Post de Naiara Salinas No hay muchos directores que conozca que se hayan especializado en drama musical (de hecho, no es un subgénero del que oiga hablar un montón, comparado con los musicales como tal), pero, de quedarme con un nombre, sin lugar a dudas ese sería John Carney (que, por cierto, también es uno de los que más ha pasado por las recomendaciones de este blog). Después de unir a una pareja en Once, mostrar el (re)inicio de la carrera de una cantautora y un productor musical en Begin Again y recorrer distintas décadas musicales a través de una banda de adolescentes en Sing Street, el cineasta y guionista irlandés nos sorprende con una mudanza a Apple TV+ para unir a una madre y su hijo por medio de la creatividad en Flora and Son, que se estrena mañana, viernes 29. La música como el reformatorio más sano La película presenta a una madre soltera, Flora, que apenas sabe compaginar su vida fiestera con la crianza de su hijo adolescente, Max, quien es obligado a buscarse un hobbie para aprovechar su tiempo libre y alejarse de la delincuencia. Si bien al principio la madre no quiere que tenga ninguna relación con la música por culpa de su padre, bajista de un grupo, al final ella misma encuentra para sí un profesor de guitarra acústica a distancia, el estadounidense Jack, quien no solo le ayudará a descubrir su talento, sino que además le abrirá la mente a un mundo emocional más rico. John Carney, que siempre tiene cosas muy positivas que señalar sobre la música y el papel que juega en los vínculos humanos, se abre ante los escépticos con esta familia de clase baja sin a priori ninguna ambición artística que termina demostrándose a sí misma y a los demás de lo que son capaces con poco. Gracias a este descubrimiento sinfónico, madre e hijo no solo experimentan un desarrollo interior, sino interpersonal, llegando a comprenderse mutuamente, a respaldarse e incluso a respetarse, pues, a pesar de sus diferencias y (en ocasiones) pereza, Flora nunca ha dejado de responsabilizarse del chico. Ahora bien, así expresado tampoco parece que diste mucho de las producciones anteriores del hombre, ¿no? ¿Por qué Flora and Son da un paso más, aparte de por centrarse en la familia, que también es un elemento importante en Sing Street y Begin Again? Hasta ahora, la aproximación de Carney a la música, sin dejar la psicología en ningún momento, había sido muy lúdica, experimental, gente pasando un buen rato creando y uniéndose para cumplir un sueño. En este largometraje diría que por fin se muestra el lado más educativo de esa creatividad, de qué forma una afición es capaz de reorientar el camino de la gente e invitarle a profundizar en su ser y conocerse, así como conocer su relación con los demás no aplicando más que la empatía. Esa faceta es explorada a través del personaje del profesor, que al mismo tiempo es un alumno de su circuito, siempre tratando de mejorar. La relación que construye con Flora no solo le abre la mente a ella, sino que le inspira a él, lo que muestra el modelo de enseñanza ideal, donde el aprendizaje es recíproco (puedo garantizarlo, ya que acabo de empezar a formarme para enseñar también). Entre dos países
John Carney nunca falla en presentar caras nuevas al mismo tiempo que cuenta con importantes estrellas. Tras viajar a América del Norte por primera vez en Begin Again, esta vez se queda entre ambas naciones con un elenco de lujo: en la piel de Flora, Eve Hewson, la hija de Bono (el cantante de U2) que seguramente ya había empezado a mostrar cualidades musicales bastante antes de este filme como digno retoño de su padre, y Joseph Gordon-Levitt que, aunque es más conocido como actor, no ha desaprovechado la ocasión de tocar en público cuando se le ha presentado. Aparte de ellos, repite con él tras Sing Street Jack Reynor y se presenta el joven Orén Kinlan. Eve y Orén se llevan todos los aplausos y justifican el foco central de la película sin apenas esfuerzo. Componen un dúo muy divertido y dinámico que evoluciona al compañerismo desde la jerarquía materno filial. Varios aspectos de su dinámica pueden sorprender, empezando por el nivel de apoyo. Por otro lado, Carney es un experto del rodaje natural, sencillo, sin artificios y a veces con la impresión de hasta ser improvisado, pero aquí obra magia para difuminar la distancia entre Jack y Flora, lo que vuelve su relación un ensueño durante estos breves momentos donde están tan unidos por la música y lo que esta les enseña que es como si interactuaran en la misma habitación. Nuevamente el director recurre a los géneros musicales más aptos para desarrollar este guion, incluyendo por primera vez el rap y el hip hop, mientras que la parte sentimental se refleja con el country. Conclusión Esta es una película que voy a recomendar mucho para educación no reglada y tutorías en los centros educativos. Su banda sonora es increíble, como siempre muy creativa y con la mejor producción musical detrás, y la química que desprenden todos los actores dentro de su contraste entre el desparpajo y la serenidad, brinda un relato ligero, sincero, gracioso y que desde la humildad te llega al alma y al corazón. No le puedo dar otra nota que no sea un 10. Lo mejor: el talento del reparto, la música y el nuevo trasfondo temático Lo peor: un diez es un diez, chatos.
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Agosto 2023
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