El adiós definitivo. Resucita el especial "Lo bueno tiene un final" (bye, bye SH, TBBT y Gotham)6/18/2019 Post de Naiara Salinas Sí, soy consciente de que ese título es muy largo. Pero es que estoy en modo despedida emotiva y, puestos a decir adiós, que sea a lo grande. Hace ya más de un año que convertí este tema de Nelly Furtado en la sintonía oficial de los adioses televisivos por parte de All Screens y en esta sección (también de All Screens. Todo queda en casa). Si no lo habéis oído en alguno de nuestros In memoriam seriéfilos todavía es porque ahí nos gusta arrancaros las lágrimas de verdad. Pero de todas formas eso no quita que cosas que nos gustan o nos gustaban acaben obteniendo un cierre. Incluso La historia interminable lo tuvo, así que cuando empezamos una serie o una saga, lo hacemos sabiendo que es cuestión de tiempo que nuestro corazoncito acabe destrozado en mil pedazos. Claro que, si hay algo peor que despedirse, es... ¡no poder hacerlo! Lo cual justifica en buena parte que este preciado post haya tardado lo suyo en salir a la luz (y solo acabamos de empezar). Entre abril y mayo tres de las pocas series longevas que nos quedan actualmente (de hecho las podemos considerar afortunadas si logran superar la barrera de la cuarta temporada) dijeron su adiós definitivo. Bueno, en verdad lo hicieron cuatro, pero de Juego de tronos ya he hablado y no es mi deseo repetirme. Tampoco es que todas fuesen 100% largas, pero sí atraedoras de un público de masas significativo. Hoy estoy aquí para rendirles mi homenaje. Gotham: el Batman televisivo más digno del cine Es muy fácil recordar la primera vez que hablé de Gotham en este blog. Para empezar, porque sucedió a punto de iniciar un evento festivo, la Semana Seriéfila, y para secundar porque la relacioné con mi versión favorita del superhéroe, la de Christian Bale, bajo la brillante y humana dirección de Nolan. Si bien en sus últimas temporadas el desarrollo de la trama menguó un poco, para mí es una de las historias de DC mejor adaptadas en la pequeña pantalla y no seré yo quien se atreva a descalificar el trabajo de un equipo cuya madurez progresiva se ha notado en demasía, en especial entre el reparto joven, otro pequeño grupo que ha crecido en la televisión. En el mundo de los superhéroes la manera de acontecer ciertos hechos puede llegar a ser bastante rimbombante y muchas veces rozando lo inverosímil. Se conoce también un abuso de deus ex machina cuando se trata de salvar a alguien de la muerte. Es más, podemos alegar que gracias a estos no solo hemos descubierto mil maneras de morir..., sino también de resucitar, da igual si es por medio de la magia o la ciencia. Toda esa parafernalia se ha visto tanto en Gotham como en el Arrowverso, como en los X-Men, etcétera (aunque yo dejo el Guiness en manos de DC. Los marvelitas últimamente están muy realistas con sus procedimientos. Sé que esto es discutible, pero mejor seguimos). Siendo sincera, a veces ese matar mil veces y resucitar otras mil me ha tirado para atrás; tanto truco con el Joker hasta mostrar la versión definitiva, esa guerra entre criminales que cuando torcía hacia senderos más interesantes retomaba el mismo camino... Cuanto más iba avanzando la serie, más sensación de repetición te encontrabas. ¿Evolución de los personajes? Sí, más o menos todos cumplieron. ¿Pero que se podía comparar a cuando Mario Bross pasa de nivel y en lugar de evitar champiñones por el mismo circuito de karts pelea contra dragones usando exactamente las mismas técnicas? También. Tal vez Gotham perdiera parte de su brillantez original en su recta final, pero no es nada raro ya, es decir, puestos a juzgar finales, tengo toda una lista de series que dejaron de ser lo que eran. Y cómo iba a ser de otra forma, si es lo que se espera, avanzar, dejar el pasado atrás. En lo que respecta a recorrido, hay que admitir que esta producción entró en la carrera superheroica un poco justa, casi en la misma estela que Smallville. Pero por continuar con esta comparación, el ascenso del pequeño Bruce Wayne a Batman ha sido mucho mejor, una mezcla entre un remake y una precuela de Batman Begins. Hay que recordar que Gotham nunca ha sido la historia del origen de Batman, sino de todo el universo que conocemos de los cómics, una exploración del pasado de los personajes, héroes y villanos, que más huella han dejado. Batman era una parte importante y a mi modo de ver David Mazouz ha hecho un trabajo más que digno reflejando esta trayectoria, pero el verdadero protagonista siempre ha sido Jim Gordon (Ben Mackenzie) y eso para mí justifica por qué la esencia de los superhéroes no ha tenido tanto peso hasta el final. Es decir, por qué las cosas fueron aumentando en rimbombancia conforme se acercaba el último episodio. Se trata de un proceso, de varios, en verdad. Es una serie que parte de la perspectiva humana, gente que quiere hacer bien su trabajo y marcharse a casa con los suyos, gente que quiere sobrevivir. Las mafias, las traiciones, los secretos, el misterio... son elementos que no tienen por qué asociarse necesariamente con los superhéroes, que son bastante universales y dan pie a que surja cualquier tipo de ente, trama y género, tanto para bien como para mal. Batman es uno de los pocos superhéroes que no cuenta con un origen extraordinario ni desarrolla superpoderes de ninguna forma. Lo que más atrae de él es su anonimato como caballero oscuro que lucha contra la injusticia y además reparte un poco de venganza mientras de día se presenta como una figura pública, sociable, adinerada y hasta entretenida. Hay quien diría que Bruce no tiene nada que envidiar a Batman, pero Batman tal vez sí un poco a Bruce. Después de todo, Bruce acaba siendo más admirado que el propio caballero, algo bastante irónico cuando en la mayoría de los casos es justo al revés, el alter ego heroico gana por goleada al pringado de turno. Pero Bruce no encaja en ese perfil. De hecho, Bruce parece ser la identidad secreta en este caso. A lo que voy es a que si había una forma muy acertada de contar esta historia de transformación, partir de lo más mundano lo era. Mostrarnos por qué Bruce merece la pena por encima de Batman y por qué uno no puede desligarse del otro en el fondo, darle profundidad psicológica a su desarrollo, así como al resto de los personajes. Mostrar hasta qué extremos pueden llegar personas normales cuando se encuentran con situaciones inesperadas que sacan lo mejor o lo peor de sí mismos. Y dado que este siempre ha sido un cómic muy bizarro por la clase de villanos y la atmósfera tan lunática que presenta la ciudad en sí (basta con repasar tooooodas y cada una de las adaptaciones), el extremo iba a ser muy grande. Así que en cierto modo era gratificante ir encontrando cada temporada una dosis más alta de anormalidad: de luchar contra mafias pasamos a familias con delirios sobre legados históricos y venganzas; de ahí a un científico loco obsesionado con crear los monstruos más geniales jamás vistos, para después toparse de bruces (CHISTACO) con una Liga de Asesinos ancestral (la primera piedra de la conversión) y, por último, un terrorista con debilidad por el espectáculo y el dramatismo y un ex soldado motivado por la justicia y la venganza, justo de donde también nace el Hombre Murciélago. Y esperad, que me dejo las segundas tramas de las midseasons, cada una más rara que la anterior. Sin embargo, como he dicho, el proceso de transformación del superhéroe va en este caso en paralelo con el de su mentor y amigo Gordon, una elección también acertada, ya que él, un simple humano, es quien acaba lidiando con los grandes problemas mientras el niño aprende a ser un hombre. Y aquí viene el segundo proceso: el paso de la inocencia a la realidad. El cambio de un hombre con la moralidad sobre las nubes y un sentido del deber y el honor aún más altos a otro pecador más en esta ciudad del pecado, tras descubrir que a veces la única forma de sobrevivir y hacer el bien en un mundo oscuro es integrarse en la oscuridad. Lo suyo tiene mérito porque logra hacerlo sin negar sus principios, cosa que lo aleja bastante del lado villano. No solo por temática, sino también por la forma, como digo, humana de afrontar el proceso, más todas las alusiones a través de los personajes que han ido apareciendo, me parece que Gotham engancha con la trilogía de Nolan, lo cual a mis ojos la hace bastante digna (me ha encantado que haya conservado eso). En lo que se refiere al último episodio, fue la última firma de un equipo que quería presentarnos cómo podrían haber sido las cosas de haber empezado el relato desde lo conocido. No es como yo hubiera cerrado esta historia, ya que estando inmersos en los orígenes me hubiera parecido más apoteósico una última batalla de toda la ciudad contra el villano de turno (justo lo que sucedía en el episodio anterior) y luego un epílogo que nos presentase por fin al adolescente como adulto con el traje tan famoso vigilando la ciudad desde una azotea. Pero tampoco me pareció un mal cierre; de hecho hasta se hizo entretenido, sobre todo por tener la oportunidad de ver a esta gente que había cambiado drásticamente en su última versión mientras seguía el misterio de ver al Bruce crecido. No hizo falta preguntarse: "¿Y cómo serían este Pingüino y este Enigma a imagen y semejanza de los cómics?" Nos lo regalaron. Y no hay que olvidar quiénes estuvieron detrás de la idea: Ben Mackenzie y Erin Richards, una actriz por la que nunca aposté que sobreviviera hasta el final, la verdad. Lo más bonito de ese último episodio fue el homenaje: a la serie, al universo, a los compañeros... No es un guion al que le viese muchas lagunas, honestamente, aunque la temporada acabó dejando de lado algunas tramas sin más. Shadowhunters: la aventura que superó a la película pero aun así se quedó a medias Ay, mis cazadores... Cuánta pena me dio este final. No por cómo acabó, sino por todo lo que aún podía ofrecer. Pero quién detiene a un grupo de productores que ya ha perdido la oportunidad con Netflix. El mundo literario de Cazadores de sombras es muy rico, tan rico como para dar lugar a una saga spin off, a otra precuela y a saber cuánto más que se me haya escapado (por suerte a Santa Wikipedia no: una sexalogía -lol, no penséis mal-, cuatro trilogías no completadas y siete solteronas de oro, lo que suma un total de... ¡VEINTITRÉS novelas!). La envergadura de esta creación se conoce que no tiene límites y su autora merece un premio por haber sabido explotarla sin que caiga en decadencia con los años. Un premio del que por desgracia no puede presumir ninguna de sus dos adaptaciones. Son muchos los fans aférrimos que prefieren olvidarse del fiasco cinematográfico a pesar de contar con caras tan geniales como las de Lily Collins, Jamie Campbell Bower (habrá quien me discuta), Robert Sheehan, Lena Headey, Jared Harris, Aidan Turner o Jonathan Rhys Meyers. Y una vez vista la serie se entiende por qué: la película apenas abarca un 20% de lo que es la historia global, no digamos el mundo. Por ende hemos de estar agradecidos por haber podido verla desarrollarse un poco más en la pequeña pantalla. Aun así, si bien el comienzo sufrió la inevitable comparación con el filme y la segunda temporada se desarrolló de manera notoriamente interesante, la apresurada cancelación cuando apenas había finalizado el ecuador de la tercera temporada condujo inevitablemente a un apresurado final a lo Juego de tronos. Un momento, ¿seguro? Uno piensa que salvando las distancias entre la fecha de la cancelación y la del estreno habría habido tiempo más que suficiente para otorgar un final cerrado. Y cerrado ha sido, desde luego. Pero un tanto forzado en un último capítulo que, haciendo honor a su nombre, ha estado cargado de clímax, apoyándose en la clásica partición en dos que ya se empezaba a echar de menos. ¿Cosas que valoro? Lo mucho que he podido aprender del mundo de Cassandra Clare, aun sabiendo que la serie también ha omitido bastante (y eso, amigos, es lo que me hace llorar, ya que mi persona no encuentra el valor ni el tiempo para dedicarse a leer veintitrés novelones y debo recurrir a las webs de fans o a Santa Wiki para autoresponder a mis preguntas); conocer personajes fascinantes como Maya y Jordan, Raphael, las familias Lightwood y Herondale, el reino de las hadas (seelies para los cazadores, oh yeah), la relación auténtica entre el Submundo, sus parientes los demonios y los cazadores, a Jonathan aka Sebastian, a la cantante Ruelle (que me tiene fascinada con su música, por cierto)... Y, lo más importante en este mes del Orgullo en que nos encontramos, conocer a mi pareja homosexual favorita, la historia de amor que no sabía que necesitaba y que me provoca una cara de meme idiota cada vez que la veo: Malec (*estallan fuegos artificiales*) Todos elementos nacidos en los libros. Por eso me parece un ultraje tener que decirle adiós cuando apenas ha dado de sí. Esta es una saga que no necesita cambiarse para venderse, porque basta con ver el worldbuilding para darse cuenta de que aquí hay todo un legado heredado de otros perfecto para cautivar solo siendo amante de lo fantástico, de los mitos, las leyendas, los monstruos clásicos, las aventuras... No había necesidad de inventarse nada: tiene salseo más que suficiente para llenar más temporadas que Anatomía de Grey. Pero la fantasía implica efectos especiales y los efectos cuestan pasta, y los fans pirateamos mucho... En fin. Aunque la trama de esta tercera temporada en general ha sido más floja que las anteriores, la emoción ha prevalecido hasta el final, con sus risas y sus llantos, su ternura y su agresividad. El interés seguía ahí, nunca se fue, claro que tampoco era difícil por lo que he mencionado antes y porque sentíamos la garra oprimida del productor ejecutivo con ganas de ir a otra cosa mariposa entorno a nuestro cuello. Todo me cuadraba muy bien..., hasta llegar a la parte en la que Clary pierde sus poderes y su memoria por haberse pasado de la raya usando su gran don y desafiar con ello a los ángeles. Sin embargo, parece que en su última escena se acuerda. Esta clase de "cliffhanger" (entre comillas porque era muy predecible) es lo que me hace preguntarme si este final ya estaba pactado de antemano o se vio afectado por la "sorprendente" cancelación. Daos cuenta de que en solo dos secuencias hay un conflicto nuevo y su resolución. Y luego la gente se quejará de D y D... The Big Bang Theory: su título lo dice todo Y hablando de longevidad... una serie con guion original llegó más lejos que la que tenía todo un universo servido en lonchas, vaya si no hay ironías en la vida. El último de los finales es, para mí, el más emotivo de todos, el mejor elaborado, el ideal. Reconozco no haber seguido ninguna sitcom de forma continua, es decir, sin saltarme temporadas o capítulos. Esta no ha sido una excepción ni mucho menos, pero una seguridad que te da este género es que siempre lo vas a encontrar fresco lo retomes donde lo retomes, y en The Big Bang los chistes pueden haber ido oscilando entre el más y el menos pero lo que es seguro es que tenía material para rato, al igual que Los Simpson. ¿Por qué? ¡Porque nunca hay tiempo suficiente para ser o dejar de ser friki! Vamos, seamos sinceros, el mundo no se para cuando se estrena Vengadores. Endgame porque sabemos que en diciembre vamos a tener la conclusión de Star Wars, y el año que viene Disney Plus, más el live action de Mulán, más el regreso de Sherlock Holmes, y el siguiente la tercera entrega de Animales fantásticos... Siempre vamos a tener algo que admirar o temer, y la belleza de esta comedia radica en que esa sensación de actualización friki era completamente natural, y al mismo tiempo sucedían cosas en la vida de estos personajes que empezaron siendo cuatro amigos perdedores con una vecina encantadora. ¿Y ahora? La mayoría casados, esperando hijos y siendo triunfadores en sus respectivos campos científicos. Vaya cambio, vaya evolución. Estos sí que lo han dado todo. Hay series que se quedan muy cortas en su cierre y series que saben cerrar por la puerta grande a pesar de todas las posibilidades que aún ofrecen. Aunque, como apuntaba, Big Bang podría haber seguido sin problema, me ha encantado que haya acabado ahora como ha acabado. Creo que es de las pocas series de este año que ha tomado una sabia decisión y, como consecuencia, tenemos una que ha logrado dejar impronta en todo el mundo. Además, por partida doble, ya que la misma semana, un día antes o un día después, Young Sheldon emitía un episodio especial con una escena culminante tan significativa como esta. ¿Cómo no llenarse de buchabú? ¡La conexión perfecta y ni siquiera fue un crossover! Así, este se convierte en el mejor modelo del título de este post, porque es bueno, empezó bueno y acabó bueno, pero acabó. ¿Y por qué digo que su título lo dice todo? La intro de la serie lo cuenta: "Todo empezó con el Big Bang". Se habla de evolución, la evolución del planeta, de la galaxia, del universo, una teoría explorada en el ámbito científico, al que pertenecen nuestros protagonistas. Los humanos evolucionan del simio, cuentan, y la querida Penny siempre ha arrastrado la película de serie B que filmó con Will Wheaton, Simio en serie. La ficción también trata la evolución cultural a través de las referencias frikis que tanto nos enorgullecen. Y, como historia que es, el propio guion evoluciona. Todo es evolución, y hay una teoría que pesa sobre la vida de Sheldon: la de cuerdas. Así que ¿cuál es la gran teoría de la vida? ¿Cuál es el gran impacto? Todo. Espero que no exploten vuestros cerebros con esta conclusión, jeje. Y he aquí un recopilatorio de algunos de mis momentos favoritos que he rescatado del Yutuve. De manera que, una vez realizado este repaso, ¿de qué sirve llorar? ¿No os dais cuenta de todo lo que he contado implícitamente? Siempre vamos a tener expansiones de mundos, siempre llegarán nuevas historias para llenar el agujero que estos finales nos dejan. Spin offs, precuelas, secuelas, remakes, reboots, fanfics... Como decía José Mota, "las gallinas que entran por las que salen". Cuando algo marca, marca para siempre. Así que mejor dejamos a Nelly Furtado en un rincón y volvemos a La historia interminable, ¿os parece?
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