Post de Naiara Salinas
"La cultura tiene que agitar, no ser complaciente"
Decía Botticelli en la segunda temporada de Los Medici que el arte no estaba para gustar a la gente, sino para contar la verdad, y algo parecido (aunque no exacto) debe de pensar Aitor Gabilondo, director y guionista de la adaptación del best-seller de Fernando Aramburu (estrenada el pasado domingo en HBO España), a quien robé estas palabras en su paso por la capital riojana hace casi un año (un hermoso, frío y lluvioso noviembre de tiempos ante-covid) precisamente para hablar de lo que, como narrador de historias, le había supuesto trabajar en esta serie, la cual, para más inri, recibe hoy en prime time la acogida de Telecinco para estrenar "en abierto" (no deja de ser una cadena privada, aunque supuestamente toda televisión con antena adaptada puede recibir la emisión) el episodio piloto.
Aquellos que nos hemos beneficiado ya de los dos primeros episodios en una de las plataformas streaming titanes naturalmente tenemos cosas que decir, al igual de los millones de lectores que devoraron el libro en su día y los otros millones que no, pues no ha estado exento de polémica ni siquiera en su traspaso al guion. ¿Por qué animaría yo a aquellos malaventurados que no poseen HBO a catar el piloto esta noche y a robarle a algún amigo o familiar su cuenta durante el tiempo que dure la emisión de esta producción? A resumirlo iba.
1. Memoria
Posiblemente los españoles nacidos a partir de 2000 poco recuerden de los tiempos en que ETA difundía el miedo, en especial si han nacido de La Rioja para abajo. Ni yo misma puedo jactarme de acordarme de tanto, salvo por los atentados más impactantes (uno de ellos en mi vieja universidad unos años antes de que yo entrara). Aun así, raro es que exista algún ciudadano que haya vivido ajeno a este conocimiento o estos sucesos. Lo que es un hecho es que la herida hoy en día continúa en proceso de cicatrización y abriéndose con cada mazazo que se suelta en la Cámara del Congreso. Pero no vamos a hablar de politiqueos. Lo que importa aquí es la historia y esta, en el caso de la ficción, se desencadena en 2011, justo cuando la organización decide declarar el alto el fuego. Es entonces cuando una mujer viuda entrada en años, Bittori, regresa al pueblo donde vio morir asesinado a su marido para encontrar respuestas de una vez sobre el verdadero culpable de su muerte, quien se sospecha que podría ser el hijo de su ex mejor amiga. Aitor Gabilondo explicó en su charla lo importante que era para él contar esto, tanto como para Aramburu cuando decidió plasmar su experiencia y sus conocimientos con un acercamiento más humano, pues: "No se podía hablar, y para mí eso es fundamental. Me gusta contar historias. De ahí surge la motivación real. Creo que esto es una aportación y me gustaría que se hicieran más cosas de este tipo. Es casi catárquico. Antes nadie se atrevía a hablar de las cosas, ahora se ha abierto una nueva veda. Los jóvenes acceden a estas historias para entender lo que ocurrió. Cuando yo era joven recuerdo estar leyendo a oscuras".
2. Un relato humano y neutral
Pese al componente telenovelesco que denota la sinopsis, la trama no se deja llevar por el salseo, sino que afronta la historia con el respeto y la delicadeza que un tema tan espinoso y sensible requiere, una visión distinta a la llevada a cabo durante la provocadora campaña de publicidad, desde luego. El motivo es simple: es un mero relato, una visión, de la que el propio director ya advirtió en su día: "Es absurdo pretender que una novela o una serie es un relato total de la historia. No es verdad, solo es una visión". Igual que el autor de la novela, al cual le movió principalmente la empatía, según explicó al blog S Moda de El país: "Hay en mí una pulsión empática que me ha llevado humanamente a atender a las vivencias de esas personas e incorporarlas a mi literatura. Esto parece que algunos no lo terminan de entender, pero es claramente uno de los motores de mi literatura. Es una empatía que yo siento desde la niñez con respecto a mis congéneres que han sufrido algo". En lo poco que llevo visto encuentro lealtad a estos ideales, dado que la serie sigue a dos familias cuyos miembros viven sus dramas personales uno a uno, no todos en relación con el atentado. Tenemos a dos mujeres que lideran la tensión, el fuego cruzado, el reflejo de los bandos que han quedado: los homicidas y las víctimas, pero el guion se cuida de no utilizar la palabra "mártir" en ningún caso, dejando que sean los propios personajes quienes subjetiven sus vivencias. Esa moderación, sin embargo, bloquea el atrevimiento y la originalidad (en este caso puede que un movimiento necesario). Adopta formas convencionales en un intento de mostrar cautela, lo cual no quiere decir que no sea una adaptación personal. Vivimos el drama colectivo a través del dolor y el pesar de estas dos familias, y con eso basta.
3. La visión de un experto en drama
Patria es una gran apuesta para caer en manos de HBO, ya que su realización comparte tantísimos rasgos con el catálogo habitual de la plataforma (aparte de ser una adaptación de un best-seller, quiero decir) que es impensable ahora que pudiese ser acogida por otra más (aparte de Telecinco). Está la intensidad emocional del relato, su seriedad, la sombra del páramo vasco... Y una cuidada narración con una más que notable dirección que sabe adueñarse de los planos para plasmar la incertidumbre, el dolor, la rabia y el miedo que atraviesan los protagonistas. Sin haber leído la novela (momento confesionario), solo puedo atender a un guion que maniobra entre el presente y el pasado, elaborando un puente de comunicación de cara al espectador, pero de disolución entre dos mujeres que antaño eran uña y carne y actualmente no pueden ni verse la cara. El recurso de los flashbacks no es al azar, ya que, si antes he hablado de la importancia de la memoria y reflexionar sobre lo ocurrido, eso logra que el mensaje se materialice en la serie y no solo responda a las preguntas que nos hacemos nosotros o Bittori, sino que genere un contraste y, al mismo tiempo, un camino (hacia la respuesta, hacia el perdón, hacia la condenación... Quién sabe). Despierta nuestra empatía y genera mucho interés por saber lo que se cuece detrás de estos personajes y qué les acaba sucediendo. Lo mejor de todo: rebosa calidad. Gabilondo, además, cuenta con experiencia en tensiones: El comisario; Periodistas; Génesis, en la mente del asesino; Vivir sin permiso, etc. Cuando Patria aterrizó en sus manos, lo tuvo claro: "Lo que más les interesaba cuando fui a vender el proyecto es que tuviera una visión distinta. La serie es mi visión del libro".
4. Realización íntegramente vasca
Tan realista es que todo lo que la rodea tiene un origen muy concreto. Los actores son vascos (algunos familiares gracias a otras series como Allí abajo), la localidad es guipuzcoana, se habla euskera, todo apunta a que hasta la lluvia que aparece es real... Tal vez esto en el fondo no sea tan importante para decidir si una producción merece nuestro tiempo o no, pero a mí por lo menos me genera una confianza, la confianza de saber que, aunque estoy tratando con ficción, lo que voy a ver va a ser muy auténtico y hasta puede que me revuelva las tripas. Es una serie que puede revolver las tripas tranquilamente, ya que por mucho respeto que se traiga sigue partiendo de hechos reales, y, si bien por ahora los dos primeros capítulos se salvan en cuanto a eso de "taparse los ojos", cuenta con algunos momentos que tocan la fibra o estremecen, en especial el comienzo y el final del piloto, construido como un arco. Digamos que por ahora la fibra es únicamente sentimental, pero madre mía, cuánto sentimiento. Hay mucho acercamiento al tema, sin duda, aunque para equilibrar la balanza la juventud aporta el lado más light.
5. Porque es una historia que había que contar
Yo también quiero crear mi arco conectando con el principio de este post. Sabiendo lo que es este acontecimiento histórico para el pueblo español, se entiende que pueda ser vista como una espina clavada en el corazón, pero que se atrevan a decírselo a Alemania, Rusia, Italia e Inglaterra, que han tenido que revivir sus horrores incontables veces en la historia audiovisual. Si vivimos en un tiempo de revalorizaciones, es la ocasión de enfrentarnos a nuestro propio pasado reciente con un par, y el arte es el medio más indicado porque, como señaló el certero de Gabilondo: "Es importante ser escritor. Lo bueno de ser escritor es que no tienes que opinar de nada y opinas de todo: de sexo, de religión... Lo que me da más miedo es cuando se dan recetas de cómo hacer las cosas, cómo contarlas. Eso no sana y es peligroso". Otra cita que se me quedó grabada de esa velada fue: "Ningún político te va a decir qué no es importante. Quizá eso es lo que nos toca hacer a los escritores". Dejo el hilo completo de tweets (desgraciadamente fui una cobarde para acercarme a los autores y pedirles una foto o unas declaraciones más concretas para el blog, qué se le va a hacer) por si os entra el morbillo y cierro preguntando qué os ha parecido Patria a los que ya la habéis empezado.
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Post Rosana RábagoBueno, un año más que estamos para conmemorar a nuestras series en este, el #DíaSeriéfilo. Y en esta ocasión me toca a mí hablar de Mentes Criminales (o Criminal Minds), una serie que, al igual que muchas otras de las cumpleañeras (Gotham, NCIS, NCIS Los Ángeles), nos ha enseñado la importancia de trabajar en equipo. Y es que si hay algo en que las ficciones procedimentales nos educan (las que no lo son también, pero se ve más en las policíacas) es que sin un equipo, tu trabajo difícilmente puede salir adelante. Emily Prentiss necesita la experiencia de Rossi, el don de gentes de J.J., la psicología de Tara, la experiencia informática de Penélope, las habilidades físicas de Luke y de Matt y la inteligencia de Spencer en la última temporada tanto como Hoetchner la necesitó a ella, a J.J., a Spencer, a Rossi, a Derek y a Penélope durante el resto de la serie. Y es que si hay algo que queda claro desde el primer momento es que ese equipo necesita de personas capaces de coger un avión a cualquier hora del día y de trasladarse a la otra punta del país. Y es que esta serie, que acabó este año tras quince temporadas en antena, ha demostrado que trabajar en equipo es demasiado necesario si quieres ser un buen policía. Y en su caso, necesitan apoyarse los unos en los otros para resolver los casos más peliagudos que existen. Y es que no es posible que exista tanto loco suelto en Estados Unidos. De hecho, a día de hoy me pregunto cómo Tessa es capaz de dormir tranquila en el país que más casos de este estilo tiene. Y estos equipos pueden estar formados por gente de lo más variopinta. Como decía antes, el grupo, llamémosle "fijo", incluye a un profesor de universidad y cerebrito, Spencer Reid; al agente del FBI, Derek Morgan; a la experta en informática, Penélope García; a la maestra de las relaciones públicas, J.J. Jareaux; al escritor y fundador de la UAC, David Rossi; y a los jefes del equipo, primero Hoetchner y luego Prentiss. Pero es que entre idas y venidas del resto de ellos (porque, como digo, desde el minuto uno se hace patente que el equipo necesario ha de ser amplio) van apareciendo una psicóloga, Tara (vale, opción lógica) o una lingüista forense como Alex Blake. Y lo curioso del caso (valga la redundancia) es que, hayan estudiado lo que hayan estudiado, a todos se les da de miedo la psicología y son capaces de resolver los casos más disparatados, convirtiendo así a Mentes Criminales en una gran serie policíaca con una asombrosa capacidad para adentrarse en la psicología no solo de los personajes fijos, sino especialmente, de los esporádicos, ya que tarde o temprano, los investigadores van a sentirse identificados con el delincuente ya sea por la situación actual o por vivencias pasadas y van a ser capaces de congeniar con ellos pero sabiendo, siempre, que el resto del equipo está ahí para ponerle los pies en la tierra en caso necesario. Y es que este conocimiento de la psicología y de absolutamente todos sus personajes es, a mi parecer (y diré que el de Tessa), la cualidad que distingue a esta ficción de todas las demás de su género por su gran maestría. Y vosotros, ¿sois como el 90% de la población que ha visto algún capítulo suelto de Mentes Criminales o la visteis entera? ¿Os parece un buen ejemplo de una maravillosa serie procedimental que enseña a trabajar en equipo o las conocéis mejores? ¡Os leemos mientras continuamos celebrando este maravilloso #DíaSeriéfilo!
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