Post de Naiara Salinas Ha nacido una estrella. Se llama Ally. No era más que una extraña que trabajaba en múltiples empleos y vivía con varios hombres de mediana edad (uno de ellos su padre, no penséis mal), hasta que el cantautor Jackson Maine la descubrió en un número por casualidad y quedó prendado de su voz... y su belleza natural. Aunque contándolo así parezca la típica historia de cuento de hadas de Hollywood, lo cierto es que hoy en día podría pasarle a cualquiera con un mínimo de talento y los astros bien alineados. Es más, nadie diría, viendo quién encarna a esa protagonista, que no pudiera haber cierto resquicio de biopic en la historia. Y es que lo que Bradley Cooper ha elegido contar en su debut como director es cómo un (o una) simple músico se convierte en artista de los escenarios, ilustrando esa transformación con todas las luces y sombras que conlleva. Realmente se siente como una biografía porque el guion refleja la fama con su propio hilo vital, es decir, su principio, su desarrollo y su clímax. Y no cualquier fama, sino la de un pequeña bola de fuego que brilla camuflándose entre billones más, hasta que consigue destacar en medio del cielo oscuro e inicia su desarrollo hasta su combustión. Eso es lo que la presencia de alguien como Lady Gaga implica para el filme, no solo por la personalidad arrolladora que infunde en cada una de las canciones, interpretadas magistralmente, dicho sea de paso, sino también por su bajada de estatus, es decir, para ella, como cantante profesional que es, esta historia supone un regreso a sus orígenes, que toma con la mayor humildad y empatía posible, no solo hacia sí misma, sino también hacia todos los que han querido seguir sus pasos. Quien vea esta película podrá reconocer algo de la cantante en la personalidad de Ally, en su historia y en su proceso de dominación del escenario hasta convertirse en prácticamente una diva. Pero una con alma y autenticidad que ni siquiera el maquillaje puede esconder. Es un personaje que parece haber sido creado explícitamente para ella, porque ahora mismo no me imagino a nadie más en su piel (bueno, obviando a Katy Perry, Rihanna y demás reinas del pop). Y a su lado la comanda el siempre estupendo y cada vez más versátil Bradley, quien no solo coge las riendas de la dirección, sino que además se atreve con la guitarra y el micro. Tal vez Gaga sorprenda como actriz, pero Cooper no se queda atrás como músico, en especial por los matices que otorga a su personaje, la estrella original que va cayendo más y más en desgracia como si de una balanza desequilibrada se tratase, donde una acaba más alto que el otro. Y es que parte de la gracia de la narrativa es esa, aunque el tema es, por supuesto, más profundo. El filme es lo bastante largo (quizá incluso demasiado, si bien no juzgo objetivamente porque la vi de noche y sin haber cenado todavía) como para que el desarrollo de ambos protagonistas y cómo sus historias se unen para separarse y reencontrarse sean de lo más justos. Cuando afirmo que se siente como una biografía incluyo este rasgo, ya que todo por lo que pasan no es algo que suceda de la noche a la mañana, quitando, salvo está, el número de likes y visualizaciones que puede obtener un vídeo en las redes sociales. Es una trama que habla sobre la autenticidad, el encontrar tu voz para transmitir lo que quieres que los demás escuchen, cómo es eso lo que de verdad hace brillar a un cantante y no la indumentaria, el estilo o demás aspectos superficiales. Por un lado se defiende esta idea y, por otro, se muestra la dura realidad de las discográficas, que explotan un recurso hasta restarle personalidad, y el gran reto de Ally es mantener la suya pese a todo. No solo será su lucha, sino también la de Jackson, quien vive embelesado por ella y no quiere que caiga en desgracia como él, sino que brille todo lo que pueda. La estrella de Jackson se va apagando poco a poco a favor de la de Ally, su diamante en bruto, su ángel, su chica guerrera de armas tomar que bucea en su alma con las letras de sus canciones. El romance que inician es precioso porque entre ellos existe una comunicación única a través de la música que el guion trasluce de un modo sutil e íntimo. Cuando el camino de él se desvía, cuando deja de oír su propia música interior, la comunicación se pierde y ocurren desgracias, dramas. Así que en resumen esta es una película que funciona porque ha sido escrita y filmada con humanidad y realismo, muy centrada en las relaciones personales de sus intérpretes y de cómo estas influyen en su música y en su ascenso a y/o descenso del cielo. Lady Gaga realmente deslumbra y Bradley Cooper se desmelena como nunca sobre el escenario. La química entre ambos es sobresaliente y mágica. Una banda sonora que brilla en todo su esplendor y a la que esperan, esperemos, varias nominaciones a los Oscar. Desde esa luz celestial descendemos al infierno terrenal, donde la luz se extingue para dar paso a la oscuridad de un hombre que se enfrenta, literalmente, contra sus demonios internos. Venom es la Maléfica de Sony Pictures y Marvel, en el sentido de que explora una historia conocida desde el punto del villano, al que se le otorga humanidad hasta restarle esa tiranía plana y lograr que parezca más un antihéroe que un malo malísimo. Sinceramente, da un poco de pena que se pierda ese rasgo, pues hasta los chicos malos tienen su atractivo, pero al mismo tiempo nos ofrece una mira distinta y más verosímil, donde uno no sucumbe a la oscuridad porque sí, sino con un determinado trasfondo. Eddie Brock es ese personaje que, al igual que Jackson Maine, toca fondo hasta sucumbir, pero aun y todo sigue luchando por la vida y sus seres queridos tratando de dominar al simbionte. La relación entre ellos se asemeja a la de Gollum con Smigol; deben aprender a cooperar para conseguir sus objetivos, y así el alien ya no es un ser extraño, sino que coge familiaridad de cara al público. Sin embargo, a esta historia le falta madurez. No se hace muy larga y cumple con la labor de entretenimiento, pero pudiendo dar mucho más de sí y causar que el espectador se cuestione los métodos de Venom, el poco acercamiento a la perversidad del simbionte hace que no pase de otra aventura basada en un cómic y tratada con la simplicidad dirigida al público más joven. No por ello todo niño puede verla, ojo, pero sí se siente ese lavado de lengua con lejía en el guion. En otras palabras, se contiene, lo que le resta brillantez. Para ser una historia muy oscura, tampoco acaba de causar dicha impresión. Como señalaba al principio, todo queda en el origen de un antihéroe, incluso con un final feliz. Para comprobarlo, quien esté leyendo esto que conteste a la siguiente pregunta: ¿te imaginas a este tío peleando contra Spider-Man o, por el contrario, uniéndose a él? ¿Y qué es lo que te gustaría ver? Si la respuesta a esta última es enfrentamiento, me temo que te decepcionarás. Como conclusión diré que no es una mala película, pero tampoco la primera que iría a ver al cine. Pasable, sin más. Muy bueno el trabajo de Tom Hardy, sin embargo, ya que su ida de olla divierte y te mantiene con los ojos en la pantalla. Hubiera sido bonito ver el nacimiento del villano como tal, solo digo eso. No me cabe duda de que quiere ser canalla..., pero al final es como cuando un padre intenta hablar en el lenguaje de sus hijos para que lo entiendan. Sí, ridículo e innecesario.
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
El diálogo cinéfilo de la semanaRuido de fondo
Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
All Screens by All Screens is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en http://allscreens.weebly.com. Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://allscreens.weebly.com |