Post de Naiara Salinas A veces una improvisa los planes, como hoy. Es Santa Cecilia, patrona de la música, y en este blog la adoramos tanto y le concedemos tanta importancia... que si en el festival de San Sebastián nos encontramos con el lazo que supuso la música para dos personas a través de The song of names, he retornado a François Girard para seguir explorando esta vía "filomusical" con El violín rojo. El violín rojo nos lleva al viaje por trescientos años de un instrumento singular que estaría considerado como el más perfecto por sus cualidades, incluyendo el característico barniz rojo que lo destaca a simple vista. Durante ese tiempo, el violín se convierte en un nómada que pasa de mano en mano, de país en país, alrededor del cual se desarrollan historias de todo tipo. Después de quedarse en China una buena década, el violín llega a Canadá, donde un coleccionista que está preparando una subasta lo reconoce. Lo mejor que hace un mes comentamos mi compañera Mariaje y yo con respecto a La canción de los nombres olvidados vuelve a apreciarse en esta película que está tan llena de matices que sería extraño no captarlos, empezando por el valor del violín para cada dueño por el que pasa, que va más allá de su grandeza musical, ya que cada tramo del viaje está marcado cultural e históricamente por determinados acontecimientos que hacen imposible desligar unos factores de otros (el mejor ejemplo es la temporada en China, sumergida en la Guerra Fría, donde los comunistas pretenden despojarse de toda herencia capitalista u occidental). Sea por su origen, por el vínculo entre músico e instrumento o por lo que acontece alrededor, el violín se convierte en un símbolo. Y una de las genialidades del filme es que incide mucho en esta idea reflejándola tanto en el guion como en el montaje, que a su vez nos muestra la trascendencia musical que genera su mero uso. La estructura de la película viene marcada por esa conexión entre las partes. De esta forma, el fabricante que acaba de perder un hijo para quien había creado ese violín y con quien se convertiría en otro Mozart, lo dona a la Iglesia y este acaba en manos de un niño que resulta ser un genio musical destinado a ser un gran violinista..., pero cuando el destino se lo impida, el siguiente amo del instrumento será alguien que ya ha tocado esa grandeza. Tres personajes distintos que, debido al orden y las circunstancias en las que aparecen, casi son el mismo. Aparte de eso, está la figura de la adivina que le lee las cartas a la esposa del fabricante, una lectura que se va revelando mediante intercalaciones a lo largo del viaje espacio-temporal del violín y une el pasado con el futuro en lo que bien podría considerarse un círculo vicioso. Y es que hasta la historia del violín tiene su percal, porque no se puede desligar de esta mujer, y en el último acto se revela por qué. Quizá al llegar a este punto surja el mayor símbolo de todos y la gran reflexión en la que Girard acaba dejando al espectador, pues para hablar de perfección musical habría que preguntarse primero qué es, ¿no? La música es la expresión del alma humana más profunda. Se nos puede acusar de imperfectos, pero cuando un instrumento se convierte en canalizador de esa pureza, de ese amor con el que fue creado, todo en él producirá un sonido sincero, con la energía que solo puede traer la ira y y el temblor que deja la melancolía. A su vez, hay presente un punto de locura, de obsesión paranoica, que se aprecia cuando la cámara se coloca delante de los músicos y la realidad se mueve delirantemente mientras tocan (el clásico "plano delirio" usado en momentos de fiebre o colocón). No obstante, eso no es lo único interesante que nos deja la estructura, y es que varias veces Girard recurre a la misma escena (la subasta) desde distintos puntos de vista (planos incluidos) que van enriqueciendo el relato y de paso conectando a los diferentes personajes y sus historias. Se responde a los dos grandes misterios (por qué ese violín es único y qué es lo que sucede al final) poco a poco. No puedo acabar esta reseña sin una mención a la banda sonora, naturalmente, ganadora del Oscar en 1998. Además, la película está inspirada en un violín real, el stradivarius Red Mendelssohn, que acabó en manos de Elizabeth Pitcairn después de que su padre lo adquiriera justamente en una subasta en Londres, y con el que la solista suele interpretar en sus conciertos la Chacona para el violín rojo, compuesta exclusivamente para el largometraje por John Corigliano. Los paralelismos alcanzan también la realización del filme. En resumen: un relato humano donde el violín es el protagonista por entero y que, en cierta medida, podría considerarse la precuela de La canción de los nombres olvidados, donde el instrumento también tiene presencia y es importante para contar la historia. François Girard nos sumerge nuevamente en la música a través de una prosa que recuerda un poco a El perfume y que viene cargada de expresividad y de mensajes, como la importancia de un simple objeto en virtud del significado que le atribuimos y lo que se está dispuesto a sacrificar por él, más, como comentaba en la introducción, el lazo que se forja entre la gente a través de la música (otro dato curioso, pues tal vez merezca la pena buscar la versión original solo por eso: la película se rodó en diferentes partes según el país y el idioma, que se procuró respetar. Así, está contada en cinco: alemán, inglés, italiano, francés y chino mandarín). Maravillosa y perfecta para este día. Dejo aquí un fragmento con una leyenda gitana sobre cómo se fabricó el primer violín que me ha recordado esta cinta. Ficha técnica El violín rojo (The Red Violin) Drama, romance, thriller 1998, Canadá Director: François Girard Reparto: Samuel L. Jackson, Jason Flemyng, Greta Scacchi y Christoph Koncz Puntuación: 10/10
0 Comentarios
Post de Naiara Salinas Octubre suele un mes con enorme actividad en lo que se refiere a estrenos, pues hay quien diría que es cuando se inaugura la nueva temporada de forma oficial, siendo septiembre ese limbo donde aún nos estamos despidiendo de los estrenos veraniegos y, a través de los numerosos festivales, accediendo al catálogo de otoño-invierno. Dicho y hecho, tengo la impresión de que he sido más terremoto que nunca en todo el año, acudiendo cada semana al cine (a veces más de un día). Y si encima habemus fiesta... Esto es lo que ha caído: Día de lluvia en Nueva York (fecha de visualización: 15/10/2019) Si tuviera que definir mi 2019 desde un punto de vista cinéfilo, aunque todavía le quede un mes y medio, diría que ha sido novedoso. Otro año de las primeras veces, salir de mi zona de confort y atreverme con géneros y directores que jamás había visto antes en salas, por no decir en general. Si en verano me sucedió con Quentin Tarantino, este mes ha sido con el terror en general (y Stephen King en particular)..., pero también con Woody Allen. Y que conste que no es que no me guste el tipo, pero su cine... simplemente no me había dado la oportunidad a mí misma de dejar que me atrajera. Sin embargo, tras ver unas cuantas veces el tráiler de esta en salas me dije que era el momento de darle una oportunidad, motivada en buena parte por el cast, obvio, pero también porque una trama de enredos es lo que a veces sientes que es en lo que amenaza con convertirse tu vida (o tu agenda), de manera que qué menos que tomar un poco de nota. Este largometraje puede considerarse doméstico en su reflejo de la vida de sus protagonistas, sus relaciones con el entorno, historias y recuerdos que resurgen..., aunque el argumento no es para nada doméstico. Es más, es otra serie de catastróficas desdichas, un acontecimiento que empieza siendo normal y deriva casi en una bacanal para el personaje de Elle Fanning, de quien se reconoce esa cara inocente e iluminadora que acostumbra a vendernos en todo filme en el que aparece (sin ir más lejos, es Aurora 2.0, pero versión Maléfica I). También atrapa al propio guion, quien no puede evitar desarrollarse a su alrededor, cual planeta orbitando entorno al Sol. En medio de este lío de encuentros y desencuentros, está la simbólica Nueva York, que divide a las personas en dos tipos: los que se sienten a gusto en su clima atmosférico y urbano y los que no. Está la crítica al esnobismo y el ensalzamiento del arte de los bajos fondos, un eco nostálgico que pervive en la filmografía de Allen, quien trata con la gracia que puede esos episodios. El reparto joven (en concreto, Chalamet y Gómez) se acaba convirtiendo en un alegato de esa vida artística empañada por los sueños y la nostalgia, paradójicamente, mientras que los adultos son víctimas de la nueva sociedad embadurnada de críticas, filtros de Instagram y éxito que obliga a ocultar sus verdaderas caras. Al mismo tiempo, la película también quiere señalizar la dificultad de esos jóvenes en su camino hacia el futuro, sus dudas. En resumen: sin ser una película muy ambiciosa, te acaba resultando simpática y entretenida, remarcando una vez más los diálogos y la mirada woodyallenienses, su Nueva York natal. Elle Fanning es el centro, pero Timothée Chalamet, el reflejo, hasta que tenemos un relato contado desde dos puntos de vista: el nostálgico que se reencuentra con su antiguo hogar y el experimentador que lo descubre todo, para bien y para mal, por primera vez. Lo mejor: cómo el enredo se va enredando más. Cuanto más excéntrico más divertido. Tened palomitas a mano. Lo peor: no tener en mi caso con qué compararla de entre la filmografía de Allen. ¿Cómo saber si Nueva York es un símbolo agotado o es lo que enriquece las historias de este cineasta? Puntuación: 7/10 Zombieland: mata y remata (fecha de visualización: 19/10/2019) Segundas partes nunca fueron buenas, decían. Eso no se puede aplicar a las que básicamente se sirven de los mismos ingredientes para dar un paso más allá, entre las que se encuentra esta maravilla que, no contenta con activar la nostalgia ya no del director, sino de los espectadores, nos regala nuevas bromas, nuevas aventuras y nuevos momentazos con el equipo anti-zombie más gamberro y divertido del planeta. Con una trama muy actualizada, los espectadores son capaces de seguir reconociendo a sus personajes de siempre, que son incapaces de aburrir con los nuevos problemas que afrontan, entre los que se encuentra la madurez. En la primera entrega la supervivencia era todo cuanto contaba, lo cual contribuyó a vender la clásica historia de la motosierra y el gore por doquier. Aquí, en cambio, los protagonistas ya han conseguido construir una nueva vida en familia, y cuando llega la rutina y matar zombies ya es demasiado solo cabe preguntarse qué otras opciones hay en un mundo postapocalíptico. El guion nos introduce así en un viaje explorador a la par que a los personajes, apoyados por caras nuevas que le dan el último toque de siglo XXI que faltaban: pijas, chonis, hippies y/o bohemios, doppelgangers... En resumen: todo un sabor fresco con aroma del pasado que enriquece nuestro paladar y nos hace pasar una gran velada. La risa sigue ahí y ya solo por eso merece un gran aplauso. Más bonito es todo cuando percibes el cariño con el que se ha rodado este filme, tanto por parte de los técnicos, como de la dirección y el cast. Es una historia para los fans y para el equipo. Brillante escena mid-créditos, por cierto. De lo mejor. Otro homenaje. Lo mejor: los nuevos gags. Incluida cierta pequeña ironía. Lo peor: que se acabe tan rápido. Puntuación: 9/10 Mientras dure la guerra (fecha de visualización: 23/10/2019) ¡Que España no falte! La he tenido olvidada durante cuatro meses, pero hasta ahí llega mi desconsideración. Amenábar llegó en un momento de lo más oportuno, con una inestabilidad política nacional marcada por el alzamiento de la prole heredera de los valores que en esta historia se critican abiertamente. Mientras dure la guerra no solo es otro drama histórico ambientado en el periodo más oscuro de la historia española; es también la mira hacia la razón en tiempos de locura, es la búsqueda de un sentido a todo lo que ha derivado en lo que hoy conocemos, pero también la sátira hacia el sinsentido de la situación. Es un alegato contra el enfrentamiento que llega hasta el presente; de ahí que el título sea el que es y no se valga de ningún tiempo verbal en pretérito. Y es que, prendado de cierto humor (negro, si se quiere ver así), el filme quiere poner en tela de juicio las dos caras de la guerra a través de un modelo neutral: el del escritor Miguel de Unamuno, hombre de mente cambiante, adaptable al medio cual camaleón, superviviente a la ira de los falangistas pero incomprendido por unos y otros. Un personaje clave con una gran complejidad psicológica a quien Karra Elejalde pone en jaque de forma magistral presentando a un hombre de familia además de a todo un señor intelectual que se hace respetar aun no teniendo siempre la razón. Un hombre que sueña y bebe del pasado, atrapado en sus propios fantasmas, cuya debilidad va asomando tras esa máscara de seguridad que le proporcionan su oficio y su estatus social. Cuando la guerra se ve a través de los artistas, siempre es diferente, asoman distintas metáforas, las dualidades. Son la representación más humana del común denominador, la que cuestiona, justifica, comprende, se alza y se lamenta. Buena parte de la película trata sobre cómo Unamuno va atravesando estas fases que le llevan de una posición a otra. Es la realización de un hombre que, al igual que otros, creyó en algo y se equivocó. Al mismo tiempo, la neutralidad sale a la luz sumergiéndose en el otro bando, el más juzgado (y hasta condenado) actualmente. Pero esa neutralidad es solo aparente, y lo es gracias a Unamuno. Amenábar tiene muy claro lo que le molesta y no duda en colocarlo delante de la cámara y hasta reírse un pelín de ello de la forma más sutil (¿o a nadie más le pareció simpático el momento en que Unamuno discute con uno de sus amigos izquierdistas a bocajarro mientras la cámara se aleja y suena una melodía anecdótica como si el director nos contara: "España desde tiempos inmemorables"?). En resumen: valiéndose de determinadas licencias artísticas, Amenábar consigue un homenaje a este episodio y autor tan famosos, aparte de un cuadro costumbrista de la época y otra profundización en la historia de España. Un filme corto para todo lo que duró esta guerra y sus consecuencias. Lo mejor: la escena tan apoteósica con el famoso discurso del escritor en la Universidad de Salamanca, más el carácter anecdótico de ciertas partes. Lo peor: algunas licencias son cuestionables. Puntuación: 8,5/10 La familia Addams (fecha de visualización: 28/10/2019) Llega la fiesta del cine y con ella el primer estreno barato: un reencuentro con mi lado más infantil gracias a la enésima adaptación de esta popular familia que, cuando creo que no va a ser santo de mi devoción, me encandila una vez más con su excentricidad. Pero toda adaptación que se precie debe incluir al menos una novedad. ¿Cuál es la de esta? El origen. De qué forma, en busca de un hogar donde no sean perseguidos cual vampiros o brujas, Gomez y Morticia acaban en un manicomio encantado que se convierte en su imponente castillo, donde crían a sus dos hijos en compañía de su mayordomo, su mascota, la abuela y el siempre liante Fétido. El tema de la aceptación y la diversidad está presente una vez más y el guion salva con gracia un estilo que para muchos podría resultar desgastado tras tanto uso. Encanto, simpatía y una actualización de los gags, como comentaba con respecto a Zombieland, son los principales ingredientes de este filme exclusivamente para el disfrute, una fórmula apta para el entretenimiento desde tiempos remotos, tanto para niños como para mayores. En resumen: buena película familiar. Lo mejor: las novedades, desde el prólogo nunca antes visto (por menda, al menos) hasta el peinado tan original de Miércoles. Al mismo tiempo causa intriga por el doblaje original, aunque en castellano se rinde a la morriña. Lo peor: probablemente el diseño no sea de los más bonitos de la animación, aunque contribuya a retratar lo pintoresco de esta familia. Puntuación: 7/10 El silencio de la ciudad blanca (fecha de visualización: 30/10/2019) La adaptación del thriller policíaco de Eva Gª Sáenz de Urturi ambientado y rodado en Vitoria, País Vasco, cumple con los parámetros de la nueva corriente instaurada entre los autores norteños: misterio servido en grandes dosis de folklore y tradición vascos, protagonistas con un pasado oscuro y traumático y un asesino en serie con fetichismo por los rituales de purificación. Con la trilogía del Baztán volviendo a asomar ante el inminente estreno de la segunda parte, Legado de huesos, el 5 de diciembre, las comparaciones son inevitables, aunque el reconocimiento sin duda puede aupar la campaña promocional, y más teniendo en cuenta que si esta moda funciona es porque, efectivamente, la construcción de la historia atrae a los espectadores y/o lectores y motiva a explorar más de este tipo. Este guion se construye laberínticamente a través de personajes con doble cara que en buena parte no son lo que dicen ser o en cuya trama se va ahondando conforme los actos criminales y las continuas apariciones de nuevos elementos complican la investigación. Tanto por una cosa como por la otra, la intriga y su resolución satisfacen, se logra sorprender a un público que ya está más que metido y que no puede evitar seguir el hilo que tejen los protagonistas aunque atisbe de lejos el resto, no sea que acabe enredado en esta telaraña. Jugando para muchos en un terreno casero (ya que si otro aspecto tienen en común estas películas es el costumbrismo con que presentan el ambiente, dado que se trata de vender en parte la cultura), se aprecia cierta personalidad que se agradece, ya que eso identifica el filme en medio de todo este conjunto genérico. Sin embargo, aquello que aleja a los espectadores de la narración y al guion de una perfecta adaptación es un ritmo demasiado acelerado en ocasiones que abusa de elipsis (incluso sin haber leído la novela se notan y eso molesta) y acaba dejando con más preguntas que respuestas, pero, aún peor, resta la credibilidad de los personajes en sus actos de forma que la interpretación de los actores salva lo justo. En resumen: hace muchísimo que no suelto frases de este tipo que tanto me caracterizan, ergo... te gustará si te gustó El guardián invisible. Desde el punto de vista técnico está igual de lograda, además. Lo mejor: la elaboración del misterio, lo bien que conectan todos los puntos clave y que, a pesar de mi queja, concluye de forma acertada no dejando nada llamativo en el tintero (creo). Se percibe una trama ambiciosa, quizá mucho para la duración de un largometraje, pero engancha y esa era la intención, ¿no? Pues ya está. Lo peor: podría haber sido mucho mejor. Determinados pasajes sobran o merecen una reescritura. Como digo, habría que replantearse si el formato cinematográfico le hace auténtica justicia. Puntuación: 7/10 Maléfica: maestra del mal (fecha de visualización: 01/11/2019) Por no dejarla muy atrás, ya que este mes se viene otra tanda de críticas considerable, voy a finalizar esta con la apertura de noviembre. La primera Maléfica me causó cierta desazón. Teniendo en cuenta que a partir de más o menos La cenicienta de 2015 creí convencerme de que no era una pureta de los clásicos y de que podía aceptar sin problema las novedades, la negación de la villana sigue siendo a día de hoy algo que no he podido superar. Por tanto, si esta introducción a esta nueva versión me dejó indiferente en parte, ¿cómo iba a dejarme una secuela que ya de buenas veía innecesaria? Pues, como digo, yo amo las novedades y amo que se indague en los mitos. El personaje de Maléfica made in live-action molaba porque su origen era desconocido y en aquella película de 2014 se apuntaba a que tenía mucho background que mostrar. Desafortunadamente, se concedió importancia a la trama clásica, aunque su punto de giro por fin ha tenido una justificación, que es esta nueva entrega donde, por fin otra vez, lo único que me atrajo de Maléfica I ha resurgido para convertirse en argumento principal. Maléfica: maestra del mal no solo es buena continuación por dar respuesta a ese misterio, sino porque, amén de seguir jugando con la doble faceta de un hada de lo más incomprendida, se atreve a profundizar en todos los personajes, primarios y secundarios, y termina construyendo toda una historia original plagada de los mismos ingredientes de hace cinco años pero modernizando el cuento y aplacando la fantasía infantil con varias dosis de lección moral realista, como una buena evolución en la relación entre Aurora y Phillip hasta llegar a una petición de mano formal en lugar de un matrimonio concertado y un enamoramiento repentino (vale, ese es otro de los buenos puntos a favor de la primera parte, si tengo que contradecirme como siempre). Entre las novedades que llenan los vacíos de la uno también está la inclusión de una antagonista de la que al principio se postulaba como tal, hasta que le quitaron el papel y obligaron a esta crítica a acuñarle el apellido de antiheroína. La presencia de Michelle Pfeiffer es bastante poderosa como para equipararse a la de Angelina Jolie, lo que a su vez la convierte en la némesis perfecta y arroja a Stefan a un pozo de imbéciles sin honor, pues una aborrece a los humanos tanto como la otra a los feéricos. La unión entre los pueblos, el dejar al "pajarillo" volar del nido y aprender a identificarse a uno mismo al margen de lo que digan los demás son los conflictos que explora esta nueva aventura, aparte de lanzar un dardo medioambientalista un poco más sutil. La cinta es bastante consecuente con el viaje que empezó a elaborar tiempo atrás y, aunque una tercera entrega podría ser ya demasiado, a estas alturas no sorprendería que en algún futuro se siga indagando en la mitología creada (y tan atractiva) a través de la prole heredera. En resumen: digna secuela con un equilibrio digno de Thanos entre la oscuridad y la luz del cuento clásico, entre el bien y el mal, entre la madurez seria y la diversión infantil. Más completa y más guay. Así sí. Lo mejor: todo lo que rodea a los feéricos oscuros (brillante curro de imaginación), el desarrollo de Diaval (quien merece un spin off) y de Phillip, más Michelle Pfeiffer. Lo peor: las "tres comadres hadas" (como diría Keunam) siguen siendo... insuficientes. Por decirlo de forma suave. Puntuación: 9/10 |
El diálogo cinéfilo de la semanaRuido de fondo
Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
All Screens by All Screens is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en http://allscreens.weebly.com. Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://allscreens.weebly.com |