Post de Naiara Salinas El mundo ha cambiado (y no, no es una referencia al comienzo de El señor de los anillos). Todo forma parte de un proceso evolutivo, aun cuando también existen elementos imperecederos. Como bien señalaba Aslan en Las crónicas de Narnia (y es una cita que, me doy cuenta, suelo repetir bastante, así que perdón si os sabe a déjà vu): «Nada sucede del mismo modo dos veces». Aun así, se requiere de cierta madurez o cierto desarrollo para tomar conciencia de ese cambio y abrazarlo. Parece que tras su primera década entre nosotros, Marvel se ha hecho mayor por fin. En las últimas películas de Los Vengadores pudimos percibir una metamorfosis en su chip, pero es ahora, en su fase 4, cuando por fin se está lanzando a explorar lo inexplorado, a diluir más la línea que separa los géneros, a dar rienda suelta a su lado más afectivo y convertirse en algo más que acción y CGI, y ya voy adelantando que estoy aquí para ser testigo de ese gran viaje. Porque no solo con Shang-Chi se reinició, sino que ahora, con Eternals, ha abierto un nuevo camino en su gigante universo. El sentido de una existencia Eternals abre la boca presentando de una forma más elaborada que Thor: el Mundo Oscuro el origen del universo de la mano de los Celestiales, quienes enviaron a los Eternos, un grupo de individuos superpoderosos del planeta Olimpia (ojo al dato), a varios planetas para dar caza a los Desviantes, unas criaturas primitivas que se alimentan de vida inteligente. Nuestro grupo protagonista de diez fue destinado a la Tierra y allí han permanecido todo este tiempo empatizando cada vez más con la humanidad, alejándose de ella y esperando una llamada de retorno que nunca llegaba hasta finalmente cuestionarse su sino en este mundo. Aunque la introducción es muy tajante (mención anecdótica a esa entradilla escrita a lo Star Wars) y no tarda mucho en saltar del pasado al presente (muy bien ahí), en su primer acto el filme nos conduce por un viaje histórico progresivo a través de flashbacks que pretenden ensalzar el contraste entre lo que fueron los protagonistas y lo que son ahora, o incluso justificar su situación. Eso provoca que toda esa parte se concentre más en presentar (unas veces mejor que otras) a esos personajes y sus motivaciones y tarde en ir al meollo en cuestión. El chivo expiatorio (comúnmente conocido como «incidente incitador») es la reaparición de Desviantes cuando supuestamente habían sido extinguidos milenios atrás, lo que motiva al equipo a reunirse para resolver el misterio y salvar, una vez más, a la humanidad. Si bien cada reencuentro nos proporciona información jugosa, al guion le cuesta encontrar el equilibrio entre la acción disparada (que, para variar, no es la protagonista) y la contemplación, lo que deja una sensación de aparente caos narrativo (aunque no estructural, por suerte). Y con un protagonismo tan coral la atención lamentablemente no es la misma para todo el mundo, ni dejan la misma huella en la historia, lo cual no quiere decir que no se les coja cariño o interés, aunque sea mínimo, porque la mano sensible de su directora lo facilita. Y es que Zhao aprovecha este inicio para plantar semillitas de un dilema moral que luego va a suponer una crisis emocional para los personajes. Eternals es un largometraje que cosecha un planteamiento muy existencialista que tiene mucho que ver con su origen y destino, intentando responder a las preguntas: «Por qué sigo aquí», «Cuál es mi verdadera misión», «Por qué permitimos que pasen tantas atrocidades», «Dónde queda mi libre albedrío» «¿Hasta qué punto ayuda la evolución a esta gente?» y «¿De verdad tenemos tanto poder para cambiar el mundo o estamos actuando en vano?». Por tanto, se podría decir que la película rinde mucho a nivel psicológico/filosófico, aunque su ejecución tenga lagunas. Su mensaje queda muy claro. Es más, el hilo de pensamiento que sigue puede recordar en más de una ocasión a Westworld, dado que algunos conflictos individuales resultan muy similares a lo que se plantea en la serie. Una Marvel no muy Marvel A pesar de que todo parezca muy serio y muy noble en virtud de respetar todo ese código moralista que vende el largometraje, este sigue identificándose como marvelita (sobre todo en los dos últimos actos). Si bien la visión de Chloé causa cojera en algunas partes, también aporta frescura, romanticismo y madurez, con las que consigue llenar un vacío creativo en el UCM, como si la mujer hubiese redactado una lista de cosas que faltaban y quería ver, como buena fan. Gracias a ella nos podemos deleitar con la primera escena de sexo, el primer romance LGTBIQ+, el primer personaje sordomudo, la primera incursión a Bollywood, ¡el primer reconocimiento de la existencia de DC!... Es más, tiene mucho mérito para Marvel no haber caído ante la presión de cubrir la taquilla internacional filmando escenas alternativas para evitar la censura en determinados países. Esta película estaba destinada a convertirse en una defensa de valores y el estudio ha apoyado a Zhao como no lo ha hecho con ningún otro cineasta, lo cual se ve reflejado en la pantalla. Cuando salieron las primeras críticas de Dune, la que más me llamó la atención fue la de la propia Chloé, dado que valoraba la libertad creativa de Denis Villeneuve para hacer magia cinematográfica. Teniendo en cuenta que los rodajes de ambas películas fueron más o menos simultáneos, es muy curioso ver cómo la propia Zhao ha tratado de convertir Eternals en su Dune particular: una película distinta, muy ambiciosa, bella, introspectiva y con un reparto magnánimo. Cierto es que Marvel lleva años fichando a superestrellas para protagonizar sus películas, pero en esta da un paso más con respecto a su fase 1. La diferencia es sutil, pero está ahí: hay un antes y un después entre cuando contrataba a más jóvenes promesas que pocas estrellas y a más estrellas que pocas promesas. Por no hablar de la gran versatilidad. Actores muy versátiles para héroes muy versátiles y representativos. Puede parecer un chiste a priori reunir a una mexicana, una estadounidense, un coreano, un hindú, una china, un afroamericano, un inglés, un irlandés y un escocés, pero es una mezcla que sale tremendamente bien. Parte de esa representación se emplea para explicar la conexión de los Eternos con la Tierra (una idea que surge cuando Sprite —Duende en castellano, pobrecita— se pregunta por qué tiene el cuerpo que tiene) y uno de los mejores aspectos es descubrir qué aporta esta gente a la trama, cómo confirman y desmontan mitos (*guiño, codazo, guiño*). Cada uno de ellos manifiesta un conflicto en torno al ser humano o un rasgo. Además, los Eternos representan a todas las poblaciones y su unión tan familiar simboliza un deseo de paz mundial. No son como otros superhéroes; nos los presentan más antiguos, más longevos, más legendarios y con un peso mayor para nuestra existencia. Por eso también tiene mérito la dirección de Chloé, quien baja del pedestal a esos héroes confrontándolos con su (no) humanidad, dirigiéndolos con gracia. El humor funciona muy bien porque en ningún momento es forzado ni excesivo, sino una expresión de la inocencia, el sarcasmo y la simpatía naturales de sus dueños, que conforman una piña donde, a pesar de algunos roces, hay mucho cariño (tanto que hasta improvisaron). Se nota que a la cineasta le preocupaba mucho la naturalidad y por ello hasta en las localizaciones se desprende de los artificios y nos traslada a paisajes reales donde las puestas de sol son el punto fuerte y súper metafórico (teniendo en cuenta que Sersi protagoniza la mayoría de esos planos. Ahí lo dejo). De esta forma Zhao marca el final y el inicio de una era. Conclusión
Quizá Eternals no sea el largometraje perfecto que esperábamos (es muy expositivo, no es 100% concluyente, no siempre tiene claro lo que quiere, no es muy armónico y parece que pide más tiempo de metraje aunque sientes que has vivido toda una vida con tanto viaje histórico), pero no es el peor de Marvel y no merece tantos dardos, sobre todo teniendo en cuenta lo que supone para el futuro de la Casa de las Ideas. El filme es un ejercicio muy valiente de terapia para la compañía: todo lo que he comentado del existencialismo se puede extrapolar a toda la trayectoria del UCM. Toda su propuesta para mí es un golpe de esperanza a la apertura a nuevas fronteras, a la aventura, y no puedo esperar a ver a esta gente desenvolverse con el resto del UCM y a más momentos románticos, a más reflexiones profundas y más subgéneros, cosa que confieso que me da miedo que se pierda por la reacción de los críticos. Ahora mismo Vengadores 5 suena incluso más explosiva que Endgame solo por lo que hemos catado este año entre cine y series, sumado a lo que está por llegar. Merece la pena darle una oportunidad, aunque no salgas 100% satisfecho. No arranca muy directa, pero tiene puntos de giro muy guays, así como dos escenas post-créditos que dejan en ascuas como las de Shang-Chi. Y son mitos, joder. MI-TOS. Si pensabais que lo iba a pasar por alto estáis muy equivocados (una revisión muy chula). El problema con Eternals es que su mayor virtud es su mayor defecto: es muy osada. Al igual que Ícaro, pretende volar demasiado cerca del Sol, no como Shang-Chi, que fue más humilde y le salió perfecto. Y aunque Ramin Djawadi captura muy bien la epicidad de estos héroes, mi propuesta para la BSO es el tema «To be human» de MARINA. Mi nota final es un 7,5 porque la he disfrutado a pesar de esos defectos y porque quiero más cosas así. El tiempo dirá si sube de puesto o baja.
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Agosto 2023
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