Post de Naiara Salinas ¡Y por fin! Una década después de haber ido al cine escribo. Por si no estuvisteis atentos a Twitter, he de contaros que me mudé hace poco y he tenido mucho lío esta semana. Me alegra poder decir que ya no tengo tanto tiempo libre (¡hago algo con mi vida! No os penséis mal), lo cual no quiere decir que haya dejado de lado este blog, ni por asomo. Solo que a partir de ahora mis post saldrán en días muy contados (si quiero seguir viendo series y esas cosas entre semana). Como os contaba en la primera línea, acudí a ver Kingsman: el Círculo Dorado antes de que acabara septiembre y el resultado fue cuanto menos desternillante. Si ya había cogido cariño a estos personajes con la primera entrega, la segunda ha servido para afianzarlo. Aun con sus contras (unos pequeños traspiés, nada serio), Kingsman logra mantenerse como una de las grandes apuestas actuales, con un reparto no solo llamativo, sino también carismático. La trama condensa de buena forma la acción y el humor bestia que ya son la marca de la casa (y quien dice casa dice director). Cuando piensas qué puede hacer esta noble saga para superarse a sí misma (ya sabéis, uno siempre teme lo de "segundas partes nunca fueron buenas"), entonces enfrentan al equipo de Eggsy a la destrucción de su agencia de espionaje y a estos no les queda más remedio que asociarse con los "primos americanos", los Stateman. El choque entre estas dos agencias cala a través de juegos con los estereotipos de sus respectivos países. Si a los "hombres del rey" les caracteriza la elegancia, los "hombres del Estado" son unos cowboys de cuidado. Entre el refinamiento y el Salvaje Oeste, no obstante, hay una línea tan fina que a nada que la acción lo permita desaparece para mostrar peleas muy crudas a la par que estilosas. Kingsman nos enseñó que "los modales hacen al hombre", ¿no? Los Stateman parece que apoyan su filosofía de vida en el alcohol y en la libertad. ¿Pillarse un taxi inteligente o irse de rodeo? No sabría por qué decantarme, así que la conclusión es por qué hacerlo cuando es evidente que juntos son mejores. Sin embargo, aunque a Taron Egerton le quiero mucho, entre los Stateman alguien ha dejado huella y ese no es otro que Pedro Pascal o, lo que es lo mismo, el agente Whiskey (y su látigo), un fichaje que suple de buena forma la escasa aparición de Channing Tatum (para el peso que ha tenido en la promoción del filme) y que, como ya adelanté, aprovechó muy bien el tirón de sus papeles más conocidos (el poli anti-narcotraficantes Javier Peña de Narcos y el guerrero sex-symbol Oberyn Martell de Juego de Tronos) para brindarnos un personaje con doble cara, cierta nobleza, gamberro y digno de participar en esta película. En fin, a casi todo el mundo le molan los crossovers, ¿no? Kingsman 2 puede considerarse el cruce de largometrajes de espionaje americanos e ingleses, cosa que ya de por sí logra que alce el pulgar a favor, porque las referencias siempre son exquisitas para un/a cinéfilo/a. Si bien era muy recelosa con respecto a la resurrección de Harry Hart (soy de ese 0,01% que prefiere que los muertos se queden en su sitio, ya que no me parece normal ni real tanto regreso del otro barrio), he de decir que la forma de resolverlo me convenció, sobre todo porque durante ese tiempo Eggsy ha dejado de ser un aprendiz y ya es todo un machote, y es interesante ver cómo se da la vuelta a la tortilla y es él quien ayuda a Harry a recuperar su antiguo yo mientras toma las riendas de la misión (nunca mejor dicho). El humor nunca pierde fuelle (que encima aparezca Elton John como víctima es un plus bien introducido) y en este filme mi cariño y respeto hacia Merlín ha crecido inevitablemente (a él le debo haberme enganchado a la canción de "Country Roads"). Otro punto a favor es la villana, la adorable Julianne Moore que tan pronto se muestra a lo Cooking Mama como saca su vena Hannibal Lecter, esa delincuente que quiere ser una superstar del crimen (está claro que de pequeña cantaría aquello de "Mamá, quiero ser artista"). Esta clase de malos malísimos que parecen tan majos que podrías tomarte una caña con ellos si no fuera porque quieren matar a todo quisqui me pierden. Tienen ese punto de inocencia que se entremezcla con su genio malvado y logra un resultado muy singular (y gore también, aunque no tanto como cuando intervienen los agentes, qué curioso). Lo vimos con Samuel L. Jackson y lo repetimos con Julie. Sin embargo, lo mismo que juega a su favor a veces puede volverse en su contra. Resulta difícil de creer que esta "marca de la casa" pueda durar eternamente, ya que llega un punto en que es necesario pasar a otra cosa porque se está repitiendo mucho. Lo bueno es que Vaughn lo sabe y tira como puede enfocándose en los personajes y su evolución. Lo que menos me gustó fue la relación entre Eggsy y la princesa. Yo no les veía juntos después de que se acostaran en la primera parte y no sé hasta qué punto les veo ahora. Sus escenas añaden el morbo romántico y quizá a veces parece que sobra, aunque por otro lado ver al chaval lidiando con eso y su trabajo (¿cómo puedes ser agente secreto si eres una figura pública?) no está del todo mal. Aun así, yo siempre le vi más química con Roxie, y por eso el principio, tan explosivo (literalmente) llega a ser traumático para los supervivientes y el espectador. También me pareció algo metafórico, en el sentido de romper con el principio y empezar de cero, aunque luego se ve que no se va a poder dejar atrás todo: la rencilla se ha convertido en algo personal. Volviendo al romance y yendo hacia un argumento más objetivo, opino que esas escenas no tienen otra función que añadir morbo... y dejar claro que Eggsy no es James Bond y no quiere tirarse a todas las chicas, sino mantener una relación estable. También sirven para que "papá" Harry tenga algo sobre lo que aconsejar a su alumno. Por lo demás me parecen relleno. El giro final, no obstante, aunque un poco forzado, promete más dilemas para el joven Gallahad y hay ganas por ver cómo se desenvuelve. Es divertida, busca afrontar nuevos retos, supone un dardo contra el gobierno y su política antidroga... Siempre se dice (o al menos yo lo digo, ¿vale?) que como mejor se lanza un mensaje es a través de la sátira y en ese aspecto este filme cumple con nota elevada. El crossover genera el mismo efecto que el Arrowverso en televisión: que quieras ver más de eso. Si todavía dudáis dónde está vuestro lugar, será mejor que os abrochéis los cinturones y enganchéis bien el lazo, porque se avecina un viaje muy movidito.
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Agosto 2023
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