Post de Naiara Salinas Ya he comentado The Boys en este espacio más de una vez como esa serie rompedora que corrompe todo lo que nos enseñó el género de superhéroes, de manera que este post puede tranquilamente considerarse una secuela del anterior sobre el spin-off animado. He vuelto a tener suerte y Amazon Prime me ha permitido ver seis episodios de ocho que componen esta tercera parte, aunque aquí os hablaré a grandes rasgos solo de los tres primeros. La temporada más mediática y cuestionadora En la temporada anterior, nuestros chicos acabaron muy divididos, por no hablar de los Siete. Hughie se despidió de sus compañeros y optó por continuar con la lucha de forma más legal en el gabinete de Victoria Neuman mientras Homelander acabó más solo, desprestigiado y con ansias de destrucción. Sin embargo, no sería propio de esta serie arrancar con semejante negatividad. No, nuestra querida gamberra inicia con el esperado estreno de la película de superhéroes más grande que jamás se haya rodado: Dawn of the Seven (una parodia al Amanecer de la Justicia de Zack Snyder). Esta decisión no es arbitraria, pues nos encontramos ante un guion que va a jugar con las apariencias todo el tiempo, alimentando por partida triple la idea de que hay que vender una buena imagen para meterte a la población en el bolsillo y blanquear la corrupción que genera el poder, el gran tema de toda la serie, que en estos tres episodios alcanza nuevas cuotas, puesto que, en su búsqueda de venganza y justicia, más de un personaje llega al límite de aquello de «el fin justifica los medios» convirtiéndose en lo que juró destruir. En cabeza se encuentra Butcher, quien, como último recurso, comienza a investigar el caso de Soldier Boy (Jessen Ackles), un Capitán América barbarizado que podría tener la clave para acabar por fin con Homelander. Pero decide tomar una decisión radical para protegerse tanto a sí mismo como a Ryan, el hijo de su Becca de quien se ha quedado al cargo. Mientras tanto, el líder de los Siete trata de limpiar su imagen a raíz de lo sucedido con Stormfront hasta acabar tan harto que Starlight se ve en la tesitura de encabezar algunos frentes, como la elección del nuevo miembro de los Siete en un programa muy rollo American Idol. Entre esto y la película, las cámaras caen con pesadez sobre estos actores, que sienten cada vez más presión por estar a la altura no de su trabajo, sino de su estampa. La mecánica me recordó un pelín a la segunda entrega de Los Juegos del Hambre, donde el juego mediático iba volviéndose cada vez más tenso y a un paso de la reivindicación. Al margen de lo que los demás se traen entre manos, los chicos comienzan a perseguir el sueño de una vida normal, sin dramas ni enfrentamientos. Resurgen viejas amistades, viejas enemistades y el peligro es más grande y la lucha cada vez más agotadora para la mayoría. Mientras unos agarran con firmeza las riendas de su vida, los demás siguen supeditados a la situación, pero al final el poder es el que manda en ambos casos y el desencanto con todo el panorama es más evidente que en las temporadas anteriores, donde la mera causa bastaba para encender la chispa de todo el grupo. Cuando las líneas ético-morales se vayan difuminando, más de uno empezará a ver a su líder con nuevos ojos y saltarán otra clase de chispas. Mientras unos avanzan, otros retroceden La temporada está llena de cambios para casi todos los personajes. En cuanto a las nuevas incorporaciones, destacan Miles Gaston Villanueva como Supersonic, un ex de Starlight que desea unirse a los Siete (muy majo el chaval, aporta comprensión y cierta agudeza), y el ya mencionado Jessen Ackles, que puede sorprender (de momento, prometer, promete). Entre los de toda la vida, nos acercamos a una faceta más humana, incluso dentro de su corrupción, pues pocos quedan que no se hayan pervertido un poco para lograr sus objetivos o incluso como defensa, renunciando por el camino a sus principios. Tenemos oportunidad de ver lo que eso acarrea en su interior. Mientras algunos, como Kimiko (la mejor), ganan en humanidad y dulzura, otros se vuelven más violentos y manipuladores. Hughie por fin entiende de qué va el juego y demuestra las dotes que muchos deseábamos tras dos temporadas actuando como pelele. Los hay que se mantienen estancados, pero en general todos batallan por avanzar un poco más en su cruzada personal. Los guionistas realizan un trabajo más que satisfactorio desarrollando cada conflicto. La evolución es muy visible y el punto de partida de la temporada pone a los principales en situaciones que jamás hubieran esperado antes. La trama de Soldier Boy despierta el interés que se pretendía y conlleva que algunos momentos se pasen volando de lo muy disfrutables que son. Cada pulla, cada bombazo psicológico, es un regalo para el espectador que solo desea que la serie se crezca y, aunque no todo es perfecto, el enganche tras cada episodio va in crescendo y todo se lo debemos a estos personajes que cada vez se vuelven más ambiguos y terminan en situaciones tan locas como dramáticas (el mismo pan de siempre, pero mejor horneado). Conclusión
The Boys no solo sigue mejorando, sino que va redirigiendo su sátira hacia zonas más lúgubres sin despegarse de sus encantos, entrando a saco desde el primer episodio. Más flipante, más profunda (chistaco) y más crítica. El reparto está soberbio. Una idea con la que me quedo de este inicio (que no da a basto en giros dramáticos) es que ser superhéroe es algo que se queda en la ficción, es decir, que solo es posible en el cine (o en la tele o en una novela). Hay sensación de desencanto general a lo largo de la temporada. A nadie lo preparan para asumir la responsabilidad de salvar el mundo de esa forma tan altruista en la vida real, una verdad con la que entroncan los personajes que hasta ahora considerábamos «buenos» y que deben asumir su propio egoísmo e inseguridad. Pero no hay que perder la fe. En el fondo sigue siendo la cachonda de siempre, la cabrona. Por tanto, ¿es recomendable esta temporada de The Boys? Obvio. ¿Veréis los tres primeros capítulos que se estrenan mañana de una tacada? No es cuestión de si queréis o no: es posible que ni siquiera podáis parar una vez empecéis.
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Enero 2023
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