Post de Naiara Salinas Una gran forma de acabar el mes dedicado a la literatura es el retorno al folklore, a las leyendas que son la base de muchas culturas y muchas historias. Penny Dreadful es una serie de la que siempre he sido devota, y aunque en su día su final no me causara mucha alegría, tras haberla vuelto a visualizar años después puedo confirmarla como una de las mejores series jamás creadas y con un cierre más que digno. La última vez que hablé de ella abiertamente fue en este resumen donde desgranaba a los personajes principales (por si os pica la curiosidad). John Logan podría haber continuado sin ningún problema la historia, pues dejaba algunas tramas abiertas y tenía al público y la cadena, Showtime, ganados, pero eligió permitir que el ciclo siguiera su propio camino al margen de su tecla y tinta (y eso también la sitúa como ejemplo de una actitud contracorriente e inteligente con respecto a la explotación de éxitos que vemos hoy en día). Ahora, vuelve para traernos un relato novedoso y desvinculado del anterior, con el mismo misterio y el cruce entre fantasía y contexto histórico con el que se ganó el amor y el respeto de la audiencia, pero sin el apoyo de los grandes clásicos de la literatura gótica esta vez, sino de toda una religión. No contento con ello, nos ofrece un traslado hacia nuevos territorios, nueva década... Esto es Penny Dreadful: City of Angels Punto de partida: México Señalar Los Angeles de finales de los 30, a puntito de saltar la Segunda Guerra Mundial, como territorio abiertamente latino supone no solo hablar del choque y la coexistencia de dos etnias, sino también de dos culturas. Pero la trama quería sentar el peso de los vecinos sobre el lado más interracial de Norteamérica, por lo que acudió a los mitos mexicanos, que en este caso se apoyan sobre las figuras sagradas, como Santa Muerte. La sinopsis oficial de la serie reza lo siguiente: A raíz de un macabro asesinato, el detective Tiago Vega (Daniel Zovatto) y su compañero Lewis Michener (Nathan Lane) se ven envueltos en una peligrosa investigación que navega por la compleja historia de Los Ángeles: de los edificios de las primeras autovías de la ciudad o los fuertes vínculos con las tradiciones del pueblo mexicano, a las misiones de espionaje del Tercer Reich en América y el auge de los predicadores radiofónicos. A medida que profundizan en un caso que mezcla el folclore, las profecías y el culto a la muerte y al diablo, Tiago y Lewis descubren que se están enfrentando a fuerzas sobrenaturales muy poderosas que amenazan con destruirlo todo (Movistar Plus). En medio de este thriller socio-político (creo que no hay mejor forma de llamarlo) que promete revelarse sobrenatural en algún momento entran en juego las dos figuras antítesis de la serie: por un lado, Santa Muerte, el ángel venerado por los campesinos que acoge en sus brazos a los difuntos de su tierra y, por otro, Magda, su hermana, un demonio en busca del caos continuo a quien pone cara la maravillosa Natalie Dormer, eterna Margaery Tyrell de Juego de tronos. Uno de los grandes aciertos del guion en su punto de arranque es la selección de todo el conjunto a la hora de ambientar un relato de por sí universal, a través de la unión del tema principal con un mundo rico en estos aspectos, ya que la literatura latinoamericana es una de las mayores exponentes de un género como es el realismo mágico, en el que lo irreal y lo extraño se dan la mano con lo cotidiano. Esta característica destaca desde la primera escena del 1x01, donde las dos figuras divinas caminan por la Tierra con absoluta naturalidad y dejan su huella, que los mexicanos (o chicanos, esto es, mexicanos americanos) reconocen y asumen. Por lo tanto, si en Penny Dreadful lo sobrenatural era un descubrimiento, en City of Angels ya se ha asimilado y se parte con la premisa de que casi todos aceptan esas creencias. En el folklore mexicano, por otra parte, la muerte lo es todo. Sospecho que se celebra más la muerte que la vida, aunque solo sea por respeto (pero paradójicamente el Día de los Difuntos es también un cántico a la vida de las almas que se han ido). Eso da pie a que en su historial haya muchos dioses de la muerte (menos mal que tenía un ejemplar de Leyendas y mitos aztecas para usar en este post, je). Algunos de ellos los hemos conocido gracias a largometrajes como El libro de la vida, donde se expone a la Catrina y a Xibalbá (de origen maya este último). Otros menos famosos son el matrimonio compuesto por Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl (impronunciables). Y no es necesario explicarme mucho más teniendo Coco asomando desde 2017. No obstante, la figura de la Catrina es la que más interesa para comprender hacia dónde se orienta Penny Dreadful, pues a priori es la divinidad identificada en el presente como la Santa Muerte, pero en sus orígenes era una caricatura llamada Calavera Garbancera (porque vendía garbanzos) que solo vestía un sombrero. En los años 40 se le colocó el traje famoso y durante mucho tiempo no fue nada más que una moda que saltó a la literatura en forma de composición burlesca recitada durante el día de los muertos para recordar a todo ser humano que polvo es y en polvo se convertirá. Así que no, no siempre se la ha venerado con tanta seriedad, y de hecho conserva parte de ese espíritu festivo. La Santa Muerte como tal, en cambio, es una historia muy distinta, y si en la serie eligen denominarla así es porque el enfoque es más oscuro. Proviene del culto prehispánico, en el que el inframundo se asemejaba al egipcio en el sentido de que no bastaba con morir, había que superar un viaje plagado de obstáculos. Y durante mucho tiempo fue el objeto de devoción por parte de los grupos sociales en riesgo, bien por la guerra, bien por la delincuencia y el origen humilde. Así que para las élites era casi como una divinidad profana e independiente, lo que retrasó el registro del culto unas cuantas décadas. Además de su perfil femenino con túnica blanca y corona (el reflejado por la serie), también se la representa en forma masculina, con guadaña y rosario. De Magda no hay menciones. Una sociedad que nunca ha dejado de estar dividida Todavía nos queda mucho por ver de este retorno, pero el primer bocado ha sabido delicioso. En el episodio titulado "Santa Muerte" se nos presenta a la familia protagonista, los Vega, en la que el mediano, Tiago, es elegido como nuevo detective de la jefatura de policía de Los Angeles, un gran ascenso para alguien con sus raíces pero que todavía tendrá que luchar para hacerse un nombre en un contexto altamente racista. Junto a él está el único compañero de armas afable, el detective Lewis Michener (Nathan Lane), que pronto se convertirá en su principal apoyo y mentor. En el lado antagonista, además de a Magda, tenemos al doctor Peter Craft (Rory Kinnear, un veterano salido de la vieja serie), quien dificultará el camino hacia la igualdad imponiendo su ideología supremacista. Con ello John Logan demuestra que no es necesario que una trama esté ambientada en nuestro siglo para que nos suene a actualidad. El trato que concede en esta primera hora de metraje (de las ocho que suma la temporada) a lo social hace que lo sobrenatural parezca anecdótico, como un telón de fondo, y es que lo que verdaderamente importa para este realizador es el enfrentamiento ideológico en medio de una época marcada por una crisis, en una ciudad de masas. ¿Dónde está el mal realmente? ¿Quién amenaza con destruir el mundo tal y como lo conocemos? ¿Quiénes son los demonios? Paco Cabezas, otro veterano de Penny Dreadful que firmó los últimos episodios (apoteósicos en comparación con el resto de la temporada) abre con elegancia y drama esta nueva entrega que cuenta con el mismo equipo de producción, nombres por los que cualquiera pondría ahora mismo la mano en el fuego, como Sam Mendes (triunfador este año en la temporada de premios gracias a 1917). El reparto también deslumbra con una combinación entre nombres reputados (Lane, Dormer, Adam Rodríguez, Piper Perabo, Adriana Barraza, etc.) y nuevas caras (Daniel Zovatto, de Fear The Walking Dead, es quien lleva el peso dramático en este grupo como el novato Tiago Vega). Dormer se desdobla en múltiples personalidades y es simplemente un gusto verla en acción; su personaje promete dar mucha más guerra que Drácula y es el contraste perfecto no ya con su hermana, sino con Tiago, el reflejo de lo humilde, honesto, justo, leal... y con un conflicto de intereses que le pasará factura. La participación de Rory Kinnear, que en su día lo bordó como la criatura incomprendida de Frankenstein, ya augura buenos presagios (guiño, codazo, guiño). Por todo ello animo a quien esté leyendo este post a aventurarse a este mundo lleno de misticismo. Es menos encantadora que su predecesora (atrás queda la lírica y la floritura del romanticismo), pero tiene pinta de llegar a buen puerto. ¿De verdad vais a dejar pasar este barco, si es así?
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Post de Rosana RábagoOnce años, se dice pronto. Pero sí, once han sido los años en los que la familia Pritchett-Delgado, Dunphy-Pritchett y Tucker-Pritchett nos han acompañado mostrándonos su vida cual (falso) documental se tratase. Y es que esta popular sitcom de la ABC acabó su andadura el pasado jueves. Once años de risas, lloros, preocupaciones, vivencias, amores y desamores que nos ha dejado Modern Family y con los que repasamos las cinco valiosas lecciones que nos acompañarán de por vida gracias a los once integrantes de esta peculiar familia. 1. El amor no entiende de edadSi había algo que llamase la atención al principio de la ficción era que el patriarca de la familia, Jay, se hubiera casado con una colombiana a la que duplicaba en edad, Gloria, y no nos engañemos, todos pensamos que ese matrimonio estaba condenado al fracaso. Pero no, si algo nos han demostrado estos once años es que Gloria llegó para quedarse y no solo se ganó el amor eterno de Jay, sino que fue capaz de introducir a su hijo Manny en la familia y de que el resto la considerase como alguien indispensable. Su camaradería con Cam y Phil, así como su cariño por Mitchell y Claire, son los síntomas de que sin Gloria esta aventura no habría sido la misma. 2. Cómo convertirse de niño en adulto sin perder tu esenciaComo digo, once años dan para mucho y si en algo se ve el paso del tiempo es en los más jóvenes de la familia y en cómo han ido cambiando pero manteniendo sus rasgos esenciales. Así, Haley pasará de ser una adolescente más interesada en la moda y su novio que en los estudios a ser una madre joven pero con el mismo interés en la moda y su ahora marido. Alex pasará de ser la chica nerd a una joven científica capaz de mantener todas las peculiaridades que hacen que su familia la adore. Luke seguirá aprovechándose del cariño especial que proyecta hacia su padre mientras comete locuras como encajarse en las escaleras y tener novias mucho más mayores que él. Manny pasará de ser el chico rarito a un hombre con ganas de comerse el mundo y descubrir nuevas culturas. Y a los más jóvenes, Lily y Joe, les veremos literalmente desde que nacen hasta, en el caso de Lily, convertirse en una adolescente de un carácter algo especial pero siempre preocupada por sus padres, así como a Joe desarrollando una relación muy especial con su hermano mayor, Manny, al que al principio ignoraba. 3. Los hermanos, esos "amienemigos" eternosSi antes decía que a los jóvenes los hemos visto crecer en Modern Family, esto es tan cierto como que les hemos visto relacionarse con sus hermanos. Y es que, si tenéis hermanos, ya sabéis que las peleas pueden ser el pan nuestro de cada día y, si no, que se lo pregunten a Haley y Alex, aunque por otro lado también estarán ahí cuando se les necesite, ya sea para hacer trastadas o para simplemente darse apoyo. Y si hablamos de la relación de Haley y Alex, otra que también se explora de forma continúa en la sitcom es la de Manny y Luke que, aunque sean tío y primo, al ser de la misma edad rápidamente se convertirán en mejores amigos, y es que su relación es otra que también es preciosa ver. Destaca también la relación de Haley y Alex con Lily o la de Joe y Manny, pero si debemos elegir una nos quedamos definitivamente con la de los hermanos Dunphy. 4. La familia son las amistades que no elegimos pero que siempre estarán ahíLa importancia de la familia es otro de los pilares básicos de Modern Family y es que sí, no serán familias al uso, pero lo que es innegable es el amor que se tienen todos los miembros y cómo se lo demuestran de formas muy poco convencionales. Así, tenemos la rivalidad entre los hermanos Claire y Mitchell, el cómo le cuesta a Jay aceptar que su hijo es gay o la extraña relación entre Jay y Phil. Pero, pase lo que pase, cuando uno lo necesite, los demás irán en tropel a socorrerle. Y si no que se lo pregunten a Haley cuando anunció que estaba embarazada. 5. Un Estados Unidos diversificadoEn una época en la que Trump quiere hacer de las suyas, llama la atención el exitazo que ha tenido Modern Family, y es que ha sido una de las pocas series que ha logrado representar diferentes culturas sin caer en el estereotipo constante y fácil, aparte de adelantarse a su tiempo. Así, la sitcom fue la primera que mostró una boda gay justo unos meses antes de que los matrimonios homosexuales se aprobasen en los 50 estados. No solo esto, también nos ha demostrado que una pareja homosexual es perfectamente capaz de criar a su hija de forma normal, una hija además que no es de su misma nacionalidad, sino que es asiática. Pero eso a Cam y a Mitchell poco les importa, ya que mantendrán la educación de Lily sin que ella pierda su identidad racial. Y si la asiática está representada, otra cultura que se presenta aquí de forma brillante es la colombiana, con unos Gloria y Manny que serán capaz de ir mostrando sus costumbres al resto de la familia y no solo eso, sino que al final Gloria logrará algo que lleva intentando toda la serie: ¡que Jay visite Colombia con ella y se relacione con el resto de la familia colombiana! Así que ya veis, Modern Family ha sabido en solo once años no solo dejarnos estas cinco lecciones, sino muchas más siempre con su dosis de humor y demostrándonos que da igual la familia que tengamos (sea homosexual, normal, biracial o la que sea), porque lo importante es recordar todas las vivencias que hemos tenido con ella y saber que, pase lo que pase, siempre estará ahí. De la misma forma en la que Modern Family siempre tendrá un espacio en la historia de la televisión. ¡Hasta siempre familias Pritchett-Delgado, Dunphy-Pritchett y Tucker-Pritchett!
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