Post de Naiara Salinas La fecha más esperada para los cinéfilos devoradores de premios se acerca y este mes he estado muy ocupada celebrándola a mi particular manera (y ritmo): viendo los estrenos nominados. En lugar de publicar la clásica quiniela de siempre, voy a contaros por qué me gustan o no, en forma de top. Huelga decir que, salvo una, todas batalla por la estatuilla a Mejor Película y que obvio las críticas de Black Panther, Ha nacido una estrella y, por supuesto, Bohemian Rhapsody. 4. La favorita (fecha de visualización: 8/02/2019) Sintiéndolo mucho, aunque lleve ese título por el momento se queda atrás en mi top de nominadas. Si bien la propuesta técnica es innovadora, manejándose diferentes tipos de lente de cámara y ángulos propios de un cuadro costumbrista de videojuego (por los giros de cámara, como si estuvieras dándole a la flechita de la izquierda en el mando de tu consola), en una estructura dividida por capítulos protagonizados por las bárbaras y tremendas Rachel Weisz y Emma Stone (donde, todo hay que decirlo, brilla más la primera que la segunda), la narración puede resultar un tanto tediosa o larga. No por ello menos interesante, ya que el enzarzamiento entre estas reinas de los galardones es digno de ser titulado Chicas malas made in la Corte inglesa barroca. Y la mención del barroco es importante para entender los parámetros por los que circula esta obra, intercalando constantemente un tono jocoso y sátiro con otro clasicista con el que se pretende añadir morbo en la historia. Por ello no creo que un profesor la muestre jamás en esta clase, pero uno de Comunicación Audiovisual sin duda sabrá valorar la realización de este largometraje que es un compendio de rasgos cinematográficos experimentales. Dicho de otra forma, es barroca por el punto de vista que adopta y por la mezcla de técnicas y géneros. Unas veces parece un juego de tronos; otras, una comedia romántica; otras, un drama bélico..., pero en general prevalece el tono sarcástico en esta pelea de gatas (transmitida también mediante una banda sonora dominada por violines muy violentos) donde la niña buena saca su lado oscuro para arrebatarle el puesto de "favorita de la reina" a la otra y volver a ascender así en la escala social. Exacto, de ahí la comparación con Chicas malas. Hay más, pero mejor me lo guardo, no vaya a ser que os regale un spoiler. En los roles masculinos es digno de mención un Nicholas Hoult muy pomposo y maquiavélico que sobresale por encima de un Joe Alwyn tiernamente bocazas, dos aliados en potencia. En cuanto al intercambio de lentes para favorecer determinados planos, sin haber visto todavía ningún vídeo de rodaje de estos que sabéis que me encanta compartir, me jugaría el cuello a que alguien se inspiró, si es que no la usó directamente, en una GoPro, lo cual hace de esta película muy del siglo XXI. En resumen: como todas las que voy a mencionar en este listado, es comprensible por qué ha llamado la atención de la Academia. Merece ser vista por todos los rasgos que he comentado antes, así como por la osadía de cruzar una trama clásica con una historia contemporánea, aunque no era necesario alargarla tanto (con ello todo lo que se consigue es que el juego que a priori se percibe como innovador resulte cansino para ciertos ojos desacostumbrados). Es una sátira contra los excesos de la realeza y la sed de poder. No es mala, pero alguna tenía que chupar fondo. Puntuación: 7 3. Infiltrado en el Ku Klux Klan (fecha de visualización: 16/02/2019) Una película que me atrajo sobre todo por la crítica publicada en Tierra Cero, a la que no tengo mucho más que añadir, exceptuando el valor de las imágenes reporteras de la secuencia final, así como el juego de doble bando que se marca el protagonista, situado justo en medio de dos frentes cruzados declarados más que en guerra. Como comenté en mi post sobre el papel de la Academia para con la sociedad, este filme es un claro ejemplo de concienciación y educación en valores morales de aceptación de la diversidad, algo que no solo está presente en la edición de este año por esta película, sino también por otras tres rivales potentes. Pero, gracias al reportaje final, también supone una crítica directa contra la hipocresía y la violencia en masa que los mismos representantes de la ley en los que deberíamos depositar nuestra confianza ejercen contra los grupos manifestantes. Con este final Spike Lee termina dirigiendo su foco de recelo y enfado hacia esos agentes, como acusándoles de perpetuar esa situación de odio en lugar de detenerla. Y eso es algo con lo que los académicos parecen estar de acuerdo, ergo... de cabeza a la parrilla. Pero la trama no sería nada sin dos protagonistas con algo que cuestionarse. Como bien apuntaba la compañera de Tierra Cero, Ron llega para cambiar las cosas, luchando desde el primer día en su departamento por ascender a un puesto significativo que le permita eso. Como parte del colectivo más afectado por el racismo en una época, los 70, en la que debería reinar la "paz y el amor" (estando en el sur, como veremos en Green Book, eso no es posible), Ron se ve atraído hasta cierto punto por el movimiento que dirige Patrice, su fichaje, aunque habiendo sido educado para jugar a favor de la ley y el buen hacer no termina de apostar por la violencia. A su lado, en el papel de infiltrado en físico, siempre es agradable observar a un Adam Driver más sereno en el cine indie de lo que está en Star Wars, (una saga que, en mi humilde opinión, no termina de hacer justicia a su capacidad interpretativa). Aunque su personaje sea judío, otro afectado por lo del Ku Klux Klan. En resumen: una historia de lucha contra el racismo bajo una superficie de espionaje que cumple con el objetivo de captar y entretener, en un estilo muy setentero. Triste es pensar que su presencia en los Oscar pueda hasta ser necesaria a día de hoy, no tanto por la crítica al odio racial, sino, como he dicho, hacia los actos violentos. No obstante, creo sinceramente que las otras nominadas se la pueden comer fácilmente en términos de realización. Puntuación: 7 2. María, reina de Escocia (fecha de visualización: 13/02/2019) Llegamos a la penúltima crítica del mes, para una trama que me interesaba desde que en diciembre empezase a ver la serie Reign (que cuenta prácticamente lo mismo, pero desde el momento en que María regresa a Francia para casarse con el delfín Francisco. Ahora bien, la actitud extrovertida y liberal de la protagonista es lo único que ambas ficciones guardan en común). Al igual que La favorita (será cosa de reinas), peca un poco de alargamiento hacia el segundo acto, pero en este caso las intrigas cortesanas y la tensión que se corta hasta con el cuchillo más fino de tu vajilla, en un montaje bastante normal, ayudan a que solo te des cuenta de esto cuando ya casi está llegando a su fin. Huelga decir que tiene mérito condensar un enfrentamiento de AÑOS en la gran pantalla con tal efectividad, aunque, por otro lado, ya sabíamos que era posible porque lo hemos visto más veces. Y quizá eso es lo que aburre, que no añade nada nuevo. Pero, por supuesto, si te encanta Juego de Tronos y vives en ansia viva por que se estrene la última temporada, esta es tu película, que no por nada contiene uno de los acontecimientos históricos en los que se basó la guerra entre Baratheon/Lannister y Targaryen (al pensar en María como una Daenerys la verdad es que me compadezco de ella. Sobre todo porque en este mundo real no hay dragones que la respalden). Aparte, el ritmo ayuda bastante, pues no se desvía de sus intenciones en ningún momento y marca la estructura principal al dividir el largometraje entre el tiempo de acomodación y asentamiento en la corte (la primera toma de contacto de María con sus súbditos y su prima Isabel) y la declaración de guerra (que termina de cortar esa tensión inicial y hace estallar a María, pero al mismo tiempo le acerca a su prima). Sumado a eso tenemos a dos grandes protagonistas que se llevan todos, sin exageración, los aplausos, en especial una Saoirse Ronan soberbia, magistral y más madura que en cualquier otro papel que haya hecho. Ya no es una niña perdida, sino una mujer con las ideas claras. De los hombres no puedo decir tantos halagos, sin embargo, pero es adrede, ya que todo el guion centra su mensaje en una idea: que ambas reinas fueron tratadas injustamente por una sociedad y una corte machistas que hicieron lo que estuvo en su mano para arrebatarles el poder, considerando que en las de ellas estaba echado a perder. Así lo perciben también las dos, y buena parte de la tensión que se masca está en sus respectivas cortes y en su lucha por superar las expectativas de los que desconfían de ellas. Siendo el punto de vista así de feminista, son muchos los espectadores que pueden salir enfadados de la sala. Pero metiéndome ya en la categoría a la que está nominada, Mejor Vestuario y Maquillaje, claramente merecidísima, muy favorecida con el parecido real que las protagonistas tienen con sus papeles (aunque Margot Robbie envejece una barbaridad, casi está irreconocible, aunque no tanto como David Tennant con esa peluca y barba de ermitaño). En resumen: una telenovela británica del siglo XVII que te hará querer repasar historia al salir (nota: puede que interese ver Las hermanas Bolena antes de ir al cine) y avivará tu reenganche a Juego de Tronos, que se encuentra en pleno maratón hasta el estreno en abril. Gran ambientación y tan excelentes protagonistas que es una pena que una de ellas no haya llegado a la categoría de Mejor Actriz. Puntuación: 7,5 1. Green Book (fecha de visualización: 18/02/2019) Y llegamos al final de este especial y de mi top, coronando a la que desde el lunes pasado es mi candidata predilecta al Oscar (lástima que Bohemian Rhapsody y Roma resulten tan amenazadoras). Green Book para mí tiene el equilibro perfecto entre el entretenimiento y el mensaje profundo, apoyado por dos protagonistas que desprenden química desde su primera escena juntos. Como viene siendo tradición entre las principales nominadas, se basa en una historia real, pro otra vez de la igualdad entre seres humanos. Pero el guion de Green Book, además de mostrar los parecidos, se esfuerza en destacar las diferencias dándole la vuelta a la tortilla y situando al personaje de color en un estrato social económicamente alto y culto, especializado en música clásica, en tanto que el blanco es el humilde un tanto racista sin buena educación en letras y que se gana el sueldo extra con chanchullos gracias a su lengua rápida. Sin embargo, cuando acepte trabajar para el rico misterioso y refinado músico en una gira por el sur de Estados Unidos, de nuevo en una época marcada por el racismo en esos lares y la ley divisoria, la trama entrará en un juego divertido y tenso donde esas diferencias favorecerán el descubrimiento mutuo de los parecidos. Por todos los carices que adopta esta película, con unos diálogos marcados por el humor estiloso de uno y la dignidad moral del otro (ambos impregnados de su sabiduría particular) puedo afirmar con rotundidad que el guion de Green Book brilla como ninguno y es el Oscar que definitivamente merece, pues al contrario de lo que puede suceder con Black Panther, Bohemian Rhapsody, La favorita, Ha nacido una estrella o Roma, el filme te absorbe, te cautiva, únicamente a través de su historia, sin que ningún aspecto técnico "distraiga". Quiero decir que no te fijas especialmente en su banda sonora, en cómo está montada o en el tipo de planos que emplea. Te haces enseguida con el tono, los personajes, y es de las que sabes que vas a volver a ver en cuanto esté disponible porque te llevas una alegría con cada giro argumental, ya que no es especialmente predecible (para mí, al menos, no. Es muy fácil saber cómo acabará la relación entre los personajes, pero el viaje que ambos emprenden es uno repleto de sucesos de diferente naturaleza. Los hay amables y los hay duros, y de todos se aprende). A nivel interpretativo tengo que alabar la complejidad con la que Mahershala Ali elabora su personaje al situarlo entre dos mundos, como un negro que ha conseguido ser alguien en la vida y, como casi todos los artistas ricos, ha apartado a los suyos para centrarse en su carrera, pero al mismo tiempo sigue sufriendo el odio racial y el separatismo, lo cual causa que su dignidad se tambalee en ocasiones al ser tratado cual mono de feria. Sin embargo, si alguien aplica muy bien lo de "los modales hacen al hombre", ese es él. Por su parte, Viggo Mortensen es todo lo contrario, un ser libre solo prisionero de su ignorancia ante ciertos hechos, pero muy espabilado en general. Su perfil parecía destinado a ser el de aprendiz, pero acaba siendo un maestro, ya que esto no es solo la historia de una relación entre un negro y un blanco, sino también entre un rico y un pobre. Esos contrastes los acaban situando, como digo, en el mismo bando, pues al ser negro y pobre (italiano, para más inri) son dos marginados de la sociedad, y al ser blanco y rico reciben el respeto de los demás. En resumen: aprendes lo mismo que con Black Panther, Roma e Infiltrado en el Ku Kux Klan, pero con la gracia y la chispa de Intocable (por poner un ejemplo). Una advertencia: la comida es obligatoria durante su visionado. Es uno de los largometrajes con más presencia de alimentos en cada secuencia que he visto en la vida, y creo que el primero donde esto pasa sin que la comida sea la protagonista. Si vas a media tarde ten cuidado, porque te acordarás de los menús de Yelmo y Cinesa como nunca y desearás que ojalá estuviera en 5D para agarrar uno de los platos (los sentidos te traicionan; hasta ese punto te sumerges). Oscar al Mejor Guion Adaptado YA. Puntuación: 10 Hasta aquí el repaso. Me despido deseando buena suerte a los nominados y nominadas, pues aunque a veces nos quejamos de las decisiones de la Academia, en el fondo todo filme tiene su luz y oscuridad. Y por ello os recomiendo este Honest Trailer.
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Post de Naiara Salinas En un tiempo en el que todas las decisiones de las miles de academias del mundo se ponen en tela de juicio, desde aquí he creído que era necesario revalorizar el alcance y la magnitud de estas. Desde hace un tiempo llevo pensando en esta idea, en cómo el siglo XXI está suponiendo un avance en muchos sentidos y un retroceso en otros, en cómo las decisiones que a veces se toman parecen venir motivadas más por la corrección política que por el deseo auténtico de un cambio. No es solo el tema de las nominaciones que se toman en la Academia de Hollywood (principalmente) el que me interesa; hay muchas cuestiones sobre las que reflexionar y, por consiguiente, debatir, que es para lo que surge esta nueva sección. Como blogueras dedicadas a la ficción que somos, considero que es nuestra labor no solo procurar mantenernos al tanto de lo que sucede en nuestra y otras culturas (lo que viene siendo la parte informativa), o criticar, reseñar y contribuir a la expansión del arte en todas sus formas, o incluso disfrutarlo. Hay veces en las que no podemos obviar los cambios que sufre nuestra sociedad, nuestra forma de pensar y de crear. En All Screens nos iniciamos tratando de darle sentido a esto de mil formas, mediante varios especiales y análisis, casi siempre con un tono divertido y ameno. Pero aquí vamos a querer ponernos un poco más serias, vamos a mojarnos y hablar de lo que realmente opinamos y de cómo vemos el arte y lo que acontece a su alrededor. Y por eso mismo inauguramos esta sección en doble vertiente: los blogdebates por un lado, como este, y los bloganálisis. Por el momento, tendréis uno cada mes, y no tienen por qué presentarse siempre en formato escrito. Queremos reflexionar sobre determinados temas, algunos más polémicos que otros, pero también queremos diseccionar algunas de las mejores obras que nos han acompañado en nuestra cinefilia y seriefilia. Queremos restaurar nuestro valor por lo magnífico y lo desagradable, lo real y lo fantástico, lo duradero y lo efímero. Dado que febrero es el mes de los premios y este finde continuamos la temporada con los BAFTA, lo he creído el más oportuno para presentar el debate que os traigo a continuación. Un problema de preferencias Siempre que hablamos de premios surgen las mismas premisas, las mismas críticas: siempre nominan el cine que nadie ve, son muy puritanos, muy predecibles, dejan de lado a grandes estrellas que valen más que las que están ahí, no hay presencia apenas de negros/mujeres/cualquier otro colectivo que se siente minoría... ¿Para cuándo un blockbuster entre las mejores películas? ¿Por qué la Academia la toma con el género de superhéroes, el fantástico y la ciencia ficción? ¿Por qué siempre hay dramones y muy poca comedia o comedia musical? Es decir, hay y no hay avance. Di un año que apenas hay presencia de afroamericanos entre los nominados y al año siguiente los tendrás en casi todas las categorías. Di un año que La La Land fue injustamente tratada y que las pelis como esa (diferentes) merecen más reconocimiento y al año siguiente una película de género fantástico con una escena de baile a lo cine clásico como La forma del agua ganará el Oscar a Mejor Película. ¿Condiciona tanto la opinión del público? Lo más probable, a la vista de los resultados, es que sí, pero no es solo el público de a pie el que se fija en estos temas. Donde más pone el ojo Hollywood siempre ha sido, es y será... el propio Hollywood. Los movimientos de los grupos maltratados (como el de Time's Up) han cobrado especial relevancia en los últimos años exigiendo un cambio necesario en la industria ante los casos de abuso de enormes productoras/es y directores. La gente pedía: más gente de color, más mujeres, más diversidad, más apoyo al colectivo LGBTI, y aun cuando el aumento de historias con esos elementos ha sido considerable entre 2018 y 2019, lo cual es de aplaudir, su presencia en los premios sigue siendo un tanto cuestionada, y no ya por el hecho de estar, que es el avance que esperábamos todos, sino porque... ¿realmente valen tanto esas películas como para tener presencia ahí? ¿No hay otras mejores que tengan lo mismo? Una mirada a los nominados de este año en los Oscar basta para salir de dudas: por ejemplo, nadie duda del valor de Black Panther para el pueblo africano y para el propio cine. Por fin una película de superhéroes obtiene reconocimiento en la categoría más importante, aparte de tener un mensaje que apoya la solidaridad y unión de los pueblos en tiempos difíciles y la necesidad de luchar por un mundo mejor y compartir los recursos con aquellos que más lo necesitan. En Black Panther la crítica es muy clara situándose en una paradoja: un país ficticio llamado Wakanda ubicado en un continente subdesarrollado está increíblemente más avanzado que los países desarrollados. Por una vez es el pobre quien tiene los recursos que al mundo del mañana le hacen falta para luchar contra esas fuerzas de otro universo que no entiende, y, como bien han hecho los de fuera con él, privan de esos recursos a los demás, hasta que un acontecimiento crucial les hace cambiar de opinión. Es la clase de mensaje que la Academia, como exponente de grandes referentes del cine, quiere para su colección; después de todo, es lo que muchos están deseando ver que se cumpla. Pero los que aman el género, los fans de los cómics y los conocedores del cine de acción, no consideran que la película sea la mejor de todas las que tiene disponible Marvel. Cualquiera pensaría que por críticas, por elaboración y por todo, Vengadores: Infinity War hubiese sido una apuesta mucho más acertada. ¿Pero qué es Infinity War para la Academia? ¿Qué mensaje transmite que tanto le pueda interesar? A priori, ninguno, más que la bonita construcción de una historia culminante a lo largo de diez años. Pero con respecto a eso ya nominaron a Boyhood, ¿no? Y de ahí la crítica que se oye día sí y día también: los académicos solo están interesados en lo políticamente correcto. No hay auténtico deseo de cambiar su razonamiento; tan solo el de servir a un público hollywoodiense muy exigente con los cambios y que poco se calla. Dicho así, parece más una decisión tomada para prevenir futuros levantamientos que con fines puramente inclusivos. La importancia del reconocimiento Ahora bien, tampoco podría una institución cultural tan importante olvidar algo tan elemental del séptimo arte como es la realización, todos los procesos por los que pasa una película una vez concebido su guion. Podemos acusar a las academias de favoritismo en cuanto a historias y géneros, pero a la hora de la verdad el avance forma parte también de la historia de Hollywood y cada vez se premian más los aspectos técnicos, así como una calidad interpretativa y un mimo en la transformación de los actores indiscutibles. ¿Y dónde se aprecian mejor estos aspectos? Paradójicamente (Hollywood ama las paradojas, como podéis ver), el género menos reconocido en las categorías principales es el que más nominaciones tiende a obtener cuando se habla de efectos especiales, diseño de producción, etc. Si además de eso cuentas una historia con mensaje profundo y rompedor que conecta con el público, asciendes puestos, y si encima cuentas con un reparto de lujo cuyo trabajo es más que obvio, estás en lo alto del podio. Gracias a esos rasgos hemos podido ver no solo a Black Panther, sino también a El caballero oscuro, Interestellar, La forma del agua y otras varias entre las mejores películas y los mejores actores. Si eres artista, no puedes no ser sensible al modo en que se construye un filme, bien sea por su banda sonora, sus efectos, su silencio, su fotografía, su ambientación o su interpretación, todas las características que nos influyen emocionalmente y logran que una historia adaptada a la gran pantalla ejerza su efecto... o no. Y eso, compañeros, también está empezando a ocurrir en el clásico drama (en concreto, el histórico). Es decir, sí hay reconocimiento. ¿O acaso alguien estaría dispuesto a negar que La favorita intenta romper un poco los moldes con un tono ácido en una trama histórica y un enfoque de cámara diferente al habitual con esas lentes de ojo de pez y esa creación de planos costumbristas con un simple giro de cámara? ¿O que Bohemian Rhapsody no solo se ha currado el aspecto físico e interpretativo del reparto, sino también un montaje de sonido muy mixto que el espectador de a pie apenas advierte porque está sumergido en el número? ¿Alguien recuerda la nominación de Los miserables en 2012 simplemente por el hecho de abrazar el realismo haciendo que sus actores interpretaran en vivo y en directo las canciones y no mediante playback, como era la costumbre en los musicales hasta entonces? Los "tecnicismos", por llamarlos de alguna forma, no están solo en las categorías técnicas, aunque quieran hacernos pensar lo contrario. Hay una apuesta por elementos cruciales en la evolución del cine, a la par que un sentimiento de nostalgia equiparable al de la moda (vamos, que si haces una película bonita sobre el propio cine o la forma en la que se hacían antes las cosas, casi seguro te ganas una nominación). Pero más allá de que una película guste o no, de que sea rompedora o tradicional, de que abarque a todo un colectivo espectador o solo a unos pocos, todos ponemos la mira en los premios por algo que va más allá, aunque sigue teniendo que ver con el reconocimiento. Como industria, el cine espera crear un negocio y, como arte, crear un culto. De alguna manera, todas las películas que son reconocidas con premios o nominaciones entran a formar parte de ese culto porque nadie puede evitar entonces hablar de ellas. Y en cuanto a la taquilla, las nominaciones venden, porque todo cinéfilo está deseando saber qué ha visto la Academia en semejante historia, y seguramente muchos salgan de la sala preguntándoselo todavía, ya que, como he indicado al principio, Hollywood mira por y para Hollywood en este sentido. No olvidemos de dónde vienen los académicos. ¿Y en cuanto a nosotros, el público? Cuestión de gustos. Sin embargo, sí que es cierto que los premios ejercen influencia sobre nuestra concepción del arte, y no es porque tengamos menos criterio el que decidimos valorar un largo o cortometraje positivamente como ha hecho la Academia, sino por el acceso a la información, el conocimiento. Los premios son un reclamo publicitario para historias que, estrenadas en otro momento, en otras circunstancias, pudieran no haber llamado la atención. Claro, uno se detiene a pensarlo y se dice: "¿Cómo es posible? Sí, venga". A esa gente les concederé algo: todo depende de la época. Y para ello tenemos el reconocimiento de la propia Academia de Hollywood de que Crash, que ganó el Oscar a Mejor Película allá por el 2005 o 2006, hoy en día no se hubiera llevado nada, pues aunque el guion y el reparto son muy buenos, acabaría convirtiéndose en otra "historia del montón", pues no sería nada innovadora. Sin embargo, gracias a esa nominación y ese premio, todos podemos acceder a esa cinta y discutirla. Tal vez, sin ello, hubiera pasado desapercibida hasta que alguien la descubriera "accidentalmente" mirando en la filmografía de alguno de los actores que aparecen en ella. Hay muchas más historias como Crash que, no habiendo contado con reconocimiento, se han perdido en el olvido, casi, quedando reducidas a un pequeño tesoro oculto. Nota: para más discusión, este fantástico artículo de Fotogramas. Misión última: educar al pueblo El arte es inseparable de su tiempo histórico y esto es algo sobre lo que volveré en otros análisis y debates. Es muy consciente de que, mientras publica o estrena historias, la historia acontece también en el mundo real. Hasta tal punto se ha convertido en un reflejo de nuestra sociedad, que buena parte de su misión consiste en resumirla de la mejor forma posible, tomando pequeños resquicios de lo que le viene; de los movimientos culturales, sí, pero también de los levantamientos, de la crítica socio-política. El cine es consciente, más que nunca, de que los espectadores no acuden a él por el mero entretenimiento como en sus inicios, sino esperando encontrar ahí una voz que los respalde. En otras palabras, el propio Hollywood se ha convertido en un eslogan publicitario. Siendo consciente de la importancia que tienen sus películas, como mejor ha descubierto que puede orientar nuestro foco es mediante los premios. Así como gracias a los blockbusters consigue garantizarse un futuro económico, podría decirse que lo que premia en los Goya, los BAFTA, los Oscar, etc., es la calidad. Es decir, a priori, al buen académico no le importarían los géneros ni las críticas; se fijaría en nada más que el resultado. Así es como pretenderán justificar sus elecciones cuando el aluvión de fans se les eche encima, y no deja de haber algo de narcisismo en ese comportamiento, un egocentrismo que surge de esa idea de querer enseñar al mundo lo que es el buen arte. La Academia, así, es una maestra justiciera egocéntrica, un grupo elitista que en ocasiones se deja llevar y contempla por encima del hombro al espectador de a pie, como si este fuera un ciego incapaz de comprender el arte. Así ha sido siempre, por desgracia, aunque ahora lo percibimos más acusadamente porque, con semejante evolución, todos nos hemos vuelto más exigentes en cuanto a la clase de historias que reconocemos. La cosa es que en este siglo todo queda mucho más igualado que nunca, al haberse roto los estratos sociales. Con una buena educación, cualquiera puede sentarse y juzgar o crear una obra, así que en el fondo, todo es un compendio de visiones generales favorables entorno a cierto tipo de largometrajes sobre otros. Y es ahí donde los críticos juegan un papel CRUCIAL, más que los datos de taquilla (puesto que hemos establecido que estos se transforman tras una nominación). Si la Academia no puede ignorar el mundo en el que vive, la mejor forma que tiene de acceder a él es mediante las opiniones profesionales que le darán todo lo que desea para fijar su criterio propio: referencias, símiles, puntos clave, puntos en contra... Nótese que no hay una sola nominada que no haya recibido estrellitas por parte de las fuentes básicas de todo cinéfilo. Ese es el estrato social que verdaderamente importa, el camuflaje perfecto en una sociedad muy dispar en cuanto a gustos. Las series: un caso diferente Cuando en Hollywood un blockbuster se determina por la cantidad de presupuesto al tratarse de sagas potentes, con grandes efectos especiales, adaptaciones que todo el mundo espera..., con las series, sucede una cosa bien distinta. Si nos detenemos a contemplar el catálogo disponible, veremos que muchas de las historias en televisión son sencillas, ya que no cuentan con la misma manutención que el cine. Pero gracias a los avances tecnológicos, la calidad de imagen y de efectos es cada vez mayor incluso contando con menos presupuesto. Un momento, ¿realmente es eso cierto, lo del presupuesto? ¿Dónde está la línea económica que separaba ambos formatos? Exacto, cada es más difusa. Si la industria audiovisual ha empezado a invertir en series, no se trata solo de haber encontrado una nueva fuente de éxito comercial, sino también a la prueba, gracias a adaptaciones como Juego de Tronos, Big Little Lies y The Handmaid's Tale, de que la calidad que tanto aman los académicos es primordial en estas historias (y con calidad no me refiero a la de imagen, sino de desarrollo completo, desde el guion hasta la postproducción). Y, al mismo tiempo, el público las ama. ¿Qué puede haber más perfecto de cara a los premios? Sigue habiendo una división clara entre blockbusters y seriecillas, y la Academia continúa ejerciendo el papel de educadora atribuyéndose el popurrí de nominadas/os, pero esta vez, acontece que las nominadas principales casi siempre son blockbusters, series de las que nadie en su sano juicio cuestiona su potencial, calidad de interés. De nuevo retomo la idea de que las adaptaciones son el principal reclamo del espectador, y estas parecen haber encontrado su hueco en la televisión mucho más que en el cine, donde tienden a recibir peores críticas (depende). Tal vez por ello la Academia busca más entre el cine independiente, entre historias originales donde los cineastas a menudo son más creativos. Aquí soy más especulativa que directa, por lo que os animo, lectores, a rebatirme o confirmarme la percepción que tengo de que las nominaciones en los premios televisivos como los Emmys son más aceptadas por el público general que las de los cinematográficos. Podría ser porque el cine abarca mucho más contenido y la división está más clara, pero, como apuntaba al comienzo de este epígrafe, las series cada vez son más peliculeras en todo. Conclusión
Así pues, ¿cómo podría concluir esta primera reflexión? No me cabe duda de que en la actualidad hay cierto feedback entre lo que los académicos quieren reconocer y lo que el público quiere ver (de nuevo: más variedad de géneros, más presencia de colectivos maltratados en la historia, más actualización al siglo XXI, en definitiva). El problema es la pretensión de la Academia de seguir mirando por encima del hombro, a veces jugando al despiste con el espectador. Claramente, lo de nominar blockbusters del siglo XXI (lo digo porque los clásicos nominados del XX, cuando surgieron los premios, podrían haberse considerado perfectamente blockbusters por los críticos de hoy) es algo nuevo para ella y se nota en la práctica. Existe el rumor, por ejemplo, de que las cintas de animación las eligen en virtud de lo que a sus hijos les gusta (no creo que sea del todo verdad. Los aspectos técnicos y el tipo de historia, así como un favoritismo hacia Disney, también están presentes, ¿me equivoco?). De todas formas, de ser verdad, sería tarea de esos académicos empezar a abrir su mente y explorar otras posibilidades, aprender a ver cine de acción con la intención de profundizar un poco y no quedarse en lo superficial, o de ir valorando otros géneros como la comedia, ya que... ¿no intentan siempre hacerse los graciosos en las ceremonias? Estaría bien que eso se reflejara igualmente en las nominaciones (o puede que ya lo hayan hecho implícitamente a través de su criterio a la hora de nominar, hum). Y empezar a nominar dramas y cine fantástico en categorías más allá que sus habituales (es decir, más fantasía en interpretaciones y bandas sonoras, por ejemplo, y más dramas en aspectos técnicos. La verdad es que esto va sobre todo por la fantasía, porque, por regla general, quien acaba en las categorías principales empieza un proceso de conquista hacia el resto). Aun así, en el fondo le debemos un agradecimiento por descubrirnos grandes historias o un cine independiente para un público muy selectivo. Su papel en la historia acaba siendo VITAL, y prueba de ello es que todavía seguimos hablando de los premios, de los que ganaron y de los que perdieron. Olvidarse del cine de autor es tan delito como obviar o ignorar al que genera pasta; ambos contribuyen a la meca, ambos son fuente de inspiración para futuros creadores y nuestra cultura estaría incompleta sin los unos y los otros (y eso, en España, lo notamos mucho, dado que buena parte del cine nominado en los Goya es independiente). Lo único que falta es más atrevimiento, salir de la zona de confort, algo que ya se empieza a percibir... pero a lo que todavía le queda mucho recorrido. |
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Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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