Post de Naiara Salinas Llega un nuevo fin de mes con cambio de hora incluido. Las vacaciones se sienten más cerca, aunque sean solo las de Semana Santa, y el verano aun más. Es por eso por lo que mi mente ha querido prepararse con la siguiente película. Basada en la novela de André Aciman, Call me by your name se ambienta en el verano de 1983, en el que Oliver, un estadounidense judío que está cursando un postgrado, es invitado por su profesor de Arqueología, también judío, a pasar el verano en su residencia de Italia, donde también vive su familia, y ayudarle con su proyecto. Allí conocerá a Elio, el hijo de su maestro, un joven de diecisiete años con el que iniciará una relación especial. Durante el transcurso de seis semanas, ambos irán descubriendo los sentimientos del uno por el otro. Esta película galardonada con un sinnúmero de premios, entre ellos el Oscar a Mejor Guion Adaptado, resulta cautivadora por el trabajo de sus dos actores protagonistas en el reflejo de una relación auténtica al más puro descubrimiento veraniego. Pero lo que para muchos puede sonar a mero rollete, para ellos supone una inmersión en sus respectivos corazones a lo largo de la trama, donde importa más lo que les depara el futuro que el amor entre hombres. Es decir, en ningún momento la dirección se acerca a este tema como algo polémico, sino socialmente aceptado y, por ende, obviado. Se trata de un romance que se descubre poco a poco, que juega con las indirectas, la atracción mutua, el cuestionamiento de lo que conviene. La aceptación del noviazgo está en que, una vez que queda esclarecido lo que cada personaje siente, no van a seguir con su fachada, sino que se dejarán llevar, experimentarán. Claro que hay dudas, claro que hay inseguridad (como en cualquier relación que comienza), pero carpe diem hasta que dure. El juego es importante en este romance. Los actores hacen que sus personajes se piquen continuamente, que haya bromas incluso en los momentos que parecen más serios. Es decir, priorizan la amistad y el buen entendimiento, que es lo que da naturalidad y logra que el espectador se identifique. Otro gran aporte de realismo está en la situación. Acaba siendo un largometraje muy atmosférico por cuanto que visualmente el paisaje te despierta sensaciones de lo más veraniegas. Tienes el típico caserío de pueblo, la típica excursión turística y la típica verbena: elementos que asocias a una estación en concreto porque es ahí cuando más los disfrutas. Con estos elementos, el verano se convierte en una buena época para que fluya el amor, las experiencias, el aprovechar el momento. Quizá porque también es efímero se vive más intensamente. Luego llegará el invierno y la frialdad de la distancia. Y qué pasará entonces es la gran duda que le corroe a Elio, el reflejo de todos los adolescentes a quienes les preocupa el futuro porque no tienen muy claro qué hacer con él (aparte de seguir a su corazón). Lo atmosférico incluye también el idioma. En esta película estar en Italia significa vivir como se viviría en Italia. Oirás a los personajes hablar no solo en inglés (o español si la ves doblada), sino también en italiano y en francés, es decir, cada oveja con su procedencia. Aunque sea un detalle mínimo, se agradece, porque pocas películas hay que te sumerjan tanto como si fuera algo que podrías encontrarte en cualquier momento de tu vida. En resumen: una buena película muestra de un talento singular en Hammer y Chalamet, donde el segundo sorprende por su madurez. Te traslada al paisaje italiano y a la temporada estival. Es muy relajante y a la vez estimulante. La narración es preciosamente natural, sin giros bruscos o extraños, aunque tampoco mucha sorpresa. Fluye como la vida misma. De lo mejorcito del cine indie actual. Cuando la veáis, os invito a completarla con este docu que analiza el mensaje. Ficha técnica Call me by your name (Call me by your name) 2017, USA, Italia, Francia y Brasil Director: Luca Guadagnino Reparto: Armie Hammer, Timothée Chalamet, Michael Stuhlbarg, Amira Casar y Esther Garrel Puntuación: 9,5/10
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Agosto 2023
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