Post de Naiara Salinas Cínicos, valerosos, ambiguos, oscuros, heroicos... Los personajes, como las personas, tienen muchas capas por muchos arquetipos a los que respondan y, por eso, es preciso recuperar esta tradición desde 2021. 2024 ha estado marcado por luchadores. Y diréis: ¿y cuándo no? Vale, pero ¿qué hay de esos luchadores que se yerguen como ángeles vengadores? Luchadores porque han tocado fondo y han resurgido para un ultimátum. O, por el contrario, aquellos cuya mayor lucha fue la entrega de su vida. Sea como fuere, con sus cientos de capas, los que ocupan esta lista me han conquistado como ningún otro. A ellos les debo sumergirme en su historia. Pero antes, he aquí las catorce menciones honoríficas desordenadas:
Top 10 10. Hera (La guerra de los Rohirrim) «No busquéis canciones sobre ella. No hay ninguna». Menuda carta de presentación. Aunque a priori puede parecer que este mensaje desvincula al personaje del canon del Profesor, lo cierto es que sí se la menciona en los apéndices como uno de los desencadenantes de la famosa guerra en el mejor reino humano de la Tierra Media (fight me). Hera es una apología a las voces femeninas olvidadas de la historia, aquellas sin las que muchos avances o incluso acontecimientos no hubieran tenido lugar, heroicas como el mayor de los ejércitos. Con semejante sangre, se entiende mejor el carácter de Eowyn (mi chica tolkienana favorita) en la trilogía madre. Por cierto, la muchacha SÍ tiene una canción. La mejor, de hecho (*guiño*). 9. Eric (Un lugar tranquilo. Día 1) Sensible, misterioso, empático, altruista, atento, amable... Un trozo de pan. Puro amor. Quedé enamorada al momento. Me pareció una delicia de persona y ojalá hubiera más como él. No es un perfil que suela sobrevivir a un apocalipsis, la verdad sea dicha. Es un ciudadano bastante corriente, de los que en un día normal ni te fijarías, acostumbrado a seguir al pueblo en la urbe, sin tener muy claro su rumbo, un solitario sin muchos amigos alejado de su familia, introvertido, algo miedoso... Pero con el mayor corazón que se pueda tener. En serio, él levanta la película. 8. Lee Smith (Civil War) Bueno, ya sabéis que siento debilidad por los personajes que llevan una carga en sus hombros y la de Lee es bastante grande. Acostumbrada a fotografiar parajes inhumanos y desoladores, con ella nos adentramos en el conflicto de la profesionalidad versus la moralidad, la importancia de dejar a un lado los sentimientos para poder hacer un trabajo que es de extremo riesgo e importancia (para el bien común) y la imposibilidad de hacerlo porque, al final, todos somos humanos. Me pareció un personaje muy rico, creo que tiene toda la razón del mundo y su consciencia en toda la situación, sin dejarse seducir por el fuego o los tiroteos, me representan. Encara el foco del largometraje (nunca mejor dicho). 7. Furiosa (Furiosa) Tiene uno de los viajes más emocionantes y rudos que he visto en la historia del cine de acción, y una de las personalidades más arrolladoras. La trama en Fury Road no es lo mismo sin ella (es más, ni tiene sentido), y bucear en su pasado es un banquete estimulante para los cinco sentidos. Tiene una determinación y un temple que envidio, además de esa astucia para la supervivencia desde tan joven. Guau. 6. Fink (Robot salvaje) ¿Quién dijo que los zorros no podían tener corazón? Animal desprestigiado allí donde va, oportunista y ladino, un disfrutón de la vida, un descarrilado. Por supuesto que solo una desconocida e ignorante como una robot perdida (lo siento) podría tolerar su presencia. Pero ver cómo este pelirrojo va cambiando de parecer y de sentimientos poco a poco hasta mostrar su compasión y ofrecer su inteligencia al bien del bosque es un proceso precioso. Es lo que tiene hacer amigos y darte cuenta de la familia que tienes. Además, saber que en la versión original lo dobla Pedro Pascal le hace ganar muchos puntos. Y tiene algo de alivio cómico. 5. Ansiedad (Inside Out 2) Es insoportable como emoción, pero en esta película es imposible no rendirse ante ella y su ordenador, su gran capacidad de previsión, su supervelocidad, su adicción al café, sus colores cálidos navegando entre la felicidad exacerbada y la irritación, al borde de un ataque de nervios para toda la eternidad. Es amable, va de buenica, y luego te golpea de improviso y toma las riendas como una dictadora. De verdad, está tan bien creada que da miedo. 4. Anora (Anora) Estaba entre dos mujeres para este puesto, pero es que es pensar en Anora y se me dibuja una sonrisa recordando lo bien que me lo hizo pasar en la sala. Me encanta porque vive en un cuento de princesas como la lechera, pero, viniendo de un mundo muy humilde, también es de armas tomar y muy decidida, que reconoce las oportunidades y las aprovecha. No queda espacio para la falsa modestia porque si sabe lo que quiere y lo que merece, que tiene talento, irá a por todas. Afronta la situación con mucha dignidad y se gana el derecho a la última palabra porque a orgullosa tampoco le ganan. Con ella la fiesta está asegurada. Ah, y menuda romántica. En fin, soñadora, pero no tonta. 3. Elphaba (Wicked) Hay una escena en la película que explica muy bien el puesto de esta nueva versión de la Malvada Bruja del Oeste, y no creo que necesite justificarlo mucho más, pero, si me permitís, me cuesta pensar en ella como villana desde que salí del cine tras un "Defying Gravity" de quitar hipo. La interpretación ayudó mucho, por supuesto, pero hay ciertos aspectos en ella en los que me vi representada. Había un meme rulando por ahí que afirmaba que sabes que te haces mayor cuando te identificas con el villano. Pues bien, sí, porque, nunca me canso de decirlo, no hay blancos y negros, y, a pesar del color que llena la indumentaria de esta muchacha, su personalidad e historia está tan llena de grises, que ya no volveré a mirar El mago de Oz con los mismos ojos. Ella es la imagen de la oveja negra incomprendida, por ser distinta, villanizada como chivo expiatorio de los mandamases tras pretender destapar un fraude. Vamos, esto pasa en la vida real más de lo que queremos admitir, así que sí, soy team verde. Buffff sé que voy a llorar en la segunda parte. 2. Bella Baxter (Pobres criaturas) Frankenstein es una de mis historias favoritas; el mito de Galatea, lo mismo. Bella es el híbrido perfecto entre ambos. De ella admiro sobre todo su sentido de la libertad, que en esa Londres victoriana encorsetada significa mucho. Una mujer que tras recibir una segunda vida sabe que lo básico es disfrutarla y no se detiene ante nada. Mordaz, curiosa, lasciva, inocente pero muy inteligente. Tiene cada respuesta, cada diálogo... Puro oro. Oscar, por cierto, merecidísimo. 1. Edmundo Dantès (El conde de Montecristo) Este año (2024, quiero decir) ha sido mi año de redescubrir esta fascinante historia de claroscuros sobre la venganza, bajo el prisma de los treinta. Aparte de adentrarme por primera vez en la novela, esta mirada francesa me ha conectado mucho más con el protagonista y su gran drama, y ya se ha convertido en uno de mis más admirados y queridos. Me ha pillado en una época en la que mis gustos se centran en los antihéroes, aquellos de dudosa moralidad, ángeles vengadores que claman justicia por todo lo que les arrebataron, impíos consumidos por la ira que lleva al lado oscuro. Todo eso dio comienzo hace siglos con personajes como Dantès y creo que es la mejor adaptación de él que se ha hecho nunca. Así que sí, primer puesto de goleada. El salto que da entre su juventud y su adultez, los años que pasa en prisión culturizándose y escarbando, cómo su corazón se rompe varias veces en el camino... Hay que tener horchata en las venas para no empatizar con él y perdonarle sus errores.
0 Comentarios
Post de Rosana Rábago¡Hola, allscreeners! Regreso por estos lares para daros mi opinión de Gladiator II, la secuela de Ridley Scott que protagonizada, en esta ocasión, por Paul Mescal, nos vuelve a adentrar en la antigua Roma de los gladiadores que ocupaban el Coliseo y que se dedicaban a entretener a la plebe mientras intentaban mantenerse con vida. Esta será una crítica sin spoilers ya que, con el tiempo y cuando Naia la haya visto, seguramente hagamos algún vídeo más en profundidad comentando la cinta. Recordad que la película se estrena este viernes, 15 de noviembre en los cines de todo el mundo, así que os dejaremos al menos una semanita larga antes de regresar con otra review más detallada. En primer lugar, he de decir que me encanta poder desmentir aquella frase de "segundas partes nunca fueron buenas" ya que, si bien, Gladiator II no llega al nivel de la original (al menos en mi opinión), sí es una buena película que bien podría ser merecedora de algún premio Óscar (especialmente a Paul Mescal y Pedro Pascal por sus interpretaciones de Lucio y Marco Acacio aunque no descarto un Mejor película al igual que su predecesora) y nos devuelve a un espíritu que ya logró la primera entrega, estrenada hace 24 años. Y ese homenaje a la original se nota en prácticamente cada fotograma. Hay escenas que son calcadas a la primera película y es algo que su director, Ridley Scott, tuvo muy presente a la hora de dirigir la nueva cinta. "La popularidad de Gladiator no dejó de crecer. El público no se ha olvidado de la película. Sabía que debíamos plantearnos una secuela, pero tardamos años en decidir cómo iba a ser la historia", aseguró recientemente el director en declaraciones que el departamento de comunicación de Paramount Pictures nos hicieron llegar. Y esos años se agradecen. La historia es digna de su predecesora aunque con un toque un poco más político y social y no tan bélico, lo que le permite también tener una seña de identidad propia. Aquí vemos a Lucio como un príncipe exiliado, al que echaron de su hogar y que desde entonces evita como la peste Roma pero ya lo dice el refrán: "Todos los caminos llevan a Roma" y aquí seremos testigos de su regreso a la ciudad que lo vio nacer. Paul Mescal impresiona con su interpretación como Lucio y es que impregna una rabia similar a la de Máximo en la película original. Un sentimiento que el espectador es capaz de comprender y apoyar ya que la vida de este protagonista no ha sido nada fácil. El general Acacio, interpretado por Pedro Pascal, está en una situación similar a la de Lucio. Su vida es mucho más sencilla pero está obligado, al igual que Máximo, a librar las batallas militares de Roma y sacrificar a su familia por el camino. Él, además, ha adoptado el papel de Máximo no sólo como protector de Lucila sino también del sueño de Marco Aurelio: una Roma gobernada por los senadores. Es aquí donde vemos que la política tendrá un papel más relevante que en la primera película. Aquí vemos auténticas luchas de poder y como se van fraguando las traiciones entre unos y otros en un intento de ser quienes manden en Roma. En ese sentido, me recordó mucho a cómo la Historia nos ha trasmitido siempre la traición a Julio Césár con cuchicheos entre palacios y reuniones secretas. Y brilla aquí también el papel de Lucila que, interpretada de nuevo por Connie Nielsen, retoma su misión de conseguir que Roma la gobiernen los senadores y no dos emperadores venidos a más como Geta y Caracalla (a quienes dan vida Joseph Quinn y Fred Hechinger, respectivamente). Mención especial también la de Denzel Washington como Macrinus, que nos demuestra que la inteligencia es igual de útil que la fuerza bruta para escalar posiciones. Pasemos ahora a la parte técnica y es que las batallas son dignas de mención. Las hay de todo tipo: cuerpo a cuerpo, militares, recreativas y cada una es más espectacular que la anterior. Quizás por poner una pequeña pega, se abusa un poco de los efectos especiales en una de ellas (aunque no desvelaré en cuál) pero todas ellas son auténticos homenajes a las que ya vimos en Gladiator hace veinte años y que lograron parte de la fama que alcanzó esta película. Las coreografías están perfectamente sincronizadas y se nota especialmente el esfuerzo y el cariño que puso Ridley Scott en estas escenas, algo que agradecí profundamente y que se nota especialmente al volver a ver la primera entrega. El otro punto que también enamoró a muchos espectadores en Gladiator fue su banda sonora y aunque, aquí es cierto que nos falta Hans Zimmer, su sustituto Harry Gregson William, hace una gran labor y deja el listón en una muy buena posición. Es una música que no decepcionará y que acompaña de forma perfecta en determinados momentos del largometraje. En definitiva, Gladiator II es una muy buena película que no decepcionará a los amantes de la original pero que también puede atraer a una nueva generación que verán en Lucio la misma "fuerza y honor" que inspiraba Máximo en la primera película. Y si esa era la intención de Ridley Scott con esta película entonces, misión cumplida. Lo mejor: las actuaciones de Paul Mescal y Pedro Pascal como Lucio y el general Acacio. Así como la brillante interpretación de Denzel Washington como Macrinus. Lo peor: el abuso de los efectos especiales en uno de los combates de gladiadores. Una licencia que permitimos a Ridley Scott y que pasa prácticamente desapercibida en medio de una escenografía muy cuidada. Nota: 9,5/10 Post de Rosana Rábago¡Hola de nuevo, allscreeners! Vengo a levantar un poco el polvo en All Cinema y regreso para hablaros de Venom: el último baile, la nueva película de Sony Pictures y Marvel Studios protagonizada por Tom Hardy que viene para poner fin a la trilogía de uno de los enemigos más conocidos de Spider-Man. Así que, a partir de ahora, activo la alerta de POSIBLES SPOILERS, no vaya a fastidiar a nadie la experiencia cinematográfica. Voy a empezar por confesaros algo y es que estas películas no me llamaban la atención pero cuando te invitan al pase de prensa, después de celebrarlo, te da por empezar a investigar y sí es cierto que había visto las otras dos películas cuando tocaba pero la verdad es que las tenía muy olvidadas. Y tengo que decir que acudir al pase con ese mini lapsus de memoria fue un gran acierto. Iba con pocas expectativas pero lo que vi me sorprendió positivamente. La película empieza presentándonos a un nuevo villano, alguien que promete que estará presente en las películas que quedan del universo Sony con Marvel y que dará muchísimo que hablar: Knull. Él, pronto descubrimos, vendría a ser el padre de Venom y todos los simbiontes pero ellos mismos le encerraron para evitar que destruyera todo lo habido y por haber y claro, saber que puede lograr liberarse no es plato de buen gusto para nadie. Y, ¿por qué podría salir de su prisión? Por el mismo Venom, y por algo que pasó en otra de las entregas anteriores, pero que no mencionaré para no spoilear en demasía. Mientras, ¿qué hace nuestro dúo favorito? Al parecer, regresar de los acontecimientos de Spider-Man: Lejos de casa, demostrándonos una vez más que un crossover o la aparición de Tom Hardy en futuras películas del superhéroe es más que probable. Tras esto empiezan un viaje por carretera que nos dejará momentos de lo más cómicos, aunque aportan poco desarrollo a la trama aunque sí sirve para conocer un poco más de la dinámica entre el simbionte y Eddie que han pasado de ser enemigos a mejores amigos a lo largo de esta trilogía aunque no dejan de tener esas riñas que sacan una sonrisa al espectador. El viaje en carretera nos trae a la familia Moon, unas personas amantes de los alienígenas que son el alivio cómico de esta entrega y cuyo papel, al final, será de lo más relevante. Especialmente del pequeño Leaf (traducido como Hoja en castellano) que se ganará el corazón tanto de Eddie como de Venom. Ellos llevarán a nuestros protagonistas a Las Vegas donde Venom protagonizará una escena de lo más divertida con la señora Chen que regresa a la trilogía por última vez para regalarnos esta escena que será la última divertida de la saga. A partir de ahí, la acción toma el relevo y vemos unas peleas al más puro estilo Sony Pictures y Marvel Studios donde el bien y el mal terminan por combatir en un intento de salvar el planeta. Aqui tiene especial protagonismo el equipo de científicos y es que dedicarse a la ciencia no implica no saber pelear y sino, nada como unirse a un simbionte. Estas mujeres científicas (porque sí, el equipo está formado casi por completo por mujeres) será vital para salvar al planeta y para que Venom pueda cumplir su cometido. En definitiva, una película que es de lo más entretenida, aunque no pasará a ser una de las mejores del año ni más taquillera (y aquí no hablo yo, hablan las cifras, pero que, en mi humilde opinión, es la mejor de la saga. Venom: el último baile no pasará a la historia por ser una gran película, pero desde luego, sí permitirá a los fans pasar un buen rato y olvidarse de sus problemas. Y, al final, ese es uno de los objetivos del cine. Lo mejor: ver la evolución en la relación de Eddie y Venom que pasan de ser enemigos en la primera película a compartir una verdadera amistad en la tercera. Lo peor: el poco desarrollo en la trama. Realmente es una película que no presenta nada nuevo y que tampoco innova con las batallas. Knull podía haber tenido una mejor presentación y eso nos ha decepcionado un poco. Nota: 7/10 Post de Rosana Rábago y Naiara Salinas
El 2023 será recordado en el terreno cinematográfico por el éxito sin precedentes de Barbie y Oppenheimer. Un fenómeno que se vio impulsado cuando, debido a la huelga, la otra gran película esperada del año se pospuso hasta el viernes 1 de marzo: Dune: parte 2.
La continuación del éxito de 2021 ya está a punto de llegar a la gran pantalla y llega con un objetivo: el de desmentir una frase muy habitual en las sagas cinematográficas: "Las segundas partes nunca fueron buenas". Y con Dune: parte 2 el tópico se desmiente. La película protagonizada por Timothée Chalamet y Zendaya resulta mucho más entretenida que su primera parte debido a que ya no hay tanta presentación de Arrakis y a que, y esto quizás es un error aunque ayuda a que avance la trama, no se ve tanto componente político. La moralidad de Paul Atreides, a prueba en Dune: parte 2
Los que ven un desarrollo sin precedentes son los personajes principales. Si la primera película de Denis Villeneuve nos presentaba a un Paul Atreides inexperto y tratando de comprender la situación que está viviendo, un adolescente inteligente pero inocente, en Dune: parte 2 el personaje al que da vida Timothée Chalamet ha madurado, aunque sigue negando la realidad de quién es. Una lucha que vemos de primera mano durante toda esta película y que es, realmente, lo que motiva toda la trama. Su transformación atiende dos vertientes: por un lado, la impuesta por las figuras líderes sobre las que él vierte su apoyo mientras aprende; por otra, la consecuente una vez descubierta la traición gubernamental. Paul inicia su camino de la venganza y, haciendo referencia a la heredera popular de esta saga literaria (cuyo nombre empieza por “s”), ya sabemos qué conlleva para el personaje de turno.
Cuenta la leyenda que Frank Herbert nunca se sintió satisfecho por la acogida de su protagonista entre los lectores, quienes veían en él una víctima de los horrores Harkonnen, un caudillo liderando al pueblo oprimido… En definitiva, un héroe. Con la pretensión de abrirles los ojos, por tanto, escribió la secuela y, no sin cierta provocación, la tituló El mesías de Dune. Porque la historia, en el fondo, nunca fue solo un “juego de tronos”, sino una lección sobre las consecuencias de una fe descontrolada en una persona, el intento de controlar las acciones y de creer de forma desmedida en el destino; cuando algo pasa de una creencia pura a un fanatismo que no se diferencia del que origina muchos regímenes totalitarios, ya que la luz, al igual que la oscuridad, también puede cegar. Por suerte, Villeneuve entendió el mensaje y el propósito, y él, experto en recrearse en caídas, en atmósferas lúgubres y épicas, más en el cuestionamiento de la moral, lanza sobre su Paul toda la dualidad que requiere el sacrificio por el bien común y el ansia de justicia para la familia. A nivel narrativo se puede poner en cuestionamiento la actitud del personaje, pero quizá lo que más cojea en una escena muy concreta (que muestra por primera vez el culmen de este cambio) es la interpretación de Chalamet, muy en la línea de El rey, como ese joven rebelde empujado a la villanía y abrazándola con cierta exageración forzada. El componente político-religioso, la escisión entre los fremen
Los fremen fueron introducidos en la parte uno y en la dos ocupan casi todo el foco de la contienda. El guion no solo nos permite conocer más a fondo las tradiciones de este peculiar pueblo, sino también a secundarios de lujo. Chani, interpretada por Zendaya, también evoluciona y, en este caso, demuestra ser una mujer fuerte, con ideas propias y, lo más importante en Arrakis, independiente. No necesita a nadie y, a pesar de estar orgullosa de su cultura y de su gente, no dudará en señalar aquellas cosas que, a su parecer, podría mejorar su comunidad. Y una de ellas es precisamente la famosa profecía que involucra a Paul, en la que ella no acaba de creer.
La parte contraria a esta falta de creencia la encontramos en los personajes de Jessica Atreides y Stilgar, interpretados respectivamente por Rebecca Ferguson y el español Javier Bardem. En ellos encontramos el salto principal de la trama política a la religiosa, que a su vez se impone entre los antagonistas. Mientras unos alimentan el por y devenir de Muad’Dhib, los otros se encaminan a detener a quien es capaz de atraer a las masas y lograr que luchen en su bando.
En cuanto a las nuevas incorporaciones, nos deshacemos en elogios, tanto con un Austin Butler desatado en su sadismo como con una Florence Pugh elegante y estratega. Él es todo lo que pedíamos de este personaje complejo cuyo rol antagonista en cierta medida también es una imposición (aunque lo viva como regalo y gran oportunidad) y sus escenas logran dejar huella por lo bien que traza su perfil. Francamente es todo lo que Gurney Halleck prometió a su discípulo: un bestia, no un hombre. Pero un bestia con cierta sensibilidad bélica que no escapa a nadie y por la que se hace respetar entre los fans. La princesa Irulan, en comparación, no es tan emocionante, pero igualmente deja su interés entre el público, pues cuenta con el magnetismo de la propia actriz y su buena fe. En general, el reparto entero se luce, respaldados por una labor de dirección y guionismo excelentes, además de su talento para interpretar, por supuesto.
"La mejor película de ciencia ficción"
Todo esto queda brillantemente envuelto en una película que podría ser el mejor proyecto de Denis Villeneuve. El director, consciente de la importancia del libro, destina gran parte de su presupuesto a una ambientación y escenografías que hacen que el planeta de Arrakis, al igual que sucedió en la primera película, brille con luz propia.
Lo mismo sucede con la música. De esta forma, el cineasta vuelve a contar con Hans Zimmer que, de nuevo, es capaz de dar su toque y lograr que sus melodías acompañen perfectamente a las múltiples líneas argumentales, llegando a ser capaz de que combinen con un idioma completamente inventado para la película pero que tampoco sorprende debido a las decisiones artísticas de Villeneuve y donde, quizás, la única pega realmente importante reside en la duración, que llega a las cerca de tres horas.
Un tiempo que, visto en retrospectiva, puede ser el necesario para que la película cuente la historia correctamente pero que, para aquellos espectadores que sigan sin entrar en la historia, puede ser excesiva.
Decisiones que colaboran a que se cree una película de ciencia ficción con un tono serio, alejada de los blockbusters más recientes, y que demuestra, al igual que aseguran muchos críticos que Dune: parte 2 es la "mejor película de ciencia ficción" de la historia, al nivel de otras grandes sagas como El señor de los anillos: las dos torres o, incluso, La guerra de las galaxias: el Imperio contraataca.
Entre tantas palabras elogiosas destacan las de Brian Herbert, hijo del autor de la saga original. "Es gratificante ver la historia de mi padre contada con tanto cuidado", escribió el también reconocido escritor: "Cuando la nueva película se combina con Dune: parte 1 es, con diferencia, la mejor interpretación cinematográfica que se haya hecho jamás de DUNE, la novela clásica de Frank Herbert".
Nota de Rose: 9,5/10
Nota de Naia: 10/10 Nota media: 9,75/10 Lo mejor: la ambientación, la música y la trama, con muchísima más acción que en la primera parte que, al final, resulta necesaria para entender las bases de Arrakis. Dune: parte 2 es la máxima expresión artística de la franquicia por el momento, con un gran hilo conductor en este apartado con respecto a la entrega anterior, que causa que la experiencia espectadora alcance cuotas de fanatismo audiovisual equivalentes al de los fremen con Muad´Dhib (lo que en términos coloquiales hemos definido como un “orgasmo ocular y auditivo”). Lo peor (para Rose): el camino del villano a la imagen de Chalamet no se siente todo lo orgánico que debería. Naia opina que no es un camino del villano, sino del antihéroe, y que por eso es tan gris e imperfecto. Paul no es mal chico, solo el producto de un fanatismo exacerbado y un resentimiento puro. Post de Naiara Salinas Continuando con la tradición, tras las series, vamos con las pelis. Y esto sí que ha sido un ejercicio de conciencia importante, pero qué año no lo es. Estos son los personajes con los que me quedo este año. Menciones honoríficas Empecemos por trece nombres desordenados que no por no haber entrado en la clasificación oficial se quedan fuera del reconocimiento.
Top 10 10. Nora (Vidas pasadas) Cuando piensas que es la valiente de la pareja, llega una escena en la que se muestra tan vulnerable que te hace replantearte que quizá fue ella la que nunca se atrevió a dar el paso. Como sea, es un personaje muy estimulante para quien disfruta observar, analizar y escribir. Por fuera aparenta seguridad y determinación, pero sigo pensando que le gusta jugar sobre seguro, que en el fondo no es tan lanzada. Si lo fuera, a lo mejor hubiese tenido otro final. 9. Barbie (Barbie) Confieso que al principio no iba a añadirla, pero me parecería muy feo no concederle a esta rubia el protagonismo que ha tenido a lo largo de todo el año. Como interpretación, no me parece la mejor de Margot Robbie (Nelly arriba le da mil vueltas, insisto), pero como personaje tiene un proceso de transformación muy bonito. Es simpática y gentil, y va ganando en empatía y capas a medida que transcurre su viaje. Pasa de ser un estereotipo plano a humana con toda la complejidad que eso conlleva, y abraza ese cambio porque sabe que, aunque la fantasía sea muy divertida, no hay nada como la realidad. 8. Wade/Nilo (Elemental) Otro chico que para mí es lo que hoy en día se reconocería como PAS (persona altamente sensible). Y él adelante con ello, porque sabe que su sensibilidad es su mayor fuerte, no se avergüenza para nada de estallar en llanto cada dos por tres, comparte con la rubia de antes la empatía y es muy buen amigo, muy buen compañero y muy buen partido. ¡Lo tiene todo! El mundo necesita más personas como Nilo y yo necesito aprender más a aceptarme como se acepta él. 7. Charlie (La ballena) Hablando de sentimientos... Lo de Charlie es muy heavy. No suelo incluir personajes así en estos tops, pero, diantre, este creo que merece atención. A riesgo de ser contradicha en este mismo post, me atrevería a afirmar que no hay persona más altruista, ni más entregada, ni más pura que Charlie. La ballena es una experiencia que te deja mal cuerpo no por meterte de lleno en la cabeza de este hombre, porque esto no va de mentes, sino en su corazón, su alma. Es un protagonista injustamente maltratado por su entorno y por sí mismo, que solo tiene buenas palabras o buenos actos para todos. Ve en ellos todo lo que no puede ver en sí mismo, a pesar de que lo tiene, y por eso su experiencia te conmueve y te hunde. De él me quedo con el consejo que transmitió a sus alumnos: "Pensad en la autenticidad de vuestros argumentos, de vuestras palabras". Nunca te olvidaré, Charlie, gracias por aplastarme eso que tengo en el pecho. Merecido Oscar para Fraser, por cierto. PD: ojo, si no fuera Charlie, su hija es la que estaría en esta lista, que también se las trae. 6. Rocket (Guardianes de la Galaxia, vol. 3) "Mi querido mapache: esta fue tu historia desde el principio, solo que no lo sabías". En una sola frase, una nutria cyborg nos voló la cabeza y cambió todo el sentido de una trilogía. Echando la vista atrás, el viaje cobra otro cariz, cada escena de este personaje se ve con otros ojos, se comprende en una nueva dimensión y no puedo sino agradecer a James Gunn el habérsela concedido, porque Rocket se roba toda la última entrega incluso estando en coma la mayor parte. Conocer al fin su origen me dejó boquiabierta. No era mi favorito, pero ahora lo es. En fin, una imagen vale más que mil palabras (agarrad los pañuelos): 5. Antonio Benaiges (El maestro que prometió el mar) Este año inicié mi formación para la docencia (oh, the irony) y todos los grandes maestros reales y ficticios me vinieron a la mente, pero desconocía la existencia de este hasta que llegó este filme. Este hombre es todo lo que quiero ser, lo que quiero inspirar y lo que quiero hacer. Hombre y escritor libre a favor de la libertad de expresión, paciente, educado, comprensivo, original, práctico, flexible... Un modelo de educación y de para qué es esta: para ser personas completas y abiertas. 4. Willy Wonka (Wonka) Hablando de hombres que inspiran... de este es su optimismo, y su carácter de genio loco o de loco genio. Un poco excéntrico, a veces excesivamente soñador... Willy nos demuestra por qué es importante no solo luchar por nuestros sueños, sino también tenerlos. Querer hacer felices a los demás compartiendo su obra, usar sus dones para construir en lugar de destruir... La honradez, la juerga, el chocolate... Sin duda, me lo pasaría bien con esta versión joven. 3. Robert Oppenheimer (Oppenheimer) Sin él no hay guion (ni posiblemente más cosas, pero en este caso solo nos importa el guion). Comparte mucho con Nora en el sentido de que ambos tienen momentos de seguridad tantos como de bajona. De Oppie lo que sí sabemos es que es fiel a sus principios, sus ideales y sus matemáticas, así como a sus compañeros del Proyecto Manhattan. Como científico jefe de la operación está llamado a instruir y coordinar, pero la dualidad que se presenta cuando se da cuenta de que está creando un arma de destrucción masiva... Ahí es cuando cobra especial interés. Jamás se enorgulleció de lo que hizo, si acaso prefirió responder por ello. Comentaba lo del guion porque todo el concepto de esta trama gira en torno a la figura histórica de un modo introspectivo: qué pensaba Oppenheimer frente a cómo le concibieron los demás tras sus actos. Por eso el desarrollo del protagonista es la base; si no, la historia se cae. Y este desarrollo es redondo y merecedor de un premio (como mínimo). 2. Coriolanus Snow (Balada de pájaros cantores y serpientes) Existen historias de antihéroes e historias de villanos. Y en este siglo los villanos jamás nacen: se hacen. Así que cuando empieza este filme y ves a un estudiante educado y simpático que pasa hambre, que tiene dificultades para encontrar ropa presentable, que está al borde del desahucio y de quedarse sin una beca a pesar de sus buenas notas, convertirse en lo que es años más tarde... el cómo y el por qué causan que te sumerjas en su descenso a los infiernos. Lograr esta construcción sin que el personaje pierda coherencia es muy difícil. Tiene que haber algo desde el principio que lo justifique, que no es lo mismo que justificar sus acciones. Me refiero más bien a explicar; un pozo de ambición, egoísmo, rencor y miedo combinado para que la serpiente empiece a reptar e insinuarse. En todo eso primero sacó el sobresaliente la escritora y ahora, el director y los guionistas, aparte de por conseguir colarnos emociones que no esperábamos respecto a él (lástima, compasión, admiración y empatía, por ejemplo). Y por si alguien se preguntó alguna vez si lo de Katniss fue personal, esta trama no deja lugar a dudas: lo fue. 1. Numa Turcatti (La sociedad de la nieve)
Rompedor, una de las revelaciones del año, el personaje y el actor. Un chico muy tranquilo, introvertido, ganándose el respeto del grupo por su fortaleza y su entrega. De él cuentan los supervivientes: "Numa dio todo lo que tenía", y es lo que gráficamente recibe también el espectador. Ese momento de crisis que vive cuando ya no es capaz de ayudar más y le da vueltas al sentido de su presencia en ese páramo gélido es un punto de inflexión en su desarrollo. Gracias a este personaje todos los demás cobran vida, obtienen voz. Me llegué a preguntar por qué y no otro fue el narrador de esta adaptación y ahora entiendo que, entre los que no salieron de la montaña, él era la oportunidad, por su aguante, por su fe. Su último momento está lleno de madurez y sabiduría. Numa envejece en cuestión de días en esa montaña y se convierte en todo un hombre. Formidable. Por él he llorado lo que lloré por Rocket y por Charlie, pero en su caso hay algo más: al igual que Benaiges y Oppie, existió, vivió lo que vivió. Post de Rosana Rábago¡Hola, hola allscreeners! Vengo por aquí a levantar algo del polvo que yo misma he acumulado y para eso nada mejor que emplear polvo de estrellas y es que hace unas semanas pude ver en primicia Wish: El poder de los deseos, la nueva película con la que Disney celebra su centenario. Y como una piensa en vosotros, queridos allscreeners, aquí tenéis la crítica. Eso sí, prometo que esta es una reseña LIBRE DE SPOILERS para que aquellos que queráis disfrutar de Wish: El poder de los deseos podáis hacerlo sin miedo a leer esta crítica. Lo que sí puedo deciros es que Wish es, en mi humilde opinión, una forma perfecta para que Disney celebre sus 100 años de historias. No me entretengo más, ¡Dentro reseña! ¿Cómo celebrar cien años de historias? Walt Disney Studios tenía un reto complicado por delante pero, como desvelaba la propia compañía, estaba preparada para ello. "Una película que lleva cien años esperando a ser contada" aseguraban varios de los spots realizados por el gigante del entretenimiento para publicitar Wish, la historia con la que Disney se rendía homenaje a sí misma por su centenario y que llega a la gran pantalla el mañana, viernes, 24 de noviembre. Y lo cierto es que lo han hecho. Wish regresa a los orígenes de la empresa y nos regala una largometraje centrado en la estrella a la que todos los personajes de la compañía pedirán, posteriormente, sus deseos. Pero la protagonista no es sólo la estrella. Walt Disney Studios recupera una de sus tónicas y vuelve a poner la acción en un personaje femenino. Ahsa. Sin embargo, no es una princesa Disney, es una joven hispana con una misión: que los habitantes de Rosas (un pueblo situado en el Mar Mediterráneo, lo que convierte a Ahsa en la primera protagonista española de la historia de Disney) recuperen sus deseos. Para ello, ella pedirá un deseo a una estrella y ésta le responde. Conocemos así a Star, un personaje entrañable que se convertirá en el juguete favorito de estas Navidades para cualquier niño. Los adultos, por su parte, disfrutarán con todas las referencias que la compañía ha escondido en Wish. No somos indiferentes a los easter egg que Walt Disney Animation esconde en sus largometrajes pero aquí se convierten en un auténtico juego donde mayores y pequeños disfrutarán buscando cada mínima alusión a sus películas favoritas de la compañía. Magnífico, un villano de los de antañoVolviendo a la trama, Wish nos regala un villano en mayúsculas. El rey Magnífico, interpretado por un magistral Chris Pine, recupera el carisma al que los más mayores estamos acostumbrados y nos regala un villano a la altura de Jáfar o Hades. A pesar de que nadie en su sano juicio haría lo que él hace, le entendemos y más de uno incluso le justificaría. Él hace todo lo posible para evitar que nadie vuelva a pasar lo que pasó su familia y, para ello, arrebata a todo aquel al que considere peligroso su bien más preciado: su deseo. Eso hasta que se encuentra con la horma de su zapato, Ahsa, a quien da vida Ariana DeBosé. Ella comienza siendo su pupila pero pronto se da cuenta del terrible error que comete Magnífico y decide ponerle fin. Lo hace sin necesidad de un príncipe que la salve, recuperando este ideal que desde hace unos años viene aplicando Disney: que una mujer no necesita a un hombre para que la salve. Lo vimos ya en Brave, en Frozen y en Vaiana y ahora con Wish, la protagonista indiscutible vuelve a ser una joven, Ahsa, que no se enamora y no cuenta con una historia de amor clásica en el largometraje. No, ella cuenta con el poder de su deseo y el amor a su familia y amigos (grandes aportaciones a la historia) como única arma para vencer al rey Magnífico y recuperar todos los deseos de los habitantes de Rosas. La Península Ibérica, escenario en el que Disney se inspiró para crear 'Wish'Para ello, y al más puro estilo Disney, Ahsa entona sus cuerdas vocales y nos regala "Mi deseo", el tema principal de Wish con el que deja claras sus intenciones a lo largo de toda la película y la canción con la que despierta a Star. "Mi deseo" es el tema principal de la película pero no por ello el más importante. Hay infinidad de números musicales y se ve la cultura española en todos ellos. Un ejemplo de ello podría ser "Welcome to Rosas," uno de los primeros números musicales repletos de alusiones a la música flamenca y a la cultura mediterránea. El nivel técnico de la película también es de destacar. Disney es experta en innovar y en Wish vuelve a demostrarlo, la mezcla entre la ilustración en 2D y 3D es un total acierto y, de nuevo, vuelve a recordarnos ya no sólo a las últimas películas de la compañía, sino también a las primeras donde toda su animación se realizó en 2D.
En definitiva, Wish es un digno homenaje a los cien años de historia de Disney. Por primera vez la compañía nos regala una heroína hispana y nos demuestra, una vez más, que el pasado y el presente pueden coexistir. Aún es posible hacer películas que nos recuerden a la edad dorada de Disney y darles un toque algo más novedoso que no haga perder el encanto que la compañía del ratón ha logrado durante toda su historia. Y esa es la verdadera magia de Walt Disney Studios. NOTA: 8/10 Lo mejor: los continuos easter-eggs a las películas de la compañía, Star y, por supuesto, su música e influencias españolas. Lo peor: una película que puede pecar de previsible, aunque el grupo de amigos salva la historia. Post de Naiara Salinas Si nada más acabar de leer la última parte de la trilogía de Los Juegos del Hambre me hubiesen preguntado qué me parecía una historia sobre el pasado de su presidente, Coriolanus Snow, hubiese respondido sin tapujos que había mejores personajes por explorar, como el arisco mentor Haymitch, el elegante y revolucionario Cinna, el romántico Finnick o hasta el misterioso Distrito 13 al completo. Por suerte para mi yo adolescente, que no recibirá una colleja desde el futuro presente, tal decisión tardaría unos cuantos años en llegar, gestionándose desde las sombras pasito a pasito para no dejar ningún cabo suelto, esperando lo justo a que la sociedad (incluida yo) estuviera preparada para la respuesta a una pregunta que posiblemente se hubiese formulado en su día con cierta incomodidad (dejando a un lado las referencias históricas, por supuesto): cómo alguien puede ser tan vil como para enviar niños a la muerte todos los años. La primera edición de Balada de pájaros cantores y serpientes vio la luz en 2019 y salió al resto del mundo en 2020, año que no pudo ser más distópico y que precisamente nos llevó a mirar nuestro recorrido como humanidad para, durante al menos un lapso de tiempo, valorar todo lo que habíamos perdido y preguntarnos cómo habíamos podido llegar a eso. Vamos, que mejor momento para mostrar las consecuencias inmorales de un conflicto bélico por la explotación de recursos y la opresión al pueblo hasta caer en una sociedad languideciente y cada vez más desesperada por sobrevivir imposible. Ahora, esa precuela que partía de un éxito editorial, con mejor luz que otras, ha llegado a las salas justo cuando los conflictos armados son uno de los ejes noticiarios del día a día, quizá para que no olvidemos su mensaje (y para hacer cash también, claro). La Balada de Lucy Gray Cuando hablamos de balada, siempre pensamos en una composición musical triste o sentimental, lo que sin duda viene bien para anticipar una trama romántica con un final fatal. Pero durante el siglo XIX (época del Romanticismo) en Inglaterra también era un tipo de recital que narraba en tono épico una biografía o una serie de gestas, de forma bastante similar al cantar de gesta medieval. Como Suzanne Collins es una escritora que se precia de escoger muy meticulosamente los nombres, inspirándose en personajes literarios e históricos, achacamos este título a su intención para con el perfil de Snow partiendo de su popular reflexión: "Son las cosas que más queremos las que nos destruyen" (manifestada en cada promo que ha salido hasta ahora). La trilogía madre ya demostró que siempre hay hueco para el amor durante el horror y la autora está empeñada no solo en mantener la idea, sino también en profundizar. Se puede interpretar que ganar los Juegos es la gesta principal tanto para Snow como para su mentoranda (de la que hay que hablar también), pero esta historia no tendría sentido sin su tema de fondo, pues si de verdad hay amor en el mundo y en el Capitolio queda gente con moral (como la prima del protagonista, Tigris), ¿por qué se permite esta masacre? El título no solo existe para referenciar el romance y la música (un elemento clave en la trama), sino que también refleja la tragedia de una dualidad donde los pájaros cantores (los rebeldes, los sinsajos, la gente que no sigue las normas y pasa por la vida como una llama vibrante que hace algo más que calentar) conviven con serpientes que, si no envenenan, se enroscan poco a poco en su vida hasta asfixiarla. Es una historia situada entre dos frentes para mostrarnos la fina línea que los separa: la civilización y la barbarie, el bien y el mal, el amor y el odio... Y de forma inteligente los va tergiversando a través de personajes muy grises que se comportan como humanos en el frente salvaje, o como ovejas sin criterio en el frente civilizado. Por ello, no es de extrañar que Collins cediera la responsabilidad a un hombre con el que ya había trabajado y que había demostrado su eficacia para trasladar esa variedad de tonalidades a la gran pantalla: Francis Lawrence. Mantener casi el mismo equipo de producción que Los Juegos del Hambre es uno de los grandes aciertos de este regreso por la familiaridad con la que el fandom llega al cine, ya que el vínculo con la saga se mantiene bien fuerte hasta el punto de que, como ya comenté en mi repaso, esta se ve enriquecida con los acontecimientos de esta entrega. Y dentro de ese equipo, la mejor decisión ha sido dejarle a James Newton Howard el peso dramático por medio de su partitura, un compendio de notas tan estimulantes como terroríficas y melodramáticas que enaltecen sobre todo las escenas más luminosas y desgarradoras de la Arena. Lawrence agarra el guion con más valentía que en la trilogía y camina con seguridad en una propuesta que navega entre el cine bélico, la sátira, el biopic y el cine de espías sin olvidar ni por un segundo a su público original juvenil, ahora adulto. El largometraje mantiene la estructura de la novela, pero le otorga brío al último acto (originalmente descompensado en cuanto a ritmo). Quizá el nivel de tensión se ve algo perjudicado, pero de cara al final no fluctúa. En otras palabras: cualquier mínimo cambio con respecto al libro sienta de lujo a este viaje del villano. El reparto, por razones obvias, es lo único que no se recicla y ni falta que hace, pues la elección de tributos humildes, jóvenes mentores y personalidades ilustres no podría ser más acertada, cada uno bien acomodado en su papel como si se hubiera creado para él o ella. Es más, es una de esas adaptaciones donde la variedad y la inclusión se antojan esenciales para apoyar la universalidad de la franquicia y su tema de discusión. Entre los rostros conocidos brilla Rachel Zegler en la piel de la artista Lucy Gray Baird, la primera mitad de esta balada que conecta directamente con su origen literario, un poema del inglés romántico William Wordsworth adaptado convenientemente a una canción para el filme. Por si el nombre no nos diera suficientes pistas, nos encontramos ante una antítesis de Katniss (personaje que también se distinguía por su habilidad para el canto, por cierto) acostumbrada a jugar, a ganarse al público mediante una performance que hace dudar de sus verdaderos sentimientos, mas no de sus intenciones: sobrevivir. Es una chica que se recrea en su misterio y se comporta como una verdadera estrella, siempre destacando, que no teme jugar sucio y al mismo tiempo muestra bondad y sensibilidad en los momentos clave; un personaje tan gris como lo exigen el relato y su compañero, con una presentación que ya querrían muchos. El espíritu de Lucy Gray es tan fuerte que, a pesar de no haber sido mencionada nunca en la trilogía, deja huella poniendo banda sonora a la rebelión, porque en esta saga nunca ha sido tan importante el personaje como aquello que representa (y que solo tiene validez si el personaje está bien desarrollado, ojo). La Balada de Coriolanus Snow Tras hablar del interés amoroso, toca centrarse en el protagonista, que a la gran mayoría nos ha servido para conocer a Tom Blyth (para mí, el descubrimiento de la temporada). El inglés de 28 años se ha visto respaldado por la juventud de su personaje para justificar el marcado contraste con la fría elegancia de Donald Sutherland, pero, aun así, no lo ha tenido nada fácil, porque esta no es una historia de orígenes cualquiera: es el punto de inflexión en el que nuestro futuro antagonista abraza la idea de los Juegos, el momento en que inicia su descenso a los infiernos, un recorrido que se va mascando por tramos, porque, como afirma la propia Lucy Gray, "todos tenemos una inclinación natural hacia el bien". Pero viniendo de un mundo en guerra, tal inclinación se tambalea cuando existe la inseguridad, la desesperación, cuando se alzan las defensas para evitar una pérdida mayor. Y Snow es especialista en mantenerse a la defensiva, siempre cuestionando decisiones en su fuero interno, aunque por fuera de la imagen de la ejemplaridad como buena oveja de corral (o carnero). Su hambre no es tanto de poder como de seguridad; no soporta la incertidumbre, que es todo lo que implica unirse al bando rebelde, porque la incertidumbre es de débiles y cobardes que no tienen un plan de acción, una estrategia. Y Snow es un estratega de cuidado; lo suyo es el control, un deseo que se ve alimentado por su relación con Lucy Gray, a quien la improvisación le sale natural. Su progresivo ascenso no deja de equipararse al de otros líderes políticos totalitarios que aprovecharon las oportunidades para tejer sus artimañas (por ejemplo, Napoleón, que justo estrena biopic esta semana, tendría unas cuantas cosas que decir al respecto). Pero si Lucy Gray era un poema, ¿qué es Coriolano? Una tragedia, de Shakespeare esta vez, sobre un general romano de la República que tras ser desterrado de Roma decide asaltar la ciudad. Sin que valga como spoiler (porque la versión de Suzanne Collins tiene más chicha), es un dato que resulta... iluminador; no en vano estamos hablando del hombre que, pese a sus esfuerzos, condenará a su país a otra guerra que verá la caída del sistema que tanto defiende. Tom supera el obstáculo a la hora de implicarse en la evolución del futuro presidente con cada jarrón de agua fría que recibe hasta asumir esa frialdad como su nueva personalidad. Es más, no sería tan buen villano si no tuviera un motivo que los espectadores pueden comprender, de la misma forma que comprendieron a Thanos cuando explicó que la mitad de la población universal debía desaparecer para equilibrar las cosas (nota: comprender no es estar de acuerdo, eh). Snow no es un monstruo, a pesar de no tener reparos en asesinar, a pesar de ser partícipe de un castigo inhumano. Uno no acaba la película (como tampoco la novela) indiferente al razonamiento de este individuo, porque lo ha visto con sus propios ojos. ¿Que igual el pipiolo se pasó de dramático y listo? Bueno, ejemplos como ese pululan por nuestra historia en todos los siglos (para drama king, Hitler). Conclusión
Balada de pájaros cantores y serpientes es un relato estimulante y bien dividido que combina la acción de un coliseo con la oscuridad del contexto de entreguerras, así como adquiere escena tras escena un cariz cada vez más turbio. El que lleva siendo fan de toda la vida se va a sentir en casa con la cantidad de tributos (ejem) que el equipo ha dejado sutilmente repartido por el metraje, la banda sonora, las localizaciones, los nombres y hasta el vestuario. Y el que no era fan se verá atraído por la complejidad de los perfiles que se presentan y el cambio de tono en la peculiar historia de amor durante la segunda mitad de la película. Cuando las cosas se hacen bien, enriquecen, así que la dejo en un 9,7. Lo mejor: la química palpable entre Zegler y Blyth, la presentación rústica de la Arena, los momentos de acción intensa, el look de científica loca de Viola Davis (repelús, huh), los easter-eggs, la música y el tremendo perfil del villano. Joder, es que es una GRAN adaptación. Lo peor: aunque han recortado convenientemente la última parte de la novela, continúan siendo más atractivas las dos primeras, y de hecho es una pena no tener tiempo para explorar más el Capitolio o los pasajes de los Días Oscuros (ya se le podría haber ocurrido a Collins más precuelas, aunque fuesen como relato corto). Ah, y que hay canciones que se han quedado fuera del montaje final (se entiende, no obstante). Post de Naiara Salinas No hay muchos directores que conozca que se hayan especializado en drama musical (de hecho, no es un subgénero del que oiga hablar un montón, comparado con los musicales como tal), pero, de quedarme con un nombre, sin lugar a dudas ese sería John Carney (que, por cierto, también es uno de los que más ha pasado por las recomendaciones de este blog). Después de unir a una pareja en Once, mostrar el (re)inicio de la carrera de una cantautora y un productor musical en Begin Again y recorrer distintas décadas musicales a través de una banda de adolescentes en Sing Street, el cineasta y guionista irlandés nos sorprende con una mudanza a Apple TV+ para unir a una madre y su hijo por medio de la creatividad en Flora and Son, que se estrena mañana, viernes 29. La música como el reformatorio más sano La película presenta a una madre soltera, Flora, que apenas sabe compaginar su vida fiestera con la crianza de su hijo adolescente, Max, quien es obligado a buscarse un hobbie para aprovechar su tiempo libre y alejarse de la delincuencia. Si bien al principio la madre no quiere que tenga ninguna relación con la música por culpa de su padre, bajista de un grupo, al final ella misma encuentra para sí un profesor de guitarra acústica a distancia, el estadounidense Jack, quien no solo le ayudará a descubrir su talento, sino que además le abrirá la mente a un mundo emocional más rico. John Carney, que siempre tiene cosas muy positivas que señalar sobre la música y el papel que juega en los vínculos humanos, se abre ante los escépticos con esta familia de clase baja sin a priori ninguna ambición artística que termina demostrándose a sí misma y a los demás de lo que son capaces con poco. Gracias a este descubrimiento sinfónico, madre e hijo no solo experimentan un desarrollo interior, sino interpersonal, llegando a comprenderse mutuamente, a respaldarse e incluso a respetarse, pues, a pesar de sus diferencias y (en ocasiones) pereza, Flora nunca ha dejado de responsabilizarse del chico. Ahora bien, así expresado tampoco parece que diste mucho de las producciones anteriores del hombre, ¿no? ¿Por qué Flora and Son da un paso más, aparte de por centrarse en la familia, que también es un elemento importante en Sing Street y Begin Again? Hasta ahora, la aproximación de Carney a la música, sin dejar la psicología en ningún momento, había sido muy lúdica, experimental, gente pasando un buen rato creando y uniéndose para cumplir un sueño. En este largometraje diría que por fin se muestra el lado más educativo de esa creatividad, de qué forma una afición es capaz de reorientar el camino de la gente e invitarle a profundizar en su ser y conocerse, así como conocer su relación con los demás no aplicando más que la empatía. Esa faceta es explorada a través del personaje del profesor, que al mismo tiempo es un alumno de su circuito, siempre tratando de mejorar. La relación que construye con Flora no solo le abre la mente a ella, sino que le inspira a él, lo que muestra el modelo de enseñanza ideal, donde el aprendizaje es recíproco (puedo garantizarlo, ya que acabo de empezar a formarme para enseñar también). Entre dos países
John Carney nunca falla en presentar caras nuevas al mismo tiempo que cuenta con importantes estrellas. Tras viajar a América del Norte por primera vez en Begin Again, esta vez se queda entre ambas naciones con un elenco de lujo: en la piel de Flora, Eve Hewson, la hija de Bono (el cantante de U2) que seguramente ya había empezado a mostrar cualidades musicales bastante antes de este filme como digno retoño de su padre, y Joseph Gordon-Levitt que, aunque es más conocido como actor, no ha desaprovechado la ocasión de tocar en público cuando se le ha presentado. Aparte de ellos, repite con él tras Sing Street Jack Reynor y se presenta el joven Orén Kinlan. Eve y Orén se llevan todos los aplausos y justifican el foco central de la película sin apenas esfuerzo. Componen un dúo muy divertido y dinámico que evoluciona al compañerismo desde la jerarquía materno filial. Varios aspectos de su dinámica pueden sorprender, empezando por el nivel de apoyo. Por otro lado, Carney es un experto del rodaje natural, sencillo, sin artificios y a veces con la impresión de hasta ser improvisado, pero aquí obra magia para difuminar la distancia entre Jack y Flora, lo que vuelve su relación un ensueño durante estos breves momentos donde están tan unidos por la música y lo que esta les enseña que es como si interactuaran en la misma habitación. Nuevamente el director recurre a los géneros musicales más aptos para desarrollar este guion, incluyendo por primera vez el rap y el hip hop, mientras que la parte sentimental se refleja con el country. Conclusión Esta es una película que voy a recomendar mucho para educación no reglada y tutorías en los centros educativos. Su banda sonora es increíble, como siempre muy creativa y con la mejor producción musical detrás, y la química que desprenden todos los actores dentro de su contraste entre el desparpajo y la serenidad, brinda un relato ligero, sincero, gracioso y que desde la humildad te llega al alma y al corazón. No le puedo dar otra nota que no sea un 10. Lo mejor: el talento del reparto, la música y el nuevo trasfondo temático Lo peor: un diez es un diez, chatos. Post de Teresa Antón ¡Hola, hola! Hoy vengo a hablaros de Rojo, blanco y sangre azul la nueva película de Amazon Prime que se estrena mañana en la plataforma. La historia comienza con una boda en la que Alex, el guapo y carismático hijo de la actual presidenta de los EE.UU., y Henry, tienen un reencuentro que acabará en un desastre internacional por lo que tendrán que fingir una amistad para solucionarlo. Para aquellos que vimos las películas de Una hija diferente (Katie Holmes) y Un sueño para ella (Amanda Bynes) donde las historias de amor estaban marcadas por las dificultades de ser hijas de mandatarios, esta trama tiene buenos momentos esperados gracias al secretismo. Además, si te gustan las historias de amor, la proximidad forzada, los enemigos a amantes y un buen ‘él se enamora primero, pero él lo hace más fuertemente’, esta película va a ser para ti porque te dará todo eso y más. En su conjunto, la película creo que lleva un muy buen ritmo, con la trama avanzando sin descanso en una estructura que aunque es típica, funciona perfectamente. La evolución de la pareja está muy bien llevada y alterna con momentos de hubo, que aunque no la convierten en una romcom, te hacen pasarlo bien. Pero, preparaos para el momento clímax porque un final feliz se disfruta mejor cuando ha habido drama antes. En una trama secundaria tenemos la campaña electoral, con Uma Thurman siendo presidenta, y ahí me parece que sí que falla. Soy consciente de que han recortado bastante de esta trama del libro, pero tal vez se han pasado con las tijeras porque hay ciertas cosas que quedan sin explicar. Aunque también les concederé que para mí, en el libro en el que está basada la película, no llevaban excesivamente bien la parte política, pero yo habría agradecido algún cambio y corrección en el tema. Igualmente, para gustos los colores, aquí no llegan a darle nunca demasiado peso ya que quieren que te centres en Alex y Henry. Y hablemos de ellos. Alex es interpretado por Taylor Zakhar (Mi Primer Beso 2 y 3) y ofrece completamente la vibra que tratan de vendernos. En algunos momentos se me ha hecho un poco ingenuo y egoísta, pero las imperfecciones forman parte del realismo. Por otro lado, Henry está interpretado por Nicholas Galitzine (Cenicienta 2021) quien para mí borda el papel. Se convierte en mi personaje favorito al ser capaz de transmitirme perfectamente todas sus dudas y emociones, no me llamó mucho la atención en Cenicienta, pero aquí me ha hecho recordar su nombre. Por otro lado, los personajes secundarios son muy secundarios y, aunque me hayan gustado, tampoco puedo destacar demasiado de ellos ya que apenas tienen papel. Aún así mención especial a Sarah Shahi (Sexo y Vida) ya que resulta divertidísima como la Jefa de Gabinete.
Por último, quiero felicitar a la BSO porque me parece una selección musical muy adecuada para cada escena, que casa muy bien con los personajes y la ambientación. En conclusión, es una película romántica divertida, perfecta para pasar el rato y que hará a los corazoncitos de los espectadores sentirse abrazados. Post de Naiara Salinas Sé que llego unas semanas tarde, pero no logré rascar tiempo entre mis compromisos personales para cerrar mi exitoso maratón cinéfilo-crítico. Ha pasado mucho desde que vi la quinta entrega de la saga Indiana Jones y varias cosas han cambiado desde entonces (mi ránking original, sin ir más lejos. Lo sé, nada nuevo), pero no mi valoración general positiva, lo cual no era fácil sabiendo que Steven Spielberg cedía el manto y el cetro de su niño arqueólogo prodigio a James Mangold, catapultado por la nominada al Oscar Le Mans 66 y por cerrar magistralmente al mutante más hosco de X-Men. Y eso sin contar con el fiasco que resultó ser la cuarta entrega y que pudo desanimar a los fans menos acérrimos a continuar la franquicia. Tras abrir ese melón, parece un buen momento para reflexionar sobre la acogida general de Indiana Jones y el dial del destino, bastante en paralelo al decaimiento que atraviesa un personaje con la misma pasión por la historia pero agotado de tanta aventura y a las puertas de la jubilación. ¿Le ha sentado bien este último meneíto o el látigo le quedó demasiado largo? La saturación del héroe Nadie puede culpar los orígenes de una trilogía que no pretendía otra cosa que entretener y ser un reclamo para los sedientos de aventuras y mitos. Que Indiana Jones marcó a una generación y definió el género es algo que ni yo puedo negar y el camino hasta lo que es hoy fue enriqueciéndose a medida que el personaje maduraba y pasaba de ser otro Han Solo o James Bond de la arqueología a un adolescente intrépido, un hijo y un padre con principios más allá del cuidado patrimonial. La vida, a medida que envejecemos, deja de ser idílica: nuestros músculos se resienten, las penas son mayores y la ilusión tampoco es la misma. Mangold, experto en ilustrar esa decepción profunda, ese arrastre del alma, entronca al héroe con la realidad de su tiempo presente, su poca esperanza en el futuro y su nostalgia (mayor que nunca) por el pasado. Lo que fue (un grande lleno de pasión) es ahora apenas un eco destinado a desvanecerse. Este demonio interno que envuelve al protagonista en su última aventura puede no ser plato de buen gusto para sus seguidores, pero es justo, auténtico y lo desliza hacia el culmen de su desarrollo, la humanidad oculta bajo esa chaqueta de tipo duro y galanteador. Este Indiana es un sufridor porque pierde por el camino y, más en concreto, pierde la seguridad y la gallardía que tanto adorábamos (incluso idolatrábamos). Y lo cierto es que, por mucho que nos duela, ya nadie quiere ver a esos héroes modelo siempre tan fuertes, valientes, resistentes, atrevidos e ingeniosos. Nadie quiere ver héroes que, aun con la moral cuestionable, siempre parecen tener suerte. Incluso el calificativo «héroe» produce incomodidad según el contexto. No valen las mismas tramas superficiales, pero todos aplaudimos los tributos a ellas. Mangold sortea ese obstáculo como bien sabe, aun metiendo con calzador el relleno para cubrir las horas de metraje exigidas a los blockbusters actuales. Resalta la epicidad del personaje en un prólogo que se convierte en el mejor arranque de la saga a la par que el de La última cruzada. De pronto nos lanza un jarrón de agua fría con un salto temporal lleno de contrastes, pero el primer acto aun así aprueba por el simpático choque con los nuevos personajes. En el segundo acto comienzan a aparecer las irregularidades (en especial de ritmo), pero antes de llevarnos las manos a la cabeza llega el clímax y la dignidad de nuestro Indy es restaurada y con ella, el equilibrio. Todo ello sin perder de vista lo construido por Spielberg (eso es, amigos, la estructura sigue cumpliendo los viejos patrones). El conflicto de esta película pasa por hacer las paces con este presente decadente y dejar el pasado atrás al más puro estilo Timón y Pumba, lo cual me lleva a extrapolar la situación a la propia industria, tan aferrada igualmente a su mejor época. Si el protagonista del ayer pudiese elegir quedarse ahí, a lo mejor hasta retrocedería más, pues está más hecho para lo que ha conocido toda su vida que para lo que no; basta con ver las razones por las que medio Hollywood se manifiesta hoy. Por eso me parece tan maravilloso e inteligente que el objeto legendario elegido para esta trama sea uno relacionado con el tiempo. Por una vez, aunque parezca mentira, los deseos de ese protagonista y el antagonista de turno (caracterizado con la frialdad marca de la casa Mikkelsen) coinciden, cada cual con su punto de vista. El acierto de este desarrollo es que culmina hermosamente el viaje del héroe. Indy empatiza con la generación que le vio nacer, pero, como se ve durante su clase, no termina de conectar con la nueva, ni en la película ni en la taquilla. Y es una pena, sobre todo cuando logra levantarse tras el trompazo anterior (hablando por los demás, claro, porque yo sí rompo una lanza a favor. Quizá no tan legendaria como la Longinos, pero es una buena lanza). Tal vez los jóvenes no estén preparados para este profesor aventurero, antaño un entusiasta de su materia, hoy un hombre de luto con ganas de descansar. Es comprensible: no quieren llorar situaciones que les quedan lejanas, quieren pasarlo bien. ¿Y qué mejor que con una coprotagonista carismática que añade un contrapunto jugoso? Helena Shaw: la heredera que todos queremos Helena es todo lo que me gusta de los personajes de este siglo: una antiheroína con sus principios, ladrona, magnética, con gran labia... La presencia de Phoebe Waller-Bridge lo es todo para levantar el ánimo a un viejales zoquete y, de paso, a los espectadores. Es introducida como una contraparte al concepto de Indy; ambos entienden de historia y mitología, pero lo que uno quiere mandar al museo, la otra quiere venderlo. Si a ello sumamos la relación personal que les une... Helena es más escurridiza y menos solidaria que Mutt, pero igual de rebelde, el tipo de personaje que admiras o te irrita, una superviviente. Y es inevitable pensar en Indy como su padre, su tutor legal, su mentor... No lo es, pero es lo que va surgiendo, como si todas sus esperanzas estuvieran depositadas en esa joven desviada. Corregirla, inculcarle respeto, es una misión tan importante para él como completar y proteger el dial, porque Helena no es una simple aliada accidental: es el futuro. No es un personaje de relleno en la trama, sino que tiene el propósito de determinar si esta continúa o no, pues ya hemos concluido que esta década a Indy y sus viejos valores le vienen grande, mas no a un personaje tan gris y moldeable como Helena. No es difícil imaginar dentro de un par de años una serie en Disney Plus protagonizada por ella y su joven compinche (una reminiscencia de Tapón), pero si acabará tomando el testigo o no es algo que aún permanece en el aire. Cuestión de balance
Indiana Jones y el dial del destino expone ejemplarmente la inflación a la que ha llegado Hollywood por su ambición y su negación a mirar al futuro desde el presente en lugar desde el pasado. Injustamente le ha tocado el año y el semestre fatalista para las grandes producciones, que no dan ni un solo respiro al espectador deseoso de ahorrar, pero a su vez es una llamada de atención para todos aquellos que siguen creyendo que la nostalgia es el reclamo principal. Que una franquicia evolucione es natural, por lo que no es un delito volver a las mismas historias cada x tiempo para revalorizarlas y modernizarlas audiovisualmente. El problema es cuando llegan los desajustes, cuando crees que la generación de una década ama los mismos relatos que sus padres o sus abuelos y encima les das una media hora extra que no ayuda a perfeccionar el guion, sino solo a lucir un presupuesto exagerado. La realidad es que muchos de estos revivals son (o serán) de culto porque van dirigidos a los fans originales, mientras que para el resto solo son una muestra de una antigüedad en un museo que puede interesarles y llevarles a investigar o dejarles indiferentes. En este sentido, la veo tanto como un chicle estirado innecesariamente como una transición legítima para que, si de pronto llega la serie de Helena, a nadie le sorprenda o rechine porque ya hemos visto la ceremonia de abdicación y coronación en la gran pantalla (como debe ser). Es una buena técnica para calmar los ánimos a los puristas por parte de la misma compañía que quería reiniciar Piratas del Caribe sin el Jack Sparrow de Johnny Depp. Dejando a un lado la política empresarial de los ratones, es un largometraje estupendo, muy entretenido (buenos gags), con una resolución que tira más a la ciencia ficción de El reino de la calavera de cristal que a la fantasía de la trilogía (para todos los que se quejaban de esa fumada) pero que sin duda cumple con el protagonista y le da una despedida digna. No es perfecto, tiene partes estúpidas o inconclusas, pero, hablando como fan in extremis y no de toda la vida, las pelis anteriores también las tienen, así que, por lo que a mí respecta, le doy entre un 8 y 8,5, que una quiere ver más aventuras así en el cine y el streaming actuales, coñe. Lo mejor: ver por fin mi ansiado desarrollo de personaje, el evento histórico mítico escogido, Helena, los easter eggs sutiles, el prólogo y el buen antagonista que siempre es Mads Mikkelsen (aunque al final se espachurre). Lo peor: lo poco que se aprovecha a ciertos personajes o actores (cof, Antonio Banderas, cof), el ritmo del segundo acto y el exceso de metraje en las secuencias de acción. También falta Spielberg y se nota un poco, pero Mangold era el sustituto que pedía este cierre. |
El diálogo cinéfilo de la semanaRuido de fondo
Jack: La sorpresa es infinita. Siento lástima por nosotros y por el extraño papel que desempeñamos en nuestras catástrofes, pero, a partir de un persistente sentido de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza y aquí es donde esperamos: juntos. Acceso a Calendario CinéfiloArchivos
Agosto 2023
All Screens by All Screens is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en http://allscreens.weebly.com. Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://allscreens.weebly.com |