Post de Naiara Salinas Se habla de carrera para muchas cosas: para los estudios, para las profesiones, para los premios... El universo nunca se detiene y el tiempo parece que no corre, sino vuela. En una época en la que el consumismo es cada vez más voraz, creadores y consumidores acceden a los productos con más impaciencia y superficialidad, sin permitirse a veces disfrutar del trayecto, sin recordar que una carrera se compone de varias fases y que es tan importante la velocidad como la resistencia. El DCEU concebido hace una década ha estado inmerso en una carrera de fondo agónica (con sus intersecciones afortunadas) que atraviesa por fin su última fase. The Flash es la película que, en términos tanto de cronología como de guion, marca ese acelerón esperanzador nada más atisbar la meta, el subidón de adrenalina que te da ser consciente de estar en la última etapa, un esfuerzo final antes de reiniciar y dar por zanjado este accidentado camino lleno de cuestas, tropiezos y buenas vistas (para colmo, no solo a grandes rasgos, sino también en cuanto al propio viaje que ha atravesado el filme, que parecía que nunca iba a salir). Resulta hasta poético, ¿no creéis? Esta metáfora para referirme al superhéroe más rápido de DC me parecía ideal por más de un factor en relación con las expectativas y el resultado obtenido. No necesariamente es el gran momento para empezar a replantearse el próximo curso de acciones porque lo importante aquí es cruzar la meta y pensar mucho nos puede distraer de ese objetivo. Como bloguera que ha estado muy inmersa en cada polémica en torno a esta producción, no puedo sino gritar a todo pulmón: «¡Corre, Flash, corre!» Fase uno: puesta en acción Como he abierto el melón, antes de meterme en materia voy a profundizar en su historial: cambio de guionistas, cambio de directores, cambio de productores ejecutivos, retrasos, reshoots... Con tantas idas y venidas, parecía que la película estaba sufriendo un flashpoint interno y que Ezra Miller era un velocista de verdad que la estaba liando parda al viajar por el tiempo... del rodaje. Sabiendo eso, para mí el éxito de este largometraje no radica en su taquilla (bueno, también), sino en el hecho de que esté en taquilla, de que haya entrado en la carrera. Puede que de cara al público general este sea el único objetivo, porque hasta ahora parecía que su gran obstáculo era estrenarse, no captar a los fans, pero Flash había quedado como una gran cuenta pendiente dentro del Snyderverse. Tras convertirse en el personaje con más cameos a lo largo de las series y películas de DC, contando incluso con una participación en el desprestigiado Arrowverse, lo justo era situarlo al fin bajo el foco, dejarle el protagonismo y aprovechar su trama para realizar un barrido completo y despedir a la Liga de la Justicia original. La excusa era muy buena, tanto, que quizá por eso han peleado tanto por sacarla adelante, porque si no era el flashpoint, ¿qué? Ni siquiera Aquaman 2, que se supone que es el punto final (el cruce de meta, por seguir con la metáfora), va a aportar tanto a la causa. Para muchos todo lo que es a.J.G. (antes de James Gunn) ha perdido sentido y no es más que migas para los snydictos, con lo que ¿por qué hacerle caso? En ese sentido, esta película ha tenido la mala fortuna de estrenarse en periodo de transición tratando de jugar un rol relevante que ya nadie es capaz de reconocer. Eso repercute en el tiempo de reacción del filme. Este, en física, es el que hay entre la llegada de un estímulo y la ejecución de la respuesta motriz. El argentino Andy Muschietti cogía hace unos años las riendas de un proyecto desbocado parar tratar de domarlo y que respondiera al pistoletazo de salida. Y su arranque es bueno, muy bueno. Cierto es que The Flash se permite muy poco descanso, es muy nerviosa, pero algo en lo que nadie puede negar que cumple es en el trato a su protagonista. La filosofía de Muschietti se resume en «Barry lo primero» y, si no hay nada garantizado, por lo menos que se disfrute un poco (aviso: me voy a centrar sobre todo en la parte narrativa, porque de la técnica... poco hay que salvar; ahí creo que estamos todos de acuerdo). Así, el primer acto es una introducción estimulante y sentimental. La película se aborda desde la esperanza, la duda y la impaciencia del personaje por arreglar su trauma infantil. Él ya sabe que puede viajar en el tiempo porque lo ha hecho antes. Es un Barry intentando reconstruir a su familia desde el pasado, vive en un bucle. Fase dos: aceleración Tanto la dedicación de Ezra Miller como la de Maribel Verdú (que ocupa el eje central de la trama) en sus respectivos roles es notable y el lazo entre ambos proporciona la conexión emocional que busca el espectador. Muschietti, valga el chiste, no pierde la dirección al respecto, lo que es de alabar teniendo en cuenta la complejidad del asunto (aunque estamos tan acostumbrados ya a las ramificaciones del multiverso en el continuo espacio-tiempo que ni los espaguetis nos hacen falta para entenderlo). El desarrollo de este Flash que ha pasado por tantas manos es icónico, ante la singularidad de ver interactuar a dos versiones opuestas, una fruto del sufrimiento y otra, del amor y la sencillez, sin que ninguna pierda su carisma particular. Esta interacción brinda los momentos más divertidos (y aquí aplaudo a nuestro actor de doblaje, Masumi Mutsuda, por el currazo a la hora de transmitir este caos enérgico y separar divinamente ambas personalidades). Más allá de los Allen, sin embargo, la cosa queda algo atropellada o inconclusa, lo cual puede generar confusión no solo en el fan dcista, sino (sobre todo) en el espectador común. En otras palabras: cuando nos desligamos un poco del hilo argumental, el filme da la impresión de ser un peluche viejo con parches por aquí y por allá de distintos colores, o un río con afluentes no señalados en el mapa. Es más, parece que han intentado camuflar ese detalle, pero es evidente que no lo han logrado. Por tanto, donde debería ser un cierre en regla, se abren caminos que posiblemente queden inexplorados, lo cual genera lagunas en un guion que es sólido y coherente en lo interno (lo más importante), pero no así en lo externo, ya que su promesa de continuidad, cuando ya sabemos lo del reinicio del DCEU, resulta muy floja y casi un mal chiste. Fase tres: velocidad máxima ¿Dónde quedan Michael Keaton y Sasha Calle, entonces? Tanto el regreso del primero como la presentación de la segunda son muy buenos, pero en este punto guion y montaje van muy acelerados y se comen a Supergirl, cuya presencia es magnética, muy en la línea de la nobleza de Henry Cavill, pero cuenta con tan escaso desarrollo que dan ganas de pedir un spin off (cosa que igual es demasiado a estas alturas). Keaton, por su parte, juega con la ventaja de ser un Batman integrado en la cultura popular desde hace tiempo y es la excusa perfecta para que Muschietti se recree en la nostalgia y juegue con los elementos oscuros en torno al personaje (lo suyo, friendly reminder, es el terror). Al margen del tiempo dedicado a cada uno, con ellos el segundo acto va progresivamente hacia arriba, anticipando lo que podría ser un gran clímax... Fase cuatro: resistencia a la velocidad
La resistencia a la velocidad es lo último que sucede en una carrera, cuando una vez que has pillado el ritmo debes mantenerlo el mayor tiempo posible. No me parece que The Flash tenga problemas de ritmo (ni de tono), pero el desglose de acción tampoco parece ser lo suyo y seguramente el canal de Agujeros de Guion tenga unas cuantas cosas que decir del tercer acto, que en comparación con los anteriores descuida todo lo que no sea Barry. El clímax es el peluche con parches definitivo, desde la batalla hasta el final. He visto opiniones muy dispares al respecto y es una pena que detrás de las cámaras tampoco exista una decisión unánime sobre lo que mantener y no. Este final es una dispersión de acción con doble antagonismo que se queda a medias. Lo que hasta ahora había ido bien se marca algún tropiezo, pero la marca prevalece y a los seguidores de toda la vida les gustarán los guiños. Barry culmina su viaje con emoción y los que se aferran aún al Snyderverse apreciarán el cariño, aunque todo vaya sonando a despedida, una, además, firmada por diferentes integrantes (porque lamento señalar que el estudio ha intervenido notoriamente, lo que para mí es un error garrafal). La escena final, por cierto, es marca Gunn del todo. CONCLUSIÓN: si estos fueran otros tiempos y DC estuviera mejor posicionada esta película no hubiese sufrido tanto como lo está haciendo. Puede gustar más o menos, pero tiene ingredientes más que suficientes para que la experiencia sea entretenida, a pesar de ese CGI deplorable que, sea decisión creativa o no, merece una revisión de cero. Es una película que por sí sola funciona correcta, pero como parte del DCEU y, más en concreto, el Snyderverse, es otra promesa incumplida, una campeona que se marca un sprint desesperado, casi jadeando de lo que le ha costado, sin darse cuenta de que el público general ha perdido el interés en su avance, por unas causas u otras (la más grave: la mala organización, que es la que define el lugar que ocupa en el entramado de DC). Aunque me atrevo a alegar que no solo ocurre (y ocurrirá) con los productos DC: podría detenerme a reflexionar sobre el agotamiento que se percibe en torno a los superhéroes (con excepciones muy aplaudidas en ambas casas, ojo), pero eso me llevaría a un trabajo de fin de grado. El germen puede que se encuentre en la confusión respecto al target. ¿A quién quieren agradar? Porque da la impresión de que, en lugar de ser abiertas, las películas cada vez se concentran en nichos más especializados. No contar con los espectadores que no devoran cómics, series o que no llevan siguiendo tanto tiempo el cine de superhéroes a la larga es un error y por eso quizá los easter-eggs ya no supongan la apuesta segura (ni los trailers detallados, ya de paso). Dejo eso como reflexión y zanjo con que aunque el Flash de Muschietti no sea perfecto, tampoco es un desastre como parecía y desde luego se merece una oportunidad. Por eso la premio con un 7. Lo mejor: la primera secuencia, el equilibrio entre humor, acción y drama, la interacción entre los Barrys, la química entre los Allen, el casting de Sasha, los guiños de Keaton, el manejo de los poderes y el desarrollo del Barry protagonista. Lo peor: el CGI, el desaprovechamiento de los antagonistas y de Iris (mucha insinuación, poco desarrollo), la ausencia de ciertos cameos (ejem), algún diálogo muy pobre, la escena post-créditos (muy sin más, no aporta nada) y que se queden cuestiones abiertas esperando que se concluyan en un futuro que puede que no llegue y, por tanto, frustre a los fans.
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Agosto 2023
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