Post de Naiara Salinas ![]() Tras ordenar de menos a más los últimos estrenos vistos por menda en el cine, llega el momento de hablar de los caseros, y es que Netflix, HBO y Amazon se han convertido en una constante en mi vida, pero hasta este año me limitaba solo al catálogo de series, o más bien no prestaba tanta atención a las maravillas ocultas del séptimo arte en estas plataformas. Las expectativas generales levantadas entorno a los últimos estrenos, no obstante, acabaron por absorberme también. Vamos, un drama familiar protagonizado por Adam Driver y Scarlett Johansson, una de Scorsese... Es como si después del "castigo" a Roma en la pasada edición de los Oscar Netflix, despechada, hubiese decidido echar toda la carne en el asador. Y así ha sido. La esperanza de Martin Scorsese El irlandés se ha vendido como uno de los grandes estrenos del semestre. La nueva historia de gangsters de parte del rey en la materia parecía ser la clausura de una trilogía no pactada con el mejor reparto que cabe esperar y que hasta elevaba el filme a una especie de hito del género. Solo eso bastaba como anzuelo para el público fiel. Poco tiempo después se ha revelado que Scorsese, conocido defensor del cine clásico, acudió a Netflix en un "momento de desesperación" (dicen los titulares más sensacionalistas) al no encontrar ninguna productora/distribuidora que financiase el proyecto lo bastante como requería la tecnología que ha rejuvenecido a los actores, pues nombres como Andy García, Robert DeNiro o Joe Pesci no pueden excluirse así como así. Eso ya demuestra el apogeo en el que se encuentra la plataforma, gracias a muchos años de producciones exitosas. Sin embargo, tras el estreno (con una licencia en salas exclusivas de una semana para que ningún académico osase levantar el dedo) se ha descubierto que lo que más perjudicaba dicha financiación no era tanto el uso del CGI como el tiempo en el que se emplea. Las tres horas y media que dura este largo largometraje (si queréis podemos llamarlo extensometraje a partir de ahora) han hecho muy difícil la tarea de visionar de corrido una película que además se estrenó entre semana en lugar de el santificado viernes de toda la vida. De hecho yo no pude, pero decidí aguantar hasta la mitad el primer día y dejar la siguiente para otro. "Aguantar" es un verbo clave, porque si bien la primera hora de la película, más introductoria del protagonista y el círculo que le rodea y donde se va a desarrollar toda la trama, es muy interesante, una presentación digna y estilísticamente de diez, con interpretaciones muy llamativas, la siguiente es completamente soporífera, redundante, un guion que gira sobre sí mismo cada vez más despacio, que llega a recrearse innecesariamente y no permite apenas contemplación para personajes más silenciosos (sí, Anna Paquin, te estoy mirando a ti). Para cuando llegué al último acto, donde muere un personaje importante y se supone que me tiene afectar, aún arrastraba un poco de indiferencia del anterior. Con demasiados nombres en juego, demasiado tiempo y un visionado partido me costó reengancharme (hasta me había olvidado de parte de lo que sucedía), y ahora que ha pasado un tiempo y el camino se ha congelado no me avergüenzo de reconocer que tras esa primera hora genial mi espectación se convirtió en algo muy superficial, lo cual puede que no me convierta en la mejor crítica de este filme. Huelga decir que tampoco he visto las anteriores del género y soy de esas personas a las que El padrino no provoca ningún tipo de emoción positiva (es más, intenté verla dos veces y jamás pude acabarla), así que es posible que ni siquiera deba estar escribiendo esto. Soy indigna. Y aun así, cuando llegó la parte de los créditos me quedé un momento contemplando la pantalla reflexionando tanto sobre lo que acababa de ver como de la experiencia en sí. ¿Me había gustado? Me apenaba que no me hubiera gustado tanto como prometía el avance. ¿Entonces era mala? No, era arriesgada, un poco aburrida en ciertas partes, pero... ¿mala? DeNiro había estado genial. Incluso Paquin, cuyo personaje sale tan poco y dice mucho menos, había llamado mi atención. Es más, dos pensamientos florecieron en la superficie de ese estado vegetativo: "Paquin es la p*** ama y su personaje es el más intrigante de lejos" y "Chico, las tres horas y pico de la versión extendida de El señor de los anillos" se sintieron mucho menos". Mis conclusiones: El irlandés es una película digna de entrar en los premios por su concepto, su calidad audiovisual y sus increíbles interpretaciones (y, dicho con ironía, porque ningunear a uno de los grandes de la Academia podría acabar apoyando la idea de que los blockbusters merecen más presencia y eso no se puede permitir), pero dudo mucho que deje la huella de sus predecesoras. Cuando se podría ver el manejo del tiempo de metraje como una plasmación realista de la vida, que fluye para muchos igual (no es lo mismo contar un relato destacando las partes más emocionantes que siguiendo el hilo de principio a fin), opino que es el clasicismo de Scorsese, su estilo como narrador, lo que impide que ese recurso aporte realmente. Dicho de otra forma, a la historia le sobra una hora (y eliminándola, o resumiéndola, se contaría exactamente lo mismo). Desde el punto de vista emocional puede calar un poco más, pero, insisto, es gracias a los intérpretes, a lo que son capaces de expresar en momentos de absoluto silencio. ![]() La química de Adam Driver y Scarlett Johansson Por el contrario, Historia de un matrimonio es esa película que con una trama de unos pocos días y una estructura más partida y menos lineal te cuenta, te expone, todo lo que necesitas saber sobre la relación entre un director de teatro y una actriz. El comienzo es brutal: tanto Charlie como Nicole se dedican a hablar de lo que más les gusta del otro mientras el montaje superpone imágenes caseras que ilustran sus palabras. Te deja con la sensación de que todo en ese matrimonio es idílico y de que ambos forman la mejor pareja. Pero la peli no va de amores, sino de desamores y rupturas. Es un matrimonio que se va a pique y convierte su proceso de divorcio en toda una odisea plagada de montañas rusas, de idas y venidas, donde parece que en cualquier momento uno de los dos se va a arrepentir y dar marcha atrás. Y lo mejor del caso es que, como espectador/a, no puedes evitar luchar por el amor, cruzar los dedos, porque has visto esas primeras imágenes y no te crees que eso haya desaparecido sin más, tan de golpe. La chispa sigue y tiene que resurgir de alguna forma. Ese principio que alimenta las esperanzas de todos durante la primera mitad de la película puede ser perfectamente un eco de lo que sienten los personajes, quienes tratan de llevar ese momento doloroso de la forma más amistosa posible, en contra de quienes quieren convertir eso en una guerra. La pena es que una separación indica una fragmentación en todo además de en sus corazones: en su modo de vida, en su hogar... Y cuando hay divisiones, también hay bandos, exactamente como en la guerra. Por ende, por mucha lucha pacifista que haya, el enfrentamiento va siendo cada vez más evidente, las diferencias que antes les unían les distancian, con una postura favorable hacia Nicole, quien tira hacia su nuevo futuro independiente, mientras que el retrato de Charlie es el de un perdedor, el necesitado, el que en el fondo desea reengancharse. Así, la mujer adopta la pose fuerte y el hombre, la romántica (esto se ve muy bien en una escena donde Charlie se pone a cantar sobre sentirse vivo al lado de la persona a la que más quieres). Y con semejantes perfiles el reparto es de lo más ideal, ya que Scarlett es tan capaz de mostrar la serenidad que requiere Nicole como de venirse abajo cuando está a solas, mientras que Adam equilibra muy bien su característica indiferencia con su dramatismo, al que aporta también dinamismo para ejercer de buen padre pendiente de su hijo. Es un tejemaneje que juega con las posiciones, porque ningún cónyuge es malo (¿cómo va a serlo, con tan buenas cualidades que hemos visto en los primeros cinco minutos?), pero tampoco es santo. Ambos pecan y ambos sufren, y el corazón del público se divide también. El final es como un dardo a ese principio, pero es lo que hay. Además, la idea se refuerza cuando afecta igualmente al espacio, en este caso Los Angeles (el calor, el éxito, la libertad, Nicole) frente a Nueva York (la frialdad, la soledad en la multitud, la variedad, la personalidad, Charlie). Incluso los pósteres promocionales lo indicaban situando a cada protagonista cara a cara, un plano que se repite muchas veces a lo largo del filme. Conclusión: este es un drama de los que te dejan con mucha pena y reflexiones sobre la vida, el amor y los lazos, de lo duro que es cortarlos, de lo poco que dura la felicidad y de las vueltas que puede dar una hermosa y prometedora relación, gracias a un guión que trata sobre una involución pero te cuela entre medias momentos bonitos que te llegan. Es triste, sí, pero que al menos valga para entretenerse viendo a Driver salirse un poco de su perfil habitual tan frío, porque como padre es adorable. Todos los reconocimientos que obtenga el filme a nivel interpretativo y narrativo los merecerá, pero ahora es mi candidata favorita a Mejor Guión. ![]() Un nuevo origen para la Navidad Esa festividad a la que le debemos unas dulces vacaciones invernales tiene un nuevo cuento que me apena que pase desapercibido, salvando su nominación al Goya como Mejor Película de Animación porque, sí, es de marca hispana, pero tan universal como su plataforma. Klaus es la historia de un cartero muy vividor y poco concienciado a quien su padre "castiga" enviándolo a un pueblo muy remoto (allá en el Mordor más auténtico), habitado por dos clanes enfrentados a lo Montescos y Capuletos, donde la escuela sirve como pescadería y lo único bueno es un extraño juguetero que habita alejado de ese ambiente bélico en plena naturaleza. La misión de Jesper, el cartero, es conseguir enviar seis mil cartas, o de lo contrario será desheredado. ¿Pero cómo conseguir comunicación en un pueblo tan iletrado como propenso a la violencia? Pues he ahí la belleza de esta historia, ya que un hombre que apenas tiene nada empieza a darlo todo para conseguir una sonrisa en un niño. Una colaboración casi accidental se termina convirtiendo en un propósito de vida. Cuando los niños descubren que enviando cartas a ese tal Klaus consiguen un juguete a cambio, los que no saben escribir querrán ir a la escuela. Hay cierto utilitarismo en ello, sí, pero con consecuencias muy positivas, ya que la enemistad va quedando relegada. Y es una interpretación muy tierna, hermosa y profunda de esta leyenda tan popular, con muchas referencias al saber general y detalles como que uno de los personajes parezca provenir de la tierra donde Santa es más famoso (Turquía). Y el personaje de Jesper lo tiene todo: es manipulador, desinteresado, egoísta incluso, pero poco a poco se va reformando. Así visto es como la típica parábola, no exenta de carisma reflejado en el diseño de la animación y en los matices de los personajes. Klaus, por ejemplo, se acerca más a la versión épica y seria que vendió El origen de los guardianes que al regordete bonachón familiar, pero cuando ves a ese viejo ermitaño con un pasado doloroso hacer cosas buenas por el prójimo se te empañan los ojos. Además, conforme el largometraje avanza el paisaje también se va iluminando y poca niebla se ve. Conclusión: ver cómo la bondad se abre paso en un mundo violento, egoísta y lleno de niebla y oscuridad es lo que da origen y sentido a eso que llamamos "espíritu navideño". Se hace una apología a las fiestas poniendo por delante lo que muchos ya olvidan: que lo bonito es la ilusión, dar sin esperar recibir y ser fiel a tus principios y tu modo de vida a pesar de que te consideren una amenaza para el estatus social. No tengamos miedo de hacer el bien ni nos rindamos por duro que sea el camino. Redimámosnos y aprendamos a ver la vida con otro color, tanto si somos carteros, como profesores, padres, alcaldes, jugueteros, etc. Todos jugamos un papel crucial para lograr ese espíritu en estas fechas. Este es otro proyecto que nadie quería apoyar por arriesgado y me alegra sobremanera que Netflix haya acudido al rescate.
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Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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