Post de Naiara Salinas Una vez acabado el repaso seriéfilo del año y de la década... por supuesto que el cinéfilamente también había cosas que decir. Veamos qué nos trae. 1. La invasión de Disney Empezó de a pocos forjando una alianza con Sony Pictures, pero es que ya se ha hecho con todo el imperio de la Fox, una de las productoras más antiguas. Ha desarrollado su propia plataforma de contenido online equiparable a Netflix y CIA y no ha dejado de bombardear con live-actions (este año hemos tenido Dumbo, Aladdin, El rey león y La dama y el vagabundo. Solo. Ah, bueno, y Togo, para quien quiera considerarlo como el "carne y hueso" de Balto. ¡También ha vuelto Maléfica! La buena noticia es que ya no hay forma de confundir a Anastasia con una princesa Disney, porque lo es políticamente). 2. El surgimiento de los blogdebates y bloganálisis allscreeners Mi pequeño proyecto propuesto a principios de año pudo ver la luz y he de decir que no puedo esperar a hacer más vídeos o entradas con este contenido porque lo cierto es que lo disfruto muchísimo. Me ayuda a repasar teoría y a darle un toque más fresco y distinto a nuestro contenido web (versatilidad, vaya). Esta iniciativa ha sido clave para reavivar mis ganas de publicar, porque notaba que la identidad del blog se iba diluyendo al centrarnos más en las críticas que en los especiales y las curiosidades.
3. El año de las primeras veces En una década muy movida por la nostalgia, he catado por primera vez en 2019 a autores y cineastas cuyo trabajo nunca había visto en una sala de cine (o directamente nunca). Entre septiembre y noviembre me puse las pilas con Stephen King y descubrí que podía soportar el terror mejor de lo que pensaba (It. Capítulo 2, Doctor Sueño, El resplandor, La milla verde, En la hierba alta, Misery, Castle Rock...). También vi un largometraje de Woody Allen por primera vez, y al peculiar Quentin Tarantino lo disfruté en familia en una pedazo película que ya catalogo como de las mejores del año. 4. La década de Marvel Aunque todo empezó una década antes (2008), en 2012 Vengadores dio el pistoletazo de salida a una nueva concepción sobre la construcción de historias y el asentamiento del UCM. Ha sido en esta década donde Marvel ha celebrado sus 10 añitos y también donde nos hemos emocionado con Endgame y conocido a nuevos héroes. La importancia de Marvel en la historia del cine ya la dejé clara aquí. 5. Los regresos de nuestras sagas más queridas En 2011 Harry Potter dijo adiós... para que en 2016 dijera hola Animales fantásticos, que estrenó el año pasado la segunda parte. En 2015 llegó Star Wars: el despertar de la fuerza, que siguió en 2017 y este año ha marcado el cierre. Entre medias este universo nos ha dejado también Rogue One y Han Solo, una historia de Star Wars. Hasta El señor de los anillos ha tenido su resurrección con precuela gracias a la trilogía de El hobbit (2012, 2013 y 2014) y al biopic Tolkien de este año. ¿Me dejo algún regreso grande? Aparte de King Kong, Godzilla y El planeta de los simios. 6. Netflix invade los festivales Ya lo comentaba en el post seriéfilo: la plataforma ha emergido como si hubiese lanzado un golpe de Estado primero y luego infiltrado progresivamente hasta hacerse con el poder mientras Disney imperaba. Ahora diría que la lucha es bastante igualitaria, pero esta década la Roja de las pantallas ha hecho historia por colarse no solo en festivales, sino también en los mismísimos Oscar. Y en 2020 todo apunta a que repetirá. 7. El mensaje social: una constante Los colectivos más marginados en la historia de la humanidad se han alzado estos últimos años con fuerza: las feministas y el LGTBI pueden celebrar mayor presencia en la gran pantalla que ha conducido incluso a revisionar clásicos con otro prisma. A la lucha contra el racismo y la desigualdad se han sumado estas con más fuerza que en años anteriores. Hemos tenido historias como The imitation game, La chica danesa, Una cuestión de género, Con amor, Simon y Call me by your name que han abordado estos mensajes con valentía y nobleza. Pero además se ha alzado la voz por más mujeres en la dirección de largometrajes, más personas de color entre los nominados de los Oscar y más presencia homo, trans, bi y asexual en el cine. Sin embargo, esto solo acaba de empezar y a este poderío le queda mucho recorrido aún. 8. El éxito de los biopics, el terror y la animación Hablando de Alan Turing, Lily y Ruth Bader Ginsburg, no cabe duda de que, sobre todo los últimos años, los 10's han sentado la moda de los biopics, primero de mentes científicas como en La teoría del todo, luego de luchadores de derechos como en Selma y, por último, los de cantantes y grupos (Bohemian Rhapsody, Rocketman...). Aparte de eso, el terror ha visto un florecimiento nuevo en una línea experimental y parapsicológica que ha traído peliculones como Midsommar, Nosotros, It, Verónica... ¿Y qué hay de la animación? Dreamworks, Disney y Pixar han sido siempre los grandes titanes del subgénero y hemos tenido apuestas arriesgadas como Inside Out, aventureras y maduras como Cómo entrenar a tu dragón, nuevas culturas como en Vaiana, Coco y Frozen... Aunque no podemos dejarnos el anime japonés, ya que ha tenido más presencia que otros años del siglo XXI en salas y en los Oscar (A Silent Voice, Mirai, mi hermana pequeña, Your name, El niño y la bestia...). 9. Las entrevistas y los eventos fan Lo último va dedicado a las entrevistas, ya que a partir de 2017 se podría decir que ¡he conseguido una por año! Y es una experiencia única a la que no esperé llegar con un título de filóloga y editora bajo el brazo. No solo he tenido la oportunidad de hablar con grandes profesionales sobre su trabajo y el cine (e incluso una webserie), sino también de conocer a gente a la que admiro, como a uno de mis actores de doblaje favoritos. Los eventos fan, por otra parte, eran algo que no cabía en mi agenda cuando era adolescente por celebrarse tan lejos o por carecer de tiempo y/o conocimiento, pero eso es pasado. He visto preestrenos, he acudido a quedadas, he celebrado varias veces la Harry Potter Book Night... Es como si mi yo friki estuviera más desarrollado que nunca. Por una nueva década con más participaciones así y más gente chachi en mi vida.
No sé si hay un resumen perfecto de lo que han sido estos nueve años, pero cinéfilamente me siento realizada, enriquecida y emocionada. Dejemos que hablen las películas por sí solas. Os traslado mi emoción viendo este montaje:
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Post de Naiara Salinas ¡El año no se puede acabar sin la última recomendación! Una de altos vuelos que me ha brindado la suscripción a Amazon Prime. Porque suscribirse en esta época es muy recomendable también (*guiño, codazo, guiño*). The Aeronauts se basa, se inspira, en una historia real que llevó a dos aeronautas a la estratosfera para estudiar las condiciones climáticas y ayudar así en la previsión del clima (vamos, son a los que debemos los hombres del tiempo de la tele). James Glaisher (Eddie Redmayne), miembro de la Real Sociedad e hijo de relojeros, quiere demostrar al mundo que sus suposiciones son correctas, mientras que Amelia Wren (Felicity Jones) trata de superar la muerte de su marido a raíz de un accidente en el aire. The Aeronauts es una de mis últimas pelis del año y no se podía quedar fuera de este repaso de lo mejor. Aunque parezca una historia sencilla y sin mucha ambición en verdad goza de interpretaciones muy humanas y una fotografía impresionante que desde ya declaro como lo más destacado. La historia, tras ver su tráiler (el cual os comparto como siempre al final de este post), trasluce la tensión y el peligro de quien se pierde en la estratosfera (o más allá) como en Gravity; la emoción de explorar lo desconocido que conduce a nuevos terrenos como en Interestellar o el afán de perseguir los sueños y callar unas cuantas bocazas a ignorantes victorianos como en La vuelta al mundo en ochenta días (que además también cuenta con un globo). Y sí, es todo eso, os lo puedo asegurar. Pero tanto Eddie como Felicity, dos de mis actores predilectos en la actualidad cuya química es incuestionable fuera y dentro de la gran pantalla, le confieren un carácter único, más personal, que transfiere cierto intimismo. El primero nos regala otra interpretación de científico incomprendido al margen de la sociedad (ya van tres en su historial) y la segunda continúa poniendo los puntos sobre las íes (esta chica es simpática y directa en todo lo que hace, me encanta). Una elección acertada por parte del guionista (el reputado Jack Thorne, a quien parece que llaman para cualquier proyecto británico últimamente) es profundizar en la psicología de los personajes a través de flashbacks asociados a distintos momentos del viaje que impiden que este se aletargue en exceso e incrementa su emoción, ya que el relato principal transcurre en una hora aproximadamente. El cielo es muy interesante, pero no da para tanto de cara a la atracción general. Durante estos saltos hacia atrás descubres cómo se ha llegado hasta esa situación, conoces la historia de James y Amelia, sus traumas, sus sueños, y cada vez te va importando más que esas personas consigan tocar tierra firme otra vez, algo que se convierte en un objetivo mucho más difícil a medida que ascienden. Pero no solo es una narración humana en ese aspecto, sino también por los perfiles que se dibujan de ambos. Por un lado James, calculador, lógico, apoyado en sus artilugios y conocimientos pero sin ninguna idea real de supervivencia, un ignorante del cielo que quiere cambiar eso; por otro, Amelia, una "criatura del aire" (como ella se define) que se maneja entre lo impredecible y la precaución, un espíritu libre, la emoción frente a la lógica. Los dos conforman el clásico cara a cara donde se ven obligados a trabajar juntos para salir adelante y donde el apoyo mutuo es vital. Sin Amelia, James no puede callar esas bocas entre los escépticos de la Real Sociedad y sin James, Amelia no encuentra el valor de volver a subir a los cielos, donde realmente pertenece. Superar tantos obstáculos juntos logra que en una hora, los dos sean uña y carne, pero además acabas dándote cuenta de que el personaje más razonable y frío tiene un lado sentimental vinculado a su progenitor y el más valiente puede llegar a temer profundamente. Tras esto, no queda mucho por decir, salvo que el resultado es un tanto versátil, es decir, nos movemos en una historia sobre dos individuos rechazados y soñadores y sobre aventuras, exploración, donde desde la primera escena se deja muy claro que eso es un riesgo y se están jugando algo más valioso que su reputación (posdata: mérito tiene el trabajo de los actores en estas escenas, sobre todo sabiendo que se pusieron en serio peligro un par de veces. De sencillez nada). La estructura es la que otorga el ritmo y al final el filme se pasa volando (CHISTACO). La actualización de la historia concede más papel a la mujer (el piloto real que acompañó a James fue Henry Tracey Coxwell, que no aparece de ninguna otra forma), oseasé que veracidades las justas. En resumen: no hay muchas novedades, pero se disfruta igual (y no me extraña porque Tom Harper también tiene en su historial la miniserie Guerra y paz de 2016). E irónicamente (tratándose de una historia sobre explorar el cielo, salir de la zona de confort, etc.) sobre todo si la ves con los tuyos en tu cálido hogar, pues al final la reflexión queda en qué es lo más importante, por qué hacen eso, y todo siempre va a estar un poco ligado a la familia, donde empiezan muchos de nuestros sueños. Hasta el tema cantado por Sigrid que sale en los créditos finales lo dices, por algo será. Ficha técnica The Aeronauts (The Aeronauts) 2019, Reino Unido Director: Tom Harper Reparto: Eddie Redmayne, Felicity Jones, Himesh Patel, Tom Courtenay, Tim McInnerny, Phoebe Fox, Vincent Pérez, Rebecca Front y Anne Reid Puntuación: 8/10 Post de Naiara Salinas Tras ordenar de menos a más los últimos estrenos vistos por menda en el cine, llega el momento de hablar de los caseros, y es que Netflix, HBO y Amazon se han convertido en una constante en mi vida, pero hasta este año me limitaba solo al catálogo de series, o más bien no prestaba tanta atención a las maravillas ocultas del séptimo arte en estas plataformas. Las expectativas generales levantadas entorno a los últimos estrenos, no obstante, acabaron por absorberme también. Vamos, un drama familiar protagonizado por Adam Driver y Scarlett Johansson, una de Scorsese... Es como si después del "castigo" a Roma en la pasada edición de los Oscar Netflix, despechada, hubiese decidido echar toda la carne en el asador. Y así ha sido. La esperanza de Martin Scorsese El irlandés se ha vendido como uno de los grandes estrenos del semestre. La nueva historia de gangsters de parte del rey en la materia parecía ser la clausura de una trilogía no pactada con el mejor reparto que cabe esperar y que hasta elevaba el filme a una especie de hito del género. Solo eso bastaba como anzuelo para el público fiel. Poco tiempo después se ha revelado que Scorsese, conocido defensor del cine clásico, acudió a Netflix en un "momento de desesperación" (dicen los titulares más sensacionalistas) al no encontrar ninguna productora/distribuidora que financiase el proyecto lo bastante como requería la tecnología que ha rejuvenecido a los actores, pues nombres como Andy García, Robert DeNiro o Joe Pesci no pueden excluirse así como así. Eso ya demuestra el apogeo en el que se encuentra la plataforma, gracias a muchos años de producciones exitosas. Sin embargo, tras el estreno (con una licencia en salas exclusivas de una semana para que ningún académico osase levantar el dedo) se ha descubierto que lo que más perjudicaba dicha financiación no era tanto el uso del CGI como el tiempo en el que se emplea. Las tres horas y media que dura este largo largometraje (si queréis podemos llamarlo extensometraje a partir de ahora) han hecho muy difícil la tarea de visionar de corrido una película que además se estrenó entre semana en lugar de el santificado viernes de toda la vida. De hecho yo no pude, pero decidí aguantar hasta la mitad el primer día y dejar la siguiente para otro. "Aguantar" es un verbo clave, porque si bien la primera hora de la película, más introductoria del protagonista y el círculo que le rodea y donde se va a desarrollar toda la trama, es muy interesante, una presentación digna y estilísticamente de diez, con interpretaciones muy llamativas, la siguiente es completamente soporífera, redundante, un guion que gira sobre sí mismo cada vez más despacio, que llega a recrearse innecesariamente y no permite apenas contemplación para personajes más silenciosos (sí, Anna Paquin, te estoy mirando a ti). Para cuando llegué al último acto, donde muere un personaje importante y se supone que me tiene afectar, aún arrastraba un poco de indiferencia del anterior. Con demasiados nombres en juego, demasiado tiempo y un visionado partido me costó reengancharme (hasta me había olvidado de parte de lo que sucedía), y ahora que ha pasado un tiempo y el camino se ha congelado no me avergüenzo de reconocer que tras esa primera hora genial mi espectación se convirtió en algo muy superficial, lo cual puede que no me convierta en la mejor crítica de este filme. Huelga decir que tampoco he visto las anteriores del género y soy de esas personas a las que El padrino no provoca ningún tipo de emoción positiva (es más, intenté verla dos veces y jamás pude acabarla), así que es posible que ni siquiera deba estar escribiendo esto. Soy indigna. Y aun así, cuando llegó la parte de los créditos me quedé un momento contemplando la pantalla reflexionando tanto sobre lo que acababa de ver como de la experiencia en sí. ¿Me había gustado? Me apenaba que no me hubiera gustado tanto como prometía el avance. ¿Entonces era mala? No, era arriesgada, un poco aburrida en ciertas partes, pero... ¿mala? DeNiro había estado genial. Incluso Paquin, cuyo personaje sale tan poco y dice mucho menos, había llamado mi atención. Es más, dos pensamientos florecieron en la superficie de ese estado vegetativo: "Paquin es la p*** ama y su personaje es el más intrigante de lejos" y "Chico, las tres horas y pico de la versión extendida de El señor de los anillos" se sintieron mucho menos". Mis conclusiones: El irlandés es una película digna de entrar en los premios por su concepto, su calidad audiovisual y sus increíbles interpretaciones (y, dicho con ironía, porque ningunear a uno de los grandes de la Academia podría acabar apoyando la idea de que los blockbusters merecen más presencia y eso no se puede permitir), pero dudo mucho que deje la huella de sus predecesoras. Cuando se podría ver el manejo del tiempo de metraje como una plasmación realista de la vida, que fluye para muchos igual (no es lo mismo contar un relato destacando las partes más emocionantes que siguiendo el hilo de principio a fin), opino que es el clasicismo de Scorsese, su estilo como narrador, lo que impide que ese recurso aporte realmente. Dicho de otra forma, a la historia le sobra una hora (y eliminándola, o resumiéndola, se contaría exactamente lo mismo). Desde el punto de vista emocional puede calar un poco más, pero, insisto, es gracias a los intérpretes, a lo que son capaces de expresar en momentos de absoluto silencio. La química de Adam Driver y Scarlett Johansson Por el contrario, Historia de un matrimonio es esa película que con una trama de unos pocos días y una estructura más partida y menos lineal te cuenta, te expone, todo lo que necesitas saber sobre la relación entre un director de teatro y una actriz. El comienzo es brutal: tanto Charlie como Nicole se dedican a hablar de lo que más les gusta del otro mientras el montaje superpone imágenes caseras que ilustran sus palabras. Te deja con la sensación de que todo en ese matrimonio es idílico y de que ambos forman la mejor pareja. Pero la peli no va de amores, sino de desamores y rupturas. Es un matrimonio que se va a pique y convierte su proceso de divorcio en toda una odisea plagada de montañas rusas, de idas y venidas, donde parece que en cualquier momento uno de los dos se va a arrepentir y dar marcha atrás. Y lo mejor del caso es que, como espectador/a, no puedes evitar luchar por el amor, cruzar los dedos, porque has visto esas primeras imágenes y no te crees que eso haya desaparecido sin más, tan de golpe. La chispa sigue y tiene que resurgir de alguna forma. Ese principio que alimenta las esperanzas de todos durante la primera mitad de la película puede ser perfectamente un eco de lo que sienten los personajes, quienes tratan de llevar ese momento doloroso de la forma más amistosa posible, en contra de quienes quieren convertir eso en una guerra. La pena es que una separación indica una fragmentación en todo además de en sus corazones: en su modo de vida, en su hogar... Y cuando hay divisiones, también hay bandos, exactamente como en la guerra. Por ende, por mucha lucha pacifista que haya, el enfrentamiento va siendo cada vez más evidente, las diferencias que antes les unían les distancian, con una postura favorable hacia Nicole, quien tira hacia su nuevo futuro independiente, mientras que el retrato de Charlie es el de un perdedor, el necesitado, el que en el fondo desea reengancharse. Así, la mujer adopta la pose fuerte y el hombre, la romántica (esto se ve muy bien en una escena donde Charlie se pone a cantar sobre sentirse vivo al lado de la persona a la que más quieres). Y con semejantes perfiles el reparto es de lo más ideal, ya que Scarlett es tan capaz de mostrar la serenidad que requiere Nicole como de venirse abajo cuando está a solas, mientras que Adam equilibra muy bien su característica indiferencia con su dramatismo, al que aporta también dinamismo para ejercer de buen padre pendiente de su hijo. Es un tejemaneje que juega con las posiciones, porque ningún cónyuge es malo (¿cómo va a serlo, con tan buenas cualidades que hemos visto en los primeros cinco minutos?), pero tampoco es santo. Ambos pecan y ambos sufren, y el corazón del público se divide también. El final es como un dardo a ese principio, pero es lo que hay. Además, la idea se refuerza cuando afecta igualmente al espacio, en este caso Los Angeles (el calor, el éxito, la libertad, Nicole) frente a Nueva York (la frialdad, la soledad en la multitud, la variedad, la personalidad, Charlie). Incluso los pósteres promocionales lo indicaban situando a cada protagonista cara a cara, un plano que se repite muchas veces a lo largo del filme. Conclusión: este es un drama de los que te dejan con mucha pena y reflexiones sobre la vida, el amor y los lazos, de lo duro que es cortarlos, de lo poco que dura la felicidad y de las vueltas que puede dar una hermosa y prometedora relación, gracias a un guión que trata sobre una involución pero te cuela entre medias momentos bonitos que te llegan. Es triste, sí, pero que al menos valga para entretenerse viendo a Driver salirse un poco de su perfil habitual tan frío, porque como padre es adorable. Todos los reconocimientos que obtenga el filme a nivel interpretativo y narrativo los merecerá, pero ahora es mi candidata favorita a Mejor Guión. Un nuevo origen para la Navidad Esa festividad a la que le debemos unas dulces vacaciones invernales tiene un nuevo cuento que me apena que pase desapercibido, salvando su nominación al Goya como Mejor Película de Animación porque, sí, es de marca hispana, pero tan universal como su plataforma. Klaus es la historia de un cartero muy vividor y poco concienciado a quien su padre "castiga" enviándolo a un pueblo muy remoto (allá en el Mordor más auténtico), habitado por dos clanes enfrentados a lo Montescos y Capuletos, donde la escuela sirve como pescadería y lo único bueno es un extraño juguetero que habita alejado de ese ambiente bélico en plena naturaleza. La misión de Jesper, el cartero, es conseguir enviar seis mil cartas, o de lo contrario será desheredado. ¿Pero cómo conseguir comunicación en un pueblo tan iletrado como propenso a la violencia? Pues he ahí la belleza de esta historia, ya que un hombre que apenas tiene nada empieza a darlo todo para conseguir una sonrisa en un niño. Una colaboración casi accidental se termina convirtiendo en un propósito de vida. Cuando los niños descubren que enviando cartas a ese tal Klaus consiguen un juguete a cambio, los que no saben escribir querrán ir a la escuela. Hay cierto utilitarismo en ello, sí, pero con consecuencias muy positivas, ya que la enemistad va quedando relegada. Y es una interpretación muy tierna, hermosa y profunda de esta leyenda tan popular, con muchas referencias al saber general y detalles como que uno de los personajes parezca provenir de la tierra donde Santa es más famoso (Turquía). Y el personaje de Jesper lo tiene todo: es manipulador, desinteresado, egoísta incluso, pero poco a poco se va reformando. Así visto es como la típica parábola, no exenta de carisma reflejado en el diseño de la animación y en los matices de los personajes. Klaus, por ejemplo, se acerca más a la versión épica y seria que vendió El origen de los guardianes que al regordete bonachón familiar, pero cuando ves a ese viejo ermitaño con un pasado doloroso hacer cosas buenas por el prójimo se te empañan los ojos. Además, conforme el largometraje avanza el paisaje también se va iluminando y poca niebla se ve. Conclusión: ver cómo la bondad se abre paso en un mundo violento, egoísta y lleno de niebla y oscuridad es lo que da origen y sentido a eso que llamamos "espíritu navideño". Se hace una apología a las fiestas poniendo por delante lo que muchos ya olvidan: que lo bonito es la ilusión, dar sin esperar recibir y ser fiel a tus principios y tu modo de vida a pesar de que te consideren una amenaza para el estatus social. No tengamos miedo de hacer el bien ni nos rindamos por duro que sea el camino. Redimámosnos y aprendamos a ver la vida con otro color, tanto si somos carteros, como profesores, padres, alcaldes, jugueteros, etc. Todos jugamos un papel crucial para lograr ese espíritu en estas fechas. Este es otro proyecto que nadie quería apoyar por arriesgado y me alegra sobremanera que Netflix haya acudido al rescate. Post de Naiara Salinas Tiene gracia este post, pues conforme iba escribiendo mi ranking cinematográfico de los dos últimos meses del año, al llegar a Star Wars empecé a escupir todo lo que opinaba con pelos y señales y me di cuenta de que había una cuenta que saldar, por lo que he traído mi pequeña bronca a una entrada aparte. Tranquilos, no es que el lado oscuro se haya apoderado de mí durante esta reseña, pero siento una perturbación en la Fuerza que debo manifestar como sea. ¿El cierre de una saga o la negación de su lado oscuro? Pese a haber comentado en Twitter que disfruté la película, los días posteriores, los análisis punto por punto y un poco de enfriamiento antes de ponerme a escribir en serio me han hecho replantearme algunas cosas. Por una parte comprendo la difícil misión de otorgar a una saga que ha durado décadas el cierre definitivo que se merece (espera, ¿definitivo? Ya veremos). J.J.Abrams es ese fanático que quería recordar lo que sintió cuando vio de niño la primera trilogía de La guerra de las galaxias, la space opera más ambiciosa de la historia del cine, que marcó un antes y un después para todos los futuros cineastas de ciencia ficción y los creadores de efectos visuales, vestuario y maquillaje. Y tal vez eso sea lo que ha empañado tanto esta trama que En el despertar de la fuerza se auguraba muy prometedora. A pesar de que la mayor parte del fandom condena Los últimos jedi, Rian Johnson acertó en abordar la Fuerza de una forma más compleja que nos hiciera cuestionar todo lo que se había venido creyendo hasta ahora, y es que semejante poder luminoso puede y hasta debería coexistir con el lado oscuro. El episodio VIII quiso mostrarnos que la Fuerza no tenía por qué estar ligada a grandes dinastías. Aunque es cierto que para los que esperábamos la ansiada revelación de los orígenes de Rey, el personaje más misterioso hasta el momento (cada cual con sus teorías), fue un chasco, el final con los niños haciendo uso de su poder era hasta muy esperanzador, todo indicaba que en la última entrega Rey ya no estaría sola y podía ser que incluso renegase de la academia jedi y se limitase a llevar paz en el mundo, pues esa es la esencia de la Fuerza. Sin embargo, el retorno de J.J.Abrams, más el deseo de Disney de alejarse de los fans tóxicos, ha causado un borrón y cuenta nueva que no beneficia en absoluto a la continuidad de esta trilogía. De pronto es como si el largometraje de Johnson jamás hubiera existido. Cierto es que su guion fue muy flojo y con algunas partes sin sentido, pero tampoco merecía tal desprecio y rechazo por parte de su productora adoptiva. Póngase por ejemplo el caso de Rose Tico, cuya actriz fue maltratada sin ton ni son tras el estreno. Un personaje que antaño fue muy importante queda relegado ahora a un par de apariciones y seis líneas de diálogo como mucho. El romance que podía tener con Finn se olvida, y en su lugar este sigue pendiente todo el rato de Rey, con quien hizo muy buenas migas en El despertar pero (SPOILER ALERT) con quien al final no tiene nada, ni se insinúa siquiera esa posibilidad (FIN SPOILER). He disfrutado el episodio IX tanto como el VII, opino que a pesar de sus fallos ambos logran engancharte a base de tanto golpe emocional y misterio por resolver, pero eso no quita que me rabie la situación, sabiendo que podría haber quedado mucho mejor con un mix de lo mejor de los dos anteriores episodios y no solo de uno, pues nunca nada es cien por cien una bazofia o un exitazo. Lo único que tiene continuidad es la relación entre Kylo y Rey, los dos mejores personajes de lejos. Abrams logra ensalzar a su villano y dejar atrás su pataleta de niño consentido ridícula que le dejó Johnson. Vuelve a mostrar la dualidad que parecía presentar en el episodio VII. Y ese es el quid de la cuestión: el VII es lo lejos en el futuro que llegan las referencias, salvando la presencia de Luke Skywalker y el templo jedi. Todo lo demás resulta un eco del pasado. Y, de nuevo, lo que tenemos es una historia paralela al relato original, ofuscada en recordar los buenos tiempos e impedirse a sí misma un poco más de creatividad. Al mismo tiempo, tratándose de una de las sagas más largas, se tira la casa por la ventana y el deseo de colar tanta referencia provoca una aceleración de la acción que obliga al espectador a tomarse unos minutos de asimilación (u horas o días) tras salir del cine. Cualquier plot twist que acontece al final de un tramo se resuelve enseguida en el siguiente. Se trata de una estructura que apenas deja tiempo para pensar o respirar, se juega con muchos efectos emocionales que sí, hacen que nuestros ojitos brillen de éxtasis, pero de vez en cuando parar en el ritmo se agradece. Mejor reservarlo para el clímax, el cual (conociendo cómo deberían ser para considerarse clímax, es decir, acelerados) es la mejor parte, incluyendo el momento en que las aguas se calman un poco. Además, Abrams presenta en el último momento personajes que, queramos o no, nos acaban interesando (como el de Keri Russell, la tribu indígena comandada por Naomi Ackie y el genial y cómico Babu Frik), pero solo tenemos unos minutos para disfrutar de ellos. Nótese que hasta me he dejado los dos primeros nombres de los personajes adrede, porque estos se pierden en este conjunto de acciones y es una pena. ¿Es una idea para colarnos más tarde spin offs en Disney +? ¿Quién tiene la culpa? En estos momentos desconozco los resultados en taquilla de Los últimos jedi, pero sí que recuerdo que la crítica dio severos palos, tanto la profesional como la fanática. Claro que lo peor que le puede pasar a una franquicia no es eso, sino que la productora y la dirección les sigan el juego. Una cosa es aprender de los errores y otra, ocultarlos, como los Dursley a Harry Potter, es decir, algo con lo que tienes que vivir pero que supone una mancha en el expediente que trae vergüenza a la familia por ser tan diferente. En lugar de aprovechar lo mejor que tenía esa historia, y mira que han tenido dos años para darle vueltas. Con esta idea en mente Disney le pide a Abrams que finalice la trama y este retoma su guion para dedicarnos el último fan service. ¿Queríamos que Rey tuviera unos orígenes especiales (cosa que por la visión en el local de Maz Kanata tenía sentido)? Concedido. ¿Que haya salseo romántico? Hecho. Si un personaje no interesa o no gusta, se borra. ¿Cuál es la época dorada de Star Wars? Rescatemos todo lo que podamos. Puede que Johnson no nos diera la mejor película de la saga, pero Disney también tuvo que ver en eso. A veces se arriesga y se pierde, como fue el caso, pero al menos arriesgó, algo que poco valora la compañía del ratón hoy en día, empeñadísima en volver a ser lo que fue. Eso no quiere decir ni que todas las decisiones de Abrams en esta película sean malas ni que sea responsabilidad entera de Disney. Un creador tiene cierto margen de libertad y él decide cómo emplearlo, o eso quiero creer. Si resulta que su genio se amolda a la visión de la productora, mejor aún. Aunque volviendo a lo de ocultar los errores, el guion de Los últimos jedi se podría haber subsanado fácilmente manteniendo la relevancia de algunos pasajes pero situándolos en un fondo más adecuado. No era necesario cortar por lo sano. Por tanto...
Lo mejor de El ascenso de Skywalker para mí es la dualidad de Rey y Kylo, su conexión y su madurez (y mira que a Kylo le tenía mucha manía. No sé si es porque Adam Driver se ha curtido como actor dramático estos años o porque su personaje está mejor escrito, pero me he llevado una grata sorpresa). Sus viajes son los únicos que no presentan fractura, sino congruencia, un final acorde con su evolución. La búsqueda de los mapas para llegar hasta el último villano continúa en la línea aventurera de la saga y nos ofrece paisajes nuevos, como cierta festividad en cierto planeta. El homenaje a los jedi es muy grande y el final, dejando a un lado los contras y las rupturas, sí dignifica la saga que siempre hemos amado. Se puede disfrutar mucho más que Los últimos jedi solo por eso, ya que, al contrario de lo que podía suceder con esta, no te deja indiferente. No obstante, aunque finaliza muy bien este ciclo no es muy justa con su propia trilogía. Historias que se dejan incompletas, rupturas llamativas y un guion tan veloz que acaba descarrilando en algunos puntos de giro cuestionables. Por ejemplo, la presencia de Palpatine es tan superficialmente explicada y se apoya tanto en algo tan visto que es de una escritura muy perezosa. Muy poco planteamiento real ha habido en esa parte, pues poco se ha elaborado el camino para llegar hasta ahí. ¿Realmente hacía falta resucitarlo? Ahí dejo la pregunta. Con la de mundo que tiene Star Wars, es una pena que no se hayan atrevido más (¡da gracias a Dios por que al menos entran en escena los caballeros de Ren!). Poco se han aprovechado las novedades que ofrecía, y temo que a más sagas les suceda lo mismo. Beber de la nostalgia no siempre es bueno, a veces lo mejor que se puede hacer es cantar "Hakuna Matata" y dejar atrás el pasado. Que el cuento crezca libremente siendo solo fiel a sí mismo y no a sus seguidores, pues al final es la única forma de llegar a un buen resultado que satisfaga a la mayoría. Historias como The Mandalorian y Rogue One al final gustan más porque exploran otros aspectos al mismo tiempo que nos cuelan referencias por doquier. Son la prueba de que la saga puede vivir al margen de los Skywalker. De todas formas, Disney debería hacer un poco de reflexión interior sobre cómo abordar sus próximas resurrecciones, antes de que el público se harte. Post de Naiara Salinas Tras unos meses de intensa actividad, noticias grandes, noticias nefastas, avances y descensos y, sobre todo, historias, es momento de ir aceptando que el año se acaba. Y se podría añadir que un poco como la traca final de unos fuegos artificiales, pues el inicio de 2020 viene cargadito con las entregas de premios y ya iba siendo hora de presentar a las candidatas favoritas en la carrera hacia los Oscar. Aunque me estoy apresurando. Hoy por hoy, os traigo el primer post de una tanda que llamaré: "Lo mejor de", dedicado exclusivamente al 2019. Este mi ranking de lo visto entre noviembre y diciembre en el cine. Dejo espacio para otros grandes estrenos más adelante: 8. Si yo fuera rico La última comedia de Mediaset tenía una campaña de publicidad digna de Ocho apellidos vascos y, cómo no, el resultado en taquilla fue el mismo. La trama juega con una temática muy oportuna para la venta del Gordo de Navidad: ¿y si de pronto tu vida diera un giro radical y de un pobre individuo pasaras a ser casi el amo del mundo por tu dinero? Pero... ¿y si tuvieras que mantenerlo en secreto? Con ese pequeño punto de giro seguimos el porvenir de Santi y nos reímos simpáticamente al ver a dónde está dispuesto a llegar, al igual que nos conmovemos mientras va aprendiendo que en la vida poco importa cuánta pasta se tenga si se es incapaz de compartir la felicidad con los que te rodean. Como comedia resulta entretenida y cumple con los parámetros, pero, si bien con ella se pasa un muy buen rato, la poca ambición del guion me obliga a situarla en el último puesto. Lo mejor: el engaño es un punto clave para lograr la comicidad. Lo peor: precisamente que es volver a tirar de la misma cuerda, ya que se ha visto que funciona. En el fondo es Ocho apellidos vascos 2.0, así que depende de cada uno juzgar si la otra película mereció la pena. Puntuación: 6,5 7. Star Wars IX: el ascenso de Skywalker Los detalles aquí. Lo mejor: el gran homenaje a toda la saga la convierte en un cierre digno y muy emotivo. La exploración de Rey y Kylo Ren culmina de muy buena forma y ambos viajes acaban siendo lo más destacado de toda la trilogía. Lo peor: un filme que se supedita a la opinión del fandom en lugar de enriquecerse a sí mismo y aprovechar lo bueno que tiene pierde fuerza, valga el chiste. Puntuación: 7,5 6. Frozen 2 Ya comenté aquí mis impresiones de la película. Sí quisiera añadir de cara a este top que es una pena que el brillo no sea el mismo que el de la primera entrega, ya que a mi modo de ver esta era más madura y enfocada tanto a un público adulto como infantil. No deberían dejar de reconocerse temas como "Show yourself", mucho más significativo para el público que "Let it go" a estas alturas, que ya aparece empañado de tanto cantarse. Pequeños detalles que seguramente afecten a la hora de premiarla o no. Lo mejor: el retrato de la cultura escandinava-danesa, el homenaje a Hans Christian Andersen, las canciones, el enfoque adulto de la historia y el digno cierre que supone para Elsa. Lo peor: que sea tan poco reconocida, el número tan de videoclip para Kristoff (que merece la pena escuchar más en versión original por el vozarrón de Jonathan Groff), que no se vea más del romance entre los padres de Elsa y Anna y el poco desarrollo que tiene esta última, a pesar de, como dije, ser clave en la trama. Puntuación: 8 5. Le Mans 66 Este es uno de esos largometrajes que cuando ves piensas de inmediato: "Oscars". Con una epicidad a la altura casi de Rush, otra gran historia de carreras de Fórmula 1, Le Mans 66 retrata tanto la competitividad entre dos empresas del mundillo del automóvil, Ford y Ferrari, como la amistad entre Matt Damon y Christian Bale, o lo que es lo mismo, Carroll Shelby y Ken Miles. Uno antiguo piloto e ingeniero en el presente, el otro mecánico de toda la vida y piloto por afición. Ambos se unirán en un contrato con Ford para derrotar a Ferrari en la carrera más larga de la historia, que dura veinticuatro horas. Todo puede pasar en esa pista, desde el agotamiento de los pilotos hasta las condiciones atmosféricas que entorpecen el control sobre el aparato. Basada en hechos reales, dos grandes actores, riesgos vitales, superación, supervivencia y un cierre de bocas llamativo; ¿qué más quieren los académicos? La perspectiva no es nada neutral: claramente es otra glorificadora del espíritu americano. Pero la vitalidad de Bale, quien aporta frescura y canallería a un guion muy comprometido con la causa, juega muy a favor. Las grandes historias protagonizadas por grandes hombres siempre acaban encontrando hueco en nuestro corazón de telespectadores. Conmueve, divierte y técnicamente tiene sus puntazos. Lo mejor: creo que ya lo he dicho todo. Lo peor: quizá lo que le falta es un poco más de humildad. Puntuación: 8,5 4. Legado en los huesos La segunda parte de la trilogía del Baztán ha sido un poco maltratada por el marketing en el sentido de que ha llegado un poco de sorpresa, es decir, hasta este año estábamos un poco en la inopia con su situación (¿o me ha pasado solo a mí?). Cero fotos de rodaje, cero alusiones al nuevo reparto... Tan solo un pequeño casting para extras en toda Navarra. La buena noticia es que eso no ha repercutido en sus altos datos de taquilla, donde ha sido número uno al menos un par de semanas. Ahora sabemos que entre la primera y la segunda entrega se han estado orquestando en verdad las dos que quedan para cerrar el relato de Amaia Salazar (lo cual sucederá en la primavera de 2020). Todo este tiempo el equipo se ha centrado en preparar al espectador para asimilar una trama más visceral, una decisión que puedo confirmar como muy acertada, ya que las dos últimas partes están más conectadas entre sí. Lo bonito del argumento es que se explaya en la mitología del valle. Un poco como Frozen 2, de cara externa ha sufrido la pérdida de expectación o el fulgor que hicieron de El guardián invisible un taquillazo original, pero aun así se aprecia la evolución, la conexión y el encaminamiento hacia una historia más familiar, ahondando en el corazón y los demonios internos de Amaia, haciendo del caso algo mucho más personal y convirtiéndolo en su lucha. Ese punto psicológico es lo que mantiene viva la llama en un hilo que puede hacerse repetitivo. Pero mantengo lo que digo siempre: nada sucede de la misma forma dos veces (y así es como deberían funcionar las sagas). La atmósfera que crea Fernando González Molina sigue siendo bella y lúgubre para alimentar el misterio del valle. Lo mejor: el paisaje navarro, la evolución de los personajes y de la historia hacia algo más intrínseco y el tratamiento al mito de la brujería en Navarra, que tiene mucho que ofrecer. Lo peor: que superficialmente parezca un cuento releído y que no se le preste la atención que merece. Puntuación: 8,5 3. Last Christmas Esta comedia romántica vendida como tal (obviedades modo on) esconde un mensaje mucho más bonito y un cliffhanger que llaman la atención por encima de toda la historia de amor entre el personaje de Emilia Clarke y el de Henry Goulding, lo que hace que merezca mucho la pena. Como toda película de Navidad es emotiva y profunda, también es cómica y desprende encanto por los cuatro costados. Está cuidada para que el argumento sea lo más inclusivo posible y todo es fijarse en los pequeños detalles. Por ejemplo, hay una razón para que la familia de Kate (diminutivo de Katerina) sea extranjera y para más inri de un país en guerra. Y otra para que su jefa sea asiática, así como el fichaje de turno. Es la cinta ambientada en Londres más anti-divisiones de la historia, una crítica socio-política bien oculta en una historia que nos muestra la importancia de la convivencia, el respeto y el disfrute de la vida, sin importar de dónde venga cada uno. La interpretación de la canción de George Michael en el guion es otro plus, aunque es mucho mejor no ver el tráiler, ya que ese giro que comento puede quedar desvelado "por accidente" (o al menos esa ha sido la gran queja desde dirección después de que varios fans adivinasen y comentasen el final en sus redes sociales). Lo mejor: Emilia Clarke, tan adorable como siempre; el espíritu navideño en el mensaje y el plot twist. Tiene un aire a Un cuento de Navidad. Lo peor: si uno está atento a las promos o deja que le arruinen ese punto de giro, da un poco de rabia porque no se disfruta igual. Es de esos largometrajes que es mejor ver en la absoluta ignorancia. Puntuación: 9 2. Doctor Sueño 2019 siempre será para mí el año de las primeras veces. Con cariño recuerdo mi incursión en el maestro del terror a través de mi October King, que vio su fin con la secuela de El resplandor, un relato muy extenso traducido en casi tres horas de metraje que no perdieron tono, ritmo ni atracción, pues el guion procuró rescatar buenamente los pasajes más intrigantes y oscuros de la novela, pero al mismo tiempo mantuvo el tributo a la obra de Kubrik. Una doble adaptación, dicho de otra forma. Ni qué decir que el juego fue muy limpio y para mí se ha convertido en la mejor adaptación de Stephen King, incluso sobre la que era mi favorita, It. Lo mejor: el homenaje a Kubrik, la evolución de Danny Torrance, interpretado soberbiamente por Ewan McGregor y el elemento de los demonios devorapoderes. Lo peor: lo siento, ha pasado mucho tiempo, no me acuerdo. Puntuación: 9,5 1. Puñales por la espalda Y llegamos al plato fuerte, para mí la gran sorpresa, pues aunque cuando vi el tráiler la vi muy entretenida, jamás de los jamases esperé que hasta tal punto. Clásica publicidad engañosa que te vende un Cluedo, u otro Poirot, cuando el juego es enteramente diferente, histriónico, alocado, un enredo con ese refinamiento que sí recuerda al personaje de Agatha Christie pero que a su vez está lleno de la mordacidad de Sherlock Holmes. Simplemente muy inteligente y original, sobre todo porque aunque se desvela la identidad del asesino al final de solo el primer acto, todavía queda mucho misterio, mucha miga, y el espectador se mantiene en vilo preguntándose cómo saldrá el susodicho de esta. Ninguna historia es lo que parece, pero aun así está muy bien tejida y cada narración por cada personaje aporta tanto un obstáculo como una pieza del puzzle. El trío compuesto por Daniel Craig, Ana de Armas y Chris Evans es el que más brilla, pero por los matices que tiene su personaje, que sin quererlo ni beberlo se convierte en el centro de todas las tramas (y miradas también), la mención especial va para la chica. Es una alegría verla en las nominaciones. Lo mejor: Ana de Armas, el tono y la subversión del clásico crimen familiar. Lo peor: nada en absoluto. Puntuación: 10/10 Post de Naiara Salinas, Mariaje Ruiz y Rosana Rábago El eco de los aplausos se apaga en cuanto suena el primer acorde. Su semblante se muestra sereno, calmado, mientras sus dedos se convierten en un caos armónico de movimientos sobre las cuerdas de su guitarra. Es flamenco lo que tocan; ¿alguna bulería? No, es uno de los temas de Misión imposible 2, compuesto por Hans Zimmer. Y es que Amir John Haddad, o "El Amir", nacido en Freisburg (Alemania) en 1975, es uno de los muchos artistas internacionales que integran el espectáculo conocido como El mundo de Hans Zimmer, que se encuentra en plena gira por Europa y que los pasados 1, 3 y 5 de diciembre aterrizó en Bilbao, Madrid y Barcelona respectivamente llenando estadios para interpretar las bandas sonoras de más renombre de este compositor. Cuando hablamos con él por teléfono, su voz nos transmite la seguridad y la pasión que se aprecian igualmente sobre el escenario, incluso aunque nuestra fuente más directa sea una filmación en buena calidad de YouTube. Amir no solo trae un género musical poco corriente en una banda sonora de acción, sino también toda una trayectoria cruce entre distintos caminos, fruto de una herencia multicultural al tener padres de distinta procedencia, que lo han convertido en la actualidad en un "multi-instrumentista", puesto que no solo toca la guitarra española, sino también la eléctrica, el nylocaster (stratocaster con cuerdas de nylon), el laúd, el buzuki griego y el ukelele. Con su aspecto de pirata no nos sorprende esa actitud de "lanzarse a la mar" para disfrutar de lo que la vida le ofrece. Tras vivir en Alemania, Colombia, Andalucía y Madrid por un tiempo, aprendiendo de grandes maestros y colaborando con músicos de la talla de Marcus Miller o Stanley Clarke, en 2018 fue elegido por Hans Zimmer para ser el guitarrista solista de sus conciertos, y desde entonces vive en un mundo apasionante de ciudades, historias, épocas y sonidos diversos bajo la dirección de Gavin Greenaway. Pronto sacará un disco titulado Andalucía. Con él hablamos sobre Zimmer, sobre música, aprendizaje y sentimientos. Tienes un gran bagaje cultural, no solo por la cantidad de formación, sino también por tus orígenes. ¿De qué forma influye en tu música haberte criado con tantas culturas diferentes? Cada cultura tiene su identidad y cada identidad define una parte de tu personalidad y cómo sientes y vives la vida. Yo nací en Alemania, mi abuelo es alemán, mi madre viene de Colombia y mi padre, de Medio Oriente: tres culturas que a priori son tan diferentes confluyen en mí y me han impregnado desde pequeño, y eso a nivel musical me ha hecho abrirme mucho, interesarme por muchas músicas diversas de todos los continentes. Esa es mi identidad, que a cada persona ayuda a afrontar sus sentimientos. En esa mezcla cultural-musical, ¿crees que cada estilo se complementa de alguna manera particular que quizás de otras no sería posible? ¿Qué crees que aporta cada una de las culturas o estilos a esa mezcla? Lo bueno es que cada cultura tiene su forma de sentir, así que lo que amplifica es el abanico de posibilidades a la hora de transmitir emociones. Creo que la música en sí no tiene fronteras; cualquier nota, cualquier ritmo interpretado desde el corazón, tiene su impacto. Aparte, cada parte del mundo tiene una música personal, muy propia, y por eso existe la identidad de cada cultura. En mi caso, lo que aporta es que he podido ampliar mi forma de comunicar, de sentir y de percibir la vida misma. De todos los instrumentos que tocas, ¿cuál dirías que es el más difícil de aprender a dominar? De entrada pienso que cualquier instrumento que quieras aprender implica llevarte a un nivel de virtuosismo en el que el instrumento se convierte en medio para comunicar y transmitir. Requiere mucho trabajo evidentemente la guitarra flamenca, pues requiere mucha práctica para sacar un sonido limpio y bonito que diga algo, tardas muchos años y exige constancia. Es como el violín, que al principio también cuesta. ¿Y hay algún músico que te haya inspirado de forma especial? Primero mi padre, que es el que me enseñó a tocar el laúd y la guitarra española, y luego maestros de los que he tenido la suerte de aprender. También están los maestros que han marcado en el mundo de la guitarra flamenca, como Paco de Lucía, e incluso procedentes del mundo del rock, como Steve Vai. El bagaje también viene de mucho antes: Jimi Hendrix y toda esta gente de la época que me ha tocado vivir. Además, me encanta la música clásica: Beethoven, Bach, Mozart, Vivaldi... Hay que escuchar a los grandes compositores. ¿Qué experiencia te brinda una gira como esta donde el artista homenajeado no es un cantante o una banda, como es habitual, sino un compositor de bandas sonoras? ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con Hans Zimmer? ¿Cómo dirías que inspira su música? ¿Te identificas con ella? Lo primero que me gusta de trabajar con él y de poder interpretar su música es la música en sí. Es un genio, tiene una genialidad multicultural, ya que trabaja con sentimientos muy fuertes y por eso su obra llega al público de la misma forma. Yo me identifico con eso: soy un músico que siempre busca la melodía porque creo que es como una palabra o una frase con la que puedes expresar más. Para mí es un súper lujo y una alegría poder colaborar a ese nivel con un gran compositor y aprendo muchísimo. Hay que tener la mente abierta para empaparte e inspirarte de otros, ser humilde mientras forjas tu camino. Cuando escucho su música paso por muchos estados de ánimo, en el escenario hay momentos en los que incluso tenemos los ojos lacrimosos; es algo efímero, te mimetizas con el sonido. Me siento muy afortunado de tocar esa música. Además, estamos hablando de un espectáculo enorme donde actúan músicos de diferentes partes del mundo, estilos muy diferentes y a los que no siempre se conoce hasta llegar al escenario. ¿Cómo es entonces la preparación? Exacto, en este caso yo no conocía a ninguno de los músicos metidos en el proyecto, no habíamos coincidido personalmente nunca ni habíamos tocado juntos. Para un proyecto tan grande lo que hicieron fue mandarnos las partituras y los audios con mucha antelación, de manera que en casa te tenías que preparar muy bien para que los días de ensayo se pudiera abarcar todo el repertorio. Hicimos primero una tanda de ensayos con los solistas durante tres o cuatro días y luego otros dos días con toda la orquesta, el equipo técnico y de montaje, y de ahí al debut. En este tipo de espectáculos lo que se requiere es una gran profesionalidad, gran integridad y un buen nivel con tu instrumento, así como una personalidad adecuada para lidiar con muchas personas a la vez y que no te supere, porque estás expuesto en todo momento. Se requieren muchas virtudes, no solo saber tocar; actitud positiva para que en un conjunto todo vaya suave y sea agradable. Lo contrario no funciona en una orquesta. ¿Te eligió Zimmer personalmente? ¿Pudiste hablar con él sobre cómo abordar sus partituras? ¿Te dieron pautas o hubo también carta blanca?
Nos eligió Sandra Tommeck, de la productora artística que lleva el proyecto, pero el que al final da el visto bueno y elige es el propio Hans. Le pasaron muestras musicales mías, hice unas grabaciones encima de temas suyos que me mandaron y al cabo de un tiempo decidió que yo fuera el solista guitarrista. En las partituras ponen directamente las partes de guitarra que tengo que tocar porque cada instrumento tiene su rol, pero en otros casos por ejemplo pone "solo ad ibiduc", lo que significa que puedo interpretar mi propio solo, mi improvisación, en la obra de Zimmer, como hago en Misión imposible, que es un concierto de guitarra para orquesta donde me recreo y la modifico para que suene propia, con una intro con taranta, que es un palo flamenco. La verdad es que estoy muy agradecido de poder tener esos momentos de libertad en los que aportar mi granito de arena. ¿Cuál es el tema de Hans Zimmer que más te gusta interpretar y cuál el más complejo? Me gusta interpretar muchísimo Misión imposible porque me recreo y me divierto mucho. Luego hay un tema que parece más sencillo pero tiene un concepto impresionante, que es "Time", de la película Origen. También El código DaVici, que es una oda a la ópera, una obra clásica impresionante con muchas texturas y voces que dura como quince o veinte minutos. Gladiator me impacta también mucho porque tiene armonizaciones muy arriesgadas, disonantes, y contrapuntos llamativos. ¿Tienes alguna banda sonora favorita que no sea de Zimmer? Estas forman una parte importante de las películas, así que ¿hay algún filme en especial que te haya inspirado musicalmente? ¿En qué tipo de historias ves tu obra? Por ejemplo hay una, Paris, Texas (1984), en la que la música fue hecha por el guitarrista Ry Cooder y me parecía impresionante los paisajes que creaba. Años atrás, escuché Romeo y Julieta, aunque esa vez no me quedé con el nombre del compositor porque estaba más centrado en la música. Otra película llamada Dead Man (1995), con Johnny Depp, contiene solo una guitarra eléctrica que acompaña a todas las escenas, es muy minimalista. Respecto a dónde veo mi música, a mí realmente me gustan muchos aspectos de la vida y muchas historias. Cada persona tiene una y con todas podríamos hacer millones de películas. La cosa es, como compositor, adaptarte a la noción de cada largometraje, de cada escena, y encontrar el sonido que sabe captar eso y potenciar lo que sucede. Hay una frase muy bonita de Hans Zimmer que es: "La música tiene que transmitir lo que el ojo no ve", y es magnífica porque es la base de todo su concepto. ¿Hay algún instrumento que eches de menos en estas bandas sonoras o que te parezca que está infravalorado? En este espectáculo en particular cada instrumento tiene su momento, aunque aparezca en pocos compases, como por ejemplo el buzuki griego que toco en Gladiator en una intro improvisada. No genera un leivmotiv, pero si no estuviera no le aportaría el carácter que tiene la historia. Es responsabilidad del músico rebajar el ego, no tocar todo el rato, sino en las partes clave donde tenga sentido. Ya para acabar, si aparte de Zimmer algún otro compositor llamara a tu puerta y te pidiera tocar con él, ¿quién te gustaría que fuera? Hay dos compositores grandes de Hollywood, John Williams y Danny Elfman, con los que sería increíble hasta echar solo una tarde y aprender de su música. Para elegir con quién trabajar suelo fijarme en la autenticidad del personaje, de la música que hace, la emoción que transmite... Repito mucho lo de la emoción porque es algo en lo que hay que fijarse, ya que una cosa es la técnica, pero esta tiene que estar al servicio de lo otro y hacerle vibrar al que escucha, pues muchas veces quienes lo hacen no son músicos. Si me llega y tengo la piel de gallina, para mí es una buena señal. La gira acabará su ciclo de 2019-2020 en Budapest el próximo 17 de febrero. Para más información y entradas, consulta su web oficial. Post de Naiara Salinas Prosigo con mis aventuras e incursiones en el maravilloso mundo de las adaptaciones centradas en la obra de Louisa May Alcott y esta vez regreso al cine para hablar de la que probablemente sea mi versión favorita (por ahora), aunque solo sea por la huella que me dejó de niña al ser aquella con la que conocí esta historia, cosa que no deja de tener su gracia, pues su estreno pilló a mi generación en la cuna (y eso lo hace todo más hermoso y vinculante todavía). A lo largo de este maratón con Noemí Escribano y Tierra Cero, hemos viajado a través de su puesta en tablas, del mensaje feminista y familiar de la novela, de su adaptación al anime, etc. Por tanto, ¿qué queda por contar de ella? Pues mucho, ¡claro que sí! Porque una historia no se cuenta de la misma forma dos veces. La star system de los 90 El primer reclamo a la hora de vender una trama que ya se ha contado de innumerables maneras suele ser la dirección y el reparto. Uno de los aspectos que más maravilla por tratarse de una época todavía con muy poca presencia femenina detrás de las cámaras es que el guion cayera en manos de Gillian Armstrong, una australiana que durante el 79 había recibido enorme reconocimiento por otra adaptación titulada My Brilliant Career (en este caso sobre el libro de Miles Franklin), acerca de una muchacha con aspiraciones literarias en la Australia victoriana. Con semejante argumento parecía la mejor cabeza que poner al frente de otro sobre cuatro hermanas entre las que brilla, nadie duda de ello, la joven escritora. Y aunque su nombre ya no suena con fuerza, no cabe duda de que su visión de Mujercitas resulta significativa en la historia del cine y gracias a ello es en la que casi todos ponen el ojo cuando se habla de adaptaciones de esta novela. Ahora es Greta Gerwig quien coge el testigo de cara a las salas (previamente tenemos una miniserie de 2017), una mujer trabajando sobre la obra de otra mujer, que previamente ya fue tratada por otra mujer, con lo que se instaura un nuevo ciclo casi hermanado entre creadoras y narradoras. Y si la dirección ya auguraba un buen porvenir para el filme, mucho más lo hizo cuando sumó las caras jóvenes y adultas que estaban despuntando en ese momento, empezando por una Susan Sarandon recién llegada de los BAFTA, los Globos de Oro y los Oscar por Thelma & Louis (1991) como la matriarca March; Winona Ryder, la joven estrella de la generación X salida de ficciones oscuras como Drácula (1991), La casa de los espíritus (1993, donde además compartió cartel con Meryl Streep, que interpreta a la tía March en la versión de Gerwig) y La edad de la inocencia, en la piel de la indomable Jo March; Claire Danes, quien tuvo que rechazar un papel en La lista de Schindler por rodarse en el extranjero y en su lugar rodó la serie de la ABC Es mi vida junto a Jared Leto (aunque cuando brillaría más como estrella juvenil sería tras Romeo y Julieta con Leonardo DiCaprio), como la dulce y abnegada Beth March; Kirsten Dunst, que también estuvo rodeada de vampiros en Entrevista con el vampiro (1994), como la caprichosa Amy March; Christian Bale, otro más de los "chicos de Spielberg" tras El imperio del sol (1987), como Theodore "Laurie" Laurence y, por último, Gabriel Byrne, un veterano muy curtido en el drama y las cintas de época, como el profesor alemán Friedrich Bhaer. Una narración costumbrista llena de esperanza Una vez mordido el cebo, es momento de echarle la mano al guion y ver de qué forma puede dársele vida. Al igual que sus predecesoras, la Mujercitas de 1994 adaptaba tanto la primera novela de Alcott como la segunda, Buenas esposas, aunque, en referencia a la del 49 que comentó Noemí, no sería justo alegar que fue más fiel, pues al final todo depende de desde dónde se juzgue. Sí diré que el espíritu de las páginas del libro y el orden jerárquico de las hermanas March prevalecieron. Claro que ninguna adaptación puede desligarse enteramente de su equipo técnico, pues es el que acabará determinando el foco principal diga lo que diga el papel y en este caso su composición casi enteramente por mujeres fue determinante a la hora de ofrecer un relato cercano, emotivo y muy anecdótico, con una ambientación clásica estructurada de forma lineal y demás recursos estilísticos propios más de un melodrama de televisión que de una superproducción de cine, como era costumbre en la década con este tipo de relatos. La banda sonora compuesta por Thomas Newman aún nos traslada a la Nueva Inglaterra de la guerra civil, donde cinco mujeres y un muchacho se cubren las espaldas y sueñan con la luz que la libertad les brinda mientras viven un sinfín de aventuras, que el metraje plasma a través de episodios divididos mediante elipsis o transiciones como si cada parte pretendiera resumir un capítulo de la novela, de tal forma que, indirectamente, estamos asistiendo a una miniserie unida en dos horas de fotogramas. ¿La sensación que recibe el espectador con este enfoque? De absoluta familiaridad (¡la vida misma!), la calidez de los juegos infantiles iniciales que dan el salto a las primeras broncas y, poco después, a la madurez con el primer amor, el primer desamor, la primera mala nueva, etc., hasta culminar en el perfecto cierre que, metanarrativamente, completa la novela de Jo que nos ha estado contando su vida y la de sus hermanas, lo cual no es el final, sino la promesa de un triunfo. La fiereza de Winona Ryder como eco histórico de un progreso La elección tan acertada de esta actriz como Josephine March se saldó con una nominación a Mejor Actriz en los Oscar de 1994 (acompañada de otras dos en Mejor Banda Sonora y Mejor Diseño de Vestuario). La energía que desprende resulta idónea para encarnar a la valiente y luchadora Jo, en cuyo perfil se ve reflejada la propia Louisa May Alcott, para quien la historia era algo más que una expresión de su deseo de libertad y, así, la construyó de forma paralela a su vida. Por esta razón, el ojo de la cámara concede importancia a los detalles de la novela que más identifican a su autora original y elabora una estructura meta que poco a poco va cediendo desde los pasajes simples hasta la obra compleja con su razón de ser. Mirando la biografía de la propia Alcott se puede entender mejor el desarrollo de la historia y la personalidad de Jo, una joven que lucha contra las directrices sociales que le imponen una vida casera a los pies de un marido. Pese a que los personajes masculinos están retratados con enorme respeto y Laurie en concreto se sale de lo "socialmente cotidiano" de la época, precisamente a través del rechazo a este matrimonio idílico entre medias naranjas la autora manifiesta su rebelión interna. Es la misma mujer que una vez dijo: "Las chicas me escriben para preguntarme con quién se casarán las mujercitas, como si casarse fuera el único objetivo y finalidad de una mujer". ¿No os suena de algo? Aparte, al igual que Jo Alcott también tenía una trayectoria con la pluma antes de publicar Mujercitas, alimentándose a base de literatura sensacionalista a medio camino entre lo erótico y lo gótico, hasta que la pobreza empezó a rondar su puerta y se vio obligada a ofrecer algo distinto que además escribió en diez semanas. Como Jo, Alcott también contaba con una hermana que se casó, otra de salud delicada y otra que se marchó a Europa a pintar. La frustración, la pena y la entrega que transmite Winona son el eco de ese pasado encaminado a un futuro que pudiese abrir más puertas a las mujeres y liberarlas del yugo matrimonial. Simplemente, Jo es el alma de la historia, pero para contarla sus hermanas y lo que ellas representan en su vida debían aparecer. Por ende, lo que queda es un relato moderno de carácter (auto)biográfico que mantiene la estructura de la novela y hasta juega con la división en pasajes. La mirada cambia, gana en ternura y emotividad y facilita a los espectadores la conexión con los personajes, dirigiendo al mismo tiempo un grito de lucha menos sutil al sexo femenino, como si la propia Louisa May Alcott hablara a través de Gillian Armstrong y de Winona Ryder. Me consta que en la gran pantalla este año veremos un cambio significativo que abrazará mayor intimidad en el relato, si cabe, a través de una estructura más compleja que unirá el pasado y el futuro de forma paralela intercalando ambos (porque, recordemos, estamos en la era de los flashbacks). Por eso os animo a conocer también esta versión y comparar ambos estilos.
Post de Naiara Salinas La primera entrega de mis análisis en este blog en lugar de en el habitual YouTube trae consigo un tema que puede parecer... exagerado, lo admito. Pero desde que Frozen llegó a nuestras vidas son muchos, expertos e inexpertos, jóvenes y adultos, los que han aplaudido a Elsa como símbolo de todos los colectivos opri o reprimidos, y razón no les falta (y como tiene poderes la hacen incluso más atractiva, porque ¿quién no quiere tener poderes?). Ahora, con la recién sacada del horno Frozen II, el mensaje se amplía y reconoce la diversidad sumando un personaje de color y una tribu indígena. Sin embargo, no estoy aquí solo para hablar de ellos o de la propia Elsa, sino de un personaje que poco reconocimiento social está obteniendo, a pesar de que para mí es crucial para transmitir lo que se pretende, y no es otra que Anna. Este post es un alegato dedicado a la enorme contribución de esta princesa, hermana de la Reina de las Nieves. 1. Un personaje original Cuando se supo que Frozen partía del cuento de Hans Christian Andersen, seguro que muchos lectores se pusieron enseguida a buscar referencias, algunas escondidas en los nombres de los personajes (Hans-Kristoff-Anna-Sven). Sin embargo, hay formas de adaptar una historia, y aquí parecía que habían optado por una visión plenamente libre que ya se intuía al incorporar un elemento ajeno: la hermana. ¿Qué pintaba Anna en esta historia? ¿Podía hacer referencia a Gerda, la muchacha que iba en busca de su amigo Kay secuestrado? Nada más lejos de la realidad, aunque búsqueda hubo. Mucho más de lo que se cuenta, como siempre. 2. Un personaje "normal" Nada más acabar el prólogo de Frozen, la primera imagen que se nos ofrece de Anna es una que a partir de entonces la va a definir muchísimo: dormida en una postura peculiar, el pelo un nido de enredos y la baba asomando asquerosamente, es decir, una imagen muy alejada del ideal perfecto e inverosímil que siempre vende Hollywood incluso cuando trata con acción real. Una imagen mucho más cercana a nuestro día a día con la que se pueden identificar millones de personas. Vamos, normalidad pura y dura. Anna no es un personaje con poderes, aunque en cambio tampoco es una princesa al uso llena de modales refinados. Es más, si no viviera en un palacio nadie la identificaría como tal, porque siempre la han querido representar de forma cercana al espectador, de forma humana y nada perfecta. Pero además, Anna es heterosexual, es decir, a priori no tiene nada destacable, salvo que actúa de forma un poco extraña cuando le da. Como una friki, dirían algunos, aunque dentro de un grado normal, otra vez. Anna es esa joven soñadora que quiere ser relaciones públicas y vivir la vida, y su cercanía supone un ejemplo para todos más incluso que Elsa (claro que esto es malo, al principio. Recordemos que la pobre Elsa es una incomprendida y tenemos que ponernos de su parte). Dicho de forma resumida, Anna es el personaje canon de referencia cuando se diseña el perfil de una representante de la sociedad del siglo XXI. Y además es valiente, luchadora y divertida, ¿qué más se puede pedir? Precisamente por todos esos rasgos, Anna es capaz de representar a cualquiera, pero al no ser "especial" no se le otorga ningún valor simbólico, lo cual es un error. Porque el papel que juega Anna va más allá que el de "princesita rarita-relaciones públicas". 3. Un personaje inclusivo Hay que recordar que cuando todo el mundo se pone en contra, cuando todos, buenos y malos, critican, la buena de Anna siempre está ahí para ver el lado positivo de las cosas y mostrárselo a su vez a los demás. Anna es la única que sigue actuando igual cuando se descubren los poderes de su hermana, es la única que se aventura a un viaje largo y peligroso para encontrarla y hacerla recapacitar, porque cree en ella y, ante todo, no le tiene miedo. Eso es muy importante para la redención de Elsa y su reintegración en la sociedad, ya que si decimos que ella representa a los oprimidos, Anna es el puente que los conecta con los seres humanos "normales". Pero hay más, y es que, aunque es cierto que al principio Anna, como cualquier chica, cree enamorarse del ideal de príncipe azul que tiene (y es de destacar que en este caso no es un caballero adonis solamente, sino alguien que superficialmente se vende como un igual, es decir, otro príncipe friki-relaciones públicas. Lo que Disney nos muestra con esto es que el amor platónico actual no va sobre la perfección, sino encontrar a tu alma gemela, lo cual es muy fácil de enmascarar si nos limitamos a los gustos; de ahí que el engaño le salga redondo a Hans), ¿con quién acaba finalmente? Con un tipo que habla con su reno poniéndole voz y ha sido criado por una familia de trolls, es decir, un rarito al cuadrado. Otro marginado de la sociedad. ¿Qué se desprende de esto? Que Anna no tiene problema en aceptar lo diferente. Tampoco hace un drama de ello, en plan psicóloga del tipo: "Podemos hablarlo, siempre puedes cambiar, etc.,etc.". Lo acepta y punto. Nunca se la muestra discutiendo con Kristoff sobre el hecho de ponerle voces a Sven, como tampoco habla con Elsa de aprender a controlar sus poderes. Ella no busca reprimir a sus amigos, solo que se unan a ella, que formen juntos una familia. Anna no solo acepta lo diferente, sino que lo normaliza al convertirlo en su día a día sin pararse a pensar en ello (¡ni tan siquiera una canción le dedica!). 4. Un personaje mestizo AVISO: a partir de aquí es posible que empecéis a encontraros spoilers de Frozen II. Hasta ahora vamos viendo cómo Anna, como representante canon de la sociedad (no me gusta mucho esta expresión, pero la dejo para que entendáis a qué me refiero), acepta como normal lo diferente y logra con ello que millones de niños en todo el mundo sigan su ejemplo, lo cual ya le otorga mucho valor para un mundo muy marcado aún por el pasado y al que a veces le cuesta abrir la mente y aceptar que existen más posibilidades. Este mensaje cobra más fuerza a raíz de la segunda película, cuando se descubre el verdadero origen de las hermanas, ya que ambas son el nexo de unión entre dos pueblos antiguamente enfrentados. Mientras que Elsa sigue evolucionando, en Anna no se aprecia apenas cambio, sigue sin ser especial, pero también sigue estando ahí apoyando a su hermana, a su reina empoderada. Tampoco se rinde humildemente ante sus poderes, no es una súbdita, sino, a sus propios ojos, una igual. En otras palabras, le dan igual sus limitaciones, ella solo está preocupada por Elsa y, como el personaje fuerte que es, seguirá luchando por mantener unida y a salvo a su familia. En este momento de descubrimiento que digo, es importante fijarse en el aspecto físico, pues Elsa, más vinculada con el pueblo de su madre (el que se rige por la naturaleza, por un modo vida espiritualmente más sano, ojo al dato), posee los rasgos de su padre, representante de lo normal (eso ya la une con su pueblo natal), mientras que Anna, la normal, la de Arendelle (ciudad/reino) de toda la vida, tiene los rasgos indígenas de su madre. Esa caracterización la ata hacia otro colectivo oprimido y la destaca como mestiza, le da un rasgo que podría ser especial..., si no fuera porque hay un matiz que también acaba normalizándolo. Y es que otra de las cuestiones muy del siglo XXI (o de toda la vida, vaya) a la que se refiere Disney aquí es la de la raza. Después de que históricamente docenas de pueblos se enfrentasen por sus múltiples diferencias, por el racismo, a la sociedad no le ha quedado más remedio que aceptar que hoy en día es más habitual encontrarse con gente que proviene de diferentes partes, es decir, que nace en un sitio pero tiene sangre de muchos otros gracias a la migración de sus parientes, lo cual genera mestizaje por doquier (y lo digo yo, que soy española con sangre brasileña y seguramente algo más en las venas). Siendo así, el racismo pierde todo su sentido, y por eso las hermanas son tan importantes para detener el enfrentamiento. Pero Anna, por sus cualidades y su vínculo con Arendelle, lo es más todavía, pues a estas alturas todos habían aceptado ya que Elsa es diferente, pero Anna suma un rasgo ajeno a su caracterización normal y, debido a la visión que tiene el pueblo de ella, logra que este lo acepte de forma natural. 5. Un personaje líder El final de Frozen II (y aquí sí que hay SPOILER) es decisivo: Elsa elige quedarse en la naturaleza, con los nativos, donde está su sitio. El personaje ha terminado su viaje, ha aprendido a aceptarse como lo que es y ahora tiene una responsabilidad mayor que la de cualquier mortal. Hasta ese momento, el ver a Elsa como humana facilitaba la identificación de los marginados con ella, a pesar de sus poderes. Pero en el momento en que ella resurge como entidad espiritual casi divina hay una ruptura apenas perceptible. No obstante, hay muchos modos de interpretar esto. Se puede atender a esa ligera separación o, por el contrario, se puede entender que llegará el día en que los marginados obtengan su gran fuerza y nadie pueda volver a darles la espalda (como es una peli Disney, vamos a quedarnos con esta idea positiva, ¿os hace?). Pero si Elsa se queda con los Northuldra, ¿qué es de Arendelle? Antes de llegar a eso retrocedamos un poco. Tras descubrir el origen de la trifulca entre ambos pueblos, las hermanas no habían tenido más remedio que decantarse por una solución drástica para actuar con justicia: había que romper la presa que oprimía la energía de los espíritus de la naturaleza (*mensaje ecológico en modo on*) y dejar que Arendelle se inundara. Elsa no puede hacerlo porque se sacrifica para desentrañar esta verdad, así que le toca a Anna tomar la decisión. Y ella lo asume con tremendo pesar, pero no duda en lanzarse porque sabe que es lo correcto. Anna está dispuesta a renunciar a su hogar, a su normalidad, por el bien del mundo. Esto es tan metafórico que no se me ocurre cómo traducirlo, solo espero que a estas alturas lo veáis con mis ojos. Es aquí cuando se aprecia el desarrollo del personaje, su madurez: en la renuncia de su placer para ayudar a los que lo necesitan. No obstante, en el último momento, al romper la presa y revivir a Elsa, es esta quien salva Arendelle, el reino que la había marginado en secreto durante tanto tiempo. Anna, de alguna forma, rompe el yugo y libera la magia, lo especial, y a cambio Elsa le deja su reino normal en sus manos porque su hermana estaba dispuesta a entregarse al bien común. "Me has salvado otra vez", le dice. Por todo ello, nadie más merecía reinar en Arendelle. Anna, con todos sus principios y valores, se convierte en el modelo regente ideal para los nuevos tiempos (obviemos lo del derecho de nacimiento y tal, ¿vale?). Al ponerla al frente de un reino, Disney nos está señalando qué es lo que hace falta políticamente para promover la paz y la prosperidad: un corazón puro capaz de aceptar lo distinto, de solucionar los problemas mediante el diálogo y de firmar la paz nutriéndose cada día de lo que la vida le ofrece. Alguien que no tome decisiones que favorezcan solo a los que son sus iguales, sino a todos, que libere en lugar de oprimir. Supone ver a las personas como humanos sin distinción, que atienden a las mismas necesidades, y ser capaz de sacrificarse los unos por los otros. A eso le llamo yo un personaje RIQUÍSIMO. Así en resumen...
Elsa es un personaje culturalmente muy necesario. Pero no sería lo mismo sin Anna. Anna es demasiado vital para dejarla fuera de la ecuación. El vínculo entre ambas consolida el mensaje de igualdad que quiere transmitir la película, donde cada persona contribuye a llenar los huecos del mundo. Es tan necesario ser diferente como aceptar la diferencia. Precisamente todos los conflictos de esta saga se originan cuando no hay aceptación. A la gente que se ve reflejada en Anna se le anima a ser aún más como ella. Además, como curiosidad, ¿sabíais que Elsa en hebreo (las alusiones bíblicas aquí quizá no sobren si hablamos de divinidades) significa 'amor'? ¿Y Anna, en la misma lengua, 'benéfica, compasiva, llena de gracia'? El amor es el lazo entre todas las diferencias. Los marginados, sean del colectivo que fueren, son capaces de sentir y desear como cualquiera, y por tanto merecen respeto y ser tratados como iguales. Mientras tanto, los demás hemos de dejarnos llevar por la bondad y ser compasivos, no encaminarnos hacia el desprecio porque en el fondo cualquiera puede convertirse en un alienado a nada que se salga de lo "políticamente correcto" o establecido. Cuantas más diferencias aceptas, más se enriquece tu mundo interior, y es lo que socialmente más necesitamos ahora mismo. Todo ello transmitido de forma muy sutil a través de una película erróneamente considerada para niños, lo cual se nota mucho más en esta secuela que dirige varios zascas a la población adulta. Personalmente a mí me ha gustado mucho más, creo que el mensaje ha sido más profundo y bien emitido, las canciones no pierden belleza (la voz tan maravillosa y afinada de Isabel Valls en esto me ha conquistado) y aunque se puede poner en duda ciertos números musicales (lo siento, Kristoff, pero eres el primero en la lista, ejem), el mimo a la hora de retratar el folklore escandinavo con resquicios celtas es de aplaudir. En lo que respecta a Anna, para mí, con toda su normalidad, siempre va a ser la que más capte mi atención, pues representa parte de lo que considero que soy por dentro, lo que espero ser por fuera y/o lo que quiero ser en general, y por eso es mi personaje favorito. Si la saga decidiese continuar y convertirse en trilogía, no vería nada mal que esta vez ella fuera el móvil de todo, porque en cierta manera nos lo deben, ya que hasta bien entrado el último acto poco desarrollo ha tenido aquí. Espero que este post os haya hecho reflexionar. ¿Qué os ha parecido la película a vosotros? Post de Naiara Salinas En unas horas, o quizá mientras escribo esto, o quizá mientras lo termino y lo publico, una leyenda de la composición musical de origen alemán (con el que comparto signo del zodíaco, así como dato) estará tocando y dirigiendo a su orquesta en el Barakaldo de Bilbao, como parte de su gira mundial y su plan de tres conciertos en España, que seguirá a lo largo de esta semana trasladándose a Madrid el 3 y a Barcelona el 5. Y es doloroso y hasta un poquito masoca para mí escribir este post (estoy llena de humor negro, qué se le va a hacer), pues creo que ya he contado en varias ocasiones que Zimmer es el primero de mi tríada de mejores compositores de la historia y hace unos tres años, en 2016 y por las mismas fechas, vino de visita, también a Bilbao (aquí al lado, como quien dice), James Newton Howard, y también me lo perdí. No merezco el perdón de ningún dios. Solo yo sé por qué he renunciado a este concierto a pesar de que esta vez me enteré con bastante tiempo como para hacerme con una entrada. Pero diciembre es un mes durillo a nivel económico y esta semana se me juntaban demasiadas cosas que hicieron que perdiera ganas de ir, a pesar de que, cuando hace un par de años Hans dio un concierto en Madrid (que también me perdí, yayyy), me prometí que la próxima vez que volviera iría a verle. Pues me trago mis palabras, pero yo solita puedo ponerme en YouTube otros conciertos y comer chocolate para no darme con la lámpara en la cabeza y maldecirme a lo Dobby. Cuando James vino a España, publiqué un especial de las bandas sonoras de su cosecha que lo convertían en mi segundo favorito que me quedé con ganas de continuar con otros compositores. ¿Qué mejor momento que este? Pues hala. Antes de comenzar con el top de menos a más, quisiera recalcar que Zimmer ha compuesto muchísimo a lo largo de su vida y que, independientemente del trabajo que destaque a continuación, no me cabe duda de que ha dejado una huella importante en la historia de la música como hombre sin miedo a experimentar e introducir en sus partituras clásicas parte del rock y del pop del que formó parte cuando por ejemplo tocaba el teclado en los conciertos de Mecano. Además, siempre será uno de los más queridos por DC por la dignidad con la que ha elevado a sus héroes, nos gustasen las películas o no (pero ¿a que nadie se quejaba de la banda sonora?). Os recomiendo encarecidamente la entrevista que le hizo Jaime Altozano, donde se puede apreciar mejor el enorme bagaje cultural y currazo de este MÚSICO. Dicho esto, empecemos: 13. Sherlock Holmes En esta clase de tops es tan difícil dar un último puesto como uno primero, y tras mi selección de bandas sonoras que iban a entrar aquí, me di cuenta de que por más que disfrute esta, con su sonido tan definidor de un personaje excéntrico como el Holmes interpretado por Robert Downey Jr., no me resulta especialmente llamativa comparada con otras. Aun así, merecía entrar. 12. Rush El poder que tienen estas melodías es único, capaces de elevar la Fórmula 1 a una lucha épica, al alzamiento espiritual. O eso te hacen sentir los violines del tema "Lost but won", que es el más destacado de todos. Mi único problema es que también es todo lo que recuerdo de la banda sonora, ya que el leivmotiv se sirvió de él. Recuerdo que cuando oí esto por primera vez, mientras hacía mis tareas, me costó ubicarlo. Reconocía la marca de Zimmer, pero para rato pensé que una historia sobre rivalidades en el asfalto pudiera engendrar semejante música. Gracias a eso acabé viéndola y me enamoré tanto que fue recomendación cinéfila de la semana. En ella se nota mucho la influencia de la etapa rockera del compositor, aunque no será el único caso. La película es tan grande como su sonido, su reparto y la maravillosa dirección de Ron Howard. 11. Origen Como veis, vamos saltando de género en género. Con el estilo de Christopher Nolan no me extrañó que el director fichase a Zimmer como habitual para complementar sus imágenes y texto en al menos tres historias de ciencia ficción. Esta es una de ellas y otra la veréis más adelante. Lo llamativo de esta trama que buceaba en lo más profundo del subconsciente es la idea del viaje a través del tiempo, la memoria y los sueños que propone Zimmer en su partitura. Buen modelo de ello es el tema que más ha trascendido y que ha llegado a ser hasta el fondo del discurso de El gran dictador en múltiples ocasiones: 10. El código DaVinci Nunca he sido gran fan de Dan Brown, aunque la adaptación fue interesante. De hecho, uno de los elementos que llamaron mi atención fue la banda sonora, especialmente el tema que os incluyo tras estas líneas: "Chevaliers de Sangréal". Y es que cuando lo escuché sin ninguna imagen delante vi resurgir muchas cosas. Para mí la música cuenta el alzamiento de una fuerza ancestral bajo los escombros. La energía que cobra al final es impresionante, los pelos como escarpias. No miento cuando digo que esto me inspiró una escena que en algún momento desearía escribir. Por eso corona la cola de los finalistas. 9. The Amazing Spider-Man 2: el poder de Electro Empezamos con los superhéroes. Zimmer ya había tenido experiencia con ellos de la mano de DC y Nolan, pero esta fue su primera incursión en Marvel-Fox, adonde no ha vuelto por ahora. Quería incluir esta en el top porque, aunque no es de las que más destaque, la suite que le dedica al personaje de Gwen Stacy marca un antes y un después y es sin duda lo más precioso, romántico y trágico que suena. Hoy en día me la pongo mucho en replay. 8. Gladiator Gladiator es un clasicazo y no podía faltar. Nuevamente la orquesta nos transmite la lucha interior y exterior de un hombre que pierde... hasta que gana, aunque no sea a lo grande. Llama la atención que en tantas tramas armonizadas por Hans esté presente este tema de fondo, el de la realización, el del encontrar al fin tu destino y tu paz después de sufrir tanto. A esta banda sonora le añade toques místicos clásicos, propios en cine para épocas antiguas. 7. Pearl Harbour Siento que a partir de aquí realmente el orden está muy empatado y podría intercambiarse tranquilamente según mi estado de ánimo. Con Pearl Harbour Zimmer me descubrió la pasión. No puedo escuchar este soundtrack sin sentir que vuelo bajo una puesta de sol. Junto con el tema de amor de Will y Elisabeth en Piratas del Caribe, esta es la melodía más romántica que tiene el compositor (¡yo así SÍ creo en el amor verdadero!), que juega a dos bandas entre eso y la tensión bélica ocasionada por los ataques nipones. 6. El hombre de acero y Wonder Woman Estas dos van en un pack porque pertenecen al universo DC de Zack Snyder. Podría sumar Batman vs Superman, ya que estamos (aunque esa la compuso en colaboración con Junkie XL). Las tres contaron con el mismo compositor y en las tres se reciclan notas, acordes... Por eso no puedo considerarlas por separado. Es brutal la de matices que le añade a cada superhéroe y lo mucho que experimenta con el sintetizador y otros instrumentos eléctricos, incluyendo ese violín que me descubrió a la que más tarde sería una habitual en los conciertos de Zimmer: Tina Guo. Lo que ha hecho hombre por DC deja a Marvel atrás en lo que a música se refiere (y Marvel también cuenta con temazos, ojo). Aquí os dejo los mejores temas de cada película, incluida la cover de Guo.
5. El caballero oscuro Curiosamente, esta la compuso en colaboración con James Newton Howard, aunque en el top de este la dejé en el olvido, tal vez porque el peso de Zimmer es mayor o por lo menos se nota más (nunca supe en verdad hasta dónde llegó el trabajo de Howard aquí). Yo siempre era del team Superman hasta que vi esta trilogía y escuché esta música (bueno, esta última parte menos). Hay que ver lo que cambia la visión de uno en función de la dirección, ¿verdad? La importancia que tiene esta saga para el subgénero de superhéroes es vital: demostró que sus historias podían ser adultas, maduras, oscuras y, ante todo, épicamente humanas. Ni qué decir que todo eso somos capaces de escucharlo en cada pentagrama de estas partituras. 4. El príncipe de Egipto Pese a que en el presente disto mucho de ser una "mujer religiosa", El príncipe de Egipto siempre será una de mis películas de animación favoritas y que siempre incluiré como ejemplo de la madurez de DreamWorks Animation frente a Disney. La belleza de estas canciones reside no solo en la letra, sino también en los rasgos exóticos, clásicos, líricos y bélicos que adoptan el tono y el ritmo. También la sigo escuchando a menudo. No obstante, esta no es la primera participación en animación de Zimmer, ni siquiera aportando letra a la música... 3. El rey león Mi peli favorita de Disney debía caer, y cómo me encanta que mi compositor favorito consiguiese trabajar en ella, ya que tuvo un sinfín de problemas para poder hacerlo (nivel enemistad con el gobierno africano, que no le dejaba traspasar sus fronteras) y necesitó contratar ayuda externa. Esa ayuda nos dejó dos grandes voces (las de Elton John y Lebo M.) y temas que pasaron a la historia. Aquí se aprecia mucho más sonido africano que en la animada anterior, que justo se ambienta en el mismo continente. Es bonito que lo recuperaran para los arreglos del live-action: 2. Piratas del Caribe Ya iba siendo hora, ¿no? Esta banda sonora tan popular me ha acompañado en un sinfín de momentos: cuando buscaba la aventura, cuando buscaba la inspiración, cuando quería sentirme importante, cuando me sentía ridícula, cuando quería drama, cuando quería locura... Y es que en medio de una acción trepidante, tenemos la comedia Disney, la fantasía del universo plagado de leyendas y la excentricidad de Jack Sparrow, el único hombre que ha podido llegar dignamente a puerto en una barcaza que se hundía gracias a estas notas musicales. Al mismo tiempo, el sonido evoca el océano y te sumerge (a veces literalmente, como en el "Up is down" de la tercera película) en el mundo violento, misterioso y legendario de un pirata. Un pequeño dato por si no habéis visto aún la entrevista de Altozano: ¿sabíais que toda esta pieza principal se compuso en UNA SOLA NOCHE? Y decían que las prisas eran malas... Mayor razón para darle el segundo puesto (y porque soy una Barbosa, oh yas baby). 1. Spirit, el corcel indomable Sin embargo, a mí la que siempre, siempre, por siempre jamás me toca la patata, es la banda sonora que nos cuenta la historia de este mustang que quiso curiosear y acabó embarcándose en un viaje peligroso de camino a casa. Con Bryan Adams en la voz de las canciones, Zimmer nos transporta al lejano Oeste a lomos de un equino en diferentes etapas de su vida: lo vemos crecer y aprender, jugueteando y descubriendo el mundo en temas como "Here I am", lo vemos como héroe y rebelde en otros como "Get off my back" y "You can't take me", lo vemos hundido, enamorado... En definitiva, por todas las sensaciones que explora y transmite, por el equilibrio entre lo humano y lo magnánimo y porque es imposible no conocer a estas alturas estas canciones, se queda como ganadora en mi corazón por siempre jamás. También fue una recomendación cinéfila. ¿Cuáles de esta lista os gustan a vosotros? ¿Cuáles que me he dejado añadiríais? (No me daba la vida para hacer el top con TODAS las composiciones del hombre, ya me perdonaréis). ¿Sois de los afortunados que habéis podido o podréis disfrutar de verle en vivo y en directo? ¡Ya me contaréis qué tal si es así!
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El diálogo cinéfilo de la semanaRuido de fondo
Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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