Post de Naiara Salinas ¡Buenas! Ya iba siendo hora de compartir mis impresiones de las últimas películas vistas estas semanas, pero como quiero hacer un especial mágico próximamente y hay algunos estrenos ahí en medio, en lugar del resumen mensual que suelo redactar, este día voy a juntar dos peliculones que, aparte de ser biopics, son muy diferentes entre sí pero al mismo tiempo aspiran a tocarle la fibra sensible a la Academia el próximo año. Hablo, como no podía ser de otra forma, de First Man y Bohemian Rhapsody. Cuando Ryan Gosling viajó a la luna El primer aspirante a llevarse una nominación a la estatuilla más codiciada de Hollywood lleva encandilando a las jóvenes, a sus hermanas pequeñas, sus madres y sus abuelas desde El diario de Noah; se le da bien tocar el piano y cantar jazz, pero su verdadero talento reside en poner cara de circunstancias. Y así es como perfila también Ryan Gosling a Neil Armstrong en el primer drama alejado de la música de Damien Chazelle, un director que con La La Land ya demostró hasta dónde estaba dispuesto a llegar con su cámara. Y es que las estrellas no era suficientes, qué va. ¡La luna, ni más ni menos! Con el afán de humanismo que tanto le caracteriza, Damien explora la figura de una leyenda de Estados Unidos a quien el mundo entero recuerda por una sola frase, confrontándolo con el peligro real de la misión, así como sus propios dramas familiares. Una propuesta interesante que comienza interesante con escenas que van a marcar la personalidad de este individuo un tanto hermético (pese a que el espectador le vea llorar) y que comienza a desinflarse más o menos hacia la mitad del segundo acto, cuando ya se siente que la misión se está alargando demasiado y que puede que sea verdad que al fin y al cabo el hombre jamás llegó a la luna y todo fue un complot y absurdo montaje para engañar a los soviéticos (no olvidemos que estamos en tiempos de Guerra Fría). Frío es el riesgo que corre de quedarse el espectador menos paciente de la sala, pero os diré una cosa: si bien el ritmo fluctúa, en ningún momento decae la emoción (bueno, concedamos un poco de exasperación tras el segundo acto). Desde luego no por las reacciones de Gosling, sino por lo meticuloso que es el montaje y el manejo del sonido y/o banda sonora. Uno de los rasgos que me llamó la atención de esta película y que se puede ver prácticamente desde la primera escena es el abuso de primeros planos (o primeros primerísimos planos, vaya, se van alternando. Lo que importa es tener las cosas bien cerca de tus ojos, no sea que se te escape algo), que logran acaparar la atención sin remedio sobre el detalle, y es el detalle lo que cuenta, las pequeñas cosas, las palabras que no se dicen, las miradas que se comparten o que se esquivan, la pulsera de una hija recién perdida que los dedos de un padre deprimido acarician... Por cosas como esta y por cómo se ordenan en el filme y cómo subrayan los actos y diálogos de los personajes, mantengo la esperanza en Chazelle y en su capacidad cinematográfica. Narrativamente busca ser inmersiva, te introduce muy bien en la familia de los Armstrong sin darlo todo en bandeja, es decir, con pinceladas, esos detalles que he mencionado y que acaban componiendo un círculo (esa pulsera funciona como símbolo del hombre y de la historia, pero ya volveré a ello después); también es épica, te deja más de un "diálogo huella" que el "Un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad", y nadie puede dudar de que contiene mucho americanismo, sobre todo en los momentos más dramáticos y más tensos, que es cuando los personajes siempre emplean su gran frase para levantar el ánimo o dejarnos una lección moral de vida: llegamos a la luna porque a pesar de la poca fe del pueblo y de cada lastre con el que nos cruzamos no nos rendimos. Oh, sí, Kennedy tiene su aparición estelar también (no es una peli de héroes americanos sin el político que los ensalza). Sin embargo, al mismo tiempo resulta arrítmica y carente de una voz firme. Las mejores escenas de Ryan son esas en las que parece que está a punto de derrumbarse (pese a la falta de expresividad, el hombre es muy bueno cuando le toca pasarlas canutas. Es donde al menos puedes interpretar que está luchando contra sí mismo para no venirse abajo). Por lo demás, pese a que la complejidad y la lucha interna de Neil puede percibirse, resulta muy tácito. Lo que yo interpreto con esto es que Damien no solo quería darle una voz a su protagonista sino a todos los que le rodean, y vemos que hay más de un personaje que puede destacar, aunque el foco al final recaiga sobre el matrimonio Armstrong. Hablando de lo cual, si Neil es impasible, su mujer es todo lo contrario, y es un foco interesante desde el que observarlo todo (de hecho salí de la sala preguntándome cómo hubiera sido toda la película contada desde el punto de vista de la mujer, magistralmente calada por Claire Foy). Y como sé que Chazelle es un director que lo vive todo intensamente, identifico los breves episodios de letargo como una metáfora del sentimiento real de los ciudadanos en aquella época, ya que la (larga) carrera (maratón) hacia la luna dejó dormido a más de uno, aparte de desilusionados y desesperanzados. El hecho de que en medio de ese panorama tengamos a un hombre dispuesto a seguir intentándolo pese a todo lo que se le viene y se le ha venido encima es lo que lo convierte en un protagonista digno. Y eso es lo que al final hace brillar a Gosling: su dignidad, en especial cuando al fin cumple su objetivo. De modo que, en conclusión, el largometraje triunfa en rebajar la leyenda a un humano con sentimientos (al menos tenemos pruebas de que los tiene), que es lo que a mí me parece el objetivo final. Es una historia familiar (y ahí el quid de esa pulsera, que yo interpreto como el deseo de un padre de tocar la luna para sentirse más conectado a su peque). Estéticamente es una maravilla y muy bonita de analizar en cuanto a los elementos de los que se sirve para transmitir. Le falta afianzarse más. Y, pese a lo dicho en el párrafo anterior, todavía considero que Ryan estuvo mejor en La La Land. Aunque tampoco es penoso en esta. Dios salve a Su Majestad la reina Al siguiente candidato a besar a don Oscar le gustaba jugar con los elementos mientras le chupaba la sangre a sus víctimas, se codeó con faraones en el antiguo Egipto y a día de hoy se le conoce como un excelente hacker. De chico bueno a chico malo, el de Freddie Mercury posiblemente es el papel más rompedor que le ha tocado a Rami Malek, no solo por el tema de exponer al mundo al verdadero cantante de Queen, sino también por meterse en cada una de sus canciones, grabarlas a fuego en la conciencia... y hacer el mejor playback de la historia. Porque no, lectores, Rami no canta ninguna canción (aunque sospecho de cierta escena cerca del final donde, espero, no hayan sido tan insensatos como para desperdiciar un "eoo" original). Era demasiado pedirle que imitara también la voz de Freddie, que esto no es Tu cara me suena. Y aun así, el gran trabajo de caracterización, tanto por parte del intérprete como del equipo de vestuario y maquillaje, le deja a cualquiera sin palabras. Incluso cuando no parecía que Malek fuese a ser el Mercury que todos imaginábamos por la escasez de parecido físico, la transformación es tal que acaba siendo ese Mercury, y la inmersión del actor en el proceso logra que no puedas ver a nadie más en el papel. Eso es algo importante cuando vas a hablar de un hombre tan carismático como tímido, tan extravagante y agresivo como dulce y sensible. Aprovecho para confesar que juzgo esta película con mucha menos objetividad que la de First Man, ya que Queen siempre será mi banda favorita de los viejos tiempos. Es una de esas que nunca, jamás de los jamases, pasará de moda (ni siquiera cuando el rock haya muerto del todo y en los bares solo se escuche tecno y reggaeton, que ojalá no sea así, por favor) y en esta trama se entiende por qué. No solo por el subidón de adrenalina que te provoca cada número, hasta el punto de decepcionarte cuando se corta de repente (si odias los musicales, ve a ver Bohemian Rhapsody. Te joderá no porque canten, sino porque dejen de hacerlo), sino por el mensaje inscrito en cada uno de sus temas, tan de este siglo que conforme la lucha de la humanidad perdure, ahí estará Queen alzando su voz y sus instrumentos como reflejo de ello. Esta es una historia que, al igual que First Man, avanza en el tiempo, pero mucho más dinámicamente. El montaje es una auténtica delicia para vista y oídos, la transición del grupo a través de cada tema, cómo se intercalan las grabaciones de CD con las de conciertos reales del grupo... Hay mucha historia y tal autenticidad, que sorprende encontrarse con un protagonista que vivió buena parte de su vida ocultándose, y ya no hablamos de la sexualidad, sino de sus orígenes. Esta es otra cinta que desmitifica un poco al héroe, pero no demasiado porque, al igual que Armstrong, acaba en lo más alto y se corona en su última performance, el cierre perfecto para ensalzar la dignidad del que ha tocado fondo y está a punto de irse para siempre. Ni qué decir los papeles poderosos que acompañan a Freddie en sus andaduras por el escenario, pues toda la banda es el símbolo de lo que entraña la trama y también el título. Individuos tan dispares con unas vidas y personalidades tan suyas solo pueden ser identificados en un temazo, y ese es "Bohemian Rhapsody", el resumen perfecto de la biografía que refleja el filme, con sus momentos tiernos, sentimentales y dramáticos, caóticos y rompedores. Se muestra la sensibilidad, la dureza y la rabia interior de cada miembro, que debe aprender a convivir. Sí, esta también es una película familiar, y lo bonito de Queen es lo mucho que le valió a Freddie en la vida como para mantenerla unida hasta el final (obviando el "pequeño" episodio de colapso mental en solitario. Insertemos ahí un paréntesis como este, ¿vale?). Otro personaje que debo destacar es el de Mary, la presencia femenina, modelo de tolerancia y empatía, así como de sufridora de las locuras y los vaivenes de Freddie. Un papel prometedor, interpretado por una chica que ya se juntaba con grupos de marginados en Sing Street, pero que, mirándolo en retrospectiva, tampoco ofrece mucha novedad (aunque sí es chulo de observar). No quiero entreteneros mucho más, de modo que he aquí mi conclusión final: peliculón a nivel interpretativo y técnico. Narrativamente no es original (claro que tampoco es una sorpresa, ¿cierto?) y por supuesto que también peca no ya de americanismos... sino de hollywoodismos. Pero emociona y el estómago bulle de mariposas al salir de la sala. También es divertida, porque no puedes aburrirte con esta realeza de la música. Quizá me entendáis mejor viendo estos clips promocionales que no son nada spoileantes.
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Agosto 2023
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