Post de Naiara Salinas Cómo puedo hablar de una película sin otra que es una especie de clon. Cómo puedo sacar la recomendación cinéfila de este mes sin acabar explayándome, aunque sea en otro post. Pues eso. De Jerry a John, de John a Jerry. Dos autores clásicos separados por un charco y unos cuantos años pero con una impronta en la literatura y ahora también en el cine notoria. Vamos a por el padre de Bilbo, Frodo y comunidad (en vez de compañía. Suena más apropiado), a por el fundador de la Tierra Media. A Tolkien le quería dedicar una crítica aparte porque, aparte de ser el estreno más esperado por mi humilde persona durante este mes (sí. Nada de Toy Story 4, MIB International, Godzilla o X-Men. Yo a por Tolkien de cabeza), el punto en el que incide su trama me ha tocado muy de cerca porque, como bien sabéis los que me leéis (y me veis) desde hace tiempo, también soy filóloga. Un aspecto sobre el que he estado reflexionando mucho en el último mes es por qué me atraía esta película. Es decir, no se me puede considerar una fan del escritor porque, momento de confesión allscreener, no he leído nada suyo en mi vida, exceptuando un libro que desde luego poco tiene que ver con sus cuentos y leyendas (ni lo escribió él), pero sí con sus conocimientos filológicos. Así que no podía juzgar la película por lo que sé sobre J.R.R.Tolkien (hace tiempo vi un documental de la 2, pero ya se me había olvidado para cuando llegó este estreno), ni por su obra. No iba a ser capaz de reconocer referencias al Silmarillion y probablemente se me iba a escapar mucho de El señor de los anillos y El hobbit también, por mucho que haya visto las películas un sinnúmero de veces. Así que es muy gratificante poder decir que tampoco me ha hecho falta para comprender y captar de primeras la profundidad de este filme. Yo a Tolkien (que se pronuncia Tolk-IN. Me sentí como si me hicieran un "Hermione" en toda la jeta cuando lo escuché) nunca he podido admirarlo como escritor, pero desde luego sí como hombre de letras y, más en concreto, filólogo. Todo ese mundo inmenso al que dedicó casi toda su vida no sale de la nada, así que a todos esos súper fans más preocupados por la fidelidad del argumento, sobre todo teniendo en cuenta la polémica que enfrentó al director contra la asociación que guarda los derechos de todas las adaptaciones de Tolkien y que JAMÁS autorizó este biopic, les diría (aconsejaría más bien) que no miren la película con esa perspectiva, sino con la de un hombre que se encuentra con la fuente de la inspiración. Me explico: si Rebelde entre el centeno era un biopic un poco más directo, Tolkien es romántico. Se trata del repaso de su juventud y aquellos periodos cruciales para dar forma a todo su universo literario, pero hay muchos otros aspectos (como el catolicismo o el papel que jugó su amistad con C.S.Lewis a la hora de publicar sus novelas) que se olvidan, que no son tan cruciales. Del final solo importa cerrar lo que encontramos en el comienzo. No es que por ejemplo esa religión que comentaba no tenga su aparición, dado que el padrino de John y su hermano Hillary fue un cura, bastante influyente en su pensamiento. Pero la única devoción que veremos del protagonista es hacia las letras. La aventura de imaginar Como literata da gusto revivir esos años de carrera y juventud (que tampoco quedan tan, tan lejos, cuidao), donde los jóvenes forjaban su futuro y, en este caso, mucho más. La primera fase de la vida de Tolkien se repasa con energía, gracia y condolencias por los episodios dramáticos. Se siente la frescura, ya que el reparto captura bien esas ansias de vivir y crear. Luego saltamos a la segunda parte, con un grupo más adulto que descubre los amoríos y que el futuro deseado no es tan fácil de alcanzar como parece. Hay que tener en cuenta que estos momentos se van repasando a través de la memoria de un Tolkien afectado por la famosa fiebre de las trincheras. Cada paso que el joven da le conduce a un nuevo recuerdo. Si bien estos flashbacks son realmente la "chicha" de la trama, determinados momentos se hacen un poco tediosos, sobre todo entre la segundo y la tercera parte. Lo más bonito de contemplar es la evolución del filólogo en sus relaciones con sus amigos y el amor de su vida, Edith, a quien Lily Collins aporta la determinación y la humanidad que la cámara, los ojos de John, transforma en lírica, como si en lugar de una humana viéramos un ser sobrenatural, una hada o una elfa. Con este recurso se juega en prácticamente todo el largometraje, ya que es la gracia, el truco de magia por parte del director, Dome Karukoski. Se trata de extrapolar la experiencia mental del escritor imaginativo en cada secuencia, en convertir esa imaginación en realidad ante sus ojos, por imposible que parezca. De ahí que de las bombas en el frente surja de repente el Balrog, o que los jinetes se conviertan en caballeros o que cuatro amigos pequeños vean sus sombras crecer. Y que hasta los árboles cuenten su propia historia. La fantasía está presente también en los diálogos, todo el guion se construye sobre y entorno a ella y, así, el tono solo puede ser romántico. El respeto por las lenguas No todo es tan soñador, sin embargo. Los aspectos más realistas se reservan especialmente para la crudeza de la guerra y las interacciones de Tolkien con los adultos. Así, se crea una barrera entre la juventud y el mundo de los mayores: los primeros invitan a imaginar y soñar, en tanto que los segundos te dejan con los pies en tierra. Cuando estalla la guerra, Tolkien se aferra sobre todo a esos recuerdos con sus amigos y su chica, a los sueños, para escapar de la realidad, un hecho fruto también del delirio por la fiebre. Pero de todo se aprende, al final, y tanto unas experiencias como otras dejan una soberana lección acerca de la vida, el arte y el lenguaje. Respecto a este último, es la creación en la que decide centrarse la película, aunque incluya algunos bosquejos de historias y cuentos que luego veremos en El señor de los anillos (como los Ent; El cantar de los Nibelungos, que es donde surge la idea de los anillos de poder; la historia de Beren y Luthien, inspirada directamente por la relación de John con Edith, etc.). La investigación para toda esta parte es notoria y se agradece el trabajo, realmente te sientes en una clase de Filología, no solo por lo que se demuestra que saben los personajes, que tampoco es para tanto (no asistiremos a una clase completa de los dialectos élficos, no), sino por el reflejo del peso de ese lenguaje en la formación del futuro escritor, a través de frases tan bellas y tan ciertas que no me resisto a compartir: "Las cosas no son bonitas por cómo suenan, sino por lo que significan". "Las lenguas nunca se roban; se influyen". "Escribo cuentos, leyendas. ¿Para qué nos sirven las lenguas si no? Son el sustento, el alma de una cultura". "Usted se pregunta qué puede hacer la poesía, nuestro arte. No se me ocurre nada más necesario, sobre todo en los tiempos en que vivimos". Pues con esto el mensaje más o menos queda claro, ¿no? A esas añado: "El coraje tiene que ser el más fuerte" "Lucha y vive, y vuelve conmigo". Por tanto...
Tono e imagen se equiparan bastante y en el ritmo hay saltos un poco más llamativos. En general está hecha con mucho amor por el amor del propio Tolkien (si eso tiene sentido) y se nota en la belleza del relato y en las metáforas visuales, los símbolos, y múltiples referencias que gracias a las adaptaciones podemos atrapar sin problema. Es una película que invita a descubrir el mundo interior de su protagonista, a leer sus libros y a profundizar más en su relación con Edith y sus amigos. Tal vez no se repase todo, pero lo que sí aparece interesa, porque a fin de cuentas es algo que siempre buscamos cuando una obra nos ha fascinado tanto: de dónde viene. La magia también se captura a través de las notas musicales de Thomas Newman (siempre lírico). La química entre los actores se palpa y el aplauso estelar va para los que para mí protagonizan el filme, Hoult y Collins, pues su relación lleva casi todo el peso al final. Hablando de Hoult, mucho más apagado que en Rebelde entre el centeno, pero porque así es el personaje (no quiero decir que no se luzca y que sea un soso, sino que es más... normal). No esperéis una historia sobre el origen de la Tierra Media tal cual, es decir, que culmina con la publicación de la obra, el éxito y blah blah blah. No es tan importante el destino como el viaje, en esta ocasión. La verdad es que da un poco de pena perderse eso. De hecho, SPOILER ALERT, nunca veremos al autor acabar su obra, ya que el metraje se corta antes de eso. Pero puede que sí veamos empezarla... Sí que es genial poder conocer al hombre, al humano que siente y padece, detrás de su leyenda.
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Post de Naiara Salinas Tras saltarme un mes de este especial regreso porque junio es el mes oficial de Nicholas Hoult con dos estrenos en su parrilla: X-Men:Dark Phoenix y Tolkien. Y vaya casualidad con respecto a esta última que sea la segunda vez que el inglés interpreta a un escritor clásico que atraviesa una guerra mundial. La primera es esta que hoy os traigo. Rebelde entre el centeno nos lleva por los recovecos biográficos de uno de los escritores más herméticos de la historia de la literatura universal: J. (de Jerry, no de John) D. Salinger, padre de Holden Caulfield, el protagonista de El guardián entre el centeno. Y hay una razón por la que esta novela esté reflejada en el título de este biopic, y no solo se trata de que sea el trabajo más (re)conocido de esta figura, sino también a todos los años que Holden estuvo en la imaginación de Salinger y le proporcionó su salto al mundo que tanto ansiaba conquistar. La película representa un resumen de la vida completa de Salinger, desde sus aspiraciones literarias, su etapa de aprendizaje al lado del profesor Whit Burnett (Kevin Spacey), sus amoríos con la futura esposa de Charles Chaplin Oona O'Neill (Zoey Deutch), su intervención en la Segunda Guerra Mundial, su éxito con El guardián y su posterior aislamiento a raíz del trauma por la guerra. Lo curioso no solo es que la cinta esté protagonizada por Nicholas Hoult, sino que además siga una estructura bastante similar a la de Tolkien. Sí, se podría decir que esta recomendación entonces no es al azar: la tenía preparada desde hace un par de meses, y podría dedicarme a comparar las estructuras y la forma de tratar ambas vidas en la gran pantalla, pero... solo daré un par de pinceladas, las más llamativas. La primera tiene que ver con la voz narrativa. Esta es un elemento muy importante en Rebelde entre el centeno, dado que no solo está presente desde prácticamente la primera escena, con un protagonista narrador de todas sus vivencias mientras escribe una carta a su maestro, al igual que Holden en la novela, sino que también es lo que Salinger debe aprender a controlar en sus escritos y en su vida. Su personalidad arrogante se va poco a poco diluyendo y encaminándose hacia un estilo más auténtico y personal, lejos del vocabulario grandilocuente y artificial que le caracteriza al principio. Tal y como expresa el profesor Burnett en esa etapa, para ser escritor de éxito no basta con escribir bien, tienes que expresar y ser consecuente, no esperar obtener el éxito a la primera, sino trabajar duro y nunca parar a pesar de todas las negativas. Y no podría haberle aconsejado mejor, porque pronto se verá que la vida de Salinger no es un camino de rosas y, como una profecía, todo lo que Burnett le cuenta se acaba cumpliendo. Y así, como espectadores, asistimos al nacimiento de Holden paralelamente al desarrollo del escritor, hasta el punto de que ambos personajes, ficción y realidad, se fusionan, porque en el fondo (y sobre todo en esa época), la primera se fundamenta en la segunda. Muy bien, señor Strong (director): lección aprendida. En Tolkien, por ejemplo, el protagonista no está tan presente en ese aspecto. No necesita contarnos lo que sucede. Su voz queda en segundo plano a favor de la imagen, de la extrapolación de su mente sobre los horrores y la belleza vividos. El segundo elemento tiene que ver con el eje sobre el que gira la trama: la guerra. No es que esta sea protagonista ni mucho menos, pero tanto en Rebelde entre el centeno como en Tolkien marca la división entre la primera y la última parte. Es más, la guerra es el momento de inicio, el que impulsa el maremágnum de recuerdos de los protagonistas, así como la forma en que esos cobran otro cariz y alimentan sus demonios internos al mismo tiempo que son la luz de su inspiración. El contraste que se respira entre el principio y el final se trata de forma muy diferente en cada película, pero en ambas se nos muestra la importancia de los periodos vitales más oscuros en la obra de todo artista de aquel tiempo, cómo a veces la única forma de sobrevivir a ellos a posteriori, a las pesadillas y al trauma general, es, como bien dijo Meryl Streep, coger su dolor y convertirlo en arte, en ficción. Para tener dos historias muy similares, Nicholas Hoult realiza un trabajo de interpretación tremendo al reflejar dos tipos de personalidad bastante opuestas, una más soberbia frente a otra más humilde, además de la frustración del que quiere ser artista frente a la ilusión del que va descubriendo su vocación paso a paso. El que lo quiere todo dado, frente al que lo ha trabajado desde siempre. No faltan el mentor; la chica objeto de las pasiones y musa por naturaleza, que colma tanto como destruye el corazón de los autores, y los amigos que están dispuestos a apoyar hasta el final. La historia de Salinger, se ve desde el principio, es compleja. Un tipo con las ideas muy claras y un vocabulario y estilo ácidos que aprende por las malas lo que es la humildad, lo que de verdad importa en la vida. La base sobre la que, como digo, nacerá Holden y toda la parafernalia de El guardián. La historia contiene múltiples referencias a la novela que los lectores asocian enseguida, como el famoso dilema de los patos del estanque de Nueva York. Al mismo tiempo, no siempre pretende ser amable con el protagonista, pero sí que intenta hacerle justicia sobre todo al final. A saber si todo es verdad, esa es otra. En resumen: película que se disfruta mucho porque se vive tanto como un biopic como una adaptación de El guardián entre en el centeno, ese libro maldito inspirador de muchos asesinatos a lo largo de la historia. Quizá el contexto histórico, el cómo surge esa creación, interese entonces para comprender por qué esto es así. Hoult convence mucho (buen acento americano para un británico), pero algunos secundarios (Spacey y Sarah Paulson, sobre todo) no se quedan atrás. Si alguien se plantea crear un universo cinemático literario, podría decirse que esta es una secuela de Tolkien (ya que esta se ambienta en tiempos de la Primera Guerra Mundial). Hablando de literatura, se echa de menos el contacto que se sabe que tuvo Salinger con otros escritores, como el mismísimo Hemingway durante la guerra. Pero es que hasta en eso se parece a Tolkien, yisus. Ficha técnica Rebelde entre el centeno (Rebel in the Rye) 2017, USA Director: Danny Strong Reparto: Nicholas Hoult, Kevin Spacey, Sarah Paulson, Zoey Deutch, Victor Garber, Lucy Boynton y Hope Davies. Puntuación: 7,5/10 Post de Naiara Salinas (con la colaboración de Rosana Rábago) Los meses se suceden, como los estrenos. Si tuviera que resumir mi experiencia audiovisual en mayo diría que ha sido... una fantasía (literalmente algunos casos). Y muy nostálgica, eso desde luego Detective Pikachu (fecha de visualización: 12/05/2019) El primer retorno a mi infancia superó las expectativas de quien creía que una versión en carne y hueso de Pokemon podía quedar muy bizarra y antinatural, a menos que hicieran un mix tipo Space Jam. Pero, si bien en ocasiones la visión del CGI cantó demasiado, en general tuve una agradable sorpresa, gracias a una trama dedicada exclusivamente a todos los fanáticos del mundillo y a una animación verídica que dejaba ver las escamas de Charizar y el increíble pelo del ratón eléctrico protagonista. Detective Pikachu demostró ser una apuesta ambiciosa a la hora de recrear el mundo sin dejarse ningún detalle, ni en cuanto a la serie animada ni a los videojuegos. A esas referencias destinadas a tocarte la patata (hasta sale el tema principal, ¡el tema!) acompaña un misterio bien llevado que se resuelve de manera muy inteligente y hasta carismática, gracias a la aportación de Ryan Reynolds, quien se hace con el amor de todo el público aportando, quién lo diría, la seriedad a ese animalillo que, admitámoslo, nos causa más ternura que otra cosa. El equilibrio que logra Reynolds entre la responsabilidad, el humor y la inocencia es notorio y muy gratificante. En cuanto a las caras más jóvenes, son la frescura representativa de todos los que alguna vez hemos querido ser entrenadores pokemon... o que tampoco veían con buenos ojos que este live action fuese a funcionar. La química entre Justice Smith y Reynolds también es otro de los grandes puntos de la película, lo cual añade a la pareja a la lista de personas y seres creados por CGI con mejor relación de la gran pantalla. Y a pesar de que el argumento se construye con protagonistas que ya son un clásico de este tipo de aventuras, el reparto ejecuta buenamente sus movimientos y logra capturar el interés. Mención especial para un Psyduck que ya amenaza con situarse a la altura de Pikachu. En resumen: otra más hecha por fans para fans, con referencias en cada secuencia y una trama que se resuelve a su propio ritmo (quizá un tanto excesivo en ocasiones, es decir, bien podría haberse resumido un pelín más) pero que sin duda acaba haciendo las delicias a todos los amantes de Pokemon. Lo mejor: el mundo Pokemon, Justice Smith y Ryan Reynolds (aka Pikachu), Psyduck y el plot twist final, que, para variar, no lo vi venir tal que así. Otro de los puntos a favor es su mensaje ecologista y, en menor grado, animalista. Lo peor: como decía, le sobran algunos minutos y en ocasiones el realismo aportado a las criaturas no salva el CGI de la extrañeza. Puntuación: 7/10 Aladdin (fecha de visualización: 25/05/2019) El otro gran retorno es uno de los live action prometidos por Disney por el que tampoco terminaba de apostar y, nuevamente, superó mis expectativas. La de Aladdin (o Aladín si nos ponemos fachas con la ortografía) es una historia que, a pesar del interés general, no me generaba a mí tanto amor como otras con las que se hizo la compañía, como Hamlet (El rey león), Mulán o Hércules. Aun así, lo que me tiraba para atrás de este remake era mi recelo con respecto a la puesta en escena de todos esos números que en la versión animada quedaron marcados por el excentricismo, el colorido y la modernidad. Dicho de otra forma, de haber querido imitar al 100% la cinta animada, lo mismo les habría quedado algo tan raro como el "Festín" de La bella y la bestia. Sí, mi mayor preocupación era el genio, y no por la increíble interpretación de Will Smith, el gran maestro (aunque no supera al carisma original de Robin Williams, como tampoco a Josema Yuste en el doblaje castellano), sino por su representación. Nuevamente, me retracto. El resultado fue espectacular y se ve que Disney aprendió del error y optó por naturalizar toda la historia, no exenta tampoco de la actualización millenial que ha permitido que Jasmine tenga su propia canción y la estrene además con mucha fuerza (uno de mis temas favoritos). En general, todo el reparto brilla y personalmente destaco la presentación de Mena Massoud, cuyo talento a la hora de cantar, bailar y hacer parkour no tiene parangón, pero sobre todo se adapta enseguida a la nueva tierra que pisa y hace migas con Smith y Naomi Scott como ninguno. La ambientación del universo, así como el arreglo popero y arábico bollywoodiense de las canciones, alegra la vista y absorbe los oídos, hasta el punto de que no se echa de menos el doblaje original como podía suceder con La bella y la bestia (otra vez, sí. Las comparaciones son odiosas). ¿La razón? Una estupenda selección de actores de doblaje que capturan los tonos originales (brillante en concreto es la voz del protagonista, casi un calco de la de 1992). El caso de Smith, como digo, es distinto, pero incluso a él le queda genial la voz de su habitual doblador, una familiaridad que se traslada al público que lo conoce. Regresando a la ambientación, los escenarios que en su día nos abrieron ojos y boca quedan un poco menguados a favor del toque más realista, aunque los exteriores del palacio y el ambiente urbano están muy conseguidos (eso sí, muchas veces se nota el rodaje en plató, en especial en números como el del "Príncipe Alí"). Otro detalle que se agradece es el realismo aportado a Yago, al que no veréis soltar más de lo que ha aprendido a imitar, como buen loro. Sin embargo, no todo es perfecto, y ahí donde la animada acertaba a la hora de exhibir a su villano, el live action le resta seriedad y nivel. No por la ejecución de su intérprete, sino por lo sencillo que resulta vencerle, lo mimado que parece y una voz de doblaje y un guion que no le benefician en absoluto a la hora juzgarle como algo más que un ser repelente al que desearías cerrarle la boca para siempre. En resumen: gran recuperación de una de las historias más emblemáticas de la tradición literaria y de Disney, con una puesta en escena salvada por el trabajo de dirección y fotografía, más fabulosas interpretaciones y el toque de realidad dentro de un equilibrio entre lo clásico y lo moderno. Lo mejor: la actualización de la historia con algunas innovaciones (como la profundidad en el genio y su porvenir), la introducción con un "Si a Arabia tú vas" que cala más que la original, los números de "Un genio tan genial", "No me callaré" y "Un mundo ideal", el trío protagonista y el estilo arábico con reminiscencias de Bollywood en algunas escenas con coreografía (como la fiesta en palacio). Lo peor: ese Jafar con la cara de Keunam y la voz de Sheldon Cooper que causan que no me lo crea, la pérdida de algunos grandes toques excéntricos e/o histriónicos del genio y el momento de llegada del príncipe Alí de Abaua, que pierde mucha energía con respecto al original. Puntuación: 8/10 Kim Possible, por Rose (fecha de visualización: 25/05/2019) Hay que reconocer que la fórmula de los live action está dando sus frutos en la franquicia Disney. Pero todo lo bueno tiene un final. Y si la ejecución de Aladdin está brillantemente realizada en su versión en carne y hueso, no sucede lo mismo con Kim Possible, cuya versión humana deja (y mucho) que desear. Quizás es por pertenecer a Disney Channel o quizás es que nuestra espía adolescente daba mucho más de sí en versión serie animada, pero lo cierto es que la Kim Possible de Sadie Stanley es una de las peores adaptaciones vistas hasta la fecha. Quiero suponer que no es culpa de la actriz, que interpreta el papel como buenamente puede, sino que el fallo principal de esta cinta se encuentra en un guion de lo más previsible, que no tiene una historia bien desarrollada y que, por si fuera poco, juega con dejar la historia abierta para una segunda parte que, en mi humilde opinión, es completamente innecesaria. Los personajes, como digo, tampoco es que sean los mejores representados posibles. Vemos a una Kim con el típico problema (muy manido en las producciones originales de Disney Channel) de que ya no es la mejor pero, en lugar de superarse a sí misma, en el caso de Kim entra en una especie de depresión poco habitual en nuestra superheroína que hace que su historia ya no sea la de salvar el mundo, sino la de creer en sí misma y luego, ya si eso, salvar el mundo. La familia de Kim brilla por su ausencia. Tenemos a un padre relegado a cuidar de unos gemelos que ya no son los intrépidos y pillos inventores de la serie animada, (alguna trastada hacen, pero poca cosa más). Quizás quienes más peso tienen son la madre (interpretada por Alyson Hannigan o nuestra Lily en Cómo conocí a vuestra madre) y su abuela, que actúa como la voz de la razón y mentora para Kim, que yo comparo con una especie de señor Miyagi. El personaje de Ron Imparable es quizás lo mejor representado de la película, con un Sean Giambrone (Los Goldbergs) capaz de dotar a su interpretación de la torpeza que caracterizaba al personaje pero donde no vemos ningún atisbo de enamoramiento con Kim (como si sucedía en la serie), sino que actúa más bien como el amigo que está ahí para impedir que Kim caiga en el más profundo de los abismos. Pero sin lugar a dudas, el peor representado es nuestro topo ciego, nuestro Rufus. Vale que comprendo que un topo ciego no es fácil de representar pero es que aquí el CGI brilla por su excesivo empleo. Se nota que Rufus está hecho por ordenador ya no solo por su aspecto, sino por sus movimientos y su forma de actuar. En este caso, igual hubiera sido mejor emplear la fórmula de Lizzie McGuire y haber jugado con mitad representación de dibujos animados y mitad live action, o bien haber eliminado al personaje de Rufus que, realmente, para lo que hace no acaba de ser del todo necesario en esta cinta. Su tono, intentando ser graciosa pero sin lograrlo, es también un error, ya que peca de muchos estereotipos que hacen que el filme decaiga por momentos. Así, la revolución feminista (curioso es que el padre y los chicos se queden en casa y Kim solo decida llevarse a su madre y su abuela a ayudar) queda oculta cuando vemos a una Kim aterrorizada y, sobre todo, más preocupada por su popularidad que por salvar el mundo. Sus peleas con Bonnie son, sin embargo, una nota cómica en la película que nos hace recordar a nuestra Kim, esa que nos enamoró en nuestra infancia y preadolescencia. En resumen: mala adaptación en carne y hueso de una gran serie animada que nos hizo las delicias en nuestra infancia. La prueba de que quizás no todos los live-action son la mejor idea del mundo pero útil para pasar un par de horas aburridas. Lo mejor: Alguna alusión a la serie animada y la representación de Ron Imparable. Aparte del sarcasmo de Shego. Lo peor: Una Kim preocupada más por su status que por salvar el mundo y una trama demasiado predecible (incluso para ser Disney Channel) que encima queda, erróneamente, abierta para una secuela. El caso de Rufus también merece una mención aparte. Puntuación: 4/10 Rocketman (fecha de visualización: 5/06/2019) Y de aquí saltamos a mi selección para la fiesta del cine, la mayor fantasía del grupo (sí, incluso más que Aladdin). Porque literalmente este biopic de otro de los grandes músicos que sigue la estela de Bohemian Rhapsody (mismo director y la coincidencia de una vida muyyy paralela, con el mismo manáger y todo) ES una fantasía. Y es que ahí donde la película de Freddie Mercury se quedaba en una historia sobre música, en Rocketman Dexter Fletcher llega más lejos y convierte el drama de Elton en todo un musical, una mezcla de géneros que sale rentable en todos los aspectos y permite al director jugar con los fotogramas, los planos y las transiciones (el comienzo de la película, sin ir más lejos, es puro arte, pura energía. El salto de la infancia a la madurez es otro de los momentos más atractivos). La discografía de Elton favorece además a todo ese espectáculo (téngase en cuenta que el cantante ha tenido varias colaboraciones con Broadway). Pero más aún, convierte la experiencia en un juego introspectivo a la mente del genio creativo protagonista y nos intercala sus canciones no desde un punto de vista histórico o biográfico, sino memorial, es decir, es la gran oportunidad de escuchar la música captando la historia detrás de las letras. Fruto de ello es una ejecución bastante óptima, divertida y exagerada como el artista mismo, agresiva y melancólica en ocasiones y, al final, optimista. Por supuesto, esa no es la única novedad, ya que esta vez el intérprete encargado de ponerse en la piel de este cantautor pone también su voz, añadiéndole su toque particular para favorecer la naturalidad. Y es que, aunque toda la banda sonora está grabada, se le oye más cantar in situ, lo cual brinda a su actuación más humanidad y sentimentalismo, si cabe. La elección de Taron Egerton como Elton John parece cosa del destino, pues nunca un papel se le había amoldado con tanta sencillez, y eso que lo que hace en la película no es nada fácil (aparte de cantar con ese pedazo de vozarrón, debe bailar y manejarse con trajes que no deben de ser muy cómodos; tirarse a una piscina y fingir ahogamiento y lidiar con la locura y drogadicción de Sir Elton, por no hablar de ese momento homosexual con su compañero Richard Madden). Sin embargo, Taron no es la única estrella del filme. Hay otro que sorprende y consigue nivelarse bastante, y ese es Jamie Bell, cuya captación del letrista Bernie Taupin, una figura importantísima en la vida de Elton, es perfecta. Es ese personaje más cercano al espectador, el ser más humano del largometraje, reflejo de los sueños realistas, de la ilusión, el razonamiento, el apoyo... El amigo que todos querríamos si fuésemos superestrellas, el que no deja que te caigas pero también requiere su propio espacio. El sano, vaya. Y por ese tratamiento a Bernie puedo decir que la cinta es todo un homenaje a esta relación y entiendo por qué Elton está bastante de acuerdo, aunque respecto a la fidelidad biográfica se tome varias licencias. Es, ante todo, una historia de gratitud, algo que se sabe cuando el protagonista cae y solo se levanta gracias al apoyo de ese amigo. En resumen: película fantástica muy bien ejecutada y con muchas papeletas para entrar en la carrera de premios (de nuevo como Bohemian Rhapsody), aunque quizás esté alejada en tiempo de los Oscar como para que la Academia se acuerde. Se toma sus licencias como cualquier biopic, pero es bastante fiel a la esencia del artista, sus vaivenes mentales y todo. Eso significa que no hay que verla desde el plano de la realidad, ya que de esta forma números como el de "Rocketman", "Saturday Night's Alright" o "Sorry seems to be the hardest word" te resultarán muy extraños. Como digo, es un musical, y eso ya nos adentra en un plano más fantástico. De todas formas, no es difícil de asumir, ya que la interpretación a la altura del reparto te mete en situación espontáneamente. Lo mejor: la belleza de algunas escenas como la de "Rocket Man", Taron Egerton y Jamie Bell, descubrir el vozarrón de aquí el viejo Rey en el Norte Richard Madden, las jóvenes estrellas dando el do de pecho desde el minuto 5 de la película (nadie habla de los niños, pero son también unos actorazos), la acidez sorprendente de Bryce Dallas Howard y que es el ejemplo perfecto de mi lema favorito: la vida es un musical. Lo peor: en ocasiones peligra de alargarse (aunque es normal, ya que son 70 años condensados) y el juego loco puede terminar agotando, pero la música anima bastante el ambiente en la sala y es muy difícil no empezar a bailotear o cantar en el asiento, así que supongo que se agradecería una versión Sing Along (como con Bohemian Rhapsody). No es muy apta para los partidarios de la fidelidad y haters de los musicales. Puntuación: 9,5/10 |
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Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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