Post de Naiara Salinas Cómo puedo hablar de una película sin otra que es una especie de clon. Cómo puedo sacar la recomendación cinéfila de este mes sin acabar explayándome, aunque sea en otro post. Pues eso. De Jerry a John, de John a Jerry. Dos autores clásicos separados por un charco y unos cuantos años pero con una impronta en la literatura y ahora también en el cine notoria. Vamos a por el padre de Bilbo, Frodo y comunidad (en vez de compañía. Suena más apropiado), a por el fundador de la Tierra Media. A Tolkien le quería dedicar una crítica aparte porque, aparte de ser el estreno más esperado por mi humilde persona durante este mes (sí. Nada de Toy Story 4, MIB International, Godzilla o X-Men. Yo a por Tolkien de cabeza), el punto en el que incide su trama me ha tocado muy de cerca porque, como bien sabéis los que me leéis (y me veis) desde hace tiempo, también soy filóloga. Un aspecto sobre el que he estado reflexionando mucho en el último mes es por qué me atraía esta película. Es decir, no se me puede considerar una fan del escritor porque, momento de confesión allscreener, no he leído nada suyo en mi vida, exceptuando un libro que desde luego poco tiene que ver con sus cuentos y leyendas (ni lo escribió él), pero sí con sus conocimientos filológicos. Así que no podía juzgar la película por lo que sé sobre J.R.R.Tolkien (hace tiempo vi un documental de la 2, pero ya se me había olvidado para cuando llegó este estreno), ni por su obra. No iba a ser capaz de reconocer referencias al Silmarillion y probablemente se me iba a escapar mucho de El señor de los anillos y El hobbit también, por mucho que haya visto las películas un sinnúmero de veces. Así que es muy gratificante poder decir que tampoco me ha hecho falta para comprender y captar de primeras la profundidad de este filme. Yo a Tolkien (que se pronuncia Tolk-IN. Me sentí como si me hicieran un "Hermione" en toda la jeta cuando lo escuché) nunca he podido admirarlo como escritor, pero desde luego sí como hombre de letras y, más en concreto, filólogo. Todo ese mundo inmenso al que dedicó casi toda su vida no sale de la nada, así que a todos esos súper fans más preocupados por la fidelidad del argumento, sobre todo teniendo en cuenta la polémica que enfrentó al director contra la asociación que guarda los derechos de todas las adaptaciones de Tolkien y que JAMÁS autorizó este biopic, les diría (aconsejaría más bien) que no miren la película con esa perspectiva, sino con la de un hombre que se encuentra con la fuente de la inspiración. Me explico: si Rebelde entre el centeno era un biopic un poco más directo, Tolkien es romántico. Se trata del repaso de su juventud y aquellos periodos cruciales para dar forma a todo su universo literario, pero hay muchos otros aspectos (como el catolicismo o el papel que jugó su amistad con C.S.Lewis a la hora de publicar sus novelas) que se olvidan, que no son tan cruciales. Del final solo importa cerrar lo que encontramos en el comienzo. No es que por ejemplo esa religión que comentaba no tenga su aparición, dado que el padrino de John y su hermano Hillary fue un cura, bastante influyente en su pensamiento. Pero la única devoción que veremos del protagonista es hacia las letras. La aventura de imaginar Como literata da gusto revivir esos años de carrera y juventud (que tampoco quedan tan, tan lejos, cuidao), donde los jóvenes forjaban su futuro y, en este caso, mucho más. La primera fase de la vida de Tolkien se repasa con energía, gracia y condolencias por los episodios dramáticos. Se siente la frescura, ya que el reparto captura bien esas ansias de vivir y crear. Luego saltamos a la segunda parte, con un grupo más adulto que descubre los amoríos y que el futuro deseado no es tan fácil de alcanzar como parece. Hay que tener en cuenta que estos momentos se van repasando a través de la memoria de un Tolkien afectado por la famosa fiebre de las trincheras. Cada paso que el joven da le conduce a un nuevo recuerdo. Si bien estos flashbacks son realmente la "chicha" de la trama, determinados momentos se hacen un poco tediosos, sobre todo entre la segundo y la tercera parte. Lo más bonito de contemplar es la evolución del filólogo en sus relaciones con sus amigos y el amor de su vida, Edith, a quien Lily Collins aporta la determinación y la humanidad que la cámara, los ojos de John, transforma en lírica, como si en lugar de una humana viéramos un ser sobrenatural, una hada o una elfa. Con este recurso se juega en prácticamente todo el largometraje, ya que es la gracia, el truco de magia por parte del director, Dome Karukoski. Se trata de extrapolar la experiencia mental del escritor imaginativo en cada secuencia, en convertir esa imaginación en realidad ante sus ojos, por imposible que parezca. De ahí que de las bombas en el frente surja de repente el Balrog, o que los jinetes se conviertan en caballeros o que cuatro amigos pequeños vean sus sombras crecer. Y que hasta los árboles cuenten su propia historia. La fantasía está presente también en los diálogos, todo el guion se construye sobre y entorno a ella y, así, el tono solo puede ser romántico. El respeto por las lenguas No todo es tan soñador, sin embargo. Los aspectos más realistas se reservan especialmente para la crudeza de la guerra y las interacciones de Tolkien con los adultos. Así, se crea una barrera entre la juventud y el mundo de los mayores: los primeros invitan a imaginar y soñar, en tanto que los segundos te dejan con los pies en tierra. Cuando estalla la guerra, Tolkien se aferra sobre todo a esos recuerdos con sus amigos y su chica, a los sueños, para escapar de la realidad, un hecho fruto también del delirio por la fiebre. Pero de todo se aprende, al final, y tanto unas experiencias como otras dejan una soberana lección acerca de la vida, el arte y el lenguaje. Respecto a este último, es la creación en la que decide centrarse la película, aunque incluya algunos bosquejos de historias y cuentos que luego veremos en El señor de los anillos (como los Ent; El cantar de los Nibelungos, que es donde surge la idea de los anillos de poder; la historia de Beren y Luthien, inspirada directamente por la relación de John con Edith, etc.). La investigación para toda esta parte es notoria y se agradece el trabajo, realmente te sientes en una clase de Filología, no solo por lo que se demuestra que saben los personajes, que tampoco es para tanto (no asistiremos a una clase completa de los dialectos élficos, no), sino por el reflejo del peso de ese lenguaje en la formación del futuro escritor, a través de frases tan bellas y tan ciertas que no me resisto a compartir: "Las cosas no son bonitas por cómo suenan, sino por lo que significan". "Las lenguas nunca se roban; se influyen". "Escribo cuentos, leyendas. ¿Para qué nos sirven las lenguas si no? Son el sustento, el alma de una cultura". "Usted se pregunta qué puede hacer la poesía, nuestro arte. No se me ocurre nada más necesario, sobre todo en los tiempos en que vivimos". Pues con esto el mensaje más o menos queda claro, ¿no? A esas añado: "El coraje tiene que ser el más fuerte" "Lucha y vive, y vuelve conmigo". Por tanto...
Tono e imagen se equiparan bastante y en el ritmo hay saltos un poco más llamativos. En general está hecha con mucho amor por el amor del propio Tolkien (si eso tiene sentido) y se nota en la belleza del relato y en las metáforas visuales, los símbolos, y múltiples referencias que gracias a las adaptaciones podemos atrapar sin problema. Es una película que invita a descubrir el mundo interior de su protagonista, a leer sus libros y a profundizar más en su relación con Edith y sus amigos. Tal vez no se repase todo, pero lo que sí aparece interesa, porque a fin de cuentas es algo que siempre buscamos cuando una obra nos ha fascinado tanto: de dónde viene. La magia también se captura a través de las notas musicales de Thomas Newman (siempre lírico). La química entre los actores se palpa y el aplauso estelar va para los que para mí protagonizan el filme, Hoult y Collins, pues su relación lleva casi todo el peso al final. Hablando de Hoult, mucho más apagado que en Rebelde entre el centeno, pero porque así es el personaje (no quiero decir que no se luzca y que sea un soso, sino que es más... normal). No esperéis una historia sobre el origen de la Tierra Media tal cual, es decir, que culmina con la publicación de la obra, el éxito y blah blah blah. No es tan importante el destino como el viaje, en esta ocasión. La verdad es que da un poco de pena perderse eso. De hecho, SPOILER ALERT, nunca veremos al autor acabar su obra, ya que el metraje se corta antes de eso. Pero puede que sí veamos empezarla... Sí que es genial poder conocer al hombre, al humano que siente y padece, detrás de su leyenda.
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Agosto 2023
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