Post de Naiara Salinas No están siendo tiempos fáciles para nadie, pero ahí donde estén los Blogos de Oro para darnos unas horas de normalidad y entretenimiento, justo lo que nos espera en nada, (¡todos a las 17:00 en Twitter!) que se quite lo demás. Hace una semana cumplía con una de las tareas más bonitas del cargo de jurado: poder disfrutar de cortometrajes inéditos con mucha variedad de estilos, de autores consagrados o noveles. No hablamos mucho en este blog de los cortos, a pesar de que también pretendemos darles difusión a través de los Emmys Cinéfilos. Una tarea que este año estamos dispuestas a cumplir, empezando por este glorioso día. Antes de nada, quisiera destacar y agradecer mucho la INCREÍBLE calidad que ha habido este año. Historias muy humanas, algunas de las que trascienden, otras de las que te tocan la fibra del corazón, de Internet, etc. Efectos especiales alucinantes, fotografía, música, guión... Conozcamos cada joya. Y mucha suerte esta tarde a las bienaventuradas. (F)our Seasons, de Miguel Gabaldón Un corto grabado entre Estados Unidos y España que nos ilustra el paso de las estaciones a través de una cámara que se convierte en una testigo anónima de la vida en sociedad, siguiendo a distintas personas en su día a día, planos muy costumbristas y generales, que sin necesidad de palabras, tan solo música, captan diferentes historias, distintos perfiles, y le otorgan al guión un retrato sin artificios, puro documental artístico, en el que cada estación se convierte en un eco de esos perfiles. ¿Cómo somos cuando hace calor frente a cuando hace frío? ¿Qué personas se unen a nuestras vidas con el paso del tiempo y de quiénes nos despedimos? Casiopea, de Fernando Manso En este cortometraje puramente abstracto se nos refleja un concepto único: el inicio y el final de la vida, a través de imágenes que seducen por su increíble estética, un espacio tan oceánico y marino que enfrenta a la mujer al medio, un recorrido que atrapa en un bucle porque "la vida sigue". Y, valga la ironía, te sumerge en esa batalla a favor de la vida. Te provoca admiración y agobio. Presenta un contraste precioso entre la negrura y el azul; nos deja fotogramas muy oníricos, lo cual es bellísimo y de una laboriosa postproducción. Encandila porque no se ven cortometrajes tan currados y porque la metáfora en sí es muy efectiva a la hora de conectar con el final. La Tierra llamando a Ana, de Fernando Bonelli Bonelli nos sitúa en una trama algo más corriente, pero con un comienzo un tanto paradójico, pues la protagonista de este corto es una pianista con mucho talento que imagina y escucha toda una orquesta en su cabeza. Pero la realidad es muy distinta, y es que, aunque no deje de tener talento, es sordomuda. Y está muy alterada. Bonelli nos coloca ante el drama y el dilema de los complejos y la comunicación, a través del enfrentamiento entre una pareja en la que saltan las sospechas y los celos por parte de ella, ya que no se considera suficiente para él y teme la posibilidad de que le sea infiel ante su situación. En este lo más logrado sin duda es la interpretación, a cargo de Laia Manzanares (vista en la última temporada emitida de Estoy vivo) y Javier Pereira. Un ejercicio arduo de convencimiento, una pulla muy directa contra la falta de comunicación o entendimiento que se produce a veces en muchas relaciones y que en este caso genera controversia por el hecho de que los protagonistas utilizan lenguajes muy distintos (música, signos, palabras: todo aquello que nos sirve para expresar nuestras emociones) y, aunque no tienen mayor dificultad para entenderse, ¿cómo abrir sus corazones a la verdad? Como filóloga, destaco la comunicación no verbal tan bien traída por el reparto. Moros en la costa, de Damià Serrá Esta serie de catastróficas desdichas se convierte en la propuesta más entretenida y cómica de esta edición, una especie de humor negro que recuerda muchísimo a Parásitos, por cuanto que el protagonista es víctima de las circunstancias, al tener que lidiar con una familia rica católica que desconoce la homosexualidad de su hijo y que además rechaza a los "moros". Justo todo lo que es él. Pero esconderse de los padres es solo el primer problema, al que de pronto sigue todo un hilo, como si el guionista hubiera derribado una ficha de dominó e iniciado un curso. Un ritmo que mantiene la tensión y agiliza bastante la trama, con un final que impacta. El título es el chiste perfecto, by the way. Saber perder, de Sergio Milán
Y ya llegamos al final más sensible de todos, el corto que, en medio de la situación que estamos viviendo, te remueve por dentro y te anima a estar concienciado/a. En las últimas horas de un abuelo, su nieta decide iniciar con él una competición para ver quién aguanta más la respiración, en intervalos que nos van introduciendo flashbacks de distintas etapas que profundizan en la relación entre ambos a lo largo del tiempo. Totalmente pesado para sacarte las lágrimas a borbotones si te descuidas donde la música se convierte en otro elemento sensibilizador. Es la propuesta más conmovedora y humana de todas. Yo la metería de anuncio en algún lado.
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Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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