Post de Naiara Salinas Vincent Price, quien fuera actor de la adaptación de El cuervo en 1963, de La mansión sangrienta (1974), de El club de los monstruos (1981) de La casa de las sombras del pasado (1983), de Los trece fantasmas de Scooby Doo (1985), de Eduardo Manostijeras (1990) y muchas otras, es quien me ha ayudado a introducir este post con su fabulosa narración de "Thriller", el tema de Michael Jackson OBLIGATORIO para esta fecha en la que parece que los monstruos, los muertos, no muertos y, en definitiva, todo aquello que nos cause pesadillas deben resurgir con fuerza. Y es que hoy se celebra Halloween, festividad norteamericana que hemos adoptado con los brazos abiertos sin pestañear. Sin embargo, esos cuervos, esas calabazas y esos disfraces poseen un origen más europeo y naturalista del que se les reconoce, reflejado por algunas series como Outlander. Por eso quiero aprovechar este día para realizar un poco de repaso histórico, utilizando esta ficción que me ha enamorado este año y que todavía estoy en proceso de completar, así que vamos a colgar los cuernos, los mantos blancos y las escobas por ahora. ¿Me acompañáis? El año nuevo celta Samhain, el nombre original de esta tradición que se remonta a los siglos VII-VI a.C., alude al fin del verano en el idioma celta. Este pueblo dividía su calendario en dos mitades: la luminosa y la oscura. La primera se inauguraba con la primera luna llena entre mayo y abril, pero la que verdaderamente daba inicio al nuevo año era la segunda, que se festejaba entre octubre y noviembre. Al inicio de la mitad luminosa se le conocía como el mes de Giamonios (Beltane en celta) y al de la oscura, el mes de Samonios. Samhain suponía el fin de la última cosecha del año y siempre comenzaba la primera noche de luna llena del mes. Podía extenderse durante tres lunas llenas seguidas (pongamos que en nuestro calendario sería un mínimo de una semana). También fue el primer festival celta del fuego. Para ellos, estas celebraciones siempre marcaban un punto de inflexión, razón por la que todo lo que los rodeaba resultaba tan místico y especial: tanto Beltane como Samhain eran un canto a la vida y la muerte, a la naturaleza, en la que se abría el velo entre mundos y hasta se podía viajar en el tiempo, ya que se trataba de un evento que iba más allá de este, situándose en el plano de la eternidad, lo que daba pie a los movimientos divinos que concedían a los mortales la oportunidad de trasladarse a otros universos y épocas. De ahí que su presencia resulte vital para la trama de Outlander, en la que su protagonista viaja al pasado tras presenciar una de estas ceremonias. Pero es sin duda Samhain la que se empleaba específicamente para conmemorar a los difuntos. Hasta más o menos el 7 de noviembre, la frontera entre el mundo material y espiritual se disolvía cuando Skathach (la gran guerrera celta) bajaba su escudo. Era entonces cuando las almas de los fallecidos y de los que aún no habían comenzado a vivir podían unirse a las de los vivos y hasta llevárselos (tan tétrico como suena), en tanto que los vivos, para apaciguarles, les dejaban ofrendas como agua, comida y otros regalos (de ahí el "truco o trato"). Aparte, extinguían los fuegos de todos sus hogares y los volvían a encender con las llamas de una hoguera sagrada en torno a la cual se sentaban para compartir historias mitológicas, ya que, en su imaginario, las hadas también celebraban la fiesta e incluso la patrocinaban. Durante ese periodo, estas podían casarse con mortales y hasta les abrían sus grutas para que cualquier aventurero pudiera admirar sus dominios tan llenos de tesoros. Si bien, a la hora de la verdad, esos mortales les tenían demasiado miedo y respeto como para ello. La tradición fue transmitida a través de los druidas, uno de los tres grupos sabios de los celtas de los que ya os hablé aquí, quienes también servían como puente de comunicación entre los vivos y los muertos (lo que hoy llamaríamos médiums), hasta la irrupción del cristianismo, momento en que imperó la celebración de Todos los Santos, que originalmente se celebraba en mayo, hasta que el papa Gregorio III la pasó al 1 de noviembre, ya que es cuando se conmemoraba en la Basílica de San Pedro de Roma. Con la llegada del papa Gregorio IV, la celebración se extendió universalmente. El nombre de Halloween se adoptó por la vigilia de la noche anterior en la que se preparaba el día de Todos los Santos: All Hallow's Eve. De Gran Bretaña a Estados Unidos La tradición celta no se perdió enteramente gracias a Irlanda, donde prevaleció durante la Edad Media en la corte real de Tara. Durante su celebración, era costumbre vaciar calabazas (antiguamente nabos) para colocar velas dentro, hecho que se retomó cuando se popularizó el neopaganismo durante el siglo XX. También era habitual que los irlandeses se disfrazaran con máscaras y otros adornos a la hora de ejecutar la danza espiritual. Es gracias a los inmigrantes irlandeses que todos estos conocimientos llegaron a Norteamérica y de ahí se expandieron y se fueron tergiversando un poquito para añadirle más morbo. Por tanto, eso que creemos haber importado del país de Hollywood en realidad lo hemos tomado de vuelta. En España, Samhain se mantuvo vivo en Galicia, nuestro bello y enriquecedor nicho celta (de hecho, en algunos pueblos como Ribadavia se le nombraba como a noite meiga ('la noche bruja'), en la que el castillo se llenaba de brujas, vampiros y otros monstruos. En La Coruña, los jóvenes se escondían en los caminos con calabazas que llevaban velas dentro para asustar a la peña. Las chicas solían llevar collares de castañas para ahuyentar a los malos espíritus). Outlander en los tiempos de brujas Ahora sí que sí, voy a centrarme un poco más en cómo la serie retrata esta tradición y estas creencias. Un ejemplo lo tenemos en lo que ya he comentado arriba, que tiene lugar en el círculo de piedras de Craigh na Dun, el espacio en el que se creía que se encontraba el portal interdimensional que conectaba todos los mundos y a través del cual se viaja por el tiempo. Jamie vuelve a llevar a Claire ahí en la víspera de Todos los Santos. Pero es en los episodios 10 y 11 de la primera temporada cuando vemos qué suponen los rituales de Samhai para la historia de Claire. Las extrañas actividades de Geillis son juzgadas como brujería tras la muerte de su marido Duncan en circunstancias anormales y la pobre Claire es arrastrada a la trampa y cae principalmente por su condición de sanadora. Aunque durante la época de la serie los juicios por brujería eran menos comunes debido a la expansión de las ciudades (se creía que la brujería era un mal ante todo rural), de vez en cuando resurgía ese miedo a lo desconocido, del que las mujeres eran víctimas principalmente porque siendo las cocineras y las que sanaban poseían conocimientos para preparar pócimas o brebajes mediante hierbas (pociones mágicas malignas para los inquisidores). Además, cuanto mayor fuera una mujer más propensa era a ser juzgada como bruja, ya que al quedarse viuda y estar en una edad donde necesitaba protección se creía que sería más proclive a recurrir a hechizos. Por otro lado, ese comportamiento senil que a menudo consideramos "locura" para los inquisidores era otra muestra de requerir o un exorcismo o directamente la hoguera. Y si encima eras pobre, pelirroja (cosa que en Escocia era bastante habitual) y tenías alguna marca extraña (del Diablo), más papeletas aún. Aunque nuestra Claire está casada en ese momento y posee cierta alcurnia como su amiga Geillis, el que sea sanadora y esté vinculada a una mujer que se acaba de quedar viuda y practica rituales extraños da pie a que se apoye la teoría de la brujería. De todas formas, en las casas nobles o en las familias en general un miembro también podía acusar a otro de brujería simplemente para librarse de esa persona (los peores cabrones del Siglo de Oro). Ni qué decir que durante ese tiempo lo de celebrar Samhain... hummm exactamente no, ya que hasta eso valía para condena (aunque en Outlander se las ingenian para mostrar sutilmente el paganismo de la región, a través de los ritos comentados y algún otro). Si os percatáis, hasta podemos comprender por qué este día se conoce también como la "noche de las brujas", ya que normalmente son mujeres las que conducen estos rituales. En la serie se encuentran en 1743. Se conoce que en la vida real la última bruja escocesa fue ejecutada en 1727 y la ley contra la brujería (impuesta en 1563) se abolió en 1763. Otro de los elementos folclóricos que aparecen en la serie son las hadas, de nuevo todo relacionado con Geillis. Claire y ella van camino de Cranesmuir cuando de pronto Claire escucha el llanto de un bebé en medio del bosque y se lanza a por él, hasta que Geillis le prohíbe intervenir alegando que el niño pertenece ahora a las hadas. Tanto en Escocia como en Irlanda (y seguramente Gales, aunque no tengo constancia) pueden encontrarse determinados anillos de piedra u hongos (de los que también hablé) que en verdad se consideran el portal al reino de los feéricos. Estos solían robar bebés mortales y los intercambiaban por los suyos, no se sabe muy bien por qué, aunque lo normal era que los niños mortales crecieran como siervos de las hadas. Si sus padres querían recuperarlo, debían dejar al niño hada en el círculo con una tonelada de alimentos. Si estos al día siguiente habían desaparecido por entero, el intercambio se consideraba aceptado y la familia podía recuperar a su niño. Como dato gracioso: los cucos también son aves conocidas por intercambiar sus huevos con los de otras razas, y aparecen a menudo en las historias de miedo. Una vez más, truco o trato. Para saber si Geillis y Claire se libran de la hoguera, os recomiendo ver la serie (*guiño*). Y si os ha gustado todo lo que os he contado, no dejéis de compartirlo.
Fuentes bibliográficas:
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Post de Naiara Salinas El pasado viernes se estrenó en Netflix una de las propuestas otoñeras que más me habían llamado la atención, principalmente por su protagonista, Anya Taylor-Joy, una de las grandes estrellas jóvenes de la década que con cada papel al que se enfrenta parte más la pana. En El gambito de dama (o The Queen's Gambit) interpreta a Beth Harmon, una huérfana de los años 60 que se convierte en una genio del ajedrez y cuyo orgullo y competitividad alimentarán su deseo de luchar por ser la campeona del mundo (la Ash Ketchum del ajedrez que quiere ser la mejor), mientras lidia con severos problemas psicológicos a raíz de su obsesión por la droga y el alcohol. Esta miniserie de siete capítulos que adopta como título el movimiento de ajedrez favorito de su protagonista parte de la novela homónima de Walter Tevis y, aunque no es un biopic per se, podría pasar por uno por la forma en que se desarrolla la vida de Beth, desde su infancia en el orfanato hasta su vida adulta y su ascenso simultáneo en el mundo del ajedrez. Un proceso bastante familiar para todos los que conocen el género y la trama de "genio" que aprende un deporte o una actividad y la desarrolla hasta su límite superando los obstáculos que le pone la vida (que en este caso son unos cuantos). La chica demuestra tener un buen par de ovarios desde la primera escena como niña, amoldándose al carácter introvertido, observador, frío y calculador pero también viperino de todo buen genio, lo cual no impide que durante su estancia en el orfanato trabe amistades con otros marginados, como la afroamericana Jolene y el señor Shaibel, el bedel que le enseña a jugar. Algo muy llamativo de estas relaciones es que, por muy seria que perfilen a Beth, dejan que tenga sus momentos de relax, que de vez en cuando afloren sus emociones y su empatía. Aunque por fuera lo parezca, no es un personaje 100% egoísta, capaz de todo tipo de jugarretas por salir victoriosa. Tiene principios, que vienen en buena parte por la educación indirecta que obtiene a raíz de sus partidas con el señor Shaibel y por su propio trauma, al venir de una familia desestructurada con una madre que no le prestó el suficiente cariño y hasta quiso matarla en un accidente. Beth sabe aprovechar lo que le otorga la vida, ya que siempre se ha resignado a vivir con muy poco. El problema es que una vez que empieza a ganar, ya no quiere perder. Es un personaje psicológicamente muy rico, ya que a pesar de tener que soportar "la maldición del genio" con problemas para lidiar con el rechazo o la pérdida, no es una sociópata como Sherlock Holmes, ni una estirada o una antisocial como Sheldon Cooper; de hecho, con el tiempo llega a relacionarse muy bien con su entorno y no teme experimentar aquellas situaciones de las que ha vivido alejada por culpa del orfanato. Especialmente llamativa es la relación con su madre adoptiva, que se convierte en alianza y apoyo mutuo. Es una joven llena de curiosidad y determinación, consciente de que aunque es un bicho raro para la mayoría no le ha faltado amor gracias a personas especiales. Y aunque ella devuelve ese amor a su manera reservada, es capaz de darlo, que es lo importante, sobre todo en una historia sobre competitividad. Es una visión original del genio la que aborda el producto y sospecho que tiene que ver con otro rasgo que comento abajo. El ajedrez, podríamos decir, es otra pieza clave del juego psicológico en esta narración. No es simplemente un juego o incluso un deporte físico que obligue a darlo todo. Es un ejercicio puramente mental que exige el autocontrol emocional para ver las jugadas con claridad. El problema para Beth es que por muy fría y distante que sea por fuera, es un torbellino por dentro que no soporta que le lleven la contraria, le hagan quedar como una tonta o la devuelvan a su estatus de perdedora. De ahí su dependencia de los tranquilizantes, con los que logra estabilizarse y agudizar su mente para machacarlos a todos. A medida que la joven va madurando y aprendiendo más cosas sobre la sociedad y sí misma, su juego mejora y se convierte en toda una estratega. Lo que viene a decir esta ficción es que la vida en el fondo es como una partida de ajedrez: algunas jugadas requieren de tiempo de reflexión para que salgan redondas, pero el primer movimiento ha de realizarse enseguida. No detenerse: esa es la cuestión. El ajedrez se convierte en el remedio y la enfermedad para Beth, pero al final le hace más bien que mal, ya que le sirve como terapia de choque. La miniserie aborda suficientes temas como para no aburrir: aparte del simbolismo del ajedrez y de la locura y la genialidad de esta chica, encontramos un componente feminista, ya que Beth es la primera mujer en triunfar en otro juego de hombres, y es una de las razones por las que es admirada, tanto por sus compañeros y por la prensa como por otras jugadoras menores y su madre adoptiva, quien vive en depresión constante por sus propias carencias. No hay que olvidar que nos encontramos todavía en una década donde el modelo americano ideal que se vende es el de la mujer como ama de casa y cuidadora del marido que regresa del trabajo. Beth es independiente desde el principio y se aprovecha de ello, aunque su poca experiencia con hombres acaba nivelando su poderío cuando hablamos de relaciones. De hecho parte de su seguridad se resquebraja en estos momentos. ¿Es menos feminista por ello? No tuve esa impresión, aunque sí me pareció curioso de cara al perfil del personaje, que hasta ese momento parecía que se iba a comer el mundo y los iba a aplastar a todos. Se revela como más aprendiza que maestra, del ajedrez y la vida, pero en verdad el feminismo está en que eso para ella queda relegado al fondo, es decir, no le importa ser una chica jugando al ajedrez, sino batirse en duelo con gente digna de sus habilidades para demostrar que puede superarse a sí misma. Hay quien podría acusar que su locura del genio se suaviza con respecto a otros modelos porque es una chica, y hasta cierto punto podría ser verdad, pero eso mejor que quede en debate. Con el tiempo se gana el respeto de los otros campeones y se convierte en "la chica" en un grupo peculiar de genios, cada uno con sus propios intereses y personalidad al margen del ajedrez. La inclusión de estos temas permite explorar la psicología y la historia de Beth a la par que se desarrollan los torneos de ajedrez, los cuales se ven armonizados con respecto al resto del percal en un ritmo sorprendentemente dinámico y/o ligero, añadiendo la cantidad precisa de tensión. El tono de algunas partidas me recordaba a las típicas escenas de casino donde los personajes juegan a cartas como si apostaran su vida. Os garantizo que nunca antes el ajedrez me había parecido tan emocionante (¿quién dijo soso? Para nada), y esa es otra de las joyas de la serie: convertir un juego tan clasista y "aburrido" en una batalla épica como la que se vio en Harry Potter y la piedra filosofal, lo cual es posible gracias a determinadas decisiones técnicas que extrapolan la experiencia mental de Beth durante el juego. ¿Y todo lo que se aprende sobre movimientos y jugadas? Asombroso. Por tanto, recomiendo encarecidamente esta ficción que cuenta con una trama muy fresca, divertida e interesante que te atrapa sin que apenas te des cuenta porque necesitas ver el final de la partida vital de Beth, más un reparto a la altura, cuya evolución en los episodios es muy entretenida. Anya Taylor-Joy es perfecta en el papel (al que aporta matices que ya se vieron en su versión de Emma, por ejemplo), pero los hombres de los que se rodea no se quedan atrás, y aunque ninguno logra eclipsarla, al igual que hacen con Beth la apoyan para que llegue a la cima: Harry Melling (del cual confirmamos su adopción por parte de Netflix porque últimamente sale en muchas producciones de la plataforma), Thomas Brodie-Sangster (siempre un placer verlo en modo "listillo") y Jacob Fortune-Lloyd (otro al que echarle el ojo, pues su rol aquí nada tiene que ver con el otro que le dio fama: el obispo Salviati en Los Medici). Nunca volveré a mirar el ajedrez igual.
¿Y qué? ¿Os animáis a jugar? Post de Naiara Salinas Diciembre, 2017 Exactamente treinta y tres días después de acabar esta espléndida serie, me vengo a sentar a esta orilla a pensar en la vida, en el tiempo y en si he entendido algo de lo que me han contado en tres temporadas. Lo del tres es cosa importante en esta historia, ¿verdad? ¿Que de qué hablo? Pues de la producción más oscura de Netflix, claro. ¿Quieres que te la presente? Venga, seguro que ya hemos mantenido esta conversación, ¿no? Solo que tú no lo sabes. ¿Que por qué yo sí? Te contaré un secreto, amigo lector: vengo del futuro. En mi tiempo todo el mundo ya se ha visto esta serie; ¿tú no la has empezado acaso? Descuida. Creo que fliparás con la experiencia. Pero acepta un consejo: si crees que el apocalipsis de 2020 es una mentira, prepárate, querido/a/e. Prepárate. Empecemos por el principio... ¿o el final? Las desapariciones no son algo anormal. Cierto es que tampoco presentes todos los días, pero estamos acostumbrados a que desaparezca gente. A lo que no estamos acostumbrados, y menos en la ciudad de Winden, es a que estos se cuelen por un agujero negro o portal interdimensional y acaben en un búnker adaptado a todas las épocas o en otro tiempo. Claro que de esto no se enteran hasta más tarde. Lo importante ahora para Jonas, el primer personaje con el que tomamos contacto, es intentar volver a su vida en el instituto y superar el trauma que le ha dejado el suicidio de su padre. Aunque volver de un duelo nunca fue tarea sencilla, para Jonas sin duda empezará una temporada de cambios que lo conducirán a un viaje de dudoso retorno. Y es que cuando el pequeño Mikkel, quien además es el hermano de su interés amoroso, Martha, sea el siguiente en desaparecer... las preguntas serán una constante hasta ir poco a poco desentrañando las respuestas. Alemania: la tierra de los cuentos oscuros Como habréis podido adivinar, voy a estar jugando con ese adjetivo todo el tiempo (y, ya de paso, con el propio tiempo). Pero es que jamás un título de nada fue tan literal. Mejor acuñado, desde luego, que La historia interminable, cuyo volumen tiene un final. Sin embargo, la ficción protagonista de este post no proviene de ningún material literario y, aun así, contiene muchos elementos del folklore del que nos empapamos a través de las historias de los Grimm, cuyos bosques con cuevas ya presagiaban los males y los maleficios que se ocultaban en ellos. Nunca han sido un lugar donde alguien con una capucha deba adentrarse solo, pero en Alemania menos aún. Por tanto, me decanto por empezar mi crítica comentando el valor del espacio, que, desde un punto de vista cultural, ofrece posibilidades amplias de juego. Su situación tan céntrica en el continente junto con las influencias de los vecinos, especialmente nórdicas, anglosajonas y rusas, causan que sea un país con bastante poder de absorción (que no apropiamiento cultural, ojito). Pero no se queda en lo cultural, sino que la geografía en sí, la parte física, es otro rasgo clave que favorece el escenario perfecto de un thriller, que es como empieza mostrándose este relato. Así, tenemos la niebla, el frío y la lluvia que caracterizan a estas naciones, más una abundante vegetación con páramos helados y energía nuclear. La atmósfera es algo tétrica desde el comienzo, pero por si acaso el maestro de orquesta nos deja un leitmotiv compuesto por nada más que un par de notas que aparecen siempre para darte el chivatazo, por si tu sexto sentido no lo había captado ya, de que algo alucinante y espeluznante está por suceder. Esa banda sonora es la manifestación del tiempo en la serie (y por eso la melodía lleva, de hecho, el nombre que lleva). Así, el estilo se acopla a la escenografía natural y llega a nuestros sentidos a través de un ritmo contemplativo, que deja que el ambiente cale en nosotros lo bastante como para transmitirnos el mal rollito del misterio y al mismo tiempo nos permita fijarnos en los detalles que nos van a ayudar a entender lo que sucede. Es una serie óptima para los planos detalle, sin duda (en su justo equilibrio). Sin prisa, pero sin pausa: que todo cuaje. Es una táctica que los guionistas y directores se apañan para mantener en las tres temporadas con éxito absoluto. ¿Podría haber sido igual de ambientarse en otra zona? Dudo mucho que hubiese generado el mismo efecto y hubiese podido jugar con las mismas referencias. Alemania tiene un peso importante aquí. La forma, el aprovechamiento del paisaje y el tono germánicos, no obstante, no es la única genialidad de esta ficción, faltaría más. El valor de los símbolos: ciencia y filosofía vs religión. Lectura de un destino Cuando mi compi Mariaje y yo estuvimos reflexionando sobre cómo abordar esta crítica-análisis que hemos acabado dividiendo en dos entregas, nos dimos cuenta de que podía ser muy complicado, sin rozar el bloganálisis especializado, abarcar la totalidad de simbolismos que aparecen en esta serie y que seguro que ya han sido citados o expuestos por muchos más analíticos antes de llegar nosotras. Pero también sabíamos que no podríamos eludirlos sin más, ya que su presencia en la trama es tan fuerte que no hay momento en que no aparezca una cita bíblica o filosófica, por ejemplo, usadas no solo como pistas del significado de todo un enredo, sino también como hilo de Ariadna en medio de este laberinto de líneas temporales que se entrecruzan y generan el bucle definitivo, el cual deja el Día de la Marmota de Bill Murray a la altura del betún. Oh, sí, el hilo de Ariadna también aparece de forma literal. Intriga la manera en la que los guionistas se las han ingeniado para aunar todos estos elementos en un guion tan sólido que no deja pie sin cabeza, porque nada sucede al azar en esta serie, como tampoco nadie es un mero secundario. Uno de los puntos de mayor interés para nosotras con respecto a Dark ha sido la cantidad de lecturas que tiene, tan bien conectadas de tal forma que no cabe una sola interpretación, sino todas. Es una serie occidental que puede empezar como Stranger Things (comparación que, una vez empiezas el visionado, te percatas de que es muy superficial y nada más que motivada por la desaparición de unos críos y un salto temporal a los 80), pero su profundidad y nivel de desarrollo se equiparan a Perdidos (aunque con mejor final). Por tanto, sí, está pensada para dejarte con más preguntas que respuestas, pero cuando las segundas llegan, te dejan muy loco/a/e. Con una cabecera bastante elocuente, tanto por su diseño como por su tema principal, la serie ya nos adelanta que jamás obtendremos un único punto de vista y que en esta guerra temporal existen dos bandos tanto paralelos como opuestos: la luz y la oscuridad (tema universal de aproximadamente el 99,99999999% de toda la producción cultural). Hay mucha reminiscencia religiosa en ese número tres que comentaba, en los nombres de los personajes (Adam, Jonas, Noah, Eve, Martha...) y los roles que estos ejercen en la trama; aunque paradójicamente los filósofos y científicos alemanes como Schopenhauer y Einstein son aludidos constantemente... Y así, una y otra vez, porque esa es la gracia, volver sobre la misma idea, el mismo tema, desde distintos ángulos hasta obtener el cuadro completo, empezando siempre por lo más sencillo como cebo para el espectador de turno, no sea que se líe parda. El tik tak avanza mientras tanto y hay un destino fatal que evitar a toda costa... En el fondo, el uso de tantos símbolos nos conduce al planteamiento general de la serie: ¿estamos condenados a repetir lo mismo? ¿Podremos salir de este bucle? ¿Qué es lo que debemos sacrificar? ¿Se puede eludir el destino o acabaremos como los héroes clásicos? Hasta el final, no solo la pregunta genera tensión e inquietud, sino que también dispara una serie de mecanismos de autodefensa ante la exasperación de la verdad oculta. De esta forma, se nos vende un argumento tanto aventurero como trágico, tanto dispar como bien centrado y/o cuadriculado. En cada temporada entra en juego un nuevo elemento que contribuye a fortalecer el rompecabezas, sí, pero también a resolverlo. Así que todo lo que puedo aconsejar es: paciencia. Conclusión
Dark es uno de los mayores regalos que hemos tenido en los tres últimos años en cuanto a narrativa de ficción audiovisual televisiva: profunda, inteligente, curiosa y adictiva (esto último, además, como consecuencia de todo lo anterior). Sabe aprovechar sus puntos fuertes, lo cual conlleva una gozada de experiencia. Su forma de jugar con las referencias, desde la cultura pop hasta lo más científico, académico o clásico, para dar respuesta a sus grandes misterios y mantener la atención bastante bien dirigida del espectador causan que merezca mucho la pena adentrarse en su cueva, en la que caminarás a ciegas hasta llegar a la luz. Los personajes se enriquecen con todos estos elementos y una moralidad que se pone a prueba durante todos los episodios, en los que demuestran a dónde están dispuestos a llegar para encontrar una solución. En este punto he de realizar un pequeño inciso acerca de su importancia, ya que es en ellos en quienes recae principalmente la tarea de mantener nuestros sentidos a flote mientras todo lo que sucede a su alrededor nos confunde más y más. Los personajes vienen a ser nuestro eco, nuestra voz que ansía respuestas y, dado que ya he mencionado que no hay secundarios a secas, una de las lecturas que interpretamos es que todos contribuimos en mayor o menor medida al destino de la humanidad (como diría Tony Stark: "Estamos conectados"). Dentro de este reparto tan novedoso como sorprendente, los jóvenes protagonistas en concreto son todo un descubrimiento, el reflejo de la desesperación, la impotencia y, poco a poco, la resignación. Hay muchísimo que se podría comentar también de cómo se trata la psique en este guion y de cómo a todas las personalidades se les da más de un giro de 90º, pero eso ya me llevaría definitivamente a abandonar la parte crítica y adentrarme en el fascinante mundo de los bloganálisis, parte de la que se encarga mi Mariaje. Así que voy a dejarlo aquí, no sea que acabe perdiéndote en otro entramado de palabras. Mucho más sencillo de entender si también se experimenta, así que... ya sabes, amigo lector del pasado (*guiño*). Y como diría un colega que también sabe de viajes a través del tiempo: "Volveremos". Post de Teresa Antón Seguro que sin pensar demasiado puedes nombrarme 3 series policíacas, ¡incluso 5! Son tantas que todas ellas buscan un pequeño detalle para distinguirse del resto, y es que este género es la "película de sobremesa" de las series, puedes verlas empezadas y no te pierdes demasiado --aunque desde que ahora están intentando hacerlas menos capitulares: empiezan a tener más fuerza de trama--. Uno de los elementos diferenciadores favoritos de la televisión y, para qué mentiros, también míos, es el personaje de genio excéntrico en el protagonista (el Dr. House de la policía). Este personaje suele tener una mente asombrosa, tener comportamientos extraños que hacen reír y un gran ego que les dificulta relacionarse normalmente con los demás. Cada caso es único, pero habitualmente tienen el papel de asesor --sin ser agentes reales-- y, además, pocas veces son una mujer o, ¡dios no lo quiera!, alguien que no sea blanco. Aunque en este post no voy a hablar del racismo ni machismo en estas series, así que dejemos el tema para otro momento. Y para presentar a mis genios favoritos he decidido que el mejor formato es el de un top, de modo que aquí os presento una pequeña pista de quiénes van a salir. ¿Podéis adivinar alguno? 8. Patrick Jane (El mentalista) El bueno de Patrick se mantiene en la lista por antigüedad, ya que es el primero que conocí, pero realmente no es de mis personajes favoritos. Un mentalista con un don para leer a la gente y grandes conocimientos de psicología que acabó en el lado malo de un asesino en serie. Muchos conoceréis esta serie de siete temporadas e incluso habréis visto algún capítulo. Yo la seguía en su momento en La Sexta, pero en algún momento entre reposiciones la perdí. 7. Sherlock Holmes (Elementary) Una de las múltiples versiones de Sherlock Holmes (ya sea cine o televisión), no es mi favorita y no he durado mucho con la serie. Aunque mi principal problema fue que la intenté empezar cuando iban a estrenar la 5ª temporada y yo soy un desastre con series que ya están empezadas (llevo años intentando ponerme con Supernatural y cada vez que adelanto un poco ya tiene otras 2 temporadas más). Por lo demás, el chico asesora a la policía, le da a las drogas, se relaciona mal con la gente y se cree superior. Vamos, el perfil habitual de Sherlock cuando no nos lo quieren endulzar demasiado. He de decir que me gusta mucho el personaje, pero solo he leído una de las novelas. Debería probar más, pero siempre fui más de Agatha Christie que de Arthur Conan Doyle. 6. Walter O'Brien (Scorpion) Walter tiene sus momentos. A veces me vuela la mente con, valga la redundancia, su propia mente y otras solo quiero darle un tortazo. El personaje está basado en un autoproclamado genio y experto en ordenadores con el mismo nombre. Aquí tiene su propio equipo de cerebritos y trabajan como asesores expertos para el FBI. El chico con el coeficiente mental más alto que Einstein es genial con todo, menos con sus relaciones personales. Y, obviamente, nos ponen a una chica para compensarlo. Comparado con otros de la lista, no es demasiado autodestructivo, pero igual de egocéntrico. 5. Dr. Daniel Pierce (Perception) He oído que hay una serie llamada Profesor T que es básicamente igual, al menos la premisa y el inicio, pero solo conozco a esta y, aunque no haya referencias a Sherlock Holmes, encajaría muy bien con una versión moderna de este. Este profesor universitario enseña el funcionamiento de la mente a sus alumnos y al mismo tiempo asesora a una de sus exalumnas estrella que ahora es una inspectora. Añadele los típicos problemas de socialización, unas pocas alucinaciones y un comportamiento muy excéntrico y podría ser un Dr. House en versión profesor. 4. Carrie Wells (Imborrable) He visto esta serie dos veces, una por mi cuenta y otra que hice verla a la familia, y la he amado ambas veces y me he enfadado por su cancelación (en realidad cancelaciones) ambas veces. Odio que me dejen los finales abiertos. Aquí nuestra protagonista, que para más amor mío es pelirroja, tiene el síndrome hipermnésico, por el que básicamente no puede olvidar nada. En este caso, no solo es una mujer, sino que además es también policía, no asesora. Y trabaja con su compañero con el que tiene un pasado en común mientras investigan asesinatos. Las escenas de ella recordando cada detalle me encantaban y ¡era muy divertida! 3. Malcolm Bright (Prodigal Son) Aisss, Malcom. El chico es un genio y tal vez sea el único que lo es porque se lo ha trabajado, pero voy a contarlo para esta lista porque da bastante el perfil. El chico hacía los perfiles psicológicos del FBI, pero le echaron y ahora ayuda a la policía. Sin embargo, lo más interesante de él -lo siento por ti Malc- es que su padre es un conocido asesino en serie -como si el hijo de Ted Bundy o Jack 'El destripador' trabajaran con la policía-. Y es que es justo eso lo que lo llevo a estudiar tanto la psicología de los criminales en un esfuerzo por entenderle. En la serie podemos ver cómo aprende hablando con su padre en las visitas carcelarias y cómo actúa sobre el terreno. Como la mayoría de la lista está un poco tocado de la cabeza, pero no le puedo amar más y espero con ansias la siguiente temporada. 2. Shawn Spencer (Psych) Echo de menos esta serie. Ya va siendo hora de que me ponga con las películas. Lo más singular de ella es que era una comedia de policías -aun no disfrutábamos de Brooklyn 99 en esa época-. El chico tiene una mente asombrosa y es experto en unir detalles. Su padre un policía retirado le enseñó todo sobre el oficio esperando que siguiera sus pasos, pero como una eterna decepción que es decidió que no iba a ir con eso. Ahora trabaja como psíquico ayudando a la policía mientras usa sus "poderes". Si El mentalista tenía a un expsíquico que dejaba su pantomima para convertirse en asesor, Psych tiene a un chico que empieza una pantomima para ser asesor. Papeles cambiados, risas aseguradas. 1. Sherlock Holmes (Sherlock) ¡Y nuestro otro Sherlock! La serie es sublime: trama, dirección, guión, cast... Pero no solo eso, también tiene un personaje genial. Al igual que en la serie americana, este chico asesora a la policía -a veces incluso si no piden su ayuda- y tiene a su propio ayudante Watson quien le enseña un poco sobre la "humanidad".
Los capítulos son largos, pero todos ellos merecen la pena, y las temporadas son cortas y a mi parecer insuficientes, aunque el final actual es un buen final. Si aún no le conocéis, deberíais. Es sin duda la serie que más merece la pena de esta lista. |
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Enero 2023
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