Post de Naiara Salinas Si mayo se convirtió en un mes muy agitado, junio ha seguido su estela por una y otra controversia. Sin embargo, también es un mes celebración de la identidad y de manifestar el orgullo por el amor, por uno mismo y por los demás, sin importar el género o el sexo. Por eso he querido rendir mi particular homenaje dedicando mi maratón temático mensual a este tema, con tres películas que me han acabado encantando en su faceta única, que aquí presento. Pride (2014) Con una propuesta muy desenfadada, esta comedia de Reino Unido nos coloca en una situación un tanto paradójica en la que, en plena manifestación por el Orgullo en los años 80, un grupo de activistas jóvenes promulgan los derechos de los mineros, enfrentados al Gobierno a raíz de una huelga por sus nefastas condiciones de vida y trabajo. Sin embargo, a pesar de su buena intención, solo una asociación de Gales responde a la solidaridad de este equipo y los invita a su pueblo para conocer a la gente por la que han recaudado fondos. Un pueblo que además peca por cierto conservadurismo en el que no todos verán con buenos ojos la llegada de este colectivo. Sin embargo, pronto se darán cuenta de que vale más la unión entre personas que el odio, sobre todo cuando se fundamenta en prejuicios falsos. Pride es una película sobre LGTBI que modifica el enfoque y convierte el tema en un manto que rodea la verdadera cuestión: un hecho histórico de gran importancia para el reconocimiento del valor de los oprimidos frente a los que oprimen. No es una película que busque victimar aun más a los sufridores, sino que lanza su mensaje reivindicativo a través de lo que más dominan los ingleses: el humor negro y picante, el salseo y la frescura. Junta dos grupos que se perciben como diferentes para reconocerlos como iguales, y ahí reside la magia. El vínculo que se forja entre los homosexuales y los mineros y amigos viene de la lucha contra un enemigo común: la desigualdad y la injusticia. Aparte de aprender a disfrutar de lo mejor de ambos, la convivencia consigue una hermandad muy sincera que también vale para reconciliar a la juventud agitada con la senectud orgullosa y cabezota. La dirección de Matthew Warchus empatiza no solo con ambos colectivos, sino también con la parte del reino británico dominada por los poderosos que imponen su ley y su punto de vista, pues gracias a The Crown sabemos de las tensiones políticas con Gales apenas unos años antes de esta historia. Su mirada acompaña a los personajes con amabilidad y gracia, mostrando a cada uno como ser humano al mismo nivel que los demás. Dicho de otra forma: en esta película no hay buenos y malos, solo incomprendidos. Caben muchísimos perfiles, encarnados por un elenco muy destacado de jóvenes promesas, a los que ya es tradición en producciones británicas que guíen personalidades de más renombre (en este caso tenemos a Bill Nighy, Imelda Staunton, Paddy Considine, Dominic West y Andrew Scott). Por ejemplo, tenemos el perfil del chico que, además de ir descubriendo su sexualidad, aún teme salir del armario por miedo al rechazo de sus padres (George MacKay, uno de los actores que más despuntan en el presente, como señalé aquí); también tenemos el del que necesita hablar y luchar por sus objetivos para darle un sentido a su vida (Ben Schnetzer, otro con un buen historial de largometrajes. Puede que alguno os sorprenda). En resumen: una gran historia sobre reivindicación y hermandad, muy divertida, que acaba dejando más huella que un drama por el mero hecho de abrazar una realidad y naturalizarla sin temor a jugar con los prejuicios y desechando lo políticamente correcto. Sabe reírse de sí misma y de la situación en general sin resultar irrespetuosa, sumando seriedad en los momentos clave. El salero que aportan Nighy, Staunton y West es de lo mejor, la parte más cómica. No sé hasta qué punto está confirmado, pero varios de estos grandes nombres me suenan como abiertamente homosexuales en la vida real, por lo que al final resulta muy auténtica, carismática y, por más que suene repetitivo en mis críticas, humana. Se lleva el 10 más que redondamente. Carol (2015) Pues de la comedia al dramón, porque si no contrasto no sería yo. Esta cinta nominada a los Oscar cuenta la historia de un affaire entre Carol, una mujer divorciada con su dinero y su reputación (la indomable y elegante Cate Blanchett), y Therese, una joven algo más inexperta que está buscando su círculo y su futuro (la Rooney Mara de las ideas claras). El magnetismo de la primera atraerá a la segunda hasta verse envuelta en una relación complicada de altibajos debido al estigma impuesto por la sociedad de los Estados Unidos de los años 50. Parte de mi atracción por este filme se debió a la conciencia de haber disfrutado de muy pocos romances entre lesbianas en la gran pantalla (en comparación con los gays), aparte de mi curiosidad arrastrada desde los Oscar. Casi fue un chiste que esta fuera mi segunda película del maratón, ya que la década de los 50 se menciona en Pride como mucho más retrógrada y esta trama acaba siendo una prueba de ello. Es un tipo de amorío más experimental y sutil, de descubrimiento, donde juega mucho papel la complementación de ambas personalidades, y es que no solo Therese se deja atraer y convencer, sino que Carol también encuentra su mayor apoyo en esa jovencita con iniciativa para solventar problemas. El trabajo de Mara y Blanchett es impecable al mostrar la conexión entre dos polos opuestos en medio de la vorágine de ideologías sociales. También muestra la tragedia de no poder cumplir con lo pactado por la continúa lucha entre la razón y el sentimiento, el deber moral y el ético. El personaje de Carol, fragmentado, refleja esa dualidad continua que se enlaza con la búsqueda de la felicidad, y es que para ella el manifestar su amor por su hija y desvivirse por ella es inconciliable con el que siente hacia Therese. ¿Qué hacer cuando tus dos únicas fuentes de felicidad impiden la otra? Para Therese, en cambio, la historia trata del despertar de su sexualidad y el reconocer que el amor auténtico no siempre tiene un origen claro, pero que vale mucho más que el "comportamiento correcto". En resumen: película muy sentida que aborda el romance de una forma mucho más psicológica y que sumerge a sus dos protagonistas en un viaje físico y espiritual en busca del amor: tanto el maternal que siente Carol por su hija, por quien está dispuesta a llegar al fin del mundo, como la confirmación de su relación con Therese. La relación entre ambas solo es conflictiva por sus diferencias a la hora de encararla: la inseguridad de Carol, quien por fuera se ve muy fuerte y experimentada, choca contra la determinación de Therese de llegar hasta el final sin importar las consecuencias. Como joven, Therese está dispuesta a luchar, mientras que en Carol se percibe un agotamiento profundo por la situación en general, que no le ha aportado más que pesares tras tantos años. Es interesante ver hasta dónde llega el conflicto y cómo lo resuelven, si es que lo hacen. Le doy un 9 porque la interpretación es realmente rica y el desarrollo no fluctúa en más que un par de ocasiones. También es un filme sobre influencias vitales y sobreponer la voz de una misma frente a la de la sociedad, algo que aprenderá sobre todo Therese. Alex Strangelove (2018) Regreso a la comedia, de tipo romántica y adolescente esta vez. Esta aventura netflixiana transmite de forma histriónica y graciosa el despertar de la identidad sexual de un joven que, a lo American Pie, quiere dar el gran paso con su novia y mejor amiga, con quien ha estado casi toda su etapa de instituto. El problema llega cuando en una fiesta conoce a Elliot, un chico abiertamente gay con el que conecta enseguida y por el que empiezan a surgir sentimientos que lo llevan a un quebradero de cabeza. El guion juega con la ironía varias veces, empezando por el nombre del protagonista, que, como Alejandro Magno, es un conquistador... a través de la fauna. Su apellido es Truelove; sin embargo, este Newt Scamander que tan bien reconoce las relaciones entre los animales no es capaz de concederse a sí mismo un poco de verdad y justicia, y sufre severos altibajos a lo largo de la historia mientras lucha contra sus verdaderos sentimientos por no querer herir a una persona que le importa muchísimo y por la que se jugaría todo. Es un modelo de dualidad menos serio que el de Carol pero igual de importante, ya que representa el miedo y la inseguridad de muchos adolescentes que, a pesar de vivir con una mentalidad más abierta que la de sus padres, no tienen muy claro qué esperar de la situación si deciden abrazar su identidad. En otras palabras: nunca sabes cómo es realmente hasta que te sucede. Y es que la adolescencia puede llegar a ser una etapa muy confusa: ¿cómo saber que estás tomando las decisiones correctas? ¿Cómo estar tan seguro de que fantasear con hombres te convierte en gay? ¿Y si solo es una fase? Preguntas que todos en algún momento podemos plantearnos incluso como adultos. El montaje se anima gracias a la intercalación de imágenes documentales sobre animales, ya que parte de la gracia está en comparar cada comportamiento o relación con una especie diferente. Es el lenguaje particular de Alex y su forma de entender lo que sucede a su alrededor, por lo que sus propias comparaciones se acaban convirtiendo en metáforas de su porvenir, ya que él no sabe muy bien cómo definirse pero sí que le gustaría ser un pingüino, que cuando se enamora lo hace para siempre. A su alrededor, los amigos que le acompañan también obtienen su propio mérito, ya que, además de ayudarle a reconocer sus sentimientos, representan otro tipo de dramas juveniles. Es interesante sobre todo cómo se proyecta el perfil de Claire, la novia en discordia, ya que no es fácil asumir que el chico al que quieres no será capaz de corresponderte de la misma forma por más que lo intente. Elliot es el reflejo peculiar del adolescente maduro que cree que el primer paso para alcanzar la felicidad es estar a gusto con lo que uno es y no tener miedo de exponérselo al mundo. Es un personaje importante para que Alex se atreva a dar el paso. Otra relación secundaria que también deja momentos es la de Dell y Hillary. En resumen: si os gustó Con amor, Simon y/o habéis estado siguiendo la serie descendiente Love, Victor, estoy muy segura de que esta película también la disfrutaréis, ya que comparten muchos elementos y al mismo tiempo es más alocada. Se pasa muy buen rato, ya que el protagonista no hace las cosas de forma normal y se desfasa. Su resolución es buena, aunque predecible. Es un canto al amor y la identidad sexual; el epílogo es todo un apoyo moral para los jóvenes, por lo que si hay alguno en esta situación puede ayudarle a salir del armario. Tiene un 8. Nota: si queréis darle más garbo a este maratón, os recomiendo que añadáis Stonewall a la lista, así como La chica danesa, Call me by your name, Freeheld, Milk... ¿Habéis visto alguna de todas estas películas? ¿Cuáles más añadís?
Otros maratones temáticos: -Romántico juvenil -Literario -Shakespeariano
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Agosto 2023
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