¡Hola, allscreeners! Como ya muchos sabéis, nuestra compañera Rose estuvo trabajando en 2021-2022 en la radio COPE. Eso explicaba que últimamente no se prodigase mucho por aquí, pero sigue estando presente y está intentando ayudar en lo que puede. Por eso estamos aquí. Porque han surgido algunas oportunidades que os queremos contar. Y es que, nunca pensamos que, de una conversación espontánea con alguno de sus jefes, nos surgieran a nosotras como blog la oportunidad de ampliarnos. Esta vez en la radio.
Nuestra Rose es la embajadora allí y ha conseguido hacer algunos espacios de series, su gran afición. En La Noche de COPE los jueves está la sección “Noches de series” y en Herrera en COPE también ha hecho algún cameo. Es un proyecto nuevo, una forma de ampliarnos y seguir compartiendo nuestras aficiones. Pero no queremos desaprovechar la oportunidad de dejar los enlaces aquí también para que podáis escucharla, dejarnos recomendaciones sobre las próximas series que os gustaría que comentase y contarnos qué os parece. Aquí los tenéis.
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Post de Naiara Salinas Como esta sección (de momento no oficial) empezó en julio pero hablar de verano en octubre duele y carcome... le he modificado el título un poquiño (por cierto, se basa en el de la novela de Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano. Para que conste en acta). Una vez más las series bombardean mi humilde existencia y, una vez más, me siento arrollada por la cantidad de estrenos que apenas he podido sentarme a degustar entre vacaciones (de las que sirven para, literalmente, desconectar) y deberes laborales. Pero heme aquí de todos modos, presta a contaros qué he descubierto en los dos últimos meses, aparte de que los musicales sarcásticos continúan molando, Brasil se ha abierto un huequito en Netflix, los dioses asgardianos siguen metiéndose en jaleos que nadie más entiende... o que a veces puede, y solo puede, que no sea tan buena idea realizar un reboot de un producto muy querido (bueno, eso último solo lo ha descubierto Rose, yo aún no me he iniciado). Pero, Naia, ¿ya te ha dado tiempo a respirar? Es una pena que no veáis el casco especial de Darth Vader que me he tenido que fabricar para hacerlo. Menos mal que una de las series que voy a meter aquí de colofón me ha valido como terapia. La colina de Watership La primera invitada no pertenece a este año, es una viejita de mi lista de pendientes que por fin pude tachar. Le debo el conocerla al videoclip que me encontré un día en YouTube con un tema demasiado precioso y legendario de Sam Smith que sí, es original para esta miniserie británica de animación digital de 2018, producida por la BBC y distribuida internacionalmente por la todopoderosa Netflix. Se basa en el clásico homónimo de Richard Adams y a su vez es un remake de una película del 78 y una serie animada de 1999. Todo un clásico que nos cuenta la historia de un grupo de conejos («conejera» sería el nombre colectivo oficial) que, siguiendo las visiones de uno, emprenden un viaje plagado de peligros en busca de una tierra mejor al sur de Inglaterra para construir su madriguera y empezar de cero, lejos de las manos humanas. Es una miniserie muy, muy cortita, como buena producción británica: solo cuatro episodios que siguen, por lo que he podido averiguar, la estructura novelística dividida en las mismas partes y, también como buena brit, reúne a lo mejorcito en cuanto a actores locales: James McAvoy (pone voz al conejo líder, Avellano), Nicholas Hoult, John Boyega, Ben Kingsley, Gemma Arterton, Olivia Colman, Peter Capaldi, Taron Egerton, Daniel Kaluuya, Gemma Chan, Rosamund Pike, Rory Kinnear, Anne-Marie Duff, Freddie Fox... El IMDB es un regalo a la vista, ya os digo. No es la primera vez que Reino Unido nos vende una historia protagonizada por conejos: en el cine tenemos Peter Rabbit. Pero una y otra son dos polos opuestos, nada que ver. De hecho, es un error considerar La colina de Watership como un relato infantil, aunque de la impresión de haber sido suavizada para aglomerar a ese público, sino que más bien se acerca a Rebelión en la granja, de George Orwell. Se perfila toda una cultura única en torno a estos animales, con su propia lengua y su propia mitología, incluyendo leyendas y nombres que podrían provenir de un reino mágico y construyen un universo muy rico y complejo para expresar o manifestar ideas sobre la forma correcta de liderar, la democracia contra la tiranía, la razón contra la emoción ciega, la libertad contra la esclavitud, etc. Posee un estilo con mucho contraste, planos espectaculares y muy artísticos, imágenes oscuras para una narración que presagia lo peor pero también muy coloridas para momentos livianos. Contiene elementos que la vuelven un tanto cruda, pero no deja de ser una epopeya con personajes muy dispares que deciden actuar como una piña para sobrevivir, lo mismo que sucede en La Odisea. Yo, que he criado a conejos, me lo pasé pipa viéndola con uno de ellos. Me sorprendió gratamente por su increíble madurez y naturalidad al tratar los temas mencionados. Al final es un cuento muy hermoso y profundo sobre la lucha encarnizada por el bien común, con su dosis de fantasía, y por eso se lleva una notaza por mi parte (además, quien no haya tenido el gusto de conocer el talento oculto de McAvoy para el doblaje en el audiolibro de The Sandman puede hacerlo aquí). La recomiendo con creces. Mare of Easttown No es ninguna sorpresa a estas alturas que esta otra miniserie (se está discutiendo una segunda temporada pero en principio vamos a considerarla miniserie) se ha convertido en uno de los éxitos del año. Este thriller policíaco de HBO nos traslada al pueblo de Easttown, uno de esos lugares donde toda la población parece que actúa como una unidad pero practica el ostracismo con aquello que se salta las reglas. Mare (Kate Winslet) es detective y debe investigar un asesinato repentino a una adolescente madre primeriza que previamente sufría de ese ostracismo. Para ayudarla llega un detective del condado llamado Colin Zabel (Evan Peters). Yo llegué a ella a través de las incontables buenas críticas y, si bien acabó convirtiéndome en una fan más, tampoco me sacudió el corazoncito como pensé que lo haría, ya que es una trama con muchos altibajos. De hecho, no me quedé tanto por la sinopsis (siempre interesa conocer al culpable, no obstante), sino por los personajes. Mare Of Easttown es una historia colectiva de fondo, que, aunque se centra en un personaje, nos consigue dar un atisbo de todos en siete capítulos, lo que nos ayuda a empatizar con ellos (con algunos más que otros). De manera que no solo obtenemos pleno conocimiento de la protagonista, sino una visión panorámica de todo un pueblo que nunca va a ser sencillo por mucho que lo aparente, y lo que acontece les acaba afectando directa o indirectamente. Pronto nos damos cuenta como espectadores de que Easttown no es un lugar abierto, sino hermético y cualquier persona puede ocultar algo. También puede sentirse pequeña o abandonada y ese es el halo que rodea a Mare, un personaje que, a pesar de una fortaleza muy grande, en ocasiones se ve superada por la situación que atraviesa la familia, cuando no ella misma, incapaz de mantener una relación estable. Kate Winslet está impresionante en un papel que navega continuamente en una dualidad, en una batalla consigo misma, sus demonios y el pueblo, un papel muy bravo que tan pronto lidera los hechos objetivos y controlables como es sometido por las emociones. En general es muy destacable (de nuevo) la madurez del elenco en general, incluidos los críos. Evan Peters también merece un aplauso. Midnight Mass Vamos con el regreso de Mike Flanagan, maestro del terror audiovisual miniseriéfilo. Esta miniserie (disponible en Netflix otra vez) se convierte en una exposición continua de ideales que, para comprender por qué le motivan al showrunner, quizá habría que repasar lo que nos contó con Hill House y Bly Manor. Midnight Mass no funciona exactamente igual y nos conduce a un terreno nuevo, más religioso y alejado de lo sobrenatural pero no por ello exento de fantasía. Y, sin embargo, Flanagan lleva a un nuevo nivel su profundidad narrativa en torno a las motivaciones humanas. El secreto quizá sea que, además, nos encontramos ante la primera miniserie que no es una adaptación de un clásico literario, sino que surge directamente de la mente del nacido en Salem (por si no lo sabíais. A mí es un detalle que me encanta). De hecho, esa nacionalidad puede llevarnos a comprender mejor el argumento, el cual nos presenta una isla aislada cuyos lugareños están moralmente destrozados hasta la llegada del nuevo cura, un hombre que cambiará sus vidas cuando inicie una cadena de milagros un tanto mesiánicos. De manera similar a Mare of Easttown, la focalización agarra la noción de pueblo que tenemos todos, aunque su coralidad es mucho más evidente, ya que desarrolla varias tramas protagonizadas por distintas personas en ejes más distinguidos que se van entrecruzando. En su conjunto, el guion se convierte en una parábola donde, más que el terror, importa lo que simboliza, y por eso no hay un antagonista claro, ya que este termina siendo un concepto abstracto. Igual que hizo con sus fantasmas, Flanagan vuelve a torcer el género para bucear en su causa y nos expone el interior de los protagonistas de una forma más explícita y abierta que en sus trabajos anteriores, a través de monólogos dignos de analizarse en clase de Filosofía que generan un ritmo muy pausado. Es una serie que se cuece a fuego medio --unos tres primeros episodios intrigantes con un ritmo equilibrado, dos más densos y dos súper explosivos-- pero nos brinda una totalidad de cada individuo única, de forma que para cuando llega el final arrasador sufres de la tensión que causa la incertidumbre de quién se va a salvar y quién no. Por tanto, los personajes continúan siendo el gran fuerte de este hombre que se aventura a un viaje donde está cuestionándose continuamente el sino de las cosas. Ello vuelve Midnight Mass en su creación más trascendente y reflexiva (y en la menos terrorífica a pesar de que hay un par de jump scares y buenos cliffhangers), es decir, conjuga el contenido con la forma, y su final invita a meditar sobre todos los mensajes ocultos (ejemplo: el fanatismo contra la fe, la destrucción que hereda la juventud, el respeto al politeísmo, el ateísmo, etc.). Son conflictos que poco se tratan y que a este contexto le vienen como anillo al dedo. Como punto en contra es que tanto tiempo para esos monólogos ahoga la narrativa en la contemplación y no se permite aprovechar los puntos de giro en un momento en que el espectador suplica que se aprovechen porque nos acercamos al desenlace. Esa pausa en medio resulta tan necesaria como un estorbo. Si solo hubiera sido tan ambiciosa a nivel de dirección como las dos anteriores se llevaría mejor nota (de momento la dejo en notable bajo), pero no me ha encandilado igual a pesar de que me ha tocado la patata (lo siento, las comparaciones ya sabéis que son odiosas). Aun así, bravo. Otra cosita: el compromiso de Flanagan con sus actores es más que notorio y me encanta que renueve y mantenga caras por igual. Lo único que le voy a pedir es que Kate Siegel siga en todas sus producciones, please. Nine Perfect Strangers ¡Mi serie terapéutica! Y como veis, mantengo más o menos un equilibrio de plataformas. Del segundo viaje a Netflix me traslado hasta Amazon Prime Video para un retiro espiritual de la mano de Nicole Kidman. Como reza el título, la serie (¿o miniserie? Aquí no lo tengo claro) reúne a nueve extraños con problemas de varios tipos, dañados por dentro, en un retiro a Tranquillum, un pequeño paraíso donde a lo largo de varios días realizarán actividades que les enriquezcan el alma y, en principio, les sanen. Sin embargo, los métodos poco ortodoxos de la directora del centro, Masha, irán alimentando dudas en el grupo. Se trata de una adaptación de la novela homónima de Liane Moriarty, la misma autora de Big Little Lies, y también se cocina para llevarnos por senderos meditabundos a los que llega un poco infringiendo la norma convencional. La temporada se compone de ocho episodios que indagan en las historias personales de los pacientes, pero con una clara distinción de los más importantes (los interpretados por las grandes estrellas, por supuesto. ¿A nadie más le picó un poquito que justo la pareja joven desconocida fuera la menos explorada?). Incluso tenemos la ocasión de ver la interacción entre los trabajadores. Cada episodio va añadiendo misterio en torno a los personajes mediante giros dramáticos o cliffhangers que los orientan hacia su pasado oscuro, puesto que todos han llegado allí para enfrentarse con sus demonios y, por mucha paz idílica que venda el folletito, al final reina la incomodidad, la sospecha y el recelo, por lo que no se puede evitar que salten chispas entre los miembros más conflictivos del grupo, dado que se juega con sus emociones continuamente (no con el espectador, ojo). En cabeza se encuentra Kidman, introducida como una advenediza casi santa dispuesta a obrar un milagro, pero como esta serie se va por senderos más realistas que Midnight Mass tendemos a sospechar que se trata de un timo con consecuencias fatales (eso no significa que con la de Flanagan no sospechemos tampoco, eh), aunque el guion te hace dudar según qué momentos (es decir, ¿y si la mujer de hecho es una santa? ¿O qué milagro ha vivido ella?). Lo que no es un timo es la atracción magnética que ejerce sobre todos, quienes ponen su vida en sus manos como si fuera una secta (rasgo que más comparte con Midnight Mass). Cada personaje muestra una faceta de paciente en tratamiento psicológico: tenemos al negacionista, al escéptico, a los más abiertos, la temerosa, los relajados... En general son muy pocos los que se fían y la presentación no es la más idónea para conseguir el vínculo que busca Masha, aunque es inevitable que tanto roce derive en cariño. Al final, la serie muestra una convivencia muy natural (figurada y literalmente) y es imposible no acabar conectando con los protagonistas, pues todos tienen algo que contar y superar. Es una serie que se resuelve de modo más sencillo del esperado pero que deja su huella poniendo en jaque el sistema terapéutico actual, el uso de drogas, la dependencia de las redes sociales, la necesidad de afecto y la imposición de fidelidad, etc. Da la apariencia de ser pacífica, pero cada episodio se va cargando de tensión por momentos y casi siempre culmina en un bombazo que te anima a ver el siguiente, hasta llegar al quid de la cuestión, que es Masha. Entre el reparto encontramos sorpresas, como Michael Shannon. Bobby Cannavale y Melissa McCarthy ya son piña tras tres producciones juntos (las otras son Superintelligence y Patrulla Trueno) y conforman el dúo más bonito. Y ha sido un placer volver a ver a Grace Van Patten todavía más adulta tras su debut en Tramps. Altamente recomendable. BONUS
Sex education Ya sabéis que no soy muy de reseñar a partir de la segunda temporada a menos que se trate de un caso especial y, en este, simplemente quiero aplaudir la evolución de la serie, que este año nos ha ofrecido su temporada más rica a través de los nuevos conflictos y el crecimiento del elenco. El desarrollo de los personajes por fin los está encauzando a la meta que opino que buscaban los guionistas y que en la temporada pasada no fue tan evidente. Adam ha sido el mejor esta vez en ese aspecto. Por el contrario, Eric el peor. Muchas ganas de ver qué depara la recta final del curso para estos adolescentes. El final definitivo se acerca y empiezan a ser conscientes. |
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