Post de Naiara Salinas Septiembre es ese filo que corta sin piedad dos humores muy distintos, dos estaciones; la cuerda que te baja de las nubes, el jarrón que te recuerda que tienes deberes... Los mortales nos despedimos del buen tiempo y de las vacaciones y retornamos a la rutina laboral o académica (y, en algunos casos, ambas. Mis condolencias). ¿Y las películas? ¿Qué hacen? Pues... proseguir la ardua carrera hacia los Oscars presentándose en los festivales más reputados (con perdón de Cannes y Málaga). ¿Os acordáis de nuestro reto cinéfilo? Este mes la tarea era ver justo filmes que se hubieran presentado en algún festival, con independencia de si participaban o no o de si ganaron o no. Por el momento llevo vistas cinco películas así y hoy os quiero hablar de dos que me han tocado especialmente la patata. ¿Y por qué dos? Porque agosto no se puede quedar vacío el pobre (la que es tradicional e insiste en una recomendación al mes, es tradicional y punto pelota). Tres mil años esperándote Presentada en la sección oficial de Cannes (fuera de concurso), este largometraje que nos devuelve al George Miller más mágico y más tierno de Las brujas de Eastwirck, Babe, el cerdito valiente y Happy Feet manteniendo el esplendor visual de Mad Max: furia en la carretera cuenta la historia de Alithea, una narratóloga en medio de un congreso literario en el extranjero a la que el destino decide unir con un djinn que anhela terminar su cometido y ganarse la libertad. Cuando Alithea se niegue a solicitar los tres deseos que dicta la tradición, el genio comenzará un relato lleno de amores, promesas incumplidas, mucha historia y mucha magia. Si tuviera que resumir mis impresiones en palabras sueltas diría, de buenas a primeras, BELLA, sentimental, ensoñadora... George Miller te pinta un paisaje en el que te adentras fácilmente como el niño (o la niña) que escucha una historia antes de dormir, en el cual aprovecha para dialogar acerca de cuestiones existenciales relacionadas con el paso del tiempo, el amor y el significado de las historias y los deseos, partiendo de una narración sencilla pero no por ello menos profunda. No cae en el cliché (barato) de las historias protagonizadas por estos seres, sino que más bien se recrea en su sentido jugando con la idea de qué ocurriría si para cuando llegase el genio... no tuvieras nada que pedirle, algo muy posible a cierta edad. Tilda Swinton, en un papel muy a medida, encarna a una mujer de mediana edad, «solitaria por naturaleza», viuda, analítica de historias, austera y lo bastante conformada con su vida como para quedarse en blanco cuando recibe la visita de la criatura a la que da vida el ya muy acostumbrado Idris Elba. Un genio tan hastiado por su sino, como desesperado que usará el lenguaje que solo su interlocutora parece comprender para explicarle (y, en cierto modo, justificarle) su existencia. Mediante esta relación singular que domina acertadamente todo el guion (el dúo funciona increíblemente bien y cala desde su primera escena), la película plantea una reflexión en torno a la voluntad, con todas sus caras: la necesidad de tener deseos que nos impulsen (es decir, la motivación de vivir), en contraste con el peligro de la obsesión, el inconformismo y la ambición desmesurada. Se exploran deseos simples y complejos; el deseo carnal, el deseo inconsciente, el deseo fantasioso..., en diferentes episodios que convierten la estructura en casi una antología, con lo que eso conlleva (al final, ciertos relatos pueden atraer más que otros). Por otro lado, se deja caer parte de lo que llamo «la filosofía Gaiman», sobre la realidad de los cuentos, los cuales usamos como interpretación de nuestra vida y nuestros sentimientos. Si hay una película que lo ejemplifica a la perfección es esta e incluso se vuelve una matriozca cuando el genio cuenta la historia de un emperador que adoraba oír historias. El guion en sí se basa en un cuento de A. S. Byatt y es un homenaje a las civilizaciones que marcaron las primeras compilaciones de este género literario con un trasfondo educativo (desde el Mahabharata hasta Las mil y una noches). Ni siquiera el nombre de la protagonista parece aleatorio con esta lectura, pues proviene del griego aletheia y significa 'verdad' (otra escritora que sabe poner nombres simbólicos). No deja de tener su ironía. La dirección de Miller comulga con ese halo: el director se desmelena artísticamente como él sabe, con una visión muy pictórica plagada de referencias coloridas, luminosas y surrealistas (la fotografía saturada de 300 sobre la que previno Elengy Cine. Doy fe de que es así), sumada a un montaje que rinde desde la transición que se produce en el aeropuerto al principio (un detalle ligero que a mí, personalmente, me pareció muy inteligente y me auguró que estaba a punto de ver, valga el chiste, una genialidad). Es una rareza visual, en ocasiones extravagante, pero justo por esas decisiones resulta original (por ejemplo, la forma en la que se presenta el genio). Aparte, aunque no es como en Mad Max, no puede evitar dar palos a la humanidad de vez en cuando. En resumen: una fábula hermosa con dos intérpretes a la altura y una tonalidad claroscura exagerada (y no solo por la imagen) que tan pronto se toma en serio a sí misma como se convierte en una sátira que roza la hipérbole. Es muy mágica, muy romántica y muy entretenida. De lo mejorcito que he podido ver este año, un existencialismo fantástico que termina conmoviendo. Ya lo comenté por Twitter, pero para mí posee un encanto similar al del episodio 6 de Sandman (es una trama que seguro que su también excéntrico autor aplaudiría, aunque sea porque él también saca genios aquí y allá). Ficha técnica Tres mil años esperándote (Three Thousand Years of Longing) 2022, Australia Fantasía, romance Dirección: George Miller Guion: George Miller y Augusta Core Reparto: Idris Elba, Tilda Swinton, David Collins, Alyla Browne, Hayley Gia Hughes, Angie Tricker y Sarah Houbolt Puntuación: 9,5/10 Disponible en: de momento solo en cines. Swiss Army Man La segunda recomendación resultó triunfadora en Sitges poco después de estrenarse en Sundance. Paul Dano interpreta a Hank, un hombre atrapado en una isla que, sin posibilidad de escapar, toma la decisión de suicidarse, hasta que llega a la playa un cadáver (Daniel Radcliffe) cuyas flatulencias lo impulsan por el agua. Este el comienzo de una trama disparatada (surrealista en un sentido menos fantástico y revelador que el del largometraje anterior), en la que un hombre extraño se convierte en el mejor amigo de un cadáver llamado Manny que va reviviendo poco a poco y redescubriendo la vida como un recién nacido con ese toque especial que te da el haber vuelto de entre los muertos. Lo del disparate es solo la superficie; oh, sí, os garantizo que de la risa pasaréis a los ojos llorosos. Aunque parezca mentira, este filme tiene varios puntos en común con el primero: la conexión de dos individuos en un contexto algo mágico que no tienen por qué entender a la primera pero que aceptan con bastante facilidad, el navegar a viejos recuerdos que despiertan emociones curiosas e inesperadas, una poquita de ironía y cierto humor negro con un mensaje muy emotivo al final, plagado de redescubrimiento. Dano y Radcliffe son un dueto maravilloso a la hora de arrancarte la carcajada desde el minuto cero. Su honestidad, su inmadurez, más su choque entre la inocencia y el desencanto regalan al público una relación de amistad hermosa y pura que lo único que pretende es procurar el bienestar del otro ayudándose mutuamente a regresar con sus seres queridos. Hank y Manny van conociéndose (diría que hasta descubriéndose) por el camino, pelándose capa por capa de la forma más cómica y entrañable posible. Dan Kwan y Daniel Scheinert, mucho antes de llegar a Todo a la vez en todas partes, confieren a un argumento tronchante y muy ridiculizable humanidad durante este peculiar «viaje del héroe» en el que destaca la actuación tan estrambótica de Radcliffe (sus getos, sus posturas, sus reacciones... Inaudito lo que se mete en el papel), sumada a la gracia natural que aporta Dano. Estos chicos, francamente, no tienen miedo de reírse de sí mismos mientras indagan en sus personajes y van sacando a la luz todo lo que les incentiva. Porque esta película, también como la de Miller, tiene un móvil muy intrínseco, ya que ni siquiera estos dos gamberros escapan a su pasado y sus demonios. Durante el trayecto, Hank es el encargado de asesorar a Manny sobre lo que implica la vida y a raíz de eso desvela sus inseguridades. El largometraje termina lanzando un mensaje muy digno sobre la amistad, la soledad y el miedo con sistemas un tanto bizarros. En medio de la floresta, persona y cadáver desnudan su alma. El diseño de producción es menos ambicioso, pero igualmente está lleno de un arte que te envuelve (en especial la música). Se construye como cine independiente bizarro destinado a inspirar y lo logra con su soltura, con la celebración de la vida y la felicidad que es ese lanzarse a la mar y dejarse llevar por, literalmente, los pedos sin silenciarlos cual tabú. En esta historia no caben los tabúes (en concreto, los escatológicos): si tiene que ser grotesca o incómoda, se las ingenia para darle la vuelta y que te arranque la sonrisa y te fascine. Ni siquiera importa por qué hay un cadáver que se mueve y habla (por lo menos, no hasta el final); estamos ante dos desconocidos solitarios que unen fuerzas contra la adversidad, tanto psicológica como física. En resumen: nada hay más poderoso y magistral que contar una historia llena de vida utilizando a un muerto, con su sencillez y todo. Transmite tan buen rollo que alegra el día seguro. Daniel Radcliffe se viene arriba con este tipo de roles y ojalá que no pare de escogerlos. Paul es adorable. BRA-VO. Cine de autor del bueno. Ficha técnica Swiss Army Man 2016, USA Comedia, indie, fantasía, aventura Dirección: Dan Kwan y Daniel Scheinert Guion: Dan Kwan y Daniel Scheinert Reparto: Paul Dano, Daniel Radcliffe, Mary Elizabeth Winstead, Timothy Eulich, Richard Gross, Marika Casteel, Aaron Marshall, Antonia Ribero y Shane Carruth Puntuación: 9,5/10 Disponible en: Apple TV+
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Marzo 2023
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