Post de Naiara Salinas Bueno, pues al fin ha tocado. Tras siete años explorando el universo, los cien que una vez abandonaron el Arca en busca de vida en otro planeta, nuestro planeta, han cruzado la última frontera (porque, you know, lo bueno siempre tiene un final). Cien episodios y siete temporadas nos han tenido por la glorieta de Vitoria, es decir, en un círculo imposible de sortear, una bola de nieve que deslizándose por la ladera iba creciendo y creciendo (no tan complejamente como en Dark, gracias a los dioses). Si la Tierra orbita alrededor del Sol y traza ejes sin parar, también los personajes de esta producción de la CW han ido girando sobre los mismos conflictos, añadiendo una dificultad más cual salto de nivel de videojuego que los ha llevado a la difícil tarea de resolver el puzle que es el ser humano. Los que empezaron siendo unos adolescentes criminales y se han acabado convirtiendo en unos adultos mucho más ambiguos (pero heroicos de buenas a primeras) no han escatimado en pruebas vitales: salvajes, humanos encerrados en un monte con afán por diseccionar a los del exterior, una inteligencia artificial que acabó creando una nueva fe, una nueva ola radiactiva, un nuevo exilio, unos criminales en guerra por el único pozo verde de la Tierra, otro nuevo exilio, humanos con chips de inteligencia artificial que se hacían pasar por dioses... A cada gran paso para la humanidad, más complejo y enrevesado el problema, pero, al mismo tiempo, una nueva oportunidad de explorar el gran tema de esta ficción. Porque, al final, las historias siempre quieren contarnos algo y, pese a sufrir subidas y bajadas, Los 100 se ha convertido en una de esas distopías con un planteamiento filosófico de lo más intenso y profundo. Muy atrás queda lo que se introdujo como una aventura de jóvenes en la Tierra 2.0. La serie ha recorrido demasiado como para no reconocer su madurez y, por eso, quiero despedirme de ella respondiendo a esa cuestión que a cualquiera que la desconozca se le pasaría en primer lugar por la cabeza, pero más reflexivamente: ¿de qué va ? Ojito al dato, que lo mismo deberíamos ir tomando nota de cara a nuestro futuro apocalipsis. PD: Antes de nada, no os asustéis, no pienso dejaros literalmente cien temáticas de esta serie, faltaría más. Podemos hablar de diez para empezar, y como todo el rato vuelve sobre ellas las multiplicamos por otras diez y listo. 1. De las segundas oportunidades Si algo nos ha demostrado Los 100 es que todos merecemos una segunda oportunidad, no importa lo ruines que seamos o lo graves que hayan sido nuestros pecados, porque nadie está libre de ellos; como dijo Maia en la segunda temporada: "Ninguno de nosotros es inocente". La serie aborda en varias ocasiones los carácteres y sitúa una barrera entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, solo para que sus protagonistas la crucen de un lado a otro sin parar. Muchos personajes han ganado su redención sin un perdón explícito (aunque también los ha habido en ciertos casos) a partir de sus actos, al igual que otros muchos han caído a los infiernos... solo para volver a levantarse. Si tuviese que destacar a aquel que más se ha redimido, mis ojos apuntarían sin dudar a John Murphy, que no solo ha pasado de ser el agitador y genocida principal entre los 100 a salvar a mucha gente, sino que también ha ido abriendo su corazón hasta acabar convirtiéndose en un pilar para evitar la caída completa de la humanidad. Las segundas oportunidades son un punto clave en esta ficción, ya que sin ellas, la gran mayoría perecería o se reduciría al salvajismo. Por algo acaba siendo justo el TEMA PRINCIPAL DE LA SERIE, con el que además concluye en ese 7x16 que invita a la gran reflexión. 2. De la fortaleza "Es una luchadora. Necesitamos luchadores. Solo los luchadores sobreviven". Tal y como nos ilustra la serie, existen mil formas de ser fuerte, y solo una tiene que ver con la resistencia física. Los fuertes jamás se rinden por complicado que se ponga el asunto; siempre están ahí para tomar las decisiones que nadie más se atreve; para encarar el miedo, la rabia, la desesperación y salir adelante... Los fuertes combaten por todo aquello que aman y en lo que creen. Aunque cuente con apoyo, la lucha interna solo la puede emprender uno mismo, ya que nadie va a venir a salvarle de sus demonios. Un luchador jamás será de mente débil, y la experiencia ha demostrado que quien desea una solución, casi siempre la acaba encontrando, como le ocurre, por ejemplo, a Octavia. 3. De la superación De las circunstancias más feas es posible salir, a nada que uno crea en ello y le eche morro e incluso ingenio. Esta historia no admite un "somos lo que somos", por mucho que Lexa así lo crea. Si existen segundas oportunidades es porque hay cambio. "Pasar página", se suele decir también. Todos podemos cargar, con más o menos peso, un pasado que a menudo nos oprime. Muchos de los historiales de estos personajes no son nada envidiables, pero allí donde los ves no solo siguen adelante, sino que los aprovechan para ganar el punto anterior. Personas como Raven, como Echo, como Emori y como Diyoza, que pierden muchas cosas a lo largo de la trama, nos han enseñado que el dolor es inevitable y la fase de duelo, necesaria, pero que también puede transformarse más fácilmente de lo que creemos en amor. Todas ellas recogen sus pedazos del suelo y los recomponen para invertirlos en un nuevo objetivo. Eso es evolución. Esos son los espíritus que acabarán inspirando a los demás, incluso si ni ellos se percatan de lo mucho que valen. 4. De mantener tus principios a pesar de todo En el fondo, todas las virtudes están interrelacionadas, ya que otro modo de mostrar fortaleza, valentía y superación es mantener la moral alta, en especial cuando el mundo te está invitando continuamente a cometer el mal, bien sea para salvar a tus seres queridos o para castigar a quienes los han dañado o los amenazan. A lo largo de la serie hemos observado a demasiada buena gente corromporse hasta un punto irreconocible o despreciable. Pero eso jamás le ha pasado al bueno y puritano de Monty, los dioses lo tengan en su gloria. Monty, que intentó vivir su vida de forma honesta, humilde y pacífica; Monty, que dio todo lo que podía aportar para ayudar a los demás; Monty, cuya mayor ambición era conseguir una granja de algas próspera. ¿Pero se puede ser más mono? Dolía verlo triste o decepcionado porque sus amigos no hacían más que cometer los mismos errores. Monty merecía el cielo... y en el cielo se quedó. 5. De aprovechar cada momento y vivir Carpe diem, dirían los romanos. ¡Música a tope!, solía exclamar en cambio Jasper, aquel personaje que al acabar la segunda temporada inició su proceso de ida de olla. Su despreocupación ante todo le volvió un ser irritante, sí, pero al fin y al cabo parte de su filosofía se fundamentaba en que había dos opciones: podías pasarte la vida repitiendo el ciclo de guerra tras guerra (lo que implicaría preocupación absoluta) o podías simplemente disfrutar de los últimos momentos de vida con buen rollito, sin enemistades ni responsabilidades. Postura madura tampoco fue la suya, pero a la hora de la verdad una cosa hubo cierta: relajarse también es necesario para el cuerpo y la mente. Muchas veces nos centramos tanto en el futuro, que no vemos el presente, que estamos vivos, que nuestro planeta florece y que nos da lo que necesitamos, por lo que posiblemente pensar en algo más sea demasiado. 6. De que el fin no siempre justifica los medios Si algo tienen en común todos los villanos de la serie (pero varios héroes también) es que todos pretendían siempre usar a los demás para conseguir fines mayores que habrían de ayudar a la mayoría. ¿La mayoría? Cuestionable. Ello, no obstante, no justificaba que de pronto tomaran la sangre y los órganos de los terrestres para soportar la radiación exterior o que amenazaran a unos forasteros y asesinaran a todo aquel que se pusiera por delante para conseguir la vida eterna. No, mis cielos: así no funciona. Hasta nuestro querido grupo "heroico" lo aprendió por las malas (ejem, búnker, ejem, Arca). 7. De la responsabilidad Apechugar con las consecuencias de un acto es algo que por desgracia tuvimos que aprender enseguida, con Finn entregándose tras su masacre contra los terrestres (de nuevo en la segunda temporada. Si es que a partir de ahí se diría que empiezan los grandes traumas para los personajes). Fue la primera muerte impactante de la serie, aparte de un gran paso para un tipo que al principio se jactaba de casi tanta despreocupación como Jasper, aunque conservando la nobleza y la conciencia. Finn es un personaje muy trágico que acabó siendo más débil de lo que parecía, que se dejó llevar por la pérdida, la preocupación y la sed de venganza hasta volverse loco, a pesar de haber aterrizado en la Tierra con la mejor de las intenciones. Aceptó el sacrificio porque no le quedó otra y porque la culpabilidad lo embargaba; a eso se le puede llamar también sentido de la responsabilidad. A raíz de esto, hemos ido viendo cómo lo aplicaba de distinta manera el resto; cómo, por ejemplo, para Bellamy Octavia encarnaba ese deber, cómo los líderes se responsabilizaban de cada acto cometido en nombre de su pueblo, cómo los padres cuidaban de sus hijos... Normalmente, no responsabilizarse de un crimen era el camino directo a la perdición. 8. De la igualdad Todos somos humanos en la vida, da igual de dónde procedamos o cuántos años tengamos. No tiene sentido pelear por un planeta del que nadie es invasor, sino un mero huésped que tiene la suerte de poder estar ahí. Los personajes han tenido que recibir continuos golpes de humildad (por no decir humillación) para darse cuenta de que ninguno es especial o superior por poseer las características que lo hacen único, dado que, a la hora de la verdad, hasta los Sangre Nocturna mueren, los dioses son solo códigos que se pueden manipular y eliminar, a todos les afecta un apocalipsis y todos sienten amor. Somos Wonkru, es decir, un único clan, un todo. Quienes mejor ejemplifican el valor de la igualdad por la inclusión que han demostrado con otros son Lincoln, Madi, Octavia (otra vez) y Gabriel. Casi todos "independientes". ¿Casualidad? 9. De la fe y el sentido común La fe ha salido a colación en varias ocasiones, en los tiempos de Jaha sobre todo (¿os acordáis? Y aquello nos parecía raro, buajaja), pero las dos últimas temporadas no se han cortado nada. Y es que sin fe muchas veces no se encuentra la fortaleza o la voluntad que precisamos para avanzar, incluso aunque a veces esa fe se dirija de forma errónea a algo o alguien que no la merece. Ahí es donde entra el sentido común, ya que, si algo se ha demostrado, es que creer a ciegas suele ser un error que se puede saldar con muchas vidas. Así, Los 100 es una espiral de continuos encuentros y desencuentros con esa fe, pero al final Bellamy (sí, lo sé, esto duele) demostraba que creyendo con profundidad en algo podías hacerlo, porque creer es poder. 10. Del liderazgo ¿Qué implica ser un líder? ¿Qué es guiar? No significa ni mucho menos ser perfecto, ni saberlo todo, ni ser moralmente superior. Ser un líder es aplicar todas las virtudes e ideales que se han ido expresando hasta aquí. El buen líder nunca deja de crecer y forjar su armadura cerebral, la que le llevará lejos. Tampoco mira egoístamente y siempre, absolutamente siempre, va a ser el que mayores sacrificios realizará. Kane fue el mejor líder que tuvieron los Skaikru por todos los valores que aportó en su momento, así como Lexa entre los Trikru y Clarke entre los Cien. Podemos decir que todos se equivocaron, pero también llevaron a sus clanes a la grandeza o, más importante, hacia la paz, a un futuro. De modo que mi conclusión es que, a pesar del entramado de esta historia, podemos sacar valiosas lecciones, pues cada temporada siempre ha abordado en gran profundidad distintos conflictos que manifiestan varias formas de acabar con aquello que nos hace humanos. Los personajes siempre han estado enfrentándose al riesgo de perder esa humanidad, y el mensaje que se nos lanza es que jamás podremos hacerlo, porque es parte de lo que somos tanto como nuestros vicios. ¿Qué os ha parecido a vosotros este final? ¿Merecido? Ya para la llorera, el resumen de todo lo expuesto aquí:
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