Post de Naiara Salinas (con la colaboración de Rosana Rábago) Los meses se suceden, como los estrenos. Si tuviera que resumir mi experiencia audiovisual en mayo diría que ha sido... una fantasía (literalmente algunos casos). Y muy nostálgica, eso desde luego Detective Pikachu (fecha de visualización: 12/05/2019) El primer retorno a mi infancia superó las expectativas de quien creía que una versión en carne y hueso de Pokemon podía quedar muy bizarra y antinatural, a menos que hicieran un mix tipo Space Jam. Pero, si bien en ocasiones la visión del CGI cantó demasiado, en general tuve una agradable sorpresa, gracias a una trama dedicada exclusivamente a todos los fanáticos del mundillo y a una animación verídica que dejaba ver las escamas de Charizar y el increíble pelo del ratón eléctrico protagonista. Detective Pikachu demostró ser una apuesta ambiciosa a la hora de recrear el mundo sin dejarse ningún detalle, ni en cuanto a la serie animada ni a los videojuegos. A esas referencias destinadas a tocarte la patata (hasta sale el tema principal, ¡el tema!) acompaña un misterio bien llevado que se resuelve de manera muy inteligente y hasta carismática, gracias a la aportación de Ryan Reynolds, quien se hace con el amor de todo el público aportando, quién lo diría, la seriedad a ese animalillo que, admitámoslo, nos causa más ternura que otra cosa. El equilibrio que logra Reynolds entre la responsabilidad, el humor y la inocencia es notorio y muy gratificante. En cuanto a las caras más jóvenes, son la frescura representativa de todos los que alguna vez hemos querido ser entrenadores pokemon... o que tampoco veían con buenos ojos que este live action fuese a funcionar. La química entre Justice Smith y Reynolds también es otro de los grandes puntos de la película, lo cual añade a la pareja a la lista de personas y seres creados por CGI con mejor relación de la gran pantalla. Y a pesar de que el argumento se construye con protagonistas que ya son un clásico de este tipo de aventuras, el reparto ejecuta buenamente sus movimientos y logra capturar el interés. Mención especial para un Psyduck que ya amenaza con situarse a la altura de Pikachu. En resumen: otra más hecha por fans para fans, con referencias en cada secuencia y una trama que se resuelve a su propio ritmo (quizá un tanto excesivo en ocasiones, es decir, bien podría haberse resumido un pelín más) pero que sin duda acaba haciendo las delicias a todos los amantes de Pokemon. Lo mejor: el mundo Pokemon, Justice Smith y Ryan Reynolds (aka Pikachu), Psyduck y el plot twist final, que, para variar, no lo vi venir tal que así. Otro de los puntos a favor es su mensaje ecologista y, en menor grado, animalista. Lo peor: como decía, le sobran algunos minutos y en ocasiones el realismo aportado a las criaturas no salva el CGI de la extrañeza. Puntuación: 7/10 Aladdin (fecha de visualización: 25/05/2019) El otro gran retorno es uno de los live action prometidos por Disney por el que tampoco terminaba de apostar y, nuevamente, superó mis expectativas. La de Aladdin (o Aladín si nos ponemos fachas con la ortografía) es una historia que, a pesar del interés general, no me generaba a mí tanto amor como otras con las que se hizo la compañía, como Hamlet (El rey león), Mulán o Hércules. Aun así, lo que me tiraba para atrás de este remake era mi recelo con respecto a la puesta en escena de todos esos números que en la versión animada quedaron marcados por el excentricismo, el colorido y la modernidad. Dicho de otra forma, de haber querido imitar al 100% la cinta animada, lo mismo les habría quedado algo tan raro como el "Festín" de La bella y la bestia. Sí, mi mayor preocupación era el genio, y no por la increíble interpretación de Will Smith, el gran maestro (aunque no supera al carisma original de Robin Williams, como tampoco a Josema Yuste en el doblaje castellano), sino por su representación. Nuevamente, me retracto. El resultado fue espectacular y se ve que Disney aprendió del error y optó por naturalizar toda la historia, no exenta tampoco de la actualización millenial que ha permitido que Jasmine tenga su propia canción y la estrene además con mucha fuerza (uno de mis temas favoritos). En general, todo el reparto brilla y personalmente destaco la presentación de Mena Massoud, cuyo talento a la hora de cantar, bailar y hacer parkour no tiene parangón, pero sobre todo se adapta enseguida a la nueva tierra que pisa y hace migas con Smith y Naomi Scott como ninguno. La ambientación del universo, así como el arreglo popero y arábico bollywoodiense de las canciones, alegra la vista y absorbe los oídos, hasta el punto de que no se echa de menos el doblaje original como podía suceder con La bella y la bestia (otra vez, sí. Las comparaciones son odiosas). ¿La razón? Una estupenda selección de actores de doblaje que capturan los tonos originales (brillante en concreto es la voz del protagonista, casi un calco de la de 1992). El caso de Smith, como digo, es distinto, pero incluso a él le queda genial la voz de su habitual doblador, una familiaridad que se traslada al público que lo conoce. Regresando a la ambientación, los escenarios que en su día nos abrieron ojos y boca quedan un poco menguados a favor del toque más realista, aunque los exteriores del palacio y el ambiente urbano están muy conseguidos (eso sí, muchas veces se nota el rodaje en plató, en especial en números como el del "Príncipe Alí"). Otro detalle que se agradece es el realismo aportado a Yago, al que no veréis soltar más de lo que ha aprendido a imitar, como buen loro. Sin embargo, no todo es perfecto, y ahí donde la animada acertaba a la hora de exhibir a su villano, el live action le resta seriedad y nivel. No por la ejecución de su intérprete, sino por lo sencillo que resulta vencerle, lo mimado que parece y una voz de doblaje y un guion que no le benefician en absoluto a la hora juzgarle como algo más que un ser repelente al que desearías cerrarle la boca para siempre. En resumen: gran recuperación de una de las historias más emblemáticas de la tradición literaria y de Disney, con una puesta en escena salvada por el trabajo de dirección y fotografía, más fabulosas interpretaciones y el toque de realidad dentro de un equilibrio entre lo clásico y lo moderno. Lo mejor: la actualización de la historia con algunas innovaciones (como la profundidad en el genio y su porvenir), la introducción con un "Si a Arabia tú vas" que cala más que la original, los números de "Un genio tan genial", "No me callaré" y "Un mundo ideal", el trío protagonista y el estilo arábico con reminiscencias de Bollywood en algunas escenas con coreografía (como la fiesta en palacio). Lo peor: ese Jafar con la cara de Keunam y la voz de Sheldon Cooper que causan que no me lo crea, la pérdida de algunos grandes toques excéntricos e/o histriónicos del genio y el momento de llegada del príncipe Alí de Abaua, que pierde mucha energía con respecto al original. Puntuación: 8/10 Kim Possible, por Rose (fecha de visualización: 25/05/2019) Hay que reconocer que la fórmula de los live action está dando sus frutos en la franquicia Disney. Pero todo lo bueno tiene un final. Y si la ejecución de Aladdin está brillantemente realizada en su versión en carne y hueso, no sucede lo mismo con Kim Possible, cuya versión humana deja (y mucho) que desear. Quizás es por pertenecer a Disney Channel o quizás es que nuestra espía adolescente daba mucho más de sí en versión serie animada, pero lo cierto es que la Kim Possible de Sadie Stanley es una de las peores adaptaciones vistas hasta la fecha. Quiero suponer que no es culpa de la actriz, que interpreta el papel como buenamente puede, sino que el fallo principal de esta cinta se encuentra en un guion de lo más previsible, que no tiene una historia bien desarrollada y que, por si fuera poco, juega con dejar la historia abierta para una segunda parte que, en mi humilde opinión, es completamente innecesaria. Los personajes, como digo, tampoco es que sean los mejores representados posibles. Vemos a una Kim con el típico problema (muy manido en las producciones originales de Disney Channel) de que ya no es la mejor pero, en lugar de superarse a sí misma, en el caso de Kim entra en una especie de depresión poco habitual en nuestra superheroína que hace que su historia ya no sea la de salvar el mundo, sino la de creer en sí misma y luego, ya si eso, salvar el mundo. La familia de Kim brilla por su ausencia. Tenemos a un padre relegado a cuidar de unos gemelos que ya no son los intrépidos y pillos inventores de la serie animada, (alguna trastada hacen, pero poca cosa más). Quizás quienes más peso tienen son la madre (interpretada por Alyson Hannigan o nuestra Lily en Cómo conocí a vuestra madre) y su abuela, que actúa como la voz de la razón y mentora para Kim, que yo comparo con una especie de señor Miyagi. El personaje de Ron Imparable es quizás lo mejor representado de la película, con un Sean Giambrone (Los Goldbergs) capaz de dotar a su interpretación de la torpeza que caracterizaba al personaje pero donde no vemos ningún atisbo de enamoramiento con Kim (como si sucedía en la serie), sino que actúa más bien como el amigo que está ahí para impedir que Kim caiga en el más profundo de los abismos. Pero sin lugar a dudas, el peor representado es nuestro topo ciego, nuestro Rufus. Vale que comprendo que un topo ciego no es fácil de representar pero es que aquí el CGI brilla por su excesivo empleo. Se nota que Rufus está hecho por ordenador ya no solo por su aspecto, sino por sus movimientos y su forma de actuar. En este caso, igual hubiera sido mejor emplear la fórmula de Lizzie McGuire y haber jugado con mitad representación de dibujos animados y mitad live action, o bien haber eliminado al personaje de Rufus que, realmente, para lo que hace no acaba de ser del todo necesario en esta cinta. Su tono, intentando ser graciosa pero sin lograrlo, es también un error, ya que peca de muchos estereotipos que hacen que el filme decaiga por momentos. Así, la revolución feminista (curioso es que el padre y los chicos se queden en casa y Kim solo decida llevarse a su madre y su abuela a ayudar) queda oculta cuando vemos a una Kim aterrorizada y, sobre todo, más preocupada por su popularidad que por salvar el mundo. Sus peleas con Bonnie son, sin embargo, una nota cómica en la película que nos hace recordar a nuestra Kim, esa que nos enamoró en nuestra infancia y preadolescencia. En resumen: mala adaptación en carne y hueso de una gran serie animada que nos hizo las delicias en nuestra infancia. La prueba de que quizás no todos los live-action son la mejor idea del mundo pero útil para pasar un par de horas aburridas. Lo mejor: Alguna alusión a la serie animada y la representación de Ron Imparable. Aparte del sarcasmo de Shego. Lo peor: Una Kim preocupada más por su status que por salvar el mundo y una trama demasiado predecible (incluso para ser Disney Channel) que encima queda, erróneamente, abierta para una secuela. El caso de Rufus también merece una mención aparte. Puntuación: 4/10 Rocketman (fecha de visualización: 5/06/2019) Y de aquí saltamos a mi selección para la fiesta del cine, la mayor fantasía del grupo (sí, incluso más que Aladdin). Porque literalmente este biopic de otro de los grandes músicos que sigue la estela de Bohemian Rhapsody (mismo director y la coincidencia de una vida muyyy paralela, con el mismo manáger y todo) ES una fantasía. Y es que ahí donde la película de Freddie Mercury se quedaba en una historia sobre música, en Rocketman Dexter Fletcher llega más lejos y convierte el drama de Elton en todo un musical, una mezcla de géneros que sale rentable en todos los aspectos y permite al director jugar con los fotogramas, los planos y las transiciones (el comienzo de la película, sin ir más lejos, es puro arte, pura energía. El salto de la infancia a la madurez es otro de los momentos más atractivos). La discografía de Elton favorece además a todo ese espectáculo (téngase en cuenta que el cantante ha tenido varias colaboraciones con Broadway). Pero más aún, convierte la experiencia en un juego introspectivo a la mente del genio creativo protagonista y nos intercala sus canciones no desde un punto de vista histórico o biográfico, sino memorial, es decir, es la gran oportunidad de escuchar la música captando la historia detrás de las letras. Fruto de ello es una ejecución bastante óptima, divertida y exagerada como el artista mismo, agresiva y melancólica en ocasiones y, al final, optimista. Por supuesto, esa no es la única novedad, ya que esta vez el intérprete encargado de ponerse en la piel de este cantautor pone también su voz, añadiéndole su toque particular para favorecer la naturalidad. Y es que, aunque toda la banda sonora está grabada, se le oye más cantar in situ, lo cual brinda a su actuación más humanidad y sentimentalismo, si cabe. La elección de Taron Egerton como Elton John parece cosa del destino, pues nunca un papel se le había amoldado con tanta sencillez, y eso que lo que hace en la película no es nada fácil (aparte de cantar con ese pedazo de vozarrón, debe bailar y manejarse con trajes que no deben de ser muy cómodos; tirarse a una piscina y fingir ahogamiento y lidiar con la locura y drogadicción de Sir Elton, por no hablar de ese momento homosexual con su compañero Richard Madden). Sin embargo, Taron no es la única estrella del filme. Hay otro que sorprende y consigue nivelarse bastante, y ese es Jamie Bell, cuya captación del letrista Bernie Taupin, una figura importantísima en la vida de Elton, es perfecta. Es ese personaje más cercano al espectador, el ser más humano del largometraje, reflejo de los sueños realistas, de la ilusión, el razonamiento, el apoyo... El amigo que todos querríamos si fuésemos superestrellas, el que no deja que te caigas pero también requiere su propio espacio. El sano, vaya. Y por ese tratamiento a Bernie puedo decir que la cinta es todo un homenaje a esta relación y entiendo por qué Elton está bastante de acuerdo, aunque respecto a la fidelidad biográfica se tome varias licencias. Es, ante todo, una historia de gratitud, algo que se sabe cuando el protagonista cae y solo se levanta gracias al apoyo de ese amigo. En resumen: película fantástica muy bien ejecutada y con muchas papeletas para entrar en la carrera de premios (de nuevo como Bohemian Rhapsody), aunque quizás esté alejada en tiempo de los Oscar como para que la Academia se acuerde. Se toma sus licencias como cualquier biopic, pero es bastante fiel a la esencia del artista, sus vaivenes mentales y todo. Eso significa que no hay que verla desde el plano de la realidad, ya que de esta forma números como el de "Rocketman", "Saturday Night's Alright" o "Sorry seems to be the hardest word" te resultarán muy extraños. Como digo, es un musical, y eso ya nos adentra en un plano más fantástico. De todas formas, no es difícil de asumir, ya que la interpretación a la altura del reparto te mete en situación espontáneamente. Lo mejor: la belleza de algunas escenas como la de "Rocket Man", Taron Egerton y Jamie Bell, descubrir el vozarrón de aquí el viejo Rey en el Norte Richard Madden, las jóvenes estrellas dando el do de pecho desde el minuto 5 de la película (nadie habla de los niños, pero son también unos actorazos), la acidez sorprendente de Bryce Dallas Howard y que es el ejemplo perfecto de mi lema favorito: la vida es un musical. Lo peor: en ocasiones peligra de alargarse (aunque es normal, ya que son 70 años condensados) y el juego loco puede terminar agotando, pero la música anima bastante el ambiente en la sala y es muy difícil no empezar a bailotear o cantar en el asiento, así que supongo que se agradecería una versión Sing Along (como con Bohemian Rhapsody). No es muy apta para los partidarios de la fidelidad y haters de los musicales. Puntuación: 9,5/10
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