Post de Naiara Salinas Empieza la competición. Tres plataformas han bombardeado nuestros dispositivos con sus grandes apuestas este semestre. Es el momento de decidir cuál es la mejor. Todos preparados. Comienza el show... La primera concursante entra a dos golpes sordos de tambor con sintetizador vestida de rojo sobre un fondo blanco o negro como si se preparara para los Sanfermines. Ha decidido tirar la casa por la ventana porque, como asegura, "tengo mucho que perder, pero obviamente no voy a perder porque mantengo el nivel de hace unos años". ¿Seguro? Le pedimos a Netflix que presente sus pruebas y lo primero que encontramos es numerosabilidad seguida de variedad, con apuestas que van desde la comedia hasta el más absoluto drama. No faltan las historias fantásticas ni los superhéroes, porque así es Netflix: atenta a todo lo que reina en el panorama de la cultura pop. El jurado se dispone a valorar pieza por pieza. 1. Secuelas Decidimos empezar por lo conocido, dos segundas temporadas de dos series triunfadoras, una que llega a su cierre preacordado con Marvel y Disney y la otra que promete quedarse mucho más. Se trata, por supuesto, de The Punisher y Las escalofriantes aventuras de Sabrina, de quien nuestra corresponsal Mariaje dio algunas pinceladas hace un par de meses. A ellas se suma el gran acto solidario del año por parte de esta compañía: el rescate de la naufragada Lucifer. La primera es la clásica intentona de empezar con fuerza, cosa que sin duda consigue, para ir apagándose de a pocos a mitad y volver a lucirse un poquito en el final. Sin embargo, algo le ocurre. Aunque la doble trama de Billy el Guapo, aka Jigsaw (Ben Barnes), y la joven Amy es bastante atractiva, la pérdida de brillo con respecto a la primera temporada es también muy notoria. Con todo, el guion elabora un ritmo oscilante con grandes dosis de acción y tensión, así como esa cháchara que a veces hace falta para recomponerse. Se echan en falta, sin embargo, los golpes emocionales que quitaban el hipo en la primera parte, si bien la relación que forja el dúo Frank-Amy es prometedora y una forma de rescatar la ternura y la gracia que, sabemos, en el fondo tiene este antihéroe. Otro aplauso no tan fuerte en este tema es para el regreso de una chica que nos encanta y nos hace llorar recordando que ya no volveremos a verla al lado del Diablo Rojo: Karen Page. Gran personaje, pero ¿qué hay del romance, esa chispa, esa química que se nos vendió en la primera temporada? ¿La chica apenas tiene participación o solo soy yo que la adoro y la echo de menos? ¿Y qué hay de Billy y su declive? Este bromance roto sí que es una tragedia, pero no puedo decir que no esté del todo mal. Pero tampoco del todo bien. No sé, es complicado. ¿Salvamos la temporada, entonces? Al menos el reparto sí que brilla, aunque la historia no tanto. ¿Será porque se siente un tanto repetitiva y en ocasiones se hace lenta? ¿Porque hemos entrado a ella con esperanza cero tras la cancelación de todo el UCM en esta plataforma? Netflix, ¿tienes algo que decir en tu defensa? La roja calla. Pero decidimos aprobarla haciendo un balance justo de la situación. Es una pena que acabe, pero al menos cierra bien las tramas. Puntuación: 6,5 En cambio, nuestra bruja favorita está dispuesta a dar rienda suelta a su mundo de sombras. Las escalofriantes aventuras de Sabrina decide hacer honor a su nombre, aunque también de a pocos. La atmósfera mágica se expande y nos introduce, a la vez que a la propia protagonista, en los mitos y las leyendas que rodean a la Iglesia de la Noche. Vemos cómo esta adolescente lidia con la decisión de la primera temporada y, contrariamente a lo que habíamos esperado, tiene prácticamente la misma libertad para interactuar cuando quiera con el mundo mortal, aunque no lo vean con buenos ojos. Pero la temporada debe prepararnos para el sacrificio final que la bruja tiene que dar, y por eso esta será nuestra mejor ocasión para suspirar y apoyar su relación con Nicholas mientras Harvey va progresivamente perdiendo puntos, aparte de ver a las amigas de turno evolucionar y dar un paso más enorme en su cambio, sea aceptando sus poderes mágicos o la transexualidad. La historia va profundizando más y enseñando algunas cartas, cosa que se agradece, aunque el tono no varía demasiado y ciertos rasgos estilísticos amenazan con acabar agotándose. Pero todo sea por ver la gran entrada de Satán y más referencias diabólicas, como el que Dorian Gray regente un bar masculino. Hablando de lo cual, el feminismo en esta serie está más en auge que nunca y nuestra heroína rubia no pierde el fuego para lograr que las cosas sean más equilibradas y justas (aunque resulta pesada a veces). Así que, querida Netflix, estás de enhorabuena porque con esta remontas: 8 Y si con Sabrina remonta, imaginad con Lucifer. El cambio no ha podido sentarle mejor, empezando por la acertada reducción a diez episodios que no ha dejado hueco apenas para el relleno y, por tanto, ha mantenido una temporada bastante encauzada a su season finale. Pero hay más. La nueva orientación de la serie tras su impactante final en la pasada temporada nos hacía augurar un poco más de chispa, algo necesario para revitalizar una trama que, reconociéndolo con un poco de pena, amenazaba con empezar a aburrir. Y un personaje como Lucifer NO puede aburrir BAJO NINGÚN CONCEPTO. Tanto por el nuevo dilema que aborda el diablo en su relación con Chloe, más la presencia de Eva (un personaje destinado a caer bien al fandom desde su primera aparición), el drama del hijo mestizo de Amenadiel y Linda y la demonología cada vez más presente (¿no os extrañaba que apenas hubiera demonios aparte de Maze? ¡Pues toma!, nos exclaman desde la sala de guionistas), esta temporada acaba con aplausos y una merecida renovación que, esperemos, le de a esta historia el final que merece. El diablo se ha alzado como nunca, manteniendo su esencia pero permitiéndonos disfrutar más de lo que hace a esta serie distinta del clásico "polis y cacos" sin apenas interrumpir el ritmo, y se lo debemos a Netflix, así que GRACIAS. Matrícula de honor para ti: 10. 2. Sex Education Vamos con el primer estreno: una comedia que pretende hacer sombra a American Pie pero a lo british y para gente más joven todavía (bueno,depende de a qué edad consideres que es apropiado ver American Pie. Al menos el reparto de esta serie es más joven, eso fijo). Esta ficción que normaliza el sexo en nuestras vidas tiene papeletas para ganar adeptos entre el jurado: es fresca, pero educada; jovial, pero con lecciones maduras. Y, sobre todo, muy, muy divertida. En una mezcla entre travesura y seriedad, Ottis y sus amigos revolucionan el instituto con sus lecciones, que tanto les cuesta a ellos aplicar. Lo que empieza como un negocio vendido muy superficialmente (eso para nosotros, el público) se convierte en toda una clase de Psicología para adolescentes con las hormonas muy arriba y que explora un acto carnal vinculándolo a la cuestión de la identidad, del amor, del sentirse apreciado y deseado, escuchado... entorno a una realidad que contiene los rasgos habituales de esa etiqueta comercial confundida con un género como es la juvenil, oseasé: fiestas, citas, amigas que cotillean, amigos que se apoyan como hermanos, discusiones, bullying, populares y pringados, guerra de sexos, adultos a los que les cuesta controlar la situación frente a adultos que imponen sus decisiones, etc. A todo aquel que tome la decisión de darle al OK será porque se ha visto atraído por la temática y el tono, los diálogos y las ideas disparatadas o la presencia de una muy en su salsa Gillian Anderson, cuya química con Asa Butterfield nos rescata a aquellos Eugene Levy y Jason Biggs (pero a la inversa). Pero los que se queden será porque no es solo eso y porque no se puede evitar coger cariño a esta pandilla. Hay más salseo que el mero sexo aquí, aunque tal vez después de verla nos de menos pudor hablar de él. Y no cansa nunca. Puntuación: 8,5 3. The Umbrella Academy Esta apuesta a priori no parece ninguna novedad. Oh, vaya, superpoderes. Familia que intenta evitar el fin del mundo. Ellen Page involucrada. Bailes aleatorios porque sí como si Noah Hawley estuviera tras el guion. Que me aspen si no es X-Men 2.0. "Esperad y veréis", nos avisa Netflix. Dicho y hecho. The Umbrella Academy se sale de los parámetros que estamos acostumbrados a ver presentándose con una estela más a lo Heroes que a X-Men, pero sin duda saliendo del mundo del cómic. Cuando nos enteramos de quién es el autor, no nos extraña nada: solo el famoso cantautor de My Chemical Romance, Gerard Way, es capaz de construir un mundo así de sórdido donde cada personaje es otro mundo y nada es lo que se dice muy normal. A la hora de conocer al equipo este brilla tanto por origen como por habilidad: un hombre superfuerte con anatomía de simio debido a un accidente que obligó a inocularle un suero único; una mujer que te lanza maldición Imperius sin necesidad de varita, solo moviendo sus labios; un niño que viaja por el espacio-tiempo y está atrapado en su propio bucle, aparte de ser agente secreto para una entidad que trabaja con estos asuntillos; un tipo aspirante a protagonizar el próximo remake de Entre fantasmas y un... ninja con la puntería más fina que Ojo de Halcón (en realidad no. Nadie apunta como Ojo de Halcón, ¿entendido?). A ellos acompaña su adorada hermanita que solo es rara porque es normal (sí, eso tiene sentido). Ya cuando vamos un poco más allá y vemos quiénes acompañan a estos héroes entrenados desde pequeños y contra quiénes se enfrentan, la originalidad se extiende incluso más: un chimpancé sabio con personalidad humana; una androide programada para tratar maternalmente a sus "hijos"; dos esbirros de una organización que llevan máscaras de disfraz pero también se visten a lo Men in Black y el padre, un hombre longevo (pero que muy, muy longevo), alienígena con varios trucos en la manga y una obsesión por entrenar héroes (aunque no criarlos. Eso mejor para la androide). Con una estética que recuerda a Watchmen (peli, claro) y Una serie de catastróficas desdichas, más una premisa cuyo punto de partida también puede tener sus referencias (la clásica familia que se separó hace tiempo y se reúne solo porque uno de sus miembros ha fallecido y hay que honrarle como es debido), el desarrollo de esta aventura cumple con las expectativas al mismo tiempo que las supera cuando un enredo provoca otro, que al mismo tiempo conecta con otro, y así hasta que todos los caminos conducen al destino esperado. Como nexo de unión tenemos a Cinco (alguien podría bromear con "De los creadores de Soy el número cuatro..."), que es quien quiere evitar la catástrofe que está por suceder cual Hiro Nakamura (e igual de misterioso). Personajes carismáticos y muy profundos, gran reparto donde existe equilibrio entre veteranos (da gusto ver a Ellen Page de vuelta) y caras nuevas (creo que el que más sorprende y más grato resulta a la vista en este aspecto es Aidan Gallagher, ya que su papel es básicamente un cincuentón atrapado en el cuerpo de un treceañero que no tiene tiempo, aunque suene paradójico, para chorrimemeces), trama muy bien llevada que te conduce a un final explosivo (literalmente) y que además referencia mucho al producto original aunque se tome sus libertades (por una vez, eso me da igual. Como si no hubiera cómic, oye, aunque me alegro de que lo haya), aparte de gran música; esta maravilla superheroica le vale a Netflix todos los huecos que deja Marvel y además enlaza muy bien con el catálogo tan creativo y versátil del que se jacta la plataforma. Es otra de esas series que te deja con ganas de más y que puedes devorar en un día y, aparte, no amenaza con irse a pique pronto, sino acaso seguir sorprendiéndonos con sus cosas extrañas (guiño). Veremos qué nos depara. Puntuación: 9,5 4. Black Mirror Cuando le preguntamos a Netflix por qué no ha incluido Black Mirror en su carpeta de continuaciones, nos responde: "Bueno, básicamente cada temporada, por no decir cada episodio, es único e independiente (aunque es cierto que cada vez los relacionamos), por lo que nunca sabes qué te vas a encontrar en cada una. Se trata de un universo enriquecido de temas y eso es lo único que conecta cada parte". Vale, lo compramos. La temporada regresa a su estructura habitual de tres capítulos, cosa que esta redactora agradece mucho porque ya se sabe que es muy guay no andarse por las ramas y que Netflix entienda (aunque no lo acepte) que de vez en cuando queremos probar carne de sus rivales también, no vivir siempre por y para ella. Cada episodio siempre cuenta con una cara famosa o varias, que suelen armarla gorda. Las temáticas esta vez son: videojuegos y cómo el cambio de realidad cambia nuestra forma de interactuar con ella (aka "el episodio light"); aplicaciones, redes sociales y cómo vivimos solo por y para ellas hasta el punto de que el mundo que tenemos delante deja de importarnos y nos volvemos menos humanos en nuestras consideraciones (aka "el episodio más controvertido y truculento") y la inteligencia artificial y lo lejos que están dispuestos a llegar los explotadores de artistas al ver cómo nos mantiene vivos después de muertos (aka "el episodio que podría haber sido más controvertido de no ser por el tono de humor negro que le sale al guion"). No defrauda, y no solo por el reparto, sino porque los tres episodios complementan muy bien una temporada marcada por los dilemas psicológicos (que en verdad caracterizan a la serie en general), el drama, la risa, el romance, la aventura... Se siente para todos los gustos y se narra de una forma que la tensión y la intriga pueden ser constantes. Aunque el jurado puede tener su historia favorita, ningún episodio fluctúa. La calidad es constante. Si eso no es suficiente prueba de que a Black Mirror le sientan bien los tripletes... Puntuación: 9 5. Bonus: Alta mar y La orden Los dos últimos productos se quedan en una cata de poco más de dos episodios cada uno. "Jo, Netflix, es que nos has empachao", me quejo. Por falta de tiempo no hay más remedio que colgarlos en lista de pendientes, pero aun así podemos valorar lo poco que se ha llegado a ver. Bambú Producciones es la responsable del primer título y se nota. Años 20, José Sristán, secretos y romances, más un misterio... En cada camarote de este cruce entre Titanic y Asesinato en el Orient Express (sobre todo Orient Express) se respira el aroma de Gran hotel, Velvet y Tiempos de guerra. El piloto que presenta a los personajes y el misterio que abarcará toda la temporada, no obstante, huele a salitre, y no por la ubicación precisamente. Sabiendo que es demasiado pronto para juzgar, una ya se imagina lo que sigue y está bien, no digo que no sea interesante. Pero por algún motivo que se me escapa (sobre todo porque ha pasado mucho tiempo), no me agarro con toda la satisfacción que esta productora merece y suele provocarme. Quizá es que no inventa nada nuevo y si uno mira con lupa puede resolver el asesinato más rápido que Poirot, pero... un capítulo no parece ser suficiente para encandilarse, y eso, a mi juicio, es malo. Normalmente tendemos a ser más indulgentes y vernos la temporada entera antes de juzgar, pero si algo no te llama desde el principio es muy difícil que te logre conquistar después. Difícil pero no imposible, claro. Con lo que me gustan a mí los dramas de época, mecachis, no estoy dispuesta a rendirme tan pronto. En cambio, La orden sí que tiene rasgos para atraer a todo fan de las aventuras fantásticas protagonizadas por jóvenes. Según he oído, tampoco añade mucha cosa nueva, pero oye, si estás nostálgico por Teen Wolf, Harry Potter, etcétera...Pues eso que te llevas. A mí el comienzo me recordó un tanto a The magicians, con la diferencia de que el protagonista no es gilipuertas y se le tolera mucho más (creedme, con eso a mí ya me han ganado. Nunca he soportado a Quentin, ok?). Por tanto, a esos pilotos les concedo un 6 y un 7 respectivamente. Por lo tanto, es momento de hacer la media:
6,5+8+10+8,5+9,5+9+6+7= 64,5/8 =8,06 Bien por ti, Netflix, estamos orgullosas. Próxima entrega: HBO.
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El adiós definitivo. Resucita el especial "Lo bueno tiene un final" (bye, bye SH, TBBT y Gotham)6/18/2019 Post de Naiara Salinas Sí, soy consciente de que ese título es muy largo. Pero es que estoy en modo despedida emotiva y, puestos a decir adiós, que sea a lo grande. Hace ya más de un año que convertí este tema de Nelly Furtado en la sintonía oficial de los adioses televisivos por parte de All Screens y en esta sección (también de All Screens. Todo queda en casa). Si no lo habéis oído en alguno de nuestros In memoriam seriéfilos todavía es porque ahí nos gusta arrancaros las lágrimas de verdad. Pero de todas formas eso no quita que cosas que nos gustan o nos gustaban acaben obteniendo un cierre. Incluso La historia interminable lo tuvo, así que cuando empezamos una serie o una saga, lo hacemos sabiendo que es cuestión de tiempo que nuestro corazoncito acabe destrozado en mil pedazos. Claro que, si hay algo peor que despedirse, es... ¡no poder hacerlo! Lo cual justifica en buena parte que este preciado post haya tardado lo suyo en salir a la luz (y solo acabamos de empezar). Entre abril y mayo tres de las pocas series longevas que nos quedan actualmente (de hecho las podemos considerar afortunadas si logran superar la barrera de la cuarta temporada) dijeron su adiós definitivo. Bueno, en verdad lo hicieron cuatro, pero de Juego de tronos ya he hablado y no es mi deseo repetirme. Tampoco es que todas fuesen 100% largas, pero sí atraedoras de un público de masas significativo. Hoy estoy aquí para rendirles mi homenaje. Gotham: el Batman televisivo más digno del cine Es muy fácil recordar la primera vez que hablé de Gotham en este blog. Para empezar, porque sucedió a punto de iniciar un evento festivo, la Semana Seriéfila, y para secundar porque la relacioné con mi versión favorita del superhéroe, la de Christian Bale, bajo la brillante y humana dirección de Nolan. Si bien en sus últimas temporadas el desarrollo de la trama menguó un poco, para mí es una de las historias de DC mejor adaptadas en la pequeña pantalla y no seré yo quien se atreva a descalificar el trabajo de un equipo cuya madurez progresiva se ha notado en demasía, en especial entre el reparto joven, otro pequeño grupo que ha crecido en la televisión. En el mundo de los superhéroes la manera de acontecer ciertos hechos puede llegar a ser bastante rimbombante y muchas veces rozando lo inverosímil. Se conoce también un abuso de deus ex machina cuando se trata de salvar a alguien de la muerte. Es más, podemos alegar que gracias a estos no solo hemos descubierto mil maneras de morir..., sino también de resucitar, da igual si es por medio de la magia o la ciencia. Toda esa parafernalia se ha visto tanto en Gotham como en el Arrowverso, como en los X-Men, etcétera (aunque yo dejo el Guiness en manos de DC. Los marvelitas últimamente están muy realistas con sus procedimientos. Sé que esto es discutible, pero mejor seguimos). Siendo sincera, a veces ese matar mil veces y resucitar otras mil me ha tirado para atrás; tanto truco con el Joker hasta mostrar la versión definitiva, esa guerra entre criminales que cuando torcía hacia senderos más interesantes retomaba el mismo camino... Cuanto más iba avanzando la serie, más sensación de repetición te encontrabas. ¿Evolución de los personajes? Sí, más o menos todos cumplieron. ¿Pero que se podía comparar a cuando Mario Bross pasa de nivel y en lugar de evitar champiñones por el mismo circuito de karts pelea contra dragones usando exactamente las mismas técnicas? También. Tal vez Gotham perdiera parte de su brillantez original en su recta final, pero no es nada raro ya, es decir, puestos a juzgar finales, tengo toda una lista de series que dejaron de ser lo que eran. Y cómo iba a ser de otra forma, si es lo que se espera, avanzar, dejar el pasado atrás. En lo que respecta a recorrido, hay que admitir que esta producción entró en la carrera superheroica un poco justa, casi en la misma estela que Smallville. Pero por continuar con esta comparación, el ascenso del pequeño Bruce Wayne a Batman ha sido mucho mejor, una mezcla entre un remake y una precuela de Batman Begins. Hay que recordar que Gotham nunca ha sido la historia del origen de Batman, sino de todo el universo que conocemos de los cómics, una exploración del pasado de los personajes, héroes y villanos, que más huella han dejado. Batman era una parte importante y a mi modo de ver David Mazouz ha hecho un trabajo más que digno reflejando esta trayectoria, pero el verdadero protagonista siempre ha sido Jim Gordon (Ben Mackenzie) y eso para mí justifica por qué la esencia de los superhéroes no ha tenido tanto peso hasta el final. Es decir, por qué las cosas fueron aumentando en rimbombancia conforme se acercaba el último episodio. Se trata de un proceso, de varios, en verdad. Es una serie que parte de la perspectiva humana, gente que quiere hacer bien su trabajo y marcharse a casa con los suyos, gente que quiere sobrevivir. Las mafias, las traiciones, los secretos, el misterio... son elementos que no tienen por qué asociarse necesariamente con los superhéroes, que son bastante universales y dan pie a que surja cualquier tipo de ente, trama y género, tanto para bien como para mal. Batman es uno de los pocos superhéroes que no cuenta con un origen extraordinario ni desarrolla superpoderes de ninguna forma. Lo que más atrae de él es su anonimato como caballero oscuro que lucha contra la injusticia y además reparte un poco de venganza mientras de día se presenta como una figura pública, sociable, adinerada y hasta entretenida. Hay quien diría que Bruce no tiene nada que envidiar a Batman, pero Batman tal vez sí un poco a Bruce. Después de todo, Bruce acaba siendo más admirado que el propio caballero, algo bastante irónico cuando en la mayoría de los casos es justo al revés, el alter ego heroico gana por goleada al pringado de turno. Pero Bruce no encaja en ese perfil. De hecho, Bruce parece ser la identidad secreta en este caso. A lo que voy es a que si había una forma muy acertada de contar esta historia de transformación, partir de lo más mundano lo era. Mostrarnos por qué Bruce merece la pena por encima de Batman y por qué uno no puede desligarse del otro en el fondo, darle profundidad psicológica a su desarrollo, así como al resto de los personajes. Mostrar hasta qué extremos pueden llegar personas normales cuando se encuentran con situaciones inesperadas que sacan lo mejor o lo peor de sí mismos. Y dado que este siempre ha sido un cómic muy bizarro por la clase de villanos y la atmósfera tan lunática que presenta la ciudad en sí (basta con repasar tooooodas y cada una de las adaptaciones), el extremo iba a ser muy grande. Así que en cierto modo era gratificante ir encontrando cada temporada una dosis más alta de anormalidad: de luchar contra mafias pasamos a familias con delirios sobre legados históricos y venganzas; de ahí a un científico loco obsesionado con crear los monstruos más geniales jamás vistos, para después toparse de bruces (CHISTACO) con una Liga de Asesinos ancestral (la primera piedra de la conversión) y, por último, un terrorista con debilidad por el espectáculo y el dramatismo y un ex soldado motivado por la justicia y la venganza, justo de donde también nace el Hombre Murciélago. Y esperad, que me dejo las segundas tramas de las midseasons, cada una más rara que la anterior. Sin embargo, como he dicho, el proceso de transformación del superhéroe va en este caso en paralelo con el de su mentor y amigo Gordon, una elección también acertada, ya que él, un simple humano, es quien acaba lidiando con los grandes problemas mientras el niño aprende a ser un hombre. Y aquí viene el segundo proceso: el paso de la inocencia a la realidad. El cambio de un hombre con la moralidad sobre las nubes y un sentido del deber y el honor aún más altos a otro pecador más en esta ciudad del pecado, tras descubrir que a veces la única forma de sobrevivir y hacer el bien en un mundo oscuro es integrarse en la oscuridad. Lo suyo tiene mérito porque logra hacerlo sin negar sus principios, cosa que lo aleja bastante del lado villano. No solo por temática, sino también por la forma, como digo, humana de afrontar el proceso, más todas las alusiones a través de los personajes que han ido apareciendo, me parece que Gotham engancha con la trilogía de Nolan, lo cual a mis ojos la hace bastante digna (me ha encantado que haya conservado eso). En lo que se refiere al último episodio, fue la última firma de un equipo que quería presentarnos cómo podrían haber sido las cosas de haber empezado el relato desde lo conocido. No es como yo hubiera cerrado esta historia, ya que estando inmersos en los orígenes me hubiera parecido más apoteósico una última batalla de toda la ciudad contra el villano de turno (justo lo que sucedía en el episodio anterior) y luego un epílogo que nos presentase por fin al adolescente como adulto con el traje tan famoso vigilando la ciudad desde una azotea. Pero tampoco me pareció un mal cierre; de hecho hasta se hizo entretenido, sobre todo por tener la oportunidad de ver a esta gente que había cambiado drásticamente en su última versión mientras seguía el misterio de ver al Bruce crecido. No hizo falta preguntarse: "¿Y cómo serían este Pingüino y este Enigma a imagen y semejanza de los cómics?" Nos lo regalaron. Y no hay que olvidar quiénes estuvieron detrás de la idea: Ben Mackenzie y Erin Richards, una actriz por la que nunca aposté que sobreviviera hasta el final, la verdad. Lo más bonito de ese último episodio fue el homenaje: a la serie, al universo, a los compañeros... No es un guion al que le viese muchas lagunas, honestamente, aunque la temporada acabó dejando de lado algunas tramas sin más. Shadowhunters: la aventura que superó a la película pero aun así se quedó a medias Ay, mis cazadores... Cuánta pena me dio este final. No por cómo acabó, sino por todo lo que aún podía ofrecer. Pero quién detiene a un grupo de productores que ya ha perdido la oportunidad con Netflix. El mundo literario de Cazadores de sombras es muy rico, tan rico como para dar lugar a una saga spin off, a otra precuela y a saber cuánto más que se me haya escapado (por suerte a Santa Wikipedia no: una sexalogía -lol, no penséis mal-, cuatro trilogías no completadas y siete solteronas de oro, lo que suma un total de... ¡VEINTITRÉS novelas!). La envergadura de esta creación se conoce que no tiene límites y su autora merece un premio por haber sabido explotarla sin que caiga en decadencia con los años. Un premio del que por desgracia no puede presumir ninguna de sus dos adaptaciones. Son muchos los fans aférrimos que prefieren olvidarse del fiasco cinematográfico a pesar de contar con caras tan geniales como las de Lily Collins, Jamie Campbell Bower (habrá quien me discuta), Robert Sheehan, Lena Headey, Jared Harris, Aidan Turner o Jonathan Rhys Meyers. Y una vez vista la serie se entiende por qué: la película apenas abarca un 20% de lo que es la historia global, no digamos el mundo. Por ende hemos de estar agradecidos por haber podido verla desarrollarse un poco más en la pequeña pantalla. Aun así, si bien el comienzo sufrió la inevitable comparación con el filme y la segunda temporada se desarrolló de manera notoriamente interesante, la apresurada cancelación cuando apenas había finalizado el ecuador de la tercera temporada condujo inevitablemente a un apresurado final a lo Juego de tronos. Un momento, ¿seguro? Uno piensa que salvando las distancias entre la fecha de la cancelación y la del estreno habría habido tiempo más que suficiente para otorgar un final cerrado. Y cerrado ha sido, desde luego. Pero un tanto forzado en un último capítulo que, haciendo honor a su nombre, ha estado cargado de clímax, apoyándose en la clásica partición en dos que ya se empezaba a echar de menos. ¿Cosas que valoro? Lo mucho que he podido aprender del mundo de Cassandra Clare, aun sabiendo que la serie también ha omitido bastante (y eso, amigos, es lo que me hace llorar, ya que mi persona no encuentra el valor ni el tiempo para dedicarse a leer veintitrés novelones y debo recurrir a las webs de fans o a Santa Wiki para autoresponder a mis preguntas); conocer personajes fascinantes como Maya y Jordan, Raphael, las familias Lightwood y Herondale, el reino de las hadas (seelies para los cazadores, oh yeah), la relación auténtica entre el Submundo, sus parientes los demonios y los cazadores, a Jonathan aka Sebastian, a la cantante Ruelle (que me tiene fascinada con su música, por cierto)... Y, lo más importante en este mes del Orgullo en que nos encontramos, conocer a mi pareja homosexual favorita, la historia de amor que no sabía que necesitaba y que me provoca una cara de meme idiota cada vez que la veo: Malec (*estallan fuegos artificiales*) Todos elementos nacidos en los libros. Por eso me parece un ultraje tener que decirle adiós cuando apenas ha dado de sí. Esta es una saga que no necesita cambiarse para venderse, porque basta con ver el worldbuilding para darse cuenta de que aquí hay todo un legado heredado de otros perfecto para cautivar solo siendo amante de lo fantástico, de los mitos, las leyendas, los monstruos clásicos, las aventuras... No había necesidad de inventarse nada: tiene salseo más que suficiente para llenar más temporadas que Anatomía de Grey. Pero la fantasía implica efectos especiales y los efectos cuestan pasta, y los fans pirateamos mucho... En fin. Aunque la trama de esta tercera temporada en general ha sido más floja que las anteriores, la emoción ha prevalecido hasta el final, con sus risas y sus llantos, su ternura y su agresividad. El interés seguía ahí, nunca se fue, claro que tampoco era difícil por lo que he mencionado antes y porque sentíamos la garra oprimida del productor ejecutivo con ganas de ir a otra cosa mariposa entorno a nuestro cuello. Todo me cuadraba muy bien..., hasta llegar a la parte en la que Clary pierde sus poderes y su memoria por haberse pasado de la raya usando su gran don y desafiar con ello a los ángeles. Sin embargo, parece que en su última escena se acuerda. Esta clase de "cliffhanger" (entre comillas porque era muy predecible) es lo que me hace preguntarme si este final ya estaba pactado de antemano o se vio afectado por la "sorprendente" cancelación. Daos cuenta de que en solo dos secuencias hay un conflicto nuevo y su resolución. Y luego la gente se quejará de D y D... The Big Bang Theory: su título lo dice todo Y hablando de longevidad... una serie con guion original llegó más lejos que la que tenía todo un universo servido en lonchas, vaya si no hay ironías en la vida. El último de los finales es, para mí, el más emotivo de todos, el mejor elaborado, el ideal. Reconozco no haber seguido ninguna sitcom de forma continua, es decir, sin saltarme temporadas o capítulos. Esta no ha sido una excepción ni mucho menos, pero una seguridad que te da este género es que siempre lo vas a encontrar fresco lo retomes donde lo retomes, y en The Big Bang los chistes pueden haber ido oscilando entre el más y el menos pero lo que es seguro es que tenía material para rato, al igual que Los Simpson. ¿Por qué? ¡Porque nunca hay tiempo suficiente para ser o dejar de ser friki! Vamos, seamos sinceros, el mundo no se para cuando se estrena Vengadores. Endgame porque sabemos que en diciembre vamos a tener la conclusión de Star Wars, y el año que viene Disney Plus, más el live action de Mulán, más el regreso de Sherlock Holmes, y el siguiente la tercera entrega de Animales fantásticos... Siempre vamos a tener algo que admirar o temer, y la belleza de esta comedia radica en que esa sensación de actualización friki era completamente natural, y al mismo tiempo sucedían cosas en la vida de estos personajes que empezaron siendo cuatro amigos perdedores con una vecina encantadora. ¿Y ahora? La mayoría casados, esperando hijos y siendo triunfadores en sus respectivos campos científicos. Vaya cambio, vaya evolución. Estos sí que lo han dado todo. Hay series que se quedan muy cortas en su cierre y series que saben cerrar por la puerta grande a pesar de todas las posibilidades que aún ofrecen. Aunque, como apuntaba, Big Bang podría haber seguido sin problema, me ha encantado que haya acabado ahora como ha acabado. Creo que es de las pocas series de este año que ha tomado una sabia decisión y, como consecuencia, tenemos una que ha logrado dejar impronta en todo el mundo. Además, por partida doble, ya que la misma semana, un día antes o un día después, Young Sheldon emitía un episodio especial con una escena culminante tan significativa como esta. ¿Cómo no llenarse de buchabú? ¡La conexión perfecta y ni siquiera fue un crossover! Así, este se convierte en el mejor modelo del título de este post, porque es bueno, empezó bueno y acabó bueno, pero acabó. ¿Y por qué digo que su título lo dice todo? La intro de la serie lo cuenta: "Todo empezó con el Big Bang". Se habla de evolución, la evolución del planeta, de la galaxia, del universo, una teoría explorada en el ámbito científico, al que pertenecen nuestros protagonistas. Los humanos evolucionan del simio, cuentan, y la querida Penny siempre ha arrastrado la película de serie B que filmó con Will Wheaton, Simio en serie. La ficción también trata la evolución cultural a través de las referencias frikis que tanto nos enorgullecen. Y, como historia que es, el propio guion evoluciona. Todo es evolución, y hay una teoría que pesa sobre la vida de Sheldon: la de cuerdas. Así que ¿cuál es la gran teoría de la vida? ¿Cuál es el gran impacto? Todo. Espero que no exploten vuestros cerebros con esta conclusión, jeje. Y he aquí un recopilatorio de algunos de mis momentos favoritos que he rescatado del Yutuve. De manera que, una vez realizado este repaso, ¿de qué sirve llorar? ¿No os dais cuenta de todo lo que he contado implícitamente? Siempre vamos a tener expansiones de mundos, siempre llegarán nuevas historias para llenar el agujero que estos finales nos dejan. Spin offs, precuelas, secuelas, remakes, reboots, fanfics... Como decía José Mota, "las gallinas que entran por las que salen". Cuando algo marca, marca para siempre. Así que mejor dejamos a Nelly Furtado en un rincón y volvemos a La historia interminable, ¿os parece? |
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Enero 2023
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