Post de Naiara Salinas Si os dijera que no estaba esperando a finales de año escribir un post sobre esta serie quizá no me creyeseis y..., sí, os entiendo, porque... ¿cómo no conocerla? ¿Cómo no querer hablar de ella? ¿Cómo no enamorarme, cuando tiene todo lo que me gusta? Mi flechazo llegó muy tardío, pero llegó: de querer desentenderme he pasado a la obsesión absoluta, traducida en revisiones de escenas y hasta capítulos completos, elaboración de análisis propios tras ver unos cuantos muy buenos en YouTube y lectura exhaustiva de fanfics y el lore de la fuente madre: el videojuego League of Legends. Cuando me da, me da muy fuerte. Un universo completo Arcane explora los orígenes del entramado complejo desarrollado por Riot Games desde 2009: un mundo llamado Runaterra que alberga distintas regiones, cada cual con su caracterización particular, donde conviven diferentes razas (humanos, feéricos, autómatas, etc.), magia y ciencia; esto da pie a que cada aventura, dentro del espectro épico fantástico, tenga una tonalidad o pertenezca a un subgénero diferente. Si uno se aventura a la web principal, se dará cuenta de que el material pedía una adaptación desde hacía tiempo: hay mucha, muchísima, información sobre cada región: los campeones del juego que pertenecen a ella, relatos de cada uno, imágenes del diseño... Sin duda uno de los proyectos más ricos y ambiciosos de la compañía, que se ha visto beneficiada del apoyo de Netflix para lograr este salto a nuestros monitores de una forma más profunda y menos interactiva. Y yo agradecida que les estoy, porque lo han hecho tan bien que, sin ser fan del juego, ya estoy muy sumergida en toda su creación. En el caso de la serie, nos movemos en el steampunk (*emoji con corazones en los ojos aquí*), que desarrolla el choque de la ciencia tecnológica con la magia. Tenemos dos ciudades colindantes (una dependiente de la otra), cuya división no la determina solo su ubicación simbólica en el mapa, sino también el claro desequilibrio en cuanto a nivel de vida: por un lado la próspera Piltover (la aventajada situacional, económica, arquitectónica, política y sanitariamente) y, por otro, la decadente Zaun, tierra subterránea de cañerías y toxinas. En la ciudad de la luz, la del aire fresco, la de los grandes edificios de mármol blanco, existe el orden, mientras que en Zaun (hogar de la desesperación, del vicio, el ambiente industrial y los gases contaminadores) reina el caos y los ciudadanos actúan como una manada que se apoya en el alfa más fuerte, aquel capaz de velar por la paz y los intereses de su pueblo. La enemistad entre ambas zonas está presente durante toda la temporada y es el pilar sobre el que se asientan muchos de los conflictos personales, empezando por dos hermanas zaunitas, Vi y Powder, cuyas vidas sufren un revés tras la primera rebelión, que mata a sus padres. Desde ese momento ambas crecen bajo el ala de Vander, líder rebelde de Zaun, odiando todo lo que representa Piltover. La otra dicotomía la pone el saber académico, dado que un piltillo, Jayce, trata de descubrir cómo controlar la magia a través de la ciencia y acaba aliándose con Viktor, un genio zaunita asistente de uno de los miembros del Consejo y fundador de Piltover. Pero lo que para unos jóvenes científicos es una oportunidad de mejorar las cosas, para otros malhechores es un arma más a tener en cuenta si se quiere cambiar la orientación de la balanza... La expansión de todo ese universo, ese lore, no ahoga una narrativa que camina por senderos muy socio-políticos al mismo tiempo que aventureros; de hecho es fantástica porque cada ingrediente suma a esa narración y consigue brindarnos un producto atípico. Todas las historias y los personajes que intervienen denotan un tono muy maduro, entroncando cuestiones serias como los trastornos mentales postraumáticos, el perderse a uno mismo entre la sed de poder y de venganza, la necesidad del academicismo en la política, la hipocresía de la inacción en aras de la paz, el miedo al futuro como obstrucción del progreso, el peligro de los prejuicios que entorpecen la resolución de conflictos, el abuso de autoridad, la xenofobia, el derecho a la autonomía... No es una trama de héroes contra villanos, sino de las que retuercen el bien y el mal para que seas tú quien armes tu juicio de valores. Por ello, el buen planteamiento del world building, la variedad de razas, su belicismo y esa ambientación urbana donde la magia es una leyenda y algo temible cuando se despierta, así como el desarrollo de los protagonistas y el guion, más la cantidad de análisis y comentarios que pululan ya por las redes (fenómeno fan a tope), yo diría que POR FIN podemos hablar de una nueva Juego de Tronos en todo su esplendor (din din din, ¡habemus ganadora! Ha costado dos años, pero la tenemos. Ni The Witcher, ni Sombra y hueso, ni La rueda del tiempo. ESTA es la elegida. Tanto es así, que hasta ha destronado a su predecesora). Y yo que promulgo el amor por las trilogías allá donde hay una saga de más de cinco entregas, acabo encantada cuando ojeo esa estructura dividida en tres actos (tal cual: Acto I, Acto II y Acto III), con tres episodios cada uno, finalizando en cliffhangers brutales a modo de transición que añaden una capa más a cada personaje y a su conflicto. Y estos se podría decir que son el corazón y la mitad del éxito de la serie, no solo por su popularidad entre los jugadores (los cuales lo que más han gozado ha sido la precuela a lo que son en el LOL), sino por lo mimados que han sido, fueran protagonistas o secundarios, con una personalidad muy distinguida, una trama muy interesante y unas voces magistrales (en especial Ella Purnell como Jinx, Hailee Steinfeld como Vi, Harry Lloyd como Viktor —ese, además, con un acento del este muy logrado— y Jason Spisak como Silco) muy hábiles a la hora de arrinconar todos los matices de cada uno: la ira, la esperanza, la inocencia, el desengaño, el dolor, la locura, la simpatía y el humor. En el caso de España, los jugadores tienen su fan service con el regreso de los dobladores del videojuego. El mejor diseño de producción y editing del año Trasladar una animación de videojuego a una de plataforma no parece una tarea que en principio requiera mucho esfuerzo, o eso diría una mente ignorante como la mía. Pero tal y como se ha hecho en Arcane me figuro que habrá llevado más de unos meses, porque no se trata solo de lo precioso y calcado que es el dibujo (con un toque híbrido muy similar a lo que se vio en Spiderman: un nuevo universo), sino también del cuidado del montaje, de la inserción de cada elemento, detalles como el aspecto de los personajes para reflejar su crecimiento; sus expresiones faciales; su vestuario; la mugre; las heridas; la iluminación... La estética es cojonuda. Cada plano está tan cuidado que da igual cuando le des al stop, que te saldrá un wallpaper precioso. Ese producto atípico que comentaba arriba no se consigue solo por el mundo introducido y su forma de abordar los temas, sino por cómo emplea la escenografía para aportar y crear símbolos, unas veces más sutilmente que otras. Pocas decisiones de diseño son al azar en una serie plagada de metáforas visuales, como las presentes en la mejor escena (no es solo que lo diga Jordi, sino que yo también lo pienso). Y ni qué decir de la banda sonora original, empezando por una intro muy molona a cargo de Imagine Dragons que habla de la enemistad, de los puñales por la espalda que muchos personajes se clavan entre sí, y siguiendo con una mezcla de temas cañeros para la acción y otros más sentimentales a lo largo de los episodios (incluso eso tiene sentido cuando te das cuenta de que la mayoría de las canciones rockeras suenan en las secuencias de Zaun, mientras que en Piltover predomina la música instrumental. Hasta ese punto se cuida el detalle). Sabes que los compositores, los editores (quien sea) han acertado... cuando la primera canción de la serie suplica por la paz casi con timidez y, en cambio, la última está llena de resentimiento. Conclusión
Que Arcane se ha convertido en la mejor adaptación de un videojuego de la historia creo que es algo en lo que podemos coincidir jugadores y novatos. Se puede acusar su poca valentía al elegir el formato animado antes que el de acción real (siempre me quedaré con la duda de si hubiera sido tan, tan guay, aunque lo dudo), pero en lo demás ha arriesgado bastante ofreciendo algo que, a pesar de seguir siendo muy comercial, contiene mucha personalidad y mucho arte, un orgullo para los profesionales del sector. Arcane no solo es bonita: tiene un buen fondo y una buena escritura; garantiza una experiencia alucinante. Los Annie Awards tienen toda la razón del mundo. Digna del top de lo mejor del año.
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Enero 2023
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