la forma, que el ser capaces de "verla" simplemente mediante recursos como la música, el ruido o las palabras. El teatro puede ser mágico en muchos sentidos, sabiendo que ocupamos el mismo espacio que los actores y que al final de la representación podemos aplaudir su trabajo y hasta acercarnos a fotografiarnos con ellos y felicitarles o hacerles preguntas. Lo mejor es disfrutar de la inmediatez que ofrece este género y volver a recordar nuestra infancia. No creo que nadie se decepcione por eso. Quién pudiera ver esta maravilla en directo (como si tengo que echar una moneda a la Fontana di Trevi para que se haga realidad mi deseo). No siempre se necesita ver para creer... Pero si tenéis la suerte de estar en Londres y veis esta obra, no dudéis en dejar comentarios sobre qué os ha parecido. Por el momento, ¡seguid viviendo la magia! Y, más importante, a los lectores del guion:
Post de Núria MartínHoy os traigo una entrada con la que os quiero incitar y seducir para que apoyéis el teatro español. Estoy reflexiva, y me he dado cuenta de que nos hace falta apoyar más a la cultura por mucho que nuestros bolsillos se resientan. Así que os traigo algunas obras que hay actualmente en los teatros de toda España:
Post de Núria MartínLa septuagésima edición de los premios Tony, emitida el domingo por la noche, empezó con una tristeza inusual en la comunidad teatral. Y es que por encima de esta ceremonia planeaba la sombra del tiroteo ocurrido en un club LGTB+ en Orlando esa misma mañana. Antes de la actuación inicial, James Corden pronunciaba un corto pero emotivo discurso dedicando la ceremonia a las víctimas de la masacre. ¡Y empezaron los premios! La ceremonia abrió con una parodia del número inicial del aclamado musical Hamilton, favorito con nada más y nada menos que dieciséis nominaciones. En ella, los personajes interpretados por Leslie Odom Jr., Daveed Diggs y Anthony Ramos entre otros introducían al presentador de la gala. He de decir que una parte de mí esperaba que Neil Patrick Harris apareciera, aunque haga ya tres años que no presente los premios. Pero fue el proclamado “gordito que hacía del panadero en Into the woods” quién salió. James Corden no defraudó esa noche, ni tampoco lo hicieron las actuaciones de la noche. Y hablando de Hamilton, no hay ningún otro musical o obra que haya conseguido tantas nominaciones en la historia de estos premios. Ni siquiera Los Productores, que sigue teniendo el récord de premios ganados (12). Hay una razón por la que las entradas de Hamilton son ahora inalcanzables tanto de precio como de disponibilidad (los palcos rozan los 179 dólares, mientras que las butacas premium se llegan a vender por 849$). Tras un video del presidente de los Estados Unidos y su mujer, quedó claro por qué. El musical deslumbró con su actuación de las canciones "History Has Its Eyes on You" y "Yorktown (The World Turned Upside Down)”. Eso sí, dejando de lado los mosquetes de utilería de lado por respeto a las víctimas de Orlando. Este año ha sido el año de la diversidad racial y la aceptación en Broadway, algo que ya dejaba claro James Corden en su monólogo inicial: <<Pensad en los premios Tony como si fueran los Oscar, pero con diversidad>>. Porque el reparto de Hamilton está compuesto mayoritariamente de personas de color, llevándose la gran mayoría de premios de actuación, pero también ganó Cynthia Erivo por su papel en el revival de El color púrpura. Uno tras otro, los actores agradecieron a sus familias, amigos y compañeros de trabajo mientras que a la vez reconocían los orígenes de sus carreras y el duro trabajo por el que habían pasado antes de recibir tal reconocimiento. Jayne Houdyshell y Reed Birney, compañeros en The Humans y ganadores de ambos premios de actuación en una obra teatral, se elogiaron el uno al otro en sus respectivos discursos. Las ganadoras estrellas de Hamilton mostraron que aunque ya fueran ganadores antes de recibir el premio se podía ser humilde bajo los focos del Beacon Theatre. De los discursos, el más emotivo y original sin duda fue el de Lin-Manuel Miranda al recoger el premio a la mejor banda sonora original, donde casi entre lágrimas dedicaba un tierno soneto a su mujer, en el cual también aludía a la tragedia de Orlando. < Perseguimos las melodías que parecen encontrarnos hasta que son canciones acabadas y empiezan a sonar cuando tragedias sin sentido nos recuerdan que aquí nada está prometido, ni un día. Este musical [Hamilton] es prueba de que la historia recuerda. Vivimos en tiempos duros donde el odio y el miedo parecen más fuertes. Ascendemos y caemos, y aparecen ascuas de luz de los que mueren. Recuerdos que esperan que el amor dure más y el amor es amor es amor es amor es amor es amor es amor es amor y no puede ser matado o barrido a un lado. Tan sagrado como la melodía con la que Eliza canta su historia. Ahora llenad el mundo con música, amor y orgullo. Y muchas gracias por esto.>>
Y gracias a tí por esto, Lin-Manuel. Hablar de la ceremonia completa en una sola entrada sería demasiado, y por ello no voy a entrar en detalles. Desde chistes sobre Donald Trump hasta serias críticas a las políticas de inmigración del país, pasando por popurrís de canciones y perfectas actuaciones por parte de los musicales nominados, la gala transcurrió con ritmo y sin pausa. El reciclado del “Carpool Karaoke” del programa presentado por Corden resultó un poco perezoso para la magnitud de tal gala, pero todo fue compensado cuando Barbra Streisand apareció en el escenario de unos premios Tony por primera vez en 46 años. Nada más y nada menos que para otorgar el premio considerado como más importante, el de mejor musical. <<Menos mal que elegí el conjunto perfecto>>, mencionó la actriz, señalando su conjunto de estilo revolucionario antes de otorgarle el premio a Hamilton. Es verdad que en estos premios suelen brillar más los musicales que las obras de teatro, pero no por ello recibieron menos atención. Por ello hay que mencionar a Frank Langella, que dió el discurso con más clase de la noche. El actor recogió el premio a actor principal en una obra (su cuarto premio Tony) por interpretar a un hombre que pierde a su mujer por la demencia en la obra The Father. Después de hablar de su experiencia personal (su hermano sufre una enfermedad cognitiva) Langella volcó su atención en la masacre de Orlando. Os dejo aquí debajo la lista de ganadores:
Post de Teresa AntónHoy estrenamos la que podría ser una nueva sección para este verano. Como sabréis somos periodistas y filólogas y, por tanto, no solo nos encantan las series sino todo lo que tenga que ver con la cultura: cine, libros y, como no, el teatro. Hace tiempo nos propusieron que uniésemos la temática de las series con el teatro, una mezcla que pasa desapercibida y que, en cambio, se da más de lo que pensamos. Por eso hoy, yo, Tessa, os voy a mostrar cómo dos ficciones españolas muy exitosas se basaron en una obra de teatro. ¿Preparados? ¡Bienvenidos a Legends of Theatre! Algo muy extraño ha tenido que suceder porque por primera vez voy a hablar de una serie española ¡qué va una, si son dos! Como lo oís después de reafirmarme una y otra vez con que las series españolas no son lo mío (porque unas son muy malas y las otras muy largas; eso sin meterme en los eternos anuncios) he decidido hablaros de dos, DOS, series españolas (aunque no me he visto ninguna de ellas completa). Si sabiendo que voy a hablar de ficción nacional y conociendo el título no habéis adivinado cuáles voy a tratar, hoy toca escribir sobre: Aquí no hay quien viva y, su derivación tras marcharse a Mediaset, La que se avecina. Ambas series aún están en la televisión, la primera porque Neox aún no ha conocido el límite de reposiciones que puede emitir (estoy empezando a pensar que no existe), y la segunda porque continúa en emisión en Telecinco, de hecho acaban de estrenar nueva temporada. Volvamos al título: La vecina cotilla. Del teatro a la televisión. Si alguna vez has visto algo de estas series te habrás dado cuenta que siguen las vidas de unos vecinos en un edificio, aunque hace tiempo que salen más del edificio (especialmente en La que se avecina). El amarillismo, el cotilleo, el marujeo es algo que se nos da bien a los españoles, nos interesa la vida de nuestros vecinos porque sí. Todos conoceremos a alguien cotilla y todos tendremos un vecino (más probable que sea vecina) cotilla y en estas series el espectador se convierte en el cotilla mayor de los cotillas que residen en esos edificios. Sin embargo, Aquí no hay quien viva no presentó una comedia novedosa que nunca se había pensado antes, y es que en nuestra propia cultura ya teníamos una historia que seguía la misma dinámica, una obra de teatro que se cuenta entre mis favoritas: Historia de una escalera. Los Orígenes Historia de una escalera es una obra de teatro escrita por Antonio Buero Vallejo a mediados del siglo XX. Como buena amante del teatro he leído varias obras (porque sí #YoLeoTeatro como dice Naia) y en unas vacaciones por la playa de Murcia me cayeron varias obras de Buero Vallejo entre ellas este drama de amor frustrado. Desde el momento que empecé a leerla no solo me enamoré de ella si no que vi cierto parecido con una serie que conocía muy bien, Aquí no hay quien viva. En la obra no solo vemos como Fernando y Carmina se enamoran, aunque no les dejan estar juntos a los vecinos adolescentes, sino que crecen, forman una familia y continúan viviendo en la misma casa. En el último acto podemos ver como sus hijos, de idénticos nombre, comienzan una historia de amor igual que la que tuvieron sus padres. El teatro cuenta con un inconveniente que no tiene la televisión. El escenario no cambia así que cuando los personajes se encuentran en otros lugares hay que ponerse creativo y cambiar la decoración rápido y bien. Podría ponerme a explicar las unidades de tiempo, espacio y acción pero lo que quiero centrarme ahora es en el espacio. Hay una forma de arreglar el problema de decoración: no moverse. Así que esta obra está ambientada todo el rato en la misma escalera, se ven los pisos y el rellano y ahí interactúan los personajes que abren y cierran las puertas de su casa. Una dinámica que recuerda a los cómics de Rue del Percebe. Así que la idea de hacerlo todo en la misma escalera me enamoró, es un recurso sencillo y original y muy divertido ya que todos querríamos poder ver eso en nuestra escalera. La cosa es que esto no solo me recordaba a los cómics sino que me hizo pensar en la televisión. “¡Cuesta, chorizo!” Hay tantas frases que no olvidaremos de esta comedia, en parte porque Neox se niega a que lo hagamos, y es que Atresmedia empezó a emitir una serie que era un “robo” a Buero Vallejo ya que es imposible no ver paralelismos (ojo, no estoy diciendo que haya plagio). Aquí no hay quien viva es de las pocas series nacionales que he disfrutado (ojo, no la única), desgraciadamente nunca la he visto completa y dudo que alguna vez lo haga. Soy una persona cotilla y ver como estos vecinos se traían de cabeza con sus líos y locuras me encantaba. Aún sigo riéndome con esta serie, especialmente cuando encuentro algún capítulo que no he visto, y hay historias y parejas que siempre amaré, como la de Lucía con Roberto y con Carlos que mi única solución es que hiciera como Victoria en Memorias de Idhún y no eligiera porque adoraba a ambos. Esta serie me trae taaantos recuerdos como el de mi Mauri que también lo tuve en El Internado o mi primer crush televisivo que fue Pablo Guerra, lo cual es bastante vergonzoso. La sucesora La cosa es que esta serie y yo tenemos una relación extraña. No llega a ser de amor-odio sino más bien de me gusta-me disgusta. Si no hay absolutamente nada en la televisión soy capaz de ver alguna reposición de ella en FDF, porque sí esta también está en reposiciones continuas, pero no es lo primero que elegiría y no la sigo. Sin embargo, sí que es cierto que hubo una temporada que la seguí al completo y al principio la veía más a menudo pero es que no termino de decir si me gusta, aunque está claro que prefiero a su predecesora (pero hay personajes de esta que me encantan). Aunque como en mi casa se ve igual vuelvo a caer. Si en Aquí no hay quien viva se iban fuera del edificio, en La que se avecina eso pasó mucho desde el principio. Es más difícil conseguir encontrar paralelismos con Historia de una escalera, aunque el hecho de que las juntas se hagan en el rellano ayuda, pero no imposible. Se podría decir que la anterior es el paso intermedio entre ambas y que cada historia está adaptada al público de su tiempo y, sin embargo, podemos disfrutar de las tres a la vez.
Un drama de escalera se convirtió en dos de las mejores comedias de la televisión española y no nos queda más que agradecer a sus creadores y esperar más temporadas mientras me decido si ver lo nuevo o no. Todo esto demuestra que no solo las novelas, sino también el teatro pueden ser un gran recurso para la televisión (el cine ya nos lo ha demostrado La novia con Bodas de sangre) así que me pregunto: ¿Hay alguna obra de teatro que os gustaría ver adaptada en la televisión? |
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Marzo 2023
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