Post de Naiara Salinas Diciembre, 2017 Exactamente treinta y tres días después de acabar esta espléndida serie, me vengo a sentar a esta orilla a pensar en la vida, en el tiempo y en si he entendido algo de lo que me han contado en tres temporadas. Lo del tres es cosa importante en esta historia, ¿verdad? ¿Que de qué hablo? Pues de la producción más oscura de Netflix, claro. ¿Quieres que te la presente? Venga, seguro que ya hemos mantenido esta conversación, ¿no? Solo que tú no lo sabes. ¿Que por qué yo sí? Te contaré un secreto, amigo lector: vengo del futuro. En mi tiempo todo el mundo ya se ha visto esta serie; ¿tú no la has empezado acaso? Descuida. Creo que fliparás con la experiencia. Pero acepta un consejo: si crees que el apocalipsis de 2020 es una mentira, prepárate, querido/a/e. Prepárate. Empecemos por el principio... ¿o el final? Las desapariciones no son algo anormal. Cierto es que tampoco presentes todos los días, pero estamos acostumbrados a que desaparezca gente. A lo que no estamos acostumbrados, y menos en la ciudad de Winden, es a que estos se cuelen por un agujero negro o portal interdimensional y acaben en un búnker adaptado a todas las épocas o en otro tiempo. Claro que de esto no se enteran hasta más tarde. Lo importante ahora para Jonas, el primer personaje con el que tomamos contacto, es intentar volver a su vida en el instituto y superar el trauma que le ha dejado el suicidio de su padre. Aunque volver de un duelo nunca fue tarea sencilla, para Jonas sin duda empezará una temporada de cambios que lo conducirán a un viaje de dudoso retorno. Y es que cuando el pequeño Mikkel, quien además es el hermano de su interés amoroso, Martha, sea el siguiente en desaparecer... las preguntas serán una constante hasta ir poco a poco desentrañando las respuestas. Alemania: la tierra de los cuentos oscuros Como habréis podido adivinar, voy a estar jugando con ese adjetivo todo el tiempo (y, ya de paso, con el propio tiempo). Pero es que jamás un título de nada fue tan literal. Mejor acuñado, desde luego, que La historia interminable, cuyo volumen tiene un final. Sin embargo, la ficción protagonista de este post no proviene de ningún material literario y, aun así, contiene muchos elementos del folklore del que nos empapamos a través de las historias de los Grimm, cuyos bosques con cuevas ya presagiaban los males y los maleficios que se ocultaban en ellos. Nunca han sido un lugar donde alguien con una capucha deba adentrarse solo, pero en Alemania menos aún. Por tanto, me decanto por empezar mi crítica comentando el valor del espacio, que, desde un punto de vista cultural, ofrece posibilidades amplias de juego. Su situación tan céntrica en el continente junto con las influencias de los vecinos, especialmente nórdicas, anglosajonas y rusas, causan que sea un país con bastante poder de absorción (que no apropiamiento cultural, ojito). Pero no se queda en lo cultural, sino que la geografía en sí, la parte física, es otro rasgo clave que favorece el escenario perfecto de un thriller, que es como empieza mostrándose este relato. Así, tenemos la niebla, el frío y la lluvia que caracterizan a estas naciones, más una abundante vegetación con páramos helados y energía nuclear. La atmósfera es algo tétrica desde el comienzo, pero por si acaso el maestro de orquesta nos deja un leitmotiv compuesto por nada más que un par de notas que aparecen siempre para darte el chivatazo, por si tu sexto sentido no lo había captado ya, de que algo alucinante y espeluznante está por suceder. Esa banda sonora es la manifestación del tiempo en la serie (y por eso la melodía lleva, de hecho, el nombre que lleva). Así, el estilo se acopla a la escenografía natural y llega a nuestros sentidos a través de un ritmo contemplativo, que deja que el ambiente cale en nosotros lo bastante como para transmitirnos el mal rollito del misterio y al mismo tiempo nos permita fijarnos en los detalles que nos van a ayudar a entender lo que sucede. Es una serie óptima para los planos detalle, sin duda (en su justo equilibrio). Sin prisa, pero sin pausa: que todo cuaje. Es una táctica que los guionistas y directores se apañan para mantener en las tres temporadas con éxito absoluto. ¿Podría haber sido igual de ambientarse en otra zona? Dudo mucho que hubiese generado el mismo efecto y hubiese podido jugar con las mismas referencias. Alemania tiene un peso importante aquí. La forma, el aprovechamiento del paisaje y el tono germánicos, no obstante, no es la única genialidad de esta ficción, faltaría más. El valor de los símbolos: ciencia y filosofía vs religión. Lectura de un destino Cuando mi compi Mariaje y yo estuvimos reflexionando sobre cómo abordar esta crítica-análisis que hemos acabado dividiendo en dos entregas, nos dimos cuenta de que podía ser muy complicado, sin rozar el bloganálisis especializado, abarcar la totalidad de simbolismos que aparecen en esta serie y que seguro que ya han sido citados o expuestos por muchos más analíticos antes de llegar nosotras. Pero también sabíamos que no podríamos eludirlos sin más, ya que su presencia en la trama es tan fuerte que no hay momento en que no aparezca una cita bíblica o filosófica, por ejemplo, usadas no solo como pistas del significado de todo un enredo, sino también como hilo de Ariadna en medio de este laberinto de líneas temporales que se entrecruzan y generan el bucle definitivo, el cual deja el Día de la Marmota de Bill Murray a la altura del betún. Oh, sí, el hilo de Ariadna también aparece de forma literal. Intriga la manera en la que los guionistas se las han ingeniado para aunar todos estos elementos en un guion tan sólido que no deja pie sin cabeza, porque nada sucede al azar en esta serie, como tampoco nadie es un mero secundario. Uno de los puntos de mayor interés para nosotras con respecto a Dark ha sido la cantidad de lecturas que tiene, tan bien conectadas de tal forma que no cabe una sola interpretación, sino todas. Es una serie occidental que puede empezar como Stranger Things (comparación que, una vez empiezas el visionado, te percatas de que es muy superficial y nada más que motivada por la desaparición de unos críos y un salto temporal a los 80), pero su profundidad y nivel de desarrollo se equiparan a Perdidos (aunque con mejor final). Por tanto, sí, está pensada para dejarte con más preguntas que respuestas, pero cuando las segundas llegan, te dejan muy loco/a/e. Con una cabecera bastante elocuente, tanto por su diseño como por su tema principal, la serie ya nos adelanta que jamás obtendremos un único punto de vista y que en esta guerra temporal existen dos bandos tanto paralelos como opuestos: la luz y la oscuridad (tema universal de aproximadamente el 99,99999999% de toda la producción cultural). Hay mucha reminiscencia religiosa en ese número tres que comentaba, en los nombres de los personajes (Adam, Jonas, Noah, Eve, Martha...) y los roles que estos ejercen en la trama; aunque paradójicamente los filósofos y científicos alemanes como Schopenhauer y Einstein son aludidos constantemente... Y así, una y otra vez, porque esa es la gracia, volver sobre la misma idea, el mismo tema, desde distintos ángulos hasta obtener el cuadro completo, empezando siempre por lo más sencillo como cebo para el espectador de turno, no sea que se líe parda. El tik tak avanza mientras tanto y hay un destino fatal que evitar a toda costa... En el fondo, el uso de tantos símbolos nos conduce al planteamiento general de la serie: ¿estamos condenados a repetir lo mismo? ¿Podremos salir de este bucle? ¿Qué es lo que debemos sacrificar? ¿Se puede eludir el destino o acabaremos como los héroes clásicos? Hasta el final, no solo la pregunta genera tensión e inquietud, sino que también dispara una serie de mecanismos de autodefensa ante la exasperación de la verdad oculta. De esta forma, se nos vende un argumento tanto aventurero como trágico, tanto dispar como bien centrado y/o cuadriculado. En cada temporada entra en juego un nuevo elemento que contribuye a fortalecer el rompecabezas, sí, pero también a resolverlo. Así que todo lo que puedo aconsejar es: paciencia. Conclusión
Dark es uno de los mayores regalos que hemos tenido en los tres últimos años en cuanto a narrativa de ficción audiovisual televisiva: profunda, inteligente, curiosa y adictiva (esto último, además, como consecuencia de todo lo anterior). Sabe aprovechar sus puntos fuertes, lo cual conlleva una gozada de experiencia. Su forma de jugar con las referencias, desde la cultura pop hasta lo más científico, académico o clásico, para dar respuesta a sus grandes misterios y mantener la atención bastante bien dirigida del espectador causan que merezca mucho la pena adentrarse en su cueva, en la que caminarás a ciegas hasta llegar a la luz. Los personajes se enriquecen con todos estos elementos y una moralidad que se pone a prueba durante todos los episodios, en los que demuestran a dónde están dispuestos a llegar para encontrar una solución. En este punto he de realizar un pequeño inciso acerca de su importancia, ya que es en ellos en quienes recae principalmente la tarea de mantener nuestros sentidos a flote mientras todo lo que sucede a su alrededor nos confunde más y más. Los personajes vienen a ser nuestro eco, nuestra voz que ansía respuestas y, dado que ya he mencionado que no hay secundarios a secas, una de las lecturas que interpretamos es que todos contribuimos en mayor o menor medida al destino de la humanidad (como diría Tony Stark: "Estamos conectados"). Dentro de este reparto tan novedoso como sorprendente, los jóvenes protagonistas en concreto son todo un descubrimiento, el reflejo de la desesperación, la impotencia y, poco a poco, la resignación. Hay muchísimo que se podría comentar también de cómo se trata la psique en este guion y de cómo a todas las personalidades se les da más de un giro de 90º, pero eso ya me llevaría definitivamente a abandonar la parte crítica y adentrarme en el fascinante mundo de los bloganálisis, parte de la que se encarga mi Mariaje. Así que voy a dejarlo aquí, no sea que acabe perdiéndote en otro entramado de palabras. Mucho más sencillo de entender si también se experimenta, así que... ya sabes, amigo lector del pasado (*guiño*). Y como diría un colega que también sabe de viajes a través del tiempo: "Volveremos".
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