Post de Naiara Salinas Hoy es el Día del Padre y, aunque la película de esta semana no destaca precisamente por la relación paterno-filial, al menos vincula a padre e hija en una aventura fantástica que podemos volver a disfrutar en la gran pantalla, como me canso de recordar. La Bella y la Bestia es un cuento de tradición oral francés del siglo XVIII que cuenta con dos versiones, la de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve y la de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. Casi todo el mundo conoce la historia básica gracias a las versiones de Disney, pero la historia real es tal la cuenta la adaptación de 2014 a cargo de Christophe Gans (bueno, con algún detalle añadido), donde la protagonista es hija de buena familia. Su padre es un mercader rico que empobrece al perder sus barcos con toda la mercancía en alta mar, momento en que se muda con sus tres hijos y sus tres hijas al campo. Allí Bella, la menor, encuentra la paz, aunque no le dura mucho. Durante un viaje que podría cambiar la suerte de su familia, el mercader acaba varado en un bosque y encuentra refugio en un castillo, el de la bestia, quien le deja ir a cambio de que una de sus hijas ocupe su lugar como prisionero. La buena de Bella se ofrece como voluntaria y, así, convive con la bestia y sus "criados" (unos perritos muy adorables) durante una buena temporada, durante la cual la joven descubrirá que un misterio rodea a su carcelero... Sé que no tiene mucho sentido guardar el misterio, pero si no conocéis el cuento original la sorpresa es grata. ¿Pensáis que lo conocéis del todo? Es un buen momento para comprobarlo. Solo una productora francesa podría adaptar la historia de hadas más emblemática de su país de forma más fiel. Como si pretendiera resaltar que no tiene nada que ver con Disney se empeña en mostrar detalles contrarios, de modo que adiós al vestido amarillo y el traje azul de la escena del baile, adiós a la bruja, adiós a los objetos parlantes, a la hija única, a la rosa encantada, etc., etc. Sin embargo, no le sale bien del todo. En una era donde Disney se ha convertido en la gran cuentacuentos, el director recicla elementos familiares para no espantar al público de primeras, como la presencia de un nuevo Gastón en el personaje de Perducas (interpretado por Eduardo Noriega), que pone más la mira en el dinero que en la doncella; la escena del asalto al castillo con ayuda de un tronco, el momento en el que la bestia rescata a Bella del hielo cuando esta intenta huir... Sobre todo, elementos argumentales, como si con ello pretendiera defender que no se trata de una historia completamente nueva sino ya conocida, solo que contada desde otro punto de vista. Aun así, las novedades ocupan la mayor parte del metraje y es lo realmente interesante del filme, en especial lo relativo al background de sus protagonistas, mucho más profundizado. Por primera vez se hace hincapié en los orígenes y tenemos la ocasión de conocer más datos de la familia de Bella. Su madre es recordada durante la mudanza y sus hermanas recuerdan a las hermanastras de Cenicienta por materialistas, superficiales e histriónicas, aunque son menos repelentes. Conocemos mejor el vínculo existente entre padre e hija y qué hace tan especial su relación por encima de la de sus hermanos. Curiosa es la fuerza argumental que cobra el primogénito, Maxime, a quien debemos culpar de hostigar las acciones y/o los problemas en al menos dos ocasiones (sin él el padre no se habría metido en líos y habría huido de repente, no se habría perdido, no habría encontrado el castillo...). En cuanto a la bestia, asistimos a su vida de príncipe en su palacio, rodeado de sus siervos, colegas cazadores y demás. Pero aún más importante es que somos testigos de su transformación completa, causa incluida, como si con ello pretendieran humanizar al monstruo del presente y justificarle (algo que logran). No hay vanidad, sino castigo y venganza, lo que modifica el sentido. El valor del cuento se ensalza con una literariedad apoyada en una Bella narradora que, cual Wendy Darling en Peter Pan, relata a sus hijos su propia historia en tercera persona mientras las imágenes de su libro se superponen a las del cuento. La fotografía, la escenografía, el vestuario y el montaje sirven a la fantasía del largometraje, que presenta un reino mágico con ninfas y dioses a donde solo se puede llegar mediante magia, lo que salva la preocupación por la localización real del castillo. El paisaje puede que sea lo más deslumbrante del filme, porque te hace sentir en un cuento auténtico. Aunque no todo lo mágico que aparece viene del cuento original, ya que el guion se permite ciertas libertades, en esencia es el mismo que se contaba en el siglo XVIII (mucho más parecido que la peli de Disney) y eso atrapa a un espectador que ya se sabe el final, puesto que tiene la oportunidad de revisionar un clásico y de aprender. Ahora bien, toda adaptación tiene un punto oscuro y esta peca en algo que las versiones de Disney han llevado mejor y que constituye la base de la trama: el romance entre la bella y la bestia. El problema de la exaltación fantástica es que el guion se deja arrastrar por ella y olvida que un espectador del siglo XXI es algo más exigente y espera verosimilitud en aspectos cruciales como el desarrollo de las relaciones. Si esperáis ver cómo Bella se enamora poco a poco de la bestia esperad sentados porque sucede de la noche a la mañana. Puede resultar brusco pero es así. Y no es como si hubiera una elipsis y se mostrara directamente esa parte, no. La hay, pero de otro tipo, más enfocada a mostrar la sensación de rutina de Bella, que pasa muchos días ahí haciendo las mismas cosas. Tal vez todo sea demasiado igual o tal vez aun así el tiempo sea muy corto. Su relación con la bestia se reduce a unas horas de conversación durante cada cena, momentos en los que él se muestra brusco e inseguro. Hay evolución en cada una, sí, pero saltamos del todo a la nada y eso rechina. El resto del tiempo ella vaga sola investigando más sobre el misterio, y a decir verdad no es que tenga muchas luces, pues lo que un espectador conectaría enseguida a ella le cuesta más. No es solo ya que sepamos de qué va el asunto, es que a ella se le guía a la verdad a través de sueños que le muestran flashbacks, con los que sería muy fácil unir el hilo desde el primero momento (si tan solo se fijara en la vestimenta, por el amor de Dios). Pero hasta que huye no descubre realmente la identidad de la bestia y es un tiempo muy tardío para toda la información que recopila por el camino. La relación se construye de forma indirecta mediante estos flashbacks, ya que son la excusa perfecta para conocer al carcelero, pero ¿bastan para enamorarse de él, sabiendo que en la actualidad no es el mismo que ahí aparece? Si se hubiera añadido otro día más..., si se hubiera empleado mejor la elipsis... La escena del acto final en la que la bestia le pregunta a ella si sería capaz de amarlo con el tiempo y con paciencia es muy realista. Pero cuando ella le responde que ya lo ama, sorpresa, porque uno no sabe muy bien cuándo ha surgido ese amor y eso causa escepticismo. Creo que esto se debe a que el presupuesto no llegaba para alargar la película, pero aun así es un romance que se resuelve demasiado fantásticamente. Por otra parte, Vincent Cassel no es el príncipe que yo me esperaría. Espero no sonar muy superficial con esto, pero... el hermano pequeño, Tristanne, es más guapo (aunque el lema de la historia sea: "La belleza está en el interior", esto se aplica más a la bestia que al hombre, ¿no? Claro que la arrogancia por belleza ya no es la causa de la conversión...). En resumen: a favor de la fidelidad al original, de la profundización familiar, del paisaje, del trasfondo fantástico y folklórico y de los flashbacks. El homenaje a la rosa es muy bonito. El final también me parece muy original, acorde a la historia y natural (lo que resulta irónico teniendo en cuenta lo que he opinado del romance). En contra de cómo se lleva la relación entre los dos protagonistas y de ciertos recursos Disney que, aunque aportan acción y familiaridad, podrían sobrar, dado que la trama contiene muchas partes para atraer por sí misma. Es el caso de Perducas, cuya involucración es interesante, sí, ya que pone en peligro la vida de la bestia y eso da morbo, pero también podría haberse reducido al primer acto y haberse resuelto de otra forma, como en el cuento original. Ficha técnica La bella y la bestia (La belle et la bête) 2014, Francia y Alemania Director: Christopher Gans Reparto: Léa Seydoux, Vincent Cassel, Eduardo Noriega, André Dussollier e Yvonne Catterfeld. Puntuación: 7,5/10
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Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
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